Disclaimer: South Park es propiedad de Matt Stone y Trey Parker. Los Mitos de Cthulhu son propiedad de H. P. Lovecraft y los miembros del Círculo Lovecraft. Cualquier similitud de esta parte con la novela Déjame Entrar de John Ajvide Lindqvist puede ser mera coincidencia… o tal vez no.


Universo Lovecraft-Park

Lo que se esconde en las sombras


III. No tengas miedo, defiéndete


1

El parque estaba vacío. Eran las seis con cuarenta. Faltaba muy poco para que anocheciera. Pero no le importaba.

Butters estaba sentado en un columpio, sintiendo cómo las lágrimas de furia se formaban en su rostro. ¡Dios, cómo detestaba su vida!

Había sido un día terrible. Por la mañana sus padres habían pasado todo el desayuno recordándole su castigo por llegar tarde a casa. Luego, en la escuela había tenido que soportar las miradas constantes de Eric, quien no parecía estar dispuesto a dejarlo en paz ni un solo momento. Finalmente, durante el descanso, lo había arrastrado a la parte de atrás de la escuela, cerca de los niños góticos, donde por fin le soltó lo que, claramente, había estado queriendo preguntar durante todo el día:

—Muy bien, Butters, se terminó —había dicho el gordo, mientras lo sostenía contra el muro con mucha fuerza—. Sabemos que eres el culpable de lo que pasa, Caos.

—Ya habíamos discutido esto, culo gordo —había intervenido Kyle—. No creo que Butters…

—¡Oh, por supuesto que es él, Kahl! ¿Por qué otro motivo podría estar en el parque fuera de su hora de llegada?

Había empujado a Eric, algo furioso, para posteriormente ajustarse la chaqueta negra que había comenzado a usar desde el comienzo del otoño.

—No tengo que justificar eso ante ustedes —había dicho, armándose del poco valor que tenía—. Pero igual se los diré: estaba en casa de Dougie y se me hizo tarde.

Entonces, los ojos de Eric se habían vuelto dos rendijas, mientras lo miraba sospechando.

—¿En casa de Desastre, eh? —El tono acusador de Eric le había demostrado que no le creía nada.

—¡Y sí fue así que! —había espetado, ahora realmente cabreado—. Solo somos niños jugando, ¿no es así, Mysterion? —Había un énfasis especial a la última palabra mientras su mirada había pasado de Eric a Kenny.

Entonces Kenny había suspirado de forma cansada.

—El punto es, Butters, que anoche un hombre fue asesinado en el parque; cerca de los columpios. Muy cerca de donde nos encontramos unas horas antes.

—¿A qué hora? —Por un momento su voz había dejado entrever que sabía algo. Lo hubiera podido disfrazar con nerviosismo, pero la mirada de sospecha que Kenny le había enviado le hizo saber que eso no sería posible.

—Cerca de las tres treinta de la madrugada —había respondido Stan.

Butters había pasado la mirada por cada uno de los presentes. Kyle lo miraba con preocupación. Eric acusadoramente. Kenny con cautela. Stan parecía debatirse entre creer o no creer en las sospechas que se estaban levantando en el grupo. Y Damien, bueno, en realidad evitaba mirar a Damien. Le daba miedo.

—A esa hora dormía —había dicho, mientras comenzaba a alejarse.

Ninguno de ellos se había movido.

—Te estaremos vigilando —había dicho Eric, con un tono frío y cortante.

Él no había dicho nada más. Esos malditos héroes podían pensar lo que quisieran. Lo que él debía hacer era proteger a Isabel.

Las miradas acusadoras no lo habían dejado en paz en toda la mañana. Pero las cosas ese día no habían hecho sino empeorar.

Por la tarde, luego de volver de la oficina, su padre lo había llamado a la cocina. La despensa, la maldita despensa. Habían pasado dos horas luego de eso, ordenando y limpiando lo que Stephen Stotch había derramado en el suelo luego de su reprimenda.

Finalmente, la gota final llegó con una visita sorpresa de la abuela. Al parecer la anciana aún no aprendía.

Tras intentar soportar por una hora, finalmente había estallado. Salió corriendo sin importarle los gritos molestos de sus padres. Y ahora estaba allí, solo en el parque, a unos minutos del anochecer, mientras comenzaba a nevar.

—Te ves mal —dijo una voz conocida.

Alguien se había sentado a su lado. Pudo ver su sombra reflejada en el suelo, dado que tenían el sol, que lentamente se ocultaba tras las montañas, a sus espaldas.

—Tuve un mal día —respondió—. ¿Qué tal te ha ido a ti, Isabel?

—Estaba durmiendo —respondió la niña.

Butters alzó la cabeza y volvió a verla. Isabel estaba vestida con una blusa sencilla de color blanca y una falda estilo escolar. Sintió frío de solo verla.

—¿Duermes todo el día? —preguntó Butters.

—Tengo que hacerlo. Cazó por las noches, así que debo descansar durante el día. Hace décadas que no estoy despierta durante todo un día.

Butters volvió a bajar la cabeza. Trataba de mostrarse normal ante Isabel, pero no podía evitar mostrarse triste. Suspiró. Suponía que no podía hacer nada más. Ese había sido, hasta el momento, un día terrible para él.

—¿Estás bien?

La pregunta de Isabel llegó a sus oídos al instante, pero Butters no quiso responder de inmediato. En realidad, no sabía cómo responder, así que finalmente optó por ser honesto:

—Tuve un día horrible. Además, mis padres me castigarán de nuevo.

Sintió la mano de Isabel sobre su hombro.

—¿Un mal día?

Butters asintió con la cabeza. Y entonces le contó todo. Sobre el hecho de que Coon y Amigos sospechaban de él, en especial Eric. Los problemas en casa con sus padres y su abuela.

Isabel escuchó todo en silencio.

Butters, desahogado, contempló el rostro de la niña. Ella estaba allí, sentada en el columpio, con un rostro pensativo que parecía… parecía adulto. Como si alguien hubiera esculpido el rostro de una mujer adulta en un cuerpo infantil.

—Golpea —dijo de pronto Isabel—. Si ellos te hacen algo, entonces debes responder con más fuerza.

Butters agachó la cabeza.

—No es tan fácil —dijo.

—No, no lo es. Pero si no respondes, entonces seguirán.

Butters recordó aquella furia que había sentido a comienzos de año, cuando fue enviado a Hawái por sus padres. ¿Isabel se refería a que debía responder con esa furia nuevamente? Pero, ¿cómo hacerlo si ya no estaba furioso por culpa de Ben Affleck?

El sol continuó su descenso y finalmente la noche cubrió a las dos figuras infantiles.

—Debería irme —dijo Butters, mientras se ponía de pie—. No quiero que esos héroes me encuentren de nuevo afuera por la noche.

—No les temas —dijo Isabel—. Si les demuestras temor, entonces nunca podrás defenderte.

—Lo invento, de verdad —susurró Butters.

Isabel se puso de pie, caminó hacia Butters, quien comenzaba a alejarse en dirección a casa, y lo tomó por la mano derecha.

—Quiero mostrarte algo.

Entonces, la niña comenzó a guiarlo por entre las calles desiertas debido al frío. Butters se encontró incapaz de zafarse del agarre. Isabel tenía una fuerza tremenda, pero sabía controlarla muy bien como para no hacerle daño.

2

El Coon se detuvo en la cima de un edificio y olfateó el viento. Trataba de encontrar el aroma de la sangre. La noche anterior la víctima del asesino había sido cobrada en su turno. Esta vez no dejaría que fuera así. No podía permitírselo, sería perder ante la rata judía de nuevo.

De pronto, sutilmente, captó el aroma de un viejo conocido: Butters.

—Así que Caos cobrará otra víctima —susurró, antes de saltar por el borde hacia la escalera de incendios para comenzar a seguir el rastro.

A unas calles de allí, Mysterion se mantenía oculto entre las sombras, esperando cualquier actividad, cuando vio a Butters siendo arrastrado por una niña un poco más pequeña que él. La ropa veraniega que llevaba, la palidez que rivalizaba con la de Damien, y el penetrante olor a muerte, muerte vieja, le hicieron saber de inmediato que no estaba ante algo humano.

Mysterion comenzó su propia persecución a través de las sombras.

3

Isabel llevó a Butters al interior del bosque, más allá de las partes que alguna vez el niño local había explorado junto con sus amigos. Más allá del lugar donde habían visto al duende tiempo atrás.

Llegaron a una zona elevada de las montañas, cerca de la entrada vieja de una mina, donde una enorme roca sobresalía de una colina, creando un mirador natural. A lo lejos se apreciaba la mancha de luces que era South Park, rodeada por el bosque y las montañas. Y el cielo, despejado esa noche, dejaba ver las estrellas, mientras la plateada luz de la Luna bañaba el paraje, dándole un brillo casi espectral, aunque para nada tenebroso.

—¿Qué te parece? —preguntó Isabel, mientras se sentaba en la roca. Butters estaba asombrado, no sabía que tal sitio existía. Estaba seguro de que casi nadie, si es que ninguna, de las personas del pueblo sabía que un sitio como ese se hallaba en las cercanías al pueblo.

—Es increíble.

—Lo encontré mientras recorría los alrededores en busca de refugio —explicó Isabel—. Ningún humano ha estado aquí en mucho tiempo.

—¿Cómo estás tan segura? —preguntó Butters, mientras se sentaba junto a ella.

—Por el olor. Los humanos dejan un olor característico que tarda mucho tiempo en desaparecer. Este lugar estaba completamente limpio de cualquier rastro.

Butters contempló el pueblo. Viéndolo desde lo alto parecía tan tranquilo y apacible, al grado de que casi podía convencerse de que había olvidado el rencor que tenía contra sus habitantes. Casi podía perdonarlos.

—Gracias por mostrármelo —dijo Butters.

Isabel sonrió.

Justo en ese momento, dos siluetas cayeron frente a ellos. Una encapuchada y otra en una posición animal.

Butters retrocedió, con los ojos llenos de temor. Mientras que Isabel se ponía de pie y les dedicaba una mirada feroz con sus ojos convertidos en dos orbes de brillante color dorado.

—M-Mysterion y el C-Coon —dijo Butters.

Los ojos de Mysterion se achicaron, sin dejarse intimidar y pasando la vista entre el rubio y la niña. El Coon por su parte, tenía los ojos fijos en Butters mientras sonreía de manera maliciosa.

—Creo que esta vez te atrape infraganti, Caos. —La última palabra salió de la boca del Coon con un tono empalagoso, como si saboreara el momento.

—No pierdas tu tiempo con Butters, gordo, ella es nuestro objetivo —habló Mysterion, mientras sacaba un shuriken de su cinturón.

Mysterion hizo amago de arrojar el shuriken, pero Butters se puso de pie frente a Isabel, con los brazos extendidos.

—¡No la lastimes!

—¡Butters, apártate! —gritó Mysterion—. Ella es la causante de esas muertes, puedo sentir el hedor de la muerte por todo su cuerpo.

Isabel, por su parte, estaba sorprendida. Esos dos habían escapado por completo de sus sentidos aumentados, al punto de que seguramente llevaban un tiempo siguiéndola sin que se diera cuenta de su presencia en lo más mínimo.

—Lo sé —respondió el niño—. Pero ella…

Antes de que pudiera seguir, el Coon se había movido a gran velocidad empujándolo a un lado. Butters cayó al suelo, con el Coon sobre él, quien lo mantuvo en el piso con su peso, mientras alzaba una de sus garras y la posicionaba sobre el rostro del otro niño listo para atacar ante la menor provocación.

Al mismo tiempo, Mysterion arrojó su arma contra la criatura con forma de niña, pero esta se movió a gran velocidad esquivándola. Mysterion no perdió tiempo e hizo uso de sus propios reflejos inhumanos para arrojarla a un lado mediante una embestida, evitando que llegara donde estaba el Coon, a menos de dos metros del punto donde había golpeado a Butters.

—¡Maldición, Eric, quítate de encima! —gritó Butters, tratando de levantarse para ir en ayuda de Isabel.

—Vamos, Caos, solo dame un motivo —susurró el Coon, mientras posicionaba mejor sus garras sobre el cuello del rubio.

Por su parte, Mysterion estaba de pie a unos metros, manteniéndose alerta, mientras la niña monstruosa se encontraba de pie a unos metros. En sus manos, sus dedos se habían convertido en garras filosas, mientras mantenía una posición con la espalda arqueada de manera similar a un gato listo para saltar sobre su enemigo. Sus ojos tenían una mirada viciosa y su boca estaba abierta dejando ver cuatro largos y afilados colmillos.

Mysterion se preparó para atacar, pero justo en ese momento se distrajo. El Coon fue empujado a un lado mientras chillaba de dolor.

—¡Maldito cabrón! —gritó el héroe, mientras se sujetaba la entrepierna.

La distracción de Mysterion fue aprovechada por Isabel, quien se arrojó contra el héroe. Sus manos y sus piernas se envolvieron alrededor de su torso, impidiéndole utilizar los brazos, mientras su boca rápidamente descendió y destrozó la capucha para, finalmente, asentar una potente mordida en el cuello destrozando su carótida. La sangre comenzó a manar a borbotones, al tiempo que la criatura lo soltaba. Mysterion sintió que su cuerpo se volvía pesado mientras se desangraba, una sensación demasiado familiar para él. Finalmente cayó al suelo.

Lo último que vio antes de perder la conciencia fue como dos enormes alas como de murciélago salían de la espalda de la niña, quien tomó a Butters en sus brazos para posteriormente alzar el vuelo.

4

Cuando despertó estaba en la base de Coon y Amigos. Cartman había dado la alarma y fueron en su búsqueda. Habían pasado gran parte de la noche turnándose entre esperar el despertar del héroe caído y en busca de Butters y aquella niña monstruosa.

Por la mañana, era más que patente que no iban a encontrarlos, ni siquiera con sus poderes. Cometa Humano había intentado detectar cualquier aura psíquica, solo para darse cuenta de que no había rastro alguno que seguir.

—Los vampiros son expertos en las artes de la mente —explicó Damien—. Por más que intentos que hagas, no conseguirás nada.

—¿Pero es solo una niña pequeña?

—Es solo su apariencia. No sabemos cuánto ha vivido, décadas, siglos, incluso milenios.

Finalmente, una vez que Kenny se recuperó de su última muerte lo suficiente, los miembros de Coon y Amigos se reunieron, sin sus uniformes, en la base del sótano de Cartman.

—Es oficial, van a cancelar el truco o trato —dijo Cartman, con fastidio, mientras se quitaba los audífonos. Había estado escuchando las noticias en espera de cualquier mención de alguna pista.

—¡Oh, por favor! —exclamó Kyle, claramente exasperado—. ¡Hay cosas más importantes de las que preocuparnos.!

—Pero, Kahl, los dulces…

—Pero nada, gordinflón —le interrumpió Kenny, tomando la palabra como líder del grupo—. Tenemos prioridades. ¿Qué pasa con Butters?

—No volvió a casa —respondió Stan—. Sus padres llamaron a todos los nuestros, tratando de localizarlo.

Kenny recargó los codos contra la mesa mientras cruzaba los dedos bajo su barbilla en actitud pensativa.

—Butters está aún con el vampiro. De hecho, son aliados —sentenció finalmente—. Vigilar su casa debe ser prioridad. Si vuelve hay que capturarlo y sacarle la información, bajo cualquier método.

Damien y Cartman sonrieron con malicia ante esto.

—¿No crees que exageras, Kenny? —preguntó Stan.

—No —respondió el rubio—. Si queremos detenerla, Butters es nuestra única opción.

—Pero, ¿no sería posible que Butters este, no sé, bajo algún tipo de hipnosis, cómo Renfield?

—Es posible, pero no podemos correr riesgos —declaró Kenny—. Cartman, Kyle, será su misión capturarlo y traerlo aquí.

—No es necesario que el judío partícipe, yo puedo ocuparme —dijo Cartman.

—Ah, no, si te dejo solo vas a herir a Butters.

—¿No escuchaste, Kahl? ¡Es el enemigo!

Kyle iba a responder, pero un par de golpes en la mesa lo detuvieron.

—¡Basta! —gritó Kenny—. Se hará como dije. No tenemos tiempo para sus peleas absurdas.

Los dos chicos se cruzaron de brazos, pero no dijeron nada más.