Once
Para: drag_malblack .mx
Asunto: Unsueño difuso
Draco:
Hay algo muy curioso que me ocurrió la otra noche.
Ya te platicaré sobre ello.
Lo único que diré por ahora es que se lo contaré a mamá. Estoy decidido y preparado para ello.
Envíame tus buenos deseos.
El que te extraña a cada minuto del día, Harry Potter.
Para: hp_evans02 .mx
Asunto: Un sueño difuso
Harry:
¿Vas a hacer caso a la recomendación de Diggory?
Está bien, si tú te sientes preparado, está muy bien. Tienes mi apoyo.
Y por supuesto que te envío mis buenos deseos.
Tu madre es una mujer muy comprensiva, seguro no tienes nada de qué preocuparte.
El que se masturba cada vez que ve una foto tuya en los diarios, Draco M.
Harry emite un largo suspiro.
Lily Evans está sentada al otro lado de la estancia, concentrada en un pergamino que tiene entre las manos. Pasan unos segundos y lo deja sobre el escritorio, después mira con gesto expectante a su hijo.
Tal vez este no sea un buen momento para hablar, pero Harry ha decidido que no va a posponerlo más.
—¿Me puedes regalar diez minutos?
Su madre sonríe suavemente.
—Por supuesto, dime. —Y lo invita a sentarse en una de las sillas frente al escritorio, pero Harry opta por permanecer de pie.
Toma una profunda bocanada de aire y comienza.
—Hay una situación de la que quiero hablar contigo, porque, bueno, eres mi mamá y formas parte de mi vida, y he pensado que esto es muy importante... —empieza— pues resulta que de un tiempo para acá he comenzado a reflexionar sobre algo de lo que yo no tenía idea, pero ahora está muy claro...
Está divagando mucho, como suele hacer cuando está nervioso y no sabe cómo decir las cosas.
Lily permanece inmutable, conoce a su hijo desde que este nació, así que ha aprendido a organizar las palabras de Harry por su cuenta.
—De acuerdo, ¿de qué se trata?
—Bueno... —dice Harry—. Resulta que... que no soy heterosexual. Soy... soy bisexual.
—Ah, ya veo —dice la ministra en un tono relajado y luego suelta una risita—. Pensé que se trataba de algo grave. Me asustaste, cariño.
Y Harry, quien esperaba una reacción menos positiva, mira a su madre con expresión confundida.
Mientras tanto, Lily se pone de pie y rodea el escritorio, camina hacia su hijo y le toma una mano.
—Gracias por contármelo —dice ella con una sonrisa amable. Y Harry le devuelve la sonrisa al sentir que se le cae un peso de encima. Sin embargo, todavía tiene otra cosa qué decir.
—Eso no es todo.
Lily concentrar sus ojos verdes en él, expectante a lo que va a decir.
—Sucede que... he conocido a una persona.
—Está bien, me alegro mucho por ti. Está bien que salgas con alguien, es normal, solo ten cuidado...
Harry no canta victoria, pues todavía no ha dicho de quien se trata y duda que su madre esté tan feliz al saberlo.
—Ehh... Esa persona este... es... —la interrumpe Harry—. Es Draco.
Transcurren unos instantes. Lily se queda como pasmada.
—¿Draco...?
—Sí.
—¿Draco Malfoy?
—Sí.
—¿El representante de la Confederación Internacional de Magos?
—Sí.
—¿Estás seguro?
—Si, mamá. Estoy muy seguro.
—¿Y todo ese odio...? —replica su madre—. ¿O era amistad?
—De alguna manera fue algo como una amistad por un tiempo, pero eventualmente se convirtió en algo más. Y si, definitivamente lo odiaba.
—Entiendo.
Lily va hacia la puerta, abre y llama a Cedric quien se apresura a entrar.
—Cedric, te pido, por favor, canceles toda mi agenda del día. —Mira a Harry y le sonríe—. ¿Algo especial que te apetezca comer?
Y Harry al fin sonríe de manera natural. Como siempre lo ha hecho. Con una gran sonrisa y los ojos entrecerrados por el gesto.
Llegan ambos a casa con una bolsa llena de pescado y papas fritas.
—Muy bien —dice su madre cuando toman asiento, con un movimiento de su varita destapa la comida y la reparte entre los dos—. Antes de empezar, quiero dejar clara dos cosas: la primera es que te quiero mucho y te apoyaré en todo, siempre. La segunda es que... ¿Draco Malfoy? ¿Estás de acuerdo en que independientemente de tus sentimientos esto puede significar un problema para nosotros a nivel logístico?
Harry asiente.
—No es el momento apropiado, pero tengo que preguntar: Trasladores, lechuzas ministeriales, ¿usaste algo del ministerio para comunicarte o encontrarte con él?
Harry niega con la cabeza.
—Hemos hablando la mayoría de las veces por mensajes telefónicos. Hedwig algunas veces ha ido a la mansión, pero fueron como tres veces, o tal vez cinco. No he usado ningún traslador. Todos los viajes los he hecho por medios muggles o por aparición.
—Bien, te creo. Sé que estás muy consciente de que no debes hacer uso de los recursos nacionales para tus relaciones personales.
Harry vuelve a asentir.
—De acuerdo, si tú quieres seguir viendo a Draco, no te lo voy a prohibir. —Hace una pausa para respirar profundamente—. Sin embargo, entiendes que Draco no es cualquier persona, es un representante de la Confederación Internacional de Magos y es un Malfoy. Lo que genera muchas conclusiones sobre él. Así que, quiero dejarte algo muy claro, piensa y reflexiona a profundidad sobre tu relación. Sobre ti mismo. Qué hay de tu carrera como auror, del resto de tus proyectos a futuro. ¿Te has preguntado qué pasaría si la sociedad mágica lo descubre? Esto, sin duda, no sería como cualquier chisme trivial en el que te han involucrado. Eso significaría un problema para ambos. Sé que tienes una clara idea de lo que pasará.
Harry asiente.
—Bien, entonces te pido que pienses seriamente si lo tuyo con Draco es algo que quieres para siempre.
—Lo quiero —dice Harry con convicción—. Hace poco no tenía ni idea, pero ahora lo sé con total seguridad, quiero a Draco, de verdad.
Su madre tuerce la boca en una sonrisa comprensiva.
—Estaba pensando sugerirte que terminaras esa relación.
Harry ríe.
—Esa no es una opción.
—Lo sé —dice su madre sonriendo. Estira el brazo a través de la mesa y Harry hace lo mismo para alcanzar la mano de su madre—. Te apoyaré, pase lo que pase.
—Gracias, ma.
—Por cierto —le dice colocándole un par de golpecitos en el dorso de la mano—, lo siento mucho, cariño, pero quedas fuera de la campaña.
—Ahh... —¿Qué? ¿Qué acaba de decir su madre? — ¿Por qué...?
—Tu vida amorosa es muy importante para mí, como tu madre que soy, pero el mundo mágico también es importante, como ministra. Tengo que proteger ambas cosas.
Harry entiende.
Y realmente no está para nada triste. Al contrario, en su interior se siente feliz por el hecho de que ya no tendrá que hacer apariciones en público, ni tendrá que tomarse fotos con miembros del ministerio que solo quieren estar cerca de él por ser hijo de la ministra.
Por otro lado, lo lamenta; uno, porque en verdad quiere ayudar a su madre y dos, porque ya no tendrá pretextos para escabullirse entre un evento social y otro para tener encuentros furtivos con Draco. Sin embargo, su madre tiene razón. No puede permitir que el mundo se entere antes de que lo hable con Draco, antes de que le confiese sus sentimientos.
—De acuerdo —contesta Harry.
—Ah, una cosa más —dice Lily en un tono suave—. Sé que en Hogwarts no proporcionan ninguna educación sexual, y que tu padre y yo no te hablamos de este tema en su momento, de modo que solo quería cerciorarme de que sabes que sigues necesitando usar hechizos de protección, aunque practiques el sexo anal y...
—Mamá. ¡Basta! Vamos a comer.
Su madre sonríe divertida, parece como si lo estuviera molestando a propósito.
Harry necesita este viaje.
Unas relajantes vacaciones en India, el país donde nació su abuelo paterno.
La casa donde creció el abuelo fue heredada a su padre. No es la primera vez que la visita, pero si la primera vez en que lleva a sus amigos y a su novio.
Están llegando a la central de trasladores cuando se encuentran de frente con Pansy y Draco.
Harry solo puede centrar la mirada en el chico rubio que luce un pantalón color beige y una camisa polo azul cielo. Sus ojos van cubiertos por gafas oscuras. Y su cabello cuidadosamente peinado hacia un lado.
—¡Hola, hola! —saluda Draco al recibir el abrazo un poco muy emotivo que le proporciona Ginny.
Harry observa cómo pasa de Ginny a Hermione hasta que es su turno. Es hasta que aspira el olor a limpio que desprende y siente la risa de Draco contra el pliegue de su cuello, que Harry se da cuenta cuanto lo había echado de menos, mucho más de lo que creía.
—Hola, amor —escucha que le susurra Draco en voz baja, justo por encima del oído, y a Harry se le olvida respirar y hacer cualquier otra cosa que no sea reír sin poder evitarlo.
Este es Draco, su Draco. La persona que ama y a la que no sabe cómo va a decirle tal cosa, pero no se preocupa en absoluto, porque sabe que ambos están al otro lado de la línea.
Assam lleva otra forma de vida. Y en algunos lugares de la región conviven gente mágica y no mágica. Ese es el caso de Tezpur, donde se encuentra ubicada la casa de los Potter. Es por esa razón, que para trasladarse hacia allá eligen un transporte muggle.
Harry es designado para conducir, lo que limita sus interacciones con Draco quien no ha dejado de reír por la efusiva conversación entre Pansy y Ginny. A veces, Harry gira para verlo brevemente y sonríe. Es un hecho, no puede dejar de mirar y admirarlo al mismo tiempo.
Cuando al fin llegan a la casa, Harry se apresura a levitar todas las maletas que traen consigo y repartirlas en las habitaciones correspondientes.
Y mientras él desaparece, Draco se para en medio de la estancia mirando hacia todas partes inseguro. Al fondo, en una esquina, hay una mesita donde yacen varias fotografías familiares, algunas antiguas y otras más modernas.
Draco se acerca para mirar más de cerca. Sonríe al ver una foto de Harry y sus padres. Calcula que tendría unos cinco años de edad. Está sonriendo y mirando hacia la cámara. Lleva las gafas torcidas y en su sonrisa hacen falta un par de dientes.
—Hola.
Escucha el saludo e inmediatamente se pone rígido.
Con una postura completamente firme da media vuelta.
James Potter tiene una expresión seria.
—Ah... Hola —saluda de vuelta y se pregunta dónde rayos se metió todo el mundo—. Gracias por la invitación —dice y se acerca rápidamente para estrechar la mano del padre de Harry.
Al fin el mago sonríe un poco. Le toma la mano mientras dice que no tiene nada que agradecer.
—¡Papá! —Al fin aparece Harry.
James sonríe hacia su hijo.
—¿Y dónde están los demás? —pregunta.
Harry responde que en el jardín, seguramente tratando de improvisar una parrillada.
—Entonces vamos allá.
Su padre los invita a seguirlo.
Cuando llegan al jardín, en efecto, Pansy, Hermione y Ginny están preparando la parrilla. Draco corre hacia ellas preguntando en qué puede ayudar. Mientras tanto, Harry y James se quedan en la entrada del jardín, simplemente observando. Harry quiere ayudar, pero por la mirada de su padre, presiente que tiene algo que decir.
—Entonces... —dice su padre—. Esto es serio.
Harry voltea a verlo.
—¿Te lo dijo mamá? —pregunta intrigado y un poco asustado por lo que su padre piensa al respecto.
— No, yo uní las piezas por mi cuenta. Dame un poco más de crédito del que merezco.
—¿Y...? —pregunta inseguro.
—No te voy a mentir, al principio casi me da un infarto, pero después reflexioné. Si a tu madre le agrada ese chico es porque algo bueno debe de tener. Así que, si tú eres feliz... no tengo más que una opción.
Y Harry ríe, porque el hecho de que sus padres acepten a Draco era lo que más le preocupaba.
—Sin embargo, opino que para Sirius no será tan sencillo aceptarlo. —Se ríe a carcajadas y Harry lo secunda, piensa que ya se encargará de eso llegado el momento.
—¿Alguien gusta costillas? —pregunta Ginny quién está manipulando unas tenazas.
Harry está mirando a Draco cuando camina hacia ellos para ayudar.
Después de toda una tarde de una gran montaña de carne de ternera, en donde Harry tuvo el placer de mirar a Draco tomar la carne con sus manos y que sus delgados y refinados dedos se empaparan de grasa —a pesar de que al inicio intentó sostener la costilla únicamente con la punta de los dedos índice y pulgar— y ver una mancha de salsa barbiquiu en la comisura de la boca, se ponen a descansar en las palapas. Harry piensa en esa noche en Manchester, cuando Draco se comió una hamburguesa sin pensar en la grasa ni en nada más, seguramente estaba muy borracho como para tener cuidado, como ahora.
La música de fondo son canciones de sus tiempos de adolescentes. Una combinación poco común entre agrupaciones mágicas y muggles.
El padre de Harry se retira a su habitación a eso de las once de la noche, pero los más jóvenes se quedan a conversar y disfrutan un poco de la cálida noche a la luz de una pequeña fogata que han improvisado.
Mientras todo transcurre, Harry piensa que jamás se había imaginado un momento como este. Un día en el que estuviera con sus mejores amigas y la persona que ama en un mismo lugar, compartiendo un momento que se quedará en su memoria para toda la vida.
Eventualmente Ginny y Pansy se ponen muy ebrias, Hermione se sienta cerca de la fogata con un libro y se pone a leer tranquilamente, por lo que Harry y Draco prácticamente están solos, así que se alejan hasta llegar a un pequeño quiosco de madera medianamente deteriorado a causa del tiempo en que ha permanecido sola la casa y los hechizos de conservación se han desvanecido.
Se sientan uno al lado del otro, con una expresión de felicidad desbordante.
Harry se acurruca al lado de su novio, y apoya la cara en el cuello de la camisa. Inhala el suave aroma de Draco que tanto le encanta y que ahora mismo lo relaja.
Y Draco lo rodea con un brazo y repasa su mano suavemente en el hombro de Harry.
En un momento tan íntimo como este, Harry reafirma que, de verdad, genuinamente y sin caber duda alguna, está profunda y perdidamente enamorado de Draco.
Se quedan así, en silencio, por un tiempo, únicamente disfrutando de la compañía del otro, hasta que Harry, impulsivo como siempre es, pregunta:
—He querido preguntarte esto desde hace unos días, ¿qué sucedió con... las cicatrices? —las yemas de sus dedos se deslizan por el pecho y el abdomen del rubio.
Draco permanece en silencio unos minutos antes de responder.
—Con la ayuda de mi padrino he perfeccionado una poción especial para desvanecer cicatrices mágicas, llevó algún tiempo, pero lo logré. —No da tregua a que Harry continúe hablando, captura la boca del moreno con la suya. Y cuando el beso se termina, él mismo pregunta algo que ha querido saber también desde hace días—. De alguna manera… ¿te sientes frustrado porque te sacaran de la campaña?
Harry niega con la cabeza.
—No es frustración como tal, solo es el hecho de que quiero hacer algo más por el mundo. No lo entenderías, y no es recriminación, es solo que, al nacer como sangre pura, debes lidiar algunas situaciones, pero habrá otras que no serán un problema, y para mí sí. Sucede que cuando eres mestizo y eres hijo de una bruja nacida de muggles y un sangre pura que le dio la espalda a todas las tradiciones ancestrales, no sueles posicionarte en situaciones como en la que yo estoy ahora. Antes de mi madre, nadie se imaginó por un momento que ella sería electa como ministra. Es algo insólito, nunca antes visto. Y ahora que ella ha abierto el camino para que otros como nosotros podamos hacer un cambio, debemos aprovecharlo, ¿no crees?
Draco hace una mueca.
Harry no quería molestarlo, pero antes de que pueda decir algo más, Draco responde:
—No quiero justificarme, no hay manera de hacerlo, pero he cambiado. Me di cuenta de que muchas de las creencias que nos inculcaron son erróneas. Tengo derecho a hacerlo, ¿no? A mejorar como ser humano.
Harry le da un beso para decirle que sí.
A la mañana siguiente, Harry despierta con un ligero ardor en los ojos. Seguramente a causa del humo y la desvelada. Como sea, se pone una playera oscura con un estampado de Green Day en el pecho y unas bermudas azules para no padecer el calor.
Va directamente a la cocina para beber un poco de agua, y mientras lo hace mira por la ventana. El sol brilla con intensidad sobre el extenso jardín y él siente una chispa incandescente en el fondo del pecho. Esa misma chispa de certidumbre que sintió la noche anterior, cuando estuvo recargado en el hombro de Draco mientras este le acariciaba el hombro. Ama a Draco. Lleva años enamorándose de él, probablemente desde aquella ocasión en que lo vio llorando en los baños abandonados del segundo piso, con total seguridad desde que vio a Draco hablando con esa niña en el pabellón del hospital de enfermedades terminales en París. Hace ya mucho tiempo. Todo este tiempo.
—¿Y esa sonrisa de felicidad? —Escucha preguntar a su padre, él solo gira a verlo sin decir nada y sin borrar dicha sonrisa. Tal vez James intuye de lo que se trata porque sólo ríe mientras niega con la cabeza—. ¿Algo que te apetezca para desayunar? —Harry se encoge de hombros.
Cuando llega Draco a la cocina vestido con su pijama de seda, ya hay un desayuno completo colocado en la mesa elaborado por los dos Potter presentes.
El rubio trae los ojos entrecerrados y sonríe somnoliento cuando ve a Harry, a quien rodea con los brazos al nivel de la cintura y besa en la mejilla.
—¿Eso es un delantal? —pregunta cuando ha logrado abrir completamente los ojos.
Harry mira brevemente la prenda con caritas de leoncito kawaii y sonríe orgulloso. Lo que hace que Draco suelte una risita.
—Buenos días, Dragón.
—Oye —responde Draco—. ¿De casualidad has visto a un tipo guapo, irritante, que nunca está de humor antes de las diez?
—Especifica ¿humor para qué? —y mueve las cejas de modo sugerente, aprovechando que su padre ha salido de la cocina a hacer quien sabe qué cosa.
Draco se ríe.
—Eres un tonto —dice y a cambio recibe un beso en la comisura de los labios.
Harry quiere decirle «te amo», pero se contiene, tiene que esperar el momento perfecto para hacerlo.
—¿Alguien tiene una poción para aliviar la resaca? —pregunta Ginny entrando a la cocina, lleva el cabello hecho un desastre. Va directamente hacia la cafetera y sirve una taza.
—¿Acaso madrugaron? —comenta Pansy quien busca una taza para también servirse un poco de café.
—Si levantarse a las ocho de la mañana te parece madrugar... —dice Harry al tiempo que se quita el delantal y busca la mano de Draco para que vayan juntos hacia la mesa.
—¿Qué? ¿En serio? —responde Pansy sorprendida.
—Como sea —dice Draco—. Ya sabemos que Blaise y tú no son nada buenos para madrugar.
—¿Nadie? —vuelve a preguntar Ginny. Oportunamente, Hermione aparece con un par de viales. Ginny se apresura a agarrar uno, descorcharlo, bebe rápidamente el contenido y espera un minuto con los ojos cerrados—. Gracias, Mione, no sé qué haríamos sin ti.
Hermione solo sonríe y procede a sentarse para comenzar a desayunar.
El resto del día pasa de manera tranquila y acogedora. Harry ve a su padre y a Draco conversar sobre algunas tradiciones sangre puras con las que ambos están en desacuerdo, y él no hace otra cosa más que observar, relajarse y disfrutar el momento.
Hermione, Ginny y Pansy deciden tener una tarde de chicas y se van a dar una vuelta por la capital. James tiene unos asuntos pendientes por resolver con unos conocidos, así que la casa se queda para ellos dos solos.
El día anterior no usaron la piscina, por lo que ambos deciden darse un chapuzón.
Se meten desnudos al agua y se besan fervientemente al mismo tiempo que se acarician.
Después de un largo tiempo en el agua, deciden que es hora de salir.
Draco es ahora quien prepara la cena. Algo pequeño porque solo cenarán ellos dos. Y después se van juntos a la cama.
Es media noche, las chicas volvieron totalmente ebrias hace media hora y James ya está en su habitación.
Harry está mirando fijamente el techo, pensando en Draco y en él, en su historia juntos, toca la llave que cuelga de su cuello y que ahora está reposando en el centro de su pecho.
—No puedo dormir —susurra.
—Yo tampoco —responde Draco y ambos ríen.
Se visten rápidamente, salen de la casa y van nuevamente al quiosco donde estuvieron la noche anterior.
—Me alegra que hayas venido a pasar este fin de semana —dice Harry y toma la mano de Draco para entrelazar los dedos con los suyos —. Se siente bien estar aquí, contigo, creo que es algo que necesitaba con urgencia. —Ríe.
Draco aprieta sus dedos contra los suyos y sonríe.
—Llevas mucha presión encima.
Desde que se hizo famoso, su reacción instintiva ha sido siempre replicar que no es así o asegurar que todo le ocurre es por decisión propia. Sin embargo, esta vez responde algo completamente diferente.
—Ya lo sé. —Y cae en la cuenta de que es la verdad—. ¿Sabes en qué estoy pensando ahora mismo?
—¿En qué? —pregunta Draco curioso.
—En que, el próximo año podríamos tomarnos unas vacaciones, pero solo tú y yo. Podemos estar así, justo como ahora, pero todo el tiempo, sin que nadie nos moleste, sin preocuparnos de nada.
—Oh —contesta Draco —, suena bien, pero no prometo nada.
—Vamos, Draco. Imagínate, los dos en algún lugar del mundo, disfrutando de nuestra compañía mutua. Podría decirle a mi padre que me preste la casa para que volvamos aquí o podríamos rentar una en cualquier otro lado. Estaríamos desnudos todo el día, haciendo el amor en cada lugar que se nos antoje. Y no importará nada más.
—No creo que eso sea absolutamente cierto.
Se aparta un poco para mirar el rostro del rubio, quien luce una expresión indescifrable.
—¿Por qué no? Esto es lo que necesitamos, un momento para nosotros.
Pero Draco no reacciona a sus palabras. Y parece como si realmente no tuviera ni idea, aunque debe tenerla porque él es quien siempre trae la palabra «amor» a colación en sus conversaciones.
De pronto, Draco dice algo que lo desconcierta de sobremanera.
—Explícame que quieres decir con eso.
Harry busca las palabras adecuadas para expresarle lo que siente. Es ahora, grita su mente, tiene que expresar claramente lo que siente por Draco.
—Hay muchas cosas sobre mi vida de las que todavía no estoy seguro —explica—. Mi madre es la ministra de magia, tengo la confianza de decir que lo seguirá siendo por más tiempo, mi padre es el jefe de aurores, y por alguna razón todo mundo dice que yo seré su sucesor. Pero la verdad es que, algo dentro de mí todavía no está seguro de querer serlo. Te puede parecer estúpido después de que me he graduado de la academia de aurores y ahora estoy ejerciendo. La verdad es que no estoy seguro de muchas cosas, pero ahora mismo, sé que de una sí estoy totalmente seguro. —Toma una pausa y respira hondo—. Esto, esto que tenemos tú y yo, es lo único que sé que realmente quiero y no habrá nada que me haga pensar lo contrario. Quiero estar contigo y vivir el día a día sin importar nada más.
Draco no dice nada.
—Dragón.
A pesar de que lo llama, el joven mago no emite ningún sonido. Y lo único que Harry puede escuchar es el sonido de los insectos que andan entre los arbustos combinado con los latidos acelerados de su corazón, el cual susurra «díselo», una y otra vez.
—Draco, yo...
Y Draco se levanta de golpe y corre hacia el centro del jardín.
—¡Por Salazar! —exclama dando una palmada a un bicho que se ha posado encima de su hombro—, estos insectos son un fastidio.
A Harry se le hace extraño, pues el día anterior y toda la mañana y tarde de este día Draco no se había quejado en absoluto.
—Si no tengo cuidado van a matarme—dice Draco en altitud altiva.
—¿Cómo dices?
—Lo único que pretendo decir es que soy el único heredero Malfoy que hay. Imagínate que la picadura de alguno de estos bichos me provoque una enfermedad mortal. ¿Entonces qué será del abuelo? Él no se puede encargar para siempre de los negocios familiares.
Harry sonríe a pesar de que tiene la clara sensación de que le han arrebatado algo de las manos antes de que pudiera siquiera tocarlo. Y Draco ha adoptado el tono que siempre utiliza para hablar con desconocidos; un siseo ligero, rápido y superficial.
—En fin, estoy cansado—está diciendo ahora. Harry observa impotente cómo se da media vuelta—. Me voy a la cama, que tengas buena noche.
Y Harry solo permanece mirado la espalda de Draco hasta que este entra a la casa.
Se pregunta si el comportamiento de Draco significa lo que no termina de decir en su mente porque tiene miedo de tener razón. Y en ese momento el pánico lo invade y se siente aterrorizado de haber arruinado las cosas. ¿Se apresuró demasiado? Se pregunta mientras siente un nudo formándose en la garganta el cual traga. El dolor pasa a su pecho y baja hasta instalarse en su estómago.
De repente comprende el peligro que significa permitir que intervenga el amor: el hecho de saber que, si algo sale mal, no sabe qué va a hacer para soportarlo.
Por primera vez desde que Draco lo agarró y lo besó con tanta certidumbre en el jardín de la casa Potter empieza a tomar forma una idea en su mente: ¿y si hubiera estado tan obsesionado con todo lo que es Draco, con las cosas que escribe, con ese corazón dolorido que tan sinceramente expresa, que se hubiera olvidado de tener en cuenta que esa es su forma de ser, todo el tiempo, con todo el mundo?
¿Y si hubiera hecho precisamente lo que juró que jamás haría, lo que más odia, y se hubiera enamorado de un sangre pura porque es una fantasía que todos anhelan?
Cuando regresa echa un vistazo a la habitación, Draco parece estar durmiendo, no hace ruido alguno y está vuelto de espaldas. Sin embargo, por la postura, Harry sabe que solo está fingiendo dormir, pero le permite hacerlo. Cierra la puerta con cuidado y va a su propia habitación.
A la mañana siguiente, ya que ha aclarado su mente, Harry va a buscarlo para hablar con él, llama varias veces, y al no recibir respuesta decide entrar.
La cama está perfectamente tendida y no hay rastros de Draco por ningún lado.
En la mesita de noche encuentra una nota, es breve y está escrita con letra estilizada:
Harry:
He tenido que marcharme por un asunto de suma emergencia.
Gracias por todo.
Draco.
Ese el último mensaje que Draco le escribe.
