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I. Hielo Eterno

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/MIENTRAS/CUEVA UNION/

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El combate continuaba cerca del Lago sin mostrar señal de acabar, los gravelers y los zubats continuaban su ataque sin parar, pero croconaw y beedrill lideraban la ventaja al ver como los números empezaban a reducirse. Cada vez sentía una mejora en su destreza de combate. Naomi tenía la oportunidad de analizar más a fondo el estilo de pelea de su tipo agua al evolucionar y empezaba a adaptarse a su nuevo cuerpo. Mientras que el beedrill mejoraba su velocidad y sus ataques iban más rápido mientras que protegía a la joven color miel. Aunque la lapras trataba de protegerlo su falta de experiencia en controlar sus ataques la hacía un blanco fácil, por tal el beedrill quiso apoyarla y se encargaba de cubrirlas.

Le habían tomado unos minutos a la joven en notar que los geodudes más que intervenir en los combates se hacían a un lado evitando combatir, Naomi no entendía muy bien esto pero con lo que había sabido antes se dio una idea de la situación, por lo que le pidió al croconaw y al beedrill que solo ataquen a quien los ataquen.

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Mas la cueva parecía que no resistiría tantos temblores en aquel sitio, se complicaría combatir en un lugar que se va a derrumbar en cualquier momento contra una gran horda pokemon viniendo a gran escala. Más que dos del grupo se fueran del sitio sin decir nada en absoluto, pero lo único que podía hacer ahora era creer lo mejor del entrenador. Aunque el cazador era otro caso muy distinto para ella.

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PLAY

Fearless Motivation — Your why

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Este graveler veía como los que intentaban acabar con los traidores y los humanos eran ahora vencidos como si no fueran nada. La frustración de ver su hogar invadido y sus camaradas incapaces de hacer nada posible lo molestaba dejándolo ver cómo era que su jefe, el Golem, había tomado todas esas decisiones.

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Protegería su hogar de esa peste, y al no poder hacerlo con fuerza bruta tomaron el segundo camino, enterrarlos vivos. tanto los geodudes y los gravelers debían encargarse de esto, debían llevárselos en grande en una gran explosión.

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El graveler dio un fuerte rugido y fue seguido por los de los otros de su especie, los zubats ante tal grito solo empezaron a escapar del sitio, los geodudes entendían aquel llamado a la perfección y su temor se hacía presente. Los dos pokemon de la línea evolutiva empezaban a todos a brillar en su interior, el grupo de pokemon y las entrenadoras no entendían que pasaba pero al momento la joven amatista entendió que era lo que planeaban.

— Eso es... Autodestrucción. —

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— ¡Todos salgan! usarán autodestrucción. — las palabras alarmadas de la entrenadora llamó la atención de los pokemon, no sabían que hacer en el momento puesto los geodudes y gravelers los rodeaban y no podían detenerlos a todos a la vez. En ese apuro la joven amatista no supo que hacer, no se le ocurría idea alguna para debilitarlos a todos antes de que se volaran en ese ataque suicida. La mejor opción que se le cruzó en la cabeza es debilitar a la mayor cantidad posible. — (Que Celestia nos cuide...) Wrecker, usa... —

— ¡Naomi-san!— La voz de Amber la interrumpió llamando su atención. — ¡Rápido, que Wrecker use pistola agua en el suelo! —

— De-de acuerdo. ¡Wrecker, Pistola agua! —

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El croconaw acatando la orden de su entrenadora dio un salto y disparo el chorro de agua. Este no golpeó a ninguno de los pokemon salvajes en el lugar, sino que este solo expandió el agua por la zona.

— Pequeña, por favor Lanza tres Hidropulsos. — Le pidió la joven a la lapras que dudo de poder hacer la acción de nuevo. — Por favor, pequeña. Necesitamos tu ayuda. —

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La lapras intentándolo creo una esfera de agua pero esta no se mantuvo estable y mojo a la lapras junto a la joven, al ver esto la autoestima de la cría disminuyó al no poder ser de ayuda, pero el abrazo de la joven la hizo erguirse de nuevo.

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— Tú puedes, pequeña. confió en ti. —

Como lo veía ella, todo era muy grande y daba miedo... No conocía nada del mundo exterior y no entendía porque la atacaban a ella, o a las personas... Era una pequeña niña confundida que estaba pagando el precio, y ahora estaba sola tras la ida de su madre...

La lapras no se podía rendir... No con seres que la necesitaban en ese momento, y por quien ella quería proteger ahora.

Levantando su cabeza al aire la Lapras empezó a crear una pequeña esfera de agua, pero los recuerdos de su madre que la llenaban de fuerza ahora actuaban. La esfera de agua empezó a crecer velozmente mientras que unas lágrimas salían de sus ojos que empezaban a iluminarse.

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La lapras tomó un impulso y dio un salto pasando la gran esfera de agua impactando en parte del campo de batallas mojando a algunos, pero eso no bastaba para vencer a todos los demás.

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— ¡Ahora, Rayo Hielo! — pidió la entrenadora sujetándose del cuello de la lapras que entendió y ejerció la llama helada de su boca, el resto Naomi lo entendió a la perfección.

Era el mismo movimiento que había usado Suicune en las Ruinas Alfa para acabar con varios clones del charmeleon variocolor aquella vez, se basaba en que el agua usada en el ataque anterior era congelada por el rayo hielo y a todos que mojaba aquel rayo los congelaba dejándolos inmóviles.

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Todo a su alrededor estaba ahora cubierto de hielo sólido, tanto los pokemon como el mismo suelo se encontraban cubierto por una capa helada de agua solidificada que los había inmovilizado por completo.

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Naomi recordaba ese hábil movimiento del ser legendario, pero no esperaba que la joven lo conociera también debido a que según ella la joven estaba en otra zona alta llevada por el azabache, pero tuvo la mejor vista para poder imitarlo, o incluso mejorarlo.

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Cayendo al agua la lapras jadeaba cansada por usar aquellos ataques y se entendían debido a la gran magnitud de estos. La joven solo agradecía a la lapras por su esfuerzo, gracias a ella se habían salvado.

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Naomi por el contrario veía como todo lo que lo rodeaba a excepción de ella y su pokemon estaban congelados, la precisión de cómo se congeló todo a excepción de ellos la sorprendía y demostraba la capacidad que tenía la Lapras. De verdad notaba la fuerza que había heredado de su madre, de verdad era la hija de un Alfa.

— Muchas gracias Pequeña, sabía que podías. — El abrazo de la joven le fue correspondido por la lapras que aun soltaba lágrimas por el miedo que había sentido. Aun siendo de un tamaño bastante grande por su especie seguía siendo una bebé que apenas llevaba un poco menos de un año, pero la joven vio el valor de ella. — Eres muy valiente, solo tenías que confiar un poco más en ti. —

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La joven le esbozó una sonrisa llena de cariño ante la lapras separándose del abrazo, pero lo más bonito del momento fue que la joven pudo ver por primera vez la sonrisa de la Lapras.

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— Fue un buen trabajo, me sorprendiste hoy. — la joven amatista se acercó poniéndose a su altura y lo acaricio en la cresta de su cabeza, pero este por reflejo se movió y le mordió la mano aunque fuera suavemente. — Supongo que eso no ha cambiado. —

— Naomi-san... — la joven encima de la lapras se acercaba a la orilla junto al beedrill que mostraba signos de cansancio tras una larga batalla. — Lo... Lo hicimos... —

— Gracias a D que sí. Fue buena idea congelarlos ¿Pero cómo supiste que funcionaría? —

— Bueno... Creía que si no podíamos evitar combatir... Creía que podríamos frenarlos... Y bueno. —

— Congelarlo fue la elección, muy bien pensado. —

— Si pero... — Viendo a todos lados veía a los pokemon congelados y la verdad sentía tristeza por ellos. — ¿Crees que... estén bien? —

— No te preocupéis, los pokemon pueden soportar mejor el frío y el calor que nosotros. — decía Naomi mientras sacaba su pokeball y guardaba a su tipo agua. — No tardaran mucho tiempo para que la temperatura de la cueva vuelva a la normalidad y ellos se vayan liberando. —

— Ya... —

— Aunque lo que si me preocupa es a donde se fue God con el Tetu. —dijo Naomi viendo alrededor buscando a quienes había mencionado. — Hace rato se fueron sin dejar rastro y no han regresado, me preocuparía si no tuvieran a ese kadabra con ellos. —

— ¿A dónde habrán ido? —

— No lo sé, pero será mejor esperarlos. — terminó diciendo Naomi. — Ahora, aprovechemos el momento de calma y vayamos por tus cosas que te podrías enfermar si sigues con esa ropa. —

— ¿Eh? No lo había notado... — susurro la joven al recordar de quien era la chaqueta que llevaba puesta, pero antes de eso acercó un poco la tela del cuello para olerla por un segundo.

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End of the Song

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II. Rocas brillantes y peligrosas.

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/MIENTRAS/CUEVA UNION/

El kadabra guiaba al grupo en búsqueda del golem que estaba dando problemas a la misma zona. Aquellas paredes daban una extraña sensación de ser vistos por todas partes. Miles de ojos los observaban al mismo tiempo, y esta misma sobresaturaba el ojo mental del tipo psíquico.

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Se había disculpado con el entrenador por no poderle llevar exactamente a donde estaba quien amenazaba las vidas de sus aliados junto a los de las entrenadoras que se encontraban en el momento peleando afuera.

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Llegando a una zona más abierta donde las paredes ya parecían ser más de una cueva, al adentrándose más el cazador veía con más cuidado la zona reconociéndola y yendo a un ritmo más apresurado hasta llegar a un cuarto en específico donde había una gran marca en forma del sol en el suelo del sitio.

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— Aquí fue donde encontré a Onix. —

— Espera ¿Aquí lo encontraste, en un lugar así? — God daba un par de pasos hacia el centro siguiendo al cazador que se agachaba a ver la zona y sentir el suelo donde estaba la marca.

— Luego de vencerla a la Alfa, el entrenador recibió un objeto valioso de parte de ella y se retiró del lugar. Luego de eso el entrenador me dijo que me llevaría a la salida, pero algo lo detuvo. Parecía que algo en este sitio lo había llamado. —

— ¿Crees que haya sido como a mí en las Ruinas Alfa? —

— No, el señor D me dijo que tu caso es único. — dijo el cazador mientras veía con más cuidado el símbolo en el suelo. — El sentía que había algo más en ese sitio, y la verdad yo me sentía atraído a explorar un poco más con él para aprender más. Pero como la frase, buscando bronce encontré oro. —

— No me estreses más y habla claro. —

— Aquí encontré a Onix. — El cazador coloco por un momento la greatball en el centro de aquel símbolo en forma de sol recordando hace mucho tiempo una piedra en ese mismo lugar. — Hace mucho lo encontré aquí en forma de huevo, Aun recuerdo la sensación al verlo nacer, y en mi PC tengo su cascarón, fue el momento donde me había decidido a ser un entrenador y aplastar a quien me salvó. —

— …Que rara forma de agradecerle algo. —

— Di lo quieras, pero para un entrenador... —

— Una batalla es la forma de hablar. — terminó la frase sorprendiendo al cazador al saber lo que significaba. — Si, conozco esa frase. Mi hermano me la decía seguido. —

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Los temblores se hacían más fuertes con el paso pero que los escombros empezaban caer cada vez más grande siendo el kadabra que los protegió con un reflejo. Una de las paredes no soportaron las ondas de choque y cayó en pedazos dejando un gran orificio en donde estaba ella. Acercándose a ver más el entrenador reconoció que a llevaba a un largo pasillo. Al fondo de este podía ver que se hacía presente leves rayos de sol. Esto le dio la idea al entrenador que podía llevarlos afuera de la cueva, pero no era el momento, cumpliría su palabra.

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— Vamos, hay que seguir. Bigotes, por favor. — decía el entrenador de manera seria ya no queriendo perder el tiempo, el kadabra acatando el pedido del entrenador se encargó de rastrear al golem. Pero el cazador ahora era él que tenía dudas acerca del entrenador azabache, aunque tenía la información de aquel bicho raro que lo acompañaba aún no lograba entender del todo y eso le frustraba. Por el momento solo lo empezó a seguir para terminar ese asunto tan molesto y dejar todo arreglado.

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Por el sitio en el que iban era muy opuesto al pasillo que habían encontrado antes, no había luz que les despejara las dudas de lo que se encontrarían, aparte de que los temblores no hacían más fácil percibir cualquier peligro, y los pokemon se mantenían alerta ante cualquier sonido o movimiento.

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De un momento a otro la presión se empezó a sentir en el sitio con cada paso que daba hacía adelante. lo que derramó el vaso era aquella luz violeta que se empezaba a ver dando vuelta a la esquina, Intrigado por esta extraña luz en un lugar como ese, el cazador se decidió a explorar y averiguar el origen sin notar que el kadabra y el charmeleon dieron un paso atrás aterrados por aquella sensación que les provocaba esa luz.

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— ¡Espera, no vayas!— dijo el entrenador empezando a tener problemas al respirar entendiendo como se sentía los pokemon, puesto le afectaba en una escala menor. — Hay algo malo ahí, es como lo que controlaba a Suicune, pero... es más fuerte y concentrado. —

— Puede ser de utilidad, y parece que es la zona donde está el golem ¿Crees que puedes retener un poco más el desayuno? —

— …Creo que si, vamos allá. —

Antes de adentrarse el cazador se asomó a observar el perímetro pareciendo que en ese sitio viendo camino despejado, haciendo una señal para que el entrenador caminara con sigilo y lo siguieran con el mayor cuidado posible.

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A unos pasos más adelante el cazador se detuvo y como efecto el entrenador junto a los pokemon chocaron con él. Por la mala suerte del kadabra este toco detrás del charmeleon y uno de los lados de su mostacho rozó con la llama de su cola prendiéndolos.

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Por esto el kadabra soltó un fuerte gruñido y salió teletransportado del sitio, claro que esto se hizo escuchar por todos en el lugar. El enojo y la presión del cazador se hizo presente con una mirada furiosa ante el azabache que sudaba frío que solo forzó una sonrisa.

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Segundos después el kadabra regresó al sitio con su bigote chamuscado aun con la expresión de terror y shock en su rostro, mientras que el charmeleon le pedía disculpa por eso.

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Adentrándose más en el sitio el cazador identificó al golem. Quien era el origen de todos los problemas que habían pasado cuando buscaban a su compañera, y ahora creaba los temblores que azotaban toda la cueva y advertían de que esta se colapsara encima de ellos.

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Ellos no sabían que no lo hacía a propósito, sujetando con fuerza de la cabeza el pokemon tierra se movía impactando contra las paredes de aquel sitio provocando los temblores, era raro ese comportamiento en el golem pero por orden del cazador se quedaron viendo un poco más de cerca lo que pasaba.

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— Enano, mira lo que tiene incrustado en su costado. — dijo el cazador usando su visor para ver con un zoom de cerca, el entrenador viendo con más cuidado logró ver que aquel fragmento piedra parecida al cristal que se encontraba incrustada en la coraza del golem y de ella varias venas de energía violeta se esparcían por su cuerpo. — ¿Se te hace familiar ese tipo de roca? —

— Es... la misma sensación que tenía Suicune antes de desmayarme, de eso estoy seguro. —

— Ding ding ding, tenemos un ganador. —

— Pero ¿Cómo es que esta aquí? Sabes que, me conformo con saber que es esa roca. —

— Pues no es ningún elemento conocido, eso te lo puedo decir. Lo curioso es que emite una extraña cantidad de rayos en una frecuencia que no puedo analizar con certeza. — decía el cazador viendo cómo se retorcía de dolor el golem. — Pero claro, podría ser que el sensor este fallando por las ondas magnéticas que hay en este lugar. —

— ¿Qué podemos hacer? No deberíamos dejarlo así. — El charmeleon variocolor hizo tronar sus puños preparado para en cualquier momento salir a la acción. — Hay que hacer algo. —

— Aún no sabemos que pueda ser seguro. Recuerda que nos quería eliminar hace menos de unos minutos. Incluso capturarlo ahora es peligroso pues no sé cómo pueda afectarlo si se vuelve una luz con aquella piedra aún unida a él, podría crear un pandemia que causa un apocalipsis. —

— ¿De verdad? —

— Ojala, me encantaría una vida así. Pero ese no es el punto, estamos en ventaja ahora con que este distraído y tengamos el elemento sorpresa, solo hay que esperar y... —

— ¡Oye!—

— Y ya valió... ¿Cómo es que lo cuidan ustedes? — preguntó cansado el cazador al charmeleon de la actitud de God, y este solo levanto sus hombros y salió corriendo detrás de su entrenador junto al kadabra. — Tchh, ni modo. —

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El entrenador junto a los dos pokemon se pusieron enfrente del golem listos para frenarlo de una vez por todas, las palabras "capturar, purificar y sellar" se repetían en su cabeza al reconocer esa clase de energía. Aún con no recordar bien lo que había pasado, recuerda ese sentimiento de frustración recorriendo su cuerpo y el miedo que sintió antes de caer ante aquel ser legendario que lo superaba por mucho y solo un milagro los salvo.

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Por eso, debía enfrentarse al golem ahora que podía vencerlo, antes de que sus amigos estuvieran en peligro. Eso era lo que se escondía detrás de su mirada, tenía miedo de arruinarlo otra vez y arriesgarlos, las vidas de sus amigos antes estuvieron en sus manos pero ahora no podía correr ese riesgo. Por lo que antes de que pudiera caer en ese caso debía acabarlo con todo lo que tenía, pero fue tarde para eso...

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El golem, atento a la presencia del entrenador, dio vuelta lentamente para fijarse más en los que se situaban en el lugar, pero en sus ojos solo brillaban unos ojos iluminados con una luz morada que en vez de desprenderla parecía absorber la luz del lugar.

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Las venas moradas ya cubrían todo su cuerpo y empezando a desaparecer su coraza parecía que se caía en pedazos, el golem solo rugía lleno de dolor por lo que pasaba y la piedra incrustada parecía adentrarse más en el pokemon megatón.

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— Tumba Rocas — Escuchó el azabache detrás de él, a lo que varias rocas pasaron por encima de él cayendo encima del golem enterrándolo vivo. — Ya sabes cómo es el dicho. Siempre hay que hacer una entrada explosiva. —

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Chasqueando los dedos el cazador dio la orden a su Onix y este emitiendo las ondas y respondiendo las rocas volaron en una gran explosión.

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— ¿Qué haces? Casi nos das por muy poco. —

— Cállate, no ves que en ese estado solo serás un bocadillo. Toma— dijo el cazador y antes de poder responderle agarro un objeto parecido a un rociador azul. — Si solo puedes usar el nitrocarga no podrás hacerle ni cosquillas. Por lo que mejor usemos esa garra metal como lanza. —

— ¿De qué hablas y que es esto? —

— Es un éter, dáselo a tu charmeleon y recupera su garra metal. Hazlo antes de que me arrepienta de desperdiciarlo en alguien como tú, y apresúrate. — dijo el cazador poniéndose enfrente del azabache. El golem se liberó de aquel ataque por lo que el cazador mando a su Onix con un Doble Filo a detenerlo. — Apresúrate, hay que jugar al Cirujano. —

— ¿Eh? Sé que tus planes son raros y no lo terminaré de entender pero ¿Que exactamente hay que hacer con la garra metal? —

— ¿Nunca has jugado eso? Lo que faltaba. Bien, te lo resumo. — decía el cazador viendo como el golem conseguía emparejarse en fuerzas ahora con el Onix pero este ejercía más fuerza. — Esa cosa parece ser que lo fortalece pero lo vuelve loco, hay que removerlo de su cuerpo. Y como dice el dicho "Dadme un punto de apoyo...

— Y moveré el mundo", por Arquímedes. —terminó la frase God ya habiendo recuperado el charmeleon su movimiento, el cazador lo vio desconcertado y el silencio de este se hizo posible. — ¿Qué? No soy solo una cara bonita, se algo de física. —

— Como sea, ya tienes una idea. Ahora... — el cazador listo junto al entrenador se puso en guardia y los pokemon listos para combatir. — A jugar. —

— En Marcha. —

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Extra: El Líder de Gimnasio Perdido.

Dos figuras volaban en el viento. Un ser alado de gran figura perseguía a una veloz macha rojo. Por un lado estaba un Pidgeot gigante con un entrenador con abrigo de invierno rojo y una máscara metálica cubriendo su rostro. El otro era un Scizor que llevaba a duras penas a un entrenador adulto con ropas de expedición, quien parecía estar herido. Todo esto había comenzado mientras el investigador se encontraba en horas de la noche investigando ciertos símbolos en unas ruinas antiguas, cuando de repente apareció aquel hombre de alrededor de seis pies de altura.

- Señor Antón. Ha sido seleccionado. –

Esa voz sintética y el ruido de estática cuando hablaba bastaban para ser una mala señal. Los investigadores se preguntaban dónde estaban los entrenadores e instructores que fueron seleccionados para protegerlos en esa expedición. Una explosión y un grito ahogado se escucharon en el fondo. Alrededor de trece entrenadores de alrededor de seis medallas estaban con ellos, y ahora no se escuchaba nada más detrás de aquel hombre con mascara metálica. A paso lento se acercó.

- No le tema a la luz. –

El hombre con mascara metálica vio el objeto.

- Cristal teletransportador. Muy caros por, pero se como

Aquel entrenador adulto no solo era un investigador. Aunque su nombre se reconozca como un profesor e investigador en cuanto al estudio del medio ambiente, también era reconocido por ser el entrenador nato que tomo desde temprana edad el título de líder de Gimnasio en la Región de Johto. Saliendo dos pokemon de tipo insecto, un Scizor con filosas pinzas y un Forretress robusto se opusieron en el lugar, el Líder de Gimnasio conocido con el nombre de Bugsy le hizo frente.

Un ataque de la ráfaga de viento remanente iba a golpear a uno de los investigadores rezagados, pero un Forretress haciendo Giro Rápido lo detuvo de golpe. El investigador vio con sorpresa el pokemon que se tankeo aquel ataque tan peligroso, pero continuo saliendo del lugar aunque por dentro esperaba que aquel extranjero estuviera bien.

Un Armaldo llenaba el cielo con rocas usando Avalancha, y un Scizor daba un mano a mano con Ida y Vuelta. EL estilo rápido de Bugsy demostraba su fuerza cuando ponía a raya al Pidgeot con ventaja de tipo que los había emboscado. Antón era un entrenador experimentado desde temprana edad, y con cada desafío en los años sus equipos pokemon habían sido curtidos por cientos de batallas. Podía considerarse como alguien a la par de los Alto Mando, siendo capaz de mantener su título como Líder incluso cuando era un trabajo a medio tiempo para el al estar en un pueblo pacífico y tranquilo como Azalea. Por eso mismo estaba sorprendido de la habilidad de aquel sujeto.

No solo hábil en el vuelo, sino con la capacidad y reacción adecuada para responder de forma casi inmediata. Era como si conociera que haría antes de que lo hiciera, pero a la vez parecía espontaneo. Era un entrenador nato y parecía capaz de ser llamado como un ornitólogo profesional. ¿Por qué había alguien así aquí? El mundo era grande, pero recordaría en los registros de la Liga a alguien como él.

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Además, ese Pidgeot que poseía no era natural. Al ser un Líder de Gimnasio, sabía reconocer el talento y las capacidades de quienes lo desafían. Ese pokemon parecía de un cinco estrellas, un pokemon principal capaz de enfrentarse cara a cara con un pokemon de un campeón. Era peligroso alargarlo, pero tenía que ganar tiempo para que pudieran llevarse a los demás. Su estilo de combate era rápido, pero debía de ganar tiempo.

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Un choque de veloces ataques volaban entre dos individuos. Dos ráfagas de viento filosas como cuchillas iban hasta ser frenados por las pinzas metálicas de un Scizor. Era una persecución en unas ruinas en el continente americano. Quien estaba huyendo era un investigador profesional que además era un Líder de Gimnasio. Era expedición especial hecha por una organización que buscaba a un experto en cuanto al tema. Con 30 años como explorador, era una opción tan capaz como pagar los trámites y el viaje desde la región lejana de Johto en el continente oriental. Todo con tal de descubrir e investigar las ruinas abandonadas por el mismo tiempo.

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Fue así que duro veinte minutos conectando ataques de forma constante. Ante la desventaja de su mono-equipo tipo bicho, Bugsy demostraba ser hábil para contrarrestar su debilidad ante los tipo volador. Él era un Líder de Gimnasio experimentado, pero aquel hombre con mascara mecánica demostró ser alguien digno de participar por el título de un campeón.

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El primero en caer fue su Yanmega, al ser derribado por la fuerza de un repentino Huracán. Después fue su resistente Shuckle que había luchado por enredar con Red Viscosa las alas del Pidgeot y caer con el abrasador calor de Onda Ígnea. Después fue su Armaldo que apenas pudo hacer algo tras usar constantemente usar Avalancha. Ver como el Pidgeot caía con una combinación entre el CabezaHierro de Scizor, la Avalancha de Armaldo, y haberlo retenido con el Trampa Rocas de Forretress que lo vieron caer hasta que de pronto este se deshizo en una cortina de polvo.

- Sus habilidades siguen igual de afiladas que siempre, reconocido investigador. –

- Por eso hay sacarlo de la ecuación. –

Antón no tuvo tiempo de reaccionar cuando de repente una corriente de viento casi lo separo del suelo. De pronto se formó un inmenso Huracán se formó desde los cielos y azoto a cada uno en el lugar. El único que pudo hacer algo fue su Scizor, quien planeo hasta llegar a él y lo protegió con su cuerpo. En un segundo su Armaldo, su Forretress, y su Heracross fueron debilitados y regresaron a sus pokeball de inmediato. Ahí fue que volvía a la escena donde un Líder de Gimnasio había perdido a casi todo su curtido equipo pokemon contra solo un sujeto enmascarado.

- Fin del camino, Líder de Gimnasio Bugsy. – El hombre con mascara de metal en la espalda del Pidgeot se acercaba cada vez más cerca de ellos. Una corriente de aire caliente bastó para derribar al Scizor que se debilito de inmediato, y Antón termino herido en el suelo.

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Antón estaba acorralado, y no mentiría si dijera que tuviera algo de miedo de aquel misterioso sujeto. Había ganado suficiente tiempo para que viniera la ayuda, y que los demás pudieran huir a salvo.

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El hombre enmascarado levantó en su brazo, mostró un cristal morado en la palma de su guante blanco, y lo rompió en miles de pedazos para lanzarle las partículas al Líder de Gimnasio. Antón solo se sentía más y más débil hasta perder la consciencia, pero lo último que vio era aquella mirada muerta en aquel ojo rojo que parecía brotar una estela de luz similar a la de una vela.

El gran Pidgeot veía a su entrenador quedarse estático enfrente de aquel delgado investigador en sus cuarentas. Tomo otro cristal, uno más rectangular y verdoso que el anterior, y con este todas las heridas del cuerpo fueron eliminadas. Aquel estado que le había puesto lo dejaría fuera de juego durante un tiempo, pero en ninguna parte en su contrato se estipulaba que debía dejarlo herido en la mitad de la nada. Con un vuelo rápido, dejo al investigador en la área de investigación de las ruinas, donde no sería herido por la fauna y podía asegurarse que tarde o temprano seria encontrado.

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- Solo es una misión. –

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EL ojo rojo detrás de la máscara de metal se disipo y dejó un ojo común del color grisáceo. Aquel enmascarado vestido con aquella gabardina de color rojo y ropas de invierno.

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- El contrato ha concluido. -