Disclaimer: South Park es propiedad de Matt Stone y Trey Parker. Los Mitos de Cthulhu son propiedad de H. P. Lovecraft y los miembros del Círculo Lovecraft.


Universo Lovecraft-Park

OneShot III


El viaje de Bradley


Cuando Bradley Biggle, cuyo nombre de nacimiento era Gok'zarah, comenzó la búsqueda de su planeta natal, Kokujon, sabía que su viaje no sería para nada sencillo. El universo era muy vasto, y él, inexperto en su navegación; pese a ello tenía la esperanza de que, tarde o temprano, surgiría alguna pista que lo llevaría a encontrar cuál había sido el destino de la civilización a la que pertenecía y del porqué había sido enviado a la Tierra. Sin embargo, no importando a dónde se dirigiera, parecía imposible encontrar cualquier pista que le dijera a dónde debía dirigirse. Y a decir verdad, se encontró con que había una especie de estado de alarma por todo el universo.

Se detuvo entonces en un planeta del sistema solar de Vega, en dónde se enteró de ciertos acontecimientos.

Unos días atrás, la señal de la cadena de televisión galáctica se había cortado. Investigando el porqué, se enteró de que la civilización actual de la Tierra era una especie de reality show, el programa más visto de la galaxia, ni más ni menos. Aunque, su transmisión se había interrumpido repentinamente justo cuando el asunto del derrame petrolero del golfo llegaba a su clímax con la apertura de aquel agujero dimensional. La gente estaba preocupada, ya que todos los canales de la cadena permanecían fuera de servicio. Lo único que se veía al encender los televisores holográficos era un mensaje que pedía tener paciencia, puesto que en esos momentos se estaban teniendo «dificultades técnicas».

Siguiendo una corazonada, Bradley decidió ir en búsqueda de dicha cadena. Así fue como, conforme se adentraba en los sectores habitados por aquellas civilizaciones galácticas, más noticias relacionadas con lo acontecido algunos días atrás en la Tierra y la interrupción de la señal televisiva, aunque de forma indirecta, llegaban a él.

Cuando estaba muy próximo al planeta en el cual la cadena de televisión galáctica tenía su sede, se enteró de que era imposible acercarse a ese planeta. Las autoridades no decían mucho, solamente que la policía galáctica tenía cercadas todas las rutas de navegación estelar que llegaban allá en prevención de una contingencia. Se informaría oportunamente en cuanto la situación fuera estabilizada.

Esto, obviamente, más que tranquilizar a la gente espacial había provocado una ola de teorías cada cual más excéntrica que la anterior. Algunos rumores decían que un desastre de grandes proporciones había devastado la superficie del planeta, matando a todos sus habitantes. Los más osados hablaban de un ataque de algún grupo radical de fanáticos religiosos de las antiguas sectas de los dioses cósmicos. Aunque, sin duda, los rumores más escalofriantes hablaban de una especie de epidemia de locura que había azotado al planeta, provocando olas de suicidios en masa entre sus habitantes, y turbas enfurecidas que habían tomado la cadena televisiva, destrozando las instalaciones, para posteriormente matarse unos a otros.

Un extraterrestre nativo de dicho planeta, quien buscaba desesperadamente la forma de volver o comunicarse con la familia que tenía en aquel lugar, habló de lo muy tensas y extrañas que habían estado las cosas en el planeta los días previos a todo ese desastre. La gente estaba teniendo pesadillas, él mismo había sido víctima de algunas cuantas. Hablaba de una ciudad de arquitectura imposible y de monstruos terribles que se arrastraban y acechaban desde las sombras. También de una música espectral y un cántico en una lengua antigua de la cual no se entendía nada, salvo dos palabras de pronunciación casi imposible incluso para los seres con más de una lengua o boca: Cthulhu fhtagn.

Bradley, entonces, preguntó más detalles sobre esos sueños, con una urgencia tal que al extraterrestre le pareció extraño y le preguntó de dónde venía. Al responder que de la Tierra, aquel alíen soltó una risotada hueca, aunque sin humor. Le contó algunos detalles más y luego le inquirió sobre cómo había logrado salir de aquel «estudio de televisión» y qué era lo que buscaba tan lejos de casa.

Cuando Bradley le contó lo que había ocurrido los últimos días en la Tierra, la cara del ser, que era parecido a un humano, solo que con piel verde, cuatro ojos y una enorme cabeza calva, habló de ciertas cosas interesantes sobre la Tierra. Aunque la cadena de televisión aseguraba haber creado el concepto en el cual se habían colocado distintas especies en dicho planeta para crear el mejor reality show de todos los tiempos, lo cierto era que las especies introducidas eran en realidad muy pocas y ni siquiera los humanos eran parte de estas especies.

Ellos no habían hecho más que explotar un planeta inusual en ese pequeño sistema solar y asegurar que eran sus creadores. Él, siendo un reconocido arqueólogo galáctico, había estudiado en algunas fuentes antiguas sobre las investigaciones llevadas a cabo en la Tierra antes de que la cadena decidiera apropiarse del planeta. Se hablaba de ruinas de civilizaciones increíblemente antiguas y avanzadas, tal era así que ni la más aventajada de las civilizaciones actuales podía igualar su tecnología, que habían construido ciclópeas y fantásticas ciudades millones de años atrás. Igualmente, se decía sobre una misteriosa ciudad sumergida, la cual no parecía pertenecer a orden arquitectónico alguno de ese universo. Y a su vez, el extraterrestre habló de algunos rumores, según los cuales, habían encontrado una civilización submarina en la Tierra a la que, por algún motivo nunca aclarado, los dueños de la cadena censuraban.

Eso no era todo, algunas especies, como los mi-go, habían sido reprendidas en el pasado por sus incursiones al planeta cuando la cadena las había prohibido desde hacía siglos. Los mi-gos, como respuesta, se defendieron indicando que desde tiempos inmemoriales el planeta había sido tierra sagrada de su raza, pues en aquel lugar moraban sus dioses.

Luego de aquello, el extraterrestre le indicó una pista con respecto a Kokujon. El planeta solía ser unos años atrás fuente de exquisitos manjares de bayas, que rivalizaban quizá solamente con el relleno del pavo de las minas de Plymouth, sin embargo, un par de años atrás el comercio de dicho planeta se había detenido por completo. Había rumores de una guerra civil entre los seguidores de la menta y los de la baya, pero nadie podía decir que estaba pasando allá con exactitud. El extraterrestre le confirmó que dicho planeta se encontraba en los bordes de la Galaxia: un área de difícil acceso debido a la cantidad masiva de estrellas púlsares en esa región.

A pesar de las advertencias, Bradley estaba empeñado en viajar allá para averiguar qué había ocurrido en su hogar. Agradeció al extraterrestre y le deseó suerte en su intento de volver a casa con su familia. Sin esperar más tiempo, partió hacia las coordenadas en las que se encontraba Kokujon.

El viaje efectivamente no era para nada sencillo. Las estrellas púlsares liberan cantidades masivas de radiación. Bradley se dio cuenta de que la única forma de viajar era utilizando un campo de bayas para protegerse. El problema era que la radiación lo desintegraba fácilmente, hecho que le obligaba a buscar refugio en algún planeta o asteroide cercano para recuperar fuerzas cada pocas horas.

Afortunadamente, sus poderes superiores le permitían moverse con gran facilidad por el universo, cosa que para otros mortales sería completamente imposible, y en menos de una semana había llegado a un planeta cuyas coordenadas, según un aparato de navegación estelar conseguido en aquel planeta de la estrella Vega que había visitado al comienzo de su viaje, lo identificaban con Kokujon.

Al descender, encontró un planeta devastado. Las ciudades estaban en ruinas y no parecía haber rastro alguno de vida. Allí había acontecido una gran catástrofe hacía relativamente poco tiempo. Era algo que esperaba hasta cierto punto. Primero, por el mensaje de su padre y, luego, por los rumores que aquel extraterrestre le había contado. Aun así, ver su aparente hogar convertido en eso le dolía mucho.

Recorrió las calles de una vieja y destrozada ciudad. Observó las ruinas de lo que parecían ser comercios, lugares públicos y edificios de departamentos. Todo vacío.

O eso pensaba, hasta que en cierto momento se percató de algunas presencias que le seguían, aunque eran invisibles. Aterrorizado, trató de alzar el vuelo y marcharse del sitio, pero, antes de que lo consiguiera, sintió como una especie de tentáculo le tomaba por el pie jalando de él a tierra. Golpeó contra el suelo abriendo un pequeño cráter, mientras sentía como más de aquellos tentáculos comenzaban a sujetarlo. Luchó con todas sus fuerzas por apartarlos, sin mucho éxito.

Cuando parecía que sería su final, mientras lentamente perdía el conocimiento, le pareció ver como algunos rayos de bayas conseguían apartar a las cosas invisibles que le habían derrotado.

Cuando abrió los ojos, estaba en una especie de base subterránea. Una mujer con rasgos humanos, aunque con un peinado que recordaba a una baya, le sonrió, asegurándole que estaba feliz de que hubiera recobrado la consciencia. La mujer le dijo la suerte que había tenido de que algunas de las cuadrillas de soldados estuvieran en las cercanías. Por poco y terminaba siendo alimento de los vampiros estelares, como tantos otros en el planeta Kokujon.

Bradley pronto descubrió que su llegada había tomado a todos por sorpresa. No había un solo niño en el planeta, ya que la mayoría había muerto en la guerra o con la llegada de los vampiros estelares. Cuando Bradley contó que venía de la Tierra y que él era Gok'zarah, la mujer lloró, mientras negaba con la cabeza. Luego le cuestionó por qué había regresado. Sus padres, dijo, se habían esforzado mucho enviándolo lejos, con la esperanza de que pudiera evitar un destino similar para la Tierra. Nunca se había especificado mucho la razón detrás de esa decisión. Lo único que esta mujer pudo decirle era que su padre había sido un alto sacerdote del Templo Arcano. Quién podría arrojar más luz sobre el asunto era sin duda el actual líder de los sobrevivientes, Alta'gorak.

De momento, el niño no podía ver al líder, pues debía recuperarse del ataque de los vampiros estelares. Sin embargo, la mujer, identificada como Sola'maiar, le habló de lo sucedido. Como su padre le había indicado en aquel mensaje, la guerra había comenzado cuando los cazadores de menta de Kogenrah decidieron apropiarse de sus minas de bayas. Esto sucedió luego de una gran hambruna que obligó a su raza a buscar nuevas fuentes de comida en el universo. Intentaron conquistar con este propósito el planeta Kokujon. Sin embargo, la tecnología y el poder de las bayas les permitieron repeler los ataques durante casi dos décadas terrestres. El destino quedó sellado, sin embargo, cuando el líder de los cazadores invocó a un antiguo y temible dios: el Padre de los Murciélagos. Dicho dios, envió a sus vampiros estelares, quienes no solamente consiguieron hacer caer la defensa de Kokujon, sino que también habían aniquilado por completo a los cazadores de menta. Todo eso había ocurrido diez años atrás.

Tres días después de su llegada, las bayas medicinales finalmente consiguieron restaurar su salud. Así, se reunió con el líder de los sobrevivientes. Alta'gorak primero le increpó por haber regresado. No se suponía que eso sucediera. Kokujon estaba perdido y, por lo tanto, él era la única esperanza para mantener viva su memoria. Sus padres habían realizado un trato con los dioses Arquetípicos con el fin de asegurar que la memoria de su civilización perdura a través de él, y al mismo tiempo le habían dotado tanto con los poderes de las bayas, como de la menta de sus enemigos, los cazadores de Kogenrah.

Bradley, a pesar de eso, quería saber lo ocurrido con sus padres y con su planeta, siendo esa la razón por la que se había arriesgado a hacer un viaje como aquel. Alta'gorak entonces habló de los sucesos que tuvieron lugar poco antes de su nacimiento.

Durante mucho tiempo, la alta doncella del Templo Arcano había tenido visiones en sus sueños de un gran mal llegando al universo: el Padre de los Murciélagos, y cuando este finalmente se presentó invocado por los cazadores de menta, se supo que el destino de Kokujon estaba sellado. La doncella, antes de morir, tuvo un último sueño. En él vio a un planeta lejano ser azotado por un poder similar y a un niño dotado con el poder de las bayas y la menta derrotándolo. Sus padres, tras hacer el pacto con los Arquetípicos, notaron que él había nacido dotado con ambos poderes, y por tal razón no tardaron en deducir que él se trataba del niño que la doncella había visto en sueños. Entonces su padre, a pesar de que el templo había sido tomado por los vampiros estelares, dirigió una pequeña misión suicida con el objetivo de acceder a la Puerta de los Mundos, un artilugio sagrado con el cual se podía acceder a cualquier lugar del universo. Así, fue como él fue enviado a la Tierra, junto con tres cristales en los que se contaba la razón de esto, la historia de su civilización y los enemigos a los que posiblemente se enfrentaría en su camino, de acuerdo las visiones de la alta doncella.

Durante los siguientes años, la población trató de resistir los continuos ataques de los vampiros estelares, pero, finalmente, habían sido incapaces. Menos de mil sobrevivían ahora.

Cuando Bradley les cuestionó por qué no huir del planeta, Alta'gorak se limitó a sacudir la cabeza en negativa. Sus naves habían sido destruidas y ya no contaban con recursos para construir nuevas. La Puerta de los Mundos había sido destruida también, junto con el resto del templo, siendo él la última persona que había podido salir del planeta un segundo antes de que el enemigo lograra entrar. Aunque ellos podían hacer cortos viajes por el espacio exterior, como él lo hacía, sus campos de baya, que no tenían nada del poder de la menta, no podían hacer mucho contra los soles púlsar que rodeaban su sistema solar, por lo que el viaje era imposible.

Aunque, había algo más, el Padre de los Murciélagos iba ahora mismo camino de la Tierra con el objetivo de hacer lo mismo. Y entonces, ante la mirada aterrorizada de Bradley, Alta'gorak comenzó a perder consistencia. Se deshizo entonces en un cúmulo de tierra negra.

Unos días más tarde, Bradley y los otros supervivientes se enteraron del descubrimiento de su cuerpo en las ruinas del viejo templo Arcano. Había muerto, al parecer, más de dos meses atrás. Bradley, no sabiendo qué hacer, decidió que iría a salvar la Tierra, evitar que tuviera el mismo destino que Kokujon, y luego de eso, prometió, enviaría ayuda de alguno de los otros planetas avanzados de la galaxia.

Voló por el universo lo más veloz que pudo, hasta volver a la Tierra y a South Park.

Cuando llegó, encontró a un pueblo devastado y una extraña niebla roja. Se dirigió a la única luz en todo el pueblo: la oficina de la alcaldesa. Lo que encontró allí fue a un extraño hombre vestido como un gánster de los años veinte.

—Te estaba esperando, Gok'zarah —dijo—. Permíteme presentarme. Soy Nyarlathotep, también conocido como el Padre de los Murciélagos.