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I. Problemas Nublosos.

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– Entonces, eso fue lo que ocurrió... De verdad, lamento el desastre. – decía God rascándose la cabeza para luego inclinarse.

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Discharger estaba sentado en el suelo a unos metros de él con un chichón en su cabeza, fue su culpa el que todo esto se haya comenzado. Alrededor de ellos estaban las personas que les habían "atacado" y es que estas solo eran personas normales que confundieron a God con uno de esos sujetos que habían rondado por el pueblo. Al comienzo todos le tuvieron desconfianza a todos del grupo al ver lo extraños que eran, y más con él hecho de haya aparecido de la nada los hacía aún más sospechosos.

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También influía el hecho de que con solo dos pokemon pudieran arrasar con ellos y dejarlos completamente desarmados, todo les iba a mal incluso cuando intentaban decir que solo estaban de paso y que todo era un malentendido, pero al final la amabilidad de Amber terminó por salvarlos. El resto del grupo se había mantenido conversando con Marshall, un hombre grande pero muy común en lo que era apariencia de 40 años de edad, quién al parecer era quien guiaba por el momento a toda la gente del pueblo.

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– Nosotros somos quiénes lamentamos haberles confundido, pero como verán; la cosa no está muy bien que digamos en este lugar. – se disculpaba Marshall en nombre de todos los de ahí.

– No se preocupe, y de verdad disculpen por el susto. Y por las armas… –

— No. Aun así, no somos quiénes como para tratarlos de esa manera. De verdad lo lamento, y me gustaría compensarlo de la manera adecuada. Ojalá pudiera hacerlo, pero… –

– Creo que hay la forma. – dijo Naomi interesada en el tema. – ¿Podría decirnos que es lo que ha estado pasando en el Pueblo? –

– Eso es algo que realmente no sabemos con certeza. – decía Marshall tomando la atención del grupo. – Esto no es algo que haya sido sorpresivo. Llevábamos semanas con pequeños casos de pokemon enfermos llegaban al centro. Era normal el que los hubiera ya que con el incremento de delincuencia afuera de los pueblos se entendían el motivo de que hubieran más pokemon heridos. –

– Si, entiendo bien que hay "gente" de esa... Calaña. – dijo Naomi volteando a ver a Zeke, era una suerte para él que el sistema de comunicación estuviera inservible o se vería en problemas si descubrían que era un cazador. – Pero de cualquier forma, en esos pokemon. ¿Qué clase de síntomas tenían? –

– Eso era el problema, no tenían ningún síntoma aparte de que estaban completamente fatigados. – respondió la doctora. – No tenían ninguna herida o rastro de algún ataque, era un caso increíblemente extraño pero era como si los hubieran acabado sin siquiera tocarlos. –

– Eso no es extraño. Los ataques psíquicos, fantasmas y siniestros tienen cualidades que también ataca a la mente. – dijo Zeke aburrido mientras ponía los pies encima de la mesa. – No hay que ser un genio como para saber que pudo haber sido algún pokemon como el kadabra que destrozó sus armas. Es normal que los cazadores expertos usen de una mejor manera a los pokemon para no dejar rastros. –

– Así es, eso también cruzó por nuestras cabezas al ver tanta frecuencia en ataques a pokemon, no le tomamos tanta importancia hasta el día de la tormenta. – Todo el grupo se sorprendió un poco con eso último, Tony ya preparado con todas sus cosas se apoyaba contra una pared cruzado de brazos viendo y escuchando ligeramente la conversación. – Nunca esperamos que todo esto comenzara con aquel mal tiempo. El clima acá no es así en realidad, usualmente los cielos están despejados pero debido a los Slowpoke que sus bostezos como sabrán traen lluvias. –

– Si... Por su puesto, el bostezo hace llover. – Le susurró Zeke a God volteando los ojos al ver lo tonto que aquella "leyenda". – Y exactamente que hizo diferente esa tormenta que provocó que Azalea se convirtiera en un clase de ciudad de Resident Evil. –

– Resi... – trató de repetir Marshall al no entender lo que decía. Zeke solo frunció el ceño soltando un suspiro.

– Ya ya, olvídenlo (De verdad, siento que desperdicio mi talento con esta gente. El título de pueblo anticuado de verdad le queda a este lugar). – decía Zeke mientras por dentro gritaba molesto. – Bueno, entonces díganos ¿Cuando ocurrió esa supuesta tormenta? –

– Fue hace más o menos un mes atrás. Los pokemon fueron quiénes se alertaron de esta en el momento en que los vientos enloquecieron y nubes negras empezaron a cubrir el cielo. – decía otra de las mujeres mayores en el lugar. – Tuvimos que refugiarnos por dos días, pero aun así las gotas de lluvia eran tan pesadas que alguno de los techos del pueblo tuvieron problemas con esos 3 días de lluvia intensa. –

– ¿Tres días seguidos? Saben que si algún tipo planta del Encinar usara Día Soleado por lo menos podrían parar la tormenta. – decía Zeke un tanto molesto por lo tan supersticioso del lugar. – Adivinen, si un pokemon "místico" y "todopoderoso" como Slowpoke que su gran y poderoso Bostezo causa que llueva, entonces no podrían simplemente buscar un mágico e invencible Sunkern que... Uggh... –

– Disculpen lo que dice mí... "Compañero". – decía Naomi tras darle un golpe en el estómago al Têtu para que se callara. Al decir eso último su rostro pareció asqueado por la idea que le pasó en la cabeza, pero volvió al segundo. – Por favor, continúe. –

– Bueno, después de aquella tormenta descubrimos que habíamos perdido conexión alguna con el mundo. Entendíamos que aquel mal clima se había caído la senal, pero pensábamos que luego de eso podríamos arreglarlo yendo a Ciudad Malva. – decía la doctora mirando el suelo con preocupación. – Pero nos fue imposible el llegar a ella. –

– Déjame adivinar, la neblina se "tragó" el camino. – dijo Zeke bromeando al recordar que God le había mencionado antes.

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Esperaba que alguien le dijera que no, que eso era muy absurdo o algo parecido, pero el completo silencio del lugar y el que todos los que vivían bajaran la cabeza le desesperó y se levantó de su asiento molesto.

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– Vamos, amigos. Entiendo que son unos viejos en el medio de la nada, pero no me van a decir que se comen ese cuento de que "La misteriosa neblina vaya a hacer algo así. Si un tarado con medio cerebro que se peleó con un chango Aipom nos trajo hacía aquí, no creo que un buen grupo de personas pudieran encargarse de una expedición y llegar mínimo en una semana. –

– Ya lo hemos intentado, chico. – Un hombre muy grande que sostenía una bolsa compresa fría en su cabeza empezó a hablar. – Aquella neblina no es lo que parece, cuando nos adentramos en ella es como si nos regresara al comienzo. –

– No me digas, esa neblina te dejo así de golpeado también. – dijo Zeke en broma cruzándose de brazos. El hombre grande simplemente se sobo la calva viendo al suelo con pena a lo que de reojo voltio a ver a Tony que solo escuchaba con seriedad la tonta discusión. – De cualquier forma, una simple neblina no puede ocasionar tal magnitud como para dejar un pueblo a lo Silent Hill. –

– ¿Silent Hill? –

– Ugghh, olvídenlo. – Zeke si tiró al sillón del sitio cruzando de brazos, con eso Naomi solo soltó un suspiro. – Me canse, este sitio de verdad ya me canso. –

– Solo hemos estado aquí unos minutos. – soltó God con una leve risa para luego volver serio a la situación. – Perdón si es una molestia, pero quisiera saber algo de los chicos que recogimos. –

– Puedes preguntar, tranquilo. –

– Bueno... –

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La atención de God se enfocó en una de las puertas de aquel lugar, para ser más preciso era donde habían llevado a cada uno de los chicos y que Amber había ido a ayudar. Todos los chicos que habían estado trayendo en gran mayoría eran del Pueblo, y al verlos ahí no hubo ninguno del pueblo que no empezara a lagrimear de felicidad al ver el rostro de sus pequeños.

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Obviamente no tardaron para caerles una tonelada de preguntas al verlos de esa forma, pero Amber simplemente les pidió que primero atendieran al grupo y luego hablarían. El mismo grupo se impresionaba de lo capaz era Amber al tratarse de ayudar a alguien en mal estado, de verdad parecía otra persona más decidida y determinada sin perder su dulce encanto.

La enfermería se llenó rápidamente, la mayoría de los chicos fueron bien atendidos y la mayoría de sus heridas eran tratadas bien con lo último de tecnología, aunque en parte también usaban mucho las plantas medicinales en donde Amber tomaba el liderazgo y trataba de la mejor manera a sus pacientes.

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Luego de que todos estuvieran atendidos, Amber fue a preguntar en cómo iban sanando a los pokemon tanto de los que se había encontrado en el camino como los de los chicos, y fue una sorpresa el ver que cada uno de ellos estaba por así decirlo completamente sano, pero ninguno al parecer quería salir de la pokeball y esta se bloqueaba por dentro.

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De cualquier forma estaban sanados y cada uno con los familiares de sus entrenadores, los que se trataban de entrenadores de paso también se les cuidaba y la doctora cuidaba a sus pokemon hasta que ellos pudieran recuperarse.

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La cosa poco a poco se podía decir que mejoraba, pero Amber seguía preocupada por algo y eran las extrañas heridas que cada uno de los chicos; no importaba en donde estuvieran o que tan grave fueran, una mancha negra parecía ser las que la cubrían y como pasaba antes, se esparcían debajo de la piel como si infectaran las venas de sangre.

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En la axila, espalda, torso, pierna, brazo o incluso en lugares ajenos, no importaba en qué lugar Amber buscara, siempre encontraba ese zarpazos y encima una mancha que poco a poco iba creciendo debajo de la piel. En todo lo que sabía de medicina, Amber no podía ver que era "eso" más que se trataba de algún nuevo parasito esparcido de alguna manera en la humedad de la neblina, pero si estaba segura de algo; ese extraño parasito parecía ser insanable.

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– ¿Cómo esos chicos terminaron de esa forma? Parece como si alguien o algo les hubiera atacado, incluso Amber nos dijo que algunos de ellos estaban muy graves. – Marshall bajó la cabeza al imaginarse al oír las palabras de God. – ¿No tendrán alguna pista de lo que eso pudo haber sido? –

– God, como puedes preguntar algo así... – le susurro Naomi al oído un poco sorprendida que él fuera tan directo con aquellas personas que prácticamente se les podía ver en el rostro lo que pensaban; estaban preocupados por sus hijos.

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Todos los niños que habían traído no resultaban ser ni la cuarta parte de los que habían desaparecido, y la mitad de los que habían traído eran entrenadores de paso desaparecidos. Era cierto que habían traído a una gran cantidad de entrenadores inconscientes y que cuando los vieron muchos de los padres se encontraban aliviados de volver a verlos, pero otra gran parte de ellos vieron con ojos de desilusión el que sus niños no estuvieran entre ellos.

– Lo lamento, pero desconocemos más de lo que ustedes saben ahora. Como dijo Takeshi, ninguno de nosotros ha podido atravesar la neblina y salir del pueblo en búsqueda de ayuda, pero poco después descubrimos que tanto pokemon como personas menores alrededor de los 20 años pudieron ir más allá del Pozo Slowpoke. – dijo Marshall viendo el vacío. – Inclusivo un grupo de chicos experimentados decidieron en tomar como misión buscar ayuda en un viaje a Ciudad Malva. –

– Pero no recuerdo haber visto algún... (Espera, no será que se habrán quedado varados por la Cueva Unión y... Mierda, que hemos hecho. ¡Nosotros destruimos la cueva!) – decía God tanto afuera como en su cabeza imaginándose a los chicos metidos en todo el enrollo de los escombros y la ruta imposible de pasar. – ¿D-Disculpe, pero hace cuanto que eso fue? –

– Ya va a ser una semana desde entonces y no hemos visto respuesta alguna de ellos. – dijo Marshall en voz baja y con un tono muy serio viendo al suelo. – Desde entonces no hemos visto señal alguna más de ellos. Por el momento la única que ha regresado es la hija de Saori junto al joven Tony. –

– (Espera. Tony... ¿Tony fue quién la atrajo?) – God volteó a ver a Tony y sus miradas se cruzaron, aunque este último la apartó.

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Entre lo que había querido escuchar, el entrenador se interesó en la razón de que el pueblo estuviera así de desolado siendo que todos los que estaban ahí eran los habitantes del pueblo que no se habían ido. Según el sujeto que parecía estar a cargo en aquel lugar, todo se debía a una clase de nueva y misteriosa enfermedad.

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Lo que se sabía de esta era sumamente escaso, según sabían los síntomas como cansancio extremo, fiebre e inclusive mareos aparecían de la noche a la mañana y mayormente afectaba adultos con buena salud como hombres jóvenes hasta llegar luego a afectar incluso a niños.

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Noches constantes de falta de sueño e inclusive falta de apetito hicieron que las personas poco a poco se fueran debilitando con el tiempo. Nadie sabía el motivo por el que pasaba esto ya habían descubierto que el problema era extrañas marcas negras aparecían en el cuerpo de la gente, esto último le hizo recordarle a los entrenadores que había derrotado antes. Luego de ello, las personas desaparecían entre la niebla y luego de ello no se le veía otra vez, la primera quien había regresado a salvo era Violeta y todo se debía gracias al joven entrenador. Esa era la historia.

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– Espera. ¿Tony la trajo? – God volteo sorprendido a ver a su amigo de cabello castaño parado.

– Deja de verme así, fue un accidente. Solo me dio lastima dejarla ahí. – dijo Tony mientras salía de la habitación hacía donde estaba la madre junto a la pequeña Violeta, una niña no más de 7 años de edad que se encontraba por así decirlo en coma, ya que desde que Tony la había traído hace menos de dos días, la niña seguía durmiendo.

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Marshall les contó un poco más luego de la neblina. Desde que comenzó a ejercer esa fuerte enfermedad, ellos habían intentado pedir ayuda médica pero desde que había aparecido la neblina todas las conexiones con el exterior se cortaron. Con este problema varios entrenadores en búsqueda de llamar la atención de la Liga, pero luego de intentar adentrarse en la neblina jamás habían regresado.

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Poco tiempo después entendieron que el pueblo había sido separado completamente del mundo, por lo que muchos lleno de miedo se refugiaron en el Centro Pokemon esperando a que la ayuda llegará, cosa que jamás paso.

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Al parecer luego de un tiempo los niños y jóvenes de menos de 20 años empezaron a enfermar. Fiebre alta, escalofríos, tos y un malestar muy grave; eran unos de los síntomas que empezaban a aparecer en ellos. Al comienzo no eran más que dos o tres casos hasta que prácticamente todo los jóvenes del pueblo cayeron en esa enfermedad.

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Usaron el Centro Pokemon como Hospital debido a la inmensa epidemia que ocurría, pero en una noche en la madrugada algo pasó. Una gran explosión se escuchó venir del Encinar, pero la neblina no permitía que nadie pasara a él aunque varios hombres intentaron el riesgo. Fue todo inútil al saber que había sido una distracción, y que todos los enfermos se habían escapado e ido por la neblina. Algunos trataron de detenerlos, pero los pokemon se habían vuelto en su contra y junto a ellos desaparecieron entre la neblina.

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— Algunos creen que esta enfermedad se debe a un cambio atmosférico que ha ocasionado igualmente la intensa neblina, otros creemos que habrá sido la sistematización de un nuevo metal en el pozo Slowpoke, aún no estamos seguros de cuál puede ser la fuente de origen. — decía el sujeto a cargo del lugar con una mirada llena de frustración, viendo a su alrededor notó que la mayoría de personas ahí tenían la misma mirada llena de miedo. — Cualquier cosa, hemos estado de esta forma desde hace un par de semanas y ya los recursos se nos empiezan a escasear. No habíamos estado en una situación así desde que de pequeño un grupo criminal llamado Team Rocket estuvo haciendo sus fechorías cortando las colas de los Slowpoke. –

– No pensaba que Azalea estuviera en tantos problemas. – decía God pensativo hasta que recordó el otro motivo por el que habían ido. – ¿Y qué hay del Líder de Gimnasio? No lo hemos visto hasta ahora. –

– Se supondría que el Líder de gimnasio es quién da la cara en momentos así, no parece que vea al experto Ruinamaniaco Antón. – susurro Naomi en voz baja. – Pero como el lugar se encuentra de esta forma, supongo que habrá estado este tiempo de viaje. –

– Estas en lo correcto joven, jovencita. – dijo Marshall diciendo en voz baja pero firme. – El Señor Antón emprendió en ayuda a una investigación en una región lejana más allá de Aura. Se suponía que hace dos semanas era que debía regresar, pero suponemos que la neblina lo ha mantenido fuera. –

– (No ay noticias sobre nada de esto… ¿Un líder de gimnasio desaparecido? Que probabilidad…) Entonces su líder de gimnasio y única protección aparentemente se encuentra fuera en el momento de más crisis que el pueblo ha pasado. – decía Zeke con un tono burlón cruzándose de brazos. – Que... Inoportuno ¿No creen? –

– ¡Têtu! –

– ¿Qué? Solo digo que con todo esto que está pasando, hay medidas que no han usado. – decía Zeke de manera cínica a lo que una de las mujeres mayores salió a pelear con él. – Podría tratarse de que solo tienen algún problema monetario y se inventaron esta historia como excusa para pedir carid... –

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Zeke de repente recibió un fuerte golpe en la cabeza y al voltear vio a Corrin, otra de las mujeres del lugar que lo veía con desprecio al no mostrar interés alguno en ayudar.

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– Corrin, ¡¿Otra vez?! – le dijo Marshall sorprendido, se le había olvidado el mal carácter de la mujer y mucho más cuando se trataba de su gente. – Por favor, cálmate. No lleguemos a eso. –

– ¡No, Marshall! NO. – La mujer de cabello negro se acercó a todos y tomando de la oreja a Zeke lo levantó del lugar para que todos los vieran. – Míralo, más gente extraña llega en un momento así y ni siquiera pretenden ayudar. Dices que solo son niños, pero luego esperas que dejemos nuestras esperanzas en ellos. Pues no, Marshall. No. –

– Corrin... -

– Maldita sea, ahora porque me golpeas, vieja loca. – gritó molesto Zeke sobándose por ese golpe a puño cerrado según él pudo reconocerlo tras una larga experiencia con ellos. Se liberó y se levantó por completo, a decir verdad Zeke era normal en estatura con 1.78 de tamaño y más cuando iba junto a dos pitufos de 14 años como God y Naomi, y tenía a Amber por el hombro con 1.65, y a aquella mujer le llevaba igual. – En primera, tengo 17 pero tampoco soy un baboso como estos dos. Y en segunda... –

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Zeke paró en seco al ver que la mujer aún con un gesto enojado empezaba a desmoronarse. Lágrimas caían por sus mejillas mientras intentaba mantener la calma, pero su frustración no podía más.

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– De todos ustedes, gente como tú y ese chico... – decía Corrin viendo al suelo refiriéndose a Tony y Zeke. – Gente como ustedes pudieron pasar por la neblina y seguir a salvo, y mi pequeño esta... –

– Mierda... – susurro en voz baja Zeke. – Esto es incómodo...

– ¿Por qué un tan irrespetuoso, molesta e cínico como tú tiene que sobrevivir cuando mi cariñoso y educado hijo ni siquiera ha aparecido? – decía Corrin mientras que las lágrimas bajaban por sus mejillas como cascada sin mostrar indicio de detenerse, incluso dos mujeres de la misma edad se acercaron a consolarla pero de manera brusca se soltó. – Él quiso ayudar y se unió al grupo de apoyo para ir a buscar ayuda a Ciudad Malva. Le había dicho que no fuera ya que era peligroso, pero era testarudo, siempre decía con que necesitaban un médico para ir rescatar a los niños en el camino. –

–... –

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Zeke estaba completamente callado, en parte se sentía mal por la mujer, podía ver que ella sufría por su hijo desaparecido y en parte no la culpaba, era difícil el perder a alguien así , pero lo escondía con creer que era lástima lo que sentía.

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– Mi hijo quería ser un buen doctor y quería cuidar de la gente del pueblo, pero con la neblina y la enfermedad decidió ir a buscar a los chicos perdidos. Él es un buen chico, pero al final el destino no le ayudó y prefirió traer a gente como tú. – decía Corrin molesta a lo que Zeke solo bufo empezando a irse del lugar. – ¿Por qué gente como tu tiene que llegar aquí, y gente buena como la de mi hijo no? –

– …¿Quieres callarte? Eres muy molesta. – dijo Zeke serio sin verla, con ese comentario Corrin con su carácter iba a bofetearle sino fuera porque las otras dos mujeres no la hubieran detenido. – Tengo asuntos que hacer, llámeme cuando acabe el drama y venga la acción. –

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Zeke salió del lugar con la mirada baja y sus manos en los bolsillos de su pantalón, por un segundo se empezó a sentir mal para que en el siguiente se dijera así mismo que no era su problema, pero de cualquier forma si le interesaba en parte lo que era ese evento atmosférico por lo que fue a explorar un poco aquella neblina para ver qué era lo que pasaba en ella.

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Todos se quedaron callados tras eso a excepción los sollozos de Corrin quién era cuidada por las otras mujeres, nadie sabía que decir en un momento así y la tensión se podía sentir en el aire, pero todo se fue cortando cuando se pudieron escuchar las palabras de una de las mujeres que estaban cuidando de los heridos.

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– Por favor, joven Tony. Espere un poco. – La atención de todos se enfocó en el entrenador de cabellos castaños quien seguido del houndoom iba de salida de aquel lugar. Al verlo irse God actuó y fue a hablar con él antes de que saliera del sitio.

– Tony, por fin te alcanzo. – decía God con una sonrisa y muy energético, mientras que Tony volteó a verlo seriamente con una expresión de fastidio y sueño. – Me alegro que estés bien. –

– ¿Qué haces aquí? God. – dijo Tony muy fastidiado mientras este acariciaba a Houndoom, por lo menos el parecía alegre de verle.

– También me alegra verte, a los dos de hecho. – dijo God a lo que Rayo también saludaba a Tony.

– Rayo. – dijo Tony bajando la cabeza ante el pikachu variocolor que hizo lo mismo. – Supongo que ya es tarde para decirte que regreses. Ya estas grande, ni yo ni Daisy ni Rosemary tenemos que cuidarte ya. – decía Tony saliendo del sitio. – Será mejor que te quedes acá, por lo menos no provocaras más problemas de los que tienen ya. –

– Vamos, tampoco es que sea un desastre. – dijo God tomándose sus palabras como una broma. –

– Tengo que recordarte quien fue el que derrumbó el puente del río practicando una Cola Platino. – dijo Tony mientras caminaba mientras que God solo soltó una sonrisa al recordar eso haciendo soltar un suspiro de parte de Rayo Y Houndoom quiénes recordaban aquel momento. – Solo no te metas en mi camino. –

– Espera, ¿pero a dónde vas? – le preguntaba God con un poco de duda ya que suponiendo como era él iría al gimnasio y se iría de aquel sitio. Si no había gimnasio debía haber algo que le interesara para que se hubiera por tanto tiempo en un lugar.

– Me sorprende que no recuerdes lo que nos decía maestro Gold de esto. – dijo Tony con mirada seria, God sólo se sobo la cabeza tratando de recordar sin fruto alguno. Tony se cansó de esperar y terminó por golpearle en la cabeza al chico y Rayo saltó a tiempo. – Auh... ¿Por qué...? –

– Por bajar la guardia. – Decía Tony alejándose de God. – Jamás debes bajar la guardia, ni siquiera conmigo. –

– Ya... Pero... –

– Hmph, voy con Kurt. Si vas a venir bien, pero no me detendré por ti. – terminó diciendo mientras se alejaba del lugar, pero que claro que God junto con Rayo y seguidos por charmeleon simplemente se iba junto a él y toda esa escena dejó confusos a todos los del lugar.

– Entonces... – Naomi abrió otra vez la conversación tomando la atención de Marshall y del lugar. – ¿En qué podemos ayudar? –

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