Shiho-Akemi, Ay Dios XD, si que me hiciste reír XD Bueno, aquí esta el otro, espero que te guste :)
Nada de Katekyo Hitman Reborn o Harry Potter me pertenece, solo la historia y uno que otro agregado que aparecerán más adelante en la historia.
Magic's Games
Capítulo 4
Harry miraba todo con asombro, muchas cosas parecían (quizás incluso eran) de oro. Era una oficina no tan pequeña como uno esperaría de un lugar como un banco, pero estaba muy bien arreglada, y daba una sensación de estar tratando con algo muy delicado o muy importante. La mitad de su asombro se debía a: ¿cómo había sobrevivido ese lugar ante todo lo que había pasado?, se veía intacta.
- Coloque protecciones contra explosiones, fuego, agua, y hasta disparos. – El duende se encogió de hombros ante la mirada del chico. – No es mi culpa que la mayoría se sienta tan seguros de que no va a aparecer algún loco con artefactos muggles. – Tomo su asiento. – Tomen asiento caballeros, por favor.
Tsuna solo seguía con su cara de pocos amigos, era obvio que solo quería irse a dormir. Harry se prometió así mismo no molestar mucho a Tsuna mientras tuviera un mal día o tuviera mucho sueño. No quería morir prematuramente, ni pasar un mal susto. Tsuna era un muy buen… ¿amo?, ¿amigo?, ¿hermano?, aun no estaba seguro de que era Tsuna para él, pero era mil veces mejor que sus Tíos. Prefería mil veces vivir con Tsuna y todos sus extraños amigos que volver con sus Tíos.
- Bueno, para hacerlo corto, el señor Velden dejo… - Papeles, y más papeles… - Aquí esta… - El duende cerro la gaveta, teniendo la carpeta que quería en manos. – La última vez que vino, hace unos cuantos años atrás, hizo algunas modificaciones a este archivo.
El duende, sin detenerse a mirarlos, centrado en la carpeta, la abrió y saco unos papeles. Tsuna pestaño, tomando uno de los papeles, el cual fue ofrecido por el duende, quien se ajustó las gafas antes de proseguir:
- Este, en particular, es su testamento. – Como si temiera que la conversación fuera a dar un rumbo muy equivocado, comento tranquilamente: - Me temo que no hay ningún indicio sobre el Sr. Velden, pero ya que estas aquí, me parece que deberías estar al tanto de las cosas…
- ¿No se sabe nada del hermano de Tsuna-nii? – La curiosidad mato al gato, pero Harry no sabía nada más que eso del tal "Sr. Velden".
- No. Los vampiros suelen ser muy solitarios, hay veces en donde solo dan a conocer su presencia una vez por década o más tiempo. El Sr. Velden solía venía a este lugar cada 20 años, más o menos. – Cuando necesitaba retirar o incluir cosas en alguna de sus bóvedas. – Ahora, Sr. Tsunayoshi, en ese documento que tiene en manos, el Sr. Velden lo incluyo como su único heredero. Antiguamente, sus bienes iban a ser donados a otros vampiros o ser convertidos en parte del patrimonio del país, pero la última vez que estuvo aquí hizo más que claro que quería que tu fueras el beneficiario de todo en caso de que… ya sabes, algo fuera a pasarle a él.
Harry, en ese punto, tenía los pelos de punta. Tsuna no se veía para nada feliz, y estaba, sin querer, liberando una intención asesina que lo estaba atemorizando. El Sr. Velden debía de ser alguien muy importante para Tsuna si con solo la mención de que algo malo le hubiera pasado…
- En el documento están discutidos todos los bienes y propiedades pertenecientes al Sr. Velden. Entre ellos podemos nombrar algunas bóvedas, varias propiedades alrededor del mundo y artefactos mágicos antiguos, incluyendo reliquias familiares. – El duende, por su parte, seguía como si nada, pero estaba plenamente consciente de que una mala elección de palabras podría significar su vida. – Estos otros documentos son mayormente propiedades… - Se las tendió a Tsuna. – Puedes revisarlos después con más calma, son copias. – En otras palabras, podía quedárselas.
-… Pero el sigue vivo, mi hermano sigue vivo… - Una sonrisa algo forzada. - ¿No es así?, esto no es necesario-
- Sr. Tsunayoshi… - Era solo un niño, ¿en qué habría estado pensando el Sr. Velden? – no se sabe. – Esa era la simple verdad. – Creemos que sí, ya que el siempre desaparece por al menos una década. Sin embargo, creo que él estaría de acuerdo, si estuviera aquí, en que supieras esto, por si las dudas. – Una pausa. – Me temo, Sr. Tsunayoshi, que uno nunca sabe lo que pueda pasar. Aun siendo inmortal y tan poderosos como lo son ustedes, aún es posible que los asesinen. – Ahora, una leve sonrisa. – El Sr. Velden es un vampiro muy poderoso y con mucha experiencia, ha vivido por siglos, así que trata de no pensar en que le allá ocurrido lo peor, ¿está bien?
Era fácil para un extraño decir eso, de broma conocía a su hermano. Él no sabía que Nii-chan y el habían vivido juntos por años, ni nada de lo que habían pasado juntos. Si bien no había seguridad de que Nii-chan estuviera vivo o muerto, eso no quitaba que el hecho de que Nii-chan no lo hubiera encontrado a estas alturas era preocupante. Tsuna estaba más que claro que el duende solo hacia su trabajo, nada más y nada menos.
-… ¿Alguna otra cosa importante que deba saber? – Quería arrugar y romper los papeles en sus manos, pero por respecto a Nii-chan no lo haría. Quería que esto terminara rápido para irse y hacer de cuenta que el día nunca había pasado.
- Solo una cosa más… - El duende busco otra cosa en otra gaveta. – Aquí esta, el Sr. Velden dijo que sería una sorpresa por si alguna vez aparecías por aquí por tu propia cuenta. – En sus manos había una bola de cristal del tamaño de su cabeza. – No estoy muy seguro de que es o como funciona, pero el Sr. Velden estaba más que seguro de que tu sabrías para que era.
Por al menos un minuto entero, lo único que Tsuna hizo fue mirar al objeto fijamente, sin mucha emoción. Esto puso a Harry y al duende bastante nerviosos, así que ninguno se atrevió a respirar cuando Tsuna tomo la bola de cristal de las manos del duende sin decir palabra. Segundos más tarde, una gran flama azulada creció de sobremanera dentro de la bola de cristal, iluminando el lugar de un tono azulado…
-… Es un juguete. – Murmuro Tsuna lo suficientemente algo para ellos, sonriendo tristemente. – Uno de mis juguetes preferidos. – La flama cambio a verde. – Todo lo que hace es manifestar la magia que coloques dentro de ella como una llama. Es divertido jugar con los colores. – Ahora paso a amarillo.
-… Un… ¿juguete? - ¿En serio el Sr. Velden les hizo guardar esa cosa durante tanto tiempo… siendo solo un juguete de todas las cosas?
Tsuna solo asintió, cambiando la flama a negro. Bueno, suponía que entendía al Sr. Velden, seguramente solo quería hacerlo feliz por un rato, era una buena sorpresa, suponía. Aun así, un banco mágico no era para guardar juguetes… Mejor no decía nada, no quería aguantar todas las quejas de los demás duendes.
- Eso es todo, por los momentos. – Acomodo la carpeta y la guardo. – Si necesitas algo, no dudes en venir, estamos a su servicio. – Lo peor que podías hacer en tu vida era quedar de malas ante un vampiro.
Los vampiros eran inmortales, era una muy mala idea quedar mal ante ellos, eran un cliente fijo y en caso contrario pues… enemigos formidables que nadie quería tener. Era bueno, y a la vez malo, que la mayoría prefería quedarse escondidos en sus casas. La única repuesta de Tsuna fue asentirle, la flama ahora naranja.
- ¿Nos vamos mascota?
- Soy Harry. – Su nombre no era tan fácil de olvidar, ¿verdad?
- Lo se mascota. – Tsuna no le iba a decir que: primero era su mascota, segundo era divertido verlo inflar los cachetes. – Mejor vamos, espero que no hayan volado nada mientras no estábamos…
Unos 10 minutos después, era obvio que el deseo de Tsuna no se había cumplido.
- ¡Tsuna-sama! – Gokudera tenía incluso estrellas en los ojos.
Los demás duendes estaban escondidos entre los escombros, muy asustados. Y no era de sorprenderse:
- ¿Elefantes?, ¿la invocación trajo elefantes? – Eso era algo demasiado simple como para haber salido del circulo de invocación que había dejado.
- Elefantes militares, ¡saben código Morse! – Las estrellas se hicieron más grandes. - ¡Saben los comandos y todos!, son muy serviciales y atentos Tsuna-sama.
- ¿Y tú le distes algunas de tus bombas? – Los elefantes tenían bombas en sus trompas como si cargaran rifles…
- Todo buen soldado necesita armas, Tsuna-sama. – Fue la respuesta feliz de Gokudera.
Bueno, elefantes militares era algo posible con el circulo de invocación generado por magia fantasmal y magia de duendes… suponía.
- ¿Y los demás? – No los veía en ningún lado, y no estaba contando en montón de ojos mirando desde los escombros con miedo.
- El idiota del béisbol está hablando con el jefe. – Señalo a uno de los elefantes, quien parecía estar escuchando atentamente a alguien. – Los niños están con él. No hay nada de lo que tenga que preocuparse Tsuna-sama.
Aparentemente, el hecho de haber destruido una gran parte del banco mágico y del callejón Diagon (y más allá de eso) no contaba como algo de lo que debería preocuparse según Gokudera. Bueno, no era su problema, suponía. Nadie había invertido en proteger mejor sus negocios, casas, y demás.
- Keshi-nii… - Llamo, arrastrado a Gokudera de un brazo, Harry siguiéndolo fielmente mientras miraba a los elefantes con admiración.
Los elefantes, por su parte, solo levantaban la trompa a sus frentes, tal como un saludo militar, cuando pasaban cerca de ellos. A quien de ellos mostraban tal respeto era algo que Tsuna no se preguntó en el momento, el solo quería irse a casa a dormir.
- ¡Tsu-chan! – Detrás del beisbolista, Fuuta estaba haciendo algo con su libro, Draco aún estaba desmayado. Nada fuera de lo esperado. – Te presento a Krauzer, es un buen chico, muy amable. – El elefante en cuestión, saludo como cualquier buen militar.
-… Puedo verlo. – No, la verdad no podía hacerlo porque no quería ver nada más que lo necesario, ¿acaso nadie entendía el punto de que solo tenía 3 horas de sueño o qué? – Bueno, terminamos por todo lo que se, así que ya podemos irnos… - E ir a dormir en su preciada, cómoda, cálida, tierna, y fiel cama.
- Ma Ma, ¿y qué haremos con nuestros nuevos amigos? – Takeshi sudo frio ante la mirada que estaba recibiendo. – Y tu abuelito sigue siendo una paleta de helado… - Pero estaba plenamente consciente de lo que pasaba, podían ver sus ojos moverse y el cambio sutil de expresión no ayudaba.
- Abuelito puede arreglárselas solo. – Si Giotto hubiera podido, se hubiera echado a llorar allí mismo debido a la forma en la que su querido nieto lo "ayudo" en ese momento. Lo siguiente no hizo las cosas mejor para el fantasma: - Alguno de las nuevas mascotas podrían llevarlo con nosotros.
- Tsuna-nii, ¿no sería más fácil si lo descongelas simplemente? – Con todo lo que había visto hasta ahora, estaba casi totalmente seguro que el vampiro podía descongelar a su abuelo fantasma de alguna forma.
- Yo no fui el tarado que se metió en una pelea ya perdida en modo pacifista e hizo una invocación de solo Dios sabe qué. – Miro a Harry con una cara de pocos amigos al explicar: - Podrían haber salido dragones, zombis, tortugas gigantes con poderes de tierra, esqueletos parlantes, e incluso quizás una especie de godzila, o quizás incluso algo peor. – Una pausa para un buen merecido bostezo. - ¿No crees que se merece el castigo por idiota?, sea mi abuelo o no igual no cambia lo estúpido que hizo.
Realmente nadie tenía palabras ante lo dicho, las mentes estaban a mil por hora imaginando todos los escenarios descritos y los peores escenarios también, incluyendo el apocalipsis. El único de todos aquellos que fueron capaces de oír lo que Tsuna había dicho que podía hablar era:
- Ma Ma, no pasó nada malo y es tu abuelo. – Takeshi siguió sonriendo, ignorando todas las miradas que estaba recibiendo. Tsuna solo parecía algo irritado ahora. – Dudo mucho que él sabía que esto podía pasar, y el solo quería ayudar. No lo volverá hacer. – En especial si su nieto lo iba a dejar así, como una paleta de helado muy bien preservada.
Una hora más tarde, los chicos caminaban rumbo a la salida, seguidos de elefantes con bombas que intimidaban a todo aquel que quisiera pelear por sus casas, tiendas, objetos valiosos destruidos y la muy mala experiencia que habían pasado ese día en tan pocos minutos. Nadie quería una repetición de lo que había ocurrido antes, ni en sus peores pesadillas querían verlo.
- Cielos, ¿quién diría que un lugar como este podía ser tan pacifico Tsuna-sama? – Comento Gokudera, sonriendo de oreja a oreja, ya que no solo había cumplido con lo que su jefe había pedido, sino que de combo pudo mandar al infierno a unas cuantas personas sin sentirse mal por ello ni ocasionar problemas para nadie (es decir: Tsuna-sama).
Por supuesto, Gokudera no tenía ni la menor idea de que la gente le tenía más miedo a el que a todos los demás presentes, de quienes solo Tsuna no parecía importarle en lo más mínimo. Más bien, se creía que todos eran los sirvientes y/o secuaces del bombardero, y que se estaban llevando a Draco Malfoy para pedir un gran rescate…
- ¡Deténgase allí o nos veremos obligados a detenerlos! – La gente que lo oyó, suspiro aliviada, ¡finalmente habían llegado los Aurores!
- Sigan caminando. – Ordeno Tsuna sin siquiera mirar, pensando en su hermosa cama.
- ¡A su orden Tsuna-sama!
- Ma Ma, Tsu-chan… - Oh cielos, esto no iba a terminar bien.
Takeshi no era el único pensado en eso, quizás solo Hayato estaba de lo más tranquilo y sin sospechar que Tsuna posiblemente mandaría todo al infierno de un momento a otro si su cara de "solo quiero ir a mi preciosa cama, ¿qué parte no entienden?" decía algo. Sin embargo, para horror del grupo menos Hayato y obviamente el mismo Tsuna, los Aurores no parecían compartir su opinión ni parecer captar todas las indirectas de no meterse con el grupo, lo cual incluía elefantes apuntándolos con las bombas.
- ¡Deténgase!, ¡última advertencia! – Nadie se detuvo, Tsuna porque estaba haciendo de que no estaban allí… Y el resto temía mas a Tsuna que a cualquier otro ser que hubieran conocido en toda su existencia hasta los momentos. - ¡Petri-
- Esta bien, de acuerdo, excelente… - Tsuna se giró lentamente con una cara tan sombría y molesta que los Aurores hicieron una doble toma. – Seré extremadamente simple caballeros: solo tengo 3 horas de sueño y quiero ir a mi cama y olvidarme de todas las estupideces que he visto hoy. – Diciendo esto, Tsuna se arremango las mangas. – Por lo tanto, si tienen algún aprecio por sus lamentables vidas, darán media vuelta y harán e cuenta nunca habernos visto, en caso contrario… - ¿Esas eran garras? – les sacare la columna por la garganta y utilizare su sangre como pintura en todo este lugar, ¿he sido claro?
Una media hora más tarde, un grupo chispeado en sangre y un Tsuna incluso más molesto llegaron a su objetivo previsto.
- Natsu~
Ante el llamado de su amo, el cachorro dejo de enseñarles los dientes a todos y volvió a su forma original, la cual era 10 veces más pequeña y quizás incluso mil veces más amigable y encantadora, haciendo que todos los pasajeros y el conductor del bus sintieran sus almas volver a sus cuerpos, así como el miedo a morir de una forma cruel, horrible y sumamente dolorosa se fueran. Natsu, ignorando a sus "victimas", sonrió y corrió directo a Tsuna, saltando a sus brazos.
- Gao Gao! – Restregó su cara en contra de la de Tsuna, haciendo que su amo se relajara un poco.
- Veo que cumpliste tu misión sin ningún percance. – Era sorprendente, pues había estimado al menos 5 casualidades.
Dejar y pedirle a un demonio que se asegurara que nadie saliera o entrara de un lugar era algo un tanto desastroso, porque nadie se quedaba quieto ante el terror que generaban estos seres. No obstante, ahora que veía a la gente, seguramente no hubo ningún alboroto porque el terror los dejo pegados en sus asientos… incluso seguían temblando y parecían que sus ojos iban a salirse de sus orbitas.
- Muy bien viejito, volvamos a casa. – Dicho esto, Tsuna se sentó en unas de las camas con Natsu en sus manos, mientras que el resto tomaban sus lugares respectivos. – Ustedes ya saben que hacer, los dejo a cargo. – Los elefantes saludaron, dieron media vuelta, y comenzaron a marchar en dirección a donde vinieron.
Si el hecho de tener al demonio que los había atormentado por largas horas sin dejarlos siquiera moverse no fuera suficiente como para atemorizar a todos, el hecho de ver a este grupo para nada preocupado y chispeados en sangre y en fluidos de extraña procedencia sin duda alguna ayudo a que nadie dijera nada ni hubiera protestas acerca de la próxima parada del bus mágico.
- Gao~ - El león le guiño el ojo a Harry, quien solo podía sonreírle tímidamente y malcriarlo también con Tsuna.
