Sinopsis:
Ella busca información acerca de la verdadera naturaleza del que parece ser el amor de su vida. Él está dispuesto a todo por salvar a la mujer que cree amar. Ambos creen tenerlo todo aunque en realidad no tienen nada. Saben que sus vidas son malas, pero desconocen que juntos podrían ser muy buenos.
(Basada principalmente en la canción "So good" de Halsey)
La historia sucede en el viaje de Bella y sus amigas a Port Angeles, y durante la 2da temporada de The Vampire Diaries.
La línea temporal será de cuando se estrenaron las películas y la serie, es decir en 2004/2006, pero, voy a combinar elementos del año real en que se empezó a publicar la historia en 2022. (Solo es por si describo algunos hechos o cosas que en esos años aun no existían o aun no pasaban pero en la actualidad sí)
Disclaimer: Los libros de Twilight es propiedad de Stephanie Meyer. Los libros de The Vampire Diaries es L. J. Smith. También la historia puede contener partes de las películas y la serie de los respectivos libros. O alguna frase de alguna canción porque me inspiré en ella.
(Damon POV)
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Mierda.
Ay carajo, sí que parece una momia. ¿De verdad seguirá respirando?
Mis labios se tuercen formando una mueca, me muevo con cuidado dentro del lugar, no quiero pisarle algún dedo y que se desintegre como reliquia quebrada.
Sus peores pesadillas hechas realidad, esta fea, vieja y arrugada.
Creí que nunca llegaría a ver este día. Bueno, ya puedo tachar una cosa de la lista de cosas por hacer antes de morir.
Pero, como yo soy un honorable y sexy caballero, le traje un pequeño obsequio. Me pongo en cuclillas frente a la momia. Quito la tapadera de la botella y la acerco para que la olfatee. Segundos después, la veo removerse contra el suelo de piedra. Bueno, al menos sí se puede mover por su cuenta.
Acerco la boca de la botella a sus labios, la inclino para que caiga un poco del líquido. En cuanto la siente en su boca, hace el intento de beber más.
—Eso es —apremio satisfecho con su buen comportamiento. —Bébelo.
Sus manos se levantan para tomar la botella que presiono contra sus labios, la toma por su cuenta.
—Te ofrezco un obsequio —le digo sonriendo mientras me levanto. —No puede ir de compras, pero, te traje algunas cosas.
Ella siguió bebiendo con desesperación. Saco de la mochila la ropa y la cuelgo en la reja que nos rodea.
—Vaya —silbo. —Sí que te hacía falta —me mira mientras lanza lejos la botella. —Casi te vez bonita.
—¿Qué es lo que quieres, Damon?
Termino de sacar todas las cosas.
—¿Adivina quién volvió? —la miro—¡Tú amigo! Jhon Gilbert.
—¿Enserio? —pregunta sin poner mucha atención.
—Mm-hmm
—¿Por qué? —su voz es ronca por la falta de uso, y por lo seca que esta por dentro.
—Dice que de repente ama a su hija —me encojo de hombros. —La quiere proteger de Elijah y del satán Klaus.
—Qué lindo —murmura. Sus manos se extienden en busca de algo que le ayude a levantarse.
—No lo creo —hago una mueca. —Me contó una leyenda de como asesinar originales.
Ella se queda quieta. Bingo, algo sabe.
—Y quieres saber si es cierto —sus palabras no son una pregunta. Se sigue moviendo para ir a buscar la ropa que le dejé. —Si lo fuera, no te lo diría.
—¿Y porque no? —me quejo. —Tú quieres a Elijah y a Klaus muertos tanto como yo.
—Klaus sí, Elijah no —se gira a mirarme. —Elijah me hipnotizó para quedarme aquí, si él muere, me quedo por siempre.
—Ay que malo —ruedo los ojos. Como si me importara lo que le sucede el resto de la eternidad.
—Olvídalo Damon, —me dice. — Es una misión suicida. No lo lograrías.
Lo pienso un poco.
—Yo creo que sí —digo orgulloso.
—No
Ay pero que testaruda.
—¿Ni siquiera con una daga y ceniza de roble blanco? —pico su curiosidad.
Ella se vuelve a quedar de piedra. Me cruzo de brazos esperando su reacción.
—No, Damon —sacude la cabeza. —Si lo asesinas me voy a quedar aquí, para siempre.
—Suenas asustada —le digo divertido. Perra manipuladora.
—Sácame de aquí antes —su cuerpo se sacude. —Te ayudaré contra Elijah o, protegeré a Elena. Lo que tú me pidas haré.
—Si yo te saco de aquí, te largaras a beber margaritas a una isla lejos de Klaus —le miro, quiero que se atreva a negarme eso. —Eso jamás.
—No, Damon, me quedo. Solo, por favor no lo hagas.
Me gustaba verla rogar por su vida. Es una oportunidad que no se presentan dos veces en la eternidad. Ya puedo borrar otra cosa de la lista.
—Pues gracias —le sonrió. —Me dijiste justo lo que quería.
—No te dije nada —gruñe.
—Claro que sí —digo emocionado. —Ya me confirmaste que es posible asesinar a un original. —muevo mis pies para salir de la reja donde debe estar encerrada. —Cosa que haré esta noche.
Escucho su respiración errática, pero, no hay nada que arruine hoy mi día, ando de un humor inmejorable.
—Por cierto, Katherine —me giro de nuevo a ella. —¿Sabes algo sobre… la prima de Elena?
Levanta su cabeza en mi dirección. —¿Qué?
—Sí, ya sabes —me encojo de hombros, —Elena tiene una prima, se llama Isabella.
—¿Cómo sabes tú eso? —me pregunta.
—Entonces si es verdad —murmuro para mí. —¿Qué sabes de ella?
Camina tambaleante —Solo sé que, para ser una humana cualquiera, tiene más agallas que varios vampiros juntos.
—Dime algo que no sepa.
—Ella sabe muchas cosas, no la subestimes, Damon. Pero tampoco la asesines, puede que llegues a necesitarla.
Eso es lo último que me dice. Se vuelve y se oculta de nuevo en las sombras.
Ojala se hubiera quedado allí para siempre. No sé porque tuvo que salir de la maldita tumba. Solo arruinó nuestras vidas.
Salgo del lugar con algunas preguntas y sus respuestas, pero aún tengo más dudas. Espero que la dichosa cena sea más fructífera que esto. Al menos voy a tener la dicha de dejar encerrada a Katherine para toda la eternidad. Quizás vuelva en un par de siglos para burlarme de sus arrugas.
Cuando vuelvo a mi casa, el tiempo se pasa demasiado lento para mi gusto. Cada dos o tres minutos estoy mirando el reloj en busca de que me diga que ya ha pasado más horas. Hacia demasiado que no me sentía de esa manera. Cuando eres humano, sientes como si el tiempo se escapara de entre tus dedos. Pero, cuando sabes que tienes todo el tiempo del mundo, no le pones atención al reloj tan seguido.
Ay carajo, porque me siento tan ansioso.
¿Por matar a Elijah? No creo, eso me hace sentir entusiasmado.
Será ¿por ella? No, no. Ella no puede tenerme así, es estúpido. Tampoco es que me sienta rechazado porque el día de ayer después de salir del Grill, esa bambina me mandó a volar.
Me siento ansioso por la idea de asesinar a Elijah. Sí, es por eso.
El timbre de mi casa suena. ¡Por fin! Empezaba a comerme las uñas.
—Hey —dice Alaric apareciendo. Me hago a un lado para que pase.
—¿Solo tú? —pregunto tratando de sonar distraído.
—Tu damisela viene con Jenna —dice dándome palmadas en la espalda mientras me jala al interior de la casa.
—¿Mi, qué cosa?
—Vamos, Damon, soy tu amigo —me pasa un brazo por los hombros. —No me lo tienes que ocultar a mí.
Le doy un gruñido, Rick suelta una carcajada burlándose de mí. De repente todos se pusieron de acuerdo para reírse a mis espaldas o ¿Qué demonios sucede? El timbre vuelve a sonar y yo salgo disparado a la puerta. La risa de Rick se intensifica y se pierde en el interior de la casa.
—No pensé que te diera tanto gusto verme.
—No te emociones —ruedo los ojos con una sonrisa. Me hago a un lado para dejarla entrar.
—Hola, Damon —me saluda Jenna que pasa siguiéndola.
—Hola, hombre de negro —me saluda una muchacha. Si mi memoria ebria no me falla, yo ya había escuchado esa voz unos días atrás, supongo que ella es la amiga que mencionó ayer, Angela.
—Damas —hago un saludo en general.
—Caballeros, ¿Por qué no se van a distraer un rato mientras nosotras nos encargamos de la mesa? —Jenna nos da una mirada seria a ambos, Rick y yo nos negamos, podríamos ayudarles a acomodar algo.
—No estorben —gruñe Isabella apuntándonos con un cuchillo. —Largo.
Le hago una señal a Alaric para que me acompañe. Algo en mi interior me dice que ella si es capaz de usar esa cosa, y con ambos. Nos metemos a la biblioteca, allí estamos lo suficiente lejos como para que ambos bandos tengan privacidad, pero lo suficiente cerca como para estar atento a la conversación de las damas que están libres por mi casa.
—¿Y qué sucede contigo y Rick? —Isabella le pregunta a Jenna.
—Pensé que solo yo había notado la tensión —murmura Angela.
—No lo sé —Jenna suelta un profundo suspiro. —Yo… él es lindo, y de verdad me gusta. De verdad lo quiero, y quiero que funcione.
—¿Pero?
—Pero siento que aún me oculta algo, y además está Jhon diciéndome cosas sobre él.
—Cosas ¿Qué cosas? —Isabella hace la pregunta que tengo en la mente.
—Cosas que no quiero pensar, cosas que sé que no son verdad, sobre todo si vienen de Jhon.
—¡Exacto! —Angela dice. —En una relación lo más importante es la confianza.
—Es lo que yo digo —Jenna suena más alegre.
—Deberías hablarlo con Rick —Isabella le aconseja.
—Si… sí. Lo haré.
Bien, al parecer el cometido de la charla de chicas había funcionado. Escucho pasos moviéndose hacia la cocina, lo más probable es que sea Jenna quien se haya movido.
—Ni tú, ni yo. Ninguna tiene la cara para decirle eso a Jenna —regaña Isabella. —Ambas estamos aquí a base de mentiras.
—Lo sé, pero la idea era animarla, no arrastrarla a la miseria con nosotras.
—No me gusta la idea, Damon —Rick me trae a la conversación con él. —Es una muy mala idea.
Me acerco a la mesa por un vaso de bourbon. Debía darme valor con algo.
—No existen las malas ideas —digo tratando de calmarlo. —Solo una mala ejecución de ellas.
Rick me hace una mueca. Ups, no logré tranquilizarlo. Recurro a mi otro método, le entrego un vaso similar al mío. Él niega.
—No me agrada la idea que Elijah esté en esta casa, con Jenna e Isabella aquí.
—Ellas van a estar a salvo —trato de sonar convincente. —Solo es una misión de investigación.
—¿Solo de investigación? —me mira acusadoramente. Sacudo mi cabeza de arriba abajo. —Nada de ataques, ni planes sorpresa, por favor.
—Te lo juro —digo con mi mejor cara inocente.
—¿Desde cuándo se conocen tú y Damon? —esa pregunta proveniente de la otra conversación llama mi atención.
¿Qué vas a contestar Bambina?
—Pues, nosotros… —tartamudea.
—No me mientas Isabella —Jenna amenaza, pero puedo oír la risa en su voz.
—Nos conocimos hace unas semanas —ella habla con honestidad. —Nos hemos encontrado un par de veces después de eso.
—Vaya —dice Jenna sorprendida. —Y ya lo tienes comiendo de la palma de tu mano.
¿Por qué dicen eso? ¡Eso es una vil mentira!
—¡Eso dije yo! —Angela se carcajea.
—¿Te gusta? —Jenna pregunta, pero nadie le responde, todo se queda en silencio— ¿A dónde vas?
—Oigan —Isabella aparece frente a Rick y a mí. —Jenna necesita ayuda con el vino.
Rick me mira. Yo le hago una señal con la cabeza para que sea él el valiente que vaya en ayuda, sé que las cosas no están bien entre ellos, pero, Rick necesita poner los cojones en su lugar y hablar con ella. Si es que no quiere que pase lo mismo que con Isobel.
—Gracias —le sonríe gratamente a Rick al momento en que pasa a su lado rumbo a la cocina.
—Me invitas uno —ella baja los escalones en mi dirección. Le sonrío y le extiendo mi vaso aun con el líquido ámbar, camina hasta quedar frente a mí, quitando de mis manos el vaso. La miro llevarlo a su boca y beberlo de golpe.
—Así que… —comienzo distraídamente. —¿Te gusto?
Me mira seria, pero puedo notar el delicioso aroma de la sangre que se acumula en sus mejillas.
—No sabía que eras tan chismoso —se queja. —¿Te gusta escuchar conversaciones ajenas?
—Si son sobre mí, sí.
Ella asiente pero, de nuevo, no responde a la pregunta.
—¿Qué tal la vida en ese pueblo olvidado de la civilización? —trato de desviar el tema. —¿Ya te cogiste al muerto en vida?
—No seas asno —me da un golpe en el pecho.
—Tomaré eso como un no —me burlo. —¿Por eso me hiciste esa propuesta indecente con las cadenas?
—Cállate imbécil —ambos nos reímos.
—¿Qué haces aquí? ¿Por qué? —le pregunto tras un silencio. Ella no me responde.
La tomo del cuello, la empujo contra la pared. Sé que le cuesta respirar, puedo sentir como su tráquea busca liberarse de la presión que mí mano hace sobre su garganta, siento su cuerpo sacudirse por el golpe al ser estrellado contra la superficie dura. Sé que las venas de mis ojos son muy visibles a pesar de que no han brotado de mi piel. También sé que cualquiera estaría llorando del miedo, pero ella no. Ella tiene sus brazos al lado de su cuerpo, mantiene su mirada llena de tranquilidad sobre mí.
—Te voy a dar solo una oportunidad, solo una maldita oportunidad para que elijas bien de qué lado quieres estar —golpeo su cabeza contra la pared de nuevo. —Si se te ocurre elegir mal, y le tocas un solo cabello a Elena, te voy a torturar y a asesinar tan dolorosamente que desearás no haber nacido.
Me mira, parece que mis palabras no causan ningún efecto en ella. Golpeo de nuevo su cabeza contra el muro.
—No lo intentes, porque, ni tus fríos podrán salvarte.
—¿Terminaste… de amenazarme? —dice con dificultad. —Elijah… no tarda en llegar y… y solo tienes una oportunidad de asesinarlo.
¿Cómo dijo?
Mis manos sueltan su cuerpo como si me quemara. La veo retorcerse en el suelo, tosiendo y jadeando en una lucha con sus pulmones por tomar aire de nuevo.
—¿Cómo lo sabes? —le pregunto sorprendido.
—Deberíamos ir al comedor —se pone de pie con las piernas temblorosa.
Me quedo allí, de pie, confundido aún más respecto a ella. La veo soltar un profundo suspiro, camina a mí, me toma de la mano y tironea de mi cuerpo para seguirla. Como el idiota que soy, lo hago.
En ese momento suena el timbre de la casa.
—Yo voy —Jenna avisa.
Isabella y yo aparecemos justo a tiempo para cuando la puerta se abre.
—No jodas —gruñe ella.
—¿Quién lo invitó? —dice Jenna.
—Jhon, ¡Que sorpresa! —me acerco a él. —Vete, fuera, largo, shu.
Muevo mi mano sacudiéndola en dirección a la calle. Él me ignora, por supuesto.
—Cuando Jenna mencionó que vendría a una cena para Elijah, decidí que no podría perderme los juegos.
—No habrá ningún juego, Jhon —Alaric aparece, me mira desconcertado. —Es una cena nada más.
—Ya escuchaste —me encojo de hombros. Vuelvo a cerrar la puerta, es obvio que este imbécil no se ira.
Al parecer, todos pensamos lo mismo, Jenna vuelve furiosa a la cocina, Alaric va como perro faldero detrás de ella, eso nos deja a la sexy castaña, el imbécil y el asno, digo, yo.
—¿Qué carajos haces aquí? —escupe Isabella. Su cuerpo está tenso, sus manos se aprietan en fuertes puños a sus costados.
—Vine a la cena —Jhon sonríe.
—Corta la mierda —gruñe Isabella. —¿Qué haces aquí?
—Vine a proteger a Elena —le responde.
—Así que, ahora vas a jugar a ser el súper papa que hace todo lo posible por su hija —la voz de Isabella es filosa como la daga que tengo guardada para apuñalar originales. —No me jodas Jhon, algo tramas.
—¿Y tú, Isabella? ¿Qué haces aquí? —Jhon camina en dirección de ella.
Cada paso que Jhon avanza, es un paso que yo doy en dirección contraria, hay un momento en que mi cuerpo se coloca entre ambos, evitando que llegue a ella. No me fio de este hombre, no lo quiero cerca de ella. Jhon ve mi actuar, me analiza y suelta una risa, pero deja de moverse.
—Sabes, querida sobrina, por más que trato, no encuentro una razón lógica para tu presencia en este lugar.
—Qué curioso —se ríe la castaña. —Me pasa lo mismo respecto a ti.
El timbre de la casa vuelve a sonar. Miro casi con agradecimiento la puerta, si no hubieran interrumpido, una cabeza hubiera rodado antes de tiempo. Isabella nos rodea y va a abrir, encontrándose con el molesto rostro de Elijah.
—Buenas noches —sonríe. —¿Me extrañaste?
—No realmente.
Sonrió. Esa esa es mi chica.
—Elijah —digo sonriendo falsamente. Empujo lejos a Jhon y camino hasta quedar al lado de Isabella, rodeo su cintura con mi mano atrayéndola a mí. —Gracias por venir. Pasa por favor.
—Un momento —Elijah suena serio. —Te diré, Damon, que si posees intenciones menos que honorables para esta velada, te sugiero que lo reconsideres.
—No, nada de ese tipo —pongo mi mejor cara feliz —Solo conocerte mejor.
—Bueno, me alegra —dice él dando un paso al interior de la casa. —Es, que, aunque Elena haya hecho un trato, si se te ocurre hacer una estupidez, no dudaré en asesinarte y a todos los de esta casa.
Mis cejas se juntan. No había necesidad de ser tan amenazadores.
—Bien —es todo lo que respondo.
—Oh, por cierto, ella es mía —me quita de los brazos a Isabella, quien parece irse demasiado feliz a su lado. —Jenna que placer verte de nuevo.
Veo las espaldas de ambos caminar al interior de mi casa. Vaya anfitrión del asco que soy.
—Elijah, llegas justo a tiempo —Jenna se acerca a saludarle.
—Jenna, luces maravillosa —dice el dichoso caballero.
—La cena está lista —Angela aparece frente a todos nosotros, sus manos nos señalan el comedor.
Debo admirar el trabajo que hicieron las damas, toda la comida se ve excelente.
Hipnotizados por el aroma que nos rodeaba, nos las arreglamos para distribuirnos en las sillas alrededor de la mesa. No sé cómo lo hice, no sé exactamente cuántas sillas tuve que mover, o a cuantos tuve que empujar, pero, fui lo suficientemente listo como para dejar a Isabella en la silla mi derecha y a Elijah a mi izquierda.
Comenzamos a servirnos, los platos y las charolas se movían de un lado a otro por sobre la mesa. Yo me encargue de distribuir el vino, asegurándome que los humos y la tensión que había se dispersaran un poco.
—Entonces, Angela —Jenna inicia la conversación. —¿Algún galán que te espera en Forks?
—Pues —se sonroja, —hay alguien, pero, aun nos estamos conociendo.
—Ah, el amor —se ríe Elijah.
—¿Y tú Isabella? —Rick pregunta, pero me da una mirada mientras habla. ¿Qué demonios hace?
—Err… pues, yo… —tartamudea, —puede que sí.
—Oh Damon, te van a romper el corazón —Elijah comenta, de repente todos, menos Isabella, parecen hacer un puchero
—¿De que hablas? —Rick lo mira cómplice. ¿Ahora me van salir con que son amigos? —Elena ya está haciendo ese trabajo.
—¿Elena? —pregunta Isabella. Puedo sentir su incomodidad.
—Sí, Damon está enamorado de Elena —Jenna explica. —O lo estaba.
Ignóralos Salvatore.
—Pero, ¿Qué no Elena tenía un novio?
—Mi hermano, Stefan —murmuro para mí. Bueno, sé que todos escucharon a la perfección.
—Muy cliché —dicen a mi lado.
—Hablando de familia —Jenna cambia la conversación. Se lo agradezco en silencio. —Odio decirte, Damon, pero Elijah dice que tu familia no fue de los fundadores de Mystic.
—No me digas —miro molesto al mencionado.
—Solo le comenté a Jenna que tiempo atrás, varios colonos inmigraron de Salem a este lugar —comenta distraído.
—Después de los juicios, ¿verdad? —Angela lo mira. —¿Qué será? ¿1700?
—¿Por las persecuciones? —Isabella pregunta llevando su copa de vino a los labios. Se ve jodidamente sexy así de intelectual.
—Exacto, querida —Elijah le da una mirada alegre.
—Dicen que eran brujas —Jenna susurra.
—No hay evidencia tangible de brujería en Salem —Rick se mofa. Lo apunto dándole la razón.
—La hay —Isabella, Angela y Elijah hablan a la vez.
Los miramos confundidos.
—Se dice que en un poblado próximo, fue descubierto el primer indicio —Elijah nos mira a todos. —Juntaron estacas, se hizo la cacería y se hizo la primera quema de brujas en un campo.
—Los gritos se podían escuchar a varios kilómetros mientras el fuego los consumía —Angela suspira, su mirada perdida en algún punto frente a ella. Qué extraña.
—Ang ¿Me pasas la pasta? —Isabella la sacude suavemente.
—Yo no le diría eso a la sociedad histórica —Jenna se carcajea —se volverán locos.
—A mí me suena a una leyenda, nada más —Jhon metió sus narices a la conversación.
—No me digas que le temes a las brujas, Jhon —Isabella le ofrece una sonrisa falsa. No le cree, y yo tampoco.
—Miedo, no claro que no —responde él forzando una sonrisa. Mentiroso, se ve que si le tiene miedo.
—¿Y para qué quieres saber el lugar donde pasaron las supuestas masacres? —le pregunto a Elijah, a nadie en este pueblo le había interesado eso antes, ni siquiera a Bonnie que es la bruja en turno del pueblo.
El original se encoje de hombros. —Vamos Damon, no me digas que no eres curioso.
Mis labios forman una línea, así que se va por la tangente, entonces si oculta algo.
—Yo tengo curiosidad —Jhon habla de nuevo. —¿Cómo saben ustedes sobre eso?
Su mirada es acusadora hacia las dos humanas más jóvenes que están en la mesa. Ambas tuercen los ojos.
—¿Se te olvida que, básicamente, Isobel me crio? —gruñe Isabella.
Bueno, eso es un dato que guardaré en la memoria para preguntar más tarde al respecto.
—Claro —dice inconforme.
—Oigan ya se terminó el alcohol —digo tratando de parecer asombrado. —Iré a traer más.
Me pongo de pie.
—Tengo un coñac que he guardado por años.
—Te acompaño —Elijah se levanta, —suena interesante esa botella.
Eso, ya vamos progresando en la situación.
La conversación se sigue desarrollando con cierta tranquilidad, al parecer todos estuvieron de acuerdo con que ambos nos desaparezcamos.
—¿Cuánto llevas guardando la botella, Damon? —pregunta tratando de entablar una conversación casual conmigo.
—Un par de décadas, o siglos, ya perdí la cuenta.
—Dramático —me dice.
Me giro para enfrentarlo con la botella en mi mano. Elijah sonríe afirmativamente. Me duele gastarme mi coñac en él, pero, el mal justifica los medios ¿Cierto?
—Por cierto, déjame adivinar —empiezo a servir un par de vasos con la bebida. —Además de la piedra de luna, el dopelgänger el león, la bruja y el ropero… Necesitas el cementerio de las brujas ¿Correcto?
—Como me siento, repentinamente, tan cercano a ti, Damon —bufa, —diré que sí.
¡Ja! ¡Lo sabía! ¡En tu cara!
—¿Sabes dónde está? —pregunta. De repente la situación es casi cómica, él se ve tan vulnerable y yo tan sabelotodo.
—Tal vez —me encojo de hombros. Su mirada se volvió a mi como un látigo, interesado en mis palabras. Estiro mi mano y le ofrezco uno de los vasos con coñac.
—¿Por qué es tan importante? —le miro con los ojos entrecerrados.
—No tan cercanos —gruñe arrebatándome de la mano el cristal. Se gira dándome la espalda, mirando el enorme librero repleto de libros de todos los años que pueda imaginar. —Que gran colección tienen aquí.
Veo su silueta tensarse. Mierda, creo que ya lo descubrió.
—Sabes Damon, algunas personas creen que ese es el problema con los libros, antes de que existieran las personas tenían memoria —mientras habla, mi mano se tuerce, buscando la daga que tengo escondida en la mesa detrás de mí. —Pero, libros como el Damnatus, fueron creados para que no se olviden las cosas.
Pongo la daga en mi mano, listo para lanzarme encima de él y apuñalarlo.
—¡Damon! —la voz de Isabella llega a mis oídos. Escondo en la manga de mi camisa la daga.
Elijah se gira, poniendo atención, supongo que tampoco a él le pasó desapercibido el tono de histeria en su voz. La puerta se abre, dejándola venir a nosotros casi corriendo, su respiración es agitada, su rostro está cubierto de pánico.
—¿Qué sucede? —pregunto. Necesito asegurarme que está bien.
Le da una mirada fugaz a Elijah. Baja las escaleras que nos separan y se coloca en el medio de ambos.
—Yo…
Mira a su alrededor, se ve insegura y temerosa.
¿Entonces, eso es? ¿Ya eligió su bando?
—Caballeros, —Alaric aparece por la puerta. Se ve similar a ella, agitado. —Olvidamos el postre.
Lo ignoro. No me interesa el maldito postre, necesito saber la respuesta de Isabella.
—¿Tú, qué? —la presiono.
—Sí —murmura. Le doy una mirada confundida. Ella acorta la distancia que hay entre ambos, colocándose delante de mí. —Lo que me preguntaste hace rato.
Levanto una ceja.
—Qué si me gustas, idiota.
Me da un golpe en el pecho con las palmas de su mano, toma con sus dedos mi camisa, atrayéndome a ella. Estoy demasiado sorprendido como para reaccionar cuando sus labios se posan sobre los míos. Su boca se mueve sobre la mía, la calidez de sus labios es una sensación asombrosa sobre mis labios.
Dejo de sentir el mundo alrededor de nosotros, no me importa otra cosa más que sus labios, y su cuerpo sobre el mío. Sus manos bajan por mis brazos, acariciándome sobre la ropa, le respondo acariciando su espalda con mi mano, atrayéndola más a mí por la cintura.
—¿Me acompañas Elijah? —la voz de Angela llega a mis oídos. —Al parecer ellos tendrá el postre aquí.
—Claro, vamos.
Escucho el par de pisadas que salen de la biblioteca.
Con una mano, lanzo lejos las cosas de la mesa que tengo detrás de mí, de un movimiento, coloco a Isabella de espaldas sobre ella, dejándola debajo de mi cuerpo.
—Te lo advertí —rugí al separarme de sus labios.
Mierda, la soledad me acaba de golpear sin la sensación de cercanía de sus labios.
—Te dije que eligieras con cuidado a que bando pertenecías —presiono la daga contra la piel de su cuello, el líquido rojo brotar alrededor del metal haciendo un contraste hermoso. —Te dije que si no elegías correctamente…
—Te acaba de salvar el trasero, Damon —Alaric me toma por los hombros. Mis cejas se juntan con la confusión.
—¿De qué carajos hablas? —me enderezo.
—Stefan llamó —me enseña su celular.
—Si te dejaba hacerlo, tú ibas a morir —una voz angelical cargada de dolor me reclama.
Mis ojos buscan los suyos, la veo ahí, tendida de espaldas sobre la mesa, su mano sobre su garganta tratando de detener la hemorragia que brota de su piel. Pero su mirada tiene la tranquilidad que le habían robado hace unos minutos.
—Ahora, si quieres hacerlo —trata de enderezarse aun con su mirada en mí, —puedo pedirle a vuelva. Incluso creo que puedo amordazarlo para que lo hagas.
Tomo una respiración demasiado profunda y ruidosa. ¿Por qué nadie me dijo ese detalle? Bueno, Salvatore, teniendo en cuenta que confiaste en Jhon y en Katherine…
—¿Estas bien? —Rick le pregunta a la muchacha.
—Toma —le digo, muerdo mi muñeca y se la ofrezco. Ella hace una cara de disgusto. —Bébelo.
Me mira insegura, luego a Rick, el asiente y la empuja hacia mi brazo. Siento sus labios posarse sobre mi muñeca, acompañados del clásico jaloneo de la sangre en mis venas que está bebiendo.
—Toma, cámbiate —lanzo la daga a la mesa, desabotono mi camisa y se la doy. —Iré por una nueva, los veo en el comedor.
Subo a mi habitación encerrándome en el baño. Me siento frustrado, molesto, agobiado, traicionado y ¿conmovido? Maldita sea me estoy volviendo como mi hermano, ablandado por una chica.
No jodas, Salvatore.
Abro el grifo de la regadera metiéndome debajo sin importarme que mi ropa se moje.
Concéntrate, me regaño. Puedes asegurarte de resolver eso después.
¿Por qué dejar para después lo que puedes hacer hoy? Me digo a mí mismo.
Sacudo la cabeza con fuerza, tratando de alejar ese pensamiento de mi.
¿Qué carajos planeas Salvatore? Sabes que ella está enamorada del vampiro ese, el emo con depresión viviente. Y tú estás enamorado de Elena, se lo dijiste hace un par de semanas. ¿Vas a decir que ya no?
Isabella solo es un obstáculo que trajo Elijah para arruinar nuestros planes, si te dijo que le gustabas fue solo para distraerte y evitar que atravesarás el corazón del original… ¿verdad?
Pero si ese es el caso, porque parecía tan tranquila de arriesgar su vida y dejar que le cortara la garganta antes de que me explicara que en realidad había salvado el trasero.
Es decir, sé que soy irremediablemente atractivo, pero ¿porque de repente me importa tanto lo que ella piense de mí?
Mierda, mierda y más mierda.
Salgo del agua, tomando una de las toallas para secarme el exceso, pero de mi ropa siguen brotando ríos de agua. Busco un cambio rápido, ya me perdí de muchas cosas en la reunión de abajo y quien sabe de cuantas maneras habrán conspirado ya en mi contra.
En el comedor, están casi todos reunidos, al parecer no les afectó mi ausencia.
—Angela se llevó a Jenna por el postre —señala Jhon cuando me ve de nuevo en el comedor.
—Elijah, estaba pensando —llamo la atención mientras me acomodo de regreso en mi asiento. —No ceo que Jhon esté en la lista de protegidos de Elena —le doy una mirada al imbécil que parece que vio un fantasma, —después de todo, lo odia.
—Estoy consciente de eso —responde divertido el original.
Miro a Isabella de reojo. Su postura es relajada, no hay ninguna marca en su piel y luce muy fresca usando mi camisa, le queda grande, pero se las ingenió para ponerla grácilmente detenida con su pantalón.
—¿Interesante el postre? —pregunto Elijah siguiendo mi mirada.
—Cállate —le gruño mientras se sentaba de nuevo a mi lado.
—Lo que yo quiero saber, Elijah —otra vez el imbécil de Jhon metiéndose en donde no debe, —es como matarás a Klaus.
Que buna pregunta, lo admito.
—Sí, yo también quiero saber eso —miro al original.
—Caballeros, hay un par de cosas que quiero aclarar —Elijah responde mientras se sirve más de la botella que hay en la mesa, su mirada se detiene en mí, —tú estás vivo para que protejas a Elena. —Sus ojos se posan en Jhon, —dejo que Elena se quede en su casa, con sus amigos, por pura cortesía.
Jhon se aclara la garganta tratando de mantener su postura casual.
—Si me llega a estorbar, a molestar —la amenaza está implícita en su voz, —me la llevaré lejos y no la volverán a ver.
Todos nos quedamos en silencio, la tensión en el aire es tan papable que incluso yo me sentía incómodo.
—Hablando del diablo —escucho que murmuran a mi lado. Miro a Isabella, tiene la mirada fija en la ventana frente a ella, mi curiosidad me hace mirar al mismo punto, ¿es el auto de Stefan?
—¡Damon¡ ¡Damon —Me pongo de pie, confundido por la voz. Elena aparece frente a mí, parece asustada. Stefan viene detrás de ella, se ve tranquilo, capta mi mirada y sacude la cabeza en negación, entendiendo la pregunta silenciosa que le he hecho.
Stefan abre los ojos sorprendido, después su cabeza se gira a mirar a nuestros espectadores.
—¿No volverían el domingo? —les pregunto desviando el tema.
—Se suponía que sí —mi hermano responde.
—¡Pero no contestabas! —Elena me golpea. —¿Sabes lo preocupados que nos tenías? ¡Tuvimos que venir corriendo! ¡No sabíamos si estarías vivo!
—¿Por qué Damon no estaría vivo, Elena? —Elijah le pregunta, eso parece ser suficiente para sacarla del trance de histeria. Ella mira a la mesa, dándose cuenta que teníamos muchos ojos sobre la conversación.
Abre y cierra la boca un par de veces antes de ser capaz de responder.—¡Por tu culpa!
—¿Mi culpa? —dice él ofendido. —Yo salvé su vida ayer.
—Por culpa de él —Elena apunta Jhon. —Él le dio a Damon una daga para asesinarte.
Y con eso mi plan se va al carajo.
—¡Dije que te protegería, Elena! —Jhon se levanta de la silla. —Te pedí que me dejaras ayudarte.
—¡Pues no te creo! —se cruza de brazos. —Eso dices pero haces cualquier cosa par atraicionarme. ¡Se supone que soy tu hija!
—¡Por esa razón es que lo hago! —se defiende el idiota de Jhon. —Tu madre, Isobel y yo hemos estado haciendo de todo para mantenerte con vida.
—¡¿Ahora resulta que quieren hacer su trabajo de padres correctamente?! —Elena rueda los ojos. La imito, él siempre dice la misma cantaleta, pero nadie le cree.
—Pues, sí.
—¡Eso es mentira! —gritamos Stefan y yo a la vez.
—¿A quien le vas a creer, Elena? —Jhon pregunta conciliador. —¿A ellos?
—¡Ellos no han tratado de asesinarla! —Alaric salta a la defensiva.
—Ay por favor —se ríe Jhon. —Elijah planea asesinarte y aun así confían en él.
—Yo no confió en él —Digo con honestidad. —En ti tampoco.
—¡Pero le creíste cuando te dio la daga! —Elena me reclama.
—¡Tenia que hacer algo! —levanto las manos. —Hiciste un pacto con el diablo del cual no vas a salir con vida.
—Sé muy bien el pacto que hice, Damon —me reprende Elena.
—¿De verdad? —Stefan se coloca a nuestro lado.
—Elijah fue muy cuidadoso con sus palabras —Elena se encoge de hombros.
—¿Qué mierda le dijiste? —mi cuerpo se gira para gritarle a Elijah. Él se mantiene en silencio escuchando la conversación.
—Elijah planea hacer el sacrificio completo —explica Jhon. —Planea asesinar a Elena.
—¿Lo sabías Elena? —le pregunta Stefan tomando con suavidad su mano.
—Elijah prometió ayudar para asesinar a Klaus —Alaric dice confundido.
—No —Elena se encoge. —Prometió proteger a mis amigos y a mi familia, jamás dijo nada sobre mí.
Stefan parece herido, como si le acabaran de enterrar una estaca en el corazón.
—¿Sabías que no sobrevivirías a esto? —camina cerca de ella, su voz sale rota. Elena no responde, solo nos da una larga mirada.
—Maldita sea, Elena —gruño. Mi pecho sube y baja, mi respiración se ha hecho errática a causa del coraje que circula en mi cuerpo.
—Si debo decidir quién va a morir, si yo o las personas que me importan —las lágrimas brotan de sus ojos. —Siempre sé que elegir.
—¡¿Cómo pudiste decir eso hace rato?! —Stefan grita de nuevo con voz dolida. —Hacer planes para el futuro si tú no planeas tener uno.
¿Planes del futuro? ¿De eso hablaron en la casa del lago? Por supuesto que sí, ellos planean tener una vida juntos, y a mí que me lleve el diablo.
—Solo trato de mantenerlos a Salvo, Stefan —lloriquea.
—¿Quieres volverte una mártir? —bufa Jhon.
—¿Y eso no es diferente? —se gira dándole una mirada enojada. —Todos aquí dicen que morirán por mí, ¿Por qué yo no puedo hacerlo por ustedes?
—¡Porque no necesitamos que nos salven! —aprieto los puños al lado de mi cuerpo.
—¡Pero aun así buscan la manera de salvarse! —chilla ella. —¡Todos son iguales que yo! ¡Hacen tratos a mis espaldas para su conveniencia!
—¿De qué carajos hablas? —Alaric ahora se pone de pie también. —Todo lo que hemos hecho ha sido para salvarte, Elena
—¡Yo no se los pedí! —grita de regreso. Me tambaleo para atrás, sintiendo sus palabras como una daga en el corazón. —¡Yo nunca les dije que me salvaran!
—Que egoísta eres —alguien gruñe lejos.
—¡Carajo! —doy un pisotón. —¿Sabes lo que acabo de hacer? Estuve a punto de sacrificar mi trasero, estuve a punto de morir solo para asesinar a este imbécil que planea matarte.
—El imbécil está escuchando —se quejan.
—¡Solo porque quiero que estés segura! —mi grito sale desgarrando mi garganta.
—¡Eso no es verdad! —apunta su dedo índice en mi dirección. —Solo lo haces con la esperanza de que, si salgo viva de esto, sienta algo por ti. ¡Pero estas muy equivocado Damon! —me golpea el pecho. —¡Yo nunca podría llegar a amar a alguien como tú! ¡No soy Katherine!
Está tratando de romperme el corazón, por milésima vez, pero esta vez no me quedaré solo de pie a escuchar los trozos caer al suelo, esta vez quiero que ella sufra tanto como yo.
—Sé que no eres Katherine —digo venenoso. —Ella no es idiota. Katherine haría todo lo posible por salvarse a sí misma. ¡Tú no puedes hacer ni eso!
—¡Yo quiero que las personas que amo estén a salvo! —se seca las lágrimas furiosamente. —¡Yo quiero que ustedes dos estén a salvo!
—No puedo creer que te importe más la vida de ellos que la tuya —Jhon se queja.
—¡Yo si tengo sentimientos! —le grita.
—¿Y de que sirven? —se burla Jhon. —Pregúntale a Alaric, la mujer que una vez amo, es un vampiro, la otra, no le habla por ocultarle la verdad.
—¡No te metas en mi vida! —Alaric le responde.
—Me meto en lo que yo quiero —Jhon escupe.
—Si tanto quieres meterte, ¿Por qué no asesinas tú a Elijah? —pregunto furioso. —¿Debías matarme a mí?
—Eres muy manipulable, Damon —pone una sonrisa arrogante en el rostro. Quiero golpearlo. —Si matabas a Elijah, me deshacía de ti también.
—¡A esto me refiero! —Elena se abraza a si misma. —Ya no quiero que nadie muera por mí.
—¡Nosotros ya hemos vivido, Elena! —Stefan se tira del cabello con frustración. —Hemos vivido demasiado tiempo ya.
—Pero puedo darles más tiempo —dice ella.
Yo aprieto los puños a los costados de mi cuerpo.
—Eres solo una estúpida niña pequeña que cree que puede salvar el mundo —golpeo la mesa del comedor con furia.
Elena se suelta llorando de nuevo, las lágrimas incontrolables bajan por su rostro. No me importa que llore, no me importa que siga creyendo que soy el malo de la historia, necesito que entienda.
—Sacrificar tu vida no es heroico —Stefan suspira. —Es trágico.
—Es patético —completo haciendo una mueca.
—Es estúpido —la voz de Isabella suena a otro lado de la habitación. —Estoy harta.
Volteo justo a tiempo para verla enterrarle a Elijah la estaca en el corazón. Los gritos del original no se hacen esperar, se trata de sacudir buscando zafarse del objeto que atraviesa su cuerpo, pero, se detiene cuando su cuerpo queda de color gris opaco, las venas saltadas de su piel, y sus extremidades sin fuerza.
—Ya está —lo empuja al suelo. —No sé porque tanto problema, era muy sencillo.
Todos la miramos con los ojos abiertos y la mandíbula hasta el suelo por la sorpresa. Nadie había pensado que esto podría terminar de esta manera.
—Ahora —da un aplauso para sacarnos del trance. —Hay que sacarlo antes de que vuelva Angela con Jenna, ya no deben estar lejos.
—Problema resuelto —me encojo de hombros. Mis piernas se mueven, haciéndome rodear la mesa para llegar al lado de ella, la tomo por la cintura y le doy un beso en la mejilla. —Chica lista —susurro en su oído.
—¿Quién es? —Elena pregunta mirándonos, al parecer apenas se dio cuenta de su presencia. —¿La hipnotizaste, Damon?
Sus lágrimas aún están sobre sus mejillas, su postura sigue tensa y su rostro sigue fruncido.
—No, no hice nada —me defendí. Está bien que lo hago seguido, pero no siempre es mi culpa.
—Tenemos demasiados problemas, Damon. ¿Y tú decides aprovechar que estaba la casa sola para traer a una de tus zorras a pasar el rato?
Un gruñido sale de mi boca. No tiene por qué ser grosera con Isabella.
—Hola Elena —Isabella sonríe a mi lado, ignorando las palabras de Elena.
—¿Te conozco?
—No —se ríe levemente. —Pero, yo si te conozco.
Elena nos da una mirada a todos, buscando alguna respuesta.
—Elena supongo que no la recuerdas —Alaric se acerca con precaución. —Ella es Isabella, tu prima.
Stefan salta sorprendido, Elena abre exageradamente los ojos, su mirada pasa de Alaric a Isabella, y de nuevo a Rick.
—¿Mi prima? —pregunta incrédula.
—Sí, Elena —Jhon se mete a la conversación. —Es hija de Reneé, la hermana de Isobel.
—Damon, hay que quitar esto de aquí —Rick llama mi atención, señalando el cuerpo de Elijah.
Entre ambos nos inclinamos a tomar al muerto y levantarlo. Cruzamos la casa, avanzando al sótano, no quería arriesgarme a que alguien supiera lo que había pasado y corriera a buscar el cuerpo. Lo lancé al suelo.
—Así que, así termina esto —murmuro. Rick asiente.
—Pero no le saques la daga —una voz aparece en la puerta. Giro mi cabeza, ella está recargada contra el marco de la puerta, sus brazos cruzados sobre su torso.
—¿Estará muerto mientras tanto? —pregunto. Ella asiente. —¿Cómo estas tan segura?
—Él me lo dijo —Isabella apunta al muerto.
—Voy a volver a arriba —Rick anuncia. —Creo que ya volvió Jenna.
—¿Por qué lo hiciste? —le pregunto acercándome a ella. Quiero mirar sus ojos, descubrir si me dice la verdad o todo es parte de un engaño.
—La conversación estaba… interesante —se remueve. —Sabía que matando a Elijah pararían. Y lo hice.
—¿Qué ganas tú con esto? —cuestiono con interés, aun no entiendo esa parte.
—De hecho, pierdo más de lo que gano —suspira. —Acabo de asesinar a mi casero, probablemente pase la noche debajo de un puente y no tengo dinero para volver a casa, así que, quizás pida un aventón a un extraño en la carretera.
—Tú y Angela pueden quedarse aquí —mi boca suelta las palabras antes de que pueda pensar en ellas.
Me mira sorprendida.
—La mansión Salvatore era la casa de huéspedes de Mystic Falls desde su fundación —explico. —Tenemos varias habitaciones, pueden quedarse el tiempo que ustedes quieran.
No sé, quizás para siempre.
—Pues… gracias —dice sonriendo.
—Vamos a arriba —le ofrezco. La empujo delante de mí, asegurándome de cerrar la puerta al irnos.
—Creí que ya se habían ido —Jenna sonríe entrando al mismo tiempo que nosotros. Angela levanta un par de bolsas detrás de ella.
—Elijah ya se fue —Isabella se acerca a ayudarles. —Dijo que tenía cosas que hacer.
—Hola Jenna —Elena la saluda.
—¿Qué hacen aquí? —mira a mi hermano. —Creí que se quedarían más tiempo.
—Es que… —Elena busca alguna excusa.
—Matt, Caroline y yo estamos organizando una fiesta —Isabella salta a salvarla, —supongo que Caroline les avisó y les pidió que vinieran.
—Sí, eso fue —Elena asiente.
—Bien —Jenna sonríe mirándolas a ambas.
Después del tenso momento que vivimos en el postre, todos se fueron, bueno, casi todos. Elena se quedó, dijo que aún no estaba lista para estar en la misma casa que Jhon, nadie la culpó, ese imbécil ponía a todos de mal humor. Isabella y su amiga se fueron en el auto de Elijah, con la excusa de que él les había pedido que lo recogieran en algún otro lugar. Jenna pareció conforme con la respuesta.
—No puedo creerlo —Elena se quejó. Estaba sentada en uno de los sofás, junto a Stefan.
—Pues créelo, al fin nos deshicimos de Elijah —digo dejándome caer en otro de los sofás.
Sentía mi cuerpo relajarse por primera vez en semanas.
—No me refiero a eso —digo ella. —Eso sí lo puedo creer.
—¿Hablas de tu prima? —pregunta Stefan con cautela.
—Es que no lo puedo creer, de repente aparece esa extraña y me dice que es mi prima —Elena suspira. —Yo ni siquiera sabía que Isobel tuviera una hermana.
—¿Crees que Isobel la envió? —Stefan pregunta.
—No lo creo —murmuro.
Me paro del sofá, alejándome de ellos, no tengo ganas de darles explicaciones de lo que sé, tampoco tengo el humor de soportar preguntas y comentarios sobre Isabella.
Subo a mi habitación, al menos ahí puedo tener un poco de privacidad y tranquilidad. Ahora siento en mi interior ese vació de cuando, algo que esperas con muchas ansias, desaparece, dejándote a la deriva sin saber que más hacer.
Ya teníamos a uno menos, Elijah, pero, parece que, cada que nos deshacemos de alguien, los problemas se multiplican.
Escucho a los tortolitos subir las escaleras en dirección al cuarto de Stefan. Es en este momento cuando comienza mi infierno. Espero a que se encierren en la habitación para poder salir de nuevo a la biblioteca, o a la sala de estar. Cuando estoy solo, y ellos están ahí, envueltos en su burbuja, diciéndose palabras lindas, besándose, acariciándose, demostrándose cuanto se aman, es en ese momento cuando bajo, me escondo, huyo.
Eres un cobarde, Salvatore. ¿Desde cuando eres así?
Bajo las escaleras con pereza, caminando en busca de alguna de las botellas que tengo regadas por toda la casa, tomo una al pasar y regreso a la biblioteca, era el lugar más alejado de la habitación de Stefan. No es como si eso fuera a evitar que escuche sus ruiditos de amor, pero al menos disminuye el volumen.
Miro el desorden que aún hay esparcido por el suelo, evidencia de lo que había paso hace un rato con Isabella. Me dejo caer en el sofá con un gemido, cierro mis ojos mientras permito que mi mente me transporte al momento en que la vi con mi camisa alrededor de su cuerpo.
Siento envidia de ese trozo de tela. Ella si podía tocarla, y yo no.
Mi garganta da un gruñido de frustración, había rechazado a la reportera por su maldito recuerdo y ahora que necesitaba compañía, no tenía un par de buenas piernas para entretenerme. Un par de gemidos llegaron a mis oídos. SÍ, hoy será uno de esos días en los que me pongo tan ebrio, que por milagro, dejo de sentir a mí alrededor.
Solo recuerda lo que pasó la última vez que te pusiste ebrio hasta el apellido, Salvatore.
—Lindo escondite.
—Jodido destino —me quejo —No sé qué mal estoy pagando.
—Oye, tú me ofreciste tu casa.
—¿Ahora soy un ofrecido? —pregunto aun con los ojos cerrados.
—Sí —suelta una risa. Es un sonido refrescante.
—Creí que no aceptarías —digo honestamente.
—No me conoces realmente —se defiende.
—Tú tampoco me conoces —le recuerdo.
Escucho el sonido de sus zapatos venir a mí. ¿Usa zapatos de plataformas altas?
—Tienes razón —siento mi vaso deslizarse de entre mis dedos. Que mala costumbre tiene de hacer eso. —Pero no creí que fueras del tipo masoquista.
—No sé de qué hablas —me hago el desentendido.
De nuevo el sonido de los amantes del piso de arriba se escucha.
—A eso me refiero —susurra.
Por fin me digno a mirarla. Maldita sea, es tan hermosa.
Está sentada sobre el posa brazos a mi lado. Trae una falda corta negra y brillante, un top negro, medias y zapatos del mismo color.
—¿Vas a salir? —le pregunto con una ceja levantada. No creo que se haya ondulado el cabello y maquillado solo para venir aquí.
—Vamos a salir —me dice.
—No —me giro desviando la mirada.
—¿Vas a quedarte aquí? ¿Escuchando como tu hermano le hace el amor a su novia de la cual, casualmente, crees estar enamorado?
—Cuando lo dices así, suena mal
—Es que, está mal —me dice.
—Así que ¿esperas que salga contigo? —la miro con una ceja arriba.
—Sí —responde segura de si misma.
—¿Coqueteas conmigo? —muevo mis cejas sugestivamente.
—No
—Si
—No
—Si
—No saldré contigo.
—Pero yo sí quiero que salgas conmigo —hace un puchero. Sus labios pintados de color rojo sangre se vuelven más llamativos de lo que ya son. —Me contaron un secretito sobre ti y quiero saber si es cierto.
Ahora estoy interesado.
—¿Qué te contaron?
—Que si hablamos de salir de fiesta… no hay mejor compañía en este lugar, más que Damon Salvatore.
Holaaaaaaaa
Si, ya se que estoy a nada de que linchen por la espera, y la verdad no tengo excusas... jajaja
Perooooooooooo
Nos leemos en el proximo jijijiji
