Nota: No he jugado el juego, lastimosamente. Basado en Breath of the Wild.

Nada de la Leyenda de Zelda me pertenece.


Capítulo 1

Todo comenzó por una observación.

- Será mejor que hagas tu jugada pronto cariño, como puedes ver tienes competencia. - Una dosis de verdad, una pizca de diversión, y un delicado toque de incentivo.

Una simple observación, nada más, nada menos.

- ¡No se que demonios le ven!, que hagan lo que quieran, no me importa. - A pesar de decir esto, la vista de la princesa estaba en el chico ignorante de la atención que tenía encima, más centrado en mantener guardia y saciar su sed qué otra cosa. - De hecho, ojalá que pase, a ver si así me deja en paz finalmente…

Urbosa arqueo una ceja, una sonrisa fantasma en sus labios. Debajo de ellos, a unos cuantos metros, estaba el chico en cuestión, blanco del interés de varios por distintas razones. La de las chicas, por supuesto, era predecible, llegando a ser bochornoso ante los intentos fallidos de llamar la atención de dicho chico. Ah, en otra ocasión esto sería más que suficiente para reírse, pero en esta era tanto admirable como penoso ver que el caballero de la princesa bien podría no tener cerebro alguno más que para hacer su trabajo.

Si Urbosa no fuera plenamente consciente que, a diferencia de lo que demostraba, ese mocoso era inteligente, hace rato que hubiera tachado al chico como caso perdido. Por tanto, temía que su falta de cuidado era simple ignorancia y no completamente diligencia a su "misión". Su pequeña ave no tenía idea de lo afortunada que era, ¿hmmm?

- Si tu lo dices… - Llevarle la contraria ahora no sería productivo.

Podía confiar, afortunadamente, que Link mantendría su trabajo casi como una misión sagrada. Tal vez incluso la veía de ese modo.

No cualquiera haría tanto, menos llegado a este punto. Link sabía exactamente su situación tan pronto las armas fueron a su cuello, para bien o para mal.

°•°•°•°•°•°

- Nuestras leyes son sagradas. - Con un gesto de mano desestimó el recordatorio. Otra vez.

Por esta vez podían hacer una excepción, y no era como si fuera durar mucho tiempo o el mocoso fuera a hacer algo inapropiado. No, estaba muy ocupado siendo un osito de peluche para su princesa.

Tan pronto coloco un pie en la habitación, se vio víctima de una mirada helada. La advertencia murió rápidamente, una vez que fue reconocida. Huh, aún ahora desconfiaba de la seguridad ofrecida por los Gerudo. Se sentiría ofendida si no lo encontrara tonto, y por una vez apropiado gracias a lo que pasó hace tan solo unas horas.

- Deberías ir a verte, Link. - No iba a moverse, pero tenía que decirlo. - Estará bien conmigo. - Algo que ambos sabían muy bien.

Link no se movería. En circunstancias normales, permanecería cerca de la princesa, en las sombras, haciendo guardia, pero no iría a ningún otro lugar a menos que fuera sumamente urgente. ¿Ahora?, ahora tendría suerte de que la princesa lo soltara y Link volviera a su vigilancia usual.

Incómodo, sin saber que hacer o como actuar, pero allí. Todo porque Zelda se había aferrado a él y se rehusaba a soltarlo incluso dormida. Tomando en cuenta lo cerca que estuvo de morir…

- Muy bien, mandaré a alguien a que te revise luego. - Era una orden, no una sugerencia, pero la falta de reacción confirmaba sus sospechas: habría lucha.

La palidez de su rostro, la marca de ojeras en sus ojos, y la sangre sobre su ropa y manchando parte del suelo y su brazo casi inocentemente aún ahora no eran signos de una batalla completamente libre de heridas como Link quería pretender.

Y ella no sería quien le diría al rey o, peor aún, a Zelda que había permitido que el elegido por la espada y el caballero personal de la princesa cayera en batalla o enfermedad por falta de tratamiento, elección propia o no.

Tsk, el mocoso era más terco que su pequeña ave.

¿Por qué sería eso exactamente…?, Zelda no había sido la más… dada, o agradable, con este chico. Lo contrario en todo caso.

°•°•°•°•°•°

-... voe testarudo!

Hizo una mueca, debatiendo en si debía meterse o no. Su decisión fue tomada al ver a su protector comenzar mostrar los dientes, un gruñido de advertencia justo detrás. Algo nuevo, pero solo un tonto no entendería el mensaje.

- Link. - No entendía cuál era el problema, no realmente, pero Urbosa no hubiera traído un médico tan lejos de su recinto cuándo lo usual era ir a dicho recinto a ser tratado.

Orbes azules dieron con ella en un dos por tres, una expresión incierta en su rostro borrando el ceño fruncido y la mala cara de antes. Un chillido no muy varonil siguió con un ¡Ajá! de fondo en son de victoria.

- ¡Link! - ¿Desde cuándo tenía esas marcas?, ¿desde cuándo…? - ¿Por qué no dijiste que estás herido…? - ¿O por qué no se trató en lugar de…?

Oh.

- Porque es un tonto, por eso. - Fue la respuesta no solicitada de alguien que no quería tratar con un paciente que obviamente no quería ser tratado. Dicho paciente había vuelto a su mal genio, visiblemente agresivo, tratando de esconder su brazo de la vista sin quitar la suya de quien lo había expuesto.

No era la mejor situación, honestamente.

- Link. - Con razón el movimiento de ese brazo era mínimo, y porque había creído oír lo que parecían ser quejidos cuando despertó y luego cuando lo jalo. - ¿Estás herido en otro lugar? - Y ella creyendo que la sangre era de… no, no iba a pensar en eso. - Link. - ¿En serio?, ¿iba a seguir manteniendo ese absurdo silencio?

Si no se había imaginado esos quejidos como creyó, si el grito no varonil de antes no hablaba por sí solo, el gruñido en aumento confirmaba que sus cuerdas vocales funcionaban perfectamente. No era como si no hubiera sabido eso antes, no era-Una mano en su hombro la sacó de sus pensamientos, seguido de una voz muy familiar:

- ¿Puedo suponer que no te llevas bien con los médicos en general? - Dicho médico alzó las manos en exasperación al ver que el gruñido se perdió y la expresión pasó a ser cuidadosamente neutral. - Hmm, no, ya veo.

- ¿Urbosa? - Por todo lo que sabía, que no era la gran cosa, no había queja alguna del elegido de la espada maestra, a diferencia de ella…

- Creí que sería más colaborador una vez que despertarás mi pequeña ave. - Pues no, por lo visto. Pero Link no era de dar problemas… excepto a ella. Esta vez no contaba, no con… - Ese no era el problema, ¿hmmm?

- ¿Problema? - No entendía. - Urbosa, estoy casi segura de que esos cortes requieren puntos. - Y tenía al menos una noche entera sin al menos-

No podía ser. Tenía que haber hecho algo, así fuera mínimo. Tal vez solo había visto mal y-

- Nos vamos a quedar aquí. - ¿Uh? - Serás el primero en ser informado si eso cambia, asi que hazme el favor de aceptar la ayuda que tan graciosamente te estamos brindando. ¿A menos que quieras pasar el resto de tu estadía afuera mocoso? - Un apretón ligero en su hombro le aseguro que era una amenaza sin fondo.

Quizás esa fuera la primera vez que veía a su protector dudar, y solo lo sabía porque sus orejas bajaron por un momento y miró a Urbosa en busca de algo.

- No voy a salir. - Su palabra valía nada, no con tantas veces que había mentido para zafarse de él, pero: - No voy a ir a ninguna parte sin ti, ¿ok? - Por no hablar de que si estaba herido no podía hacer bien su trabajo. Y si no se trataba y se infectaban esas heridas…

Su única señal de que fue escuchada fueron esas orejas. Subieron por una fracción de segundo, perdiéndose en ese pelo-Dios, pero es que estaba hecho un desastre. No había pegado ojo en toda la noche, por supuesto que no había pegado ojo, no era nada nuevo, no era-

- Hmm, bien hecho princesa. - Un susurro, una vez que Link regresó su vista al médico.

No debió ser una sorpresa que mostrará su brazo, y con ello cortes que parecían provenir de ganchos.

°•°•°•°•°•°

- No te preocupes. - Casi salta ante la voz. No se suponía que viniera nadie. - No va a despertar, la dosis que le di fue elevada. No sentirá nada por al menos las próximas 8 horas. - Oh. Era quién los había atendido antes.

Volvió a mirar a la figura demasiado quieta en la cama. Aparte del brazo, solo tenía un corte superficial en el abdomen. Más que los puntos que le tomaron, lo que le hicieron tomar era por prevención a una posible infección por todo el tiempo que estuvo con esas heridas expuestas. Y para el dolor, sin decirle que era para eso sino para otra cosa. Todo para que quedara noqueado, y había quedado noqueado parado contra la pared.

- ¿Estará bien? - Eso era lo más importante en su mente, sin querer pensar en que nada de esto hubiera pasado si no hubiera…

- En un par de semanas estará como si nada si no hace ninguna tontería. Si usa magia, o pociones, dos días cuando mucho. - No sabía cómo no había intentado eso, honestamente. - No se lo recomiendo, no ahora, no tiene base suficiente para eso en estos momentos.

- ¿Base? - ¿Pero como?, si el daño no era tan extenso y-

- La magia se sustenta de algo para funcionar, princesa. - Esa parte ya la sabía, por tanto esta aclaración no hacía nada. - En el-

- Está en buena condición. - Física. Y mental. Quizás mucho mejor que ella.

La mujer se detuvo y la miró por un momento o dos, lo cual no ayudaba a confiar en su propio criterio. Aunque no era como si pudiera decir con-

- Princesa, ¿está consciente de lo que ha hecho su cabellero fuera de nuestras paredes? - Aparte de un par de cosas por… un momento.

- ¿No? - Y no iban a decirle, estaba segura.

- No importa. - No iban a decirle. - Un par de días debería reponer sus bases si desea utilizar pociones sin efectos secundarios. - Dicho esto, fue ignorada y dejada en paz.

- ¿Urbosa? - Porque si no planeaban decirle, al menos quería tener una idea del porque-

- Seria tonto de mi desaprovechar la oportunidad, Link es fuerze y su rango de movilidad es mayor que el mio en condiciones normales. - Por supuesto, y Link por supuesto no dijo que no. - Aunque si me preguntas, diría que el golpe de gracia ha sido su sobrevigilancia, y mira, salvó tu vida. - Se encogió en el sitio ante la mirada aguda que recibió ante lo último.

Por un tiempo nadie habló, no hubo ruido, y cuando creyó que la conversación finalmente había muerto, Urbosa se sentó a su lado y la atrajo contra sí:

- Ustedes dos son un equipo. Pequeña ave, tienen que cuidarse entre sí, de otra forma van a caer. Link no es invencible ni adivino, y tú tampoco.

°•°•°•°•°•°

Era posible, altamente posible, que mirara el techo color arena por mucho más tiempo del debido. Quizás había ido y venido del mundo de los sueños múltiples veces en ese transcurso.

- ¿De vuelta en el mundo de los vivos? - Alguien bromeó, pero no proceso tal cosa. De hecho, no proceso mucho. - ¿Link? - ¿Hmmmm?

Cuando se vio, fue con alguien en frente chasqueando los dedos y posiblemente hablando con él. Mala educación o no, su cuerpo eligió ese momento para bostezar.

- Hmm, buenos días a ti también. - ¿Eso fue sarcasmo? - Mira aquí, hey. - ¿Ahora que? - Si quieres seguir durmiendo, nadie dirá nada. - ¿Dormir?, oh cómo le encantaría dormir…

Lastimosamente eso se acabó hace bastante rato en la forma de una espada luminosa que desgraciadamente no pudo elegir a alguien más. Aparte de lo bueno que era en combate, lo cual no podía ser tanto como lo hacían ver, no tenía nada sobresaliente. Había mejores candidatos, muchos mejores candidatos, y gente que de verdad quería la espada.

Y aquí estaba él, con una espada que nunca pidió, que nunca odio, pero que honestamente no sabía utilizar y todo el mundo creía que sí. Era un solo dolor existencial tratar con gente.

-...uy pronto para que esté levantado… - ¿En dónde demonios dejó sus pantalones…? -...gado, es un peligro que…

No, no podía ser. ¿En dónde estaba su armadura?, ¿su ropa?, ¿sus cosas?, ¿la espada maestra?, ¿en donde-Bam.

- Link. - Ja. ¿Quién era esta chica?, era una chica, ¿verdad? - Link.

Pestañeo un par de veces, pero obedientemente dejó de moverse y esperó. Probablemente tenía nuevas órdenes o alguien lo había- ¿Uh?

-...sa, no está muy coherente, no es… - No era su madre, muy baja y su madre no estaba… No era su hermana, muy alta, y no la había visto en demasiado tiempo… ¿Entonces quién?, no muchos lo abrazaban de buenas a primeras como si… no, no importa.

-...no, ¿no les parece tierno?

°•°•°•°•°•°

- Muy listo de tu parte. - No, no realmente, pensó para sí tratando de ignorar la cabeza apoyada en su hombro. - ¿Cómo sabías que eso funcionaría? - No lo sabía.

Actuó mayormente por impulso. No tenía plan, pero conocía lo suficiente a Link como para saber que iba a entrar en pánico y eso significaba problemas. Problemas, porque si no reconocía a nadie atacaría o escaparía. Ya había pasado algo similar una vez, en medio de la noche.

No iba a admitir que la mayor razón recaía en verlo despierto luego de días viéndolo muy quieto. Bueno, no. No había sido un día completo siquiera, pero verlo así de quieto por tanto tiempo lo pareció. Rara vez lo vio dormir, y las veces que lo hizo fue por ratos.

- Estoy segura que el rey entenderá. - Decir esto mientras los chequeaba a ambos por encima decía más que las palabras por sí solas. - El mensaje debe de haber llegado a estas alturas, y supuse bien al pensar que ambos necesitan más días para ustedes. Hmmm, me parece que ya sacó el sueño vencido, ¿qué te parece? - Meterse con el pelo para ver los ojos, o específicamente debajo de los ojos…

- Se ve… - Joven.

- Son entrenados para funcionar con pocas horas de sueño. - El recordatorio hubiera sido apreciado en otro momento. - Tarde o temprano tienen que reponerlas, fuera de la creencia común.

- ¿Creí que tenía más tiempo…? - Señaló a los guardias fuera de la habitación. El mensaje era claro.

Urbosa se rió por lo bajo y le revolvió el pelo cariñosamente.

- No he conocido a nadie más terco que tu caballero, pequeña ave. - Ah, por supuesto que no confío en nadie…

Y seguía allí por esa terquedad, así que no podía quejarse o decir nada al respecto.

- Volveré más tarde, hay algunas cosas que tengo que ver. - Un "volvere pronto" sonó, pero era innecesario.

Estaba protegida allí, no estaba sola, y había prometido no irse sin decirle nada a Link. No iba a oír el final por parte de su padre, no importa como Urbusa torciera la verdad a su conveniencia. ¿Estaría encerrada en el castillo haciendo rezo tras rezo o sería llevada de templo en templo a ver si en alguno de ellos por fin despertaban sus poderes?

Como si alguien creyera que eso fuera posible, como si repetir lo mismo una y otra vez fuera a lograr un resultado diferente… Si tan solo tuviera al menos una pista y no simplemente una vana idea que podría o no ser…

- Ya despertaste. - Era difícil no notarlo cuando ponía distancia a velocidad luz. - ¿Mejor? - Pregunta extraña, ¿no es así?

Aparte de dormir, todo lo demás fue bastante bien según la doctora. No fiebre, no infección…

- Podemos quedarnos un par de días más. - Continuó al ver que no iba a obtener respuesta. Francamente no lo culpaba. - Aunque no estoy segura de que te permitan estar aqui por mucho tiempo. - Bajo ninguna apariencia. Le había arruinado ese disfraz que les vendría bien ahora, y no era como si… ¿eso fue…?

El sonido se repitió y su caballero enrojeció y miró a otro lado. Esas fueron las primeras risas que tuvo desde el intento de asesinato en el desierto.

°•°•°•°•°•°

Se lamió los labios, extrañando ya el bocadillo que no tenía ni 5 segundos de haber devorado. Quizás fue por esa misma razón por la cual hizo una doble toma al ver otro panecillo en el campo de su visión como si nunca se hubiera comido nada. La causa de esto era alguien que no quería mirarlo directamente, pero no tenia miedo en dar su opinión:

- Eres un pozo sin fondo. - Al menos no lo llamo glotón. Esta vez.

Asintió en gracias y tomó el panecillo ofrecido. No iba a negar comida, tenía hambre. Culpaba a lo que sea que le dieron antes, no estaba seguro ni de qué día era. Sería… ¿otro?, uh, okey…

- Lamento la demora chicos. - Sería creíble si no fuera porque había oído el desastre con los guardias de la esquina desde hace rato. - Si querías más lo hubieras dicho en lugar de comerte las provisiones extra. - ¿Las provisiones… extra?, espera, ¿provisiones?

Miró de reojo a la princesa, y lo que sea que esperaba encontrar no fue una ceja arqueada y que le tendiera otra como si no estuviera pasando nada fuera de lo normal. Pero es que nada había sido normal desde que…

De la nada el panecillo que se acababa de comer tenía algo raro, porque diantres no se cuestionó la buena voluntad… De hecho, ¿por qué no la cuestionó dos veces el día anterior?

- Las provisiones están aquí, sin tocar. - Perfecta cara de póker. - Compramos esto para pasar el tiempo, no pasa nada. - Ah… ¿en serio?, ¿cuándo?

¿En serio estaba tan fuera de-Uh, okey, okey, ya lo agarraba, no hacía falta hacerle tragar pelo también. Iba a extrañar los bocadillos de fácil acceso, cielos…

- Creí que la cena pesada de ayer le bastaría, pero obviamente no. - ¿Ah?

Ayer comió solo dos platos por cortesía, y el desayuno… el desayuno solo uno, por la misma razón. Lo último que necesitaba era no solo quedar mal con la princesa al lado, sino enfermarse de tanto comer. ¿Panecillos?, por unos pocos no debería pasar nada, eran solo panecillos.

- ¿Entonces ya tienen todo para partir? - Y era en este tipo de momentos en el cuál se sentía fuera de lugar.

Era una buena cosa que no se esperaba nada de él excepto fingir que no estaba y hacer su trabajo en paz. De otra forma no sabría qué hacer cuando estas muestras de afecto pasaban justo enfrente. Solo un ciego podría no darse cuenta de cuánto estás dos se querían y- ¡Wow!, ¿disculpen?

- Tsk, ya volvió en sí. - ¡¿Y exactamente qué significaba eso?! - Ya estás bien, ¿hmmm? - Había estado bien desde el principio, muchísimas gracias-

Oh. Rechazar sería tanto descortés como sumamente estúpido. El único problema era… listo.

- No deberías retirarlas así. - Quizás no, igual se curaría, ¿así que cuál era el punto?

Tener hilos de por medio era una pésima idea. Un poco de daño era preferible a eso. Bueno, ya que se había quitado eso… Tomó una respiración profunda, abrió la botella y tomó la mitad de un tirón. Era mejor no saborear, era mejor solo pasarlo de golpe, era incluso mejor ni pensarlo. El alivio y el leve cosquilleo en las zonas afectadas, por otra parte, eran una bendición.

- Ni una marca. - ¿Hacía falta la revisión princesa? - Y solo tomaste la mitad. - Ah, conque era eso.

- El daño no es tan extenso, aunque no está demás que la tomes completo. ¿A menos que prefieras guardarla…? - Prefería la segunda. No tenía ya. La princesa debía tener, si no había usado ninguna. Él no tenía esa suerte. - Ya veo. - Fue predecible, ¿eh?

Asintió y se inclinó un poco en gesto de agradecimiento, ignorando la mirada incrédula de la princesa. Predecible para Urbosa, no para ella. Okey.

- Ah, y antes de que se vayan… - Hizo una doble toma al ver lo que Urbosa sacó de su espalda. - Se que ya tienes una espada… - No, no hace falta señalarle de ninguna forma la espada que tenía en la espalda, ni siquiera con la mirada. - pero igual quisiera darte esto. - Una espada. Otra espada.

Al menos era más normal que la espada maestra, aunque no necesitaba otra espada. Con una era más que suficiente. Si bien no entendía de dónde estaba viniendo este gesto o porque el arma se le hacía familiar, estaba seguro de que la había visto en alguna parte, negar no era una opción aceptable, desgraciadamente. Por ello, ofreció las manos. Un arma era un arma, en algún momento podría serle útil. Esperaba.

- Qué te sirva bien, Elegido. - Otra vez. Por supuesto.

No había un día en dónde alguien no se lo recordara. Si le dieran una rupia cada vez que pasaba, sería millonario y no trabajaría un día en su vida.

Inadvertidamente para él, una princesa había perdido todo el color del rostro, una Gerudo sonreía como el gato que se comió al canario, y las demás Gerudo presentes habían perdido tanto color como compostura. Todo por una arma inocentemente vista en alguien que no le pertenecía y no tenía la más mínima idea de que acababa de acontecer tan pronto tomó dicha arma.

°•°•°•°•°•°

- Uh, Link… - Aún le faltaba sal. Ay. - Si sabes que no tenías porqué aceptar el arma, ¿verdad? - Y también le caería bien otro hongo. - ¿Link?, ¿me estás escuchando? - Listo, con esto debería de estar. - Link.

¿Qué quería que dijera?, ¿o que hiciera?, decir que no era una pésima, horrible, idea. No quería morir aún, aunque si moría, tal vez… no, no quería morir ni siquiera por la mínima posibilidad de que la espada maestra escogiera a alguien capacitado para el fin del mundo. Aún tenía muchas cosas que probar y comer, tenía- Uh uh…

En su pánico por responderle algo a la princesa sin insultar a nadie, su vista cayó en el aparato que nunca soltaba. Lo señaló como respuesta, y luego al arma. Finalmente, se limitó a señalar las mochilas. Para una idea salida de último momento, creía que estaba bien. No era como si-

- ¡Una espada no es equipaje Link! - Eh no, a eso no se refería a…

Suspirando profundamente, y disculpándose internamente con la diosa, deliberadamente tomó la tabla Sheikah. Que raro que no fue insultado y demás, pero todo había sido raro desde el casi asesinato asi que… Con eso en mano, se limitó a mirarlo por un momento. Sabía que se podía escribir allí, pero ni idea de como hacerlo. En realidad, por más que supiera que podía hacer y que no, no quería decir que supiera cómo hacerlo, cuándo o porqué. En realidad, no se supone que supiera, pero…

Miro de reojo a la princesa. Alguien estaba siendo muy paciente hoy, lo tomaría como un buen presagio. Muy bien, como le explicaba… Ah, aunque de seguro no iba a apreciarlo…

- ¿Qué estás…? - Si, si, debía de verse como un estupido, no hacía falta que se lo dijera, ya sabía.

Tomó otra respiración profunda y se colocó lo más firme, pero solemne, posible. Entre sus manos estaba la tabla Sheikah, en pose de entrega. El hecho de que la "corona" improvisada durará el minuto que quiso fue mucho más de lo que pidió, y aún así sentir una de las ramas caer y golpearle la nariz no fue apreciado. Al menos fue una simple rama y no otra cosa.

- Urbosa no es… no es como mi padre. - Arqueó una ceja, entregando la tabla Sheikah. O lo intento, porque había quedado fría.

Tal vez no debió intentar explicar nada. Por algo no hablaba, por algo encontraba tratar con la gente muy difícil. No valía la pena, era un solo dolor de cabeza. Mientras menos buscarán hablar con el mejor. No era precisamente una buena solución, la verdad, pero era mil veces mejor que hablar con gente. No es que fuera admitirlo, no creía que siquiera fuera viable, pero… Lo mejor era la menor interacción posible, lo cual se simplificaba en pocas o ninguna clase de conversación, gracias a la diosa.

- ¿Estás diciéndome que ves a Urbosa como mi padre? - Sin pensarlo, hizo el gesto de más o menos. De haberlo pensado, no hubiera sabido qué responder.

De haber prestado más atención, hubiera entrado en pánico interno ante el temblor en esa voz, o ante el terror levemente marcado en ese rostro. En su lugar, aparte del hilo de sus pensamientos, la cena era más importante: ¿a quién le gustaba la comida quemada?

Hubiera preferido mil veces carne o pescado que crema de hongos, pero cazar en esta zona era mala idea. No, ya sería en otro momento. Y… ¿acaso había dicho algo que no debía?

Si en la mañana se aseguro de hacer un postre no solicitado para solo una persona que no era él, nadie lo señaló.

Menos mal, porque no sabía que hubiera dado como excusa o explicación. Tratar con gente no era lo suyo.

°•°•°•°•°•°

Lo único positivo de ver a su padre fueron los 10 segundos de paro mental reflejado en muchos rostros al ver la espada de Urbosa en la cintura de Link. Por todo lo demás, fue tan malo como temió.

- No tienes porque hacer guardia toda la noche, ¿no tienes con quien cambiar de lugar? - Nunca se había molestado en indagar sobre ese tema, pero ahora que lo tenía de frente luego de lo ocurrido era difícil seguir ignorándolo.

Su única respuesta, si es que pudiera considerarse así, era que la mirada impasible fue a dar con ella. Si no estuviera prestando atención, no hubiera notado como esa mirada se suavizó levemente con ella. Por todo lo demás, fue un concurso de miradas en el cual ella estaba perdiendo.

- ¿Tienes relevó al menos? - Tenía que tenerlo, era simple lógica.

Recibió un asentimiento lento, confusión brillando en esos ojos por un breve momento. Bien, eso le bastaba. Era más que obvio que no iba a conseguir más que eso. Mucho fue que le respondiera, honestamente.

- Buenas noches. - No recibiría respuesta, pero por una vez no le dio importancia alguna.

Sea cuál fuera la razón, tenía que ser una buena. No era personal. Esperaba. ¿Y si lo fuera qué derecho tenía de molestarse?

°•°•°•°•°•°

Si había un relevo, era de corta duración, pensó con una mueca interna. Las señales eran tan sutiles que bien podrían no existir, pero ahora que sabía que estaban allí era otro tema. No sabía si agradecerle o no a Urbosa por compartir esa información en particular con ella. Tal vez no debió preguntar.

- Buenos días. - Al menos podía ser cortés.

Un movimiento leve de orejas y un destello de confusión. Nada más. Eso fue todo. Era su propia culpa, por supuesto que vería raro que fuera cortés con él ahora, de la noche a la mañana como quién dice.

Aún así, tenía que preguntar:

- Mañana partimos, ¿está todo listo? - Para no decir directamente: "¿estás listo?"

No es como si alguno de ellos tuviera mucha opción.

- Perfecto. - La verdad es que no, ¿pero qué podía hacer al respecto?, nada.

Por una vez, sentir la presencia detrás de ella no era una sombra de la cual quería escapar. No era un sentimiento agobiante que deseaba desaparecer.

Una hora más tarde, esa misma presencia no fue un golpe en la quijada al verse siendo jalada fuera del agua helada. Algo nuevo, si la expresión de desconcierto de su acompañante decía algo ante su silencio.

Huh, tal vez había estado buscando comunicación en el lugar equivocado.