Sinopsis:

Ella busca información acerca de la verdadera naturaleza del que parece ser el amor de su vida. Él está dispuesto a todo por salvar a la mujer que cree amar. Ambos creen tenerlo todo aunque en realidad no tienen nada. Saben que sus vidas son malas, pero desconocen que juntos podrían ser muy buenos.

(Basada principalmente en la canción "So good" de Halsey)


La historia sucede en el viaje de Bella y sus amigas a Port Angeles, y durante la 2da temporada de The Vampire Diaries.

La línea temporal será de cuando se estrenaron las películas y la serie, es decir en 2004/2006, pero, voy a combinar elementos del año real en que se empezó a publicar la historia en 2022. (Solo es por si describo algunos hechos o cosas que en esos años aun no existían o aun no pasaban pero en la actualidad sí)


Disclaimer: Los libros de Twilight es propiedad de Stephanie Meyer. Los libros de The Vampire Diaries es L. J. Smith. También la historia puede contener partes de las películas y la serie de los respectivos libros. O alguna frase de alguna canción porque me inspiré en ella.


(Damon POV)

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Esta es la… ¿quinta? ¿Sexta?... ¿Será ya la séptima hora?... no lo sé, dejé de mirar el reloj después de dos horas.

Estamos todos en la sala, esparcidos por diferentes lugares, de vez en cuando nos movemos, pero aún seguimos mirándonos entre nosotros. Las horas han pasado así, de esa manera. La tensión que hay entre nosotros es fuerte, tensa, dura…el aire se siente tan pesado que incluso la maldita mosca que por idiota se quedó atorada aquí dentro y que ahora se pasea frente a nosotros, tiene dificultades para volar y atravesar lo pesado del aire que nos rodea.

El silencio que nos envuelve está volviéndome loco, toda la casa está extremadamente silenciosa, de vez en cuando se escucha el sonido de nuestros movimientos al movernos de posición. Otra excepción es el sonido de nuestras respiraciones Y de los latidos de los corazones de los que estamos presentes.

Si soy honesto, los nervios, la ansiedad, el enojo, la frustración y las demás emociones que corren por mi torrente sanguíneo me están empujando al abismo del deseo por arrancar esos corazones de los de los pechos de sus dueños con tal de silenciarlos.

¡Que poético sonó eso!

Por el rabillo de mi ojo, veo que Stefan sacude los hombros, está incomodo, cualquiera notaría eso. Veo sus ojos posarse en mí, he sido su hermano el suficiente tiempo como para saber las intenciones que tiene, quiere soltar algún comentario, uno muy probablemente estúpido.

—Al primero que se mueva, hable o respire de nuevo… ¡le clavo una maldita estaca en el trasero! —siseo furioso. Mi voz sale demasiado baja, ronca por lo tenso que está mi cuerpo, pero veo con felicidad lo perceptivos que son a mi amenaza.

—Ay no jodas —Katherine se queja, la veo cruzarse de brazos. Le respondo lanzando un gruñido en su dirección.

—¿Qué no te quedó claro lo que dije?

—Vamos, Damon —rueda los ojos, —¡Ya supéralo!

—¿Quieres callarte? —camino hacia ella rugiendo.

—No —responde, se cruza de brazos. —No me voy a callar, no quiero.

—Cierra la maldita boca —gruño de nuevo.

—No quiero —dice separando las silabas de cada palabra.

—Yo no quiero escucharte, ¡no quiero escuchar a ninguno!

—No seas dramático, Damon.

—¿Yo soy dramático? —le miro ofendido. Katherine asiente. — ¡¿Yo soy el dramático?!

—¡Maldita sea! ¡No grites, Damon! —otra voz suplica.

Maldigo internamente. Ya no me queda duda que el destino me odia, ese hijo de puta me está cobrando todo lo que hice, estoy muy seguro. Es mi maldito karma.

—¡Tu no me hables! —grito sintiendo la rabia contenida en mi voz. —¡No tengo ánimos de escuchar tu maldita voz!

—Hermano, cálmate —Stefan camina un paso en mi dirección, las palmas de sus manos extendidas en mi dirección.

—¿Acaso no tengo derecho de estar molesto? —le pregunto. —¿Por qué yo debo aguantar toda la mierda mientras todos se ríen a mis espaldas?

—Claro que puedes estar molesto —asiente. —Pero solo si hay una razón lógica.

—¿No la tengo?

—No —Stefan se encoge de hombros.

—¿No te parece lógica mi reacción por lo que pasó? —levanto una ceja.

—Ya ha pasado otras veces con Alaric —se encoje de hombros, —nunca reaccionaste así. No entiendo porque ahora fue diferente.

—¡¿Tu de qué lado estas?! —mi voz sale demasiado fuerte mientras hago la pregunta.

—Damon, por favor —suplica esa voz de nuevo. —Me duele la cabeza horrible.

—¡¿Y a mí que me importa?!

—Estas actuando así porque estas molesto conmigo, ya lo entendí.

Una risa llena de sarcasmo brota de mí.

—¿Molesto? No, bambina —me acerco lentamente a ella. —Estoy tan jodidamente furioso que, si escucho alguna palabra más de esa linda boca que tienes… ¡Te arrancaré el corazón y se lo enviaré a su padre por paquetería!

Levanta su mirada hacia mí, da un golpe en sus rodillas con sus manos, se pone de pie del sofá en el que ha estado todo este tiempo acostada. Camina en mi dirección, se detiene cuando queda a pocos centímetros de mí. Puedo sentir el calor de su cuerpo, siento sus respiración chocar contra mi rostro, casi puedo escuchar la manera en la que su corazón bombea sangre a su cuerpo.

Maldición, Salvatore. Me regaño mientras suelto la respiración.

—Hazlo —me reta.

La miro con los ojos entrecerrados. Ella abre sus brazos, los extiende dejándome el camino libre a su pecho, invitándome a que cumpla mí amenaza. Mi rabia aumenta. ¿Por qué hace esto?

Porque sabe que no pasará nada, Salvatore.

Bajo mis ojos ofreciéndole una mirada fulminante.

—¡Carajo! —lanzo en su dirección el vaso de cristal que tengo en mis manos.

Veo que el cristal pasa rozando su cabeza, pero ella no hace ningún ademán por moverse.

—¿Tienes alguna idea de cómo me sentí? —pregunto acercándome aún más a ella. —¿Por qué no me dijiste?

—Porque no estaba segura de que funcionara —responde. Sus ojos se posan en los míos, enganchándome a ella.

—¿No estabas segura? —junto mis cejas. — Y aun así arriesgaste tu vida ¿por ella? —apunto a Katherine.

—Sí.

—Hubieras dejado que la mataran —digo desesperado. —¡Nos habrías hecho un favor a todos!

—No, Damon —sacude la cabeza. Escucho a Katherine burlarse de mí en el fondo de la habitación.

—¿Por qué tienes que ir por ahí arriesgando la vida por alguien que no sabes si vale la pena o no?

Toma una profunda respiración antes de responderme. —Porque yo no soy nadie para juzgar las acciones de las personas.

—¡Pero tampoco debes arriesgar tu vida por ellas!

—Tienes razón, no tengo que hacerlo —frota su rostro con las manos, sus ojos me miran como si se hubieran congelado. —Pero aquí estamos. Todos en esta habitación estamos sacrificando nuestra vida por alguien y no sabemos si lo merece.

—Yo lo hago porque conviene —Katherine dice a lo lejos. La ignoramos.

—¿Lo haces solo por tu buen corazón? —le pregunto apretando los labios. —No te creo.

—No lo hagas —dice despreocupada. —Ese es tu problema.

—¡No! ¡Nada de esto es mi problema! —me apunto con mis manos. —¡Y aquí estoy, lidiando con esta mierda!

—Eso se arregla muy sencillamente —me dice. Mis dientes rechinan.

—¿Ah sí?

—Sí —sacude su cabeza afirmativamente. —¡Vete! —apunta la puerta. —Nada te mantiene atado a este maldito lugar, y sin embargo, aquí estas.

—Tú no sabes nada —mis puños se aprietan a los lados de mi cuerpo.

—¿No sé nada? —ahora sus ojos chispean con furia. Bien, nos sentimos igual.

—Eres una niña. Una maldita niña que no tiene idea de la vida y lo mierda que esta puede llegar a ser.

—¿Crees que por mi edad no sé nada? —ahora parece indagada. —Soy joven, sí, pero sé muchas cosas.

—No me digas —ruedo los ojos. —¿Cómo que sabes? Ilumíname.

—Sé que eres un idiota que tiene miedo de mostrar sus verdaderos sentimientos y que se esconde detrás de su actitud de egocentrismo, ironía y maldad —me acusa, su boca pareció entrar en un frenesí por ser honesta. —Sé que desde joven odiaste a tu hermano por haberte arrebatado a tu madre y por qué él era el favorito de tu padre. Sin mencionar que ese odio se intensificó cuando Stefan te obligo a ser vampiro.

Mi cuerpo comienza a temblar.

—Sé que solo viniste a Mystic Falls para joder la vida que tanto esfuerzo le ha costado a tu hermano construir después de su episodio de asesino serial —nos apunta a ambos con su mano.

Stefan se aclara la garganta, pero no causa ningún efecto en ella, ella mantiene su vista fija en mí.

—Y ¡Felicidades, Damon! Lo estás haciendo. ¡Estás haciendo que la vida de todos sea un asco!

Mi mandíbula se aprieta del esfuerzo que estoy haciendo por contenerme, escucho mis molares tronar por la presión entre ellos.

—Estás repitiendo la historia —declara con seguridad. —Te enamoraste de la novia de tu hermano ¡de nuevo! —aplaude con fingida felicidad — ¿Y Elena? Bueno, resulta que ella también está usándolos a ambos.

Mi pecho comienza a subir y a bajar con fuerza. Siento la cólera recorrer cada maldita vena en mi cuerpo.

— ¿A quién crees que elegirá Elena cuando todo esto termine? —golpea mi pecho. —Dime, Damon.

Mis labios forman una línea, siento las venas en mis ojos comenzar a brotar. Mi cuerpo se está sacudiendo por las emociones negativas que trato de contener.

—Una palabra más, y te juro que será la última que digas —amenazo.

—¿No soportas la verdad? —pregunta inocente.

—Te crees mejor que Elena —la miro de arriba abajo con una mueca. —Pero eres igual que ella o Katherine —doy un par de pasos hacia atrás. —Lo tienes a él, te quejaste cuando él trató de protegerte de su mundo, pero lo mantienes en la sombras, le ocultas todo esto, crees que eso lo mantendrá a salvo pero déjame decirte, que tarde o temprano este mundo también lo alcanzará.

—Cierra la boca —dice entre dientes.

—Él se siente el hombre más afortunado porque cree que su novia es la persona más buena, pura e inocente del planeta, ¡una santa al lado de un vampiro! —levanto las manos con dramatismo. —¿Qué dirá cuando se entere de este mundo? ¿Qué crees que pensará de ti cuando se entere de quien eres en realidad?

—¡Cierra la maldita boca! —me grita.

—¿Quién no soporta la verdad ahora? —escupo con molestia.

La veo tensarse.

—Eres una maldita perra como ellas —sentencio. —¡Me utilizas! Tú también buscas obtener algo de mí, sin importarte lo que yo siento.

No me responde. No me interesa lo que piensen nuestros espectadores, esta discusión ya se volvió personal. Necesito que ella sufra, quiero que sienta el mismo dolor que yo sentí hace unas horas.

—¡Tú sabias lo que pasó con Rose! ¡Sabias lo perdido que me sentí! —dejo que mi boca vocifere lo necesario. —¡Con una mierda! Fui hasta ti, me confesé contigo solo porque tenía la esperanza que tú me comprendieras, que me escucharas y no me juzgaras por lo que había hecho. Pareció que lo hiciste, pero, ¡aun así me obligaste a volver a asesinar a alguien que me importa!

—¿Yo te obligué? —pregunta, casi parece herida, casi le creo. —No, Damon, yo no te obligué a nada. Solo quería que el dolor se detuviera.

—¿Muriendo? —ataco de nuevo. —¿Solo ibas a morir y ya?

—No está en mis planes morir a esta edad, Damon —cierra los ojos. —¡Yo no pedí que ese brujo loco me asesinara!

—Él no te asesinó —digo desesperado. —¡Yo lo hice!

Mi mente me muestra de nuevo la imagen de ella entre mis brazos, manchando la ropa de ambos de su sangre caliente mientras su débil cuerpo se convulsionaba.

Respira profundamente un par de veces, trata de tranquilizarse.

—Escucha —me pide. —Sé lo que te pedí que hicieras, sé que estuvo mal, pero Damon —cierra los ojos, —eras el único que podría detener el dolor.

Su garganta batalla para pasar saliva, como si tuviera un nudo ahí.

—Eres al único que le puedo confiar mi muerte —toma mis manos entre la suyas. —Pero, ayer descubrí lo aterrador que es morir y ahora me da miedo que me asesinen, que me maten.

—Pues es lo que vas a conseguir sigues aquí.

Zafó mis manos de las suyas, le doy una última mirada deseando que pudiera matarla con ella. Rodeo su cuerpo a pasos agigantados y salgo de la casa hecho una furia dejando el sonido de un fuerte portazo a mis espaldas.

Me paso algunas horas andando por ahí, voy y vengo de todos los extremos del pueblo. Corro, camino, vuelo, hago de todo lo que se me ocurre, pero aún tengo los miles de pensamientos circulando por mi cabeza.

En algún momento, cruzo Mystic Falls más rápido de lo que cualquier humano consideraría normal. ¡Que se jodan Liz y Carol con sus estúpidas reglas de "no vampiros"! Estas personas viven en un lugar lleno de vampiros, cada que alguien se convierte, aparecemos cinco más, nos multiplicamos como gremlins. Deberían ya estar acostumbradas a nosotros.

Mis pasos se detienen frente al Grill. Por primera vez en estos días, tengo buena suerte y lo encuentro ya abierto y medio vacío. En el interior, me acomodo en un lugar en la barra, la mujer frente a mi sonríe y me da lo que usualmente pido. No será suficiente solo un vaso, pero sin duda es un buen comienzo.

—¿Ahogando tus penas? —la voz de Rick suena a mis espaldas. Lo miro de reojo y le hago una señal para que me acompañe. Mi amigo se acomoda en la silla a mi lado y pide lo mismo que yo.

—Ha sido una semana de mierda —respondo.

—Salud por eso —levanta su vaso en mi dirección.

Ambos bebemos el contenido de golpe, rápidamente nos dan otro.

—¿Problemas en el paraíso? —pregunta.

—¿Cuál paraíso? —hago una mueca.

—No sé —se encoje de hombros. —El que se traen tú e Isabella.

—Ella y yo no nos traemos nada —imito su tono de voz.

—Si claro —asiente, da un trago breve. —Por eso ayer estabas llorando.

—¡Yo no estaba llorando!

—No, claro que no, Damon —acepta de nuevo. —Solo estabas sacando gotas saladas por las esquinas de tus ojos mientras veías como el cuerpo de Isabella perdía sangre, color y calor.

Me cruzo de brazos refunfuñando.

—¿Quién te dijo eso?

—Stefan, Angela, Katherine —los enumera. —Si te soy honesto, a Katherine si le creo, ella no mentiría para dejarte en ridículo.

—Esos malditos me la van a pagar —digo para mí.

Por supuesto que Alaric escucha, suelta un par de risas y sacude la cabeza con diversión.

—Me siento aliviado de que tú estuvieras ahí para ella cuando eso pasó —exhala con fuerza. —Gracias, Damon.

Levanto ambas cejas, pero no digo nada más. No me atrevo.

—¿Qué tal vas con Jenna? —le pregunto para desviar el tema. Mi amigo resopla, luego sacude con fuerza la cabeza. Luce devastado, parece haber envejecido de la nada.

—Sabe que le estamos ocultando cosas —se frota la cara con ambas manos. —Tuvo una pelea con Elena, luego con Jhon, y hace rato con Isabella.

Lo miro, interesado.

—Se fue al campus —se queja. —Dice que no soporta estar aquí sin saber la verdad.

—Es lo mejor —le digo tratando torpemente de reconfortarlo.

—Sí, eso creo —acepta. El silencio nos absorbe de nuevo, en el fondo se escuchan las voces de las demás personas, pero están absortas en sus propios problemas como para ponernos atención. —¿Y bien? ¿Me vas a preguntar?

—No sé de qué me hablas —pongo la mejor cara de inocencia que puedo. Rick solo pone los ojos en blanco.

—Isabella mencionó que tuvo una discusión contigo.

—Ah, ¿sí? —sueno casual.

—No finjas, Damon —me da un leve golpe. —Sé que quieres saber qué fue lo que Isabella dijo sobre eso, pero tendrás que preguntarle tú mismo.

—No puedo Rick —niego. —Es muy probable que me odie, le dije cosas muy malas.

—¿Te preocupa que te odie?

—Sí —respondo sin dudar.

—No lo hará —dice seguro. —No te odiará por una simple discusión, así es Isabella.

Me quedo en silencio.

—¿Desde cuándo te preocupa que alguien te odie? —me pregunta. Se ve como cualquier maestro que sabe la respuesta a la pregunta de un examen, pero no te la va a decir.

—No, Rick. No me preocupa que cualquier persona me odie, eso me fascina —respondo siendo honesto. —Me aterra que ella me odie. Solo ella.

Me mira, el interés está claro en su mirada. Creo que con Alaric puedo ser honesto, es el único amigo que tengo en este punto de la existencia.

—Han pasado dos semanas desde que la conocí. Desde ese momento, Isabella es en todo lo que pienso y a donde quiera que miro hay algo que me recuerda a ella —suelto un suspiro de desesperación. —Es como si todos los caminos de mi vida, sin importar que tan jodidos estén, terminaran con ella allí, al final, esperando por mí.

Me aclaro la garganta y bebo todo el contenido del vaso.

—Ayer cuando escuché su corazón ser aplastado por esa estaca bajo mi mano... lloré — doy un golpe en la mesa. — Maldición Rick, me solté llorando como una magdalena.

—Suenas como un adolescente —bromea.

—¡Me siento como uno! —jadeo. —Estoy muy confundido. No sé qué es lo que siento, o hacia quien lo siento.

Alaric termina su quito trago. Se para con un fuerte suspiro y me da unas palmadas en la espalda.

—Estas jodido, Damon.

—¡Qué lindo! —ruedo los ojos.

—Te dejo. Debo ir a revisar exámenes y tareas.

Escucho sus pasos mientras camina hacia la salida del Grill. Yo no me quiero ir, aun no quiero salir y enfrentarme a todas las cosas horribles que me esperan allá afuera. Se las pueden ingeniar sin mí por unas horas, o días, eso depende de cómo me traten aquí.

Miro a la mesara que ha estado sirviéndome las bebidas. Su rostro tiene una cara de compasión. Mierda, ¿Tanto se nota el mal día que he tenido? Ella está lejos, atendiendo a otra mesa que acaba de llegar, cuando vuelve a su sitio, me ofrece una mueca, pero se gira y me extiende dos botellas selladas. Una es burbon y otra es de Whiskey.

—¡Al fin alguien habla mi idioma! —se las arrebato. Ella no dice nada, me deja aquí de nuevo, pudriéndome en mis emociones.

Pasan otro par de horas, o eso creo. El reloj que está en una de las paredes, se ha movido, pero ahora creo que tiene cuatro manecillas y no las dos que usualmente tienen.

Hay algunas adolescentes que me han visto solo y en un arranque de valentía, se me han acercado. Pero en cuando notan mi rostro se van huyendo. No quiero meterme más en asuntos de adolescentes. Luego vinieron las mujeres, aquellas que aún están solteras, que terminaron con algún idiota hace poco, o que solo quieren conseguir algo, pero, se encuentran con mi mirada llena de enojo, furia, asco e irritación que les ofrecí al resto.

Un par de palabras y se van. Respiro cuando lo hacen.

No puedo evitar pensar en cómo era mi vida antes de Mystic, el otro Damon hubiera aceptado sin dudar las invitaciones de una o varias mujeres. Pero no este Damon.

—Hola —saluda cuando llega a mi lado. Escuché a la perfección el sonido de su llegada, pero, estaba esperanzado a que no viniera en mi dirección. —Un vaso de lo que él está bebiendo... si es que aún hay algo.

Escucho la risa de la mesera mientras se aleja para cumplir con el pedido. Froto mi rostro con desesperación mientras me giro a enfrentarle.

—¿Acaso hoy es el día de "Jodamos a Damon"?

—No —responde. —Pero espero que Carol lo declare oficial.

Gruño. SI creo que sean capaces de convencerla, o hipnotizarla para que lo haga.

—Se nota que no has dormido bien.

—¡Que observador eres, Stefan! — me hago el sorprendido. —Si no lo mencionas, no me doy cuenta.

—De por sí tienes un genio de los mil demonios —ignora mis palabras y sigue hablando. —Hoy estas encantadoramente insoportable.

—Si no dormí, no fue por mi culpa —aclaro.

—Claro que fue tu culpa. Te preocupaba que no despertaras —afirma. No le respondo. —Si no te sintieras culpable, no te hubieras quedado en vela hasta que ella se despertó en la madrugada.

—Eso no prueba nada —lo fulmino con la mirada. —Solo quería asegurarme que Angela estuviera diciendo la verdad. Sí vamos a confiar en ella hay que asegurarnos.

—Tenías miedo que no despertara —me acusa.

—Pff — resopló — Obviamente no

—Sí, Damon —Stefan pone su mano en mi hombro. —Angela te juró que el anillo iba a funcionar, y tú no le creías. No le creíste hasta que escuchaste el corazón de Isabella latir de nuevo.

—¿Qué quieres probar? —pregunto haciendo una mueca. ¿Qué se cree? Es mi deber sermonearlo, yo soy el hermano mayor, no él.

—Que eres un idiota —se encoge de hombros con una sonrisa.

—¡Que te den! —gruño. Regreso mi vista al frente, lejos de él. Mi hermano suelta una carcajada.

¿Ahora mi hermano pequeño se burla de mí? ¿Qué carajos le pasa hoy al mundo? Le doy otro profundo trago a mi botella.

—Angela y ella estuvieron hablando un largo rato. Las escuché... —habla como quien no quiere la cosa.

Levanto una ceja interesado. Ya sabía yo que en cuanto saliera de la casa, ellas comenzarían a soltar veneno sobre mí como dos víboras hambrientas y furiosas. Debería evitar que se junten con Katherine, ella las va a corromper más de lo que ya están.

—¿Que dijeron?

Stefan me mira, inseguro si contarme o no. Le hago una señal para que escupa todo lo que sabe sobre esa conversación.

—"Damon es un asno" —cita mi hermano mientras intenta imitar el sonido de su voz. No debo ser adivino para saber quién dijo eso. Aprieto los labios para evitar que mi risa salga.

—¿Algo que no sepa?

—Angela e Isabella están tramando algo —suspira.

—¿Algo que no sepa? —repito. No es nuevo, desde que ambas aparecieron aquí supe que algo tramaban, están metidas en algo muy grande y que es muy probable que nos joda, pero, también es probable que nos ayude.

—Creo que es algo que ayudará a Elena, o por lo menos que nos ayudará a ayudarle.

—¿Ahora estas de su lado? —le pregunto entrecerrando los ojos.

—En este momento estoy del lado de cualquiera que pueda ayudarnos.

Ambos permitimos que el silencio nos rodeé mientras pensamos en las posibilidades que podemos tener. En este momento, no nos queda otra alternativa más que confiar en ellas. Quizás nos sorprendan.

—Sé que te sientes herido, Damon —mi hermano habla en voz baja, cauteloso. —Pero, recuerda que esto es Mystic Falls, todos debemos tener un plan "B" para salvar nuestros traseros. Isabella no iba a ser la excepción.

—¿Pero porque ocultármelo?

—Porque no sabe en quien confiar —me explica. Hago una mueca. —No es justo que la estés juzgando por algo que tú haces normalmente.

—¿De qué hablas? —pregunto girándome. Mi hermano está de pie

—Así, Damon, así como te sientes, nos sentimos todos cuando tú nos traicionas.

Me da un par de palmadas en la espalda y me deja de nuevo ahí, solo

Mierda, mierda y más mierda.

¿De repente todos se volvieron en mi contra? ¿Acaso no recuerdan todo lo que he hecho por ellos? ¿Todas las veces que arriesgue mi vida? ¡Demonios! Han sido demasiadas veces que me lanzado a una misión suicida sin saber qué es lo que me esperaba o en que me metía. Incluso me desterraron de aquí durante semanas, me enviaron a buscar ese maldito libro sin saber si volvería o no.

Bebo todo el contenido que resta de la botella en mis manos.

—¡No me jodas! —me levanto de golpe. —¡El maldito libro!

¿Cómo se me pudo haber olvidado? Carajo, Elijah estuvo allí cerca de él, Isabella estuvo cerca, Angela, Katherine, Jhon…

Uh-oh Salvatore, ahora si estamos en problemas.

Pongo varios billetes sobre la barra, y me preparo para irme de este lugar. El Grill ya está abarrotado de adolescentes que quieren pasar un buen rato, sus pláticas, gritos y bromas me molestan, me molesta la existencia tranquila que llevan.

—¿Te vas? —me preguntan. Es el rubio amigo de Elena.

—Para tu buena suerte —le respondo.

—Bien, estaba a nada de llamar a la Sheriff para reportar tu cadáver —Matt se mofa de mí.

—Llámala y dile que tendrá que recuperar un cuerpo del rio —mi voz sale emocionada. —El tuyo.

Su risa para de golpe, traga pesado mientras me ofrece una última mirada y se da la vuelta alejándose de mí lo más rápido que sus piernas le permiten.

Salgo del Grill casi corriendo, en mi camino a la casa, me pongo a pensar en lo estúpido que fui. Aunque, solo Elijah sabía al respecto de ese libro, y las veces que estuvo en la biblioteca fueron conmigo presente, él no lo ha tomado. No creo que haya revivido de la muerte y se escabullera.

Mi mente sigue pensando en las posibilidades de que alguien tomara el libro. Mi mente viaja a ella, recuerdo cuando la conocí, lo desesperada y feliz que estaba con conseguir ese libro. ¿Se lo habrá llevado ella? Podría ser, pero ni Stefan ni yo hemos podido leerlo, incluso Bonnie no le entiende a esa cosa… ¿Isabella podría? Claro que no, ella solo es una humana demasiado enterada del mundo sobrenatural.

Una risa escapa de mis labios, aun la recuerdo gritando en el medio de su habitación cuando su cabeza conecto todo lo de los libros. Se asustó. ¿Pero porque se asustó si ella ya sabía del mundo sobrenatural? ¿Sabía o no sobre el tema?

Mi cabeza está empezando a doler.

Por otro lado está su amiga... Angela, ella también es una bruja. ¿Desde cuándo lo sabe? ¿Viene de algún linaje conocido? Aquí en Mystic, las Bennett son las brujas predilectas, ellas han estado en toda la historia de este pueblo. ¿La familia de Angela es lo mismo en ese pueblo donde vive? Según entendí, hay varios lugares como Mystic, lugares atraen la energía del mundo sobrenatural por algún motivo desconocido. No tengo dudad que Forks, es uno de esos lugares.

¿Por eso te atrajo, Salvatore?

Gruño internamente, conciencia de mierda, ahorita no me sirves.

Sacudo la cabeza para concentrarme en mis divagaciones.

Estoy segura de una cosa, Angela es una bruja y de alguna manera está conectada con los originales. ¿Tendrá más poder que Bonnie? No lo creo, si no estaba segura de que el anillo funcionaria, mucho menos puede leer las palabras en ese libro.

¿Pero y si... sí?

Suelto un gemido de frustración. Esto no me va a llevar a ningún lado.

Mis pasos terminan de llevarme a la casa. No está el auto de Stefan, tampoco había rastros de la camioneta de Elijah. Me dirijo al interior, voy rápidamente al sótano para asegurarme que el cadáver siga ahí dentro, en cuanto mis ojos se asoman a la habitación, suelto la respiración.

Ahí sigue, gris, tieso y horrible.

—Esto apesta —le digo, —la situación, me refiero.

El silencio me responde.

—Bueno, tú también apestas —aclaro. —Hueles a muerto.

De nuevo el silencio es lo único que recibo de regreso. Camino un paso en su dirección, mi mano me pica, quiero agacharme y sacarle esa daga para que me de toda la información que sepa. No es mal plan... pero mi problema es que no puedo regresar esa daga a su corazón, al menos no sin arriesgar mi trasero de nuevo.

¿Y echar a perder el esfuerzo de Isabella?

Gruño de nuevo. ¿Qué carajos le pasa hoy a mi conciencia?

—Cállate —siseo. Me doy la vuelta y salgo dejando al muerto tal y como lo encontré.

Subo con tranquilidad disfrutando del extraño silencio de la casa. El último medio año, la casa ha pasado de ser una casa de huéspedes abandona a una especie de casa de reuniones para planear misiones suicidas en contra de alguien. Todos los condenados de Mystic Falls que estamos involucrados, entramos y salimos de esta casa como locos.

Es sospechoso y alarmante que esté tranquilo el ambiente.

—Pensé que...

—¡¿Qué demonios está mal contigo?! —le grito dándome vuelta. Mierda, porque se aparece así de la nada, ¿Qué no sabe tocar la puerta?

—¿Te asuste? —pregunta sorprendida. —Eso no es normal.

—No, no es normal que te aparezcas de la nada —le digo molesto.

—Llevo más de una hora esperándote —se cruza de brazos.

—¿Qué quieres, Elena? —paso de largo junto a ella. —No tengo ánimos.

—Puedo verlo —dice siguiéndome hasta la sala de estar. Mi plan de ir a la biblioteca se acaba de ir al carajo, no quiero que ella note que sospecho que hay algo mal.

—Pero quiero asegurarme de que estés bien.

Detengo mis pasos pero no la miro.

—Elena vete a casa.

—Damon, ya te lo he dicho, soy tu amiga. Los amigos se apoyan en todas las situaciones, incluso cuando sufren —se trata de acercar a mí. —No tienes que hacerte el fuerte, sé que te dolió.

Le doy una mirada. Ya hemos tenido esta conversación ¿verdad? Siento que yo ya he vivido esto, ¿o es solo que estoy tan ebrio que me imagino cosas?

Termino de caminar hasta uno de los sofás donde mi cuerpo se desploma. Dejo que mi cabeza caiga haca atrás en el respaldo y cierro los ojos tratando de relajarme. Siento que la tela se hunde a unos metros de mí, sé que es Elena que imitó mis movimientos, sentándose en el otro extremo del mueble.

El silenció nos absorbe pero siento el corazón de Elena latir rápido, como si estuviera preocupada o ansiosa. Abro uno de mis ojos, la veo moviendo nerviosa sus manos y sus ojos sobre mí, me está analizando, me observa con mucho cuidado.

—Si esperas que me suelte llorando o gritando —hablo, —te aviso que eso no va a pasar.

—Lo sé —suspira pesadamente. —Stefan me dijo que estuviste llorando hasta que ella se despertó.

¡Jodido Stefan! ¡Es un maldito traidor!

—Eso lo inventó él —trato de defenderme. Elena hace una mueca, no me cree.

—¿Por qué no me avisaron? —pregunta. —Podría haber venido y... ayudarles, o no sé.

—¿Ayudarnos? ¿Para qué? —abro el otro ojo y giro mi rostro en su dirección. —¿Tu querías ser quien la asesinara?

—Claro que no, Damon —baja la mirada. —Yo nunca haría eso.

—No te creo —la acuso. —¿Por qué ahora te preocupa ella? Ayer cuando la viste casi te le lanzas encima para ahorcarla.

—Yo... — mira a los lados buscando una excusa. — Estaba sorprendida y celosa. Ella llega aquí y parece que regresó la hija prodiga de Mystic Falls, todos la conocen, todos la recuerdan, todos menos yo.

—Sí, lo he notado —comento.

—Creí había perdido todo... que Jeremy y yo habíamos perdido todo, que habíamos obligado a Jenna a renunciar a su vida —solloza, —creí que me quedaría sola. Por eso hice el trato con Elijah, porque no puedo soportar perder la pequeña familia que tengo.

Me quedo en silencio. Yo ya me habia desahogado con Rick, pero Elena no, ella aún tiene todos esos sentimientos dentro que la están carcomiendo. Puedo ser yo quien le ofrezca el consuelo que necesita, eso haré.

—Pero hace dos días me entero que tenemos más familia. Me enteré que Isobel tiene una hermana, que yo tengo un tío, una tía y una prima a la que aparentemente era muy unida cuando éramos niñas, y resulta que ella me dice estúpida.

Su mirada se pierde por unos segundos antes de continuar.

—No sé a quién creerle, Damon. —suspira entrecortadamente. —Jhon me dice que no confié en Isabella, y una parte de mí se lo cree, es decir, fue amable con Katherine, ¿Quién hace eso? —ambos soltamos una pequeña risa. —Pero, Jenna, Alaric y los demás casi me suplican que acepté a Isabella, que ella en realidad está de mi lado. Y luego están Stefan y tú.

—¿Nosotros que? —pregunto.

—Ustedes me ocultan secretos —sentencia. No me puedo negar porque sería mentirle. — No puedo seguir haciendo, así las cosas, Damon. Sí vamos a trabajar juntos, necesito que me cuenten todo.

—¿Es por lo de anoche? —levanto las cejas. —No te avisamos porque no te necesitábamos Elena, nosotros lo resolvimos.

Se queda en silencio por unos segundos antes de asentir.

—Aun así, necesito que no haya más secretos —pide.

Yo acepto, eso no es tan malo. Mira a la ventana mientras se seca las pequeñas lágrimas traicioneras que salieron de sus ojos.

—No me gusta lo que hizo —murmura. —No me gusta que haya jugado así contigo.

—¿No te gusta? —pregunto con ironía. Mi parte bipolar vuelve a correr por mis venas.

—No —dice segura. —No me agrada la idea de que te maneje a su antojo.

—¡Es lo mismo que todos hacen! —exploto. —¡Tu también me utilizas!

Me mira con los ojos muy abiertos. Abre y cierra la boca un par de veces buscando la mejor elección de palabras para responderme.

—Eso no es verdad, Damon —se escucha ofendida. —Yo nunca te he obligado a hacer algo.

—Qué extraño —pongo una mano en mi barbilla, como si estuviera pensando. —Eso mismo dijo Isabella hace rato —pongo las palmas de mis manos en cada una de mis mejillas haciendo un gesto sorprendido, —¿No serán familia?

Elena me mira de mala gana. —Que gracioso.

Ruedo los ojos.

—Stefan dijo que sus heridas eran muy profundas —cambia de tema.

—Su cuerpo estaba tajado como si hubiera jugado esgrima sin protección —le digo. Sacudo mi cabeza para alejar la imagen de mi mente, no quiero verlo de nuevo.

—Hace rato se veía muy bien —comenta. Mis sentidos se alertan.

—¿La viste?

—Si —se frota las manos en su pantalón. —Fue a despedirse de Jenna y tuvimos una... conversación. Por eso he llegado a varias conclusiones hoy.

Mierda, quiero preguntar qué tipo de conversación, pero siento que me meteré en terreno peligroso.

Un momento, ¿dijo que fue a despedirse? Entonces Isabella se va ¿Así? ¿Sin despedirse? O por lo menos agradecerme por no arrancarle la cabeza. Supongo que no soporto lo horrible de la vida aquí en Mystic Falls y prefiere regresar a su pueblo olvidado del mundo. Supongo que prefiere regresar a los brazos del muerto.

Suelto de golpe el aire de mis pulmones.

—Lo lograste —la voz de Elena me regresa a la realidad. —Isabella ya forma parte de tu lista de conquistas.

Aprieto los labios.

—¿Estas celosa?

—No, Damon. No me interesa lo que tú o ella hagan con su vida.

—Estas celosa —me rio sin humor.

—¡Que no! —dice molesta. —Solo me molesta lo rápido que se pudo enamorar de ti.

—Isabella no está enamorada de mí —bufo. —No me conoce, no sabe quién soy. No se puede enamorar de mí. Cuando me conozca en verdad, va a estar tan aterrada que va a odiar la idea de mí y va a suprimir cualquier extraño sentimiento que tenga hacia mí.

—¿Y si lo hace? ¿Y si se enamora de ti? —pregunta, su cuerpo se gira y me enfrenta. —¿Qué harías si tuvieras la oportunidad que tanto me pides, con ella?

—Eso no va a pasar, Elena —gruño. —Ella tiene novio.

—Yo también —dice. —Stefan es mi novio.

—Es diferente —digo entre dientes. —Sabes que estoy enamorado de ti, eso no es un secreto en ese maldito lugar.

—Pero ¿y si te enamoras de ella? —contraataca.

—¿A dónde quieres llegar? —me siento enfadado. —¿Te quieres deshacer de mi para que puedas estar con Stefan sin sentir culpa por rechazarme?

—No, Damon —niega. —Aun no comprendes que yo no puedo amarte.

—¿Por qué, Elena? —pregunto desolado. —Dime porque no puedes.

—Stefan lo es todo para mí, Damon. Y estoy tan enamorada que podría incluso dejar de respirar —pone una mano en su corazón. —Me enamoré, Damon. Me enamoré de esa persona que llegó a mi vida cuando más la necesitaba, cuando estaba completamente sola. Me enamoré de esa persona que porque no me dejó caer y que me ha demostrado lo fuerte que puedo ser. Estoy enamorada de hombre que se convirtió en mi puerto seguro, de ese hombre que hará hasta lo imposible por protegerme y por mantenerme con vida. Me enamoré de este hombre que me ama y que está dispuesto a dar su vida por mí, no del vampiro asesino y sanguinario que fue en el pasado.

Aprieto los puños mientras siento que corazón se rompe por milésima vez en esta semana.

—Yo te amo Elena —le digo tercamente. —Sé que yo también tengo mis errores, pero si me das la oportunidad, puedo demostrarte que...

—No, Damon —me corta.

—Elena...

—Crees que me amas, pero no es así —responde segura. — Amas la idea de mí, de lo que represento en tu vida —toma una respiración. —Porque yo te recuerdo a Katherine, porque cuando me viste ese día en la carretera, pensaste que era ella, pensaste que el destino te estaba dando otra oportunidad para tener un final feliz.

—Stefan no es tan bueno como crees —lo acuso. Quiero demostrarle que él y yo no somos tan diferentes, quiero mostrarle que también conmigo puede ser feliz.

—Lo sé, Damon —toma mis manos con delicadeza. —Stefan me contó de su pasado, de su época más oscura. Y no me importa. Lo amo, Damon. A él y solo a él.

Mi espalda cae de nuevo en el respaldo del sofá.

—Tú eres el hermano de Stefan, pero también eres mi amigo, y te quiero, Damon...

—¿Y dices que tú no eres como ellas? —escupo con molestia. — ¿Qué tu no juegas con ambos?

—Sé que estuve confundida y no sabes cuánto lo lamento —sacude la cabeza un par de veces.

—¿Qué demonios significa eso?

—Significa, Damon, que me siento agradecida porque estés en mi vida, pero que lamento mucho el daño que te he hecho con mi indecisión —trato de protestar, pero ella sigue hablando. —Confundí el cariño que te tengo, con amor.

La miro, quiero hipnotizarla para que me diga que todo eso ha sido una mentira, quiero obligarla a que me diga que es solo una broma, pero la seguridad que me muestran sus ojos, me dice que en realidad está siendo muy honesta. Sigo mirando a las pupilas castañas que me miran esperando alguna reacción de mi parte, pero, esos ojos son muy secos, inocentes y extraños para mí. Por más que los observo, no se derriten para mostrarme el color chocolatoso que me ha estado volviendo loco.

—No soy ella —dice con una disculpa. —Por más que me veas, no podrás ver a Isabella en mí.

Trago pesado.

—Por eso te estoy diciendo esto, Damon —a miro sin comprender. —La manera en la que la miras, la manera en la que la tocas... Ella te gusta, Damon.

No hablo, no me muevo, no respiro.

—Y sí ella es esa oportunidad de ser feliz que tanto tiempo habías buscado, no seas un idiota por favor —se ríe.

Ahora es mi turno de mirarla nervioso. ¿Cómo le explico?

—Ya lo arruinaste ¡¿verdad?! —pregunta histérica.

—Es probable.

—¡Damon! —su grito está lleno de frustración y molesta. —Ay no lo puedo creer.

—Pues créelo —le digo.

Elena se fue después de eso, bueno, realmente después de dejarme unas cuantas amenazas implícitas en sus indicaciones de hablar con Isabella.

Mi mente viaja de nuevo a ella. ¿Habrá llegado ya a su casa? ¿Fue a hablar con él? ¿Le diría algo?

Oh claro que sí, Salvatore, después de lo que le dijiste, va a ir con su cadáver a decirle que lo deja por ti.

Por supuesto que le dirá eso, pero en mis sueños.

Subo a mi habitación retomando la misión de análisis de daños. Me dirijo al baño de mi habitación, ahí había escondido la piedra de luna que causalmente le quité a Elijah. Más preciso, lo había colocado en la especie de copa que contiene una mezcla de jabones en forma de barra. Mi mano se pierde entre ellos buscando la superficie dura de la piedra.

—No, no, no —jadeo. Mis manos voltean el contenedor, vaciando los jabones en el lavabo del baño. Lo busco con las manos, con los ojos, pero no está Golpeo el lavabo con frustración. —¡Carajo!

M cerebro me muestra la imagen de Isabella entrando a este baño el día anterior. No pudo ser ella. Cuando fue atacada por el brujo, su ropa se manchó de sangre, Angela y yo la cambiamos de ropa para que cuando despertara fuera más fácil para ella. Yo me encargué de quemar esa ropa llena de sangre, y no había nada. Angela tampoco pudo tomarla, yo estuve presente en todo momento que ella estuvo aquí en mi habitación.

¿Qué demonios pasó hace rato cuando me fui?

Stefan dijo que había escuchado la plática de ellas, pero mi hermanito las había dejado solas en la casa para ir con Elena. Eso nos deja a tres maniáticas solas en esta casa. Un momento ¿Dónde está Katherine?

La casa estaba sola cuando llegue, de eso estoy seguro, y para mi sorpresa, Elijah seguía en su lugar, lo que significa que esa perra se comportó.

¿Cuánto tiempo se había quedado ella sola en la casa?

—¡Maldición! —grito desesperado.

Bajo de nuevo, esta vez voy directo a la biblioteca. La única respuesta ese maldito libro. Sí sigue allí, en su lugar, es porque Katherine fue quien robó la piedra y ahora está en no sé dónde, con no se quien, haciendo no sé qué para jodernos. Si ese desapareció, eso me regresa a dos sospechosas que es muy probable que se encuentren ya a varios kilómetros de aquí.

Analizo con cuidado la biblioteca. Aun están las cajas y los diarios de Jonathan, esparcidos alrededor. Aun están los indicios de la pequeña lucha que tuve con Isabella. Miro al estante donde había colocado el maldito libro.

—Esas hijas de... —trato de controlarme, quizás Stefan se lo llevo para hablar con Bonnie o algo.

—¿Ahora qué te pasa?

Hablando del rey de roma.

—Dime que tú lo tienes —me acerco a él. Me ofrece una mueca confundida. No le explico, solo apunto con mi dedo el hueco entre los libros de ese estante.

—Eso es malo —gimotea. —No lo tengo yo, vi que desde el otro día faltaba, pero creí que se lo habías dado a Bonnie para algo.

Maldigo, maldigo una y otra vez. Mi boca suelta todas las maldiciones que se sabe, y en todos los idiomas que puede.


Buenaaaaas ¿Cómo están? ¿Yo? Regañada por ustedes jajaja peerooo, es que la muerte de Bella era un mal necesario... Este capitulo también era un mal necesario, en fin, pobre Damon ya veremos como le va en el siguiente.

Nos leemos después.