Cook a meal for your partner.


«¿Quién me envía un mensaje? Allá entre las nubes.»

—Li Qingzhao.

—¡Reacciona de una vez!

Jon se sobresaltó al sentir la madera de un palo de gruesa madera estrellarse contra su nuca y romperse al instante, un golpe que a cualquier otra persona le hubiera hecho caer al suelo sangrando, pero a él sólo le sorprendió y ni un rasguño le quedó. Damian le había arrojado una pesada paleta de madera que a saber de dónde había sacado. Estaba entrenando junto a los hermanos Wayne en el patio de la mansión y de un momento a otro se había perdido en sus pensamientos, de tal forma que el menor había perdido la paciencia y decidió romperle algo en la cabeza para hacerlo reaccionar.

—Demasiada agresividad sólo para llamar la atención de alguien, Damian —dijo Dick con una risita de por medio—. No quiero saber cómo harás para atraer a Raven.

—Cállate —espetó Damian.

—Lo siento, me distraje —Jon se rascó la nuca y sonrió con pena.

—Sí Jon. Ya lo notamos —Dick se cruzó de brazos y dejó salir una carcajada, una que hizo sonrojar al joven invulnerable. Luego ladeó la cabeza y sonrió de lado, con burla— ¿Qué te tenía tan ensimismado? ¿Shaolin habló contigo?

—Siempre lo hace —contestó Jon.

—Tú sabes de lo que habló.

Ambos ignoraron el gruñido de Damian cuando Nightwing mencionó el nombre de la capitana.

—¿Podemos concentrarnos en el ejercicio?

—Pero si hemos interrumpido entrenamientos para oírte parlotear sobre Raven sin quejarnos, Damian —replicó sorpresivamente Jon.

—¡Jamás en la vida te vuelvo a contar nada!

Dick soltó una risotada al ver a su hermano adoptivo tan rojo como su uniforme, y Jon no pudo evitar reírse también.

—Ambos sabemos que eso no es cierto —respondió Jon.

—No respondiste mi pregunta —el mayor se dirigió a Jon— ¿Sabes algo de Shaolin?

—Prefiero personalmente no saber nada de esa enana del demonio —espetó Robin.

—Pero si tú también eres bajo, mocoso —contraatacó Dick, el aludido sólo gruñó.

Jon sonrió.

—Está bien, Damian. Sé que Shao te agrada en el fondo, lo más profundo, escondido y recóndito de tu ser.

—Serás un...

—¿Por qué no nos esperas por allá, Damian? Después seguimos entrenando sin ninguna interrupción. Te lo prometo —el antiguo trapecio tomó a su hermano adoptivo por los hombros y comenzó a guiarlo a un lugar algo alejado del amplio jardín de la mansión Wayne. Este se resistió.

—¡No puedes echarme de la conversación si no es nada grave!

—Claro que puedo mocoso. Es un derecho.

Y ni bien el actual Robin alcanzó a volver a protestar cuando Dick lo empujó a un sitio entre unos árboles y luego, quizá para picarlo más, le dijo un Te quiero. Después se dio vuelta y volvió a reunirse con Jon.

—Ahora sí, dime —le dijo Dick— ¿Qué pasó entre ustedes que te tiene tan ensimismado?

Jon no pudo evitar hacer una mueca: —¿En serio echaste a Damian sólo para preguntarme eso?

—Semejante distracción por un problema amoroso en una batalla real puede resultar letal incluso para un hombre de músculos de asteroide como tú —contestó el mayor y se cruzó de brazos—. Ahora sí, habla.

—No hay ningún problema, Dick. Sólo estaba pensando en la última vez que nos vimos.

—¿Acaso hicieron cosas... Ilegales?

El cambio repentino de tono de Dick y la forma en la que su ceja se alzó al compás hizo imposible que Jon no captara la indirecta. Se puso al instante tan rojo como la olla de té de su casa y por un momento pensó que perdería el control de sí mismo y saldría disparado rompiendo la línea espacio-tiempo, o cayendo en el sol en el mejor de los casos.

—¡No no no! ¡No es nada de eso!

—¿Entonces qué ocurre? —Richard no pareció ni siquiera notar su arrebato.

—¡Simplemente la extraño! ¡Eso es todo! Me puse a pensar en ella cuando tocamos el combate cuerpo a cuerpo.

—Oh, claro —Richard sonrió de nuevo, pero de manera burlona—. Puedo ver que te ayuda el tiempo con ella porque antes tus reflejos eran espantosos.

—¡Dick!

El aludido dejó salir una carcajada que probablemente se habría podido escuchar al otro lado de la altísima verja, tanto que incluso se dobló sobre sí mismo para la irritación y mayor vergüenza de Jon, pero al cabo de un rato Nightwing se irguió, se secó con el antebrazo las lágrimas que se le habían salido por la risa y cuando vio la expresión de Jon suspiró profundamente para acabar de calmarse. Jon pareció notar esto para decir lo siguiente.

—Ella me dijo que me amaba.

Dick parpadeó, varias veces.

—¿Y? —preguntó— Ya llevan un año juntos, ya era hora de hecho.

Jon frunció el ceño.

—¿Te lo dijo en inglés o en japonés? Porque en japonés eso significa mucho más —volvió a hablar Richard.

—En inglés.

—¿Le respondiste igual?

—Sí.

—¿Entonces cuál es el problema? —ahora sí Dick estaba perdido.

—Te dije que no hay ningún problema, es sólo que...

Las mejillas del héroe se sintieron arder. Durante el entrenamiento no había podido parar de recordarlo: Recordaba el pequeño rostro de la capitana, mitad iluminado por la luz de la lámpara y otra mitad por la luna, viéndose tan etérea que daba la impresión de que al tocarla se desvanecería, sus ojos grises que pese a su intensidad inquietante lo hacían sentir tan cálido y acogido, el profundo tono negro de su cabello liso húmedo, el flequillo desordenado que dejaba su frente a la vista, el blanco de sus ropas, sus finas clavículas visibles, la delicadeza de su boca rojiza, la ternura en su acento inglés que mejoraba con el tiempo. Recordaba todo con tanta claridad y a la vez le resultaba tan irreal, su aliento cortado, el cosquilleo por su piel y la aceleración de su pulso eran lo único que le permitía asegurar que ese íntimo momento no había sido imaginario.

—Es que aún me cuesta creerlo —el joven terminó su frase, el ardor en su rostro era más que suficiente señal para deducir lo rojo que se encontraba.

Richard sonrió de lado, aunque era una sonrisa más enternecida que antes.

—Sí, yo me sentí similar la primera vez que Kory me dijo que me amaba, y de hecho me siento así cada vez que lo dice. Sueles sentir que es algo demasiado bonito para ser real.

—La extraño, Dick.

La sonrisa de Richard se desvaneció y se rascó la nuca, incómodo. Ahora el desánimo en la voz del joven era palpable.

—Ya. No te pongas así —el antiguo trapecio se acercó y le rodeó con un brazo los hombros—. Shaolin odiaría verte decaído por ella.

—A veces me pregunto si esto funcionará. Todos me dicen a menudo que las relaciones desde lejos son una tontería y que sólo nos hacemos daño. Y a mí me duele separarme de ella y a veces no poder verla en persona hasta meses después —Jon suspiró y bajó la cabeza—. No sé qué estoy haciendo. Es tan importante para mí que no quiero que sufra porque no estoy siempre para ella, pero no puedo evitar pensar que quizá tienen razón y persigo un cuento de hadas.

Richard esta vez frunció el ceño de forma bastante notoria y dejó su abrazo.

—Este debe ser tu peor defecto, piensas demasiado en lo que los demás digan —el kryptoniano levantó la cabeza y lo miró fijamente—. Toda relación, a distancia o no tiene su posibilidad de fallar, sus altas y bajas. Encasillar el amor en sólo una característica es un error garrafal, pero tan común que cientos de personas enamoradas ni siquiera lo intentan —Dick tomó aire y llevó sus manos a su cintura—. Mira, Jon. No tengo derecho a decirte si su relación va a funcionar o no, si la distancia los separará o no. Pero si mal no recuerdo tú también sabías esto cuando te le declaraste ¿O no?

Jon asintió con la cabeza.

—Y ella también lo sabía cuando te aceptó ¿O no? —Jon volvió a asentir— Eso es lo importante. Ambos se quieren mucho y pese a todo eligieron estar juntos, es verdad que la distancia es dolorosa. No sabes cómo me deprimo cuando Kory se va de viaje a Tamaran —y la sonrisa de Nightwing regresó—, pero algo que sí puedes hacer es que el poco tiempo que tienen juntos sea fructífero.

—¿Y cómo? —Jon ladeó la cabeza como cuando era un niño y no comprendía algo.

Richard rodó los ojos. —Me dijiste que en el club de cocina has aprendido a hacer Mousse y esas cosas. Puedes empezar por ahí.

—¡Un Mousse para Shao! —los ojos de Jon soltaron chispas y una amplia sonrisa se le dibujó en la cara— ¡Gracias Dick!

—¡Espera un minuto! ¡¿A dónde crees que vas?! —con otra paleta de madera y el ceño fruncido Damian había aparecido de la nada bloqueándole el paso, justo cuando Jon se daba vuelta— No creas que te saltarás de nuevo el ejercicio de flexibilidad.

Dick soltó una risita nerviosa: —Mejor espera a que ella esté aquí, Jon.


Ya habían pasado seis semanas, prácticamente un mes desde la última vez que la vio. Jon se había levantado de un salto de su cama dos minutos antes de que su despertador azul sonara, se puso de pie, se duchó y solamente tragó un vaso de leche antes de coger su mochila y correr a sus clases, ya comería algo más decente en la cafetería de la Universidad. Aparentemente para el resto de sus vecinos no pasó desapercibido su aire más animado de lo natural, y la primera en notarlo fue Olive.

—Buenos días, Jonatan.

—¡Buenos días, Olive!

—Te veo muy contento hoy.

—¡Mi novia viene de visita! —el muchacho le dirigió una gran sonrisa antes de bajar las escaleras hasta la recepción.

Tampoco para sus compañeros pasó desapercibido el buen ánimo de Jon, quien aunque era dulce y amable a menudo era notorio que estaba constantemente agobiado por otra clase de presiones. El tiempo que por lo general se arrastraba para Jon pasó con una agradable rapidez y fue como si el mundo hubiese decidido dejarlo descansar de sus mismas presiones, los maestros fueron tan duros como siempre, pero las clases no se le hacían tan abrumadoras, el desayuno se le hizo más delicioso, el amplio patio del campus le pareció más bonito e incluso su súper oído no lo atormentaba tanto con sonidos de disturbios, personas andando, autos, mascotas. No era perfecto, pero era reconfortante.

Después del almuerzo y la última clase del día miró su reloj y su corazón latió con entusiasmo, ya ella debía estar aquí. Recogió sus cosas con prisa, tiró su vaso y su plato de cartón al depósito correspondiente de la cafetería y caminó rápidamente a la entrada de la Universidad, misma en la que sabía que ella le estaría esperando. Nunca antes había venido a verlo al lugar donde estudiaba. Cuando atravesó la puerta y caminó los tres o cuatro metros que le llevaban al portón la vio. Ese corto cabello oscuro era muy fácil de reconocer.

Vestía un top negro de tirantes delgados que mostraba su abdomen y sus hombros y una tira de tela unida a este alrededor de su cuello, un cárdigan abierto de color arena, pantalones ajustados blancos y botines negros, llevaba cruzado sobre su hombro un bolso pequeño y se veía muy concentrada mirando algo en su teléfono. Cada vez se mezclaba mejor con el mundo de los vivos y más el americano. Sin embargo había un grupo de jóvenes cerca de ella que no paraban de mirarla y Jon no pudo evitar fruncir el ceño al oír lo que decían.

—Chica nueva ¿Eh?

—Tal preciosura debe venir de afuera.

—Ni lo piensen. Yo voy primero.

—¡Tú siempre te quedas con las mejores!

Afortunadamente Jon llegó a ella antes de que esos muchachos decidieran quién se acercaría primero a su novia. Le gritó un Hola Shao, ella alzó la mirada para verlo y de lejos le sonrió, los otros hombres suspiraron exageradamente al verla sonreír, pero poco o nada le importó a Jon que una vez la tuvo cerca la arropó entre sus brazos, la muchacha le rodeó el cuello con los brazos y correspondió el saludo, sacándole una gran sonrisa a Jon por la ternura en su voz, no la besó nada más porque sabía que no le agradaban tales muestras de afecto en público. Shaolin no pareció dudar cuando él le dijo sonriente que ya podían irse, y mientras se alejaban de la mano de la Universidad Jon no pudo evitar que su pecho se hinchase con cierto orgullo al escuchar a los mismos hombres decir.

—Que lástima. Ya está tomada.

—Normalmente no me importaría pero ese tipo podría romperme en dos.

Tan feliz estaba Jon de volver a verla —sin contar que se sentía un poco más posesivo de lo normal por muy irracional que pudiese resultar— que sonrió ampliamente todo el camino a su complejo de apartamentos incluso cuando Shao se detuvo y se posicionó detrás de él para cerrarle la cremallera de un bolsillo abierto en su mochila. En la calle era fácil pasar por alto a las demás personas que simplemente estaban inmersas en sus asuntos, pero la verdad no fue posible lo mismo cuando entraron a la recepción y varias personas, unas de su misma Universidad, otras que estudiaban en otros campus pusieron sus ojos en Soi Fong y los abrieron como platos, aunque a ella no pareció importarle, Jon por instinto apretó con un poco más de fuerza la mano de ella y se dirigieron al recepcionista, que además miraba a la joven con un rostro boquiabierto que hubiese resultado divertido para Jon, si no supiese que estaba así por Shao.

Jon carraspeó: —¿Puede darme la carta que debió haber llegado para mí? Eso dijo mi padre.

El hombre sacudió la cabeza y torpemente buscó el sobre mencionado entre las alacenas, quién sabe si se había puesto nervioso por la capitana o porque llegó a fijarse en sus manos unidas, el muchacho agradeció con una sonrisa "cordial" y se marchó de allí con Soi Fong, para su suerte muchas de las personas que se les habían quedado viendo habían vuelto con velocidad a sus asuntos pero otros insistían incluso en las escaleras. Fiebre de chica nueva, suponía Jon.

Pero no hacía menos molestas las miradas y expresiones.

—¿Quién será ella?

—Es lindísima.

—¿Será novia de Kent?

—Van juntos de la mano y ni de lejos puede ser su hermana ¿Tú qué crees entonces?

—¿Vive en el gimnasio para tener ese cuerpo?

—¡Shh te van a escuchar!

Diablos, sabía que Soi Fong era bella y sabía que él no podía ser el único en darse cuenta pero ¿No podían ser más discretos?

—Buenas tardes, Olive.

—Hola Jonatan —su vecina se fijó también en Shao y por lo menos no puso expresión de no haber visto otra cara extraña en su vida— ¿Quién es tu amiga?

—Es mi novia, Shaolin —contestó el muchacho con una sonrisa, la capitana la saludó con la cabeza. Ésta vez Olive sí colocó expresión de sorpresa.

—Encantada, Shaolin... Vaya, y eres mucho más bonita de lo que imaginaba.

—Muchas gracias —contestó la aludida.

—Nos vemos más tarde, Olive —dicho esto y con una última sonrisa Jon se dirigió con ella a su puerta, la abrió y entró después de ella. Ambos pasaron por alto la mirada extraña que les mandó la chica hasta que la puerta se cerró.

Por otra parte, Jon sintió que al fin podía respirar tranquilo una vez Shao estuvo dentro de la protección de su casa y lejos de las miradas extrañas.

Sonrió ampliamente, ahora podía mostrarle a Shaolin lo que había preparado para ella, la ayudó a sacarse el bolso y dejó que ella misma se quitase el cárdigan y lo colgase en una percha cercana, ahora veía que el top tenía mangas largas y ceñidas, que marcaba su busto a la perfección y su cintura desnuda.

—¿Fue muy difícil encontrar el camino hasta la Universidad?

—Tu presión espiritual absurda me guió —contestó ella—, además me lo explicaste con lujo de detalle y dibujaste un mapa —le señaló con cierta diversión y algo de ternura.

—¿Te sirvió?

—El mapa no, era incomprensible, por eso me guié por tu presión espiritual.

El héroe hizo un mohín, pero la sonrisa le volvió al cabo de segundos.

—Linda ropa ¿Dónde la conseguiste?

—Me la regaló Mei-chan.

—¿En serio? —él ensanchó su sonrisa— Que dulce de su parte, y ha dado en el blanco también.

La joven no pudo evitar sonrojarse, pero de todas formas agradeció el cumplido.

—¿Puedes sentarte un momento? Quiero mostrarte algo —dijo Jon señalando uno de los bancos en la barra de su casa, ella arqueó la ceja, pero obedeció y se sentó de espaldas a la mesilla y mirándolo— ¿Puedes darte la vuelta y cerrar los ojos?

—¿Por qué?

—Porque no será lo mismo si me ves sacarlo.

Soi Fong suspiró pero de todas formas volvió a ceder, se dio la vuelta y cerró los ojos. Luego de cerciorarse de que ella no estaba haciendo trampa Jon corrió a su nevera, la abrió y de ahí sacó una copa con mousse de chocolate, decorado con crema, azúcar morena y una fresa dividida en dos. El día anterior había recordado la idea que le dio Dick cuando estaba en la mansión Wayne, compró rápidamente los ingredientes necesarios y se aseguró de hacer cada medida lo más precisa posible, de probar constantemente las mezclas para asegurarse de que supiera bien, pero no tan dulce como para empalagarla, se aseguró de decorarlo lo mejor posible y lo dejó en la nevera, esperando con ansias a que la capitana llegara para que lo probara.

El joven dejó la copa frente a la muchacha que tenía los ojos cerrados y dijo: —¡Ta-dá! Abre los ojos.

Cuando Soi Fong los abrió y vio frente a ella la copita de Mousse sintió un calor en el corazón que no podía explicar, calor que se notó también en sus mejillas. No era ni siquiera la primera vez que Jon cocinaba para ella, pero nunca dejaba de sentirse así, una felicidad que se le haría imposible poner en palabras, la calidez de saberse cuidada y el cariño que Jon le transmitía la superaba por muchos momentos.

—¿Es para mí? —ella levantó la mirada para verlo, sabía que la sola pregunta era estúpida, pero era casi un instinto eso de corroborar que aquellos gestos tan dulces eran para ella.

—Sí, aprendí a hacerlo hace poco y sería un crimen que no lo probaras —él le sonrió con dulzura—. Conozco tu dieta, pero también puedes comer algo delicioso de vez en cuando ¿No?

Era verdad, Soi Fong tenía una dieta tan estricta que en su momento no se permitía ni siquiera un trozo de pastel, pero gracias a Yoruichi, la asociación de mujeres Shinigami, Mei y Jon aprendió a relajarse con el tiempo. Aunque todavía no era una gran fanática de los dulces, cuando alguien querido se los regalaba ella siempre se los comía, y no, no tenía nada que ver esa pequeña humillación que se llevó cuando quiso darle chocolates a su maestra y ella se los rechazó.

Especialmente Jon, que sólo porque sí le había preparado aquél postre, que muy simple no parecía, e incluso lo había decorado para ella.

—Gracias, Jon.

—¿Qué esperas? Pruébalo —insistió él sonriente.

Soi Fong agarró la cucharita cerca de ella, tomó un poco del postre y se lo llevó a la boca, se le salió un sonido satisfactorio de lo bueno que estaba y quizá también se sonrojó un poco más por esto.

—Está delicioso.

Al instante el rostro del chico se iluminó y sus ojos brillaron, y Soi Fong sintió que esa expresión feliz había hecho que el Mousse supiera incluso mejor.