/MAÑANA SIGUIENTE/
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I. ¡Caíste, wey!
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Eran cerca de las 4:00 A.M donde en el cuarto donde Violeta y la madre descansaban, Tony se había levantado temprano, demasiado para alguien como él. Con bastante cuidado guardó todo lo que necesitaría para ir y dejó el resto al cuidado de Saori hasta su regresó, no quería levantarlas debido a que no quería comenzar otro alboroto como el de ayer.
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No sabía si alguno de esos sujetos estaría vigilándolo y en parte quería partir temprano para evitar el problema. No le interesaba mucho el factor sorpresa aunque solo quería evitar que God se entrometiera en su misión. Estaba bien por su cuenta sin más peso muerto.
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Con un leve silbido despertó al Houndoom y suavemente se escapó de los brazos de Violeta que lo usaba como Teddiursa de peluche para seguir a su entrenador. Lo que llevaba Tony era básico, más que nada planeaba acabar con ellos de una vez por todas y el rango de disparo del fuego de Houndoom era la mejor opción para acabar con varios oponentes a la vez. Un artillero en todo su nombre.
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Aunque fuera a un lugar con mucha humedad como el Pozo, donde viven una gran cantidad de tipos agua, tenía confianza en que Houndoom se podía encargar de ello. Tampoco era mucha diferencia si había agua o no, solo la evaporaría con su fuego. De cualquier forma, el día anterior sacó a su equipo del PC, si en caso de que ellos tuvieran un milagro Tony sacaría a otro de su armamento.
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A punto de salir del lugar volteó a ver a la cama de Violeta donde seguía estando ¿Dormida? ¿Inconsciente? ¿En coma? No podía decirlo. Por lo menos respiraba. Por el otro lado, su madre durmiendo sentada en una silla a lado de la pequeña y con sus manos entrecruzadas. Desde que Tony le reunió con su hija, se negaba a dejar su lado otra vez. Nadie podía objetar ante ello.
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Un leve sentimiento de nostalgia le pasó por su cabeza al verlas así, habían pasado por muchas cosas y aun así su madre seguía peleando para que ella estuviera bien. Verlas le daba un extraño picazón por debajo de la piel, era molesto no poder apartar la mirada de ellas.
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Un sabor agridulce pasaba por su garganta al verlas, tristeza se veía junto a la melancolía en su mirada mientras intentaba alejarse antes de que él mismo perdiera el control y cometiera una estupidez.
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Era un contratiempo que debía limitarse. Lo menos que necesitaba ahora era en pensar cosas innecesarias. Un error tan pequeño podía costarle la vida. Su objetivo era uno, arreglar la caja musical de su familia. Nada más debía importarle ahora. Esa era su prioridad
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Con tres de los habitantes afuera haciendo guardia mientras los demás en el refugio le costarían no llamar la atención si pasaba, así debía encargarse del ellos.
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No es lo que parece, solo sacó a Haunter para que los confundiera con el Rayo Confuso y luego los durmió con su Hipnosis, así paso sin llamar la atención, o por lo menos no de quién se lo esperaba. Tendrían una especie de resaca al despertar, pero nada grave o visible que muestre que fue él.
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De cualquier forma, dejar un par de botellas vacías apartaría la atención de él noqueándolos y pondría a ellos en el lugar. El resultado era lo importante, aunque no le molestaba mucho que aquellos que le apuntaron con armas de tercera sufren un poco.
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– Hey. –
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Tony se paró al oír ese saludo y levemente volteó a ver quién era para ver al otro tipo que viajaba en el grupo de God. Aquel que parecía un poco mayor, y que no parecía una amenaza. – No es muy temprano como para dar un paseo, ni siquiera el enano se levanta a estas horas. –
– ... –
– Parece como si intentaras evitarlo. Ya sabes, a un par de ojos del enano. –
–... (¿Lo llamo enano? ¿Son tan cercanos?) –
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Silencio. Fue todo lo que recibió de parte de Tony, Wolf miraba intrigado esperando las órdenes de su entrenador si de atacar o solo salir de ahí. Tony solo siguió caminando.
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– Sabes, me impresionas. No espere otra vez encontrar algo tan raro como tus pokemon, con el espectáculo de ayer. – decía Zeke recostado en el muro, aun así Tony siguió caminando a paso lento. – Es una lástima que tenga alguien así como entrenador. –
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Tony paró en seco mientras que Wolf lo vio intrigado. Zeke entendía una cosa de entrenadores como Tony, y era el orgullo que tenían sobre ellos. Al parecer si le había tocado un nervio, y Zeke se regocijaba por dentro al saber que su hipótesis era cierta.
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– Pensaba que alguien de un clan que ha peleado siglos en guerra debería por lo menos tener mejores tácticas que solo enviar pokemon con desventaja. –
–... Hablas demasiado. – decía Tony dándose vuelta y Wolf se puso en guardia.
– Relájate, no vine a pelear. Estuve toda una noche haciendo mi magia con esas máquinas, y lo que más quiero es dormir. No podría hacer contra ti, de todos modos. – dijo Zeke sacando las manos de sus bolsillos. – Aunque si hubiera querido aplastarte, lo hubiera hecho sin dar aviso. Eso que tienes el enano y tu del código del guerrero no es mi estilo. Prefiero machacar y sepultar a la primera. –
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– ... – Tony decidió no decir nada y solo pasar de largo a la situación, era solo otro más que hablaba cosas que no sabía, o por lo menos eso era lo que pensaba. Aunque una cosa lo hizo parar de nuevo. Un problema de su curiosidad. – ¿Por qué están aquí? –
– Fue idea del enano, insistía en seguir el Sendero de su Maestro o algo así. – decía Zeke con una sonrisa maliciosa en su rostro. – Si, lo sé. Es un idiota al querer venir a un pueblo condenado. ¿No te parece? –
–... – Tony mantenía el silencio sin apartar su mirada de Zeke, parecía que le quería hacer volar la cabeza. – ¿Terminaste? –
– Todavía no. Antes que me ignores, quiero saber ¿por qué te contuviste contra el enano con ridículo nombre? – dijo Zeke calmadamente viendo a Tony que abrió un poco más los ojos. – Creía que lo estabas probando, y el tan nervioso con ello. Casi me da lástima de que no solo lo usaras, sino que solo fuiste a medias. Eso debe dolerle en el orgullo. –
–... No sé de qué estás hablando. –
– ¿En serio? Porqué la expresión que acabas de poner dice lo contrario. – dijo Zeke con una sonrisa fanfarrona que molestaba a Tony. – Aparte de que lleves esos monstruos contigo, sigues siendo un entrenador ordinario. –
– Repite eso. Wolf, en guardia. –
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Tony se dio vuelta y con una mirada sería mandó a su Houndoom a pelear, pero Zeke solo mantuvo la calma aunque por dentro si dio un pequeño salto al ver al sabueso de fuego mostrando los dientes. Su otra teoría fue realidad al ver que no le había atacado ya.
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– Sabes, muchos al oír a un cazador decir cosas como esas usualmente se asustan y atacan a la primera. Es divertido verles hacerse encima, les hace más fáciles de manipular. –
– No atacó a débiles. Ya son patéticos como para pisarlos otra vez. –
– Vaya, y Biblioteca dice que yo soy el creído. – comentó Zeke, pero al ver que Tony solo levantó una ceja sin entender. – Ya sabes, ¿la chica molesta de pelo azul? ¿Sabelotodo de Kalos? Bueno, olvídalo. –
– ¿Hablar es lo único que sabes hacer? – decía Tony fastidiado por perder su tiempo con él mientras se iba alejando, pero se sorprendió al oír el sonido de una pokeball abrirse y poniéndose en guardia notó que un Onix variocolor se impuso frente a él.
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Wolf estaba decidido a pelear, pero Onix no pudo ni saludar ya que Zeke lo regresó a su superball.
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– Variocolor... Y es gigante. –
– ¿Lo es, verdad? Quien diría que encontraría un mutante aparte de color distinto. Una probabilidad tan baja como conseguir un cinco estrellas en la primera tirada de una gacha. Estoy orgulloso de lo grande que ha crecido. – dijo Zeke guardando la superball en su polera, Tony en parte se interesó un poco más en ello. – ¿Ahora tengo tu atención? –
– ... –
– Bueno, cómo te decía: Según vi pudiste haber barrido con el enano con solo Haunter y su Golpe Bajo, no tan seguro de la ratita cuqui, pero por lo menos si de los otros. – decía Zeke planteándole varios puntos aunque Tony parecía estar aburrido. – Aparte que ese Ursaring, aunque fue asombroso con esa imagen que tenía, no necesitaba el bonus por su habilidad ni del Tambor. Lo hubieras liquidado si le hubieras dardo la orden, y no creo que tengo que decir de lo que ese Houndoom pudiera haber hecho. –
– ... –
– A excepción del enano, supongo que tú si entrenaste a los tuyos más allá de puros combates. Me parece raro que alguien así cometiera tantos errores, ni siquiera el novato lo tomaría así. – decía Zeke con una sonrisa.
–… ¿Terminaste? –
– De hecho, aún no. Quisiera saber porque no usaste a tu pokemon más fuerte. – Wolf levantó la cabeza al oír y volteó a ver a Tony que no cambió la expresión de su rostro, aunque tampoco pareció negarlo a ojos de Zeke. – Como dije, todos los entrenadores confían demasiado en sí mismo, por eso son tan fáciles de lidiar. –
– ... –
– También deberías no poner su pokeball en el último espacio de tu equipo, es el primer sitio donde apuntamos, o por lo menos no los dejes a la vista de cualquiera. – Decía Zeke lanzándole una pokeball que Tony al tomarla reconoció la pokeball de su pokemon más fuerte. Tony se fijó en su cinturón y tomó la pokeball que supuestamente no debería tener en su otra mano, así que quiso verificar y sin pensarlo dejó salir a lo que había dentro.
Al dejarla caer el rayo de luz salió y una gran silueta de más de dos metros hizo su presencia. Se trataba de una criatura bípeda con un gran caparazón robusto color verde que cubría completamente su espalda, según veía Zeke en su perspectiva imponía con ver aquellos rasguños de varias batallas. Una piel entre morada y violeta escamosa, pero era muy parecida al cuero.
– Vaya, un Blastoise. Se ve fuerte incluso– decía Zeke sorprendido y a la vez deslumbrado por la los destellos que salían de su cuerpo como pequeñas estrellas, era el sistema de las pokeballs reaccionando a la pigmentación extraña de los variocolor. – Entonces, si tenía razón en eso. –
Sin entenderlo Blastoise veía curioso a todas partes, era extraño que lo sacarán en un lugar tan abierto y sin previo aviso. Tony no entendió nada así que abrió la pokeball que Zeke le había lanzado... Solo para ver que estaba vacía y dentro de ella estaba escrito con letra cursiva:
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"¡Caíste, wey!".
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–... Era una trampa. – Tony regresó a Blastoise y tomando la pokeball falsa que seguía abierta, la tomó por ambos lados y con fuerza jaló ambos extremos hasta que se partió en dos. – Me engañaste. –
– Antes me preguntaba por qué la pokeball de la lagartija dorada del enano tenia esos cuatros puntos, pero ayer al ver que tenías una similar de dos puntos me dio la idea. – dijo Zeke con una sonrisa en su rostro. – No te preocupes, no te demandare por una compensación. Fue muy fácil después con una pokeball de segunda mano, así me quitó mis dudas de cual era ese pokemon o aunque ahora no sé qué pensar. –
–... – Tony apretaba los puños y tiraba los fragmentos de la pokeball al suelo donde lo terminó pisando. – Me hiciste perder el tiempo. –
– Sí, otro consejo: No creas todo lo que te dice un extraño. No habrá gente que te ayude, o por lo menos NO gratis. – decía Zeke con una sonrisa burlesca. – . Ya sabes, esto no es un RPG. –
– Me hiciste perder el tiempo. Wolf. – Tony chasqueo los dedos y Wolf se puso a la defensiva y gruñendo con fiereza esperaba a que sacara aquel Onix. – Vas a pagar. –
– Oye, oye. Tranquilo, viejo. Como dije, no vengo a pelear. –
– Muestra que puede hacer ese Onix. – Decía Tony poniéndose en guardia, – Tienes tres segundos. –
– Pff ju... Jujuju ajajajaja. – Zeke dejó desconcertado tanto a Wolf cómo a Tony al no entender su risa, pero Tony lo tomaba con un insulto a su persona. – Vaya, de verdad son tontos con eso Jajajaja Ay... –
– ... –
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En aquel lugar, Zeke había tocado las teclas adecuadas, y Tony no iba aquedarse tranquilo así sin más.
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II. Moralidad de Medico.
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/AZALEA/ACTUALIDAD/10:00 A.M/
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– Ahora, di Aah. –
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La suave voz de Amber se escuchaba salir de uno de los cuartos cerca de la enfermería. En él se encontraban ella usando el uniforme médico mientras atendía a Rayo que parecía recuperado con una bandita en la cabeza. God estaba cerca aunque se mantenía callado preocupado por el ratón eléctrico, y Zeke que estaba tirado en uno de los sofás de ahí roncando en una sinfonía.
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– Bueno, parece que ya te has recuperado, procuren tener más cuidado al combatir. Tuvieron suerte de no tener secuelas o ningún daño severo. –
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Esas palabras fueron un alivio inmediato para God. Rayo era el último en ser curado al no tener su pokeball consigo. Luego de tanto impacto en el combate con Tony, quería cubrir y asegurarse que estuviera bien. Aunque esperaba a que Amber tuviera tiempo, God no espero que Amber saldría de inmediato a ayudarlo. Eso… Eso se sintió un poco bien. Se alegró un poco de tener alguien así como una amiga.
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– Muchas gracias por todo, Amber. ¡De verdad eres la mejor! –
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– ¡Eek! –
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God no reprimió su emoción abrazándola por la cintura que la tomó por sorpresa e hizo que ella diera un pequeño salto. No sabía cómo responder a eso y su mente parecía derretirse con el mensaje "Error en el sistema. Reiniciando..." casi apareciendo encima de su cabeza ante los ojos de Rayo.
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Claro que el leve gritó de Amber despertó la furia asesina de un cuadrúpedo en llamas que al ver a su peor enemigo "atacando" a su entrenadora, actuó para protegerla. Un mordisco en toda la retaguardia de God le hizo soltar el grito de su vida.
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Aunque fuera más por la sorpresa que nada, no esperó un asalto furtivo en su retaguardia. Tampoco esperó ver al cachorro de Amber tratando de arrancarle las nalgas como si fuera un caucho viejo.
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– Auh... – God se separó de Amber tratando de no ser brusco y al darse cuenta vio a Growlithe agarrándolo con Mordisco por su Ecuador. – Esto... Amber. Creo que este es tu amiguito... –
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– ¿Eeh? ¡Ay, por Arceus! ¡Natsu! ¿Qué haces? ¡Suéltalo, suéltalo ya! –
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Amber intentaba quitarle de encima al growlithe variocolor, pero este atacaba sin piedad los jeans blancos de God y no daba piedad. Fue hasta un minuto después que Rayo ya aburrido del espectáculo paró todo con una leve descarga. Con ello, lo obligó a soltarse y quedar medio aturdido, God notó como Rayo más que nada soltó esa descarga para lastimar a Natsu que para ayudarle.
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– God-kun, cuanto lo siento. Déjame cura… Eh… Esto… –
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Amber quería ver si podía curarle, pero la misma pena le abordaba con la idea de tocar a God por esa parte Rayo le sorprendía la desconexión del cerebro de su entrenador para no reconocerlo y no cuenta de esto.
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Aun así, fue culpa de Natsu que saliera herido por lo que aunque se muriera de vergüenza debía ayudarle, pero él no se dejaría. En cada uno de los intentos que Amber intentaba verle la herida God daba vuelta y evitaba que lo viera.
– God-kun, podrías... –
– Nop. –
– Pero... Estas herido. – decía Amber dando vueltas mientras God giraba para que no le viera. – Ven, por favor permíteme... –
– Nop, no mires. –
– God-kun, por favor. También siento pena, pero fue mi culpa... –
– No lo vas a ver, Amber. Me niego. –
– Pero... ¿Por qué no? –
– Bueno... – dijo God sin mostrar sentimiento alguno en sus rostro, pero usando toda su habilidad para evitar que Amber lo viera. – Atravesó el pantalón. –
– Ouh... Bueno, por eso mismo debería verte, puedo coser el pantalón después. –
–…Y también lo que había abajo. Un detallito, nada más. – dijo God tapándose la retaguardia sin cambiar su expresión. – Así que... Sip, estoy como vine al mundo por el sur. –
– Ouh... Lo siento, solo... – decía Amber viendo al suelo mientras jugaba con sus dedos, God tampoco quiso hacerla sentir mal pero tampoco se iba a dejar ver la luna llena. – Quería ayudar... –
– No te preocupes, he sufrido peores cosas. Aunque hace un poco de frio. Debe ser la temporada. – decía God con una sonrisa sin dejar de taparse esa parte. – No te preocupes, ya verás que sanare en un flash ¡Achís! Hay que corriente fría. –
– Eh, Si. Permíteme buscar una manta o algo. – Amber salió disparada a otro cuarto buscando una manta o algo que God pudiera usar y ella pudiera remendar el jean blanco que estaba usando. – Espérame, aquí. No tardaré mucho. –
– Claro, aquí te espero (No es que como si fuera a algún sitio). – decía y pensaba God viendo a su alrededor notando que Rayo que estando en la mesa veía con repudio al growlithe variocolor que seguía gruñéndole. Aunque también le veía casi escupiendo y lamiendo el suelo para quitarse el sabor de su trasero. –…Debería bañarme cuando pueda. –
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Natsu mostraba los dientes con rabia, de verdad que era resentido con ello. Aunque a Rayo solo le bastó de mostrar una mirada mientras soltaba chispas de sus mejillas para que Natsu poco a poco perdiera el coraje y recordara lo que el ratón enfrente era capaz.
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Con la cola entre las patas lentamente retrocedía hasta salir corriendo detrás de su entrenadora, God abrió los ojos de par a par al ver al orgulloso cachorro huir mientras que Rayo recordaba las palabras que le había dicho en la Cueva.
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God intentaba entender lo que paso, pero al parecer Rayo decía que no era nada, solo un problema de confianza con el Growlithe explicándole que les había atacado en la cueva cuando intentaban proteger a Amber, tenía cuentas pendientes que resolver con él. Aun así le parecía extraño que tuvieran esa relación y se preguntaba así mismo cuando comenzó.
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Para sorpresa de todos, el día había pasado con calma para seguir en medio de una crisis, algo que los de Azalea necesitaban con urgencia. La enfermedad que se esparcía en los entrenadores se había detenido y gracias a los esfuerzos de la doctora y Amber la fiebre les bajo a todos.
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Con ello pudieron tomar un receso de toda la noche y pudieron darle el permiso a los padres de varios de ellos de estar con ellos con la advertencia de que tuvieran cuidado de no tener mucho contacto con ellos para no infectarse también.
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Aunque no parecía ser capaz de infectarse por el aire, era bueno ser un poco precavidos. Varios de ellos veían con una mezcla de tristeza y alegría a sus hijos, que aunque seguían en ese mal estado, les era suficiente por verles.
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Amber se les escapaba unas lágrimas al darle a cada familia la noticia de que ellos estarían bien. Aunque en el fondo, no podía afirmarlo realmente, hacían que algunos de ellos rompieran en llanto y otros que le agradecieran de la manera más sincera que Amber pudo ver.
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La doctora supo esto y le pidió que no les mintiera, y era que con los pocos suministros y que no tenían conocimiento alguno acerca de ese virus negro que aunque no se trasmite por contacto sino por heridas abiertas volvían imposible el que puedan asegurarles que ayudarles, inclusive si llegaban a tener la ayuda externa.
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Aquel virus parásito se esparcía por las venas de sangre, una zona muy complicada de la cual una operación aparte de costosa sería un trabajo difícil para cualquier cirujano, sumando también la cantidad de pacientes, el estado de cada uno y el tiempo que no tenían para hacerlo.
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Aunque también le dolía pensarlo, había muy poca probabilidad de que una gran parte de ellos no lo lograrían a ese paso. Naomi que estaba ayudando había oído la conversación sin querer, y la verdad se sentía peor al oír esa noticia, pero le sorprendió lo que Amber dijo en respuesta.
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– Todos ellos están enfermos, tenían fiebre y estaban temblando. Significa que están peleando por su vida. Están dando su mayor esfuerzo para recuperarse y regresar con su familia. Ellos ahora no necesitan tener más presión, con todo lo que han vivido sería horrible para ellos saber que no podemos hacer nada... –
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Esas eran las palabras de Amber mientras veía los síntomas de la primera entrenadora que revisó notando su mejoría y con cuidado le cubría con la sabana.
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– No es correcto jugar con la ética de un doctor, los médicos no pueden mentir sobre su estado a sus pacientes, pero tampoco sirve que les preocupemos más por ello. Ellos ahora necesitan creer que pelean por algo, necesitan esperanza que los motive de no dejar de pelear. Esa es la medicina que más necesitan ahora. –
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Naomi en parte compartía la opinión con ambas, en si entendía por qué no debía darles falsa esperanza cuando no podían hacer nada, pero tampoco podía sacar la idea de que Amber también tenía razón.
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La verdad era un problema ético que golpeaba frecuentemente a cualquier médico que tiene la vida de alguien en sus manos, la forma en que se piensa si es correcto o no llega a confundir la moralidad humanidad y principios de cirujano. Era normal querer ayudar, pero mentir en una situación así era demasiado. God no sabía qué lado era adecuado, pero entendía bien.
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De cualquier forma, Naomi le comentó a God esto por su opinión y al parecer estaba de acuerdo con Amber (Aunque luego le hacía bromas a Naomi si le gustaba escuchar conversaciones ajenas, cosa que terminó por aceptar con mucha vergüenza).
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Con la calma que había con los pacientes no se necesitaba tener a la doctora cerca dándole un rato para dormir un poco, también le pidió a Amber que se tomará un descanso agradeciendo su gran ayuda en todo este tiempo.
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La doctora del Centro le agradecía de todo corazón a Amber por su asistencia con los demás diciendo que no hubiera podido haberlo hecho sin ella y la mezcla de medicinas de hierba que había hecho.
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Amber no tardó mucho en encontrar algo con que God se tapara mientras ella remendaba el pantalón. Natsu intentaba llamar la atención de su entrenadora o por lo menos quemarle el rostro al malvado fantoche, pero Rayo no le quitaba el ojo de encima con aquella mirada que lo hacía sentir nervioso y preocupado por qué haría en reacción.
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En ese rato, God puso al corriente a Amber de todo lo que habían discutido incluyendo todos los detalles. Le contó lo de Makiu y de las personas que según ellos podría ser la fuente de todo esto como el plan de una banda criminal de terrorismo que buscaba llamar la atención como Bandas pasadas. En parte, Amber entendió todo aunque en parte también veía a God un tanto preocupada por como estaría él con el asunto de su amigo de la infancia, según decía él era normal que fuera así su relación.
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– Ay... – El leve gritó de Amber llamó la atención, God al ver que paso notó que Amber se estaba chupando un dedo, se había pinchado en un descuido. – Disculpa, estoy algo desconcentrada. –
– Y si mejor descansas, puedo encargarme de eso. –
– ¿Sabes cómo coser? –
– Bueno... No soy un experto... Y tampoco lo he hecho antes, pero tengo creo que puedo arreglarlo. – decía God con total confianza, mientras que Amber se lo imaginaba con más de 10 agujas en cada dedo. –…Entiendo. Te lo encargo. –
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Esas palabras hicieron un leve eco a God en su cabeza como si fuera un deja vu. Sintió duda al respecto de ello.
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– Esto... Si estas conforme, preferiría terminarlo por mi cuenta. – decía Amber mientras intentaba terminar el trabajo enfocándose en arremedar los huecos que Natsu hizo en el pantalón, y al final Amber dejó un trabajo tan perfecto que ni se veía a ojos no profesionales. – Aquí esta. –
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Al terminarlo God tomó el pantalón y con la confianza que desprendía se empezó a cambiar ahí mismo.
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De un momento a otro, los cables se conectaron en su cabeza, y Rayo podía jurar que veía humo salir como una tetera hirviendo de la cabeza de Amber. Con más nervios que nunca se quedó paralizada unos segundos antes de intentar salir de la habitación y que por tropezarse con Natsu cayó junto a God en el suelo y con mala suerte a God le cayó la caja con hilos en la cabeza.
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Aunque un poco confuso de lo que paso, estaba adolorido y con los pantalones abajo se dio cuenta de que tenía los pantalones abajo, con Amber encima de él, y de colmo la caja de agujas se había abollado ahora con todas las agujas tiradas por todo el suelo.
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– Aghg... Eso... No lo esperaba... – God levantaba su brazo antes de caer otra vez. Podría levantarse, pero no quería que Amber pisara las agujas. – Amber, estas un poco pesada. –
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– Auh... Perdón... – dijo Amber saliéndole una lagrimita por el golpe aunque por el cansancio no quiso levantarse y al ser más grande God se sentía aplastado. Nunca supo que el cuerpo de God era tan calentito, como una almohada un poco dura.
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– Disculpen la intromisión, pero hay alguien... –
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Al peor momento dos de los habitantes pidieron permiso de entrar para luego ver a la joven sentada encima de God. Ambos al verla sentada de esa forma encima de él apartaron la mirada.
– Perdón, sentimos interrumpirlos. – dijo mientras cerraba la puerta rápidamente mientras que a Amber le tomaba un segundo en reaccionar. God por su parte escucho el comentario final que se susurraron. – La juventud de hoy en día si es intrépida, ¿no? –
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– Amber, no sé cómo decir esto, pero creo que entenderán mal si estamos así. – decía God apartando la mirada de Amber al tenerla tan cerca, ella avispándose un poco más notó como estaba con God y soltando un gritó se levantó de él disculpándose de una manera que a God le parecía anticuada.
– ¿¡Eh?! ¡Lo siento! ¡Perdón, yo... – era lo que decía Amber o por lo menos era lo que decían entre balbuceos frenéticos que ella soltaba por los nervios y no paraba aunque God le dijera que no importaba mucho, que más le molestaba el chichón en la cabeza.
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III. Pensamientos Internos.
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Un rato después que todo se calmara y que God tranquilizara a Amber, los dos hombres entraron otra vez y le dijeron a God que alguien le buscaba en la entrada. Al preguntar quién era dijeron que era la otra nieta de Kurt, María, y había venido a buscarlo por petición de su abuelo.
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Amber no entendía muy bien, pero con que God le pidiese que viniera con una expresión seria fue suficiente para decirle a Amber que necesitaba apoyo aunque no entendía el motivo.
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– Gracias a los Dioses que están bien. – Una voz familiar llamó la atención de God al llegar a la entrada, ahí pudo ver que María estaba hablando con una mujer muy parecida a ella en rasgos físicos. – Si lo que dices es cierto, entonces creo que pensé mal del joven Ignest. –
– El chico tiene corazón, Marí. Solo que tiene mucha presión encima para ser tan joven. – decía la mujer que según God recordaba Tony estaba con ella y la pregunta de si sería la tal Saori que Tony había traído de vuelta a su niña. – Estoy preocupada por él, se fue esta mañana y nadie le había visto desde ese entonces, no me imaginó que habrá querido hacer. –
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Era cierto, esa mañana a horas de la madrugada Tony Ignest había salido dejando a varios guardias noqueados, nadie supo que paso pero al parecer se las había arreglado para salir sin dejar rastro que God pudiera seguir. Si sabía que Tony seguiría las pistas que Zeke había dado entonces era seguro que se había dirigido al Pozo Slowpoke, y de la manera que era experto; solo y sin decirle nada a nadie.
– Rayo... ¿Oíste eso? – le preguntó God al ratón eléctrico en su hombro quién también compartía la misma expresión de intriga en el rostro. – Tony, de verdad se fue solo. Ni nos dio tiempo de seguirle. –
– Pikapi... –
– Sé que le gusta estar solo y todo, pero... – God bajó la mirada un tanto preocupado por él, aunque luego de darse una abofetada para avisparse, esbozó una sonrisa energética llena de confianza que le caracterizaba. – Nah, es Tony de quién hablamos. Si pudo arrasar con una horda pokemon con un solo Ascuas, puede con ellos (Seguro estará bien... ¿Verdad?) –
– Ah, Joven God. – María se percató de que él se ya había llegado, sin embargo su atención se concentró por completo en la chica que lo acompañaba y abrió los ojos de par a par al verla. Aquellos ojos color miel, aquel cabello largo del mismo color, aquella forma ósea tan delicada y dulce, inclusive el hábito que tenía de esconderse detrás de su cabello y manos. Todo le hacía sentir familiar con aquella. – ¿Disculpa, quién viene contigo, God? – preguntó la mujer intrigada al no poder recordarla.
– Mi nombre es Amber Etern, es un placer conocerla. – Saludaba Amber de manera cortes haciendo una reverencia hacía adelante, signo de respeto que se le enseñó desde pequeña. – Estoy acompañando a God-kun en su viaje, espero podernos llevar bien. –
– Eh... Sí, no hay problema. – dijo María como respuesta, mientras que por dentro se preguntaba de que sitio esa chica le era familiar.
– Me dijeron que me buscaba, ¿pero es seguro que el señor Kurt está bien sólo? – Decía God con un sonrisa aunque Amber notaba un poco de duda en su voz. God no les había contado todo de la misión que Don Destiny le había encomendado acerca de la extraña pokeball que llevaba consigo a los de su grupo. – Ya sabe, tiene problemas con su memoria y todo eso (Aparte que confunde a un hombre de mediana edad como el maestro Gold con alguien como yo). –
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– Mi abuelo es bastante testarudo. Aunque el mismo pueblo está en crisis, el muy cascarrabias pidió que viniera a buscarte y que era importante. – decía María un tanto molesta con la actitud de su abuelo. – Decía que era de vida o muerte que te buscara, aunque no pensó que fuera tan difícil cruzar esa molesta neblina. Fue una suerte que ustedes dos dejaran un camino de piedras hasta aquí, fue muy inteligente de su parte. –
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– Esto... Yo no fui, supongo que Tony lo habrá hecho sin que me diera cuenta (Jo, qué pena. Y se supone que soy el explorador según Nao) – decía y pensaba God imaginando a Tony en buscar una manera que regresar de manera segura. – (Tony...) –
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– Bueno, de cualquier forma me sirvió de mucho para llegar hasta aquí, pero ahora creo que deberíamos irnos. Mi abuelo te está esperando, y parece que es algo muy importante. – decía María recordando la expresión de su abuelo y el claro tono de seriedad que tenía en sus palabras. – Déjame ver como esta mi sobrina, hace rato que no la veo y me preocupa un poco su estado. ¿Pero qué tal si salimos en media hora de aquí? –
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– Sí, claro. Mis pokemon siguen en reposo por el combate con Tony. – decía God con calma viendo al suelo. – ¿Tu qué opinas, gordito? –
– Pikapi... –
– Mmmm si, tampoco que podamos ayudar mucho aquí. – decía God sintiéndose un tanto inútil al no hacer nada más que estorbar al no saber nada de medicina como Amber o Naomi, o inclusive Zeke que había estado haciendo cosas en la Sala de comunicaciones toda la noche para arreglar las comunicaciones y desaparecer el Campo magnético. – Esta bien, cuando usted diga vamos con el viejo Kurt. –
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Luego de un rato, las nietas de Kurt se fueron del sitio discutiendo y poniendo a la otra al día. God se rascaba la cabeza sin saber que decir más que esperar, pero fue Rayo que estaba en su hombro que con un leve golpe de su cola llamó la atención para que volteara a ver a Amber, quién apenas se sostenía de pie a punto de quedarse dormida por el cansancio.
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God con mucho cuidado y viendo que se iba a caer de frente se puso en posición para que cuando Amber cayó God la atrapara en su espalda. Natsu al ver que el cenicero con patas la estaba "manoseando" al sujetarle las piernas y levantarla iba a atacar con un Mordisco en su rescate, pero a Rayo le bastó una mirada para hacer que el Growlithe desertara de hacerlo.
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– God-kun... ¿Qué estás haciendo? – Amber poco a poco se levantaba mientras sentía como se movía aunque no sentía el suelo. Pocos segundos fueron para que se diera cuenta de quién la llevaba, pero incluso con el ataque de nerviosismo más grande que Amber pudiera tener, su cuerpo no le daba para objetarlo. – No te preocupes, estoy bien. Solo... –
– Te quedaste dormida de pie en el pasillo, te llevó a que descanses un poco. – decía God con calma mientras mantenía el equilibrio en cada paso que daba. Aunque no quería decírselo, Amber pesaba más que God, y sin la adrenalina del momento le costaba llevarla sin que sea de manera brusca. –No te preocupes de nada más, es hora que descanses. –
– Yo... Lo siento... – susurraba Amber viendo a otro lado. – No quería ser una carga... –
– Amber, ambos sabemos que no. Haz estado casi dos días seguidos atendiendo a todos los que nos encontramos, inclusive estuviste apoyando a los padres de cada uno y no has descansado desde ahí. – decía God con un tono calmado mientras caminaba a los dormitorios del Centro Pokemon. – Y aún con eso estuviste un rato conmigo asegurándote que Rayo y los demás estaban bien. Ni se ocurra decirte que eres una carga, o te juro que me enfadaré. –
– Bueno... Yo solo... – Amber recordó por un segundo lo que había pasado en la Cueva Unión donde ella quiso darle su Cuerda Huida para que también saliera de ahí, pero terminó por ser ella quién cayera en las cavernas subterráneas. – No puedo correr mucho, y no solo los atraso más. –
– Oye, si fue por lo que dije, lo decía en broma. Nunca pensaría eso de ti. – decía God con una leve sonrisa volteando a verla aunque ella apartaba su mirada. – Que tal si… —
– Provoque muchos problemas en la Cueva, ¿no es así? y solo quería ayudar... – susurraba Amber con voz baja mientras veía al suelo y la imagen de alguien mayor a ella aparecía en sus cabeza. – ¿Por qué seré así? Es lo único que puedo hacer bien al parecer. –
El silencio se hizo presente y solo se oía las pisadas de God, Rayo y Natsu. Rayo se preguntaba por qué God no decía nada al respecto, aunque lo que más le extraño fue el verlo sonreír.
– Es curioso, pienso eso mismo también de mí. – Dijo God con calma viendo al suelo manteniendo una sonrisa más calmada y Amber que había volteado a verlo, pudo notó una extraña sensación de que nostalgia y melancolía junto al tono de sus palabras. – No es algo que me enorgullece, pero de pequeño pensaba que era un carga para todos. –
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– ¿En... Serio? – God tenía toda la atención de Amber quién le veía con un par de ojos sorprendidos, aunque no era por la misma idea. – Y... ¿Cómo fue?... (¿Será... Que lo recordará?) –
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– Bueno... Supongo que puedo contarte, no es que como que casi haber muerto dos veces juntos no nos haya tener confianza entre nosotros. – decía God soltando una leve carcajada, aunque Amber solo sudo en frío por el comentario. – Bueno, en resumen, de pequeño siempre estaba enfermo y mi cuerpo era tan débil que ni siquiera podía caminar e incluso muchos pensaban que en cualquier momento iba a dejar de respirar. No recuerdo todos los detalles técnicos, pero para los médicos algo así era un caso demasiado peligroso que mancharía sus carreras, y digamos que no habían muchas posibilidades de logro para incitarlos a tomar mi caso. –
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– Oh... Eso.. Eso es... –
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– Normal, ¿Cierto? Digo, Nadie quiere tener la vida en alguien en sus manos, nadie tomaría ese riesgo por tan poco, y menos por la familia de un cazador... – decía God con un tono más suave y calmado en cada una de sus palabras, Amber notaba que God veía el suelo entrecerrando los ojos pero manteniendo una leve sonrisa. – Un caso único e incurable, una posibilidad del 10%. Más o menos un 1 de 10, según mi abuelo. Sin esperanza un caso perdido, eso era por lo menos lo que pensaba de esos tiempos. –
– God-kun... –
– Claro, si te pones en esa situación empiezas a sentirte como una carga para los demás. Siempre solo, deprimido, incapaz de moverse o hacer algo por su cuenta, así eran mis días de pequeño y lo único que me quitaba esas nubes eran mi hermano y mi abuelo contándome sus historias, no sé cómo explicarlo pero eran ellos que apartaban esas nubes de mí. Por eso yo... Yo... – decía God rompiéndose un poco el tono de su animada voz al y no pudiendo terminar esa frase. – Lo siento, me cuesta recordarlo un poco. –
– No tienes que decirlo si te duele, está bien así. – Amber con sus manos pasó sus brazos por su cuello y le dio un abrazo por atrás que le sacó de sus pensamientos al sentir algo... "blandito", pero fuera de eso sentía que Amber desprendía calma con solo aquel gentil tacto. – Entiendo cómo te sientes, y me alegra que hoy podamos viajar juntos. –
– Jajaja. Sí, es verdad. Créeme, si me hubieras conocido de pequeño de seguro no me reconocerías ahora. – dijo God volviendo a sonreír como de costumbre, a lo que Amber también sonreía aunque de manera más tierna al ver que el ánimo regresaba al auténtico God, y entrecerrando los ojos recordaba alguien parecido a él pero muy distinto a la vez.
– Jiji... Si... (No es tan cierto, Crim...) –
