Felicidad vs línea

Cumpleaños. La fecha más importante del año para toda persona. El día en que se celebra la llegada al mundo. Una fiesta en la cual celebras junto a tus seres más queridos. Y ese día, dieciséis de abril, había llegado para Issei Hyodo.

Nos encontramos en la casa… bueno, más bien la mansión del matrimonio Hyodo. En dicha fiesta se encontraban tanto los padres de Issei, como sus novias, los padres de estas y sus amigos.

La celebración había comenzado temprano, justo después de que el sol se ocultara en el horizonte y el cielo de la noche ocupara su lugar, con el firmamento y la luna iluminando. Era el momento en el cual todos habían podido coincidir, pues habían terminado la jornada laboral y estudiantil.

En el salón principal de la mansión, todos estaban sentados en una enorme mesa rectangular, bastante larga para albergar a todos los presentes. Cualquiera diría que habría problemas de comunicación, pero no se daba el caso ya que todos podían escucharse sin problemas gracias a la gran acústica de la sala.

Issei se encontraba de lo más feliz al estar rodeado de las personas que más les importaba. Poco importaba ahora el resto del mundo… solo importaba aquel momento. Fue entonces que, en el clímax de la fiesta, llegó el momento cumbre… la enorme tarta de cumpleaños.

Ahhh la tarta de cumpleaños. ¿A quién no le encanta? De chocolate o nata o turrón o a saber, pues para gusto los colores. Lo importante es que no había nadie a quien no le gustara. Esta tarta era inmensa, la más grande que el Peón Gremory hubiera visto en su vida. Y no era para menos al recordar el número de personas presentes. Issei, como cumpleañero que era, sopló las velas que indicaban su edad y los aplausos y cánticos no tardaron en escucharse. Y justo después vino el momento crítico… ¡repartirla!

Aquí es donde se notaba la principal diferencia entre hombres y mujeres respecto a su amor corporal… el amor por su propio cuerpo… Kiba, Gasper, Issei, su padre, Zeoticus, etc., no tuvieron reparos en coger enormes trozos de la tarta. Que poco nos importa a los hombres eso de engordar… sobre todo si tienes el maravilloso metabolismo de comer y comer sin engordar.

Mientras tanto, las chicas miraban con mucha envidia a los varones de la sala. Ellas no podían comer tanto como gustasen, pues debían cuidar sus figuras. Aunque había un dato muy curioso. Como demonios, su supuesto metabolismo debía permitirles comer hasta reventar y no engordar… pero no era el caso. Que se lo digan sino a Sona Sitri... ¡venga hombre, la demonio usa gafas! ¡GAFAS! Pero no es momento para discutir sobre ello. Volvamos al tema.

Issei, aun sin poder disfrutar de su enorme trozo de tarta, y mirando con envidia como sus amigos disfrutaban enormemente de sus respectivos trozos, observó a sus novias, listo para repartir. Dado que Rías estaba a su lado, ella era la primera. La pelirroja sonrió con toda su elegancia aristocrática, aunque por dentro se encontraba de lo más nerviosa.

-¿Cuánto quieres? - preguntó amablemente el castaño.

-Yo… algo así… -

Con su dedo dibujó un triángulo de lo más fino, sorprendiendo enormemente a Issei.

-¿Tan poco? -

-S-si… es que no me apetece mucho jejeje. -

Asintiendo lentamente, cortó un trozo ridículamente pequeño y lo puso en el plato, pasándolo a su ama. Pero más le sorprendió como ver que las demás pedían trozos igual de pequeños… o incluso más. Pero poco le importó al ver que por fin había terminado y pudo disfrutar de su trozo, llorando al primer mordisco por su gran deliciosidad.

El tiempo siguió pasando y los varones se comían más y más trozos según terminaban el anterior, halagando a las cocineras. Una vez hubo terminado la fiesta, cada cual fue a dormir a su respectiva cama.

No pasaron muchas horas hasta que Rias Gremory se despertó. La verdad es que la pelirroja apenas si había podido dormir. Se incorporó en la cama, observando a su novio en el centro y varias de las novias durmiendo a su alrededor. Intentando no hacer ruido ni despertar a nadie, se puso un camisón encima, unas bragas, y bajó hasta la cocina. Abrió el enorme frigorífico en el cual habían guardado el resto de la tarta, que no era precisamente poco.

-Solo comeré un poquito… sí… solo un poquito… - murmuró intentando auto convencerse.

No podía negar que la tarta estaba deliciosa y se había quedado con las ganas de comer más y más, pero debía guardar su figura. No hacía mucho que había comido más dulces, así que no podía comer más o perdería su envidiable figura.

Usando su magia, sacó la tarta del frigorífico, colocándola sobre la mesa.

-... solo un poquitín… -

Estiró su dedo, lo pasó por la tarta, y se lo llevó a la boca, gimiendo de disfrute.

-... solo un poco más… -

Y así, poco a poco, Rias Gremory fue comiendo y más y más hasta que…

-¡Jajajaja! -

Riendo como una loca, se tiró encima de la tarta, dando vueltas mientras comía y comía. No se dio cuenta del momento en el que el resto de chicas habían llegado a la cocina e imitaban a la líder Gremory, pues habían caído en la tentación como momentos antes lo había hecho ella.

Issei se despertó al no notar el cuerpo de ninguna de sus novias. Frunciendo el ceño desconcertado, abandonó su habitación y bajó a la cocina al escuchar risas. Después de todo, no necesitaba luz para ver. Y lo que se encontró le impacto y desconcertó más que cualquier otra cosa antes…

Sus novias… riendo como locas… dando vueltas encima de lo que quedaba de la tarta… comiendo y comiendo como si no hubiera mañana… pringadas hasta arriba de dicha tarta...

-Si tanto les había gustado… que hubieran pedido un poco más. - susurró el castaño al tiempo que se daba la vuelta para volver a dormir, no sin antes quedarse con aquella imagen mental.


Firma

El enamorado

Moraleja: "Disfruta de la vida y manda a la mierda a la línea… ¡coño, me ha rimado XD!"