.

.

.

Todo era oscuro y frio en el aun no terminado techo de ese alto y abandonado edificio, se sentía un frio extremo que congelaba todo en la oscura noche, pero a la vez un calor intenso que emocionaba a cualquiera que lo sintiera. En las vilgas superiores descansaba en una pared, Zeke, el misterioso chico con lo último de tecnología que servía para mejorar y facilitar todos los aspectos que se usaban en lo que se era un entrenador. Se sintió una briza caliente y estática en el aire, de las sombras de las escaleras se escuchaban pasos firmes que fueron aumentando hasta que salió... el entrenador más rápido que el relámpago... God.

— Al final si viniste, esperaba tener que ir a buscarte. —

— Nunca rechazo un desafío, y hoy no será la excepción. —

Ambos se aproximaron al pequeño terreno que había y sacaron sus pokeballs. God solo mostro su pokeball y la guardo dejando en duda a su oponente.

— No vas a sacar a tu pokémon? —

— Ellos ya están afuera, cargados y listos para pelear. — dijo el de ojos carmesíes mostrando a sus dos compañeros.

— Ya veo. Pues será un combate uno a uno, si se debilita o sale del campo pierde. (SI esos dos son los únicos entonces no tendre problema alguno). —

— ¿Que pokémon usaras? — pregunto mientras se quitaba la gorra quemada que tenía.

— Como tuviste el placer de arruinarme bastante tiempo de trabajo que costo atrapar y entrenar a esos pokémon que liberaste, te daré el placer de ver mi orgullo, mi carta bajo la manga y mi mayor tesoro. — mostrando nuevamente la greatball.

— Si si si. Ahórrame el cuento y luchemos. –

El aire era espeso y se escuchaba un eco en la cabeza de God. Cada vez más fuerte se escuchaba muy vagamente hasta que esas palabras le trajeron a la cabeza un recuerdo muy vago.

El sentimiento... de la adrenalina al lanzar la pokeball, la emoción... del combate que mostrara quien es el mejor y... el honor... de combatir a lado de sus fieles amigos... Eso es lo que se trata ser un entrenador pokémon, de protegerlos, de cuidarlos, de entrenarlos y de ser sus amigos y compañeros. —

En la fría noche, en el techo del edificio abandonado de la ruta 46, se encontraba nuestro héroe en comienzo de una batalla pokémon con un oponente que parecía ser el más fuerte con el que se había encontrado.

— ¿Qué te pasa, me tienes miedo? — le dijo Zeke burlonamente al ropa gastada.

— Solo quiero ver tu ego antes de pisarlo. — dijo el de ojos carmesíes con malicia.

— Muy bien, si no comienzas lo hare yo. — dijo Zeke tras decir esto lanzo la greatball al aire donde salió el pokémon aún no formado. Al ver la figura de serpiente y el tamaño que tenía ya se podía saber que era un Onix. Pero no se podía creer lo que era en verdad...

— ¿¡Ese Onix es un brillante!?— dijo al ver el color marrón claro del inmenso Onix que mantenía su vista en los pokemon variocolor que estaban tanto en el hombro de God como detrás de su pierna.

— ¿Sorprendente no? Gracias a estos pude encontrarlo hace varios años con ayuda en la cueva Union. — Dijo presumidamente los cuatro ojos. — ¿Ahora lo admitirás? Admitirás que tienes miedo de mí y de mi pokémon. —

God no se movía ni un centímetro de donde estaba parado, no se le podía ver los ojos ya que se los cubrían los mechones de pelo que tenía. Sus pokémon estaban preocupados por él, no lo habían visto estar tan tranquilo.

— "¿Que le ocurre a God? Este demasiado tranquilo para ser él." — pensó el ratón medio naranjado hasta que de sorpresa le llego la idea.

— ¿Qué esperas? elige a quien de esos dos va a destrozar mi increíble Onix. — dijo presumidamente el mayor con lentes. God le hacía señas discretas con una mano que Discharger no entendía pero Rayo si y entonces salto al hombro de God y de ahi salto al campo, justo en frente estaba el Onix marrón arcilla el cual al ver a la pequeña rata medio naranja se empezó a reír.

— Aun no me creo que esas basuritas hayan hecho tantos problemas para llegar a forzarme a usar mi as bajo la manga. — dijo Zeke.

— ¿Crees que por ser pequeños, ellos son débiles? La fuerza no está en el tamaño sino en el esfuerzo— gritó God en defensa a sus compañeros. — No juzgues a un libro por su portada. — dijo sonriendo maliciosa y retadoramente.

— Eso lo veremos. — diciendo eso mando a su Onix a la batalla y God a Rayo.

— Los abuelos primeros. — dijo God.

— Si tanto quieres perder entonces no te hare perder el tiempo. —

El combate comenzó con las primeras de aquellos entrenadores.

— Onix, usa tumba rocas. —

— Esquívalo. —

El Onix marrón claro dio un fuerte rugido al cielo donde cayeron un montón de piedras, el pikachu variocolor había logrado esquivar con facilidad y había llegado detrás de la serpenterra.

— Buena esa, Rayo, hora de surfear. — dijo God con su sonrisa retadora apuntando al cielo. De la nada Rayo hace una ola de agua que daña bastante a Onix pero sin inmutarse lo lanza hacia el vacío donde le esperaba una caída donde vería al final un duro pavimento.

— Que desperdicio, pudiste haberte contenido un poco para no matarlo, Onix. — dijo Zeke presumidamente mientras aseguraba su victoria.

— ¿De qué estás hablando? Mi Rayo apenas está comenzando. — dijo el de ojos carmesíes con mucha confianza. Detrás de God salió una inmensa ola de agua que en la punta donde en esta el extraño pikachu con una tabla creada por su estática. Un golpe lo suficientemente fuerte como para vencer a una gran cantidad de geodudes y gravelers. La ola había arrasado con el grande y poderoso Onix que aunque sufrió mucho daño estaba aún de pie para pelear.

— No bajes la guardia, Onix. — Dijo el cazador seriamente al ver que no sería tan fácil vencerlo como esperaba. — Usa doble filo. — El cuerpo de Onix empezó a brillar intensamente mientras que iba a una gran velocidad para taclear al pequeño ratón medio naranja sin dar frutos por la velocidad del pequeño.

(Esto va a ir mal si ese doble filo lo golpea...) — pensó el chico de ropa gastada de ojos carmesíes hasta que se le ocurrió una idea y le gritó a su compañero que estaba lejos— Ok, Rayo. Es hora de surfear. — Discharger no entendía nada en lo absoluto de esas señales que hacia su entrenador y se confundía con esas poses de manos que parecía una cadena ya que las repetía.

— He perdido mucho tiempo contigo, es hora de terminar con esta estupidez. — Dijo Zeke seriamente— Onix, terratemblor. — God al oír esa orden se preocupó bastante.

— ¡Espera! Estas demente, no me digas que se te olvido donde estamos aquí. — le dijo a Zeke tratando de hacer que recupere la cordura. — Terratemblor agitara el edificio y destruirá la construcción. —

— Sé que es arriesgado pero no te dejare vencerme. — dijo Zeke furiosamente. — Me has costado incluso a mi grupo, no te dejare escapar así de fácil. — Onix empezó con un salto que al chocar con el suelo el edificio se empezó a destrozar por dentro haciendo despertar a los bandidos con mucha prisa y salir de ahi antes que todo se derrumbara todo.

Justo al salir los bandidos vieron al mismo niño de 10 años que querían robarles sus PB, aunque lo odiaban no querían que muriera y les advirtió que corriera que la estructura no soportaría mucho tiempo el terratemblor. El niño no les había hecho caso a ellos y empezó a subir con rapidez las escaleras hasta llegar hasta al techo sin terminar

Al subir lo primero que vio fue al Onix de Zeke que supo de su presencia por los pasos y el eco que lo seguía. Zeke vio al chico antes que God y sabía cómo tener ventaja con ello.

— Onix, terratemblor, máxima fuerza. —

— Rayo, salta sin parar. —

Entonces tras las órdenes de los entrenadores, Onix dio un salto que casi destruye parte del techo incompleto mientras el pikachu con el pañuelo rojo amarrado en su cuello, empezó a saltar hasta que paró de temblar la tierra. Era impresionante para Zeke ver a su pokémon peleando con uno mucho más pequeño y que le estaba ganando. God estaba seguro de algo en verdad, era muy fuerte su pokémon y él era estratégico pero le faltaba la confianza en su pokémon, eso le dio las ganas de pelear de siempre ya que nunca había perdido la esperanza en su compañero del alma.

— Es hora de acabar con esta estupidez. — dijo Zeke con su mirada fría mientras se ajustaba los visores tranquilamente con su mirada fría. — Onix ahora usa terratemblor y avalancha. —

— Usa Mil voltios. — gritó el de ojos carmesíes bastante decidido pero con una mirada un poco más seria. La onda expansiva de Onix no le había llegado a Rayo por sus saltos, aunque no podía atacar debido a tener que esquivar las rocas que caían del cielo, era impresionante para todos ver como lograba saltar el terratemblor y evitar por los pelos las rocas.

— (Demonios, Rayo es rápido pero a este paso… no lograra seguir así...) — pensó preocupado por su amigo hasta que... — ¿Pero que estoy pensando? Olvide que es Rayo. — dijo antes de mostrar la sonrisa que le había enseñado su maestro, la sonrisa que desprendía esperanza, alegría y felicidad, pero no era la común sonrisa que antes, sino la mirada presumida e infantil pero igual que la anterior.

— Rayo, Terminemos con él. — dijo con arrogancia y astucia que fue respondida bien por el pikachu naranja. Rayo de un último salto mientras saltaba de una piedra a otra que iban cayendo hasta llegar hasta el cielo, Hadson estaba asombrado por lo genial que parecía cada vez más que lo hacían, God ya no era un héroe si o que ahora parecía un salvador. Zeke veía que era un ataque directo hacia su pokémon y no se creía que fueran tan estúpidos o tan confiados.

— Onix, doble filo. — Onix empezó a brillar de energía y se lanzó para chocar con el pikachu. El choque fue devastador para el pikachu que salió volando por la enorme fuerza de Onix. Hadson se había preocupado por el pikachu que antes le había salvado la vida, ya que parecía que el ataque lo hubiera roto el cráneo.

— Adelante, Rayo. — gritó God con su pose, su chasqueo y su sonrisa de malicia. Todos vieron detalladamente al pikachu que seguía girando y no se habían dado cuenta que su cola era de platino y que seguía girando más y más. — ¡Compañero, Cola Platino x3!—

Rayo seguía girando más y más en sí mismo dando el triple de su poder. Aquel pikachu se había envuelto en una esfera casi cerrada de platino con un objetivo, la cabeza del Onix variocolor, el impacto era eminente y el ataque fue devastador para el Onix que cayó por el hueco del gran techo incompleto haciendo que lo que quedaba de la estructura se callera abajo.

— Increíble, estuvo fingiendo todo este tiempo para que lanzara el doble filo con toda su fuerza, lo utilizo para dar un impulso a su cola férrea y uso la gravedad a su favor para incrementar la potencia. Es simplemente asombroso— dijo Hadson bastante asombrado, era algo demasiado épico para el ver esa pelea, sin preocuparse del peligro que eso causaría.

Ese edificio se estaba cayendo por completo con los entrenadores en el techo, el impacto del Onix había causado daño a la estructura interna del edificio que antes había sido dañada por los terratemblores. Parecía todo perdido. Los escombros estaban cayendo sin parar mientras God llamaba a su pikachu para salir de ahi, guardaba a su charmander en su pokeball para que no sufriera daño.

— Rayo, usa cola platino en la salida. — El pikachu que casi no podía levantarse debido a la fuerte batalla que tuvo hace poco y salto para romper la puerta. Abollada para poder bajar a toda prisa.

— ahh... — Se le oyó gritar a una persona y luego se escuchó un golpe seco, como si hubiera caído unas vilgas. God había escuchado el ruido de su antiguo oponente y sabía que estaba en problemas, entonces fue a buscarlo con la velocidad del relámpago hasta que lo encontró debajo de unos escombros.

— No puedo exponer a Rayo para que use la cola platino, pero no puedo dejarlo ahí. —

El chico de ojos carmesíes empezó a lograr subir esas vilgas y liberó al chico con lentes, este quedó sorprendido al ver que ese chico tan pequeño pudiera mover eso que era el triple de pesado, entonces este le ayudó a levantarse para usarse al de ojos carmesíes como muleta humana hasta poder llevarlo hasta abajo del edificio.

— Espera ¿Porque me ayudas? — pregunto el chico mayor bastante confundido por el cambio tan repentino.

— ¿Acaso nadie tiene sentido común aquí? Porque si salvo dos vidas más ganare un sándwich de jamón y queso gratis. — dijo God sarcásticamente pero también algo serio mientras bajaba las escaleras. Al llegar a donde había caído Onix, Zeke se dispuso a guardarlo en su greatball y entonces God llevó algo lejos a Zeke y lo dejo en el suelo, pero no acababa esto así. Se oía un gritó de ayuda de arriba del techo y se reconocía la voz, era Hadson.

— Hoy no es mi día de suerte. Parece que si conseguiré ese sándwich. — dijo mientras volvía a subir por lo que antes era una escalera hasta lograr ver a Hadson encerrado entre las vilgas caídas. God había llegado pero una viga lo había tumbado y del techo colgaba una viga aún más afilada y el único que lo pudo ver fue Hadson aun atrapado.

— GOD CUIDADO CON ESO. MIRA ARRIBA MIRA ARRIBA. — gritó Hadson pero God no lo podía oír. Entonces vio como ese pedazo de metal afilado se desprendió y empezó a descender a donde estaba God y lo que le esperaba, las lágrimas del de ojos zafiros empezaron a descender y solo gritaba sin recibir respuesta, seguía llorando pero sintió algo por ese chico que no solo lo había salvado sino que lo había tratado bien, no quería que muriera.

— No… ¡God! — gritó Hadson con toda su voz, entonces un gran resplandor empezó a brillar de Hadson iluminando toda la zona, God había quedado ciego por ese rayo tan repentino pero este al pasar se vio como las viga que aprisionaban a Hadson y la viga y los trozos de metal que tenían a God y el pedazo metálico amenazante, todos habían desaparecido. God quedó perplejo ya que no sabía que había pasado pero no tenía tiempo para pensar ya que el lugar aún se caía a pedazos, entonces God al subir las escaleras encontró a Hadson desmayado en el suelo. El edificio se calló por completo y lo que quedaba era escombros y en esos salían God llevando a Hadson en la espalda.

Debo... continuar... No puedo... Decepcionar a Hadson... — dijo God antes de decir eso cayó al suelo y quedarse ahi. Una figura femenina veía a lo lejos todo lo ocurrido.

— De verdad eres resistente, God — De lo lejos escucho aquella voz femenina tan familiar, pero no duro mucho más ante el cansancio y la falta de sueño para caer al suelo noqueado. — Sabía que no me ibas a decepcionar. —

Pasado un par de horas, God había despertado en una colina cercana a un pequeño pueblo. Estaba aún oscuro y no se veía nada. Era de suponer que God había despertado antes debido a su problema, siempre se levanta al salir el alba o antes. El de ropa gastada vio a una persona conocida hace poco que estaba curando a su pokémon.

Rayo, al ver a God se fue corriendo a donde el para subirse en su hombro y mostrarle una sonrisa con felicidad, lo cual atrajo la atención de la chica de pelo azul al vagabundo con mínimos raspones y vendas.

— Hola Nao. — dijo God sonriendo como siempre. — Así que fuiste tú la que nos trajo acá. —

— Así es, estabas inconsciente en el suelo con ese chico encima. — Dijo mientras miraba hacia Hadson que seguía dormido— No sabía que te habías hecho niñero. —

— Lo llevo a Ciudad Cerezo, me dará una maxipepita a cambio así que creo que valdrá la pena. —

— Aja ¿Y no lo haces para llevar a salvo al chico a su casa? — dijo intentando hacerlo confesar. God se puso algo sorprendido, lo habían descubierto en su pequeño plan.

— Eres muy lista, me descubriste con solo deducirlo. — dijo lo cual ella le respondió con un sonrisa de inocencia y felicidad. — Debería irme ya, Pero ¿Hadson estará bien? —

— Tranquilo, él está bien, no tiene heridas a diferencia de ti. — dijo esto mientras veía las heridas nuevas de haber salido bruscamente de ese edificio y viejas de parte de aquel enmascarado que lo mando al hospital dos semanas. Naomi se dispuso a buscar algo en su bolso mientras God iba a despertar a Hadson para irse.

Vio al niño de pelo oscuro descansando con su nidoran en su pecho, dándole calor. El chico se veía algo diferente a como era en la mañana, parecía más confiado y se notaba un tanto más aliviado al tener a aquel pokemon cerca, esto último le hizo sentir a God cierta nostalgia recordando cómo era estar en sus zapatos. De cualquier debía ponerse en marcha cuanto antes, por lo que iba a sostener al chico pero…

God, empezó a sentir mucha presión en su cabeza, siendo semejanza al vacío, intentaba mantener la cordura pero el dolor era insoportable y no lograba superarlo como las otras veces. El susurro se hacía más claro dentro de la estática, God empezaba a ver unas imágenes en su mente. Se veía un lugar destruido, como si hubiera sido parte de un campo de guerra, en una cueva se oía el eco y la estática se hacía más fuerte.

D-Duele… mi cabeza me da vueltas… — dijo God mientras se ponía las manos en la cabeza. El dolor de cabeza era mucho más fuerte que todas las otras veces, del dolor empezaba a oír un extraño sonido que se escuchaba cada vez más fuerte y más insoportable, era estática pero se oían susurros muy leves de voces robóticas hasta que...

Ayúdanos… sálvanos… no lo liberes… — se le escuchó entre gritó s y discordia. Pero entre todo el ruido en su cabeza una voz muy familiar para él se oía decir: — ¿Que harás?

Terminando con el molesto ruido que le rodeaba. Dicho esto God cayó al suelo por el dolor y sus ojos empezaron a volverse de nuevo a su color carmesí intenso. Rayo se acercaba a su entrenador para ver si estaba bien.

No te preocupes compañero… — dijo God mientras acariciaba a su amiguito amarillento y sonreía con confianza — Estoy bien no te preocupes, solo fue un dolor de cabeza… — Dicho esto Naomi llegó a donde estaba God llevando consigo unas vendas y medicinas.

— Quédate quieto. — dijo Nao esto mientras se sentaban en el césped para curarles las heridas. Pasado media hora, God iba de camino a ciudad Cerezo con Hadson en su espalda y acompañado de Naomi, sorprendente para el que ella iba por la misma ruta que él.

God había pasado un montón de cosas ese día pero lo único que pasaba por su cabeza eran esas horribles y misteriosas palabras pero sobretodo esa última voz en el eco.

Ayúdanos… Sálvanos… No lo liberes… ¿Qué harás…?— dicho esto de forma muy baja, siguió caminando por la ruta hasta llegar a un pequeño pueblo llamado Ciudad Cerezo. — ¿Qué carajos me está pasando? –