Capítulo 6

Evergarden, Evergarden, Ranma repasaba en su cabeza el nombre de aquel lugar, hasta que un vago recuerdo llegó a su mente.

— Algún día viviré en Evergarden, ya sabes cuando gane millones por ser un luchador reconocido.

Habían sido las palabras de uno de los amigos que había hecho durante sus viajes de entrenamiento.

¿Qué estaría haciendo Akane en ese lugar? Tal vez el señor Soun tenía cultivos de bambú o familiares en ese lugar.

—Ranma, caminaremos hasta Fukuoka, desde allí iremos en barco, luego tendremos que tomar el tren o caminar— interrumpió sus pensamientos Genma.

—¿barco?, ¿tren? — dijo Ranma con pesadez. Odiaba esa parte de su padre, en un momento se desgastaba en largos discursos sobre el honor del artista marcial y al siguiente estaba robando comida o colándose como polizón.

Genma miró de arriba a abajo a su hijo mientras se ajustaba los lentes, partiremos mañana, hoy puedes descansar. La señora Ayame que vive al final de esta calle se ofreció a darnos posada.

Ranma quería replicar, sentía la necesidad de salir corriendo en ese mismo instante. Había pasado tanto tiempo y ahora que estaba tan cerca parecía irse como agua entre las manos. No tenía idea que le diría a Akane, pero el solo hecho de pensar en ella hacía que su corazón diera un vuelco.

Caminó hasta la casa que le había dicho su padre, perdido en sus pensamientos.

Era una casa antigua y tenía una entrada trasera hacia la habitación que les habían ofrecido, de modo que no molestaría a la dueña. Desde el muro exterior hasta los jardines internos, todo era un enredo de plantas, flores y hojas. A pesar de que afuera el clima era cálido y no había una sola nube en el cielo, adentro se sentía fresco, estaba oscuro por los grandes y tupidos árboles. Ranma finalmente divisó la que supuso era la puerta de la habitación.

—Así que tú eres Ranma— dijo una voz cerca a él.

El joven se sobresaltó al no haber notado una presencia. Una figura emergió de entre las sombras, lo primero que Ranma notó fueron sus ojos de color violeta.

—Señora Ayame, gracias por permitirnos quedarnos aquí.

Ranma hizo una reverencia.

— No te preocupes, me encanta ayudar y se ve que necesitan una mano.

— Solo será esta noche, mañana partiremos temprano.

Ayame lo miró a los ojos y luego bajó la mirada al pecho del muchacho alzando una ceja. Ranma se llevó la mano al pecho tocando el cordón.

— Puedo verlo…— pidió Ayame estirando la mano.

—¿Esto?

—Sí, será solo un momento.

— Se dañó — dijo Ranma mientras lo pasaba en la cabeza.

Ayame lo recibió con las manos juntas, cerró los ojos por un momento y los abrió de repente.

—Ya veo, así que tú… No importa. Ranma, disfruta cada momento como si fuera el último, a veces la felicidad es tan efímera.

Ranma no dijo nada, recibió de nuevo el collar y se lo puso, agradeció nuevamente a la señora por su hospitalidad y entró a la habitación con una sensación de inquietud en el pecho. Puede que la señora solo sea de aquellas que les gusta hablar misteriosamente, pensó Ranma mientras se dejaba caer en la cama.

Ese lugar era agradable comparado con la noche que había pasado, no tenía mucho allí, solo dos camas y una mesa de noche con una lámpara, por la ventana se colaba el olor a tierra mojada y las flores del jardín. Ranma se entregó a un sueño profundo. Por momentos se removía en la cama y pronunciaba el nombre de Akane. Entre dormido y despierto un par de horas más tarde, luchaba por abrir los ojos, creyó ver una figura en la puerta, parpadeó de nuevo, pero ya no estaba. Se incorporó hasta quedar sentado. Por algún motivo le dolía la mano, la abrió y cerró varias veces, creyó ver una pequeña luz en ella. Sacudió la cabeza, necesitaba despabilarse por completo.

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—¡hermanita! Bienvenida— Kasumi abrazó a su hermana con fuerza.

—oye…Kasumi… cuidado con mi sobrina— pidió Akane tratando de alejarse un poco.

— ¡oh! Es verdad— Kasumi aflojó el abrazo llevándose una mano al vientre abultado por sus 5 meses de embarazo.

—Querida no asfixies a Akane— intervino el Dr. Tofú poniéndole el brazo sobre los hombros a su esposa.

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La casa de los esposos Tofú era acogedora, aunque estaba situada en la ciudad, no se parecía en nada a los impersonales y diminutos apartamentos de Tokio. Tenía amplios espacios iluminados y una enorme cocina con aparatos que Akane nunca en su vida había visto.

La habitación de invitados tenía una gran cama con un edredón de patitos que a Akane le pareció muy gracioso, se dejó caer en ella suspirando y entonces escuchó la puerta.

Kasumi se sentó en el sillón acariciándose el vientre.

—Papá me llamó llorando, parece que armaste un alboroto en casa.

—Ah… yo… lo siento— dijo Akane mirando el techo.

—No te preocupes, siempre eres bienvenida… pero, ¿estás al tanto que ellos ya están en camino?

— ¿ellos?

—Mamá, papá, Nabiki…

Akane se pasó una mano por la cara, ¿por qué su familia tenía que ser tan exasperante a veces?

—y…— Kasumi dudó en continuar hablando.

—¿Pasó algo más?

— Tofú y yo habíamos pensado en ir de vacaciones unos días a la playa. Tu llegada fue una agradable sorpresa, pero partimos mañana, ¿no es problema para ti?

— Cuánto lo siento Kasumi, no quería ser un problema, no te preocupes, buscaré un hotel para quedarme.

—Oh, no, no, hermanita, estoy diciendo que si no es problema para ti venir con nosotros.

—¿con ustedes? — Akane batió sus manos enérgicamente negando— Si no hay problema, prefiero quedarme aquí y además no quiero interrumpir sus últimas vacaciones antes de que nazca la bebé.

—No te preocupes hermanita, alquilamos una casa de playa, es amplia.

—Pero…

—¿Vas a negarte a pasar unos días con tu hermana embarazada?

Akane suspiró, pensó que tal vez unos días en la playa le ayudarían a relajarse y pensar mejor lo que quería hacer. — ¿Seguro que no seré una molestia?

—Por supuesto que no.

—Entonces, está bien.

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— Papá, llevamos días dando vueltas y haciendo paradas turísticas en todas las islas de Japón, ¿estás seguro de que este barco nos llevará a China?— dijo Ranma con una mano tapándose el sol para tratar de divisar mejor el lugar al que se dirigían.

— No te quejes, hijo malagradecido, que no ves que nos conseguí pases en un crucero de lujo— Genma se llevó un vaso de piña colada a la boca y lo tomó de un solo trago.

— Querrás decir "con los pases que robé"

—Silencio— ordenó Genma viendo a todos lados — estás muy amargado hijo, deberías disfrutar un poco, ve a la playa, nada un poco.

—¡Qué no sabes que en la Bahía de Kabira está prohibido nadar!— ladró Ranma señalando hacia su próxima parada.

— Iré por otra bebida— dijo Genma ignorándolo.

Claro, emborráchate, esta vez no pienso ayudarte a llegar a la habitación, viejo tonto.

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—Por favor no se dispersen, les recordamos que en este lugar no se puede nadar, es un área protegida, debido al delicado ecosistema donde se cultivan las perlas negras— indicaba el guía antes de salir del crucero.

Ranma se escabulló, por un lado. La camiseta se le pegó al cuerpo al recibir el calor de lleno. Caminó por la playa con los pies descalzos y la mirada perdida en todas las tonalidades de azul, verde y aguamarina, se alejó de los turistas, del ruido y se quedó solo con sus pensamientos. No tenía otro objetivo en la vida que ser artista marcial, por eso se había dejado arrastrar por su padre por todos los lugares donde pudiera entrenar, pero ¿era necesario continuar siguiéndolo? La respuesta llegó tan rápido a su cabeza que le sacó una risa sin gana.

—Soy un idiota…

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Akane se sentía reconfortada por la presencia de su hermana y su cuñado, quienes tenían el don de la paciencia, le transmitían una tranquilidad que ella estaba lejos de sentir.

Dos horas de viaje no fueron nada comparado con el viaje desde Evergarden, ya era de noche, ella no quiso incomodar más, así que decidió dar un paseo por su cuenta, caminó por la orilla de la playa aspirando el aroma salino y la brisa cálida, lanzó sus sandalias de playa de cualquier forma y caminó dejando que el mar la cubriera hasta las rodillas, miró al cielo, la luna creciente estaba por dar paso a la llena. Akane sintió que el palpitar de su corazón retumbaba por el mar y se fundía con las olas. Tembló de pies a cabeza y comenzó a retroceder. La luna parecía por momentos acercarse y luego volver a su lugar.

— Pronto…

Akane busco en la oscuridad presa del desespero.

—¿Quién eres? ¿Qué quieres?

La única respuesta que obtuvo fue la de las olas arrastrándose sobre la arena.

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No supo cuánto tiempo pasó desde que cayó sentada en la arena, el agua había mojado su vestido hasta la cintura y el frío se le calaba en los huesos. Se abrazó para darse algo de calor e intentó torpemente pararse, estaba entumecida, cayó en varias ocasiones antes de poder regresar a casa. Llegó tratando de hacer el menor ruido posible, agradeció que su habitación estaba en el primer piso y tenía su propio baño, necesitó meterse en la bañera con agua caliente para poder recomponerse antes de dormir un poco.

— Mi bebé.

—Te dije que estaba bien, eso solo un berrinche papá.

—¿seguro que no tiene nada que ver con el príncipe golpeado en la piscina?

Nabiki giró a ver a su madre, sorprendida.

—¿Crees que no reconozco los golpes de Akane?... Nabiki, soy su madre, sé todo de ustedes.

Espero que no todo— pensó Nabiki.

—Voy a descansar, ustedes deberían hacer lo mismo— declaró Nabiki saliendo de la habitación de su hermana.

— Sí, querido, mejor va…

Soun Tendo ya estaba al lado de la cama de Akane con los ojos llorosos, su esposa lo interceptó antes que se echara a llorar sobre la joven que dormía plácidamente.

Bastó un par de señas para que el señor Tendo entendiera que era mejor retirarse por ahora.

Cuando no hubo más ruido en la habitación, Akane se giró con un suspiro y se cubrió los ojos con el antebrazo.

A la mañana siguiente, el bullicio propio de la familia cuando desayunaba fue suficiente para despertarla, Akane se vistió con lo primero que encontró, un vestido blanco corto, ligero y sandalias para la playa. Con solo poner un pie en el comedor se hizo silencio, las miradas se centraron en ella con una mezcla de preocupación y enojo.

Akane tomó una manzana de la encimera y saludó con la mano dispuesta a salir por la puerta que daba a la playa directamente.

—Ey, ey, ey, un momento señorita— la detuvo su madre.

Akane agachó la cabeza — casi

—mamá, yo… Lamento haberlos preocupado, estoy bien, Kasumi me ha tratado bien, como siempre lo hace.

— Akane…— suspiró Saiko acercándose— todos queremos que seas feliz, pero nos preocupamos por tu seguridad.

— Lo sé mamá…

—No se diga más, vamos a estar todos juntos y después regresaremos a Evergarden — declaró Soun sin dar lugar a réplica.

Nabiki soltó una media risa— si seguro papá — pensó.

Kasumi le dio una mirada a su hermana que la hizo callar lo que fuera que iba a replicar.

La familia Tendo y Tofú caminaron apaciblemente por la playa, Saiko tomada del brazo de su esposo, al igual que Kasumi con Tofú. Nabiki por supuesto solo estaba interesada en broncearse con su diminuto bikini negro.

Akane sentía la calidez y el amor de su familia, pero su corazón se impacientaba cada que recordaba aquella voz que la llamaba en sus sueños y también despierta.

Trató de pasar un rato agradable, incluso los siguió al tour en bote por la bahía, el fondo de vidrio de la embarcación le permitía ver lecho marino.

— Esto es hermoso querido— exclamaba la señora Tendo emocionada como una niña pequeña.

— ciertamente querida… ¡Oh, mira una estrella de mar! — le respondió su esposo con igual entusiasmo.

El agua cristalina, conservada así por ser un ambiente protegido, permitía observar bancos de peces coloridos que se movían en perfecta sincronía, dando la ilusión de ser una lámina que reflejaba la luz de diferentes ángulos, corales con formas intrincadas y por supuesto los preciados cultivos de las ostras, enhebradas en cordeles y protegidas por unas mallas del apetito de las tortugas y demás predadores.

— Qué interesante, querido— dijo Kasumi contemplando una de las perlas que el guía les mostraba.

—¿Quieres un collar de perlas negras? Amorcito— preguntó Tofú.

—¡oh no, no, no! No es necesario, querido.

—Si Kasumi no las quiere, me las puedes regalar a mi cuñadito — Nabiki le guiñó un ojo al Dr. Tofú, quien solo sonrió tontamente.

— ¡Nabiki! — la regañaron sus padres.

—¿Qué? — dijo con fingida ignorancia, encogiéndose de hombros.

La breve excursión llegó a su fin, estaba cayendo el sol y la familia decidió buscar un lugar para comer.

Un restaurante acogedor les dio la bienvenida, solo había una barra larga alrededor de la cocina, una extensa plancha donde preparaban los platillos a la vista de todos los comensales. Con la llegada de Akane y los demás solo quedaron unas pocas sillas disponibles. El amable chef y su ayudante los recibieron.

—Voy al baño, Kasumi puedes pedir algo por mí.

—Claro que sí.

—¿quieres que te acompañe, hija?

Akane negó con la cabeza — no tardo— aseguró.

El restaurante quedaba a la orilla de un acantilado no muy alto, Akane caminó hasta el borde sosteniendo su vestido que se levantaba con la brisa. Desde ahí pudo divisar los pasajeros de un crucero que ingresaban al gran barco para partir.

Se giró y caminó unos pasos hacia el restaurante, pero inmediatamente regresó, había algo que no la dejaba tranquila.

Buscó desesperada con la mirada, el sol estaba por ocultarse y con sus últimos rayos le permitió verlo. Reconocería esa trenza en cualquier lugar.

Ranma se apoyaba en la baranda de crucero, con la mirada perdida.

—¡Ranma! — gritó Akane con todas sus fuerzas, pero su voz se perdió entre las olas.

—¡Ranma! ¡Ranma!

Akane no se dio cuenta de que estaba en la orilla hasta que su pie resbaló y cayó al mar.

Los pasajeros que presenciaron el accidente comenzaron a gritar y a caminar de un lado al otro.

—¿Qué pasa? —interrogó Ranma saliendo de su letargo.

—Una chica cayó al mar desde ese acantilado y no ha salido— señaló uno de los pasajeros.

Ranma no lo pensó, se paró en la baranda ante el asombro de todos y saltó realizando un perfecto clavado, se alejó lo más rápido posible para no ser succionado debajo del barco.

No había rastro de la chica y la luz comenzaba a ser escasa, Ranma tomó una gran bocanada de aire y se sumergió. Aunque le escocían los ojos, trataba de enfocarse lo que más podía. Cuando salía a tomar aire escuchaba la voz de algunos pasajeros dándole ánimos. Como si no pudiera ser otra su suerte, la luz del sol dio paso a la oscuridad, Ranma se sumergió nuevamente en total desespero, sintió que había pasado demasiado tiempo. ¿Será demasiado tarde?

Se propuso ir a lo más profundo, ya no escuchaba nada del mundo exterior, ya no veía nada, pero entonces sintió un extraño piquete en la mano ¿Un calambre? Pensó; sin embargo, desechó de inmediato la idea cuando de la palma de su mano emanó una luz que apuntaba a algún punto en el fondo. Con renovadas fuerzas de donde no las tenía nadó hacia el lugar que su propio cuerpo parecía indicarle, nadó hasta que no quedaba más aire en sus pulmones, nadó hasta que vio un vestido blanco. Sintió un dolor punzante en el pecho cuando recogió el cuerpo laxo de la chica y pudo comprobar al acercarse a su rostro que era ella.

La luz que lo había guiado se extinguió como si su función hubiera terminado y Ranma buscó con angustia la superficie. Mientras llenaba sus pulmones de aire comprobó con horror lo que ya sabía, Akane no respiraba.

El bote salvavidas ya estaba cerca de ellos, con sus últimas fuerzas Ranma subió con Akane.

— Hay que darle respiración boca a boca— dijo uno de los rescatistas que se abrió paso, pero Ranma se adelantó, le apretó la nariz y le insufló todo el aire que pudo.

— Yo haré las compresiones— propuso el rescatista que se había arrodillado junto a los jóvenes.

Ranma volvió a darle respiración boca a boca.

—Ranma, acaso la joven ahogada es ¡Akane!— gritó espantado Genma que en algún momento también había llegado nadando al bote.

Ranma no respondió, estaba concentrado en poder traerla de vuelta.

Akane abrió los ojos y se giró tosiendo violentamente y liberando por fin el agua de sus pulmones

Las personas gritaban y se abrazaban, tanto en el bote salvavidas como en el crucero.

Akane tardó unos minutos en recuperarse del todo y entonces lo vio, era él, era Ranma, no había sido una alucinación ni un sueño, asustada por todo lo que había pasado, se echó a llorar abrazándose a él.

Ranma todavía tenía el corazón a mil, hacía tanto tiempo que no la veía, aunque era más que evidente que era ella, se veía solo un poco más alta, pero igual o más hermosa. Le pasó un brazo por la espalda tratando de contenerla y esperó que se calmara.

Akane finalmente alzó la vista y se limpió las lágrimas.

— ¿de verdad eres tú?

—Eh… hola— respondió en un ataque de timidez rascándose la cabeza.

—Akane niña, cuanto tiempo sin vernos— saludó efusivamente Genma — Gracias a Kami-sama que Ranma pudo sacarte de ahí, ¿dónde están tus padres? — preguntó ajustándose las gafas.

—¿Eh?...

— ¡Papá, no la molestes que no ves que por poco se ahoga!

—¡Hija! — se escuchó el doloroso grito de Soun quien junto al resto de la familia había embarcado en un bote pesquero que se ofreció a llevarlos hasta Akane.

El bote se inclinó ligeramente mientras la familia Tendo abordaba. Akane permanecía hecha un ovillo con la manta térmica sobre los hombros.

—Vas a estar bien — le susurro su madre sentándose junto a ella para abrazarla.

—¡Soun! Querido amigo, qué alegría verte, aunque sea en estas circunstancias— se adelantó Genma para saludar a su viejo amigo.

—Genma, no me diga que fue Ranma …

—Sí, mi hijo fue quien valientemente se arrojó desde esa altura— señaló el crucero— para rescatar a su hija.

—¡Ranma hijo! Gracias por rescatar a mi bebé — Soun se le echó encima a Ranma con un abrazo que por poco lo hace caer nuevamente al agua. — me aseguraré de compensarte.

— Señor… Soun— Ranma intentaba librarse del abrazo que lo estaba asfixiando— no es necesario, yo…

—No es necesario, pero si insiste lo aceptaremos— se apresuró a completar Genma.

Ranma le dirigió una mirada furiosa a su padre por encima del hombro de Soun.

Genma gesticuló ¿Qué? Y se encogió de hombros.

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—¿Así que eres millonaria?— preguntó Ranma asombrado mientras se metía otra galleta a la boca.

Akane miró su taza de té dándole vueltas —Bueno… Algo así…

—Nunca me imaginé que estuvieras viviendo en otro país.

—Nadie lo sabe, incluso papá no nos dijo nada hasta que llegamos a Evergarden, él dice que fue por nuestra seguridad, se puso un poco paranoico desde que me secuestraron.

—¡¿Qué te qué?!— gritó Ranma levantándose de golpe, lo que ocasionó que toda la familia que estaba a unos metros en la sala los volteara a mirar.

Akane les sonrió nerviosa y obligó a Ranma a sentarse nuevamente, jalándolo del brazo de forma brusca.

—Shhh, papá aún no lo supera— le susurró Akane preocupada.

Ranma la miró con el ceño fruncido y los brazos cruzados.

— No pasó nada, les di una paliza a todos.

—¿De verdad?

Akane asintió muy segura de sí y Ranma no pudo ocultar una sonrisa.

—¿Entonces seguiste entrenando?

— No tanto como antes, ¿y tú?... ¿Entrenaste todos estos años?

— Por supuesto, soy el mejor.

Akane suspiró — ya veo que sigues siendo el mismo creído de siempre.

— hmpt…

Volvían a ser ellos dos, solo que ahora estaban en una inmensa casa de playa, ambos sentados mirando hacia el horizonte donde el mar se mecía suave. Ranma admiraba el bonito perfil de su amiga, ahora que todo estaba en calma notaba los pequeños cambios en su amiga de la infancia, la diferencia de estatura era más notable que antes, ella se veía más femenina, sus pestañas largas adornaban esos grandes ojos marrones, su rostro se había perfilado en una bonita forma de corazón.

—¿Lo perdiste? — Akane se acercó a Ranma lo cual ocasionó que el joven palideciera.

—Ah… Ehh— balbuceó tratando de comprender qué era lo que le preguntaba. Siguió la mano de ella que se acercó hasta su pecho y tocó el cordón que antes sostenía el dije.

Ranma reaccionó de inmediato —¿Te pasó algo hace unos días?— dijo tomándola por los hombros.

Akane parpadeó sin decir nada.

—Hace unos días explotó y yo… Tuve un mal presentimiento.

Akane recordó lo sucedido con el príncipe Kirin — yo… Yo… no quiero irme.

— ¿Irte? ¿A Evergarden?

—No, yo— Akane no sabía cómo poner en palabras lo que le estaba sucediendo.

Y entonces sucedió nuevamente lo que más tenía, Ranma se desvaneció frente a sus ojos, así cómo todo lo demás, el silencio solo interrumpido por aquella persona de manto blanco que le indicaba que estaba próxima la hora.

—¡Akane! ¡Akane! — Ranma sintió un vacío en la boca del estómago al verla con la mirada perdida.

El episodio no duró mucho, pero al volver en sí, Akane se encontró con los grandes ojos azules de Ranma abiertos de par en par.

—¿Qué sucede Akane?

—Ranma…— Akane se aferró al pecho del joven en un abrazo desesperado.

Nabiki comenzó un cuchicheo que rápidamente se extendió por toda la sala, entendiendo otro tipo de situación.

—Pero mire nada más Tendo— Genma toco con el codo a su amigo— se ve que nuestros muchachos se llevan muy bien.

Soun agudizó la vista sin expresar palabra alguna, mientras que la señora Tendo sonrió con ternura.

—A-Akane, qué… ¿Qué pasa?— insistió Ranma nervioso.

Cuando ella se sintió nuevamente en sus cabales, soltó a Ranma y dio un brinco hacia atrás.

—Perdona, yo no quería…

—No es nada, vamos…— tiró del brazo del muchacho obligándolo a avanzar por la playa.

Ranma se dejó guiar, caminaron por la playa apacible, ella contándole acerca de su vida después de salir de Japón y Ranma hablando apasionadamente de las técnicas nuevas.

Akane se agachó rápidamente y tomando agua con una mano lo mojó en toda la cara.

—Pero que…— Ranma sacudió la cabeza y frunció el ceño dispuesto a reñirle, pero se encontró con la risa de Akane, esa que hacía que sus ojos se hicieran pequeños.

—Tan bueno no eres… mira que tenías la guardia baja — dijo entre risas.

Ranma no pudo más que quedarse pasmado con cara bobalicona mientras el agua le escurría por el flequillo. Había sido así desde que eran niños, solo que él en su inmadurez no había podido ponerle un nombre a esos sentimientos. Aunque lo intentó, no tuvo el valor para hablar en ese momento, se maldijo mil veces por su cobardía y en su lugar hizo lo que mejor sabía, molestarla. Sin mucho esfuerzo arrastró la pierna por la arena y luego por la orilla lanzando una oleada mucho más grande, ocasionando que Akane cayera sentada.

—oye…— se quejó Akane frotándose el trasero justo cuando una pequeña ola la golpeó nuevamente en la cara, ocasionando nuevamente una risotada en su amigo.

—parece que la distraída es otra.

—¡Ranma Saotome! — gritó Akane llena de ira, levantándose de golpe con un aura maligna, rodeándola.

Ranma como toda respuesta, le mostró la lengua y se echó a correr.

— Tendo, creo que próximamente seremos familia— insistió Genma mirando por los binoculares que luego le tendió a Soun.

El señor Tendo suspiró — me temo que no será posible señor Genma, aquí entre nosotros le diré que Akane está prometida con un príncipe.

Genma sintió su plan aplastarse como una galleta en manos de un niño.

— y ese príncipe es tan fuerte como mi muchacho.

—¿A qué se refiere Saotome?

—Es decir, Akane ya fue secuestrada una vez, ¿está seguro que el príncipe aquel tiene como mantenerla siempre a salvo?

Soun movió el bigote gruñendo.— estoy seguro de que debe tener todo un grupo de personas encargadas de su seguridad, un pequeño ejército.

— Bueno, mi querido amigo, yo le aseguro que Ranma puede con ese ejército también.

A Soun comenzó a temblarle una ceja cuando vio que su hija era cargada en brazos por Ranma quien la sacaba nuevamente del agua, al parecer porque Akane se había vuelto a meter al mar donde se hundía como plomo.

— ¡Bájame tonto!— gruñó Akane golpeándolo con los puños en el pecho.

— Pero si te estabas, ¡Ahogando!

— Eso no te da derecho a tocarme las…las…— Akane se cubrió el pecho con ambas manos tratando de ocultar lo que su vestido mojado revelaba de más.

La mirada de Ranma se fue directo a esa parte de Akane, recordando que hace un momento el preciso lugar de donde la había tomado para sacarla era ese, enrojeció aún más, dejándola caer en la arena de la impresión.

—¡Auch! Idiota.

— Si tú misma me dijiste que te soltara, boba.

Ambos se miraron con el ceño fruncido hasta que decidieron apartar la mirada.

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—Creo que no se llevan tan bien después de todo— admitió Soun con cierto alivio.

Genma soltó un gruñido como respuesta.

— Señor Saotome, de todas formas — dijo Soun ingresando a la cocina— me gustaría invitarlo a nuestro hogar, podría venir unos días con su hijo, son siempre bienvenidos.

— Estaríamos encantados, señor Tendo.

Los viejos amigos abrieron una botella de sake mientras jugaban una partida de shogui como en los viejos tiempos.

Eran pasadas las ocho en la pequeña isla, con un clima que se prestaba para realizar cualquier actividad. Nabiki no desaprovechó la oportunidad de salir a buscar vida social en algún club cercano, mientras que el resto de la familia había planeado dar un paseo en el auto que había alquilado el Dr. Tofú.

— ¿Seguro que no quieres ir hija?— Saiko la miró con preocupación.

— Diviértanse, es solo que tengo algo de dolor de cabeza— respondió Akane tocándose la frente.

— No se preocupe, señora Tendo, mi hijo puede encargarse de proteger a Akane, ¿No es así Ranma? — Declaró Genma mientras le palmeaba con fuerza la espalda a Ranma.

Ranma estaba a punto de gritar que él no tenía por qué andar cuidando una niñita grosera como Akane, cuando la señora Tendo se le acercó y lo tomó de las manos —Te lo agradezco mucho Ranma, sé que eres un joven muy fuerte y no dudarás en proteger a mi niña— le dijo llena de esperanza.

—Ah, yo, sí, no se preocupe, señora Tendo.

Akane arrugó el ceño, desconociendo a su amigo de la infancia —¡yo puedo cuidarme sola!— gritó indignada.

— Si seguro— se burló Ranma— ¿Entonces a quién rescaté dos veces el día de hoy? — preguntó levantando dos dedos el joven Saotome.

Akane zapateó enojada y se fue a su habitación dando un fuerte portazo.

Saiko miró a Ranma y dándole una palmadita en el hombro se despidió — lo dejo en tus manos.

En desfile y antes que el muchacho pudiera replicar, uno a uno fueron saliendo de la casa dándole palmaditas y recomendando a Akane.

— Akane es un poco salvaje, irascible y violenta, pero es una buena niña— lo "animó" Kasumi.

— Las mujeres Tendo tienen un carácter genial, ¿No lo crees?— preguntó Tofú.

— Hijo, compórtate como todo un hombre— aconsejó Genma.

Con la casa vacía, Ranma se acercó cauteloso al cuarto de Akane, llevó la mano a la puerta con intención de tocar, pero la bajó de inmediato y se alejó murmurando cosas incomprensibles, llegó hasta la sala, pestañeó dos veces y regresó sobre sus pasos, de nuevo la mano hacia la puerta y de nuevo le ganó un ataque de cobardía, esta vez se fue hacia la cocina, tomó un vaso de agua fría y se dejó caer en el sillón con un resoplido.

— sigue siendo igual de terca y malpensada— murmuró para sí mismo.

La poca paciencia del muchacho se veía reflejada en el temblor de su pierna, que más parecía un terremoto.

Al cabo de unos minutos se puso nuevamente en pie como un resorte. — Hay demasiado silencio, debería ir a ver si está bien.

Camino decidido hasta la puerta y la abrió de un solo manotazo para no perder el valor — Akane ya te dije que no quería tocarte las…las… bueno, tú sabes ¡Solo fue un maldito accidente!

La silueta de ella se vislumbraba en el balcón contrastada por la luz de la luna ante la falta total de luces en la habitación.

Akane cantaba una canción que a Ranma se le hacía familiar, pero no recordaba la letra exacta como la estaba cantando ella, se quedó en silencio escuchándola, su voz era hipnótica, se sintió por un momento como cuando eran niños y corrían de la mano por el bosque en busca de la tonta ardilla o en cualquier juego que se inventaban.

Al terminar, Akane giró despacio como si los gritos y todo el escándalo previo de Ranma no le hubieran llegado.

El yukata sencillo por el que había cambiado su ropa mojada le quedaba algo flojo y amenazaba con caer de su hombro.

Parpadeó un par de veces alejando las lágrimas que no sabía que caían por sus mejillas.

— Akane… estás llorando— susurró Ranma acercando una mano a su mejilla.

Akane se dejó limpiar las lágrimas y admitió — no sé por qué estoy llorando.

Ranma frunció el ceño y puso las manos en los brazos de Akane.

— Yo sé que no nos hemos visto en algún tiempo, pero acaso… ¿No confías en mí?

—Ranma… a qué te refieres.

Akane bajó la mirada huyendo de los ojos azules que la buscaban con impaciencia.

— Yo sé que algo te pasa, dímelo — suplicó.

— Ranma yo… es una historia larga, no sé cómo explicarlo.

—Inténtalo— ordenó Ranma sin dejar de sostenerla por los brazos.

— Es algo extraño, tú sabes que yo amo a mi familia, pero siempre he sabido que yo no…

— No digas idioteces, ellos son tu familia a pesar de que te…adoptaron— dijo vacilante.

Ranma trataba de no hablar del tema. Su padre le había contado el origen de Akane, pero le había prohibido mencionar el asunto principalmente en presencia de la familia Tendo.

— Lo sé, pero… mi verdadero padre me quiere de regreso.

—¿te quiere de regreso? — Ranma rió incrédulo — No eres una maldita muñeca Akane… yo creo que más bien quiere tu dinero.

—¿Qué?— preguntó Akane confundida.

— Tal vez se dio cuenta de que ahora eres millonaria.

—No, estoy segura de que no es eso.

— Escúchame bien— Ranma tomó el rostro de Akane entre sus manos obligándola a verlo a los ojos—ahora que te volví a encontrar, no pienso dejar que te pase nada, Akane, ¿no lo entiendes?

El joven luchaba contra su timidez, intentando que ella comprendiera algo que había crecido en su pecho a lo largo de muchos años. Akane no dijo nada, había olvidado hasta como respirar, le zumbaban los oídos mientras su corazón trataba de salir de su pecho.

— Ran…ma — dijo con voz suave, lo cual desencadenó la reacción de él. Con toda la inexperiencia a cuestas, juntó torpemente sus labios, se sentía tan condenadamente bien, tan perfecto.

Nunca debió irse, no debió dejarla. Cuando su mente no estaba concentrada en las peleas, solo ella tenía cabida en sus pensamientos y ella, ¿Cuántas veces había suspirado por él? No había perdido la esperanza de volverlo a ver, porque si él no regresaba, estaría incumpliendo su promesa y Ranma Saotome nunca incumplía una promesa.

Recuperando un poco la cordura, Akane pasó las manos por los costados, aferrándose a la espalda de Ranma, mientras él abandonó su rostro y puso una mano posesiva en su cintura, inclinó su rostro, obligándola a abrir la boca un poco más y profundizar aquel beso tan anhelado.

Continuará.

Hikari lamento la larga espera, esta vez no fue tanta ¿O sí? Ya vamos viendo un poco más del misterio de Akane, solo un poquito jajaj

Gyggicats Volví! Saludos

Arianne Luna Aquí seguimos, saludos

Baby face lo siento por ponerte un poco emocional, pero me encanta saber que el capítulo anterior lo disfrutaste.

Benani0125 Creo que el destino al fin se puso del lado de ellos esta vez.