HONNE
Los verdaderos sentimientos y deseos de una persona.
DISCLAIMER: Naruto es propiedad de Masashi Kishimoto, pero la historia es de mi autoría.
...
Capítulo 3. Quien lucha como una dama.
Habiendo pasado ya casi seis meses de la muerte de su padre, la rutina de Sakura se había transformado en un ir y venir en piloto automático.
Seguía yendo a sus prácticas de kendo, seguía practicando su tiro con arco en el jardín, acudía al templo a orar de vez en cuando, ayudaba a su madre en lo que necesitara, así como también le hacia una visita diaria a la madre de Sasuke.
No obstante, para cualquiera que la viera mientras llevaba a cabo dichas actividades, sería más que obvio que la doncella se encontraba perdida en sus cavilaciones mentales. Dándole una y mil vueltas al por qué su vida se había convertido tan de repente en aquel inmerecido pozo de incertidumbre y soledad.
Desde la partida de su padre y la de su mejor amigo dos días después del funeral, la vivaz aura que acompañaba a la joven de cabellos rosados a donde fuera se había diluido hasta dejar una perpetua cortina de melancolía ensombreciendo su expresión. Ya no sonreía para nadie que no fuera su progenitora o la madre Sasuke, a sabiendas de que ésta última no podría comprender lo que le pasaba y al mismo tiempo para cumplir su promesa de cuidar bien de ella. Aunque, para las demás personas, Sakura había perdido todo su color y alegría.
Ni siquiera las misivas que recibía de su amigo conseguían sosegar la soledad que asfixiaba su corazón hasta dejarlo sin aliento.
De no ser porque Mebuki nunca se lo permitiría, probablemente seguiría metida en su habitación durmiendo, como había hecho toda la semana posterior a la muerte de Kizashi; no saliendo ni siquiera para desearle buen viaje a su amigo, quien prefirió ser quien fuera hasta ella y le pidiera su bendición antes de partir.
El amargo recuerdo de su despedida siempre la hacía llorar a mares, por lo que, estando en un sitio demasiado inadecuado para hacerlo, no tuvo de otra más que concentrarse en el mundo afuera de su cabeza.
—¿Le parece que me ha quedado bien, Mikoto-san? — preguntó tímidamente a la mujer a su lado, extendiendo el bordado que había hecho para que lo inspeccionara.
—Sí cariño, es precioso... — ella respondió apenas dándole un corto vistazo, para luego regresar a su propio trabajo manual. Mientras Sakura había dibujado un ramo de narcisos, en la tela de la matriarca Uchiha se encontraban un par de aves color azul —. A Itachi-kun le encantaba salir por las mañanas al bosque para ver volar los pájaros.
—Sí, lo recuerdo — en realidad, más que recordarlo, lo sabía porque Mikoto se lo había repetido incesantemente desde que tenía 10 años.
—Y a Sasuke-chan le enfurecía que no lo levantara para ir a verlos juntos — ya demasiado acostumbrada a escucharla hablar de su hijo menor en tiempo pasado, la pelirrosa no dijo ni una palabra —. Seguro que, de poder hacerlo, Itachi-kun seguiría prefiriendo ir solo en lugar de llevarse a su hermanito con él.
—Probablemente...
—Dime cariño mío ¿Los extrañas tanto como yo? — todos los días, sin falta, la señora Uchiha le hacía la misma pregunta.
Y aunque antes Sakura solía aclararle que extrañaba a Itachi pero que aún contaba con Sasuke siempre a su lado, los últimos seis meses había comenzado a responder otra cosa:
—Lo hago, con todo mi corazón.
—Te amaban mucho mi niña y, ciertamente, mi esposo también te apreciaba — eso último era verdad. Ya que Fugaku y Mikoto solo tuvieron varones, el hombre en algún punto llegó a ser mucho más cálido y gentil con ella de lo que solía serlo con sus muchachos. Muchas veces su padre señaló lo bueno que hubiera sido para ese hombre tener su propia hija, solo que bueno, la vida no le dio la oportunidad —. Pero, sobre todo, Sasuke te adoraba más que a nada en el mundo...
La señora Uchiha podía pensar que sus palabras eran funcionales tratándose de un intento por consolarla y tal vez, en otras circunstancias, lo serían... Si no fuera porque Sasuke estaba vivo y no muerto como Mikoto lo creía desde hacía casi una década.
Si las cosas fueran como la fracturada mente de la mujer pelinegra le estaba haciendo creer, Sakura tal vez ya habría aprendido a lidiar con el dolor de perder a su mejor amigo, siendo a su vez éste, el amor de su vida. Pero la realidad era que la joven Haruno estaba luchando con su abandono.
Esas cosas amables que la mujer le estaba diciendo era posible que sirvieran en un par de años, pero para apaciguar la tragedia de la muerte de su padre, misma de la que Mikoto ni siquiera estaba enterada, pues ni Sakura ni Mebuki creían que fuera necesario informárselo.
De todas maneras, se le olvidaría al día siguiente.
Luego de la muerte de su esposo e hijo mayor, la señora Uchiha quedó tan afectada que su mente comenzó a fallarle y poco a poco su consciencia se quebró hasta incluso imposibilitarla de cuidar a Sasuke; a quien, un año después, luego de un pequeño accidente donde se golpeó la cabeza mientras jugaba en jardín, su cerebro también creyó muerto a pesar de que el niño salió ileso.
Por más que quisieron hacerle entender que no le había pasado nada, la mujer sufrió por él y frente a él como si de verdad lo hubiera perdido.
Y creyendo que se había quedado completamente sola, su estado empeoró hasta no reconocer quien era el chico de cabello negro que vivía con ella y pensar que la hija de sus amigos los Haruno todavía era una niña.
Era por eso que Sasuke prácticamente se había criado en casa de su amiga y por lo que, conforme crecía, se construyó una dura coraza a su alrededor para fingir que no le dolía haberse quedado solo.
Aquello, siendo tan sobreprotectora con el chico como siempre había sido, le hizo sentir a Sakura que tenía que nivelar la carga emocional que él sufría y que la hizo redoblar sus esfuerzos para no dejarlo caer en la negatividad de sus circunstancias.
Hasta la fecha había hecho un buen trabajo con eso, pero... Ahora que estaba en Kioto sin ninguna compañía ¿Sasuke podría seguir lidiando bien con sus emociones?
—Eso es todo por hoy, cariño... — interrumpiendo sus pensamientos, Mikoto concluyo su "lección" de costura por ese día.
Sakura asintió trémulamente y ordenó todo en su lugar, lista para marcharse, pues la actual vida de la señora Uchiha estaba organizada en una estricta rutina con tiempos bien marcados.
Y como parte de esa cotidianidad que le hacía bien a la mujer de cabellos oscuros, la doncella se despidió de ella con un prolongado abrazo al tiempo que susurraba a su oído las mismas palabras que venía diciéndole desde niña.
Por más que las fuera a olvidar en cuanto saliera por la puerta.
—Muchas gracias Mikoto-san, Sasuke-kun y yo la estaremos esperando en el futuro para ponernos al día...
Una vez que finalizó su visita y acudió a su lección de kendo, Sakura regresó a casa teniendo en mente como único plan el recostarse en su futón a ver el día pasar hasta que la hora de la cena llegara.
Sin embargo, cuando arribó a su hogar, esa idea quedó en el olvido pues en el salón principal, tomando el té en compañía de Mebuki se encontraba Ino Yamanaka.
La única amiga que había tenido además de Sasuke y a la cual tenía mucho tiempo sin ver.
—¡Frentona! ¡Mira nada más lo cansada que te ves! — importándole poco que la pelirrosa se encontrara sucia por su entrenamiento, la elegante visitante se levantó y la envolvió en un fuerte abrazo.
—Voy a ensuciarte Ino... — Sakura apenas pudo murmurar apenada, pero aun así su amiga no la soltó, así que ella le correspondió el contacto con la misma emoción.
—Como si eso pudiera importarme, no sabes lo feliz que estoy de verte — la Haruno se sentía como en un sueño teniendo a Ino ahí con ella, en su hogar, luego de casi dos años sin saber de su vida más allá de la correspondencia que intercambiaban —. Perdón por no haber venido antes Sakura...
—Descuida, de hecho, me da gusto que decidieras venir ahora que ya todo pasó — la kendoka se separó de ella al tiempo que se limpiaba una pequeña lagrima que amenazaba con escapársele —. Dame un momento mientras me aseo y luego podremos...
—Yo iré contigo — de inmediato la invitada exclamó con un tinte de emoción en la voz.
La pelirrosa asintió un poco dudosa y antes de encaminarse al baño, se aproximó a su madre para saludarla apropiadamente.
—Mami... Estoy en casa — murmuró casi en su oído para después darle un beso en la mejilla.
—Bienvenida cariño — Mebuki respondió al tiempo que le ponía un mechón de cabello rosado tras la oreja con ternura.
Aquel intercambio le pareció especialmente extraño a Ino, quien sabía que la dinámica entre Sakura y su madre siempre había sido muy formal y poco demostrativa para comodidad de ambas. Pero entendía que ahora que solo se tenían la una a la otra por fin decidieran ser más abiertamente afectuosas.
Casi como si quisieran llenar el vacío de amor de Kizashi dejó en las vidas de ambas.
—¿No vas a pedir que preparen el agua? — Ino preguntó cuando vio que su amiga se dirigía directamente al baño.
—A esta hora normalmente ya me han llenado la bañera, siempre me aseo con agua fría así que no requiere mucha ceremonia — la Haruno respondió al tiempo que tímidamente comenzaba a quitarse la ropa y se adentraba en el agua —. Hay una yukata extra colgada ahí por si quieres usarla.
—A ver, déjame lavarte el cabello — Yamanaka se ofreció después de cambiarse y se apartó las mangas de la ropa para comenzar con su tarea.
—¿Cómo está Sai? — Haruno preguntó cerrando los ojos, mientras sentía las hábiles manos de su amiga manejar su rosada melena.
—Muy bien, ahora mismo está en casa de mis padres, tuve que convencerlo de quedarse allá y de dejarme venir sola a visitarlas.
—Es comprensible, ahora más que nunca tienes que cuidarte mucho — a sus espaldas Ino hizo una mueca de molestia, le disgustaba que se lo recordarán todo el tiempo como si no estuviera consciente de ello —. ¿De cuantos meses estás?
—Cuatro... — habiéndose casado hacía poco más de dos años, la mujer de la misma edad que la pelirrosa estaba esperando su primer hijo —. Cielos Sakura, tu cabello sí que ha crecido mucho desde la última vez que te vi.
—¿Eso es bueno o malo?
—Bueno, así como el que ciertas partes de tu cuerpo también lo hicieran — aunque intentó ser graciosa, sus palabras incomodaron un poco a su amiga, quien siempre había sido muy insegura respecto a su físico, lo que solo motivaba a Ino a hacer más comentarios positivos echando un rápido vistazo a su figura a través del agua —. De haber sabido que practicar kendo le daba esa definición a las piernas y el abdomen hubiera peleado igual que tú para que me dejaran inscribirme.
—No te habrían dejado, ni tampoco es apropiado para ti... Tú siempre has sido toda una dama, Ino — siendo consciente del pequeño tinte de admiración y melancolía en la voz de Sakura, la Yamanaka se permitió reflexionar acerca de cómo a pesar de los años muchos aspectos de su amiga seguían iguales.
El par de chicas se había conocido por casualidad una mañana de agosto cuando tenían siete años, mientras veían, cada una por su lado, a las aspirantes a geishas entrar a su escuela todas las mañanas. Ambas tenían una compartida admiración por las sofisticadas damas que se dedicaban a compartir sus talentos de la forma más agraciada y honorable existente, por lo que se amigaron casi de inmediato e incluso comenzaron a colarse a la escuela para espiar las lecciones.
Ino estaba convencida de que un día ella se convertiría en una geisha, la mejor de todas solía exclamar siempre.
Sakura solo estaba fascinada por ese mundo tan femenino y que parecía inalcanzable para una niña como ella.
Pero, aun así, cada que se reunían, la Yamanaka trataba de convencer a su amiga de pedir a sus padres entrar a esa escuela, aunque no fueran a unirse a una casa cuando crecieran, sin embargo, nunca lo lograba y antes de que pudiera seguir intentando, Sasuke aparecía para arrastrar a Sakura alguno de sus juegos o actividades de varón.
Era eso por lo que el Uchiha y ella nunca se habían llevado bien. Cada uno quería acaparar a la pequeña de ojos verdes para pasar el tiempo con ella y, de cierta forma, moldearla a su gusto aprovechando que era una criatura influenciable y bastante confundida respecto a lo que quería ser.
Y por las palabras que acababa de escuchar salir de ella, al parecer esa eterna contradicción entre su objetivo de ser una increíble guerrera y el anhelo ser una sofisticada dama seguía haciendo mella en la mente de su amiga.
Ahora tenía curiosidad de saber si al menos el otro embrollo sentimental suyo ya estaba saldado.
—Oye Sakura... Y las cosas con Sasuke ¿Siguen igual? — ante la mención del chico, la pelirrosa se giró para verla sobre su hombro y en sus ojos hubo una amargura que sorprendió a la embarazada.
—Cambiaron, pero no de la forma en que quería que lo hicieran.
—Entiendo...
Con tantos años conociendo a la chica que ahora mismo tenía en frente, Ino había llegado a poder leerla como si de un libro abierto se tratara y siempre fue muy obvio para ella que entre Sasuke y Sakura había algo más que una amistad esperando a salir a la luz. Solo que ninguno se animaba a dar el primer paso.
Antes había intentado convencer a la Haruno de confesar sus sentimientos e incluso le había hecho un par de insinuaciones al pelinegro al respecto, para que así se animara a dar el siguiente paso. Sin embargo, ni el Uchiha se animaba y a Sakura la asustaba no ser correspondida, asi como arruinar su amistad y desatar una maldición aún más poderosa que la que un simple disgusto entre ambos cargaba sobre sí.
Si no fuera porque Ino había sido personalmente víctima de uno de esos episodios, habiendo caído al canal de manera misteriosa y sobrevivido por muy poco, creería que esa creencia era una tontería sin fundamento.
Ya que, sin ella, ambos podrían ser libres de ser completamente honestos entre ellos.
—¿Vas a quedarte esperándolo hasta que vuelva entonces?
—¿Esperabas que no?
—Sinceramente Sakura, te apoyaría si decidieras no hacerlo — extrañada por sus palabras, la kendoka se dio la vuelta para ver de frente a su amiga y viendo la curiosidad en su mirada ésta le explicó a que se refería —. Verás, estuve hablando con tu madre y ella me comentó acerca de sus preocupaciones respecto al futuro de tu familia.
—¿Sobre la familia o solo del mío? — inconscientemente frunció el ceño.
—Ambos, más bien. Me contó que ahora que no tienen una figura masculina que cargue con el apellido la única manera de mantener su prestigio es asegurando el tuyo — Ino se tomó una pequeña pausa para suspirar pesadamente y luego procedió —. Entonces ambas conversamos sobre el curioso caso de las mujeres que acudieron al primer llamado del emperador para convertirse en concubinas.
—¿Ya hubo un llamado?
—Sí, fue poco después de que tu padre muriera, por eso no me extraña que no estuvieras enterada — internamente Sakura le dio la razón, todo ese tiempo había estado aislada de mundo en la soledad de su habitación —. En fin, todas fueron rechazadas sin pasar del primer filtro, pero, de manera extraña, ahora todas están recibiendo propuestas de matrimonio y sus familias están entrando en una especia de era de abundancia.
—¿Dices que el ir a conocer al emperador les trajo suerte y las hizo populares? — viéndola asentir a su cuestionamiento, uno nuevo salió de los labios de la de ojos verdes —. ¿Y eso que te tiene que ver conmigo?
—Que tal vez puedas intentar que te pase algo parecido... En una semana, cuando se rumora que harán el segundo llamado abierto — sintiéndose muy renuente a siquiera considerarlo, Sakura negó rápidamente con la cabeza y abrió la boca lista para replicar —. Espera ¡Déjame explicarte mi plan!
—Ino, no puedo acudir a la corte y dejar a mi madre y a la señora Uchiha solas, además de que ese lugar no es para alguien como yo... — la Haruno la interrumpió ligeramente molesta por la mera idea —. Sin mencionar que no quiero ofrecerme a otros hombres como si mi corazón no le perteneciera ya a uno.
—No iras para traicionar a Sasuke tonta, solo tienes que presentarte y ver si puedes sacar el mismo beneficio que las otras que ya han pasado por ahí obtuvieron — Sakura estaba a punto de protestar otra vez, pero fue rápidamente detenida por su acompañante —. ¡Además! Debes dejar de pensar como la princesa malcriada que siempre has sido y darte cuenta de la difícil situación que está pasando tu familia. Ahora que Kizashi-san se ha ido, los socios con los que antes contaban prácticamente desaparecieron, según me dijo tu madre.
Era verdad, luego de su muerte, el negocio de telas importadas que los Haruno habían tenido por generaciones estaba teniendo una pérdida considerable de clientes, lo que comenzaba a repercutir en las ganancias y amenazaba con arruinarlos financieramente si no hacían algo pronto.
Mebuki no decía nada, pero Sakura era consciente del actual problema que tenían y deseaba poner de su parte al arreglarlo como le correspondía al ser su única descendiente.
Justo como le dictaba la promesa que se hizo así misma de cuidar a los suyos al precio que fuera.
—Necesitas hacer tu parte como la heredera de tu patrimonio y no creo que vestirte adecuadamente y presentarte frente a una figura de autoridad que tiene reputación de rechazar a todas sus posibles concubinas vaya a ser un enorme sacrificio de tu parte. Incluso alguien tan celoso como Sasuke entendería esta opción que te estoy comentando — Ino siguió diciéndole, mientras Sakura reflexionaba lo certero de su discurso —. Eso sin mencionar lo enormemente beneficioso que sería sí consigues ser elegida, lo cual no tengo dudas de que podría ser una realidad.
—¿Q-qué?
—Ven aquí... — sin tener mucha delicadeza, Ino la obligó a levantarse de la bañera y la llevó hasta un espejo de cuerpo completo que tenían colgado en una de las paredes, obligando así a la joven de cabello rosado a enfrentarse con la imagen de sí misma totalmente desnuda —. Mírate bien Sakura y grábate cada una de mis palabras. Eres la mujer más bella que conozco, de pies a cabeza totalmente única en tu tipo. Yo sé que tienes una imagen muy pobre de ti y que al único que le crees cuando te dice que eres bonita es a Sasuke, pero el que él no esté aquí para recordarte que lo eres no hace menos cierto lo que te digo.
Con timidez, Sakura evaluó su físico parte por parte. Desde su largo y húmedo cabello pegándose a su pálida piel, pasando por su delgado cuello, los delicados hombros, sus altos y pequeños pechos que combinaban muy bien con la sinuosa curva de sus anchas caderas, hasta llegar a sus largas y torneadas piernas.
Siempre había sido más delgada de lo que el canon de belleza de su tiempo marcaba que debía ser una mujer atractiva, sin mencionar que la rareza de atributos como su cabello y ojos siempre la habían hecho sentir insegura cuando se comparaba con reconocidas bellezas como Ino.
Pero ahora, siendo obligada a verse con sus propios ojos en su desnuda condición, admitía que tal vez sí era hermosa a su propia manera.
—Eres perfecta Sakura — su amiga susurró a su oído como si leyera sus pensamientos —. E incluso un hombre tan exigente como nuestro emperador podría verlo... Si te presentaras frente a él...
—Tal vez me elegiría... — la pelirrosa murmuró sintiéndose ligeramente embriagada por su propia imagen.
—Y si lo hace, eso elevaría el prestigio de tu apellido y aseguraría la salvación de tu patrimonio familiar antes de que caigan en la ruina — abrazándola por la espalda, Ino pegó su mejilla a la de su amiga y a través del espejo ambas se vieron a los ojos —. Incluso podrías pedirle lo que quieras en beneficio de Sasuke.
Y esas fueron las decisivas palabras que consiguieron convencer a Sakura de hacerlo.
De la visita de Ino y aquella importante conversación no había pasado una semana cuando el segundo llamado a las doncellas interesadas en convertirse en concubinas fue hecho, solo que, contrario a la dinámica de convocatoria que se había hecho al principio, esta vez solo sería un grupo pequeño de mujeres el que acudiría al palacio.
Todas habiendo recibido una invitación con sus nombres escritos en ella, casi como una orden para que no faltaran.
—¿El rojo te parece buena idea? — Sakura preguntó a su madre cuando la vio tomar la tinta carmesí para pintar sus labios.
—Es el color que mejor te queda y es apropiado para el kimono que estás usando — respondió la mujer tranquilamente mientras la maquillaba.
La joven Haruno inspeccionó un breve segundo su atuendo en varias capas de colores rojo, blanco y dorado. Se sentía pesado, pero no podía negar que la elegancia de las telas patronadas y los bordados con forma de flores hacían valer toda la pena el cargarlo sobre su cuerpo.
Con una leve venia, Mebuki le indicó que se levantara para dar los últimos detalles e inspeccionar que todo estuviera en su lugar.
Las cuidadosas manos de la mujer se detuvieron un par de segundos en el sencillo recogido que habían hecho con su cabello tras su nuca y que estaba sostenido por el par de palillos esmeralda que había recibido en su cumpleaños; le ajustó el obi nuevamente para que se ciñera aún más a su pequeña cintura, provocando que la joven se sintiera limitada a respirar con profundidad y se aseguró de que el dobladillo del kimono no estuviera en el camino de sus costosas getas de plataforma.
Una vez que estuvo lista, y admirando el resultado de su arreglo, la señora Haruno soltó un pesado suspiro.
—Tal y como pensé, te ves como la dama que siempre supe que serías.
—No me siento como una... — Sakura miró a su madre con incertidumbre y no pudo contener el preocupado temblor en su voz —. Más bien me siento como una impostora.
—Entiendo que salir de lo consideras tu zona de confort resulte difícil para ti y realmente te agradezco que estés tratando de ayudarme de esta manera por más incómoda que estes — con cariño, Mebuki tomó el rostro de su pequeña entre sus manos y la miró con un extraño brillo en sus ojos —. Pero debes saber que la percepción que tienes de ti misma es solo una parte de lo que eres. Tú sabes que nunca fui entusiasta de tus escapadas con Sasuke para jugar como si no fueras una señorita o de tu constante entrenamiento con el arco y el bokken, pero reconozco que dentro de ti hay un espíritu aguerrido que es imposible domar.
—Mamá...
—No obstante, eso no quita que también eres una criatura con una belleza que destaca por sobre todas las demás y que tu encanto reside en la pureza de tu corazón, tu sonrisa y tu mirada — la señora Haruno aguantó con gran éxito el comenzar a lagrimear por el recuerdo de las muchas veces que su esposo se deshizo en esos cumplidos hacia su princesa. Siempre aludiendo a que era la combinación perfecta de las mejores cualidades de los dos —. Eres ante todo una mujer Sakura y una mujer consciente de su valor siempre tendrá un poder que puede llegar a ser incluso mayor al de alguien como el emperador, recuérdalo.
—P-pero mamá... — Sakura había escuchado la sinceridad en su discurso, pero aún se sentía nerviosa e insegura de lo que estaba por hacer.
—Ni una palabra más, ya te he dicho todo lo que necesitas saber — dándole una pequeña palmada sobre la cabeza, Mebuki zanjó el asunto y luego salió de la habitación para ir a revisar que el carruaje estuviera listo.
Lo que le permitió a la pelirrosa aprovechar ese tiempo a solas para inspeccionar su reflejo en un espejo de mano.
Sin duda se veía como las doncellas elegantes que por años había admirado cuando las veía pasar por la calle, preguntándose qué se sentiría ser así y qué pensaban las demás personas cuando las veían a la distancia o cuando tenían la oportunidad de estar cerca de ellas.
Si Ino hubiera podido quedarse para verla, sin duda estaría lanzándole un cumplido tras otro sin ninguna reserva, animándola a tener seguridad en sí misma.
De haber podido, seguro que Kizashi habría salido corriendo entre emocionadas lágrimas a buscar algún fotógrafo como siempre se imaginó que su cariñoso padre haría el día de su boda.
Aunque, lo que no tenía claro era lo que su amigo de toda la vida tendría para decir sobre su aspecto. De no ser porque se encontraba lejos en Kioto, totalmente inconsciente de lo que estaba por hacer... ¿Qué pensaría Sasuke si la viera así?
Las lágrimas le comenzaron a picar los ojos cuando se lo imaginó a sus espaldas, acercándose lentamente a ella para tomar su mano entre las suyas luego de darle una profunda mirada de admiración.
Una totalmente diferente a la que siempre recibía de él cuando le contaba sus pequeños logros en cada actividad que desempeñaba o le profesaba palabras de amor.
Una que más bien tenía un innegable tinte romántico que la conmovía hasta necesitar refugiarse en sus brazos para contener la intensidad de sus emociones.
Entonces él la recibiría en la calidez de su pecho y luego susurraría a su oído:
—Ya es hora Sakura, vámonos... — su madre entró a la habitación e interrumpió sus fantasías mentales acerca de una realidad deseada a la que le era imposible acceder.
Mebuki nunca era muy demostrativa hacia su hija en cuanto a palabras o mimos, pero admitía con gran dolor que extrañaba enormemente a la alegre y dulce chica que parecía haberse esfumado desde que su padre murió y se despidió del amor de su vida.
Como madre, se suponía que debería ayudarla a encontrar los pedazos rotos de su corazón para unirlos y que éste volviera a latir, pero en lugar de eso estaba lanzándola a la hoguera condenatoria que la corte real suponía para almas puras e inocentes como Sakura.
Solo le quedaba esperar que el emperador pudiera ver el miedo y el dolor en los orbes esmeralda de su hija y tuviera la compasión suficiente para no escogerla.
Porque sabía que el lugar a donde su niña de belleza sin igual y alma delicada pertenecía no eran los aposentos llenos de lujo de un palacio, así como tampoco el frío y solitario cuarto de su casa.
El lugar de Sakura era al lado de una persona que en ese momento no podía recibirla consigo.
Sintiendo que su corazón le dolía más de lo que podía soportar, la pelirrosa se aproximó a su madre para salir rumbo a lo que solo estaba en manos del destino decidir si resultaría en una bendición o una maldición.
Tomó la mano de su progenitora para buscar su apoyo y antes de abandonar la habitación escuchó a sus espaldas como una voz que conocía demasiado bien y que extrañaba a cada segundo del día le susurraba:
"Por favor no olvides que eres mía"
...
NOTAS FINALES:
Perdón si esperaban ver la despedida de estos dos, sí la escribí, pero fue tan corta que terminé eliminándola de la versión final, aunque más adelante sí les daré un poco de lo que pasó ese día.
Bueno, pues jajaja, yo sé que esperaban que Sasuke se la llevara con él, pero es imposible, cada uno tiene sus cosas por resolver antes de estar juntos y habrá mucho drama de por medio antes de que eso pase, sino no sería un fanfic mío JAJAJAJA.
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Como siempre les agradezco millones a quienes están tomándose el tiempo de leer, porfis no lo dejen de hacer, me motivan demasiado a actualizar con rapidez y a escribir con más empeño.
Sin más que añadir, nos leemos en muy pronto! bye!
