La calle se encontraba desierta a excepción de nosotros dos que caminábamos a nuestro ritmo entre los edificios cómo si no hubiera cientos de Decepticons buscándonos. Tal vez sea una buena señal que todavía no nos hayan localizado.

—¿Crees que pudieron ir muy lejos? —era la primera pregunta de Todd en minutos.

—No lo sé —contesté agobiada. Tenía tantas angustias encima que no podía pensar correctamente.

Un pinchazo en el brazo me sacó un quejido de dolor, fue tan repentino que incluso di un pequeño salto asustada, por un instante creí que alguien nos había atacado. Me detuve a examinar el problema, solo se trataba de la herida que obtuve cuando me enfrenté a Sentinel, parece que había vuelto abrirse porque la venda estaba empapada de sangre.

—Eso se ve mal —dijo mirando por encima de mi hombro—. Creo que traje una venda, debe estar por aquí...

—No es tan grave —cubrí la herida con una mano, misma que estaba repleta de cortes diminutos y de los que apenas me acordaba—. Estaré bien, sigamos.

—Como órdenes —sus pasos resonaron detrás de mí, me abstuve de voltear, ya que no quería perder ni un segundo—. Por cierto —dijo de nuevo—. Este podría no ser un buen momento, ya sabes, puede que el mundo se acabe hoy pero lo estuve pensando mucho y...

—¿El punto?

—De acuerdo —respondió entusiasmado, sus pasos tomaron velocidad para alcanzarme—. Hace tres años, cuándo estábamos hablando, había algo muy importante que quería...

Un repentino cosquilleo subió por mi espalda. Era una sensación que solo se presentaba en ciertas circunstancias.

—¡Silencio! —me detuve en seco y coloqué una mano sobre su boca antes de que continuara. Sus ojos me analizaron con duda pero, oportunamente, una explosión levantó una cortina de humo a un par de calles de distancia—. Puede tratarse de Sam, ¡Vamos!

Comencé a correr en dirección al humo, el camino estaba despejado a excepción de los escombros que, en su mayoría, tuve que esquivar o saltar para poder llegar hasta el otro lado. Nos pusimos a cubierto contra un muro, eché un vistazo sutilmente para averiguar lo que ocurría, ya que escuchaba algunas voces y gritos. Dimos la vuelta en una esquina, encontrando el origen del disturbio. Starscream, quién estaba de espaldas, detectó mi presencia enseguida y giró velozmente hacia mí.

—¡Regresa! ¡Regresa! —grité, volviendo sobre mis pasos. No fui lo suficientemente rápida, pues al retroceder choqué con Todd y los dos caímos al suelo.

—Parece que hoy estoy de suerte —siseó Starscream—. Ustedes solos vinieron a mí, ¡No podría ser mejor!

Un escalofrío acarició mi espalda, lo interpreté como una señal para quitarme de ahí y fue lo que hice. Empujé a Todd lejos de mí en el momento preciso en que la sierra de Starscream pasó entre ambos, lo único que cortó fue el concreto, varias chispas salpicaron peligrosamente cerca de mi rostro. Al levantarme no pude coordinar mis piernas, casi vuelvo a caer de no ser porque esta vez fue Todd quién me quitó del camino antes de que la sierra me alcanzara. Inmediatamente después salimos corriendo de ahí pero no llegamos muy lejos, un muro nos impidió el paso. Era un callejón sin salida.

—Excelente —golpeé la pared con impotencia. Los pesados pasos aproximándose me obligaron a girar, retrocedí hasta chocar la espalda contra el muro y levanté la mirada, siguiendo el movimiento de su brazo preparándose para atacarme.

—¡Hey! —el grito de Sam detuvo a Starscream, cuando este volteó hacia atrás se llevó un impacto directo en el rostro. No pude observar exactamente de qué.

De repente Starscream se elevó en el aire, arrastrando a Sam con él a través de un cable conectado a su óptico. Estuvo siendo agitado de un lado al otro mientras Starscream se quejaba y se estrellaba contra todo con tal de liberarse. Una parte de mí quería reírse, era lo más valiente y a la vez estúpido que ha hecho. La otra parte aún trata de analizar la escena para verificar que no estoy alucinando.

—¿Qué diablos hace? —oír a Todd me trajo de vuelta a la realidad. Nuestras miradas se conectaron en el instante preciso, demostrando en su gesto lo desconcertado que estaba.

—No tengo la menor idea —dije absorta.

Regresamos la vista al frente, el suplicio de Sam continuaba, añadiendo sus gritos ensordecedores. Tenía que ayudarlo, no sé como pero ya pensaría en algo. Me dispuse a ir en su rescate, el cual consistió en dos simples pasos que fueron cortados al ser tirada hacia atrás.

—¡Mira! —me indicó Todd, sosteniendo mi muñeca—, ¡Es Lennox!

Volteé en la dirección que su dedo señalaba y efectivamente era verdad lo que decía. Lennox junto a un escuadrón nos interceptaron en el callejón y se dispersaron alrededor de Starscream para empezar a dispararle. Sam usó la distracción, a pesar de su terrible situación, y saltó sobe Starscream enterrando un dispositivo en su óptico.

—¡No puedo ver! ¡No puedo ver!

Tuve el presentimiento de que todo se iba a repetir, así que corrí y atrapé a Sam antes de que Starscream se elevara. Mi peso no resultó ser ningún impedimento, pues aún así nos alejábamos del suelo cada vez más. Lennox también saltó y tiró de Sam pero ni eso fue suficiente. Ahora los tres estábamos colgando de un cable de acero, siendo balanceados de un lado al otro al punto de causarme náuseas.

—¡Libérame! —le gritó Sam—. ¡El cuchillo! ¡Toma el cuchillo!

Mi espalda golpeó contra el suelo y comencé a sentir que me arrastraba por toda la superficie llena de escombros. Me aferré con más fuerza ya que no podía ver claramente, los gritos tampoco ayudaban mucho a relajarme.

—¡¿Podrías darte prisa?! —pregunté un poco histérica.

—¡Eso intento!

—¡La bomba va a explotar! ¡Va a explotar! —remarcó Sam desesperado—. ¡En 30 segundos va a explotar!

—¡¿Cuál bomba?!

—¿No ves esa bomba? ¡Córtala, córtala!

Quise pensar en algo que nos sacara de este apuro, pero tenía las ideas tan revueltas que podría vomitar en este preciso momento. Tomé la decisión de mirar abajo para saber qué tan lejos estaba del suelo, fue justo entonces que descendimos abruptamente. Solté un grito y apreté los párpados, esperando recibir el impacto de la caída. La explosión se desató, despeinando mi cabello. Algo me envolvió evitando que los escombros me golpearan y que mi rostro tocara el suelo.

Acabé tan agitada que tardé en reaccionar. Solo sabía que estaba acostada bocarriba sin ser capaz de moverme a causa de la impresión. Cuando me senté, lo primero que se robó mi atención fue el cuerpo de Starscream desplomándose desde el edificio conjunto. Después eché una mirada rápida a lo que sea sobre lo que haya caído, sonreí al reconocer el capó de Bumblebee.

—Así se hace —dije prácticamente sin aliento. Le di unas leves palmadas y bajé del auto—. Eres el mejor.

Poner los pies en tierra firme fue un alivio inmenso, aunque no tanto la parte en la que todo me dio vueltas. Estuve a punto de tropezar de no ser porque unos brazos me detuvieron en el momento exacto.

—¡Casi me matas del susto! —me reclamó Todd—. En serio.

—¿Sí? Pues hubiera sido increíble que nos ayudaras —recuperé la compostura, logrando mantenerme de pie por mi cuenta.

—No, se notaba que tenían la situación bajo control —contestó más serio. Era notorio que se estaba aguantando una carcajada—. No quise arruinarlo.

—Sí, claro —respondí, fingiendo estar de acuerdo.

Bee se transformó para poder agacharse lo más posible a la altura de Sam y le dijo algo que no alcancé a escuchar con claridad. Después de eso, Bee volvió a transformarse y se marchó solo. El grupo de soldados empezó a movilizarse.

—Bee y los otros Autobots nos verán en el río —avisó Sam lo suficientemente alto, asegurándose de que todos lo oyeran.

A lo lejos, los pilares volvían a ser completamente visibles, en especial el qué estaba ubicado en la cúpula. Todavía era muy pronto para acercarnos, primero debíamos reunirnos con los Autobots y cruzar el río. El problema es que los puentes estaban arriba, había que buscar un camino alterno.

Mientras observaba a los grupos de Lennox y Epps organizarse, tuve de nuevo esa sensación en la espalda que me hizo voltear atrás. Sam se alejaba con Carly hacia no sé dónde, ¿Por qué le es tan difícil mantenerse en equipo? No lo entiendo. Lo único que sé es que ahora debo ir a traerlo, una vez más.

—¡Hey, espera! —gritó Todd—. ¿A dónde vas?

—Por Sam —respondí sin detenerme—. Descuida, no tienes que seguirme esta vez.

Aún así logré identificar el sonido de sus pasos tratando de igualar mi ritmo. Podría haberlo obligado a darse la vuelta e irse pero eso sería desperdiciar tiempo y energía.

Continuamos la travesía hasta que identificamos varias figuras más adelante. Acudimos detrás de un vehículo para resguardarnos en lo que estudiábamos la situación, la cual no aparentaba ir nada bien. Sentí un nudo en el estómago con la escena ante mis ojos. Los Autobots eran prisioneros de los Decepticons, no podía entender cómo sucedió esto. ¿En dónde se supone que está Optimus? Tendría que estar aquí para evitarlo. Y si no lo está, es porque probablemente deberíamos preocuparnos.

Vi a Soundwave intercambiando palabras con un humano, supuse que era el jefe de Carly, parecía como si lo estuviera desafiando. Consecutivamente, Barricade empujó a Que al frente y lo obligó a tirarse al piso, pude escuchar que trató de negociar con ellos pero solo obtuvo un disparo en consecuencia. Me estremecí atemorizada cuando le dieron un segundo disparo, dejando el cuerpo de Que en varias partes regadas en el suelo. Pasó tan rápido que ni siquiera pude parpadear.

No podía creer que de verdad lo hicieron. Realmente pretendían eliminar a los Autobots uno por uno como simples peones. Y el siguiente en la lista era Bee. No puedo permitirlo.

—Tengo que hacer algo —dije alarmada—. Algo grande. Una distracción para que puedan escapar.

—¿Cómo qué? Son demasiados —Todd se esforzó por sonar racional—. A menos que tengas un rayo destructor escondido, no se me ocurre nada más útil.

—Haré lo del bosque —propuse convencida—. No sé como pero, en aquella ocasión, los mandé volando a todos —volteé hacia Todd, su expresión escéptica me hizo rodar los ojos—. Solo dime cosas que me hagan enfadar. Créeme, funciona mejor así.

—¿Y si terminas destruyendo el planeta? Tengo tanto que decir ahora —había una mezcla de diversión y seriedad en su tono, lo que me llevó a gruñir frustrada—. Créeme.

—Bien, entonces hagámoslo de la forma fácil.

—¿Cuál es esa?

Me levanté de un salto, saliendo completamente de nuestro escondite.

—¡Hey! —grité con las manos arriba—. ¡Por aquí!

—¿Qué? ¡No! ¡Espera!

Sin pensarlo demasiado, ya estaba corriendo directo hacia una muerte segura. ¿Perdí la cabeza? Probablemente.

Fui directo hacia dónde estaba Bumblebee, tenía las manos puestas detrás de la cabeza y sus grandes ópticos me miraron aterrados. Bee soltó un chillido e intentó moverse pero solo consiguió un golpe de Soundwave, quién después apuntó su arma hacia mí para advertirme que no diera un paso más. Me obligué a detenerme y puse las manos al frente.

—Me entregaré en su lugar —le ofrecí en paz, aunque por dentro solo quería salir huyendo—. Así que por favor, no le hagas daño.

Parecía que Soundwave pretendía considerar mi propuesta, ya que se mostró interesado. Sin embargo, el hombre a su lado me estudió de arriba abajo con aires de superioridad y me lanzó una clara mirada de disgusto.

—Debes estar bromeando —se rió a todo volumen intencionalmente, consiguiendo molestarme—. ¿De verdad cambiarías tu vida por uno de ellos? Que buen chiste —dejó de reír y puso las manos sobre su cadera—. Niño, ¿Por qué no sacas a tu novia de aquí? Estamos tratando de ajustar cuentas.

Si ya estaba enojada, eso me enfureció. No lo pensé dos veces y salté sobre ese tipo, pero una vez más, Todd apareció para impedir que cometiera una locura. Traté de avanzar a pesar de que sus brazos me obligaron a mantenerme en mi sitio.

—Que buena idea —era obvio que estaba asustado, ni siquiera se molestó en desafiarlo. Simplemente me presionó para darme la vuelta—. Ya nos íbamos. Gracias.

Logré liberarme de manera brusca y regresé a encararlo. Me paré firme, sintiendo la ira recorrer mi cuerpo, cerré los puños para contenerme.

—¡Sé lo que hiciste! —le reclamé—. Y eres un cobarde. ¿Acaso entiendes la magnitud de esto?

—¡¿Estás loca?! —preguntó Todd entre dientes. Estaba más rígido que una estatua—. ¡Ellos son demasiados!

Pero eso no me importó. Únicamente me concentré en el hombre que fingió sorprenderse mientras se cruzó de brazos. Me analizó más a detalle con los ojos entrecerrados, al final chasqueó los dedos y me apuntó.

—¡Eres la hermana del chico Witwicky!, ¿Cómo no me di cuenta antes? Nos hubiéramos ahorrado este inconveniente —puso una sonrisa más cálida y se volvió hacia Soundwave—. Mátalos a ambos.

Soundwave asintió y, tras una risa ansiosa de sangre, redirigió el cañón de su arma hacia mí. Estaba perpleja. Cualquier plan que pudiera tener simplemente desapareció de mi mente en ese instante. Incluso mi cuerpo era tan liviano que podría derrumbarme aquí mismo.

Tenía toda la intención de dispararme y yo lo sabía. Lo único que le impidió cumplir con su cometido, fue una enorme pieza metálica que cayó del cielo. Bee aprovechó para soltarse e inmediatamente después desplegó su máscara de batalla y comenzó a forcejear con Soundwave. Los escombros seguían lloviendo, eso provocó que los demás Autobots también se levantaran para enfrentarse a sus captores. La escena me devolvió la esperanza. Aunque no demasiado. Uno de los Decepticons prefirió perseguirnos a nosotros, lo que significa que era hora de huir.

Dejé de lado mi asombro cuando Todd jaló mi brazo, obligándome a correr de ahí. Un segundo Decepticon nos sorprendió por detrás, estábamos rodeados. Pensé que finalmente debía entrar en acción o moriríamos. ¿Por qué siempre deben ser esas dos opciones? Detesto mi suerte.

El cañón del Decepticon frente a mí se iluminó, estando a nada de abrir fuego, su pecho fue el que estalló en pedazos y algo saltó sobré él disparando por segunda ocasión. Ironhide aterrizó y, no conforme, disparó una tercera vez.

—No amenaces a los humanos —le advirtió, todavía listo para disparar. Era claro que lo dejó bastante muerto. Creo que solo quería presumir.

En cuanto al segundo Decepticon, solo encontré su cuerpo tirado cuando volteé a corroborar que Todd estuviera a salvo.

—Ya estamos a mano —dijo Sideswipe. Negué con la cabeza y sonreí, pues sabía exactamente a lo que se refería. Era divertido que no lo hubiera olvidado aún.

—¡Fuera de aquí! —nos ordenó Ironhide. Inmediatamente salimos volando de ahí igual que dos moscas.

Sam y Carly no se encontraban muy lejos, nos hicieron múltiples señas para fuéramos hacia ellos. Atravesamos el campo de batalla, cubriéndonos de las explosiones hasta resguardarnos detrás de un vehículo.

—¡¿Están dementes?! ¿Cómo se les ocurre? —vociferó Sam—. ¡Casi mueren!

—¡Lo que hicieron fue peligroso! —lo respaldó Carly. La miré desconcertada, ¿Desde cuándo me regaña? Ni siquiera la he aprobado. Además, puedo jurar que fue ella quién le habló de mí a su jefe.

Antes de que pudiera justificar mis actos suicidas, el motor de Bee rugió con fuerza para interrumpir nuestra conversación. Las puertas del Camaro se abrieron, entendimos que debíamos subir. Una vez que el último de nosotros entró, Bee se alejó a toda velocidad evitando que una nave gigantesca nos aplastara. Observé el panorama desde la ventana, hubiera sido terrible desperdiciar un segundo más. Todo afuera era un caos.

Me acomodé en el asiento y respiré profundo, escondiendo el rostro entre mis manos. Necesitaba concentrarme o iba a entrar en pánico. Es un pésimo momento para eso.