Sinopsis:

Ella busca información acerca de la verdadera naturaleza del que parece ser el amor de su vida. Él está dispuesto a todo por salvar a la mujer que cree amar. Ambos creen tenerlo todo aunque en realidad no tienen nada. Saben que sus vidas son malas, pero desconocen que juntos podrían ser muy buenos.


(Basada principalmente en la canción "So good" de Halsey)


La historia sucede en el viaje de Bella y sus amigas a Port Angeles, y durante la 2da temporada de The Vampire Diaries.

La línea temporal será de cuando se estrenaron las películas y la serie, es decir en 2004/2006, pero, voy a combinar elementos del año real en que se empezó a publicar la historia en 2022. (Solo es por si describo algunos hechos o cosas que en esos años aun no existían o aun no pasaban pero en la actualidad sí)


Disclaimer: Los libros de Twilight es propiedad de Stephanie Meyer. Los libros de The Vampire Diaries es L. J. Smith. También la historia puede contener partes de las películas y la serie de los respectivos libros. O alguna frase de alguna canción porque me inspiré en ella.


(Isabella POV)

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Me removí entre las sábanas que hoy se sentían inusualmente duras y frías.

Ayer si volví a casa ¿verdad? ¿O me quedé dormida en las rocas de la Push?

Mi mente me mostró recuerdos de lo que pasó mientras volvíamos al pueblo. Jessica, Angela y yo en un auto, la carretera, la lluvia, Damon Salvatore.

Mierda, ¿Damon me mató? ¿Por fin se le hizo beber mi sangre?

En mi cabeza aparece el recuerdo de la llamada que recibió, además de la perfecta vista de su espalda mientras baja mí. Era muy poco probable que él me hubiera drenado la noche anterior, no podía entrar a mi casa, no había sido invitado, ni por mí, ni por Charlie, estaba segura de eso.

Quizás, lo que pasó, o lo que es más probable, es que antes de irme a dormir, dejé la ventana abierta. Como ya estaba lloviendo, se soltó una tormenta, y el agua, junto con el frio, se colaron en mi habitación, mojando todo. Supongo que me sentía tan cansada que no desperté hasta ahora.

Un momento.

¿Acaso soy yo la que está fría y tiesa? ¿Me morí mientras dormía?

No creo, se supone que estoy despertando, mi conciencia me lo dice.

¿Estoy despertando a otra vida? Maldición, ¿Una vida caótica como la mía no fue suficiente? ¿Tengo que volver a pasar por otra? ¿Va a ser peor? Oh pero por supuesto que va a ser peor, estoy segura.

—¿Qué te tiene tan preocupada? —una hermosa voz aterciopelada susurró a mi lado.

Ay carajo.

Estoy escuchando la voz de un ángel. Mierda, mierda, mierda, si me morí.

—No —soltaron una risa, sonaba como una perfecta harmonía. —Me he graduado varias veces de médico, tengo la certeza que no has muerto.

¿Cómo sabe lo que pienso? ¿Me está leyendo la mente?

—¿Te burlas de mí? —sonó ofendido, pero aun podía escuchar la diversión en su voz. —Sabes a la perfección que no puedo leer tu mente.

Me quede quieta. He visto demasiadas películas, he leído demasiados libros, sé con seguridad que esas palabras, es lo que diría cualquiera que sí lee la mente, para despistar a alguien y que no descubra su secreto.

—Bella —volvió a reír, —Bella, abre los ojos.

—No quiero —me quejé.

Unos fríos dedos se posaron sobre mis parpados, acariciándolos con casualidad.

—Vamos a llegar tarde al instituto —murmuró.

—Ay, supongo que no estoy muerta —abrí los ojos. Un par de obres de color oro líquido me miraban con atención. Examiné el rostro perfecto que tenía frente a mí, su nariz perfectamente esculpida, los labios rellenos y rosados formaban una sonrisa torcida.

—¡No te fuiste! —me sentí emocionada.

—Por supuesto que no —acarició mi mejilla. —Te prometí que no me iría a menos que tú me lo pidieras —me aseguró. Soltó un suspiro profundo. —Deberíamos darnos prisa.

—¡La escuela! —grité mientras me levantaba de un salto.

No es que me sintiera culpable por haber causado que Edward se retrasara ayer, se lo merecía. Pero, no me gustaba la idea de hacerlo sufrir de nuevo hoy. Debía tomarme mis venganzas con calma.

—Ve a ducharte —señaló la puerta de mi habitación. —Iré a preparar tu desayuno

Yo solo asentí, me levanté de un salto de la cama y corrí al baño con lo necesario para una ducha exprés.

20 minutos después, estábamos subiéndonos a su auto. Supongo que en algún momento, mientras yo dormía, fue a su casa a traerlo.

—¿Pasamos de nuevo por Angela? —me preguntó mientras arrancaba el motor. Le di una mirada insegura, después de todo, era su auto y yo no podía disponer así de él. Bueno, ayer fue la excepción.

—No, ella ira con Ben —murmure. El asintió.

—Vamos entonces —me sonrió. Salimos de mi calle rumbo a la escuela.

Mi mente me tomó prisionera, comenzando a hacerme pensar en miles de detalles que me había perdido el día de ayer. Saque mi celular, leyendo los mensajes de ayer, borrando una que otra conversación que no tenía caso tener ahí. Mis ojos se toparon con el mansaje de ayer, proveniente de Alice y Jasper.

¿Espera 10 minutos? ¿La ventana?

Sentí un escalofrió recorriendo mi espalda.

¿Será posible que Alice haya visto a Damon? Si lo hizo, ¿Por qué ayudarme? ¿Por qué no hacer que Edward estuviera presente cuando los dos llegamos a mi casa? ¿Y con Angela? Alice y Jasper sabían que no estábamos en casa de Angela, estoy segura que sabía dónde estábamos en realidad, ¿Por qué no decírselo a su hermano?

—¿Cómo funcionan las visiones de Alice? —pregunté tratando de sonar casual.

Edward desvió la mirada de la carretera, observándome, confundido por mi repentino interés en el tema.

—Ve las cosas que podrían suceder —trató de explicar. —El futuro es algo muy subjetivo, no está grabado en piedra. Las cosas cambian

—Pero, si las cosas cambian ¿Cómo podría acertar en lo que ve?

Aun no entendía cómo funcionaba.

— Las personas decidimos de manera consciente e inconsciente, y eso tiene mucho que ver. Hay decisiones que no cambian tu futuro, pero hay cosas que si te cambian por completo la vida, aun cuando son pequeñas.

—Tomamos las decisiones importantes conscientemente ¿No?

Sacudió la cabeza. —La mente de las personas es un lugar extraño, hay veces que un impulso para realizar algo, por más mínimo que sea, es una decisión que te cambia la vida. En muchas ocasiones, actúas, no piensas.

Me quede callada un momento, procesando la información.

—¿Qué tipo de cosas ve? —pregunté de nuevo. Necesito saber qué es lo que sabe Alice, y que tipo de cosas puede ver, quiero saber a lo que me expongo.

—Vio a Jasper, supo que la estaba buscando incluso antes de que él la conociera. Vio a Carlisle y a nuestra familia, es por su culpa que nos encontráramos, ellos vinieron a nosotros.

—Apuesto a que me vio venir —le aseguré.

—Es poco probable —murmuro frunciendo el ceño. —Ve más claramente a alguien cuando no es humano, no digo que sea improbable que tenga visiones de los humanos, solo que le resulta más fácil. Por ejemplo, siempre ve cuando algún otro vampiro se nos acerca, y ve que tan peligroso podría resultar.

—¿Hay muchos... de los tuyos?

—No, no demasiados, pero la mayoría no se asienta en un solo lugar —se quedó callado un momento. —Esa vida puede ser tediosa, vivir solo de noche, limitándote de muchas cosas.

—De ahí viene la leyenda —murmuré.

—¿Qué los vampiros solo viven en la noche? Probablemente —se encogió de hombros.

A los fríos, el sol los hacia relucir, causando que fueran exhibidos. A los vampiros de sangre, el sol los quemaba, convirtiéndolos en cenizas. El sol era el culpable de que estas creaturas, no hicieran una vida, en términos prácticos, normal.

—Es como esa leyenda que los hombres lobos se transforman solo con la luna llena —se burló.

—La maldición del sol y la luna —dije cuando mi cerebro hizo clic.

—La maldición… ¿de qué? —su voz salió confundida.

—¿No la conoces? —pregunté sorprendida. El negó. —Por fin sé algo que tu no.

Me jacté.

—Quizás Carlisle sabe —se encogió de hombros. —¿Puedes contarme?

Asentí, supongo que no le haría daño saber sobre ese tema.

—Hace siglos, Vampiros y hombres lobos aterrorizaban los campos, un chamán azteca los maldijo limitando su poder. Es por eso que los hombres lobos se transforman solo en luna llena y los vampiros se queman con el sol.

Soltó una carcajada. Lo miré molesta, esa no era la reacción que esperaba.

—Bella, los vampiros no nos quemamos en el sol —su tono de voz fue como cuando un adulto trata de explicarle a un niño algo. —Ya te lo mostré el otro día.

—Hay otros vampiros, otros que sí se queman en el sol —dije cruzándome de brazos.

—¿Así? —Pregunta con una ceja levantada —¿Quién? ¿Drácula?

No paso por alto el tono de burla. Yo me siento humillada y estúpida, además de encabronada.

—Que tú no conozcas a otra raza de vampiros no significa que no exista.

Me encojo en el asiento, ya no quiero hablarle. Mi vista se fija en la carretera.

—Bella, tengo más de 100 años —dice girándose hacia mí. —Si existieran, ya los hubiera conocido.

Le miro. Su aire de superioridad solo es una máscara de todo lo que ignora, pero por supuesto que no va a admitir que yo, una humana insignificante, lo saqué de su error. El volvo da una última vuelta y entra en el estacionamiento del instituto, aparcamos en el lugar habitual.

—Bella —llama mi atención. —Si lo que te preocupa es que alguien te lastime — coloca mi mano entre las suyas, — yo me aseguraré de que no sea así.

—No me puedes proteger de todo —le digo rodando los ojos. —Hay cosas que no controlas, no puedes tenerlo todo bajo control.

—Pero puedo internarlo —me asegura. —Si tengo que ponerte en una caja de cristal para eso, lo haré.

Lo miro sorprendida por sus palabras. Abre la puerta y baja del auto, lo observo mientras rodea el capó para ayudarme. Hay algo en sus palabras que no me agrado, no sé cuál es su plan, pero de repente me dio miedo que haga realidad lo que acaba de decir.

Abre mi puerta y me extiende la mano. Con pereza la tomo, dejando que me arrastre afuera del auto, ya con las mochilas de ambos en su hombro. Hacemos nuestro clásico recorrido hasta mi salón de clases.

Como Edward había coordinado hoy la llegada al instituto, teníamos bastante tiempo muerto antes de que la clase comenzara. Sin muchos ánimos, dejo que me dé un beso en la mejilla mientras me entrega mi mochila.

—Te veré en el almuerzo —me dice con una sonrisa. Me meto al salón, soy la segunda en entrar, pues ahí en su nuevo pero ya habitual lugar, esta Angela.

Tiene la cabeza recostada contra la mesa, su respiración es acompasada, hasta parece que esta dormida. Me acerco a mi mesa, al lado de la suya, cuando detecta mi presencia, se gira a mirarme, casi pego un salto cuando la veo.

—Me quiero morir —dice ella, su rostro se ve cansado, supongo que ella tampoco durmió demasiado, o más bien, no creo que durmiera nada. —Le diré a Jasper que me haga los deberes de esta clase.

—¿Y yo porque? —dice al aludido mientras se sienta a mi lado.

Sonrió por su pequeño intercambio. Sin duda, esta clase era la que hacía que cada mañana viniera a la escuela, no por el contenido de la materia, historia nunca ha sido de mi agrado tota. Mi compañero de mesa es Jasper, y, Angela se sienta en la mesa de al lado, de nuestro nuevo grupo de amigos, somos los únicos que tenemos esta clase en esta hora. Jasper sabe demasiado de historia, y aunque reniegue, nos ayuda cuando tenemos problemas para entender algo.

—¿Resaca? —pregunta Jasper mirándonos con diversión.

Yo niego. Ambos volvemos a posar nuestra mirada en mi amiga que, sin despegar su cabeza de la mesa, asiente. Angela parece uno de esos zombis que salen en las películas.

—La próxima vez que quiera seguir las estupideces de Jessica de salir de fiesta en mitad de semana, no me dejen.

Hace un puchero. Nosotros sonreímos.

—No creo que nos pidas permiso —se encoge de hombros mi acompañante. Angela no le responde, dándole al razón.

—¿Todo bien contigo? —Jasper me observa, buscando algo.

—Si —me remuevo incomoda por su mirada— ¿por qué no iba a estarlo?

Se encoge de hombros. —Tú dime.

Me cruzo de brazos. Él suelta una risa en respuesta, agacha su cuerpo a su mochila, sacando su cuaderno y una pluma. Dos segundos después, desliza por la mesa una hoja doblada.

Ya sé lo que significa.

"Llevaste a Damon a tu casa ¿Te hizo daño?"

Trago pesado al leer las letras. ¿Ahora en qué me metí?

"Creo que él me llevo a mí, a mi casa. No me hizo nada."

—Sé que Edward te ayudo con los deberes —dice en voz alta.

Le doy una mirada confundida por el doble tema de conversación, analizo su rostro, sus ojos se posan unos segundos en la puerta del salón, sigo su mirada esperando ver entrar a alguien, pero nadie lo hizo.

Luego caigo en cuenta que Edward está atento a su mente, y no quiere que él se entere de lo que sucede en nuestra conversación.

"¿Por qué te busca? ¿Qué es lo que quiere de ti?"

Me encojo de hombros. Yo tampoco sé las respuestas a sus preguntas.

—Si tienes algún problema y te podemos ayudar, no dudes en decirnos —sus palabras hacen referencia los dos temas de conversación.

"¿Cómo sabes que Damon estuvo en mi casa?"

"Alice me lo dijo."

Con eso dio por zanjada la conversación de la hoja, pero, a mí me dejó con más dudas de las que ya tenía.

Entonces, ¿Alice lo sabe? Pero ¿Qué es exactamente lo que sabe? Mierda, si ellos dos saben que conozco a Damon, y que ya lo he visto más de una vez, ¿entonces todos los Cullen lo saben?

Mi mente me mostró la conversación que tuve con Edward ayer, y la de hoy en la mañana… No, Edward no sabe nada, pero ¿Por qué ellos sí?

Necesito hablar con Alice, quizás pueda saltarme el almuerzo.

—Edward quiere llevarte a nuestra casa —murmura de repente. Ahogo el jadeo que trata de escaparse de mi garganta, —Esme se lo ha pedido toda la semana.

—¿Co- conocer a su familia? —pregunto sintiéndome atemorizada.

—Hey, ya nos conoces a todos, —se encoge de hombros. —A la única que no conoces es a Esme, pero, ella es un amor.

—No lo sé —dije sintiéndome abochornada de repente. Conocer oficialmente a la familia de Edward, haría todo oficial, y luego tendría que decirle a Charlie que salgo con él, y evitar que el secreto de los Cullen sea develado por la escopeta de Charlie.

—Oye, relájate —Jasper me dice, de repente siento que una oleada de tranquilidad me envuelve. —Nadie te va a morder.

—¿Seguro de eso? —le pregunto tratando de respirar.

—Bella —dice en un tono de voz reprobatorio.

—Bueno, bueno —digo conciliadora. —Me calmo.

El profesor entra por la puerta, obligándome a tranquilizarme para poner atención.

Cuando la clase terminó, Alice y Edward nos esperaban en la puerta del salón, la siguiente clase la teníamos todos juntos.

—¡Bella! —Alice grita en cuanto me ve salir por la puerta.

—Hola Alice —le digo cuando siento sus fríos y delgados brazos a mí alrededor.

—Tenemos mucho de qué hablar —dice emocionada. Maltita psíquica.

—Vamos, vamos —dice emocionada, me toma por el brazo, asegurándome a su lado. —Ustedes chicos, vayan a clase.

Edward la mira confundido y consternado a la vez. —Quería dejar a Bella en su salón.

—Eso lo hago yo —se apunta con su mano. —Hay una junta de las que tenemos dos cromosomas "X" y no creo que tú estés en el grupo.

—¿Qué planeas, Alice? —Le pregunta. En sus ojos hay sospecha, no confía en dejarme a solas con su hermana.

—Hablar de maquillaje, ropa interior, chicos y menstruación —rueda los ojos. —¿Te quieres unir?

Edward hace una mueca de disgusto. —¿Tú hablando de menstruación?

—Por supuesto —dice segura. —Sé lo que se siente sangrar por la…

—Basta, lo tengo —Edward cierra los ojos.

Alice no espera a que su hermano diga algo más, tira de mí para entrar de nuevo al salón. Mientras mis piernas batallan por seguir su ritmo, giro mi rostro para mirar a Edward, él solo sacude su mano en el aire diciéndome adiós. Jasper se coloca a su lado, ofreciéndome una sonrisa.

—Angela —mi secuestradora canturrea el nombre de mi amiga en cuanto la ve. Cierto, se me había olvidado que estaba dormida. Angela se levanta de golpe, busca con desesperación la voz que gritó su nombre. —Tú también vienes con nosotras.

—¿Ir? —pregunta confundida. Le toma nada de esfuerzo a Alice recoger la mochila de mi amiga, y tomarla de la mano para que nos acompañe.

Angela nos ofrece una mirada confundida, Ben nos mira perplejo. Supongo que aún no se acostumbra a la repentina cercanía de algunos Cullen.

—¿A dónde vamos? —pregunta Angela con voz agitada. Es evidente que tiene problemas para seguirle el paso a la vampira.

—Por ahí —responde. —A donde no puedan estar husmeando.

Rodeamos la escuela, acercándonos al bosque, adentrándonos un poco en él.

—¿Les importa perderse una clase? —nos pregunta la vampira.

—De hecho no —se encoge de hombros Angela. —No hice la tarea de química.

—¡Perfecto! —chilla emocionada Alice.

Detenemos nuestro caminar, la vampira duende secuestra humanas nos suelta y se deja caer en la hierba húmeda. Nos hace una señal con su mano para imitarla. Angela y yo obedecemos, aun confundidas.

—¿Por qué estamos aquí? —pregunto incomoda.

—Quiero que me cuenten como les fue en la Push —se encoge de hombros Alice.

Angela me mira, insegura, sé que ambas compartimos el pensamiento.

—¿Nos trajiste aquí solo para preguntarnos eso? —preguntamos ambas. Alice asiente, nos mira esperando una respuesta.

—Pues, estuvo bien —dije sin saber que decirle exactamente.

—Nos divertimos mucho —complementa Ang.

Alice nos mira, parece que esperaba más.

—¿Qué tal estuvo el clima? —pregunta la vampira.

—¿Por qué el interés? —pregunto de regreso.

Alice me mira intensamente con sus ojos dorados, hace una mueca, causada por un sentimiento que no supe descifrar. Su mano se eleva en el aire, y señala detrás de nosotras, nos giramos, siguiendo la dirección en la que apunta su dedo. Vemos la pared trasera del último edificio de la escuela.

Estiro mi cuello, tratando de mirar más allá, pero mis ojos humanos no perciben nada.

—¿Ves algo? —pregunta en un susurro Angela. Es estúpido, lo sé, Alice nos puede escuchar a la perfección.

—No.

—¡Pues yo menos! —se queja. —Tengo miopía, ¿recuerdan?

Suelto una risa, no lo puedo evitar. Estoy tan acostumbrada a ver a Angela con sus lentes, que se me olvida que los usa porque los necesita, no porque sean parte de ella.

—No me refería a eso —Alice suelta una breve risita. Su dedo señaló su cabeza.

Oh, a eso se refería. No quería que Edward nos escuchara, supongo que estaba esperando a que entraran a clase, para que la mente de Edward se concentrara en otra cosa y no en nuestra conversación.

Ahora ya me daba lastima por Edward, siento que todos le estábamos traicionando por esconderle cosas.

Mi mente voló a mi teoría de hace un rato.

Se escuchó a lo lejos el timbre que anunciaba el inicio de las clases. Mi amiga y yo miramos a Alice, esperando alguna reacción de su parte.

—Ahora si —la vampira sonríe y aplaude con entusiasmo. Angela y yo la miramos, extrañadas por sus emociones tan efusivas. —Suelta la sopa, Isabella.

Me quedo quieta, la miro levantando una ceja. Necesito algo más que esas palabras para saber que decirle.

—¿Qué te dijeron los lobos? ¿Qué quería Damon? No, no ¿Por qué estaba en el medio de la carretera? Espera, mejor aún ¿Lo dejaste entrar a tu casa? Oh joder ¿Edward se dio cuenta?

Sentí a la perfección el momento en el que mi alma dejó mi cuerpo.

Una sensación de frio extremo recorrió todo mi cuerpo, estremeciéndome.

En la mañana, cuando desperté por completo y descubrí que no me había muerto, me sentí extremadamente feliz. Pero ahora, me arrepiento. Quiero golpear con todas mis fuerzas a la Isabella de hace una hora. No, mejor, debería golpear a la Isabella estúpida que decidió hacerse amiga de un vampiro y novia de otro. Aunque, puedo hacerlo, golpearme cuando decidí venir a Forks.

Carajo, tierra trágame y escúpeme donde no me encuentren los Cullen. No, mejor que no me escupa.

¿Angela sería capaz de matarme? ¿Tyler querría terminar de arrollarme con su camioneta? ¡Ya se! ¡Lauren! Ella si acabaría conmigo por el simple hecho de existir, y no me torturaría tanto como los Cullen.

Mierda, mierda. Ahora sí, Rosalie tiene muchos motivos para acabar conmigo. Sé que lo ha querido hacer desde que la miré el primer día en la cafetería. A ella si le tengo miedo.

Mi cuerpo volvió a estremecerse. Mi cerebro me mostró miles de maneras en las que la rubia Cullen, me mataría.

—Angela, cierra la boca, entrará algún insecto —Alice la reprendió. —Bella, deja de hiperventilar, además, no te dejaré lanzarte a los neumáticos del auto de Tyler.

Me crucé de brazos molesta. Aun no decidía que opción sería la menos dolorosa y resulta que ya me había prohibido una.

Las frías manos de Alice tocaron mi rostro, devolviéndome a la realidad. Traté de controlar mi respiración, ella esperó pacientemente.

—Vamos, Bella, cuéntanos —Alice me insistió. Angela aun la miraba con los ojos muy abiertos.

Angela la miraba con la boca y los ojos muy abiertos.

—¿Desde cuándo...? ¿Quién...? ¿Como…? —tartamudeé.

—Veo cosas ¿recuerdas? —dice poniendo un dedo entre sus cejas.

—¿Alice? —jadeé. Necesito tener respuestas.

—¡Oh Bella! —sonrió. —Te vi desde que decidiste venir a Forks, desde ese entonces estoy conectada contigo. Vi cuando decidiste entrar a esa librería, y maldición, vi cuando él decidió entrar. Desde ahí se ha vuelto constante.

—¿Cómo que ver? —Angela nos miró confundida.

—Yo veo el futuro, tengo visiones —Alice soltó de sopetón.

—Me lleva la…. —Angela murmuró entre dientes.

—¿Te mencioné que los Cullen tenían habilidades... extras… a las de cualquiera de su especie? —pregunté.

—No exactamente— negó Angela. —Tengo sospechas, pero creí que eran alucinaciones mías o que si mencionaste algo, lo había imaginado —su vista se posó en Alice. —¿Todos las tienen?

—Edward lee la mente —Alice explicó. —Jasper siente y controla las emociones. Solo somos nosotros tres.

—Entonces es cierto —el rostro de Ang se puso serio. —¿Alguna vez te ha mencionado Edward que no puede leerme bien? —preguntó curiosa.

—Un par de veces —se encogió de hombros Alice.

—Bien —mi amiga humana sonrió orgullosa. Hice una nota mental de preguntar una explicación sobre eso más tarde.

—Pero no nos desviemos —la duende sacudió su melena corta. —¡Habla Isabella!

Pegué un salto cuando gritó. Tome una profunda bocarada de aire, lo iba a necesitar.

—No sé qué pasó exactamente —sacudí la cabeza tratando de organizar mi cabeza. —Tampoco sé qué hacía allí, en el medio de la carretera, había desaparecido de su casa, estaba ebrio y con crisis existenciales, pero no sé más.

Mis dos acompañantes me miraron. Las dos mostraban diferentes expresiones, una era de seriedad y la otra de decepción.

—Creí que sería más romántico —se quejó Alice.

La mire como si de repente tuviera 5 cabezas.

—¿Edward se dio cuenta? —preguntó exaltada. — Sé que en el mensaje que te envié, dije que trataríamos de detenerlo, pero el cabeza hueca es duro de persuadir.

—Solo… solamente mencionó que había percibido un aroma extraño, pero no vio nada. —expliqué, aun me sentía confundida por la actitud y las palabras de Alice. —Espera, ¿Mensaje? ¿Sabías que nos encontraríamos con él en la carretera?

—Obvio, Bella —rodó los ojos. —Si no lo supiera, ¿Por qué me preocuparía por ponerte sobre aviso?

La miré boca abierta.

—Espera un momento —Angela se puso de pie. —¿No deberías estarle reclamando por llevar a otro hombre a su casa? O, no se ¿Hacer un escándalo y amenazarla con decirle a toda la escuela que es una zorra?

—Angela no me ayudes —le lancé una mirada furiosa.

—Es que, a lo que me refiero, es que, ¡Eres novia de su hermano! —trató de defenderse —¡Y te está ayudando a que veas a otro hombre!

Ahora mi mirada volvió sobre Alice.

—Oye, ¡No lo estoy viendo para eso! ¡Ni siquiera soy yo quien lo busca! —empecé a manotear sintiéndome exasperada. —¡Solo aparece de la nada!

—Pero aun así, es extraño que la hermana de tu novio, tu cuñada, te ayude cubriéndote las espaldas —Angela me miro. —No lo sé, la reacción más común seria que se lanzara sobre ti diciéndote zorra.

—Sí, debería hacer eso — acepta Alice.

La miré con pánico. No lo hará, ¿o sí? Es decir, quizás me lo merecía, y si así era, merecía eso y más. Edward ha sido demasiado bueno conmigo, y yo le pago corriéndolo de mi casa y viéndome con otro a sus espaldas. Pero en mi defensa, yo no buscaba al hombre de negro, él aparecía frente a mí.

Como dicen por ahí, pueblo chico, infierno grande.

—Pero no lo voy a hacer —se encogió de hombros.

—¡¿Por qué?! —preguntamos al unísono Angela y yo.

—Oye ¿de qué lado estas? —le espeté molesta a mi amiga humana.

—Lo siento —se sonrojó.

— Escuchen —Alice llamó nuestra atención. —Jasper y yo somos los únicos que sabemos del tema. Además, no es que nosotros nos inclinamos hacia un lado o hacia el otro, amamos a Edward y te amamos a ti, Bella.

—Pero, Alice…

—No, escúchame Isabella. Me duele mentirles a ambos, pero las cartas ya están echadas sobre la mesa, ustedes deben tomar las decisiones para que me dejen ver el futuro más claro.

—¿Mentirnos? —pregunte confundida.

—Hay cosas que no debo decirles, al menos no aun. —sus manos tomaron las mías. —Si les cuento, voy a cambiar el curso de las cosas y eso solo las va a lastimar más.

Tomo una de las manos de Angela.

—También tú, Angela, ya es muy tarde, ya estas adentro del asunto. —Nos ofreció una mirada triste. —Solo prométanme, no, júrenme que van a tener siempre en la mente lo siguiente: Ni Jasper ni yo las vamos a traicionar, jamás.

Angela y yo la miramos aún más confundidas.

—Ya lo van a averiguar después —nos sonríe. —Y en cuanto al sujeto en cuestión…

—Te juro que yo no sé nada —dije rápidamente, levantando mis manos. —No nos traemos nada, quizás solo —lo pensé un poco, —quizás lo más que somos es amigos.

—Ujum —dijeron ambas. Rodé los ojos.

—Bueno, bueno, ya es sufriente —sacudí mis manos delante de ellas. —Vamos a clase antes de que vengan a buscarnos.

Me levanté, sacudiendo todas las ramas y la tierra que se pudo pegar a mis pantalones, ellas me imitaron. Regresamos con tranquilidad a los edificios de la escuela, los pasillos estaban solos, pues todos estaban dentro de clases.

—Vamos a la cafetería —nos dijo Alice. —Faltan 10 minutos para que el almuerzo comience.

Nosotras la seguimos, entramos y la cafetería estaba sola, Alice se sintió feliz de saber que podía escoger la mesa que ella quisiera.

—¿Deberíamos ir por nuestra comida? —Angela me preguntó. Era muy tentadora la idea, seriamos las primeras de la fila y podíamos escoger lo que nosotras quisiéramos.

—No, no tomarán el almuerzo aquí —Alice nos detuvo. La miramos confundidas, apenas iba a abrir mi boca para preguntar, pero los estudiantes comenzaron a entrar y abarrotar la cafetería. —No pidan comida.

Alice nos ordenó en susurros. Edward entró a la cafetería, acompañado del resto de sus hermanos. Sonrío cuando me notó, aceleró el paso y se sentó a mi lado, acariciando mi cabello. Jasper llegó al lado de Alice, Emmett pasó frente a mí y me dio una sonrisa, acompañada de un guiñó, Rosalie simplemente me ignoró. Ben entró a la cafetería, acompañado de Mike, Jessica y los demás, en cuanto notó a Angela, se despidió de ellos y se acercó a nosotros.

—¿Quieres que vaya por algo para que comas? —Edward preguntó, aun acariciando mi cabello. Sacudí mi cabeza.

—Yo voy, ¿Qué te traigo, Bella? —Ben me pregunta con una sonrisa tímida.

—No tengo hambre —dije tratando de sonar convincente. —No te preocupes por mí, Ben.

—Yo tampoco tengo hambre —dice Angela.

—¿Están seguras? —nos pregunta, indeciso. Nosotras asentimos, él se encoge de hombros, nos da una mirada y se levanta de la mesa, acercándose por su comida.

—Tienes que alimentarte bien —dice Edward en un tono de serio y de reproche. No le respondo, le doy una mirada a Alice que parece estar en su mundo con Jasper.

—¿Ese es Charlie? —Angela me pregunta. Mi cuello se gira demasiado rápido, buscando con la mirada.

Mi corazón se detuvo. Charlie estaba de pie en las puertas de la cafetería, acompañado del director, ambos buscaban algo con la mirada. Me encogí en mi asiento, rogando que no sea a mí a quien buscan.

Charlie solo una vez me ha buscado en la escuela mientras estoy en clases y fue porque paso algo muy, muy, malo.

—¿Por qué está aquí? —susurré.

—Su mente es muy confusa —me responde.

—¡Bella! —dijo mi nombre, elevando su voz por sobre el ruido de la cafetería. Usaba ese tono en la voz que solo lo había visto utilizar en la comisaria.

Toda la cafetería se giró a mirarme. Sentí la sangre acumularse en mis mejillas. Edward tomó mi mano por debajo de la mesa, pero sus ojos se mantuvieron en Charlie, quien al sentirse observado, se removió incomodo, pero aun así, mantuvo la mirada fija en mí.

—Bella, hija —Charlie llamó mi atención aprovechando el repentino silencio del lugar. —Trae tus cosas.

Lo mire, esperando ver algo de él que me dijera que era lo que pasaba, pero no pude notar nada. Su mirada era dura, pero serena. Al menos no había pasado nada grave. Solté la mano fría que me mantenía en mi lugar, dispuesta a obedecer sus palabras.

—Angela —Charlie volvió a hablar, mi amiga dejó de mirarme y puso su mirada en él. —Tú también, recoge todas tus cosas.

Angela sacudió su cabeza en señal de que había entendido sus palabras. Todos los presentes comenzaron a murmurar.

—Acaso… ¿Descubrió que matamos a alguien? —le pregunté cuando ambas nos agachamos para tomar nuestra mochila.

—Te dije que escondiéramos bien el cadáver —respondió en un susurro.

Escondí la sonrisa que se formó en mis labios.

—Andando —Charlie nos apresuró.

—Te llamó después —moví mis labios para que Edward los leyera. Solo recibí una mirada en respuesta.

Nos levantamos de nuestros asientos, alejándonos de la mesa en la que nos encontrábamos.

—Adiós Bella, adiós Angela —Alice saltaba en su asiento, sacudiendo su mano lo más alto que su brazo le permitió.

—Ella sabe algo que nosotras no —Angela susurro mientras atravesamos la cafetería.

Salimos en silencio detrás de él, siguiéndolo a través de toda la escuela. De vez en cuando nos cruzábamos con algún profesor o alumno que nos miraba fijamente lo más que sus ojos le permitían, al parecer no todo se habían enterado de lo que había pasado en la cafetería. Supongo que no es común que el Jefe de policía visite tu instituto y te saqué de clases. Ahora que lo pienso bien, parece que estamos arrestadas.

Llegamos hasta la patrulla, Charlie la había dejado estacionada cerca de la puerta principal. Sus pasos se nos adelantaron, abriendo la puerta del copiloto y una de la parte trasera. Su cabeza se inclinó hacia el interior, un gesto para que nos subiéramos.

—¿Es necesario que vaya atrás? —Angela preguntó titubeante. Charlie soltó un bufido. —Bueno, bueno —mi amiga levantó las manos como gesto de rendición y se subió al auto. Me subí en mi asiento antes de que Charlie me mirara de la misma manera.

—Vaya genio que tiene hoy —se quejó Angela, vimos al jefe Swan pasar por delante del cofre de la patrulla y subirse detrás del volante.

El motor se encendió y la patrulla salió del estacionamiento de la escuela. Saliendo a las calles del pueblo, pude percibir las miradas curiosas de aquellos que pasaban, por la hora que era, todos deberían creer que nos llevarían a prisión o algo así.

Carajo, mañana Angela y yo seriamos el tema de conversación de todo el pueblo.

—Suéltalo —dije rompiendo el silencio incomodo que nos rodeaba. Necesito respuestas, ya.

—Aun no —respondió Charlie, —aún pueden escucharnos.

Lo miré levantando una ceja, ¿Quién podría escucharnos? ¿Acaso Charlie sabe de los Cullen? No creo que sea posible, ¿o sí? Miré hacia el asiento trasero, Angela miraba boca abierta a mi padre, pero se encogió de hombros quitándole importancia.

Seguimos avanzando en el camino por unos minutos más, cuando giramos en la calle que conducía hacia nuestra casa, Charlie aumento la velocidad. Segundos después, se detuvo al lado de mi camioneta roja. Al otro lado había un auto negro, modesto pero a la vez llamativo, era nuevo, cualquiera podía notar que parecía recién salido de la fábrica.

—Tenemos un visitante —dijo soltando la respiración. — Compórtense, por favor.

Sin decirnos nada más, se bajó del auto, yo lo seguí con la mirada mientras caminaba en dirección a la puerta de la casa, la abrió, sacudió su abrigo y se perdí en el interior sin molestarse en cerrar la puerta de la entrada.

Me giré en mi asiento para ver a mi amiga. Angela miraba al interior de la casa, pero sus hombros estaban tensos, su ceño fruncido y sus lentes muy pegados al rostro. Estaba nerviosa, al igual que yo.

—Tengo un presentimiento —dijo lo más bajo que pudo. Yo asentí dándole la razón. Charlie era de los que no actuaba sin analizar toda la situación, pero ¿sacarnos así de la escuela? Me parece algo muy forzado e impulsivo. Además, estoy yo envuelta en este asunto, siempre me ha contado lo que pasa, incluso en sus casos policiales.

Desabroché mi cinturón y me baje del auto, en el ambiente había una extraña sensación que me resultaba sofocante. Angela me imitó, pero se quedó de pie junto a mí, ambas mirando la casa.

—Solo los chicos de la Push nos visitan — murmuré. Mi cerebro estaba buscando la posible identidad de quien estaba dentro de mi casa. —No se me ocurre nadie más.

—¿Yo que hago aquí? —preguntó Angela con los brazos cruzados. —No lo entiendo.

—Creo que hay que averiguarlo —me encogí de hombros, y moví mis piernas caminando a la casa.

Angela siguió silenciosamente mis pasos. Dentro de la casa lancé mi mochila al piso y me quité el abrigo para colgarlo en el perchero, ambas echamos miradas alrededor, en busca del visitante.

—Estamos en la cocina —la voz de Charlie llegó a mis oídos.

Apunté con mi cabeza en esa dirección, Angela solo asintió y comenzó a caminar detrás de mí. En cuanto entramos a la cocina, las dos nos detuvimos en seco.

—¡Carajo! — solté separando cada letra.

—Ya sé que hago aquí —Angela suspiró.

—Espero que no les moleste que me haya tomado la libertad de cocinar para el almuerzo.

Frente a mi estaba ese hombre elegante y cautivador que hacía suspirar a cualquiera. Nos ofreció una sonrisa cálida y estiro hacia adelante sus manos que cargaban una charola humeante que olía delicioso.

—Elijah —fue lo que salió de mi boca.

Caminó hasta la mesa donde Charlie estaba sentado, analizando la situación con su mirada, Elijah no desprender su vista de mí, depositó con cuidado la charola y se acercó a nosotras.

—Isabella —posó sus manos a cada lado de mi cintura, acercándome a él.

Le di una mirada cuestiónate a Charlie, él miró a su izquierda, luego a la derecha, ofreciéndome una respuesta negativa. Él tampoco sabía que hacia el original aquí.

—Elijah, es una verdadera sorpresa —dije fingiendo emoción. —Ha pasado tiempo.

Aun cerca de mí, me ofreció una encantadora sonrisa, sus brazos rodearon mi cuerpo, dándome un cálido abrazo, su aroma masculino, elegante, embriagó mis sentidos. Sus labios se posaron en cada una de mis mejillas dejando un par de besos sobre mi piel.

—Siempre es un placer verte, Isabella —el tono seductor en su voz no pasó desapercibido. Me sonrojé.

—Igualmente —dije abochornada.

Su mirada se posó en mi acompañante, se separó un poco de mí, pero no me soltó.

—¿Por qué no nos presentas, querida? —preguntó, girándome en sus brazos. —¿Quién es la dama?

—Señor Mikaelson, es un placer —mi amiga sacó valentía de no sé dónde, acomodó sus anteojos en su rostro y avanzó cerca de nosotros. —Soy Angela Webber.

—¡Oh! Señorita Webber —sonrió, estiró su mano hacia ella. —He escuchado bastante sobre ti. Cosas buenas, por supuesto.

Angela rio mientras aceptaba la mano que se le ofrecía. Elijah la tomó con suavidad y se inclinó llevándosela a sus labios para depositar un beso en los nudillos de mi amiga. Angela se sonrojó por el gesto.

Charlie se aclaró la garganta llamando nuestra atención.

—Suelta por lo menos a una, Elijah —gruñó molesto Charlie. Luego susurró para sí mismo: —Se creé un gigoló.

Nosotros ocultamos nuestras risas.

—¿Por qué no tomamos asiento? —ofreció el original. —Se va a enfriar la comida.

—Claro —aceptamos Angela y yo.

Elijah nos condujo a la mesa, sirvió un plato para cada uno y lo colocó delante de nosotros.

—Disfrútenlo, por favor. —Elijah habló de muy bien humor.

Mire a Angela mientras comíamos. Con que esta era la razón por la cual Alice nos había dicho que no comiéramos nada en la escuela. Al parecer Angela pensó lo mismo que yo, pues, me miró de regreso y asintió.

—¿Hay algo que nos estemos perdiendo? —la voz de Elijah interrumpe nuestra silenciosa conversación.

—No, por supuesto que no —respondemos ambas, sonrojándonos.

—Pues yo si —Charlie lanza su tenedor al plato. —Estoy perdido.

Los tres le miramos. Su voz molesta hizo que fuera más incómodo.

—Puede alguien explicarme porque ustedes dos son tan cercanos —nos apuntó a Elijah y a mí.

—Charlie —la voz de Elijah es tranquila. —Recuerda que la conozco de toda su vida.

—Sí, lo recuerdo —aceptó. —Pero, también recuerdo que ella era una niña la última vez que te vio.

—Esa no fue la última vez —dijo causalmente Elijah.

—¿Seguiste viendo a mi hija después de eso? —jadeó asombrado Charlie.

—Si —Elijah se encogió de hombros.

—¿Por qué?

—Isabella y yo somos buenos amigos.

Charlie me miró levantando una ceja, as muecas en su rostro me decían que no le había gustado para nada las palabras de Elijah.

—¿Qué tan buenos amigos? —preguntó.

—Son detalles que no necesitas saber —le respondí aclarándome la garganta, me removí, atacando la comida en mi plato, como si no hubiera nada más interesante. Elijah soltó un risa por lo bajo.

—Tranquilo, Charlie —ordenó el vampiro. —No tienes de que preocuparte. Conmigo, Isabella nunca ha hecho nada en contra de su voluntad.

Charlie se quedó en silencio. Después su mirada se posó en Angela, que se había mantenido en silencio.

—¿Y tú? —le pregunto. Angela pegó un salto en su asiento. —¿Cómo sabias quién era?

—Yo, es que, pues yo —tartamudeo mi amiga.

—Conocí a la abuela de Angela —dijo Elijah. —Supongo que le habló de mí.

—Sí, eso —accedió ella.

—Pff —bufó Charlie. —Necesito un trago.

Mi padre se levantó, fue hasta la gaveta y sacó una botella de Whiskey. Miré sus acciones con una ceja levantada, ¿ahí era donde lo guardaba? ¿No pudo pensar en algún lugar más ingenioso?

Tomó un par de vasos y los acercó a la mesa. Tomó uno y colocó una gran cantidad en él, después se lo llevó a los labios, bebiendo el contenido de golpe.

—Esta conversación llevará tiempo —me quejé.

—Charlie volvió a su asiento, con el vaso en sus manos nuevamente lleno del líquido. Elijah sonrió y se sirvió un poco en el otro vaso.

—¿Qué quieres? ¿Por qué visite? —pregunté cruzándome de brazos.

—Tú, querida —respondió sonriendo excesivamente. —Tú eres la razón.

—No me vengas con esos juegos.

—¿Juegos? —pregunta extrañado. —No Isabella, yo no juego, mucho menos cuando se trata de ti.

—Entonces, dime, sin juegos —mi torso se fue hacia adelante, mi mirada fija en él. —¿Por qué de repente atraviesas todos el país con la patética excusa de verme?

Imitó mis movimientos, se acercó todo lo que la pesa le permitió. —Sabes que voy hasta el fin del mundo solo por ti.

Me recargue de nuevo en el respaldo de mi silla.

Maldito cabrón. Estaba diciendo todas esas idioteces solo para molestar a Charlie. Sé que está aquí por alguna razón en específica, lo más probable es que tenga una situación, y tenga un plan para esa situación y ahora me quiere involucrar. Todas las veces que me veía involucrada con él, era porque yo era solo un efecto colateral de alguno de sus planes.

—¿Y por qué me buscas de repente? —ataqué de nuevo.

—Te necesito —su voz sonó como un gemido provocador, aunque su rostro se mantuvo inocente.

Angela a mi lado trató miserablemente de oculta su risa con una tos muy falsa. Charlie volvió a gruñir.

—¿Así, de la nada?

—Sabes que no puedo existir sin ti —puso una mano sobre su pecho. —Sé que no es una decisión que se deba tomar a la ligera, por eso lo he pensado mucho. Además, quise hacerlo delante de tu padre, para que esté enterado de la situación.

Se quedó callado por un segundo, dándole más drama a la situación.

—Quiero proponerte algo —dijo con voz muy seria.

Angela se cubrió la boca con las manos, fingiendo sorpresa. Charlie me miró con pánico, no necesitaba tener sentidos desarrollados para darme cuenta que estaba a nada del colapso nervioso.

—Te escucho —hable con calma.

—Como he dicho, tengo todo planeado —aclaró mirando a Charlie, después sus ojos se posaron en mí —Quiero que me acompañes, bueno, en realidad, quiero que ambas me acompañen.

Lo miré con los ojos entrecerrados tratando de averiguar su plan malévolo.

—¿A dónde? —preguntamos los tres. Elijah nos miró a cada uno, evaluando nuestra reacción.

—Eso es lo que menos importa —se encogió de hombros.

—¿A dónde? —pregunté de nuevo.

Elijah suspiró. —A Mystic.

—¿Tiene algo que ver con que John esté allí?

Charlie y Elijah me miraron con sorpresa.

—Sí, él tiene que ver un poco en el tema —accede el original.

—¿Cuándo nos iríamos? —le pregunta Angela.

—Desde hoy.

Le miramos perplejos.

—Sé que ambas tienen clases, por lo que sería este fin de semana.

—¡No pueden irse así! —Charlie saltó a la defensiva. —Ya fue suficiente con sacarlas hoy de la escuela, mañana tienen que ir a clases.

—Soy consciente de eso Charlie —Elijah le mira con superioridad. —Yo hablaré con el personal de la escuela, además, mañana es viernes, es fin de semana.

—Ninguna tiene dinero como para pagar un viaje —Charlie contrataca. — Además las dos son menores de edad, los padres de Angela no están en el pueblo, no te la puedes llevar así.

—Por eso quise hablarlo frente a ti —Elijah hace una mueca de fastidio. —Pude haberlas abordado a solas, y ahorita ya estuviéramos de camino, pero, quise que tú seas testigo de que su respuesta, será con libre albedrío.

Su atención se posó en nosotras. —Angela, de acuerdo a lo que decidas, yo llamaré a tus padres y les comunicaré la situación. Y por el dinero no se preocupen, asumiré la responsabilidad de todo.

Posé mis ojos en él. La manera en la que dijo la última palabra me dio a entender que haríamos algo estúpido y arriesgado, muy probable alguna de nosotras saldría lastimada, eso sí tenemos algo de suerte. Si ese no es el caso, una, o quizás ninguna, regresaría viva.

¿Valía la pena?

No, la respuesta es no.

Angela aún estaba averiguando como explotar totalmente sus habilidades, además que el maldito libro aun no aparecía y eso la ponía en desventaja y ni hablar del peligro que representaba que alguien supiera que estaba conectada a esa cosa.

Yo en cambio, no tenía nada de especial, excepto un extraño vínculo con lo sobrenatural, y una impresionante habilidad para ponerme en peligro mortal a día a día. Pero, llevo toda mi vida confiando estúpida y ciegamente en Elijah, sí, soy estúpida, lo sé, pero, yo puedo decir que al menos a mí siempre me lo ha cumplido lo que me promete.

—Solo será el fin de semana y volveremos ¿Correcto? —pregunté. Elijah sabía lo que estaba haciendo con ese juego de palabras, pude verlo en sus ojos.

—Lo juro —habló muy serio, lo dijo en ese tono de voz que me hacía creerle.

Y en esta ocasión no será diferente a las demás.

—Si Bella va, entonces yo voy —Angela sonrió. Todas las miradas se posaron sobre mí, esperando a una respuesta.

—¿A qué hora nos vamos? —pregunté frotando las palmas de mis manos en la mesa.

Elijah sonrío.

—Denme un par de horas — murmuro. —Me encargaré de todo.

Nosotras sonreímos.

—¿Hay algún problema si me retiro sin ayudarles a limpiar? —nos dice. —Me gustaría que nos diéramos prisa.

—No te preocupes, nosotros limpiamos —dice Angela.

—El filete estuvo delicioso —le digo. —Muchas gracias por el almuerzo.

Sonríe satisfecho de haber mostrado sus habilidades culinarias.

—Gracias por acceder a que vengan conmigo, Charlie —se pone de pie mientras habla. Charlie iba a protestar, pero Elijah no se lo permite. —Ahora si me disculpan, debo retirarme.

Toma mi mano, me pone de pie junto a él y me arrastra hasta la puerta de la casa. Escuchamos el movimiento que proviene del comedor, pero ninguno de los dos se preocupa por mirar.

—¿Estas bien con acompañarme? —me toma de los hombros mientras me observa. —No quiero que te sientas presionada.

—Estoy bien —reí levemente. —Necesito un poco de aventura para no morir de aburrimiento.

Se ríe por mi comentario.

—Vengo en un par de horas.

Da una mirada en dirección a la cocina.

—Suerte con Charlie.

Esas son sus palabras de despedida, sale por la puerta, lo observo mientras camina hasta su auto, se sube y arranca, perdiéndose por la calle.

—¡Isabella Marie Swan! —el grito de Charlie se escuchó por toda la casa, no, estoy segura que se escuchó por toda la calle, o quizás por todo el pueblo.

—Ya voy, ya voy —cerré la puerta y volví a la cocina.

— ¡¿Qué carajo están pensando?! —nos gritó Charlie cuando nos tuvo a amabas frente a él. —¿Acaso se quieren morir?

—Pues, no —dice Angela.

—¡No parece! —grita de nuevo. —¿Cómo se les ocurre aceptar la invitación de ese hombre que es mucho mayor que ustedes?

—¿Y porque no? —me encogí de hombros.

—¡Porque es peligroso! —gritó de nuevo.

—¡Nunca me ha lastimado! —lo defendí.

Charlie se dejó caer con frustración en el sofá, una de sus manos frotó con rabia su bigote.

—No sabes quién es, no sabes lo que es ¡y no tienes idea de lo peligroso que es!

—¿Y tú sí? —le pregunté sintiendo que me comenzaba a alterar.

—Sí —dijo el. —Lo conozco, sé lo letal que puede ser.

Angela abrió los ojos sorprendida, su boca se abrió hasta lo más bajo que la mandíbula le permitió. Creo que había olvidado mencionarle que Charlie estaba al tanto de los originales.

—Entonces ¿Por qué lo dejaste entrar? —traté de sacar información sin ponerme en evidencia.

—¡Porque me hipnotizó! —su rostro se giró hacia mí, aunque sus ojos nunca me miraron.

—¿Qué no estabas tomando verbena? —contraataqué.

—A los originales no les afecta la verbena —susurró Angela.

—¡Exacto! —Charlie le dio la razón. Mi amiga y yo nos quedamos quietas y sin hacer ruido, esperando a que él solo razonara las palabras.

Un segundo después, Charlie nos miró bastante alterado.

—¿Ustedes lo saben? —nos preguntó. Su cuerpo se sacudía, como si se hubiera tomado un shot de adrenalina. —¿Cómo saben ustedes sobre eso?

Angela me dio un leve empujón señalándome que yo hablara primero.

—Elijah nunca se esforzó en ocultarme la verdad —le respondí a Charlie.

—Pero, él dijo —sacudió su cabeza, —él me prometió, él me juró que habías olvidado todo.

—Pero no lo hice —solté la respiración. —Al parecer tu tampoco.

Se quedó de piedra.

—Escucha, creo que a Elijah le convenía más que yo supiera todo, así me tendría una ventaja sobre mí.

—Ese hijo de… —Charlie gruñó, interrumpiendo sus propias palabras.

—Aunque, a mí también me resultó conveniente —dije pensando en la situación.

—Sí claro, muy conveniente —murmuró, sabía que se refería a las palabras de Elijah y al tono que había utilizado para decirlas.

—No lo digo por eso —torcí mis labios. —Si yo sabía la verdad, podía acceder a su ayuda. Elijah me ha ayudado muchas veces y eso hace que sienta que le debo mi ayuda.

—¡Pero eso no le da el derecho de venir a secuestrarte!

—No me está secuestrando —pongo los ojos en blanco. —Voy con él porque quiero, confió en él.

Me mira, sé que no está feliz, pero no pienso ceder en esto.

—¿Cómo sabes que John está allá? —pregunta secamente.

—Aún tengo amigos en Mystic —digo sonriendo. No le estoy mintiendo, pero tampoco le estoy diciendo la verdadera manera en la que me enteré.

—¿Qué hace allí? —dice, pareciera que se está preguntando a sí mismo.

—Eso quiero saber.

Charlie me mira con pesar, sé que no quiere que arriesgue mi vida, pero sabe que no puede detenerme, de una manera u otra, iré con Elijah.

—Angela —la llama. —¿Estas bien con esto?

—Sí, sé que puedo hacerlo Charlie.

—Tus padres me dijeron —Charlie duda en sus palabras, —que tú, eres…

—Está bien —dice ella con un leve sonrojo. —No me preocupa que tú lo sepas.

—Sé que no voy a evitar que se vayan —Charlie nos da esa mirada de padre preocupado. —Solo, por favor, tengan mucho cuidado, no confíen en nadie —su voz se convirtió en una súplica. —Bella, sabes cómo es Mystic, por favor, tengan cuidado.

—Está bien, no te preocupes, papá —le aseguro forzando una sonrisa, trato de convencerlo y también a mí misma.

Charlie nos dio un abrazo a cada una, se sintió raro, él y yo casi no nos mostrábamos ningún afecto, pero esta vez lo permití, sentía su necesidad de creer que nada me pasaría, y juro que lo entiendo, pero, incluso si me quedo en Forks, nada le asegura que no me pasa nada.

Nos pusimos a recoger toda la cocina, debíamos matar el tiempo en lo que esperábamos a que nuestro guía turístico llegaba por nosotras. Tratamos de que nuestra conversación fuera de temas casuales, no queríamos que Charlie terminara en el hospital por un ataque de nervios.

Cuando terminamos, nos sentamos enfrente del televisor, haciendo zapping con el control remoto. Después de un rato, escuchamos el auto estacionarse en la entrada, pero ninguno se movió.

—Es muy probable que alguien venga y pregunte por mí —le digo a Charlie.

—Alguien… ¿Cómo quién? —pregunta renuente.

—Edward Cullen —digo en un susurro.

—¿Cómo porque vendría él a preguntar por ti? —gruñó entre dientes.

—Pues, ya sabes…

—Niña, harás que me dé un infarto —me regaña. —¿Qué se supone que le diré?

—Dile que… que fui con mamá —me encogí de hombros. —Pero no piensen en nada más, porqué se dará cuenta que mientes.

—¿De qué hablas? —me preguntó.

El timbre de la casa interrumpe la conversación. Charlie me da una mirada molesta, pero se levanta para abrir la puerta. Regresa seguido de Elijah.

—¿Están listas?


Hola holaaaaaaa ¡Feliz jueves, casi viernes! Bueno, acá donde estoy son las 11:23 pm... Y aunque mañana tengo que estar temprano en el trabajo, me di este pequeño tiempo para publicar el capitulo.. jijiji Puedo escuchar a mi madre gritarme que ya me duerma...

Por cierto, ¿ya vieron la nueva portada? ¿Les gusta?

Nos leemos después.