Feliz Navidad y Feliz Año Nuevo! Espero que la estén pasando bien :) Por problemas de Internet no pude dejarles el capitulo de Navidad el día de Navidad T_T
Nada de Katekyo Hitman Reborn me pertenece, solo la historia y uno que otro agregado que aparece más adelante en la historia.
Magic's Games
Capítulo 7
La luna llena resplandecía en lo alto del oscuro cielo, alumbrando con su brillo el lugar, dejando ver bajo su luz las ondas del agua, el contorno de los árboles, breves imágenes de los animales correteando o volando por el lugar, así como la hermosa figura justo delante de él, quien le sonreía de una forma que podía hacerle derretir el corazón a cualquiera.
-… la mejor cita de mi vida, Sora-koi…
- Pensé que te gustaría… - Sora miro a otro lado, avergonzado.
Había terminado preguntándole a todo el mundo, no era bueno para estas cosas románticas, y no quería algo muy común como su primera cita. Termino por hacerle caso al tipo que casi destruye por completo su lugar de trabajo: un picnic bajo la luz de la luna, en una de las partes más iluminadas y aisladas del parque para que nadie los interrumpiera. Hasta los momentos, todo había sido perfecto las ultimas 2 horas.
- Sora-koi…
- ¿Uh?, ¿Liz-chan? - ¿Por qué se le estaba acercando tanto?
- Sora-koi-
Esta noche es para amar~
Chica y chico quedaron de piedra ante la introducción de la música. Sin embargo, solo ellos dos quedaron de piedra, a pocos milímetros de besarse, porque la música no se detuvo:
Todo listo esta~
En todo caso, la música solo se hizo más fuerte.
Y las estrellas resplandecerán, romance irradiarán ~
Mentira no era: las estrellas y la luna resplandecían con su hermoso brillo, haciendo la que la ocasión fuera mágica en más de un sentido.
Esta noche es para amar~
Claro que eso no incluía la música, en nada.
Quiero compartir~
-… Voy a matarlos… - Siseo la chica, finalmente dejando de ser una perfecta estatua, y muy cerca de botar humo por las orejas.
Y el destino nos trajo hasta aquí para revivir~
-… Así que… - Esto no haría las cosas mejor, en nada, pero tenía que comentarlo: - ¿Soy Simba y tu Nala?
"Nala" solo le dio una mirada de muerte a "Simba", indicándole que, si no la ayudaba a buscar al culpable, iba a sufrir en su lugar…
- Feliz final descrito esta, que mala situación… - Esa voz era muy conocida para los dos, y el sonido de llanto fingido solo hacia las cosas peor.
- Su libertad paso a la historia… - Oh si, estaban muertos, muy muertos.
- ¡Voy a matarte Riku! - ¿Quién demonios le dijo?, ¡por este tipo de cosas era que nunca le decía nada a su mejor amigo!
- Tomado esta el león~ - Terminaron a coro los dos culpables según la pareja.
- ¡Solo espera a que te ponga las manos encima Sasuke! – Otro más que iba a morir de forma prematura.
- Bueno, fue un gusto en conocerte… - Se dijeron ambos culpables antes de correr en direcciones opuestas, siendo perseguidos por sus respectivos… "amigos".
El verdadero culpable de todo solo salto desde la rama de un árbol, cayendo perfectamente en la tela del picnic, y se sentó cómodamente a disfrutar de los aperitivos. Esto incluía un pie de manzana, emparedados, gelatina mágica, algunas frutas, jugo, y otros dulces de los cuales no sabía su nombre. Bueno, no era su culpa que prefirieran perseguir a esos dos que a disfrutar de tal hermosa, exquisita, y sabrosa comida…
-… De verdad voy a venir matándolo… - Se quejó un cansado, sudado, y de ánimo de horrores Sora. – No sé cómo rayos se enteró, pero sé que él tuvo que ser el genio detrás de… - Sora se apagó, y se detuvo también, al ver a una figura muy conocida mordiendo con gusto uno de sus emparedados especiales… - Tú fuiste el culpable, ¿no jefe?
Se sentía estúpido ahora. La otra vez también había sido este chiquillo, con la otra música y todo… pero igual iba a matar a Riku, ¡tenía que desquitárselas con alguien y con su jefe no podía ni queriendo!
- Se supone que haría más romántico el momento. – Fue la respuesta tranquila del vampiro, quien ya había dejado la cesta vacía por lo que podía verse. – No es mi culpa que a ustedes les pareciera más romántico tratar de matar a los ayudantes. – Era una buena cosa que no les había confiado el equipo a esos dos…
-… Jefe, créame de todo corazón que eso no fue romántico. – Más bien había matado cualquier romance que hubiera habido. – Y te has comido todo… - Solo quedaban los utensilios… vaya velada era esta…
- Se los compensare. – Desestimo el vampiro como si nada pasara. - ¿Y tu alma gemela?
- Ni idea. – Sora se encogió de hombros, sentándose al lado del vampiro, echándose aire. – Cielos, hace calor…
- Tú fuiste el tarado que se puso a perseguir a alguien en plena oscuridad, a esta hora, y con este clima… - No había tanto calor, pero si te ibas a poner a correr… - Mas bien no tuviste ningún accidente.
-… Ah. – Pues, a decir verdad, ni siquiera había pensado en eso.
- Que se apuren, porque tengo hambre. – Se quejó Tsuna al no ver mucho movimiento en los alrededores.
- Te acabas de comer una cesta entera… - ¿Cómo alguien tan pequeño podía comer tanto?, ¿cómo?
Tsuna estaba a punto de contestar eso, pero alguien más lo corto:
-… cuando llegue a casa si no se salvara, estará castigado por todo un-¿Tsu-chan?
Liz solo podía mirar, sin saber que pensar o que decir, al pequeño chico saludándola con una mano como si no pasara nada fuera de lo normal.
- Un pajarito me dijo que tendrían una velada especial, así que decidí hacérselas más especial. – Explico el chico, ignorando totalmente como ambos adultos querían matar a ese "pajarito". – Bueno, aquí esta, espero que lo disfruten.
-… Tsu-chan, eso es un pedazo de papel. – Si eso hacia las cosas… "especial", no quería saber que sería lo contrario.
- Si, es un pedazo de papel que no sirve para nada. – Confirmo el chico como si no hubiera dicho nada fuera de lo normal. – Lo importante es lo que tiene escrito el inservible pedazo de papel.
-…
- Solo ábrelo y léelo, no pase días rastreando este pedazo de papel inútil para que ni siquiera lo tomes. – Ante tal comentario, ¿quién no lo complace? – Gracias, ahora si me disculpan iré a buscar algo de cenar.
Y antes de que alguno de los dos pudiera abrir la boca para decir algo, ya no había nadie y estaban los dos solos en el lugar. Sin comida, y con básicamente la velada arruinada y solo un trozo de papel…
- No pierdes nada con abrirlo, Liz-chan. – Además, mejor lo abrían para no hacer enojar a su jefe y que algo les pasara más tarde…
Encogiéndose de hombros, la chica asintió y abrió el trozo de papel… Pasaron muchos segundos en silencio, en total silencio, y de repente:
- ¡KKKYYYYYYYYYAAAAAAAAAAA!
- ¿QUE SUCEDE LIZ-CHAN? - ¿Qué podría hacer gritar a una-¡Blam!
Sora fue bañado en besos y abrazos en muy poco tiempo como para ser procesado, así que no fue ninguna sorpresa que no procesara lo que su novia tenía que informarle:
- ¡Soy millonaria Sora-koi!, ¡millonaria! – Esto fue seguido por otro gran grito de emoción.
La verdad, Liz estaba tan feliz que no se molestó con tener que repetirle esa información a su novio más de tres veces. Tampoco se molestó cuando su novio insistió en revisar el trozo de papel, solo para asegurarse de que no era una broma… y el resultado era:
- Es legal… totalmente legal… - ¿De dónde había sacado su jefe algo como esto? -… Esto explica el noticiero de hace unos días… - Murmuro para sí, regresando el trozo de papel a su dueña.
- Ahhh, esto si es vida… - Un hombre de mediana edad dijo con un gran alivio, dejándose caer en su confortable cama de agua, bebiendo de una botella de vino fino.
A su lado estaba una cesta llena de uvas frescas, de varios colores, junto con los controles remotos del aire acondicionado, del televisor, del equipo de sonido, del reproductor de DVD, y otros aparatos más. En ese momento, era un momento perfecto para llamar a sus novias y tener una gran noche como ninguna otra-
- Oya, oya, ¿es este?
El señor se sobresaltó, mirando a todos lados hasta encontrarse con lo que tenía que ser un chico con una corona de plata, pelo rubio que tapaba los ojos, y una gran sonrisa sádica que cubra gran parte de su rostro. El chico estaba jugando con un solitario cuchillo de plata entre sus dedos, sentando justo en una de sus almohadas especiales, mirando en su dirección como quien acecha a una presa.
-… ¿Quién demonios eres tú? – Necesitaba llamar a seguridad, solo tenía que presionar-
- Yo si fuera tu no haría eso, shishishishi… - El cuchillo se dividió en dos.
La risa no ayudaba en nada a calmar los nervios de nadie, el señor ya tenía la piel de gallina.
- Sip, es el. – Esta voz salió justo arriba de él.
Con la piel perdiendo color rápidamente, el señor miro lentamente hacia arriba para toparse con una linda carita… era de una niña, una niña linda muy linda. No tendría miedo sino fuera porque estaba de cabeza, mirándolo, y porque podía verle unos cuernos… y unas alas gigantes…
-… ¿Eres… eres el diablo…? – Si la respuesta era un sí, entonces el demonio era una criatura realmente linda, y era una dama. Aun así, eso no quitaba que diera miedo, no con esos cuernos, esas alas, esos colmillos, esas garras… y esa mirada que parecía estarle perforando el alma.
- No, Satanás está durmiendo en este momento, necesita su descanso para poder morder hasta la muerte a las pobres almas de la escuela. – Esto fue dicho como si se estuviera explicando algo de un libro. – Aunque no tengo duda de que él no tendría problemas en recibirte y morderte hasta la muerte…
- Shishishi, ah, pero eso no sería muy divertido que digamos para nosotros… - Hablo el otro chico, su sonrisa aún más grande si eso era posible. ¿Y de dónde habían salido esa cantidad de cuchillos?, ¿y cómo estaban flotando?
- Cierto, cierto… - La niña asintió varias veces, dándole la razón a su acompañante. – Veras, estamos aquí por un simple papel de herencia, ¿no sé si se recuerda que tiene dos hijos…? – La sonrisa de la niña era mete miedo, muy mete miedo.
- ¿H-Hijos? - ¿Qué hijos? – Lo siento, debe estar equivocado-
- Oya, oya, parece que alguien de verdad quiere morir… - Los cuchillos se movieron no tan sutilmente en su dirección. - ¿Ya podemos destriparlo Tsu-chan?
En ese momento, el señor se dio cuenta con sumo horror que de allí no saldría vivo, sin importar lo que dijera o hiciera: la sonrisa de la niña se había agrandado.
-… Quien diría que el jefe de la compañía de cerveza más grande del estado fuera tu padre, Liz-chan. – Comento Sora, recordando lo que había dicho el noticiero. – Esto significa que tú y Sasuke han heredado su fábrica y todos sus bienes, ya que no tiene más descendientes, ni esposa, y tienen privilegios sobre los demás familiares… - Sora diría más que habían sido… meticulosamente excluidos del testamento.
En otro lugar:
- Albus, por favor, te lo suplico, necesito un nuevo lugar para vivir y para mi negocio…
- Y uno, y dos, y tres, y cuatro, ¡deja de perecear holgazán!, ¿cómo esperas volverte un hombre fuerte y digno si lo único que haces es esconderte y llorar como una nena?
-… Veré que puedo hacer, Olivander. – Albus se las arregló para decir con dificultad. – Por los momentos, ¿no te molestaría quedarte en Hogwarts-
- ¡Sí!, ¡sí! – Si no estuvieran hablando vía espejo, Olivander se hubiera lanzado sobre el otro en desesperación. – Por favor, ya no puedo con esto-
- Nena, debilucho, que vergüenza para la humanidad. – El zombi azulado, alzando pesas y al mismo tiempo esquivando un montón de armas punzantes como entrenamiento en el fondo se quejó, molesto de que su aprendiz ni siquiera tuviera el valor de unirse a su calentamiento. – A este paso seremos invadidos por seres malignos gracias a la debilidad que presenta esta raza, si este espécimen tiene algo que decir es que estamos condenados… - Se lamentó, deteniendo un shuriken con dos dedos y lanzándolo a un lado como si solo fuera una mera molestia.
Dumbledore temía preguntarle a Olivander como fue que termino con… lo que sea que fuera eso en su tienda, y aun mejor: de donde habían salida esas pesas gigantes y la maquina lanza armas blancas de toda clase y tamaño. Nunca había visto nada igual, de verdad que no.
-… ¿Has podido reparar-
- ¡No Albus!, ¡no! – Desesperación era lo único que tenía el pobre anciano. Ese zombi no lo había dejado en paz en días, no desde que lo descubrió practicando tiro al blanco usando sus pobres varitas que había hecho con tanto amor y esfuerzo. – Ese niño lo destruyo de forma irreparable, ¡lo rompió en pedacitos en mi cara!, ¡en mi cara!
Nadie, de verdad nadie nunca en su vida había tenía la osadía de hacer tal cosa en su cara. Era un niño, no sabía mejor seguramente, sus padres nunca le hablaron de que no se debía de hacer tal cosa o algo… ¡pero dolía en alma!, pasaba horas de horas en cada varita, para hacerlas a la perfección…
-… Enviare al profesor Snape a recogerlo dentro de una hora, Olivander. – Prometió, sintiéndose mal al ver tan mal al vendedor de varitas.
Luego de eso corto la conexión, y el lugar quedo en un silencio tenso…
-… Minerva, aun no sé qué pensar de que Harry Potter, y aparentemente Draco Malfoy, estén bajo el mando de un niño aún más pequeño que ellos-
- ¿Se le ha ocurrido pensar en que tal vez sea un glamur o alguna criatura mágica Albus? – Ella también no sabía que pensar. – Lo único que es seguro es que es un psicópata y tiene dos niños inocentes como rehenes-
- ¿Rehenes de que Minerva? – Corto el Director, cansado y agotado. – Obviamente no nosotros, no del mundo mágico, ni siquiera nos considera una amenaza…
Silencio sumamente pesado. Si por la forma en la que había entrado al Callejón Diagon, y de cómo había procedido desde allí hasta su ida, con unos muggles y con Harry Potter a su lado, pues… si, no los consideraba más que una molestia, si tomaban en cuenta como verdad el rumor de que había hecho pedacitos sangrientos al grupo de aurores enviados a detenerlo.
-… Por lo que dijo Olivander, el niño está cuidando de Harry, Minerva.
-… Si de verdad es así, Albus… - Esto fue dicho con duda. – Me temo que sus métodos dejan mucho que desear, no sabemos nada de él, ni siquiera estamos seguros de que él sea el secuestrador y no simplemente un sirviente o algo…
-… El tiempo nos lo dirá. – Porque no podían hacer nada de nada, ni siquiera podían rastrear a Harry, ni con hechizos ni artefactos mágicos…
En una morgue muy lejos de allí:
-… Me pregunto que habrá hecho este desgraciado… - Dijo un chico, un joven aprendiz de medicina. – Hasta le sacaron las uñas… - Comento, revisando las manos.
- Sea lo que sea, sin duda recibió tortura. – Le habían sacado las uñas una a una, entre otras cosas que eran mejor no ser mencionadas…
- El asesino misterioso debería dejar una nota con todos los crímenes o algo, ayudaría mucho, ¿sabes?
- Pues díselo a él, o ella, si lo encuentras. – Ni por el carajo querría encontrarse con esa criatura, valoraba su vida muchas gracias.
