Bueno, aquí vengo un poquito atrasada también con el tema de los malentendidos. Espero que les guste.

Nota: Los personajes son de la grandiosa mangaka Rumiko Takahashi. La historia es un pedacito de mi inspiración que quise compartir con ustedes.

Inuyasha estaba completamente seguro de que Miroku planeaba algo, y eso jamás era bueno. No era que el monje no pareciera reformado, la verdad sea dicha, ahora era un hombre de familia, respetado y querido por todos, y aparentaba haber abandonado sus días de coqueteo sin fin con cualquier mujer hermosa que se atravesara en su camino. O eso cabía pensar.

Miroku estaba demasiado extraño en esos días. Salía a hurtadillas de su cabaña y desaparecía por algunos minutos, sin embargo regresaba sofocado. Además de que la escapada la realizaba mirando sobre su hombro todo el tiempo.

Una persona normal no se hubiera percatado, pero Inuyasha no era normal. Temía que su amigo estuviese incurriendo en sus malos hábitos del pasado y eso podría afectar seriamente a su familia.

Hablarlo con Sango no era una opción, puesto que era muy probable que matara al pobre de Miroku. Tampoco con Kagome podía tocar el tema, pues se lo diría directamente a Sango, se pondría de su lado y enterrarían el cadáver juntas. El resto de las opciones no eran viables, por lo que solo quedaba enfrentarse a Miroku.

Cuando Inuyasha vio a Miroku salir de la cabaña lo siguió (tampoco era cuestión de confrontarlo sin evidencias). Se adentraron un poco en el bosque próximo a la aldea y en un claro, Miroku se detuvo y silbó de forma muy similar a un búho.

Inuyasha trepó a un árbol para tener una buena visión de lo que hacía su amigo, pero sin riesgo de ser descubierto. Para su sorpresa, no fue una mujer joven la que salió al poco tiempo de entre las plantas que rodeaban el claro, sino una señora mayor, casi tanto como la anciana Kaede que le entregó un hermoso collar al monje.

― Espero que a tu esposa le guste.

― Yo también. Ella no suele usarlos mucho, pero mañana es nuestro quinto aniversario de casados, así que espero que lo haga.

―¿Su qué? ― obviamente el concepto "aniversario" era demasiado moderno. Eso debía ser cosa de Kagome.

―Es solo que ya llevamos mucho tiempo casados. Quería darle un regalo por eso.

―Ah, qué hermoso de su parte, señor Miroku. Espero que a su esposa le guste.

Y sin más la anciana se despidió y regresó por donde había llegado.

Inuyasha se alegró mucho de que su amigo no incurriera en malas costumbres pasadas y, por una vez, pensó que algunos malentendidos terminaban bien. Al menos, ahora él sabía que debía conseguirle un regalo a su esposa antes de que se completara el próximo ciclo lunar. Al fin y al cabo, era su aniversario también.

Besos para todos ;-P