Historia

Fue una noche difícil, durante horas el tiempo parecía haberse detenido mientras yo me ocultaba debajo de las sabanas de seda y apretaba mis ojos intentando dormir. Fue inútil. Sin notarlo el sol se levantó en el horizonte e iluminó todo a su paso, el tiempo de dormir había pasado y el enorme palacio de Mitras volvía a la vida. A través de la puerta pude oír el tenue murmullo de los sirvientes que recorrían los pasillos atareados con sus labores. Estarán aquí pronto, pensé, inconscientemente cerré los ojos aún más fuerte con la inocente ilusión de que si no los abría el tiempo volvería a detenerse y yo podría quedarme en aquella cama para siempre. ¿Cómo demonios iba a hacer esto?... -Entonces huye, ¡Intenta derrotarme!- La gélida voz del capitán Levi resonó en mi cabeza tan claramente que tuve que abrir los ojos y mirar a mi alrededor para asegurarme de que él no estaba en la habitación.

- ¡Contrólate Historia! no eres una niña. De seguro el capitán tiene cosas mucho más importantes que hacer que venir hasta aquí sólo para asustarte- me dije a mi misma, tratando de calmarme. Ya han pasado algunas semanas, pero el miedo que sentí esa noche bajo el brillo asesino de su mirada aún no desaparece, si cierro los ojos todavía puedo sentir la presión de sus manos sujetando el cuello de mi camisa ¿Para cuántos infelices esa mirada de acero habrá sido lo último que vieron antes de morir?... Mientras esos oscuros pensamientos ocupaban mi mente un suave golpe en la puerta de la habitación me trajo de vuelta a la realidad.

- ¿Su alteza?- preguntó Owen al otro lado de la puerta.

- Adelante- respondí.

- Su alteza, espero que haya podido descansar lo suficiente- dijo entrando en la habitación - He ordenado que le trajeran el desayuno. Adelante pasen ¡de prisa!- ordenó a un grupo de sirvientes que se apresuraron a entrar cargando bandejas con comida y jarras con leche, jugos de frutas y miel. Admito que una de las cosas que más he disfrutado desde que estoy en el palacio; sino es que la única, son todas las delicias que salen de la cocina real, nunca antes había probado algo tan bueno, pero no puedo dejar de sentirme culpable al disfrutar de ellas mientras hay tantas personas en la muralla exterior que apenas tienen lo suficiente para sobrevivir.

- Ya te había dicho que todo esto no es necesario Owen, ni aunque estuviera muriendo de hambre podría comerlo todo yo sola.

- No tiene que comerlo todo su alteza, sólo lo que desee.

- Es un desperdicio- dije molesta.

- Pero es así como debe ser, hoy se convertirá en una reina y en el desayuno de una reina no puede faltar nada.

Después de la coronación va a ser una de las primeras cosas que voy a cambiar, pensé, pero en el fondo sabía que eso no era cierto, hoy no me convertiría en una reina, me convertiría en una marioneta; el verdadero poder lo tendrán el generalísimo Darius Zackly y el selecto grupo de nobles y líderes militares que componen el consejo real, yo solo seré otro peón en su juego por el poder.

- Vamos su alteza, desayune, necesita alimentarse bien, es un día muy importante y aún hay mucho que hacer- insistió Owen mientras algunos de los sirvientes servían la comida y otros abrían las cortinas permitiendo que la luz inundara la habitación.

Aunque me molestara no podía enojarme con él por su insistencia en seguir el protocolo, Owen era un hombre mayor y conocía este lugar mucho mejor que yo. Fue el mayordomo de mi padre y había servido su vida entera a la familia Reiss; llegó al palacio unos días después de que me nombraran oficialmente como la heredera al trono, se arrodilló y me pidió que lo aceptara a mi servicio. En un comienzo el comandante Nile; quien se encargaba de mi seguridad después de la disolución de la policía militar central, se negó a aceptarlo ya que pensaba que podía ser peligroso dejarlo entrar al palacio, después de todo él debió estar involucrado en todo lo que sucedió, pero había algo en él que me hacía confiar, así que insistí en que lo dejaran quedarse, de cualquier forma ¿qué daño podría hacer? mi padre había muerto y yo era la única "Reiss" que quedaba, él no me lastimaría e incluso podría tener información valiosa para el gobierno, así que después de que la policía militar realizara una exhaustiva investigación le permitieron permanecer en el palacio. Desde entonces se a dedicado a cuidar de todo lo que tiene que ver conmigo y lo cierto es que no sé cómo habría logrado sobrevivir aquí todo este tiempo si no lo tuviera a él para guiarme; las primeras semanas fueron un desastre, a cada paso que daba las personas me miraban con desaprobación, como si mi presencia aquí fuera un insulto para ellos, podía oír a alguna sirvientas riendo de mi elección de vestido o suspirando cada vez que elegía el cubierto incorrecto para comer, me sentía como una inútil sin saber que hacer y nadie mostraba el menor interés por enseñarme. Estaba claro que no todos estaban de acuerdo en que una hija ilegítima, criada como una campesina tomara el trono. Y no era sólo la servidumbre del palacio la que me rechazaba, habían también fuertes opositores en el gobierno que creían que el trono debía pasar a manos de alguno de los nobles que controlaban la mayoría del territorio dentro de las murallas.

Esta situación no era nueva para mi, toda mi vida fui rechazada por mi madre, por mis abuelos y prácticamente por todos aquellos que me conocieron. Ymir fue mi primera amiga, la primera persona que me aceptó aún sabiendo quien era realmente, me hizo sentir que estaba bien ser quien soy, pero ahora... ahora ya no está y quizás nunca la volveré a ver. La tristeza que siento al pensar en ella aún duele, pero ya no es tan difícil como al principio, ahora mis amigos están conmigo... o al menos lo estaban porque apenas y me han dejado verlos desde que derrotamos al titán de mi padre. Luego de la batalla me trajeron a este lugar y me han mantenido recluida aquí desde entonces. Owen se a esforzado mucho en hacer mi estadía en el palacio lo más confortable posible e incluso el servicio a sido mucho más amable conmigo desde que él llegó, pero a pesar de todo no puedo evitar sentirme terriblemente sola.

Owen en verdad no exageraba cuando dijo que teníamos mucho que hacer; jamás pensé que hacerme lucir bien podría tomar tanto tiempo, después de desayunar fui directo a los baños donde me habían preparado la enorme bañera hexagonal con sales y esencias de flores que dejaron mi piel más suave y perfumada de lo que nunca había estado, esa fue la parte más placentera del día. En cuanto salí de la bañera unas mujeres entraron con unos cuencos de cera caliente para depilar hasta el último pequeño vello de mi cuerpo, pero la tortura no terminó ahí; luego cortaron, limaron y pintaron mis uñas con una especie de barniz color perlado que hacía parecer como si una fina y translúcida capa de cristal las cubriera, depilaron mis cejas y cortaron cada cabello rebelde y fuera de lugar que había en la cabeza, pusieron cremas de delicados aromas sobre mi rostro y con unos suaves pinceles colorearon mis mellizas y párpados de un sutil tono rosa, pusieron algo pegajoso y rojizo en mis labios y finalmente se despidieron y salieron de la habitación. Pensé que todo había terminado pero un segundo después Dina, una mujer regordeta de mediana edad entró y me saludó con una gran sonrisa en su rostro, la seguían dos hombres jóvenes cargando peines y una gran cantidad de cosas sobre unas bandejas plateadas.

- Es la hora del peinado su alteza- me dijo sin dejar de sonreír.

No sé qué expresión tenía mi rostro, pero creo que fue una muy parecida al pánico, ya que Dina se apresuró a decir - No se preocupe su alteza, está en buenas manos, estos dos son los ayudantes más hábiles que he tenido, terminaremos en un parpadeo. No fue así. El sol ya se encuentra en su punto más alto y yo tenía las piernas entumecidas de tanto estar sentada, realmente necesitaba levantarme.

- Falta mucho- le pregunté. Mientras trenzaba un mechón de mi cabello para añadirlo al complicado moño que me había hecho en la cabeza.

- Sólo unos minutos más su alteza, ya verá que cuando esté terminado lucirá usted espléndida- me dijo con una sonrisa para tranquilizarme, pero lo cierto es que no es la primera vez que le pregunto lo mismo en las casi dos horas que me ha tenido aquí sentada, sólo espero que esta vez sea verdad porque si debo permanecer aquí mucho tiempo más no sé si mis piernas podrán sostenerme cuando me levante. No fueron unos minutos, pero finalmente terminó.

- ¿Qué le parece su alteza? ¿No es cierto que la espera a valido la pena?- me dijo mientras los asistentes acercaban un gran espejo para que pudiera verme. Lo miré atentamente, pero había algo en la hermosa mujer que me devolvía la mirada que nunca antes había visto, era yo sin duda, pero me veía tan madura y elegante que me era difícil reconocerme, realmente parecía alguien que podía ponerse una corona sobre la cabeza y gobernar... o al menos aparentar que lo hacia.

- Es increíble- le dije, aún sin despegar los ojos del espejo -Todos han hecho un gran trabajo, no puedo creer que sea la misma persona que entró en la bañera esta mañana- añadí dándoles una pequeña sonrisa, ya que por sus miradas pude ver que no era precisamente la respuesta que esperaban.

- Su alteza, es usted muy modesta, por supuesto que lo es, estoy absolutamente segura de que siempre a sido una mujer muy bella, cualquiera podría verlo, sólo había que pulir un poco esa belleza para que resplandeciera como una verdadera reina- me dijo con un brillo de orgullo en su mirada -Puede usted levantarse si lo desea, pediré que le traigan algo de comer antes de que la modista real traiga el vestido. No se preocupe, aún tenemos algo de tiempo, con su permiso- dijo antes de hacer una reverencia y salir de la habitación.

Unos quince minutos después Owen tocó a la puerta cargando el mismo una bandeja con un ligero almuerzo, él sabía lo nerviosa que estaba y lo último que quería era que terminara vomitando frente a toda la concurrencia.

El tiempo pasó rápido, antes de lo esperado ya estaba dentro de un apretado corset y usando un precioso vestido de seda blanco, bordado con hilo de oro y el emblema de la casa real en el pecho, me sentía como una especie de novia, pero según Owen el blanco haría un hermoso contraste con la capa de terciopelo carmesí que usaría durante la ceremonia.

Un guardia tocó a la puerta para avisarnos que nos preparamos, todo estaba listo, el pueblo ya llevaba bastante tiempo esperando, había tanta gente que todo el espacio frente a la tarima estaba abarrotado y las personas comenzaban a inundar las calles cercanas al palacio; los nobles habían comenzado a llegar también y se ubicaban en los lugares de honor que les fueron asignaron, la ceremonia comenzaría en unos pocos minutos. Me miré en el espejo por última vez, aún dudando si esa hermosa mujer era realmente yo o si aún estaba dormida y todo esto era sólo mi imaginación, pero sueño o realidad el tiempo se había acabado, era hora de bajar y afrontar mi destino.

Salí al exterior entre un bullicio de aplausos y gritos, era la primera vez que veía a tantas personas reunidas, pero sólo había unos pocos a los que realmente quería ver y ahí estaban, justo abajo de la tarima a tan sólo unos metros de mi, todos parecían estar felices por el acontecimiento; Eren, Mikasa, Armin y Jean aplaudían animadamente, Connie y Sasha gritaban y agitaban sus manos para llamar mi atención, mientras la líder de escuadrón Hange y el capitán Levi los miraban con desaprobación. Por un segundo nuestras miradas se encontraron y mi corazón se detuvo, sus ojos eran como un par de dagas gris azulado que me decían "si te atreves a renunciar te mataré, no lo olvides". No creo haberme movido pero es obvio que mi expresión delató lo que estaba pensando porque de inmediato su rostro se suavizó y miró hacia otro lado. Despejar mis pensamientos no fue fácil, es increíble el efecto que su mirada de hielo tenía sobre mi, pero ese no era el momento para paralizarme; reuní todo mi coraje y avancé hacia donde el generalísimo Zackly me esperaba. El resto de la ceremonia transcurrió sin incidentes, pero estaba tan nerviosa que en un momento pensé que me desmayaría, recuerdo que cuando llegué frente a él todo quedó en un absoluto silencio, parecía que todo el mundo aguantaba la respiración, me arrodillé, dije algunas palabras y Zackly puso la hermosa corona de oro sobre mi cabeza, entonces me levanté y una ensordecedora aclamación aturdió mis sentidos, todo el mundo gritaba, aplaudía y festejaba, era una locura. Después de lo que pareció una eternidad bajé de la tarima, donde Owen me esperaba entre lágrimas.

- Su majestad- dijo haciendo una exagerada reverencia, estoy segura de que estuvo contando los días para llamarme por ese título. Cada vez es más difícil para mi ver a aquel hombre como un mayordomo, el cariño y dedicación con la que me ha tratado desde el día en que llegó me hizo considerarlo casi inmediatamente como un amigo y últimamente lo veo más como una especie de padre o abuelo que como un sirviente.

Durante el banquete todos querían hablar conmigo y besar mi mano, incluso aquellos lords que se oponían a mi coronación. Eren y los demás también estaban en el salón del trono, pero había tantas personas interfiriendo que no pudimos cruzar ni siquiera una palabra, lo que fue una gran decepción.

Después de unas horas al fin pude volver a mi habitación, la fiesta y la celebración continuarían hasta la madrugada, pero yo ya había cumplido con mi parte. Tuvieron que ayudarme a cambiarme de ropa porque el corset estaba tan apretado que no podía desatarlo yo sola y aunque no podía negar que el vestido era hermoso ahora que estaba libre de él me sentía mucho mejor... más como yo misma; si no fuera por el dolor que la pesada corona me dejó en el cuello incluso podría recostarme y fingir que todo fue una ilusión.

Me quedé de pie un momento en el centro de la enorme habitación y cerré mis ojos intentando despejar mi mente hasta que alguien tocó a la puerta.

- Adelante- dije desanimada pensando que querrían pedirme que bajara a recibir las felicitaciones de otro desconocido.

- Su majestad, hay algunas personas que desean verla- dijo Owen con una sonrisa culpable que me recordó a la de un niño que fue atrapado en una travesura, abrió un poco más la puerta y mi corazón dio un brinco al ver a todos mis amigos de pie detrás de él. Mikasa, Armin y Jean estaban visiblemente nerviosos, muy por el contrario de Sasha y Connie que corrieron a darme un caluroso abrazo y luego no dudaron en recorrer todo el lugar para ver lo que había, Eren me sonreía tranquilo con sus grandes ojos verde azules brillando mientras me miraba, después de lo ocurrido en la caverna de cristal habíamos formado un vínculo, realmente no puedo explicarlo, pero es agradable.

- Su majestad- dijo Armin haciendo una reverencia.

- Eso no es necesario- dije riendo, pero también un poco incómoda, no quería que las cosas cambiaran entre nosotros ahora que soy "la reina" -Pasen, siéntense- dije indicando el hermoso juego de sillones junto a las ventanas.

- Con su permiso majestad, me retiro, si necesitan algo sólo llámenme.

- Está bien Owen, muchas gracias- le dije con una cálida sonrisa, el cariño que ya le tenía había aumentado considerablemente por haberlos traído hasta aquí.

Por unos segundos nadie dijo nada, parecían no saber como hablar conmigo

- Entonces... ¿cómo has estado?- preguntó Armin, tomando la iniciativa.

- Bien, no puedo quejarme, pero los he extrañado mucho... si no fuera por Owen me sentiría completamente sola en este lugar- dije un poco triste... -Pero cuéntenme de ustedes, ¿que han hecho? ¿cómo está todo en el cuartel? ¿y el endurecimiento? ¿lograste hacerlo de nuevo Eren?- todos se rieron por lo rápido que hablé, las palabras salieron de mi boca casi atropellándose entre ellas, pero había tantas cosas que quería saber, necesitaba sentir que aún era parte de todo aquello, que aún seguía formando parte del equipo.

La tensión se rompió y la charla fluyó mucho mejor después de eso, nos pusimos al día de todo lo ocurrido en aquellas semanas. Era como si nada hubiera cambiado... hasta que la conversación tomó un rumbo que me heló el corazón.

- Entonces... ¿qué harás con el capitán?- preguntó Mikasa. Todos la miramos congelados.

- ¿A qué te refieres?- le pregunté temerosa.

- ¿No dejarás que quede impune lo que te hizo verdad?

- ¡Vamos Mikasa! Todos estamos de acuerdo en que la forma en que la trató no estuvo bien, pero es el capitán Levi, lo mejor es olvidar el asunto y dejar las cosas en paz- dijo Armin preocupado.

- Por supuesto que no puede olvidarlo Armin- insistió - Ahora Historia es la reina, no puede dejar que nadie la intimide de esa forma.

- No exageres, el capitán sólo hacía lo que se le ordenó, ponerlo contra Historia en este momento no creo que sea una buena idea- dijo Eren.

"Cuando seas la reina golpéalo y dile... pelea si tienes las agallas" las palabras del señor Reeves vinieron a mi memoria...

- Lo haré- dije decidida mientras me ponía de pie, todos me miraron asombrados.

- ¿Qué es lo que vas a hacer?- preguntó Eren, temiendo mi respuesta.

- Voy a golpearlo, lo miraré a la cara y le diré que me devuelva el golpe si se atreve.

Todos se quedaron en silencio al oírme decir eso, Sasha incluso se atragantó con unos pastelitos que había encontrado sobre una mesa, la única que no me miraba como si estuviera loca era Mikasa.

- No puedes estar hablando en serio- dijo Jean con el rostro completamente pálido.

- ¡Acaso quieres morir!- gritó Connie- ¡¿Enloqueciste o bebiste demasiado vino durante la fiesta?!

- Tengo que hacerlo- dije apretando los puños mientras reunía todo el coraje que cabía en mi cuerpo - Acompáñenme- les pedí- Vamos ahora antes de que pierda el valor.