6.-Saiidi y Menkheperraseneb
Té y Necromancia
"Tea & Necromancy"
De Saveourskinship
Alfa-Bet-eado
El mundo estaba sereno y silencioso cuando Draco se movió. Era el tipo de silencio que se sentía amortiguado, casi como si resonara en las espirales de sus oídos, un silencio palpitante entre los latidos de su corazón y los de Hermione.
Ella se había quedado dormida sobre su pecho después de preguntarle sobre la existencia continua de su mejor amigo y si Draco lo había mutilado de alguna manera. Después de haberse regodeado de su moderación y gracia implacable en presencia del Culo Rayado, Draco le había obsequiado historias de lo repugnante y cursi que era la pareja de Theo y Potter. Sus risas se habían apagado hasta que su respiración se alargó al punto de convertirse en un rítmico sueño.
Draco había movido su mano para que su pulgar acariciara la parte inferior de su mandíbula, descansando contra el punto de su pulso. El golpeteo de su sangre se convirtió en un consuelo suficiente para convencerlo de que se durmiera.
Ahora podía sentir a Hermione inquietarse. Ella ya estaba despierta y tensa, irradiando incomodidad, preguntándose si él quería decir lo que había dicho la noche anterior.
Le acarició el cuello con el pulgar. Ella se quedó quieta, sus músculos se contrajeron levemente, luego se relajó, suavizándose con el tacto.
—Buenos días —Draco resopló el saludo en sus abundantes rizos. Estaba cálida y su corazón se había acelerado con el sonido de su voz. Draco sonrió, respirando el aroma de su cabello. Estaba fresco, limpio. Como algodón recién lavado con un toque cítrico.
—Buenos días —respondió ella en voz baja, decadente con precaución. Ella no ofreció nada más y él tampoco, saboreando su tiempo antes de encontrarse con Theo y Potter. Pero luego ella jadeó—. ¡Oh, vaya!
Él tarareó, interrogando, sintiendo la inclinación de su cabeza hacia arriba. Él persiguió sus rizos, sin querer despertarse por completo. Aún no. No cuando estaban solo ellos dos y podía imaginar un mundo donde los latidos de su corazón siempre corrieran hacia él.
—Draco, mira…
Él refunfuñó, pero hizo lo que ella le pidió, sus pestañas rozaron los mechones enrollados antes de girar su rostro hacia su empujón.
Estaba nevando. El primero de la temporada, aleteos de polvo blanco que caen de un cielo nublado y se posan sobre su hechizo. El fenómeno explicó por qué su pequeño amigo pájaro no había estado por allí durante un tiempo, probablemente había migrado lejos del clima frío.
—Se siente como si estuviéramos en una bola de nieve —observó Hermione en voz baja.
—La nieve tendría que estar con nosotros dentro de las barreras para eso —corrigió Draco.
Contra el blanco y el gris de la mañana, los ojos de Hermione resplandecieron con un brillo ámbar leonado mientras reprimió una sonrisa ante su inmediata contradicción.
—Es cierto —estuvo de acuerdo, oscureciendo sus pestañas—. Pero me refiero más a cómo se siente. Como... casi como un tesoro, ¿sabes?
Draco lo hizo. La seguridad de una escena de bola de nieve, anclada en su lugar por muy acosado que uno estuviera por la tormenta de agua y copos. Las casas todavía brillaban, las figuras todavía sonreían. Contentarse sabiendo que nada podría molestarlos.
La sensación mágica y etérea de que todo está bien incluso cuando el mundo está patas arriba.
—Siempre leo historias populares como si transcurrieran en invierno, entre ventisqueros —reflexiona—. Hoy se siente místico. Como si tal vez no seamos del todo reales.
—¿Te gustaría que lo seamos? —preguntó, apoyando su cabeza sobre él nuevamente y jugueteando con el escudo de su túnica—. Reales, quiero decir.
—¿Todavía te sientes muerta?
Ella se movió incómoda.
—Sí —fue un murmullo de ratón. Chirrió antes de correr a esconderse.
—Preferiría no tener siempre miedo de un adiós.
El aire se volvió gélido, cristalizándose mientras ella elegía qué decir.
—¿Tienes como rehén lo que esto podría ser? Esa es una estrategia cruel. No puedo fingir que de repente estaré bien.
Él se sentó, llevándola con él. Sus labios estaban apretados con desafío, su rostro intentaba ocultar el dolor punzante en sus ojos. Ella pensó que era un rechazo.
—Esa no era mi intención. —Él entrelazó uno de sus rizos alrededor de su dedo sintiendo una punzada de vergüenza por no haber sido más astuto al responder—. No quiero estar contigo sabiendo que esto terminará. Sería… abrumador. Quiero estar seguro de que habrá un mañana y un día siguiente. Yo no… —Se detuvo, tomó su mano y lentamente juntó sus dedos antes de volver a intentarlo—. Estoy bien con hundirme, pero hay una diferencia entre eso y ahogarme.
—¿Cómo es? —preguntó, mirando sus cordones y los puntos blancos de presión sobre sus nudillos.
—El hundimiento tiene la esperanza de aumentar. Ahogarse no. Si todavía crees que habrá un final y estoy contigo, no sobreviviré a ese escenario. Me ahogo. —Le acarició la palma, deseando que ella entendiera—. Al menos si me hundo, sé que algún día podría salir a la superficie… —Hizo una mueca—. Sé lo egoísta que es eso, pero…
—No, está bien. Te estás protegiendo. De hecho, estoy orgullosa de ti.
Draco levantó la cabeza y la encontró dándole una pequeña sonrisa.
—No has podido hacer mucho en los últimos años. —Le dio unos golpecitos en el interior del brazo con complicidad—. Debe ser... liberador.
Sí. Algo se pulsó en él con la verdad resonante de un diapasón. Eso fue exactamente todo.
No pudo evitarlo; la besó.
Sus manos se metieron en su cabello y alrededor de su espalda. Él inhaló su sorpresa y su columna se estremeció cuando ella apretó los puños en su túnica y sus labios se movieron contra los de él.
Las terminaciones nerviosas de Draco se sintieron encendidas, un zumbido efervescente lo inundó. Estar con ella, tocarla, abrazarla... se sentía tan bien, tan... bien que sintió una punzada de pérdida cuando ella se apartó.
—Ya sabes —dijo, con los labios fruncidos y llenos. Sintió un fuerte deseo de besarla de nuevo, pero ella lo detuvo con la palma de su mano—. En lo que respecta a los mensajes contradictorios, éste es muy agradable.
Su frente se arqueó pidiendo una explicación.
—¿Esto cambia algo para ti? ¿Nada en absoluto? —Sabía que sonaba suplicante. Estaba aterrorizado y eufórico al mismo tiempo. Las emociones se cuajaron como leche y jugo de limón, el sabor amargo del placer cubriendo su lengua.
—¿Qué, como si el beso del príncipe salvara a la niña? Sabes que no creo en los cuentos de hadas.
Él se desinfló, aceptando su respuesta. Incluso cuando se sentía como el corte de una espada.
—Pero… —continuó y juntó sus dedos alrededor de los de él—. Yo sí creo en esto. Creo que... estar muerta no es tan desesperanzador si estoy muerta cerca de ti.
Hermione levantó su mano y la acunó como si tuviera algo precioso. Ella presionó sus labios contra sus nudillos. Fue un gesto lento y cuidadoso. Uno que hablaba de cómo se sentía, más de lo que podía decirle.
Ella se apartó y acarició el dorso de su mano.
Draco pensaba que no había muchas cosas en la vida que fueran encantadoramente adorables. Pero Hermione… lo era.
Tragó, parpadeando para alejar el anhelo que sentía.
—Ya no siento la misma necesidad de desvanecerme. —Ella lo miró y un anillo de fuego parpadeó en sus ojos—. Quiero pelear. Si es por ti, por esto, creo que puedo.
—¿Y pelearás mañana y pasado?
Ella asintió.
—Bien, está bien. —Él apoyó su frente contra la de ella—. Entonces: nosotros.
—¿Nosotros? —preguntó, moviéndose para que su nariz corriera a un lado de la de él. Draco respiró temblorosamente.
—Sí. Eso es lo que es esto ahora. Nosotros; juntos.
—Mmmh… —debatió burlonamente, con la lengua asomando entre los dientes provocadores—. Supongo que lo permitiré.
Reclamó esa promesa con un beso.
Theo agitó un dedo hacia Draco.
—No me mires así, cara de contrabandista, sabes que estoy unilateralmente dispuesto a cambiar de opinión cuando lo crea conveniente. Lo cual es frecuente y drásticamente.
Potter pareció vagamente alarmado por eso, lo que Draco supuso era la expresión predeterminada de uno si estaba saliendo con Theodore Nott.
—A menos que me esté azotando una tormenta, por supuesto. —Theo dio unas palmaditas en la pierna de su novio y movió un mechón de pelo para ver mejor la cicatriz del rayo—. Sabes que odio la navegación tranquila. Sin embargo, ¿se puede conseguir de otra manera el aspecto azotado por el viento? ¿Con una escoba? Los Morrigan me defienden, no tengo el encanto pastoral para ello, simplemente no lo tengo. Estás de acuerdo conmigo, ¿no es así Hermione?
—Eres intrínsecamente más naval a pesar de todos tus restos y desechos —señaló, y luego lo criticó con los ojos entrecerrados mientras se sentaba junto a la ventana cubierta de lámparas de Las Tres Escobas—. Me imagino que no eres apto para ningún tipo de encanto rústico. El trigo chocaría horriblemente con tu cabello.
—¿Verdad? —Theo estuvo de acuerdo—. Y el trigo es tan desenfrenado. Se balancea, parcial ante cualquier viento que se le presente. Si uno desea mantener su afinidad de ser dorado, debería ser un poco más exigente —resopló con tal desdén aristocrático que casi hizo que el salero y el pimentero se encogieran de miedo en señal de sumisión.
—Uno debería —dijo Draco arrastrando las palabras, todavía molesto porque Theo había cambiado la ubicación con un mensaje escrito en la puerta de la Sala de los Menesteres. Tres Escobas, decía con una flecha apuntándolos hacia una nota doblada y escondida en la grieta de la mampostería del castillo.
¿Qué es una reunión matutina sin un desayuno? Brunch si eres pagano, lo cual espero ser.
No te preocupes, rapaz insípido... bueno, te llamaría hortero, Draco, pero eso es un gran insulto para las hortalizas y realmente no puedo darme el lujo de ofenderlas.
La posada está bajo una nueva administración, por lo que solo será incómodo.
Y, hola, Hermione. ¿Su lengua es buena? Siempre me lo he preguntado.
—Ha arruinado la puerta —había comentado Hermione—. Sin embargo, aplaudo la caligrafía de su encantamiento de fuego. Fue muy preciso.
—Ha arruinado muchas cosas —se había quejado Draco—, incluido mi apetito y, aparentemente, las hortalizas en el futuro previsible.
Así que, con notable paciencia, se dirigieron a Hogsmeade.
Draco se sentó junto a Hermione mientras ella le robaba una porción del Diario El Profeta a Potter, inmediatamente criticando la falta de neutralidad en el informe.
Inclinó el papel para que Draco pudiera leerlo también, y se ladeó hacia ella.
Sintiendo una mirada furiosa sobre él, Draco lánguidamente desvió su mirada de Hermione a Aquel Que Asesinó a Alguien Mediante un Expelliarmus.
El Siempre Justo Ojete apretó su mirada como un tornillo de banco, pero antes de que Potter pudiera hacer agujeros en la sección de Deportes, Theo intervino.
—No tener fuentes de noticias imparciales y confiables es una gran diversión —observó Theo afablemente—. Yo pensaba que deberíamos formar una banda, pero ahora creo que deberíamos convertirnos en un conglomerado multimedia. Siempre quise ser un magnate, suena deliciosamente americano. —Levantó las manos en el aire—. Creo que me vería bien con un traje a rayas y un cigarro hecho con papas fritas. Ya sabes, como un verdadero sacerdote del capitalismo.
—Por favor… —Potter colocó una mano en el antebrazo de Theo—. Sé que estás tratando de animarme en cierto modo, pero sólo quiero revolcarme ahora mismo.
Theo hizo un puchero.
—En realidad, estaba intentando ser sincero. Si quieres que te animen, existen hechizos para ello, pero está bien.
Potter parecía lamentablemente fuera de su alcance mientras miraba tristemente a su novio.
—¿Sinceridad a tu manera o sinceridad normal?
—En primer lugar, sé cortés, problemático escupe pitillos —dijo Theo—. En segundo lugar, no sé cómo responder a eso sin disociarme dolorosamente.
—¿Por qué te revuelcas, Harry? —Hermione preguntó sin levantar la vista del periódico.
—Está perturbado —respondió Draco en lugar del Elegido.
—¿Por?
Draco se acercó y acarició con el pulgar la parte superior del brazo de Hermione, todavía acurrucado alrededor de ella.
—Por esto.
—Ah. —Hermione pasó una página y continuó leyendo—. ¿Theo ha aumentado de alguna manera tu sentido del decoro? Pasamos mucho tiempo juntos en una pequeña tienda, Harry. Que Draco esté cerca de mí no es lo más terrible que hayas visto. Y lo que sea que Theo te esté haciendo debajo de la mesa ciertamente no es lo peor que he presenciado.
Draco se rio disimuladamente cuando Harry finalmente apartó a Theo de él.
—¿Aún no has tenido la decencia de morir como es debido, Hermione? Entonces no arruinarías mi diversión. —Theo, malhumorado, apoyó los codos en la mesa—. Supongo que tendré que devolverte el favor.
—Márcalo en mi calendario y prometo lucir arrepentida aquél día —dijo Hermione suavemente, pasando otra página.
—No, quiero hacerlo ahora mismo. —Theo le quitó el papel de las manos con un poco de magia sin palabras, dejándolo volar sobre sus cabezas. Le indicó con un gesto que se dirigiera a la barra—. ¿Podrías pedirnos un brunch, almuerzo, lo que quieras y una taza de té?
Hermione se burló.
—¿Sin un «por favor»? No creo.
—¿Has visto mi traje de hoy? El sentimentalismo y los «por favor» no van con una seda tan fina, hacen que la tela se marchite y se convierta en algo banal como el algodón o, si soy lo suficientemente servil como para embellecer mis «por favor», poliéster. —Se estremeció. Hermione permaneció impasible y pétrea aparte de un lento parpadeo. Theo puso los ojos en blanco—. Granger, necesito hablar de ti, sin ti, y nunca eres muy buena manteniéndote alejada a menos que te dé una pequeña tarea diligente para cumplir.
Theo le dio una mirada desafiante y Draco supo que si hubiera sido él quien hubiera dicho algo así, lo más probable es que ya no estaría en posesión de una cabeza. Sin embargo, con Theo, los labios de Hermione sólo se fruncieron en una diversión contenida.
—Bien. Pero sólo porque te amo.
Theo rápidamente inspeccionó su manga en busca de signos de deterioro y teatralmente dejó escapar un suspiro de alivio.
Hermione se rio y se alejó para hacer lo que él le pedía.
Sonriendo suavemente y dejando el papel sobre la mesa, Theo la vio irse.
—Hermione realmente me entiende. Si sobrevive, creo que podría dominar el mundo con ella. Ella puede hacer todas las cosas tontas y aburridas, como mantener el lugar en funcionamiento y yo seré algo divertido como un Emperador de por vida.
Golpeó la mesa contemplativamente y miró fijamente al espacio intermedio imaginando soñadoramente este mundo infernal.
—Harry, tú puedes ser el Primer Caballero. Tienes ese tipo de encanto humilde e inocente que la gente ama en las consortes de su líder. Draco, tu encanto está absolutamente lleno de astucia, por lo que tendrás que disuadir cualquier resistencia que encontremos. Eres ridículamente rico, así que eso ayudará y tu cara es muy simétrica, algo que las masas sucias parecen disfrutar. Como sea —se pavoneó Theo, encantado consigo mismo y con sus planes para el futuro.
Eso hizo que Draco quisiera envolverlo y arrojarlo al lago, pero se distrajo cuando Theo abrió un tomo de aspecto siniestro y lo golpeó sobre la mesa.
—Uhh, ¿qué es eso? —Su Feliz Gloria Elegida dejó una mancha oscura en el cuero descolorido—. Parece amenazador.
—Me imagino que la mayoría de los esfuerzos académicos serían por ti, Potter —comentó Draco, examinando el lomo del libro. Los símbolos de jeroglíficos y escritura cuneiforme aparecieron y desaparecieron gradualmente. Draco notó el antiguo egipcio, el sumerio y… ¿era minoico? Un ojo apareció, se quedó y parpadeó. Retrocedió, perturbado por la conciencia del objeto.
Los ojos de Theo brillaron.
—Es un Necronomicón, envuelto en piel humana. Lo que estás tocando es una mancha de sangre, Harry, también humana. Ya lo probé con un pequeño y divertido hechizo.
Potter rápidamente retiró su dedo como si el libro lo hubiera quemado.
Theo abrió el tomo con un chirrido y emanó un gruñido grave y pernicioso.
—Oh, silencio —amonestó Theo.
—Está en blanco —observó Potter tan astutamente.
Draco puso los ojos en blanco.
—El Departamento de Aurores debe regocijarse por tu perspicacia.
Theo los ignoró.
—Necesita un sacrificio, su contenido sólo se muestra una vez que la magia se ha despertado. —Se cortó en una de las páginas de pergamino antes de sacar cinco gotas de sangre. El masaje de su dedo goteó las cuentas escarlatas para caer en el patrón de un pentáculo al revés. Las líneas serpentearon para conectarse, un leve silbido chisporroteó en el aire con sabor a azufre y una fina niebla negra flotó desde el volumen.
Potter rápidamente desvió los signos obvios de magia oscura, pero Theo debió haber lanzado un encantamiento disuasorio porque nadie les prestó atención.
Mientras la sangre se hundía en las páginas y el grimorio reía malévolamente, Draco sintió que un sudor frío le recorría la espalda. Una combinación similar de lenguas antiguas comenzó a aparecer en la página de manera laberíntica, manifestando secretos tras secretos.
Los ojos de Potter estaban muy abiertos, reconociendo la impiedad del libro. Theo apoyó su cabeza en un puño, aburrido y esperando a que el texto terminase de aparecer.
—¿Cómo descubriste el método para desbloquear esto? —preguntó Draco, la cautela estaba endureciéndolo—. No es el tipo de cosas que vienen con instrucciones.
—Así es como abro todos los libros. —Theo hizo a un lado su inquietud—. Las traducciones son mucho más difíciles que un poco de sangrado, te lo aseguro.
Giró el libro para que Draco lo viera. El laberinto de varias runas se movía y cambiaba de dirección, queriendo confundir a quien quisiera leer. Una migraña creció mientras Draco intentaba darle sentido a los patrones arremolinados. Parpadeó rápidamente y sacudió la cabeza, intentando aclararla.
—¿Y has podido hacerlo? —Potter se inclinó para mirar mejor—. ¿Traducirlo, quiero decir? —Parecía impresionado y Theo sonrió.
—Mi brillantez no conoce límites. Incluso para algo tan obtuso sobre cómo reanimar un cadáver que no es un cadáver. —Inspeccionó sus uñas antes de pulirlas lánguidamente en su túnica—. Lo admito, me tomó un tiempo entender el problema. Estaba pensando demasiado estrechamente. Entonces… Lo que tenemos aquí es un ritual de Restauración de la Vida.
—Restaurar en lugar de resucitar… —Draco lo pensó. Sencillo pero genial. Si Hermione tenía razón sobre su condición o él… Funcionaría de todos modos.
Theo le señaló con el dedo, irreverente.
—La ceremonia tiene como objetivo devolver al sujeto a su estado original. —Subrayó un conjunto de pictogramas minoicos que giraban lentamente—. Fue creado para resucitar a los muertos, pero también sirvió para sacar a los magos del coma y cosas similares.
Hizo una pausa, una expresión bastante seria lo venció y Draco se preparó para un ataque de locura caprichosa.
—Sabes, siempre pensé que, en lo que respecta a las enfermedades, el coma es muy fácil de mantener. —Theo tocó los símbolos giratorios y estos ondearon—. Harry, si alguna vez te lastiman en el cumplimiento de tu deber moralmente justo, ¿te importaría muchísimo si te pones en coma para mi beneficio? No estoy seguro de qué tan bueno sería como niñera. Llorar trágicamente junto a tu cama es mucho más atractivo. Soy mucho mejor lamentándome que cuidando. Puedo llorar mucho cuando lo necesito.
—Lo tendré en cuenta —suspiró Potter mientras Theo practicaba el escenario imaginado acariciando el cabello de su novio y fingiendo una mirada nadadora de devastación.
—¿Podemos volver al tema que nos ocupa? —Draco resopló y se cruzó de brazos—. ¿De dónde sacaste esto?
Theo se quitó un mechón de pelo de la cabeza, deshaciéndose de su dramatismo.
—Lo tomé prestado.
La forma jovial en que Theo dijo esto hizo que Potter entrecerrara los ojos.
—¿Lo tomaste prestado de quién? —gruñó, un zumbido de advertencia palpitando en el aire.
—De alguien a quien no le importará. —Theo intentó pasar rápidamente por alto la débil acusación, pero Potter no se lo permitió.
—Haces que parezca que esta persona no sabe que le has pedido «prestado».
—Dependiendo de los dioses a los que te atribuyas, imagino que sería difícil para ellos saberlo. Actualmente soy de la opinión de que nos reencarnaremos, aunque es igualmente probable que trote hasta el Valhalla.
—Entonces, a quien le robaste está muerto —Draco aceleró la conversación.
—¿Puedes robarle a alguien si está muerto? —preguntó mística y filosóficamente Theo.
—¿De dónde sacaste esto? —repitió Potter.
—Un pequeño lugar llamado Boleskine House, está cerca del lago Ness, casi abandonado. Borgin me contó algunos rumores que había oído, así que fui allí, floté un par de hechizos y encontré esto escondido detrás de unos ladrillos de piedra en la casa mortuoria.
—¿Y nadie te vio? —presionó Potter.
Theo negó con la cabeza.
—Nadie me ve a menos que yo quiera. —El carácter de Auror de Potter se desvaneció un poco.
—El lago Ness no está muy lejos, ¿es allí donde desapareciste esta mañana? —Potter frunció el ceño.
—Oh, no, esta mañana estaba en terapia.
—Lo siento —parpadeó el Imberbe Elegido de Theo—. No me di cuenta de que estabas viendo a alguien.
—No lo hago. ¿Por qué querría enredarme con lo exquisitamente jodido que estoy? Es un equilibrio precioso, ¿sabes? Preferiría no alterarlo. —Theo arrugó la nariz—. ¿Cómo me vería sin carga? Todo «Hola» y «¿Cómo estás?» y «¿No fue increíble la cena con mi viejo amigo el señor Cuthbert?» No, gracias. Preferiría caer en la locura.
—¿Fuiste con la Sanadora Dormition? —adivinó Draco. Tenía sentido intentar sacarle más información al terapeuta de Hermione. Como estrategia era «diabólicamente competente», como Hermione había dicho una vez.
Theo asintió.
—Sí, le dije que pensaba que estaba muerto y enumeré los diversos síntomas que Hermione había mostrado, así como una versión plagiada de la relación con sus padres. La sanadora dijo que lo investigaría. Parecía entusiasmada ante la perspectiva, como si yo fuera una oportunidad hedonista esperando a ser explotada. —Él sonrió lascivamente, —. Y, bueno, ella no estaría equivocada, simplemente preferiría que fuera Harry el que explotara. —Envió una señal al camarero.
Draco miró hacia donde Hermione estaba siendo liberada de cualquier retraso que el propietario hubiera inventado. Sintió un renovado ataque de determinación.
—Entonces, será este ritual. ¿Qué tenemos que hacer?
—No es bonito —advirtió Theo.
—Sea lo que sea, lo haré. —Por ella, no lo dijo, pero a juzgar por la mirada que compartieron Theo y Potter, se escuchó de todos modos.
Hermione le lanzó a Theo una mirada burlona mientras retomaba su asiento.
—Esa no fue una «pequeña tarea diligente», Theodore. Configuraste una serie de MacGuffin para que yo los siguiera.
Theo agitó una mano desdeñosa.
—Oh, tranquila, estoy seguro de que fuiste de gran ayuda. —Ella parecía complacida con eso y Theo empujó el grimorio hacia ella—. Y mira cómo avanzó nuestro complot. ¿Qué opinas? ¿No soy maravilloso? A este paso, Draco se volverá completamente inútil.
—En absoluto —replicó Hermione, estudiando vorazmente el ritual, con un hambre voraz por aprender brillando en sus ojos—. Lo necesito.
Lo necesito.
Las palabras resonaron y se acurrucaron dentro de Draco, brillantes y acogedoras.
Ella le dio unos golpecitos en la mano y él tomó sus dedos entre los suyos.
Hermione brevemente desvió su atención del libro.
—Esto es encantador. —Señaló donde se unían—. Pero en realidad estaba indicando que necesito tu magia. ¿Podrías colocar el libro en...? —Hizo una pausa haciendo un cálculo rápido—. Necesitaré una rotación de cuarenta y dos grados con una inversión táctil.
Buscó en su bolso y sacó una pluma, un pergamino y un criptex rúnico del tamaño de un lanzacohetes. Sintiéndose un poco avergonzado, sacó su varita y comenzó a desenredar sus dedos.
Hermione lo apretó más fuerte.
—Esto se queda. Me gusta bastante.
Mordiéndose el interior de la mejilla para mantener una sonrisa idiota fuera de su rostro, Draco entonó el encantamiento haciendo que el libro girara lentamente. Hermione se puso a trabajar metódicamente.
Almuerzo –(brunch ) lo que sea, finalmente llegó, colocado con el té de Hermione. Theo hizo un puchero y pidió también una ronda de cervezas de mantequilla.
Hermione trabajó durante la comida. Mordisqueó unas cuantas tostadas robadas, tarareando de vez en cuando mientras Theo extrapolaba sus planes para el Imperio Nottomano. Noventa minutos y varias cervezas después de discutir el Nuevo Orden Mundial de Theo, Hermione dejó su pluma.
—Bien, he hecho algunas revisiones. —Le pasó a Theo un trozo de pergamino que tenía al menos veinte sugerencias. Examinó las notas y asintió.
—Es factible —concluyó—. Y bueno, no has modificado las recomendaciones para las túnicas ceremoniales. Un ritual realmente no es un ritual a menos que el sastre esté completamente desconcertado por los detalles que se le piden.
—Sí, el tocado tallado en hueso será todo un desafío —coincidió Hermione.
—Lo siento, ¿qué? —farfulló Potter, pero fue ignorado.
—Hum, sí, eso podría llevar algún tiempo. Pero afortunadamente para Atelier Salvatoro y desafortunadamente para la normalidad de mi infancia, la mansión Nott simplemente está repleto de restos de esqueletos. —Ante la expresión intrigada de Hermione, continuó—. Es un sueño calcificado allí, cuencas vacías y sonrisas con la mandíbula estirada que siempre te recuerdan cómo se parecerá tu travesura si te atrapan.
—Qué fortuito —canturreó Hermione.
—Sí, las pesadillas pueden ser alimentadas por la fortuna —añadió Draco, estremeciéndose al recordar los cráneos de enemigos del pasado que estaban colocados en las paredes de la casa ancestral de Theo a intervalos esporádicos. Cuando eran niños, él y Theo estaban convencidos de que las calaveras los espiaban. Una teoría que aún no había sido refutada.
—Humm… —Los ojos de Theo se desviaron hacia Hermione. Se mantuvo una conversación silenciosa, entre paréntesis en un extremo con un levantamiento de cejas por parte de Theo y rematado por el encogimiento de hombros de Hermione.
—¿Qué? —El pelo de Draco se erizó en las puntas, cubriéndolo de aprensión.
—Se les debe advertir —le dijo Hermione a Theo—, que opten por no participar si así lo desean.
—Estoy contigo, Mione. Lo que sea que necesites —afirmó Potter con seguridad, el coraje ardiendo en sus ojos.
—Aprecio el gesto. —Hermione se sonrojó como si no esperara un apoyo tan incondicional—. Pero esto no es magia blanca, ni tampoco es magia gris. Esto es magia negra-oscura. Requiere sacrificio para lograrlo. Incluso, si funcionara, yo estaría viviendo como un parásito, atado por sangre durante un ciclo de luna llena, extrayendo energía hasta que esté completamente restaurada.
Los ojos de Potter estaban muy abiertos. Estaba pálido, el tejido cicatricial de su cicatriz en forma de rayo era marcado y brillante de color carmesí que contrastaba con su piel.
Draco puso los ojos en blanco, ¿cómo es que Potter no se había dado cuenta ya de esto? El libro se había reído al aceptar la sangre de Theo. Todo en él estaba impregnado de magia maléfica.
Hermione se inclinó hacia su amigo.
—No quiero poner en peligro tu posición como Auror, así que, si tienes dudas razonables, sólo hablando en hipérbole, si quieres alejarte razonablemente, puedes hacerlo.
Potter la miró fijamente, en silencio, el miedo transparente en su rostro. Sacudió la cabeza.
—Quise decir lo que dije. —Se deslizó fuera de él como el rocío tembloroso que ondea en un estanque, y las consecuencias se irradiaron fuertemente desde su forma. Potter tomó la mano de Hermione y se aferró con fuerza, estableciendo su compromiso con una irritación tensa—. Lo que necesites —repitió, firme y tranquilo. Listo.
Theo le envió a Draco una sonrisa malvada.
—¿Y tú, oh, el más pálido de los dragones? Este será un macabro carnaval. Una incursión deliciosa en huesos y nervios, sangre y médula. —Se volvió depredador con una sonrisa de Tarrare y su lengua pasó lentamente por un canino puntiagudo. Claramente estaba disfrutando de su papel como maestro de ceremonias de su circo estigio—. ¿Puedes manejarlo? Ella sentirá dolor y tendrás que quedarte ahí y no intervenir.
La mesa se concentró en mirar a Draco. La luz cerosa del sol lo observaba. El charco coagulado de restos de judías cocidas lo observaba. Los segundos que pasaban, ruidosos en su cronometraje de carillón, lo observaban. Sus miradas se avecinaban.
Esto no es lo mismo. Podía sentir su corazón apretándose y liberándose mientras bombeaba excesivamente su sangre no sólo para correr, sino para correr a través de él, lleno de adrenalina, hubo un grito de pánico sonando en sus oídos.
Colocó el dorso de sus dedos vibrantes contra el costado del cuello de Hermione, acariciando ligeramente la unión de su mandíbula. El recordatorio de ella como piedra de toque lo calmó. Ella sonrió tímidamente y él se apartó de nuevo, sintiéndose tímido ante su abierta muestra de vulnerabilidad.
—¿Podemos minimizarlo? ¿El dolor? —preguntó, notando con alivio que su voz sonaba segura e intransigente.
Theo se estaba entreteniendo con un movimiento de cejas y Potter parpadeaba, mirando, lleno de una sorpresa que insinuaba respeto. Lo cual, por supuesto, parecía vagamente apocalíptico. Draco los ignoró profusamente.
Hermione negó con la cabeza.
—El hechizo se alimenta de una fuerte emoción y aumentará nuestro potencial de éxito si no lo obstaculizamos.
Debajo de la mesa, Theo presionó su pie con la punta del zapato de Draco. Haría lo mejor que pudiera.
Con la boca fruncida en una línea sombría, Draco asintió.
—¿Qué pasa con el lazo? ¿Cómo funciona?
Hermione se liberó del agarre de Potter y le pasó a Draco sus notas sobre la ceremonia, señalando una estipulación en particular.
—El sujeto del rito está vinculado a la sangre de quien sea invocada. Este suele ser el lanzador. Sin embargo, los familiares podrían ser sustituidos, claramente. Mi teoría es que, si estuviera vinculada a un familiar, podríamos usar mi propia sangre siempre que operemos bajo el supuesto de que mi magia sólo está latentemente no disponible y no ha desaparecido por completo, pero…
—Espera —la interrumpió Potter—, ¿no tienes ya un familiar? ¿Qué pasó con Crookshanks?
—Oh, hum... —Hermione se retiró a su asiento, retorciendo una servilleta en sus manos—. Los, eh… Los sanadores lo mantenían con mis padres como parte de su terapia de restauración de la memoria. Como todos los familiares, Crooks resonó con mi firma mágica, por lo que los sanadores pensaron que ayudaría a mis padres a recuperarse, recordándoles inconscientemente que con mi magia estaban a salvo...
—¿Cómo va todo eso... ya sabes...? —preguntó Potter con estridente y dolorosa incomodidad. Afortunadamente, fue tan incómodo que ni siquiera se notaba que estaba fingiendo.
Hermione se removió perturbada.
—Bueno, ya dejaron el hospital, realmente no quiero hablar de eso. Pero Crooks debe haber intentado seguirlos; supongo que todos se olvidaron de él... —Vaciló, parpadeando rápidamente—. Hum, supongo que… Fue atropellado por un auto en el Londres muggle, yo no tenía forma de llegar allí para tratar de encontrarlo. Simplemente sentí que el vínculo se rompió y supe que se había ido.
Su voz era apenas un susurro cuando terminó. La tensión en la mesa ahora era dura y deshilachada, un puente de cuerda con tablas podridas. La seguridad se sentía muy lejana.
—Merlín, Hermione… —Theo, que nunca podía estar en silencio por mucho tiempo, rompió su silencio—. Lo siento mucho.
La falta de blasfemia, despido o humor alegre y displicente de Theo astilló algo en Hermione, las grietas en ella se abrieron ampliamente, implosionando hacia adentro como porcelana.
—Por favor, discúlpenme. —Se puso de pie apresuradamente, temblando—. Yo… Necesito…
No pudo terminar la frase y huyó al baño.
Draco hizo ademán de seguirla, pero Potter lo detuvo.
—No lo hagas. Yo iré.
Con los labios gruñendo, Draco preparó una negativa llena de crujidos, pero Theo le dio una patada.
—No han tenido tiempo a solas. Déjalo hacer esto.
Draco vio desaparecer al idiota dorado, furioso por otra forma en que Hermione había estado sufriendo. Cuando se giró, Theo estaba esperando, con los dedos entrelazados y alineados en una formación similar a la de una iglesia.
—¿Qué? —gruñó Draco.
—Te das cuenta de que Hermione quiere complicar demasiado esto con un familiar para que ninguno de nosotros corramos riesgo. Disminuirá la efectividad del ritual. —Theo recogió las notas que Hermione había escrito y pasó la página—. No te preocupes, tengo la intención de ignorarla y sí, veo cuán sórdido es, qué tan hipócrita como Jezabel es, pero no hablaré líricamente sobre los finos atributos que posee. No tengo tiempo ni ganas. Ella está a kilómetros y kilómetros de logros y más hipocresías.
—Yo debería… —Draco apenas podía comenzar a ofrecerse como voluntario antes de que Theo lo detuviera, levantando la mano.
—Sé que quieres demostrarle a ella y a ti mismo que lo harías, pero no puedes ser tú.
Draco abrió la boca para protestar, pero nuevamente, Theo interrumpió preventivamente.
—Estás olvidando algo: el cómo.
El significado de Theo hizo clic.
—Ah. —suspiró él.
—Sí. Como me dijiste no hace mucho, estás un poco limitado en este momento.
Las sanciones del Ministerio a su magia nunca habían irritado tanto a Draco como en ese momento.
—Así que harás…
—No seas absurdo —se burló Theo—. Fóllame con la cuenca del ojo Odín, no. Eso sería una idea sencillamente terrible. Si Hermione desviara mi magia, podría convertirse en una figura huérfana medio divina. Así que, por supuesto, tendría que matarla en un ataque de celos o rabia y estaríamos de vuelta donde empezamos, atrapados en algún bucle infernal y odio repetirme. Contribuiré con algo más.
—Potter entonces.
—Ya estoy de acuerdo. Aunque cuando lo expliqué, no usé «parásito» ni «extraer». —Theo criticó la falta de sutileza de Hermione—. Te lo vas a pasar genial haciendo cabriolas con ella cuando nos apoderemos del mundo.
Ignorando eso, Draco hizo la pregunta superficial.
—Entonces, ¿cuándo podremos hacer esto?
—Si todo va bien... —Theo miró los cálculos que Hermione había hecho. Una astuta sonrisa de zorro se deslizó sobre él—. ¿Qué te parece el próximo viernes?
