MENTIRAS A MEDIAS
IV
Disclaimer: Saint Seiya no me pertenece, la serie y sus personajes son propiedad de Masami Kurumada.
La tensión que mantenía cubriendo su ser hace algunos momentos se vio extinta cuando vio a todos sus amigos ordenando el "pequeño" camping que había organizado su novio, y es que a pesar de que no lo dijera abiertamente, este tipo de reuniones le traía algo de paz y tranquilidad a su corazón que hacía que todo el estrés acumulado de estos días se desvaneciera poco a poco, haciendo que aquel peso en sus hombros pasara momentáneamente a un segundo plano.
Dejaron una pequeña carpa para guardar los bolsos de ropa de cada uno y armaron el lugar donde cocinarían, una especie de cuarto de cocina improvisado con toldos y unas mallas para protegerlos del potente sol de este día, dejando al descubierto un sitio donde estaría instalada la parrilla, incluyendo también un espacio medianamente cerrado un poco más retirado de lo que sería la cocina donde instalarían las mesas y sillas para comer.
—¿Oigan dónde pongo esta mesa? —preguntó Milo abriendo una mesa plegable de plástico. Era una mesa de playa de color blanco, donde perfectamente podrían caber seis personas, cuando Aioria consiguió las cosas en el hotel no escatimó para nada en cantidades por lo que traían cuatro de esas mesas.
—Necesitamos dos mesas en el espacio donde irá la cocina y la parrilla, así que ponlas por ahí. —contestó Aldebarán, fijando unas estacas en la arena para que las mallas no salieran volando.
—¿Qué es esto? —preguntó Mu abriendo unas bolsas. Unas grandes bolsas cuadradas estaban en la arena, habría unas cinco de esas de diferentes tamaños y peso cada una.
—En esas bolsas están los ingredientes para la comida y en esas otras las ollas, bandejas, bowls y cubiertos. —dijo Aioria contento, al ver la bolsa llena de verduras, bolsas de arroz, sal y otras especias.
Un "¿Qué?" verdaderamente suave se escapó de los labios del pelilila viendo perplejo a Aioria, quien orgullosísimo veía toda su propuesta de una verdadera comida de playa. Tal parecía que todos habían escuchado lo que dijo Aioria por que se quedaron quietos mirándose entre ellos no muy convencidos de lo que escucharon
—¿Tendremos que cocinar nosotros? —preguntó con mucha inseguridad Mu al ver que nadie sería capaz de preguntar temiendo la respuesta.
—¿Qué?, ¿No se supone que pedirías la comida en el hotel? —preguntó Shaka, echó una mirada a su reloj, habían pasado hace treinta minutos el medio día y se estaba recién armando el lugar, sin mencionar que aún no se había prendido las brasas, realmente podía sentir como la tensión subía por sus hombros nuevamente.
—Creí que sería buena idea que preparáramos todo aquí —se excusó sin mucho arrepentimiento. Sabía lo organizado que podía llegar a ser su futuro esposo y lo terriblemente ansioso que se coloca cuando no están saliendo las cosas como las planeó, pero de eso se trataba este almuerzo, de hacer cosas de manera improvisada, pues lo mejor de la vida no se planea, solo sucede. Y eso era algo que quería demostrarle a su novio— Tranquilo, ya verás que todo saldrá bien. —Le dio un abrazo por la espalda besando su cabeza, Shaka no tuvo más remedio que confiar en las palabras de su prometido.
—No se preocupen chicos, no arruinemos este día, no es como si no tuviéramos tiempo ¿o sí? —Milo tenía razón, no había apuros en llegar a ningún lado, solo era un día de playa.
Ya sin la presión invisible que los frenaba, al final pudieron todos organizarse para terminar de levantar el camping.
—Ya está todo listo —se contenta Aldebarán quien cargaba dos sacos de carbón para ponerlo en la parrilla— ¿podría alguien ir preparando lo demás mientras enciendo la parrilla? —
—Buena idea, ¿Quién quiere ayudar? —preguntó Aioria, mientras cargaba las bolsas con los utensilios de cocina hacia las mesas plegables.
—Yo lo haré —salta Shura. Era de esperarse, en las excursiones donde iban todos era él quien siempre se encargaba de la cocina junto con los otros compañeros que no están presentes.
—Genial, dejaré todo listo sobre la mesa… un momento, Saga ¿tú sabes cocinar verdad? —preguntó, Saga se siente observado por los amigos de Mu, pero para ser sincero no lo intimidan, ha pasado por momentos incómodos mucho peores— ¿podrías ayudarle a Shura? —Las miradas extrañas no solo fueron por parte de Mu a Saga, si no que el resto también no creía que fuera la mejor idea mantener a esos dos juntos.
—No es necesario Aioria yo puedo… —Shura intentó detenerlo, ya era bastante incómodo para él tener que estar en la misma reunión con su ex novio y su pareja, para que más encima tenga que soportar que este tipo a quien nadie conoce esté estorbando, pero falló.
—Claro, no hay problema. —dice Saga tomando un mandil completo que reposa en una de las mesas, el delantal color crudo se ceñía bastante cuando él decidió colocárselo sin importarle un carajo la situación, se dobló las mangas de su camisa hasta los codos para no ensuciarse la ropa con una calma envidiable.
—Genial entonces la comida queda en sus manos chicos, nosotros prepararemos la mesa para que comamos. —Aioria se marchó para ayudar a sus amigos en lo que faltara.
Todo se puso en marcha cuando Aldebarán comenzó a prender el carbón. Saga se intentó atar el cabello en una cola baja, pero no tenía nada con qué amarrarlo y el viento hacía que este se viniera hacia delante, volviéndose totalmente incómodo para cocinar. Mu lo vio batallando con su propio cabello y se le ocurrió una solución, era inevitable sentir un poco de remordimiento por él, por lo que se acercó y le ofreció amarrarle bien el cabello. El mayor se sentó en una silla que había cerca y se dejó manipular el cabello por esos delgados dedos que pasaban de manera suave y delicada por ellos.
—Tienes unas manos muy ligeras para ser joyero. —dice sintiendo que movían su cabello de un lado a otro.
—Orfebre —le corrige con una sonrisa, le había parecido gracioso el adjetivo, incorrecto, pero gracioso— y gracias, aunque no sea del todo verdad. —se rio con algo de pena, no estaba acostumbrado a que le hicieran cumplidos, mucho menos por sus manos que siempre estaban maltratadas— Suelo tener las manos ásperas todo el tiempo. —dice moviendo sus manos de afuera hacia adentro. Fue relajante para Saga, quien no había podido evitar cerrar los ojos, no le diría jamás que su debilidad es que jueguen con su cabello— ¡Ya está! —dice cuando termina. Saga se lleva la mano hacia lo que sea que Mu había hecho con su cabello descubriendo una gruesa trenza azul amarrada por una liga blanca. Se giró y vio a Mu con el cabello suelto.
—Gracias —le sonrió y por primera vez Mu le devolvía la sonrisa, una pequeña y hermosa sonrisa. Tomó el fino mentón del menor entre su pulgar y el índice jugueteando con él, algo totalmente innecesario a opinión de Mu, quien esta vez parecía no ahuyentarse ante el tacto de su servidor— ¿Qué quieres comer? —preguntó quitando su mano al ver que no obtuvo la reacción que quería.
—¿Prepararás la comida a mi gusto? —preguntó Mu entrecerrando sus bonitos ojos verdes, creyéndose que aún estaba jugando con él y pues no estaría mal seguirle la broma.
—Es por ti que estoy aquí. —respondió abierto ante cualquier comentario que viniera de la boca de su cliente, esta era una muy buena oportunidad para destacarse y él jamás pierde una oportunidad en su vida.
—Bueno, si lo pones así… —dice pensando en algo que tenga que hacer, algo que quizás no convine y a su vez algo no tan excéntrico, no es como si tuviera todos los ingredientes del mundo en este lugar— ¿Qué tal un horiatiki con pan pita, un souvlaki para los demás con un postre de fruta y té? —en realidad Mu no tenía la más mínima idea sobre que platillo pedirle, él no cocinaba y comía solo algunas verduras cocidas con un poco de aliño y ya está. Al final solo dijo lo que había visto en una revista que estaba en su habitación.
—Bien —le sonrió, pero esta vez era una sonrisa diferente, como triunfal, se veía el desafío y la victoria impresa en esos labios. Se quedó un momento de pie intentando descifrar esa sonrisa, algo dentro de él le decía que había caído en una especie de trampa voluntariamente. Shaka lo sacó de su análisis mental y ambos se fueron a ayudar a los demás.
En la otra mesa Shura sacaba la comida de una bolsa con una actitud tosca, Saga se percató de la actitud poco amigable, a decir verdad, no esperaba tener contacto con el ex de su cliente, pero su papel de novio lo había llevado a esta situación tan poco interesante como aquel tipo. Tomó uno de los botellones de agua y lo dejó sobre la mesa mientras buscaba una fuente donde poder lavar las verduras, en eso le dio un rápido escáner visual. Shura era apenas un poco más bajo que él, espalda ancha y musculatura media, a simple vista tenía toda la fisionomía de un deportista de alto rango.
Se limpió las manos con agua y empezó a lavar las verduras que Shura había dejado sobre la mesa, cuando terminó se volteó a ver al sujeto.
—¿Qué prepararemos? —preguntó Saga meramente como cortesía. Él ya sabía lo que quería hacer, pero no podía llegar y decir que él se hará cargo de las decisiones, no, Saga era alguien muy metódico y, además, por no decirlo de otra forma, manipulador.
—A ti te encargaron la comida, ve tú lo que quieras cocinar. —dice ácidamente evitando en todo momento mirarlo a la cara, casi como si lo estuviera ignorando y bueno, con eso terminó por no agradarle el sujeto.
Saga levantó una ceja, le había molestado esta actitud tan grosera, más aún cuando él solo intentaba ser amable por el bien de Mu y de su conveniente trabajo.
—Bien, —responde. Y comienza a seleccionar todo lo que usará y disponer de los utensilios con los que iba a cocinar— pon a cocer ocho huevos —ordenó sin más. Shura dejó de hacer lo que hacía para mirarle con reproche.
—¿Dónde quieres que ponga a cocer los huevos si no tenemos cocina? —preguntó no viendo una forma mejor para terminar de cocer los huevos a tiempo. La mirada que le dio Saga fue como si hubiera dicho la mayor estupidez de toda su vida, callándolo de repente viéndolo fijamente.
—Ahí hay una olla pequeña, tómala, llénala de agua, mete los huevos y pon la olla sobre un lado de la parrilla. —ordenó, Shura afiló más su mirada sobre Saga quien parecía más preocupado de reubicar los tomates sobre la mesa que de él y su apatía. Salió de ahí haciendo un ruido con la lengua y Saga a su vez sonrió de puro orgullo que le daba.
Los tomates y los pepinos estaban organizados, tomó dos bandejas de aluminio planas e hizo una mueca de desagrado, obviamente hubiera preferido un bol grande y hondo, pero debía acomodarse a lo que tenía. Tomó los pepinos pelándolos uno a uno hasta dejarlos sin la cascara y los rebanó en finas capas. Cortó en láminas los ocho tomates que tenía a su vista, eran grandes y de color rojo intenso, el olor particular mezclados con la acidez le decían que estaban en su mejor punto.
—Corta las cebollas en juliana y el queso en cubos pequeños y luego le hechas 2 cucharaditas de aceite de oliva. —dio nuevamente la orden cuando vio que Shura estaba de regreso, otro bufido de respuesta le dio la satisfacción que necesitaba.
Saga acomodó las dos bandejas metálicas que tenía y comenzó por colocar una cama de pepinos cortados en cada una, cuando terminó de completar las dos bandejas comenzó a colocar las láminas de tomate sobre el pepino de tal forma que se viera como pétalos sobre pétalos. La preparación que había hecho Shura estaba lista, el peli azul tomó la olla que había preparado su ayudante y le dijo que fuera a buscar los huevos.
Había dejado en un momento antes de cortar las verduras las aceitunas marinando en salmuera, las escurrió hasta sacarle toda el agua y las añadió con cuidado de que no cayera ni una afuera, preparó la vinagreta condimentada con orégano y la echó en la olla que Shura había preparado la ensalada de cebolla, queso y aceite de oliva, mezclando todo con sumo cuidado para no arruinar el queso. Cuando Shura llegó tenía casi lista las bandejas, le pidió que pelara y cortara los huevos en cuatro y los pusiera en una sola bandeja.
—¡El carbón está casi listo! —gritó animado Aldebarán desde su lugar. Saga se apresuró en hacer la receta para el souvlaki y a falta de carne de cerdo lo reemplazaría con carne de vacuno.
Cortó trozos de carne en tamaño de bocados, quitó las capas de una cebolla y al igual que los pimentones los cortó en cuadros del mismo tamaño que la carne. Quitó el agua de la pequeña olla donde habían cocido los huevos y comenzó a hacer la mezcla para aliñar la carne, añadió romero, tomillo, aceite, vinagre, dientes de ajo picados, sal y pimienta negra.
—En esa bandeja no coloques huevos, —le dijo firme a Shura mientras veía de reojo que se acercaba a la otra bandeja— ven ayuda a colocar la carne en los palillos. —dice, Shura en este momento hacía lo que le pedían sin rechistar, tenía que reconocer que el novio de Mu era bueno y rápido preparando la comida, casi no se había demorado en picar la carne y hacer el aliño.
Ambos estaban colocando la carne y las verduras en los palillos cuando Aioria aparece feliz de ver que han avanzado en la comida.
—¿Chicos cómo van?... ¡¿Eso es souvlaki?!, Dioses me encanta, no puedo esperar a que esté listo, lo hicieron muy bien. —Aioria era curioso y como buen griego le gustaba la comida de su tierra, se despidió de los demás sin antes robar un trozo de huevo de la bandeja de ensalada.
—¡Oye no te robes la comida! —le regañó Shura quien colocaba de manera intercalada la carne y las verduras. Aioria salió corriendo mientras se reía como un crío— Ese tonto nunca va a cambiar —Saga echó una mirada a Aioria y luego a Shura quien había vuelto a su trance de hacer brochetas.
—Se tienen mucha confianza —murmuró empeñado en terminar de armar las brochetas.
—Hmn… —fue lo que salió de sus labios, Saga desistió en insistir y siguió con su trabajo cuando segundos más tarde escucha que le hablan— Nos conocemos de niños, nuestras familias eran amigas y estaban asociadas en los negocios, él y Aioros son como mi familia —habla sin mirar nada más que sus manos moviéndose entre carne, cebolla y pimentones.
—¿Aioros es? —Podía ser una pregunta un tanto obvia por el tipo de nombre tan poco original, pero no estaba demás preguntar.
—Su hermano mayor. —dijo volviéndose sin pensarlo un poco más lento, incluso en su rostro se veía la expresión de tristeza, aunque intentara disimularlo.
—¿El aún no está aquí? —temió al preguntar indagar en algo mucho más íntimo, no quería tener que lidiar con problemas irremediables que podrían llevarlo a pensar en su propia situación familiar.
—Él murió. —respondió con frialdad, cortante, claramente algo que no se podía seguir indagando. Saga se disculpó de inmediato y dejó el tema hasta ahí, levantó la mirada hacia Aioria que parecía entretenido contándole algo a Milo y Camus, para él debía ser algo sumamente triste el tener que vivir una etapa de su vida sin su hermano.
La carne estaba lista, llevaron todo hacia donde estaba Aldebarán para que lo colocara sobre la parrilla, Saga le indicó que debía untar una rama de perejil en la mezcla y aplicar a pinceladas sobre la carne mientras aún está cruda.
Limpiaron la mesa que estaban ocupando taparon la ensalada y la dejaron sobre la mesa que los demás ya habían armado para comer. Saga se fue a su lugar, aún le faltaba preparar el tzatziki, no estaba dentro del menú que le había dado Mu, pero una comida sin una buena salsa no era comida. Le sobraban algunos ingredientes, sin embargo, lamentaba no tener nada para rayar el pepino, así que no sería como el original. Recordó haber visto anteriormente un bote de yogur entre las bolsas, lo buscó registrando entre las cosas y lo sacó desde el fondo, agradecía que el bote tuviera todavía espacio en el envase para mezclar el resto de los ingredientes, agregó el aceite, el ajo picado, limón, menta picada, sal y pimienta, revolvió hasta que la crema se mezcló por completo con los demás ingredientes, probó un poco con la cuchara, no estaba mal, pero hubiera sido mucho mejor si hubiera agregado el pepino.
Mu observaba cada cierto momento hacia donde estaba Saga, no sabía por qué, pero sus ojos lo llevaban cada vez más en fijarse en lo bien que se veía y movía, no podía creer como un hombre podía verse tan bien cocinando, nunca antes le había llamado tanto la atención ver a alguien haciéndolo, esa concentración, la seguridad con la que se movía, como si conociera todo lo que tocaba, no había ni un rastro de inseguridad en sus actos, se veía bien, tranquilo y feliz.
Saga se había quedado solo, Shura se había ido hasta donde estaba Aldebarán para ayudarle con la carne. Lo vio buscar algo entre las bolsas de la mercadería y decidió ayudarle.
—Vengo en un momento —les dijo a sus amigos y se encaminó hacia donde estaba Saga— ¿Buscas algo? —preguntó apareciendo a su lado viendo como buscaba algo entre las cosas.
—Busco una olla limpia. —comentó concentradísimo en su búsqueda.
—Solo están estas —dijo Mu viendo unas con restos de comida— ¡Voy a lavarlas, espera! —Se alejó un poco para lavar y quitar el resto de contenido con un poco del agua de las botellas, cuidando de que no quedara nada, para traerlo de regreso y listo para usar.
Saga le agradeció con una sonrisa.
—¿Alguna vez has hecho pan pita? —le preguntó mientras lo veía como organizaba cerca suyo lo que necesitaba. Mu lo miró con sus grandes y felinos ojos jade y negó con la cabeza, él era pésimo en la cocina que casi se arrepintió de venir a ayudarlo— ¿Quieres aprender? —preguntó, el menor lo miró con algo de desconfianza y temor, pero si Saga lo guiaba, quizás, no fuera todo un desastre ¿verdad?
—De acuerdo —dice no muy convencido de sí mismo.
—Bien, sube las mangas de tu blusa y amarra tu cabello —lo hizo, dobló las mangas suaves de su blusa de lino y buscó algo con qué sujetar su cabello. Saga le alcanzó un palillo limpio y le pidió que se volteara, Mu obedeció y como él lo había hecho, pasó sus manos por sus cabellos tomando la mayoría en la parte alta de su cabeza, exponiendo su delgado cuello entre las hebras malvas que caían como cascada. Una imagen delirante se apoderó de su mente, una donde el pelilila estaba desnudo a cuatro patas y él jalando su cabello.
—¿Todo bien? —escucha y su burbuja mental se rompe trayendo fuertemente a la realidad, tragó en seco, una imagen apetitosa se había metido en su mente, movió la cabeza y finalizó su trabajo enterrando el palillo en un bollo gigante de cabello manteniéndolo firme sobre la cabeza del menor— ¿Qué hago ahora? —
—Pon en la olla el agua, la harina integral, la levadura, un poco de azúcar y sal. —dice mostrándole las cantidades que debía ocupar— Ahora mezcla bien antes de añadir la harina de trigo —y así lo hizo, agregó la harina blanca y empezó a mezclar hasta que se formó una masa pegajosa, hizo un gesto de desagrado, no tenía la costumbre de tener las manos con un material tan viscoso— Bien, es hora de amasar —dice moviéndose despacio hasta quedar detrás del menor, tomó con su mano un poco de harina blanca y la espolvoreo un poco sobre la mesa, tomó las manos de Mu con todo y masa y le fue enseñando como debía de amasar—, debes de hacerlo de esta forma hasta que la masa no se pegue en los dedos, si vez que está muy pegajosa agrégale más harina. —dijo a un lado de su oído, los mechones rebeldes caían a un lado de su cara quitándole la vista de su rostro, era una pena, de verdad quería ver su expresión, definitivamente era una lástima que tuviera las manos manchadas con masa.
—A-Así —carraspeó, moviendo la masa suavemente, apenas y movía sus manos por el miedo de tener que rozarse demasiado con Saga atrás de él.
—Hazlo con más fuerza, —le dijo pegándose más a su cuerpo— carga el peso de tu cuerpo en tus brazos y presiona arrastrando… así —Mu lo intentó, con los nervios recorriéndole las piernas, el torso de Saga en su espalda y su voz grave susurrándole en el oído. Comenzó a aplicar más fuerza, pronto la masa comenzó a compactarse aún más y Mu soltó una risa de victoria cuando esta ya no se pegaba a sus dedos.
—Ya está —le dijo, feliz de que no haya arruinado nada.
—No está mal. —le dice moviéndose a un lado de él— Ahora hay que dejarla reposar. —
Pasó algo de tiempo mientras Saga se limpiaba las manos y ordenaba los ingredientes que sobraron y Mu lavaba los trastes sucios. Ya con el calor que hacía en la mitad de tiempo la masa había crecido el tamaño justo.
—Ahora hay que cortar la masa y formar pequeñas bolas. —indicó, Mu era algo torpe con las cosas moldeables y fofas, era normal, estaba acostumbrado a manipular minerales más rígidos, por lo que ser delicado con objetos más blandos no era su fuerte, pero ponía todo su empeño— Ahora debes estirarlas, no tenemos un rodillo así que tendrás que aplastarlas con la palma de tu mano… así —se acercó por el costado del menor mostrando como hacía presión varias veces en varias partes para dejar un circulo perfecto con una altura mínima.
Hizo exactamente lo que había hecho Saga, lamentablemente no quedaron tan perfectos, la risa gruesa le hizo girarse para encararlo con el ceño fruncido, recibiendo un beso suave en medio de la frente dejándolo pasmado en su lugar y con las palabras en la boca.
—Ven, llevémosla donde Aldebarán, ya debe estar colocando las ultimas brochetas y podremos ponerlas en la parrilla. —ambos llevaron entre los dos las masas ya planas, Mu callado después de aquel inocente beso que hizo que su corazón parara de latir por un segundo.
—¿Qué es eso? —preguntó Aldebarán, Mu se colocó a su lado respondiéndole, mientras colocaba los discos de masa sobre la rejilla, las brasas no estaban tan intensas por lo que esas masas podían cocerse muy bien sin necesidad de que se quemen— ¿Las has hecho tu Mu? —preguntó sorprendido de que su amigo estuviera ayudando en la cocina, cuando por lo general rehuía de ella.
—Saga me enseñó —su voz salió apenas, un sonido tan suave que hizo reír con más fuerza al brasileño.
—Eso está bien, no hay mejor muestra de amor que preparar algo para alguien especial —la cara de Mu se contrajo un poco antes de sonrojarse, afortunadamente Saga había ido a acomodar las brochetas listas sobre la mesa.
—Yo solo… —no sabía muy bien qué fue lo que lo llevó hacia donde estaba el heleno, una parte de él le decía que fue porque estaba solo ocupándose de algo que no era su responsabilidad y eso a su vez lo hacía sentirse así mismo responsable y la otra parte porque la determinación con la que había estado trabajando le recordó un poco a su propia determinación cuando trabajaba en su taller, tanta dedicación lo hizo sentirse en una misma sintonía, como si fueran iguales.
—Creo que deberías voltear esos panes. —le sugirió Aldebarán viendo que estaba muy concentrado en sus pensamientos y temió que todo el esfuerzo que había hecho su amigo sería en vano, lo miró de reojo, era extraño ver a Mu perdido en sus pensamientos, más cuando él solía ser del tipo cuidadoso de cada detalle, siempre.
El menor volvió a la realidad y dio vuelta las masas antes de que estas se quemaran, suspiró al saber que solo habían quedado un poco más tostadas, sería totalmente bochornoso que se le quemaran los panes, tendría que soportar a Milo y Aioria burlándose de él durante toda su estadía en la isla y Saga lo vería como un completo inútil e idiota.
Se sorprendió a sí mismo al descubrirse pensando en lo que Saga podría pensar de él si fallaba, ¿por qué?, ¿por qué no quería parecer un perdedor delante de él? ¿Cuál era la necesidad de hacer las cosas bien ante él? Hizo una mueca con su boca y los puntos en su frente se juntaron suavemente en su frente. Quitó los panes que ya estaban listos y los puso en un plato extendido y los llevó a la mesa.
—Ya está todo listo. —dijo Shaka indicándole al resto que era hora de comer. Era un almuerzo simple, fresco y ligero para un día de playa. En un cooler había una gran cantidad de bebidas, aguas y té frío enterrados en un montón de bolsas de hielo. Se repartieron las bebidas y en menos de lo que esperaban estaban todos tomando un par de brochetas y llenando sus platos con la ensalada.
Saga le alcanza la bandeja de horiatiki que no tenía huevos a Mu y este aprovechó para servirse en su plato, estaba por empezar a colocarle algo de salsa cuando Saga le alcanza dos brochetas bastante coloridas, un conjunto de pimentones rojos, verdes y amarillos, tomates y cebolla. Se sorprendió cuando lo vio por qué no lo había visto entre las cosas antes. Saga lo miró con una sonrisa que daba toda las vibes de un ganador. Mu bajó lo hombros y negó con la cabeza mientras le daba su primer bocado a su brocheta vegetariana, le daría las gracias después, por ahora iba a disfrutar de la comida.
Todos parecían muy concentrados comiendo, a simple vista aquel humilde menú había sido del agrado de todos, quienes en algún momento comentaban lo delicioso que estaba.
—Chicos esto quedó muy bueno —comentaba Aioria mientras comía otro trozo de carne y hacía sonidos satisfactorios.
—Gracias, aunque todo el trabajo se lo llevó el novio de Mu, apenas si hicimos algo. —dijo humildemente Aldebarán bebiendo una cerveza bien fría.
—Vaya Saga, Mu es muy afortunado de tenerte como novio —dice sin pensarlo mucho, un comentario inocente que había llevado todas las miradas hacia el pelilila quien se veía particularmente incómodo haciendo una mueca graciosa de molestia con la boca, pero que indirectamente había provocado un terrible malestar en Shura.
—Oye no hables solo de Mu, Camus también es afortunado de tenerme, preparo unos vasos con agua que terminas pidiendo más —si Aioria había dejado un cierto aroma a tensión Milo lo quitó por completo haciendo que todo se volviera ameno.
Retiraron todo cuando terminaron de comer, Saga se levantó para dejar los platos sucios de él y Mu sobre la mesa donde había estado preparando la comida y empezó silenciosamente a preparar el postre, tenían una gran variedad de frutas, manzanas, naranjas, kiwis, plátanos, frutillas y unos duraznos en conserva. Tomó una olla limpia y comenzó a pelar rápidamente cada fruta a excepción de las frutillas y comenzó a cortarlas en cubos pequeños echándolas dentro de la misma olla, cortó los duraznos en cubos también y añadió el almíbar dentro, mezclándolo para que todas las frutas se impregnaran de aquel líquido dulce. Para terminar, tomó una de las bolsas de hielo y comenzó a picar hasta dejarlo en pequeños trocitos.
En pequeños bowls fue echando las frutas junto con el jugo y un poco del hielo frapé que había hecho y los fue entregándole a cada uno, parecía como si fuera una pequeña fuente con cristales de colores que brillaban con la luz del sol. Todos ya tenían su plato con el postre y solo faltaba el de Mu quien siendo alguien particularmente afecto a los dulces estaba impaciente por probar. Hasta que en un momento todo se volvió en silencio y Mu vio con ojos grandes lo que Saga había traído para él, era un mismo plato con la fruta picada, pero en el centro como si estuviera nadando en una pequeña fuente de agua una rosa hecha del interior de la naranja cortada en finas capas decoradas alrededor con pequeñas rosas hechas de frutillas cortadas por los bordes simulando los pétalos. Mu no sabía que decir, nunca había visto una fruta cortada de esta manera, estaba tan hermosa que hasta le daba pena comérselo.
—Presumido. —pensó, ya había entendido que había ganado lo que fuera que estuviera en juego, no era necesario que se lo restregara en la cara a todos, no pudo evitar sentirse algo avergonzado. Milo y Aioria lo miraban con caras burlonas, Shaka tomó un sorbo de agua para disimular la risa que tenía en el rostro, sabía que tenía que decir algo, pero estaba tan nervioso que no sabía exactamente que decir— Gracias… —empezó con voz débil, se aclaró un poco la garganta y tomando valor se giró hacia su novio quien mantenía esa sonrisa presumida y le plantó un beso rápido en los labios quitándole esa odiosa expresión ganadora de su cara— No sabía que podías hacer esto, me da algo de pena comérmelo. —dijo intentando de evitar un colapso, por debajo de la mesa sus pies se movían incontrolablemente.
—Si tu no lo quieres me lo puedo comer yo, no tengo problemas. —dijo Aioria estirando el brazo para quitarle el postre.
—Ni lo sueñes yo lo vi primero. —se metió Milo, peleando uno frente al otro por el postre que Mu quitó de su alcance.
Mu se comió finalmente todo el plato de fruta, y creía que no había comido tanto en toda su vida como ahora. El almuerzo había terminado al fin, se lavó todo en conjunto mientras ordenaban las mesas y sillas que habían traído. Cuando ya todo estuvo en orden descansaron sobre la arena, Camus, Mu y Shaka de preferencia de bajo de la sombra mientras que el resto estaban tirados por ahí jugueteando.
Ya eran alrededor de las tres de la tarde todos estaban descansando después del almuerzo, Mu bostezó, al lado estaba Saga quien, veía su teléfono celular mientras tecleaba con bastante rapidez.
—¿Tienes trabajo? —preguntó en voz baja pegado a él para que nadie los escuchara.
—Estoy en el. —respondió, Mu entendió, no iba a decir nada por lo que prefirió cambiar de tema.
—Eres muy bueno cocinando, ¿Dónde aprendiste? —intentó con otra cosa, la verdad es que sus habilidades culinarias lo habían dejado impresionado.
—Te dije que era chef —le respondió satisfecho de que le gustase su comida.
—¿Qué?, ¿era en serio? —preguntó sorprendido, con razón todo tenía su toque elegante. Saga le levantó una ceja— lo siento, pensé que estabas mintiendo para salir del paso. —le dijo apenado. Sin embargo, su mente trabajó en otra dirección, ¿sería que Saga cocina así para todos sus amantes?, era una pena, se había sentido bien con ese detalle.
—¿Qué es lo que…? —
—¡Oye no hagas eso! —escucharon eran Aioria quien se quejaba de que Milo estaba sentado en su espalda, al parecer al cenizo le había parecido bien dormir una siesta, pero no contaba con la agudeza de su amigo.
—Vamos no te duermas, si te duermes te dejaré en el mar —se rio mientras alborotaba su cabello rubio ceniza— ¿recuerdan cuando Aioria se durmió en bote inflable y después tuvimos que llamar a la guardia costera para que fuera a rescatarlo?, ¡dios que día! —se reía Milo, todos se rieron, era algo gracioso.
—Shaka me llevó a urgencias después de eso, no pude dormir bien en días, me ardía hasta el pelo. —se rio tumbando a Milo hacia un lado haciendo que entrara arena en su boca.
—No puedes quejarte, tuviste a Shaka cuidándote todos esos días —completó Aldebarán, ese día había sido en unas vacaciones mientras estaban en la universidad—, aunque la verdad creo que sintió pena por ti —el grupo volvió a reír.
—Lo enamoró su estupidez. —remató Milo, quitándose la arena con la mano, maldiciendo que le había quedado hasta en la lengua.
—Ja ja que gracioso, al menos no vomité a nadie, Camus no podía verte después de eso. —se sentó Aioria quitándose la arena que Milo había esparcido en él— ¿Cuánto tiempo rogaste?, ¿Camus recuerdas? —
—Tres semanas y trajo serenata, —respondió bebiendo un sorbo de una botella que parecía ser café frío— sin contar las cartas diarias. —sonrió, ese suceso fue hace tanto tiempo, pero Camus cada vez que Milo se emborracha le recuerda aquella bochornosa situación y obviamente Milo jamás se emborrachó hasta ese punto nunca más.
—¡Camus, no te alíes con él! —gritó avergonzando, no esperaba que su novio le dijera datos tan íntimos.
—Tengo ese video, de Milo llorando afuera de las habitaciones del campus rogando para que Camus lo perdone. —respondió Shura, Milo se sonrojó, se suponía que nadie más sabía de eso, solo él y Camus, y los cantantes— Gané muchas apuestas con ese video, ¿puedo mostrárselos si quieren? —
—¡No te atrevas Shura! —Milo se lanzó hacia él, jugando como si estuvieran luchando. No era nada serio, el resto del mundo se reía de las tonterías de Milo.
Para terminar el bochornoso momento de Milo los demás decidieron que lo mejor era ir a darse un buen baño en el mar, se cambiaron de ropa y salieron haciendo apuestas como: quien llegaba más lejos o quien podía aguantar bajo del agua, obviamente el perdedor pagaba los tragos, fue un momento bastante intimo donde todos olvidaron los momentos incómodos y disfrutaron de una buena tarde.
Luego jugaron unos partidos de voleibol divididos en dos grupos de cuatro, Saga, Mu, Shaka y Aioria por un lado y Aldebarán, Shura, Milo y Camus en otros, siendo el equipo de Milo el ganador en la mayoría de los partidos y es que Aldebarán era una máquina andante, él y Shura habían sido siempre los mejores atletas durante su tiempo como universitarios, llegando a ganar varias medallas y trofeos en las olimpiadas universitarias.
Las seis de la tarde había llegado muy rápido y todos ya estaban preparados parara recoger todo lo que habían llevado, el viaje de vuelta estuvo mucho más calmado que el de ida, estaban todos notablemente cansados de tanto jugar. El atardecer con tonos naranjas decoraba un sinfín de emociones tan bastos como desconocidos, impregnando con sus escasos rayos, intentando aclarar en cada uno de ellos una verdad oculta con la esperanza de volver a ver el amanecer.
Al encallar el yate unos empleados del hotel estaban esperando para llevarse las cosas que habían sobrado del almuerzo hacia la cocina junto con los utensilios y las mesas. Se despidieron en la entrada posterior del hotel donde todos tomaron la dirección de sus propias habitaciones, todos necesitaban urgentemente un baño y descansar en sus respectivas camas.
Mu estaba relajado, cantaba una alegre canción en su mente mientras salía del ascensor junto con Saga de camino hacia su habitación, sin embargo, apenas había pasado la puerta de la recamara los recuerdos de la mañana comenzaban a aparecer como bombardeos mentales dejándolo en total alerta, se dirigió automáticamente a un lado de la habitación para desarmar su bolso de mano y sacar su ropa de baño mojada. Estaba tan concentrado en alejarse de Saga que no se dio cuenta que él ya había entrado al baño.
Miró por los alrededores suspirando, se llevó una mano a la cabeza peinando sus flequillos hacia atrás, había sido un día muy extraño y la actividad de hoy no ayudó en lo más mínimo en poder aclarar lo que quería en verdad, por un lado, estaba el hecho de que Shura parecía querer ignorarlo, pero se molestaba cada vez que alguien elogiaba a Saga por su forma de actuar con él, eso lo hacía dudar, no podía entender lo que hacía Shura ahora, muchas veces no lo entendió mientras estaban juntos y definitivamente no lo entendió cuando se separaron, nunca supo el porqué de muchas cosas y eso le desesperaba, lo hacía sentir culpable, que era su culpa, todo era su culpa.
Una sonrisa triste apareció en sus labios cuando pensó en los detalles que estaba llevando Saga con él, los cuales Shura jamás hizo, al menos que estuviera bebiendo. Una fuerte opresión se instaló en su pecho al comprender que en realidad nunca había conocido bien a su ex novio y no solo eso, al pensarlo en retrospectiva él nunca había sido ni la mitad de lo que fue Saga con él el día de hoy, siempre había sido él mismo quien estaba a su lado y no al revés, siempre fue él quien se preocupó por mantener su relación.
Y por el otro lado tenía las atenciones "desinteresadas" de Saga que se estaban volviendo demasiado significativas, tan lindas y tan falsas que dolían y le daba miedo que una simple mentira pueda convertirse en algo más importante, eso solo hace que se dé cuenta de cuan miserable había sido anteriormente y le duele, le duele saberse que nunca fue amado en verdad. Y es que se había sentido tan bien ser consentido por tu pareja, Saga le había ensañado lo que le faltó a su vida amorosa y lo que siempre esperó y esperará de alguien.
Gruesas gotas cayeron en la cama de improvisto, se secó las lágrimas de sus ojos, Saga saldría en cualquier momento y no quería que lo viera llorando, no quería escuchar preguntas, no quería más enredos en su cabeza. Se quitó las lágrimas mientras buscaba su ropa para dormir y una toalla respirando profundamente, tenía que aparentar calma, ya tendría tiempo para llorar después en la ducha.
Saga salió de la ducha con la toalla cubriéndole las caderas, y el cabello estilando algunas pequeñas gotas de agua, no tuvo tiempo para nada cuando Mu se entró al baño tan rápido que la puerta se azotó fuerte. Frunció levemente el ceño preguntándose si había algo mal con su cliente, no recordaba que hubiera algo malo en el día de hoy, por lo que lo que sea que pudiera pasarle tuvo que haber sido durante el tiempo que él estuvo en el baño.
Estaba tan cansado, la jornada de hoy había sido extenuante, así que no pensaría en eso ahora, Mu era lo bastante grande para lidiar con algún problema y si es que tenía algo que ver con su trabajo tiene toda la libertar de decírselo. Se puso la ropa interior y se secó el pelo hasta que este quedó libre de gotas. Dejó la toalla en un pequeño tendero de metal que estaba en la terraza de la habitación y se quedó pensando un momento en lo ocurrido el día de hoy. Se apoyó en los barandales con ambas manos y dejó que la brisa marina lo terminara de secar mientras recordaba esa agradable sensación de hacer lo que más te apasiona. No recordaba bien cuando había sido la última vez que había cocinado para otras personas de forma tan desinteresada, sin embargo, está era la primera vez que cocinaba para un cliente, de hecho, nunca mencionaba su verdadero oficio a nadie, eso era parte de su pasado que parecía cada vez estar más hundido con sus mentiras.
Esta vez había sido diferente, rompiendo sus propias reglas de no sacar a la superficie al verdadero Saga, pero incapaz de sentirse mal por ello, había disfrutado el momento, había disfrutado las caras de gusto, los ojos iluminados de Mu al ver lo que había hecho, por primera vez en mucho tiempo se sintió bien ser visto como alguien normal y no un mero prostituto.
Por ese momento, por ese pequeño momento Saga había deseado que todo fuera real.
oOo
La cama se había movido violentamente tanto que Shaka dio un salto por el susto que le había dado Aioria al caer de seco a un lado de él. Se tocó el pechó sintiendo como él corazón saltaba furiosamente, quería poder terminar de leer el nuevo libro que había escrito Camus y el cual aún esperaba su comentario, pero que había estado aplazando por la boda y por qué su futuro esposo parecía estar cada día más activo y motivado que asustaba.
—Hoy ha sido un día excelente, deberíamos repetirlo mañana. —propuso Aioria acomodándose sobre las mantas con los brazos detrás de la cabeza.
—¿Bromeas?, todos deben estar cansados para tener que levantarse temprano otra vez, incluyéndome —le respondió siguiendo la lectura que había pausado hace unos momentos—, además hay mucho que revisar, mañana llegan los adornos que encargaste ¿lo olvidas? —le recuerda mientras pasaba a la siguiente página.
—Es cierto, lo había olvidado. —dice sentándose acomodándose al lado de su prometido abrazándolo por la cintura mientras repartía besos por su hombro y cuello.
Shaka sintió como se acumulaba el calor en una parte especifica de su cuerpo y se le estaba haciendo difícil concentrarse en la lectura del libro, tragó saliva e intentó ignorarlo, Aioria suele jugar con él antes de dormir y prefería no tener que sucumbir ante los juguetones encantos del cenizo.
Una mano caliente acarició su vientre mientras susurraba palabras de amor en su oído, se sonrojó, el tono, el timbre, el volumen de su voz, todo era dolorosamente excitante.
—Relájate… —susurra Aioria en su oído, quitándole poco a poco el libro de sus manos, recostándolo para que su cuerpo quede reposando sobre la cama y los almohadones— Estabas tan tenso hoy, ¿quieres que te de un masaje? —la oferta no estaba mal, si necesitaba destensarse.
—Shura se mete en lo que no debe. —contesta un poco molesto arrugando el ceño mientras cierra los ojos y se deja llevar por las maravillosas manos de su novio.
—Por favor, debes entenderlo, ha sido difícil para él la muerte de mi hermano, soy el único recuerdo que le queda —responde. Aioria sabe que no está bien, que no debería suplir la falta de su hermano, pero no puede evitarlo, Shura es tan importante para él como lo fue su hermano, era un lazo que no podía romper.
—Yo puedo entenderlo, el que parece no querer hacerlo es él, —Shaka no tenía problemas con los problemas emocionales de los demás, mientras eso no involucrara directamente su vida o la de sus cercanos a él le importaba menos que nada— deberías hablar con él, que ponga de su parte, esta también es tu boda. —suspiro, Aioria definitivamente sabía cómo hacerlo perder la razón.
—De acuerdo, hablaré con él. —le da un beso en los labios, uno suave y lento, había estado deseando besarse durante todo el día, Shaka era particularmente más reservado en mostrar afecto físico con personas alrededor ya sean amigos o no.
Los besos comenzaron a subir de tono cuando Aioria introdujo su lengua en la boca del rubio, hambriento de haber tenido solo migajas durante todo el día, necesitaba las caricias de su novio. Las delgadas manos de Shaka revolvieron el cabello rebelde rubio cenizo profundizando más el beso, jugueteando con su lengua, mordiendo sus labios.
—¿Será que finalmente caerás esta noche? —preguntó con cierto erotismo difícil de evitar, Aioria despedía pasión hasta para dormir.
—Olvídalo. —respondió agitado y sonrojado por la intensidad del beso, miró los labios hinchados de su pareja y deseo no haber hecho una apuesta tan tonta, pero no podía retractarse, él y Aioria tenían un orgullo que mantener y si quería ganar debía ser él quien cayera y le rogara.
No recuerda en este momento como fue que el sexo se volvió el motivo de la apuesta, pero básicamente quien no pueda aguantar hasta el día de la boda, pierde, así de sencillo, el premio final, el que gana elige el lugar de la luna de miel y el que pierde, paga. Besó castamente esos labios hinchados que lo estaban volviendo loco y se acomodó entre las mantas sin antes desearle unas buenas noches.
Aioria sonrió de mala gana, prometiéndose internamente que haría caer a toda costa a su futuro esposo.
oOo
Saga ya se encontraba acostado en la cama mirando su celular concentradísimo escribiendo un mensaje, Mu salió sin decir nada, con la ropa de su pijama puesta, una polera de lino holgada color arena y unos pantalones cortos verde musgo, no era la mejor combinación, pero era su ropa cómoda para dormir que tenía desde hacía años. Dejó las toallas que había ocupado en el tendedero de la terraza y se entró dejando media abierta la ventana, el calor por la noche solía ser horrible.
Apagó la luz de la habitación quedando solo la luz tenue de las lámparas en las mesitas a un lado de la cama para alumbrar. Se acostó lentamente, había estado evitando mirar mucho a Saga, había llorado más de la cuenta y no quería que viera sus ojos rojos.
Colocó una almohada en medio de los dos como medida de defensa mientras se acomodaba mejor en la cama. La noche anterior había tenido demasiada confianza en que Saga no intentaría nada, después de hoy lo dudaba mucho, se giró dándole la espalda y tapándose hasta los ojos murmurando un "buenas noches" apenas audible. Tenía muchas cosas en que pensar, mucho que asumir, lo único que quería era que a pesar de todo el enredo que había en su cabeza y en su corazón pudiera terminar la semana como esperaba. Mu verdaderamente no hallaba la hora que fuera el día de la boda.
Mientras tanto Saga en vez de estar molesto por las acciones de Mu, parecía agradarle el hecho de que pensara que saltaría sobre él apenas pudiera, le echó una mirada por el rabillo del ojo, relajándose en su almohadón, no negaría que quería hacerlo, Mu se estaba volviendo una necesidad en su cabeza que solo podría desechar una vez lo tuviera gimiendo entre sus brazos.
Saga sabía esperar, se había divertido tanto el día de hoy, debía confesar, que realmente se sentía relajado por primera vez en mucho tiempo, tanto así que mantendría por ahora las distancias con Mu.
Al fin terminamos el día numero dos! considerando que el día de la boda es el día 6, nos quedarían 4 días para el frabulloso día y que creen ustedes que va a pasar en estos cuatro días que quedan? los leo
Ya descubrimos que Saga no mintió cuando dijo que era chef, para que vean que no es solo un sexsimbol mentiroso, sino que es un chefsito que cocina bien bueno y que está bueno también, y por un momento me tenté en que fuera como el chef Ramsey de hells kitchen XDD, imagínenselo ahí insultando a Shura por los huevos cocidos XDD
Quiero comentar que las recetas que están en el fic están ligeramente adaptadas, no son las verdaderas y no les mentiré, saqué las primeras que encontré, sorry but not sorry.
Han tenido o han sido aquel amigo que siempre las caga?, pues Aioria es ese amigo, no lo odien por que no lo hace por maldad, su hiperactividad lo lleva a decir cosas sin pensar. Hay que cuidarlo.
Muchas gracias por los reviews y los follow me alegran mi vida, los quiero mucho *corazón con deditos* y a mis lectores fantasmas, también los quiero.
Saludos y nos leemos en la próxima actualización.
