Disclaimer: Naruto y sus personajes pertenecen a Masashi Kishimoto.


-Unspoken words-


El sol brillaba con la fuerza que la estación primaveral le concedía, haciendo que el día fuese resplandeciente. El viento solo agitaba levemente las copas de los árboles, y los cerezos en flor veían sus pequeñas flores menearse muy despacio, como si estuvieran acariciando la liviandad del azul del cielo.

Sin embargo, a pesar de que aquel día parecía que iba a ser tranquilo, la tormenta que se estaba fraguando en el interior de Sakura estaba a punto de explotar, esparciendo toda su fuerza a su alrededor sin remedio alguno.

Su viaje con Sasuke había comenzado hacía cinco meses, que a veces le parecían interminablemente largos y otras, efímeros como el recuerdo de un niño. Era un sentimiento complejo de procesar, pues aquel hombre que aparentemente la amaba se entregaba a ella y a sus emociones en algunas ocasiones, pero, en la mayoría de las horas que pasaban juntos, su rostro estaba apagado, pensativo y taciturno.

Ella sabía que su personalidad nunca había sido demasiado alegre —al menos, desde que se conocían—, pero le preocupaba con un fervor aplastante el hecho de que estuviera cansado de su compañía y que no se lo hubiera dicho por pura resignación.

Su mente y los anhelos de su corazón querían aferrarse al recuerdo de los momentos en los que lo había podido observar siendo él mismo. Como cuando se encontraban con un gato rezagado o desorientado en el camino y Sasuke, con el gesto enternecido por la presencia del animal, lo cuidaba hasta que se reponía y podía continuar su viaje. O como cuando, de madrugada, justo antes de acostarse a dormir en el sitio que hubieran encontrado —tenía que reconocer que se había esforzado mucho para que siempre fuera lo más cómodo posible— le hablaba del recuerdo susurrante y nostálgico de su madre, de las palabras férreas pero de apoyo de su padre o de sus paseos interminables con su hermano mayor, a quien admiraba y extrañaba profundamente.

Se notaba, cuando hablaba de Itachi, que la pena le reconcomía el alma, pero, como nunca se lo había dicho directamente, Sakura no había querido indagar demasiado en el tema, pues sabía que su carácter era hermético y no quería entrometerse en profundidad en sus traumas ni resultarle una molestia de nuevo.

A pesar de esos momentos de naturalidad y esencia, los instantes en los que Sakura podía sentirlo más real y cercano se producían cuando hacían el amor; cuando él, con sus ojos oscuros fijos en los suyos, le decía absolutamente todo sin pronunciar una sola palabra.

Recordaba bien la primera vez, porque a pesar de ser compleja, fue hermosa. Tenía trazos de su mirada oscura en la memoria, concentrada para no dañarla, pero también de sus movimientos pasionales y entregados cuando se dio cuenta de que todo iba bien.

Sin embargo, también se acordaba del silencio, del hermetismo, de aquella ley del hielo que le aplicaba siempre que algo le molestaba, y sentía que todas esas piezas se estaban acumulando en una torre infinita y demencial que no tenía otro destino que acabar desmoronándose.

Sakura no podía seguir con alguien que le demostraba en raras ocasiones que estaba enamorado de ella. Al principio del viaje se decía que sí, que él la amaba, pero que su forma de ser era callada, que no le gustaba lidiar con sus sentimientos, pero que le bastaba con que estuvieran juntos.

El tiempo, no obstante, fue convirtiendo su ausencia —no presencial, sino sentimental— en un cúmulo de sensaciones negativas que le estaban pasando factura. Es demasiado difícil estar con una persona que nunca dice lo que quiere o cómo se siente. No es suficiente la compañía si no va de la mano con el respeto, la empatía y la confianza, y Sakura no se sentía amada como creía que merecía, a pesar de que algo en un rincón escondido y profundo de su corazón le susurraba muy bajito, tanto que a veces le costaba mucho oírlo, que aquel hombre al que siempre había amado se sentía igual.

Aunque aquello sucediera en su interior, tenía la sensación de que era un lastre. No en el viaje, en las luchas a las que se enfrentaba o a la hora de encontrar localizaciones o refugios, sino que le daba la sensación de que siempre estaba persiguiendo a Sasuke en contra de su voluntad. Y ya se había cansado de seguir haciéndolo.

Aquel día en el que decidió que no aguantaría más aquella acompañada soledad, porque su alma no estaba dispuesta a soportar esa situación ni un segundo más, entró en la habitación del hostal en el que habían pasado la noche.

Sasuke se preparaba para partir. La miró de reojo cuando la escuchó entrando, pero sus labios no dejaron escapar ni una sola palabra y su rostro, completamente imperturbable, no se movió un ínfimo milímetro ni cambió su expresión.

Sakura fijó sus ojos verdes en el suelo y después en sus pies descalzos. No sabía bien cómo debía afrontar aquella situación, porque jamás se la había planteado. Cuando Sasuke por fin se abrió y dejó que lo acompañara, pensó que estarían juntos para siempre. Después de todo, aquel era el sueño de toda una vida, así que ¿por qué debería destruirlo si era lo que siempre había deseado? La vida le demostró una vez más su dureza y que no suele ocurrir aquello que tenemos previsto con la frecuencia que nos gustaría.

Sasuke al fin se dio la vuelta. Sus ojos se quedaron anclados en su rostro mientras se abrochaba la capa. Parecía algo sorprendido al verla allí, inmóvil y siendo apenas capaz de sostenerle la mirada.

—¿Has preparado tus cosas? Tenemos que irnos ya o se nos hará tarde.

—No, aún no.

Sakura notó su tono de voz quebrándose en apenas tres palabras, que fueron las únicas que pudo pronunciar. La vista se le nubló, pero la fuerza del dolor hizo que pudiera levantar el rostro y mirarlo de forma directa para afrontar el problema. Las lágrimas furiosas rodaban por sus mejillas y pudo notar la preocupación de la expresión de Sasuke pronunciándose con cada segundo que pasaba.

—¿Qué sucede? —preguntó él con cautela.

La joven, tras apartarse las lágrimas con furia y dar dos pasos hacia él para así tratar de reducir la insalvable distancia que había entre los dos, apretó uno de sus puños y se sinceró por completo, como jamás pensó que sería capaz de hacer.

—No sé qué pasa entre nosotros. No sé qué somos, no sé qué quieres de mí y tampoco cuál es nuestro futuro juntos. Pensaba que, si hacía este viaje contigo, hallaría todas las respuestas que necesitaba. Pero tu compañía solo me suscita dudas. Y no puedo más —afirmó mientras notaba más lágrimas precipitándose por sus mejillas maltratadas por el llanto—. Deberíamos separarnos.

Esperaba cualquier reacción, menos la que él tuvo, pues aun estando muy serio, se acercó a ella y la abrazó con tanta fuerza que Sakura pensaba que sus cuerpos se iban a fundir y pasarían a ser uno solo. Eso solo hizo que sollozara con más rabia y potencia contra su hombro. Porque no quería que ese fuera el desenlace entre ellos, pero no podía aguantar más.

El centro de la habitación pareció convertirse en el centro del universo y el silencio imperó en aquella estancia durante intensos y pesados minutos, hasta que Sasuke fue capaz de hablar.

—No quiero eso.

Sakura sintió un latido intenso, como si su corazón por fin hubiera despertado después de un letargo sin fin. Pero no podía vacilar, porque si lo hacía en ese momento, el tiempo acabaría enfriando su relación, dándole la razón y todo volvería a ser igual.

—Estoy cansada. No puedo más con esto.

—Lo sé.

—Suéltame —le suplicó con desesperación, siendo consciente de que ella jamás sería capaz de finalizar ese abrazo.

—No puedo —dijo él de forma pesada, suspirando con cierto miedo—. Sakura, la cosa es que yo… —Lo sintió apretando aún más el abrazo, y eso que pensaba que era completamente imposible. Su respiración entrecortada acariciaba su cabello y casi la dejaba a ella también sin aliento—. Lo siento.

La realidad cayó de nuevo sobre sus hombros, aplastando las pocas esperanzas que tenía de reconstruir un lazo que no había empezado con buen pie. Los cimientos de su vínculo nunca se forjaron adecuadamente, y ahora les tocaba pagar a los dos. Sakura se reafirmó entonces en su decisión: lo mejor que podía pasar entre ellos era poner tierra de por medio, dejar de verse y que cada uno siguiera con su camino.

Sasuke al fin la soltó. Ella se sintió completamente vacía, perdida como nunca antes, desamparada, sola y una tristeza insondable inundó cada célula de su cuerpo.

Se dio la vuelta sin recoger sus pertenecías ni siquiera y se dirigió de nuevo a la salida de la habitación. Solo tenía que dar dos pasos más y su nueva vida daría comienzo. Una vida sin la persona que amaba, pero que intentaría que siguiera teniendo sentido.

Sin embargo, justo antes de que cruzara la puerta y abandonara definitivamente la habitación, sintió su brazo rodeando su cuerpo y su pecho posándose sobre su espalda. Iba a reprocharle, a decirle que se alejara de ella, que no podía seguir al lado de una persona que no era capaz de demostrarle sus sentimientos ni de contarle sus problemas, pero no pudo. Justo cuando iba a hacerlo, Sasuke acercó su rostro a su oreja, y le susurró muy quedamente al oído las palabras que más anhelaba escuchar.

—Te quiero, Sakura. Quiero que al menos lo sepas antes de que te marches.

Al principio, no fue capaz de procesarlas adecuadamente, así que no se movió. Pero cuando su cerebro fue consciente de que Sasuke le había verbalizado por fin sus sentimientos, se giró y, sin mediar palabra, besó sus labios mientras sujetaba su rostro con dedicación.

—Necesito saber que estás aquí, que estás para mí. No te pediré más —musitó Sakura contra sus labios cuando se separaron. Al fin, pudo ver lo que sentía en el reflejo de su mirada, y eso la tranquilizó mucho.

—Haré todo lo que esté en mi mano para que te quedes a mi lado para siempre —aseguró él mientras la volvía a abrazar.

El silencio por fin se volvió un espacio estable, en el que la promesa de un futuro juntos iluminó el rostro de Sakura y su alma completa, pues al fin estaba segura de que aquella persona no era un espejismo creado por su imaginación anhelante, sino alguien real que la amaba profundamente.


FIN


Nota de la autora:

Este es un regalito de cumple para alguien muy bella. Y sé que llega tres meses tarde, pero ha sido ahora cuando ha salido.

Me basé en uno de sus dibujos para hacer este cortito one-shot (cambié mil cosas, eso sí), así que aclaro que la idea no es mía, pero en serio me encantó ponerla en palabras. Hace mucho tiempo escribí sasusaku dos veces y no había vuelto a este fandom, pero en serio que me gustó la experiencia, así que ojalá volver más a menudo.

Espero que os haya gustado a todos y todas los que habéis decidido pasar a leer.

Muchas gracias por leer.