Sinopsis:
Ella busca información acerca de la verdadera naturaleza del que parece ser el amor de su vida. Él está dispuesto a todo por salvar a la mujer que cree amar. Ambos creen tenerlo todo aunque en realidad no tienen nada. Saben que sus vidas son malas, pero desconocen que juntos podrían ser muy buenos.
(Basada principalmente en la canción "So good" de Halsey)
La historia sucede en el viaje de Bella y sus amigas a Port Angeles, y durante la 2da temporada de The Vampire Diaries.
La línea temporal será de cuando se estrenaron las películas y la serie, es decir en 2004/2006, pero, voy a combinar elementos del año real en que se empezó a publicar la historia en 2022. (Solo es por si describo algunos hechos o cosas que en esos años aun no existían o aun no pasaban pero en la actualidad sí)
Disclaimer: Los libros de Twilight es propiedad de Stephanie Meyer. Los libros de The Vampire Diaries es L. J. Smith. También la historia puede contener partes de las películas y la serie de los respectivos libros. O alguna frase de alguna canción porque me inspiré en ella.
(Damon POV)
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—No recordarás las últimas 24 horas —le ordeno.
—No recordaré las últimas 24 horas —repite el humano.
—Cada vez que tus ojos nos miren, cada vez escuches nuestra voz, cada vez que alguien mencione nuestro nombre o algo relacionado a nosotros, tú actuarás como si no pasara absolutamente nada. — digo con voz clara. —¿Entendido?
Mis manos sueltan la cabeza del rubio pálido y debilucho que está repitiendo las palabras que le acabo de ordenar. Lanzo su cuerpo al suelo de su habitación.
—¿Cuántos nos faltan? —Elijah me pregunta, mis ojos se posan en él. Lo miro mientras dejo que mi cabeza comience a soñar en mil maneras en la que lo puedo asesinar, una y otra y otra vez. —Concéntrate, idiota.
Hago un enorme esfuerzo por no rodar los ojos. Él fue el que me drogó hasta perder la conciencia y ¿Ahora quiere que me concentre? ¿Es imbécil? Bueno, sí, si es.
—Esta es la última casa —le respondo.
—Por fin —suelta un suspiro. No lo demuestro, pero me siento de la misma manera, aliviado.
Resulta que a nosotros los vampiros no nos causa ningún problema hipnotizar a alguien, eso es pan comido para nosotros. El problema es que esta vez no hipnotizamos a una sola persona, tuvimos que hipnotizar a los 3,380 habitantes de Forks. O al menos a la gran mayoría de los que fueron testigos de las idioteces de Klaus.
Horas antes, cuando Charlie había planteado su idea, todos estuvimos de acuerdo con que era una muy buena estrategia. Parecía simple y nos evitaríamos que los chismosos hicieran preguntas indeseadas, o que incluso el mismo Klaus sacara información por otras fuentes, sobre todo ahora que no sabíamos cuál sería su siguiente movimiento. Parecía una muy buena idea para cubrir algunos flancos.
Un trabajo sencillo. ¿Verdad? Dos vampiros, una frase y un pueblo fantasma en el medio de la nada. Elijah y yo aceptamos sin rechistar.
¡El peor error que han cometido, par de idiotas!
Isabella llegó a nosotros con un mapa en sus manos, lo extendió y nos señaló de donde a donde vivía la población de Forks que probablemente supiera algo del tema. Resulta que no eran solo los estudiantes, habían sido profesores, directivos y demás personas que no perdieron tiempo en contarle a alguien más lo que había pasado. Todos en este lugar eran una bola de chismosos. Además de uno que otro que vive a las afueras del pueblo.
Elijah y yo habíamos sido unos imbéciles por aceptar algo sin preguntar los detalles.
—¿Los fríos también eran parte del trato? —Elijah pregunta mientras salimos de la casa del humano.
—Creí que no podían entrar a casas sin ser invitados —la voz divertida de Jasper nos recibe.
—No podemos —acepto. Él levanta una ceja preguntando el resto. Como dije, aquí todos son una bola de chismosos.
—Los hipnotizamos primero para que nos invitaran a pasar —Elijah suspira. No puedo juzgarlo, hasta yo me siento harto de hipnotizar personas.
El rubio hace una mueca de fastidio.
—Entonces, Mayor —sonrió. — ¿Vienes para tu sesión de pérdida de memoria?
—No gracias —niega rápidamente. —Yo estoy bien así.
—Cobarde.
—¿A que debemos el honor de su compañía, mayor? —Elijah dice la pregunta con burla. Jasper se encoje de hombros.
—Estoy dándole tiempo a mi hermano —sonríe maliciosamente. Eso llama mi atención. —Ya sabes, para que haga una de esas visitas nocturnas a su novia.
—Uhh —Elijah se burla.
—Eso no me interesaba saberlo —hago una mueca de asco. Elijah y Jasper se ríen. —¿No tienen algo mejor que hacer?
Me cruzo de brazos y me recuesto en uno de los árboles del área del bosque donde estamos. Elijah se sienta grácilmente en una roca, y Jasper recarga su espalda en el tronco frente a mí.
—No, la verdad no —Elijah se encoje de hombros. —Es más divertido estar aquí.
—¡Oye! Solo estoy haciendo una visita social —Jasper hace un puchero. —Además, en casa estaba aburrido.
—Y ese es mi problema ¿Por qué...? —los miro con una ceja levantada.
—Porque serás mi distracción —sonríe mostrándome sus dientes.
—Pícate el trasero, mejor —le gruño.
—Tu trasero es el que voy a patear —me gruñe de regreso el rubio. Ya no hay burla en su voz, su gruñido es muy enserio.
Ya te tengo, Blondie.
—¡Ja! —grito, levanto mi mano y lo apunto con un dedo. —Ya sabía que no era una visita social.
Jasper pone los ojos en blanco.
—Al menos nos ahorraremos un paso —Jasper suspira. —Ahora, Salvatore...
Se materializa frente a mí, coloca una mano en mi hombro y me conduce a donde estaba Elijah antes. Pude zafarme en cualquier momento, la fuerza que tiene Jasper no es nada comparada con la mía, pero ¿Importa eso? No. No porque el mayor tiene una mejor técnica de la mía y tardaré más en soltarme que en lo que me vuelve a tener.
—Suelta la sopa —el rubio me ordena. Levanto una ceja mirando a ambos hombres inclinados frente a mí.
—¡No te hagas el idiota! —Elijah me empuja.
—¿Qué mierda están planeando? —pregunto. —¿Qué es esto? ¿Un interrogatorio?
—Si —dicen los dos al unisonó. Miro a uno, luego al otro. Ambos mantienen su pose seria y la mueca en su rostro no se mueve, no van a dar su brazo a torcer.
—¿Qué quieren saber? —desvío la mirada.
—Isabella —ambos dicen a la vez.
—¿Que hay con ella? —pregunto haciéndome el idiota.
—Eso queremos saber —responde Elijah. —¿Qué hay con ella?
No digo nada. Tienen que ser más específicos.
—¿De qué hablaron hace rato? —Elijah ataca de nuevo.
—De nada, realmente —digo sin dudar. Elijah mira a Jasper, quien asiente.
¿Qué demonios?
—¿Solo se lanzaron al agua a lo estúpido? —levanta una ceja.
—No, eso seria estúpido —hago una mueca. Jasper asiente.
—¿De qué hablaron? —pregunta de nuevo. Elijah toma mi camisa y me sacude.
—Preguntó por Elena, le respondí. Pregunté qué demonios había pasado aquí, me respondió —explico a grandes rasgos. —Cosas de más, cosas de menos.
Jasper me mira con los ojos entrecerrados, pero asiente. ¿Qué demonios sucede con él?
—¿Te dio sangre? —Elijah me pregunta.
—Si —digo honesto. —Gracias a ti, me costó mucho cambiar de forma —lo fulmino con la mirada. Aun no le perdono el hecho de que me haya drogado con verbena y no sé qué más. — Necesitaba alimentarme y ella se ofreció.
De nuevo el original mira al rubio. Jasper de nuevo asiente.
—Intercambiaron sangre —Elijah dice. No es pregunta.
—Sí, hace rato —digo recordando el momento que vivimos hace horas en la playa bajo el risco. — Yo necesitaba sangre, ella me la ofreció. Su sangre sabe deliciosa y yo tenía mucha sed, casi la dejo seca, entonces yo le ofrecí.
Jasper asiente.
—¿Te está usando como detector de mentiras? —miro con los ojos entrecerrados al Mayor. Jasper asiente de nuevo. —¡¿Y lo permites?!
Sacude su cabeza afirmando. Resoplo.
—¿Qué tanta sangre han intercambiado? —Elijah pregunta, atrayendo mi atención a él.
Pongo una mano en mi barbilla tratando de hacer cuentas.
—En Mystic un par de veces, también, cuando pasó lo del brujo le di bastante —murmuro. —Y hace rato, pero fue menos.
—Bien —Elijah suspira. —Hay que estar preparados para cualquier cosa.
—¿Qué pasa con tu sangre? —Jasper pregunta. —¿Qué le puede hacer a Isabella?
—Mientras no se muera —comienzo, Jasper junta las cejas. —Solo va a sanarla si se lastima. Trae el anillo, así que no pasa nada.
—¿Qué hay con ese anillo?
—Se supone que si Isabella muere por culpa de algo sobrenatural —ahora Elijah explica, —el anillo hace que vuelva a la vida.
—Si se muere por alguna otra razón —suspiro con fuerza, —y aún tiene mi sangre, se convierte.
Jasper tarda en procesarlo, su mirada se pierde por unos segundos, pero, finalmente hace un gesto comprensivo.
—¿Algo más hace tu sangre?
—¿Por qué? —pregunto confundido. Elijah mira de la misma manera al rubio.
—Cuando las chicas volvieron de Mystic, Bella andaba un poco volátil con sus emociones —dice inseguro, —al inicio pensé que solo tenía unos cuantos traumas por lo que vivió. Pero si hablas de ese tema, no siente nada.
—¿Has notado algo más? —Elijah pregunta con la mirada fija en la nada.
—Casi patea el trasero de Edward un par de veces —Jasper murmura. Sonrió internamente por la imagen que aparece en mi cabeza de esa escena. —Ha roto un par de cosas con más facilidad que un humano cualquiera, pero sus emociones y su humor es lo que me preocupa.
—Eso tiene que ver con Damon —Elijah murmura. Lo miro con una ceja arriba.
—¿De que estas hablando? —le miro molesto. —¿Yo que demonios tengo que ver?
—Antes, respóndeme tu una cosa —Elijah hace sus gestos de monarca a punto de decretar una ley. —¿Cómo quedaron las cosas con Elena?
—Hace rato llamé a Stefan —digo dislocado por su pregunta. —Elena no ha recibido ninguna amenaza ni nada por el estilo. Todo está demasiado tranquilo.
—No, no ¿Tú como quedaste con Elena? —Elijah insiste. —Sé que tuvieron una conversación hace algunas semanas.
—Si —ahora me siento incómodo. —Hablamos de lo que había pasado y de lo que pasaría con Klaus y con... nosotros.
Ambos me hacen un gesto para continuar. Jasper me analiza muy detenidamente, no tengo que ser él para saber que está esperando que diga una idiotez para lanzarse encima de mí.
¿En qué nos hemos metido, Salvatore?
—Me dejó en claro que fui un imbécil con ella, con mi hermano y con Isabella, sobre todo. —aclaro mi garganta. —Me dejo claro que había hecho su elección y las razones, además me ayudó a comprender un par de cosas.
—¿A quién eligió? —ambos se inclinan más hacia mí.
—Stefan —mi voz sale cansada. —Hasta la pregunta ofende.
—¿Isabella está al tanto de eso? —Elijah pregunta.
—No lo sé.
Ambos se miran y sacuden la cabeza con decepción. ¿Qué carajos está mal con estos dos?
—Isabella solo se fue. Después de nuestra pelea no hablé con ella, no sé con quien habló o de lo que hablaron. No sé qué es lo que sabe y lo que no sabe.
—Interesante —Elijah murmura.
—¿No deberían preguntarle esto a ella?
—Quizás, pero no lo haremos.
—Aunque, tú también ya elegiste ¿o me equivoco? —Jasper sonríe. De nuevo me remuevo incómodo. ¿Ahora es terapeuta?
—¿Elegir qué cosa?
—A ella —dice simplemente.
—Por eso Isabella está actuando así —Elijah sonríe. Su emoción se dispara como un cohete. —Es por ese vínculo, la sangre solo es un canalizador, lo que los hace actuar así es el vínculo sentimental que tienen uno por el otro.
—¡Ay que lindos! —Jasper aplaude. ¡Qué horror! Eso se le pegó de su esposa.
—¿Qué no supone que tu deberías estar encabronado? —pregunto recordando algo importante. —Tu hermano es su novio. Se supone que ella sale con él.
—Mi hermano es un imbécil.
—Sí —Elijah y yo aceptamos.
—Edward no está enamorado, esta...
—¿Idiota? —lo miro.
—¿Baboso? —Elijah gira su cabeza mientras habla.
—¿Obsesionado? —pregunto.
—¿Traumado? —ofrece Elijah.
—Sí, todo eso —el Mayor asiente. —Pero ese no es el punto. Edward está idealizando la relación. Ni siquiera es algo romántico, es enfermo. El idiota cree estar enamorado de alguien que puede ser su verdugo.
—Eso es sadomasoquismo —le digo. —No juzgo, pero no pensé que fuera de los de ese tipo, que les gusta practicar eso.
—Excepto que el mojigato de Edward no sabe lo que significa eso. —Jasper se sienta a mi lado.
—Es del tipo "virgen hasta el matrimonio" —Elijah se parte de la risa.
—No me molesta que le quites la novia a mi hermano, eso es lo de menos —Jasper se ríe, —Al contrario, te voy a ayudar. Alice y yo lo haremos.
Lo miro sorprendido.
—Edward quiere meter a Isabella en una jaula de cristal —Elijah explica. —Ya vio lo fácil puede ser perder su sangre, y eso es lo más preciado para él.
—No la quiere —Jasper dice. —Eso de que "es lo más preciado que tiene" "es el amor de su existencia", "prefiero morir antes que ella le pase algo" es mentira.
—¿Alguien además de ti lo sabe? —pregunto pensando en la casa llena de vampiros.
—Todos en la casa le están solapando su mentira —Jasper no parece feliz con esa idea. —Por eso Alice y yo queremos ayudarte.
Le ofrezco una mirada sorprendida. Creí que tenían el slogan de una familia feliz.
—Nosotros los fríos estamos atados de manos por la lealtad. Nosotros, los Cullen, hemos desarrollado con los años un cariño hacia los demás, es inevitable que suceda eso. Pero somos una familia unida a Carlisle por lealtad. No le debemos lealtad a nade más que a él.
—Pero él no te convirtió —me quejo. Recuerdo lo que me contó la primera vez que me encontré con él. Antes de volver a Mystic con el libro del demonio.
—No, Carlisle no me transformó, pero me ayudó a salir del hoyo donde estaba —explica. —Es una deuda que aun pago. Por eso le debo lealtad a él.
—Carlisle y yo hablamos de las posibilidades de Klaus —Elijah dice. —Él estaba al tanto de lo que podía pasar.
—¿De que estas hablando? —siento la molestia comenzar a fluir por mi cuerpo.
—Cuando vine por Angela e Isabella, llegué a hablar con los Cullen —Elijah explica. —Para mi suerte, solo estaba Carlisle y el Mayor. Les expliqué el riesgo que había de que secuestraran a alguna de ellas.
—Carlisle logró mantener su cabeza lejos de Edward —Jasper suspira. —Pero tuvo un desliz y Edward se enteró de la verdad en partes, por eso registró la habitación de Bella.
—¿Qué hizo que cosa? —abro la boca, sorprendido.
— Edward no estaba feliz con la desaparición de Bella, es claro —Jasper habla con pesadez. —Cuando leyó los pensamientos de Carlisle fue con Charlie, el Jefe Swan vio una buena oportunidad para molestarlo, y dejó su mente volar, también.
Más tarde le invitaré un trago a Charlie.
—Charlie lo captó en la habitación de Bella y lo llevó a prisión. Edward estaba listo para un montar un espectáculo cuando ella volviera —el rubio pone los ojos en blanco. —Sabe cómo manipularla y estaba listo para usar eso a su favor.
—Pero, cuando Isabella llegó, tenía tu sangre —sonríe Elijah satisfecho. —Pateo su trasero sin tocarlo.
—Bella y Edward han tenido un tira y afloja —Jasper hace una mueca. —Edward quiere estar al tanto de todo lo que ella hace, para que no se la quiten, cree que controlándola va a evitar que algo suceda. Pero, Bella ya está harta. Lo ve y casi se entierra un cuchillo ella sola.
—Esa es la oportunidad para conseguir a la chica. —Elijah da un golpe animado en mi hombro. —Un coqueteo, uno que otro beso, una salida, una cita, bla bla.
Lo miro como si tuviera una tercera cabeza.
—Ahí entras tu —Jasper también me golpea. —Tienes todo de tu lado, Damon. Charlie, Angela, Elijah. Alice y yo te vamos a ayudar, solo no lo arruines, al menos no de nuevo.
—¿Y por eso me quieres patear el trasero? —pregunto desviando el tema.
—Te lo advertí, Salvatore —me aprieta del hombro. —La primera vez que te vi, te advertí que si te atrevías a lastimarla no vivirías para contarlo.
—No le he hecho nada —me defiendo. —Bueno, si traté de matarla un par de veces.
—La mataste —Elijah me dice. Golpe bajo de ese cabrón.
—No me quedaban opciones, estaba sufriendo, le dolía y dejarla así solo haría que su sufrimiento se alargara.
—Puedes matarla mil veces, Damon —Jasper suspira. Por un segundo luce derrotado. Por supuesto que recupera su posición. —Te aseguro que estaré ahí peleándome con el mismo diablo por su alma para traerla de regreso.
Hay un "pero", puedo sentirlo en su voz.
—Atrévete a romperle el corazón, daña sus emociones y desearás no haber nacido —gruñe muy bajo. —No la encierres en una jaula, como él.
Me cruzo de brazos. Me ofende que crea que soy como él. Su hermano es solo un niño bonito encaprichado con un juguete.
—Por cierto... ¿Cómo se conocen ustedes? —señalo el espacio entre ellos.
—Después de que desertaste del ejército, pasaron cosas —Jasper se encoge de hombros. —Ya sabes, uno conoce a mucha gente.
No digo nada.
—Debo volver a casa —anuncia Jasper mirando su teléfono. Elijah y yo asentimos sin muchas ganas. —Ya saben, a tantear el terreno.
—Nosotros deberíamos pasar informes —Elijah dice divertido. —No queremos que las jefas nos saquen el corazón.
— ¿En qué momento esas dos humanas convirtieron a unos vampiros en sus perras personales? —Jasper se burla y se desvanece.
—Ese idiota —siseo.
Su esencia se burla de mí ese aroma dulce se queda impregnado en el aire como un jodido recordatorio de que estuvo aquí y que tuvimos una conversación Hago una mueca.
—Es asqueroso el aroma, lo sé —Elijah suspira. —¿Se cayó azúcar en el hechizo con el que los crearon?
—Quizás por eso brillan —digo pensativo. —No son diamantes, son granos de azúcar.
—Eso es lo más filosófico que has dicho desde que te conozco, Damon —Elijah se burla y camina delante de mí.
—Maldito.
La risa del original llega mientras lo sigo. Ambos caminamos entre los árboles en dirección a la casa de Isabella para mi buena suerte, ninguno habló en ningún momento. El camino me resulta más conocido de lo que me gustaría admitir en voz alta.
—Apesta a ellos —se queja el original.
En silencio, concuerdo con él. Es imposible no darse cuenta del aroma a frio que inunda el sendero casi imperceptible. ¿Cuántas veces habrán pasado por aquí esos fríos? ¿Es solo él? ¿Cada cuánto atraviesa el bosque para venir a verla? ¿Estará el niño bonito con ella?
—No hay nadie más —me avisa Elijah antes de saltar subiendo por el árbol que da directamente a la ventana. Lo imito justo a tiempo para verlo materializarse en la mecedora en el fondo de la habitación.
La bruja y la humana pegan un salto. A mis oídos llega el sonido de sus corazones acelerados bombeando sangre a por sus venas.
—¿Algo más que se le ofrezca, majestad? —Elijah pregunta para aligerar el ambiente.
—Idiota —sisea Angela sosteniendo su pecho con su mano. —¿Quieres que nos dé un infarto?
—¿Tan guapo estoy? —Elijah se inclina en dirección de la bruja.
—Sí —le responde desde su posición en el la manta sobre el suelo. —¿Y eso que tiene?
—Sería un honor ser el causante que tu corazón se detenga —le guiña un ojo.
—¡Ay que romántico! —Isabella suspira. —¡Qué horror! —hace una mueca de asco.
—¿Tan feo está Damon? —el original la mira con diversión.
—¡Oye, idiota! —salto a la defensiva. —Estoy más guapo que tú.
—No —Elijah se ríe. Miro a Isabella buscando una negativa de su parte, pero ella segunda su risa, como si estuviera de acuerdo con él.
Ouch, la traición duele.
—¿Por qué tu si puedes entrar y yo no? —me siento en el borde de la ventana. Tal y como la primera vez que estuve aquí.
—Privilegios, querido —Elijah se encoge de hombros. —Tú y yo no somos iguales.
Lo miro con fastidio. Esos "privilegios" no me gustan.
—¿Me dejas entrar? —le pregunto a Isabella poniendo mi mejor cara de inocente.
—No —dice sonriéndome. —Te ves muy lindo allá afuera.
Una risa brota de mis labios.
—Déjame entrar —le digo. Mi voz es tranquila, ni siquiera hago el esfuerzo por que parezca una orden. Tampoco quiero manipularla, quiero que me deje entrar porque en verdad desea eso.
—¿Qué obtengo a cambio? —me pregunta con una ceja arriba.
Sus piernas se mueven para acercarse a mí. Puedo apreciarla con la mirada, aún está usando la ropa de la vampira, o al menos el segundo cambio que le dieron. Después de que volvimos a la casa de los fríos, ambos estábamos mojados por el mar, la lluvia y una que otra rama de bosque que se nos atravesó. Por supuesto que Jasper y su esposa se encargaron de darnos ropa seca. A ella frente a todos la llevaron a la habitación. Yo tuve que entrar por la ventana.
Y ahora ambos apestamos a "Frio" mojado. Asqueroso.
—El honor de mi presencia —le guiño un ojo.
—Asno —se ríe. Puedo sentir el calor que emana su cuerpo aun desde la pequeña distancia que nos separa. Quiero estirar mis brazos para tirarla hacia mí y asegurarme que el imbécil de su novio no la ha tocado.
Pero no puedo, la maldita pared invisible no me deja tocarla.
Miro por encima de su hombro, mis ojos buscan a Angela. Ella puede quitar esto en segundos. La otra humana parece no tomarme en cuenta, pero sé a la perfección que su lealtad está hacia Isabella, ella hará lo posible por protegerla, incluso de mí.
—¿Eso es todo lo que ofreces? —me mira por debajo de sus pestañas, recuesta su cuerpo en el borde de la ventana.
—Sácalos y te muestro —guiñó un ojo.
—Entra —Isabella toma mi mano y me jala al interior de la habitación.
Mi cuerpo se mueve obedeciendo a sus palabras. En segundo estamos en el medio del espacio sin muebles. Mis brazos alrededor de su cuerpo la mantienen cerca de mí, lo suficiente para que mi nariz busque el aroma del niño bonito en ella.
—¿Charlie y Rick? —pregunta Elijah.
—Abajo, Rick está interrogando a Charlie —se encoje de hombros Isabella.
—¿Qué tal les fue con su misión? —Angela pregunta sin levantar los ojos del libro en sus manos. —Somos poquitos, ¿verdad?
—¿Por qué hay tantas personas en un pueblo olvidado por la vida? —me quejo. —¿No hay un lugar más interesante a cuál ir?
—Lo mismo dije la primera vez que llegué —Isabella se burla.
—¿Y porque sigues aquí? —pregunto curioso.
Si de verdad no le gusta este pueblo, y tampoco se siente cómoda estando aquí, ¿Qué la ata a este lugar?
Ella se mueve, se aleja de mí y se deja caer en su cama mientras rueda los ojos.
—Porque es mi habitación, idiota.
—Nuestra, a partir de ahora —le digo acercándome a ella. Imito su movimiento y me recuesto en su cama. En cuando el peso de mi cuerpo hunde las telas que forran la cama, me inunda una ola de su aroma puro.
—¿Perdón? —pregunta con los ojos abiertos.
—¿Dónde esperas que me quede? —pregunto ofendido. —No hay ningún hotel por aquí.
—Puedes dormir en el sofá —señala la puerta.
—Ahí dormirá Rick —me encojo de hombros.
—Está la habitación de Charlie —dice, señalando de nuevo la puerta.
—¿Y quitarle la comodidad de su cama al Jefe Swan? Por supuesto que no.
—Ahí hay mucho piso —murmura entre dientes.
—¿Me dejarás dormir como perro en el suelo? —ahora sí estoy ofendido.
—Sí —ella se encoge de hombros. —Es eso o nada.
Mi cuerpo se estremece. No me gusta la idea de dormir como un perro.
—Te mueres por dormir conmigo —la tiento.
—¿Dormir? —pregunta. —Si estas en mi cama, no creo que vayamos a dormir.
Una sonrisa aparece en mi rostro.
—¿Bella? —la voz del niño rico aparece en la habitación. Isabella y Angela levantan la cabeza, sorprendidas por la repentina aparición del frio. Elijah y yo nos mantenemos en el mismo lugar, ya habíamos escuchado sus pasos cuando se acercaba a la casa.
—¿Qué hace él aquí? —el niño rico apunta a Elijah que le regresa la mirada con diversión. Luego su atención pasa a mí. —¿Quién es él?
—¿Qué haces aquí? —le pregunta Isabella. Su voz es demasiado tranquila para mi gusto.
Dile que se vaya, bambina. Dile que no lo quieres aquí. No quiero que esté aquí.
—Estaba preocupado por ti —le responde. Pongo los ojos en blanco.
—Estoy bien, Edward —le asegura ella. —Pudiste llamarme.
—Necesitaba comprobarlo.
Mi cuerpo vibra por el gruñido de mi pecho.
—Estoy bien —Isabella repite. —Puedes irte.
—¿Por qué están aquí? —el niño bonito cambia de tema. —¿Quién es él? ¿Tienes idea de lo peligroso que es que estén Angela y tú aquí con ellos?
Ninguna de las dos hace el esfuerzo por responderle. La morena hace una mueca, la Bambina suspira con fuerza y se baja de la cama. Trato de detenerla, pero ya está más cerca de él que a mí.
—¿Se te ofrece algo? —Elijah le pregunta, su cuerpo va a y viene disfrutando del movimiento de la mecedora.
—Sí, que se vayan —responde el cobrizo.
—Lamento no poder ayudarte con eso —sonríe el original.
—Yo sí les puedo ayudar con eso —el frio dice en un intento de tono amenazante y entra a la habitación.
—¿Dejas que entre a así de sencillo? —le pregunto a la bambina poniéndome de pie con lentitud. —A mí me tienes rogándote y a él se lo permites tan sencillo.
Camino en dirección a la ventana que es donde ambos están cerca. Isabella trata de abrir la boca para hablar, una de sus piernas hace el esfuerzo por estirarse para traerla de regreso a mí, pero él es rápido, la toma de la cintura y la acerca a él. Ella suelta un grito de sorpresa.
—Suéltala imbécil —le ordeno.
—No —dice seguro. Aprieta el cuerpo aún más hacia él, sus ojos dorados no se han desprendido de mí. —Dime ¿Quién eres?
—¿Yo? —me hago el inocente. Él asiente. —Pues, verás —me acercó más, —yo soy el hombre que te la va a quitar.
El rostro del frio se frunce. Una chispa de temor aparece en sus facciones.
Elijah silva. —Fuertes declaraciones.
—No te vas a acercar a ella —me amenaza. Suelto una risa.
—Ya es un poco tarde para eso. —levanto las cejas.
—Vamos, te llevaré a casa —le dice a Isabella. Sus ojos marrones se abren y comienza a negar. —Allá estarás a salvo.
—Ella no se va —Elijah entra al rescate. —Esta es su casa, no puedes llevártela.
—Tú lo hiciste —lo acusa. —Te la llevaste.
—Corrección —Elijah levanta un dedo para detenerlo. —Yo le pedí que me acompañara y ella accedió.
—Vámonos —repite el idiota, tomando el brazo de Isabella con fuerza.
Mis ojos perciben como su piel clara se torna verde con la fuerza de él. Ese maldito imbécil la está lastimando.
—Isabella, ven —digo. El tono de mi voz es moderado, pero sé que la intención está clara. Mi bambina me va a comprender.
El cuerpo de Isabella se detiene, gira sobre sus talones y de un movimiento zafa su brazo de las garras del idiota. Le dejará un par de moretes, pero es el precio a pagar por que se aleje de él, además, no le durarán mucho en su piel.
Pasan unos cuantos segundos hasta que siento el cálido cuerpo de Isabella junto al mío. Angela de un respingo al comprender la situación, puedo escucharla, pero no dice nada más.
—Bella, por favor —el frio luce sorprendido, pero luego su expresión de vuelve con una falsa preocupación. —Vamos a mi casa, allá estarás a salvo.
—¿A salvo de qué? —le pregunta ella.
—De él —apunta a Elijah, —de ellos.
El original y yo nos reímos con sarcasmo.
—¿Y qué hay de ti? —le pregunto, lo recorro de arriba hasta abajo. —¿Quien la protege de ti?
—Conmigo no necesita protección —junta las cejas, incrédulo de porque le estoy diciendo eso—No la voy a lastimar.
—No te creo —Elijah canturrea.
—Nunca la lastimaría —dice indignado. —Mi autocontrol es perfecto.
—¿Si? —le doy una mirada burlona. Estiro mi brazo rodeando la cintura de Isabella. La colocó delante de mi cuerpo, ambos mirando hacia su noviecito. —¿Probamos?
—No le hagas nada —el idiota me enseña los dientes, pero eso solo hace que mi diversión aumente.
—Damon —susurra Isabella. Puedo sentir que está inquieta y asustada.
—Shh —acaricio su abdomen con la palma de mi mano. —Tranquila.
Su cuerpo se relaja contra el mío. Con la mano que tengo libre, hago su cabello hacia un solo lado de su cuello, acariciando su pie en el proceso. Pongo mi mirada sobre el idiota de su novio. Sus cejas están juntas, su frente arrugada, las aletas de su nariz dilatadas, sus labios dejan ver al descubierto sus dientes.
Que tierno se ve. Parece un gatito tratando de asustar a un tigre.
—No quites tus ojos de él —le digo a la mujer en mis brazos. Ella mueve su cabeza despacio, asintiendo.
Usando la misma mano con la que moví su cabello, deslizo por su hombro la tela de su blusa, dejando al descubierto la mayor cantidad de piel que puedo. Mientras mis dedos acarician su piel, puedo sentir sus venas palpitando, moviendo con suavidad la sangre a través de ellas.
Bajo mi rostro hasta su cuello, paso mi nariz por toda la extensión de la piel descubierta, aspiro con fuerza el aroma de su piel. Mis labios forman una sonrisa cuando detecto mi propio aroma en ella.
—Si te mueves, le rompo el cuello —mi voz se escapa de mis labios con un tono amenazador, las intenciones del cobrizo despeinado no me agradan.
No quiero que piense en ella, no quiero que la vea, no quiero que la toque, no quiero que esté cerca de ella.
—Bella, por favor —le ruega, su voz suena como si lo estuvieran torturando. Está buscando la manera de manipularla, quiere llevársela. Pero, admito que es inteligente, no se mueve. —Ven conmigo, por favor.
—No, bambina —digo, mi mano se aprieta más contra la suavidad de su abdomen. Mis ojos no se despegan del idiota frente a nosotros, no puedo perderlo de vista o hará algo que no me va a gustar.
Con la otra mano que se mantiene libre, acaricio de nuevo el cuello de la humana, mi mano se cierra alrededor de su piel, mi agarre es firme. Isabella respira pesadamente, ella sabe que voy a cumplir mi amenaza, sabe que esto es solo una advertencia para su novio. Si el idiota de su novio se atreve a moverse, ella va a volver a enfrentarse a la muerte.
—Bella... —de nuevo le ruega, esta vez hay pánico en la manera en la que pronuncia su nombre.
La bambina no se me mueve. En mi mano puedo sentir el palpitar de su corazón. El frio y yo podemos escuchar como su corazón se ha mantenido tranquilo a pesar de mis movimientos. No tiene miedo, sus emociones son nulas. No necesito ser Jasper para adivinarlo.
Bajo mi cabeza hasta el hueco de su cuello, abro mis labios, saco mi lengua y la paso por toda la extensión de su cuello. Isabella se estremece.
—Déjate llevar, bambina —digo contra su oído. En ningún momento nuestros ojos se han separado de nuestro espectador.
Mis labios se posan contra la base de su cuello, me permito tomar unos segundos para aspirar el aroma de su piel. Huele tan asombrosa como la primera noche en que la conocí, pero ahora huele mejor, ahora tiene mi aroma en ella y eso es lo que tiene inseguro al otro vampiro idiota. Sabe que ella no es la misma, sabe que hay algo extraño, sabe que hay otra aroma en ella, pero sus ojos se niegan a ver la realidad.
Deposito un beso sobre su piel antes de alejarme lo suficiente para transformar mi rostro Siento la usual punzada de cuando las venas brotan alrededor de mis ojos, con mi lengua acaricio el borde de mis colmillos que se crecen y se tornan afilados. El rostro de brillantina se vuelve un poema de emociones, está aterrado, asombrado, preocupado y al borde de la histeria.
¿Los fríos se pueden desmayar? Mis ojos están a punto de ver a uno.
Su mano apenas se mueve un centímetro para tratar de alcanzar a la humana. Cree que no lo he visto. ¡Error! Actúo con rapidez, mi cabeza baja de nuevo hasta la piel de Isabella, mis dientes traspasan sin ningún problema la suavidad de su piel.
La bambina da un respingo.
En mi boca, la calidez de su sangre sale disparada hacia el interior de mi boca. La sensación me provoca un gemido de satisfacción. Su sangre sabe deliciosa, pero sentir mi propia sangre en ella, es otro nivel.
Isabella coloca su mano sobre la mía, aprieta aún más mi brazo contra su cuerpo, está haciendo lo imposible por mantenerse quieta y sin hacer ningún sonido. Pero es imposible. Sé que le duele, sé que la sangre caliente quema sus venas mientras intenta seguir su camino natural, pero sé que la sensación está haciendo que cada una de sus terminaciones nerviosas se active. Su cuerpo se retuerce contra el mío, sus jadeos en busca de aire son el sonido más delicioso que he escuchado. Pero ya habrá tiempo para eso. Muy en contra de mi voluntad, alejo mi rostro de Isabella.
—Sabe deliciosa —digo lamiendo los bordes de mis colmillos, la sangre caliente aun escurre de ellos. La sangre caliente sigue brotando del cuello de Isabella, roja, llamativa, deliciosa. —¿Quieres probarla?
Si algo no he olvidado, son los buenos modales que me enseñaron en mi época. Siempre hay que ofrecer de lo que estamos comiendo. Bueno, casi siempre. Isabella gira su rostro hacia mí, está asustada por la idea. Ella sabe lo que puede pasar si se acerca. Romeo, que ha dejado de respirar, me mira de la misma manera.
—Ve con él —le digo a Isabella. Sus ojos se abren aún más, su cabeza niega furiosamente haciendo que de la herida en su cuello solo brote más sangre. —Ve con él, bambina.
Coloco mis manos en sus caderas y le doy un empujo hacia el frio. Isabella da un par de tropezones mientras camina en su dirección. Sus pies se mueven con lentitud, se resiste a la idea, pero no puedo desobedecer lo que le he dicho. Cada paso que ella da en su dirección, él retrocede uno en dirección a la ventana.
—Bella, no te acerques —dice el frio con voz ahogada. Sus manos están apretadas con fuerza, las venas de sus brazos están marcadas por la presión que hace por contenerse.
—Te mueres por probarla —lo acuso. Hace un esfuerzo por tragar el veneno que se ha acumulado en su boca. —Darías lo que fuera por morderla, saborearla, tenerla en tus brazos sintiendo como se retuerce mientras bebes de ella.
—Bella, detente —dice con voz contenida. Isabella me mira, dudosa si seguir o no. Puedo ver en sus ojos el pánico que la recorre. Le tiene miedo, le aterra la idea de morir y que sea a manos de él.
Pero yo soy un cabrón, y le indico que camine de nuevo. Quiero saber cuánto control tiene el infeliz. Isabella retoma sus pasos lentos, pero esta vez la sigo muy de cerca.
—Quieres que sea tuya —le digo, mi voz es tentadora, lo incito a que lo haga. —Quieres tenerla solo para deleitarte con su aroma. Quieres tenerla cerca de ti para estar escuchando como la sangre corre por su sistema.
—Detente —dice desesperado.
Puedo ver la lucha que hay en él, tiene dos opciones, salta por el borde de la ventana hacia el exterior, para huir del aroma y mantenerla a salvo de él pero arriesgándose a que algo le pase con nosotros. O, salta en dirección a ella y cumple su más oscura fantasía
—Hazlo —digo con voz grave. —Muérdela, bebe su sangre, saborea ese líquido cliente que está escurriendo por su cuello.
El idiota me mira, luego la mira a ella.
Alcanzo a Isabella con mi brazo de nuevo, detengo sus pasos apretándola contra mí. El tembloroso cuerpo de la humana se relaja cuando me siente detrás de ella, toma una profunda respiración, vuelve a sentirse tranquila conmigo cerca. El frio que tenemos frente a nosotros, está de pie, su espalda está recostada contra el borde de la ventana, su rostro está inclinado hacia la corriente de aire fresco que se cuela por el hueco. Su cuerpo esta agazapado, sus manos en puños apretados fuertemente a su lado. Su cabeza está ligeramente agachada, sus labios apretados con fuerza, sus ojos son el reflejo de la noche que hay al exterior de la casa. Sus ojos son negros por la tentación, desea a Isabella, desea beber su sangre.
Y yo deseo que se vaya a la mierda.
Subo mi muñeca a la altura de mi boca, doy un mordisco rápido, la bajo de la misma manera en dirección a los labios de Isabella. Aunque sé que hay bastante cantidad de mi sangre en su sistema, no quiero arriesgarme. Necesito dejarla segura. Con el anillo, con mi sangre, y con Elijah. Isabella actúa casi por instinto, toma mi mano y la presiona contra su boca, sus labios succionan mi sangre. Cuando siente que es suficiente, se detiene.
—Hazlo —digo de nuevo aun mirando al frio esta vez o estoy retando. Alejo mi mano del rostro de Isabella. —Hazle daño, muérdela, lastímala, mátala.
Con mis manos empujo a Isabella lejos de mí. Mi cuerpo se lanza a por el vampiro que está distraído debatiéndose consigo mismo, aprovecho esa oportunidad para hacer que mi cuerpo choque contra su cuerpo helado, sacándolo por la ventana de la habitación de la Bambina.
—¡Damon! —escucho su voz llamándome mientras caemos hacia la hierba húmeda que recubre el suelo. El impacto de la caída lo recibe él, por supuesto que sin provocarle un rasguño.
—No, detente —la voz de Elijah llega a mis oídos. —Déjalos que arreglen eso ellos.
Lo empujo lejos de mi cuerpo, lo alejo sin la necesidad de usar ni un poco de fuerza. Su cuerpo cae con un golpe vació, como un cubo de hielo. Se pone de pie con rapidez, se gira y se lanza en mi dirección, gruñendo. Yo suelto una carcajada y abro mis brazos esperando por el impacto.
¿El imbécil cree que va a ganarme?
Mis brazos lo lanzan por los aires de nuevo. Lo veo mientras se pierde en la negrura del bosque. No pierdo ningun segundo, corro detrás de él. Estoy listo para recibirlo antes de que caiga, con un movimiento de mis brazos y de mi torso, lo empujo con fuerza contra el piso.
—Eres patético —digo mientras me cruzo de brazos, esperando a que se coloque sobre sus pies de nuevo.
—Aléjate de ella —gruñe y se lanza contra mí. Ruedo los ojos.
Yo tengo los pies bien puestos en la tierra. Nuestros cuerpos chocan, frio contra calor, pero no logra moverme ni un centímetro. Gruñe y trata de encajar sus dientes en mí.
—Niño malo —le doy un golpe en la nuca. Tomo su sorpresa como ventaja, lo tomo de la espalda, mi pie dobla su rodilla y lo estampo contra la hierba del bosque. Sus manos se mueven, golpeando uno de mis costados.
Vueltas, rasguños, golpes, intentos de mordidas, quejidos de parte de él son algunas de las cosas que hacemos. Bueno, en realidad es el niño bonito quien tiene que poner más esfuerzo en sus movimientos. No es fácil luchar contra un exmilitar, un vampiro de sangre y alguien más viejo que él.
Espero que este pueblo no tenga un comité de cuidado ambiental. Si no tendrás problemas. Nuestro jugueteo está dejando árboles caídos, rocas pulverizadas, trozos de hierba que se han levantado y volado a nuestro alrededor. Creo que un huracán dejaría más bonito.
Llega un momento donde me siento aburrido. Una pelea es excitante, hasta que ganas con facilidad. Eso es absurdo. Decido ser yo quien detenga mi propio sufrimiento, lo tomó del cuello y lo lanzo con fuerza lejos de mí.
—¿Aun no te cansas? —le digo recostando mi espalda contra un árbol. Segundos después, brillantina aparece en el medio del desastre, mirándome con ojos negros y furiosos, además que está jadeando inútilmente.
—No sé quién eres. No sé lo que quieres, pero aléjate de ella —me amenaza.
—O si no ¿Qué? —levanto una ceja.
—Mi familia y yo te vamos a matar —gruñe decidido.
—¿No puedes tu solo? —me burlo. —¿Tan débil eres?
—No sabes de lo que soy capaz —levanta su barbilla. Desafiante.
—¿No era esta una demostración? —señalo a nuestro alrededor. —¿O es solo tu plan para "despistar al enemigo"?
Gruñe.
—Ya vete —me quejo. —Estos juegos son ridículos.
—¿Esto es un juego para ti?
—Si —me encojo de hombros. —¿No me digas que creíste que era una batalla real?
Se endereza, su rostro se convierte en confusión. Parece que está repasando en su mente el rato que hemos pasado de un lado al otro por el bosque.
Hago un gesto de fingida sorpresa y comprensión.
—¿De verdad creíste que estábamos peleando? —le hablo como si fuera un niño que no comprende nada. Mi voz es dulce, empalagosa como su aroma. —Cariño, no eres rival para mí.
—Te voy a matar —se lanza de nuevo contra mí.
—Sí, si, como digas —ruedo los ojos y lo esquivo.
Pero terco es este tipo.
De nuevo nos sumimos en una nube de polvo, tierra, lluvia y partes del bosque. Duramos así por un poco más de tiempo, hasta que de nuevo me aburro y lo lanzo aún más lejos que la vez pasada.
—¿Eso es todo? —pregunto sentándome en la hierba húmeda. Dejo caer mi espalda contra el tronco de otro árbol. —¿Ya te cansaste?
Brillantina hace lo mismo, se acomoda pero sobre una piedra que está a unos metros de mí.
—¿Un trago? —ofrezco. Me lanza una mirada de desagrado. —No puedes beber, ¿cierto? —me burlo. —No sabes de lo que te pierdes.
No me responde, solo me mira. ¿Aún está analizando la posibilidad de atacarme? ¿Que no tiene nada mejor que hacer?
Bueno, Salvatore, creo que sus dos opciones son es estar aquí peleándose contigo, o ir con Isabella.
Agg. Bien, que se quede aquí.
—Te lo digo por tu propio bien —le digo al frio. —Deja de humillarte así.
—¿Humillar? —pregunta con los ojos abiertos.
—Sí, eso estás haciendo —le digo. —No vas a poder contra mí, acéptalo.
Sacude la cabeza.
—¿Quién eres? —pregunta. Luce derrotado.
—El guapo y sexy Damon Salvatore —le sonrió. —Diría que es un placer, pero estaría mintiendo.
—¿Por qué ella? —suelta un suspiro. —¿Qué ganas con eso?
—¿Por qué la mordí? —lo miro. Él parece pensarlo y asiente. —Solo para joderte.
—¿Qué ganas con eso? —repite.
—A ella —digo orgulloso.
—La vas a matar —se cruza de brazos.
—No —niego. —Al contrario de ti, yo no deseo su sangre.
—Pero la mordiste.
—Sí, he bebido de ella, y déjame decirte que sabe deliciosa —me saboreo. —Pero no es eso lo que quiero de ella.
—¿Entonces qué es? —me reclama. No cree en mis palabras. —¿Que planeas hacer?
—Ella va a ser mía. Te la voy a quitar—sonrió presumido. —Toda ella va a ser mía. Su sangre, su cuerpo, su mente, su corazón, todo.
—¿Es amenaza? —su mandíbula se aprieta.
—Te estoy poniendo sobre aviso —me encojo de hombros, —para que cuando suceda, no te tome por sorpresa la situación.
—Ella me ama —dice, trata de lucir seguro, pero su voz flaquea.
—No suenas seguro —señalo lo obvio.
—Hemos tenido días malos —dice arrugando la frente. —Pero sé que es por los problemas que nos rodean. Cuando se termine esto, cuando ustedes se vayan, ella se quedará conmigo.
—Veremos —digo más para mí.
—Suenas muy seguro que podrás ganarla—me mira receloso.
Sonrió para mis adentros. Oh pobre idiota, si él supiera.
—Te voy a quitar a Isabella —afirmo. —Me voy a meter en su cabeza como la humedad, la voy a conquistar, a seducir, la voy a enamorar. Haré que me quiera, que me desee, que me ame. Haré que se obsesione conmigo al grado que haga cualquier cosa por mí.
—No... —comienza a hablar, pero lo detengo.
—Te la voy a quitar —digo de nuevo. —Voy a romper esa maldita bola de cristal donde la has metido. Voy a destruir la imagen que tienes de ella, voy a destruir lo que amas de ella. Voy a romperla.
Sus ojos me miran sorprendidos y asustados de nuevo. Me pongo de pie del sueño, él hace lo mismo desde su lugar.
—No te atrevas a hacerle daño.
—Voy a destruir eso que amas tanto de ella —siseo. —Voy a tomar su humanidad y la haré pedazos, voy a asesinar a la dulce humana que conociste.
—No la lastimes —trata de rugir.
—Te voy a mostrar tu peor pesadilla —amenazo. —Haré que Isabella te demuestre quien es en realidad para que entiendas porque somos tan malos y tan jodidamente buenos juntos.
Me acerco a él a toda velocidad, lo inmovilizo. Con un brazo sostengo su cabeza, mientras que con el otro sostengo su cuerpo, con un solo movimiento que haga será suficiente para que él mismo se arranque un brazo al menos. Obligo a que sus ojos me miren.
—Isabella será mía —le digo. —Te la voy a quitar delante de tus propios ojos.
Sonrió inocente.
—Escucha con mucha atención, —busco sus ojos con los míos, mi mano se mantiene sosteniéndolo con fuerza, —fuiste a casa de Isabella, revistaste que estaba bien y volviste a tu casa. No vas a recordar nada de este momento. No vas a recordarme. Cada vez que me mires, que escuches mi voz o que alguien diga mi nombre, solo vas a recordar al cuervo negro.
Sus pupilas se dilatan aceptando la orden que le di, la repite con voz monótona. Lo suelto lanzándolo al suelo. Él cae por lo débil de la hipnosis, le toma un segundo a su cerebro procesar lo que ha pasado, su cuerpo se levanta de un salto y da una mirada a su alrededor. Me mira, pero no hace ninguna señal de reconocimiento, al contrario, solo sacude su cabeza y comienza a caminar por el bosque.
Bien, ese imbécil no será un problema, creo.
Mis piernas también se mueven, pero de regreso a la casa de la humana que me ha hecho destruir casi medio bosque. De verdad necesito dormir, aun siento lo ardiente de la verbena en mis venas, maldito Elijah, pudo usar otra cosa. ¿Por qué ahogarme en verbena? La bebo diario para que no me afecte, pero una cosa es una taza de esa hierba del demonio, y otra muy diferente es que me ahoguen en una alberca de esa cosa.
Mierda, incluso tengo jaqueca.
—¿Qué haces afuera? —sus ojos se levantan cuando escucha mí voz. La bambina está sentada en el borde de la puerta, hay una cobija a su alrededor, su cuerpo hecho una bolita temblorosa por el clima frio.
—¿Estas bien? —pregunta poniéndose de pie.
—¿Por qué estas afuera? —pregunto de nuevo.
—Angela y Elijah se acaban de ir —suspira. No digo nada, rodeo su cuerpo, subo los escalones y atravieso la puerta de su casa.
Vamos, Salvatore, necesitamos un Whiskey, o un brandi, o algo que sea de ayuda. Estoy seguro que Charlie debe tener por aquí.
—En la segunda gaveta de abajo, junto al fregador —dice mientras cierra la puerta. Sonrió sin girarme a mirarla. Me muevo a donde me indica, efectivamente, ahí está lo que estoy buscando.
Escucho sus pisadas tranquilas y silenciosas, sube las escaleras en silencio, sin mencionar ninguna palabra.
Como el idiota que soy, la sigo. Aprovecho para echarle un ojo a Rick, Pareciera que está muerto, de nuevo, en el sofá de la sala, lo único bueno es que su pecho sube y baja indicando que está respirando.
Maldito cabrón, lo que causa por andar de metiche con las cosas de Klaus. Al menos mañana podremos mandarlo en un avión de regreso a Mystic. Creo.
—¿No me vas a preguntar? —le digo a Isabella cuando la alcanzo en su habitación.
Se deja caer de espaldas sobre el colchón. Su cuerpo rebota un par de veces.
—¿Quieres que te pregunte? —murmura.
—¿No tienes curiosidad? —me siento a su lado.
—Si —suspira. —Pero no te voy a preguntar nada.
—Eso es nuevo —digo.
—No te voy a preguntar nada —repite, —hasta mañana que piense bien las preguntas.
Mierda.
Hola holaaaaaa ¿Como estaaan? Yo estaba perdida ¿verdad? jajaja Bueno, en realidad andaba enferma. Pero ya ando aquí con todo jajaja
Nos leemos en el siguiente!
