Nada de Katekyo Hitman Reborn o Harry Potter me pertenece, solo la historia y uno que otro agregado que aparecerán más adelante en la historia.
Magic's Games
Capítulo 14
-… podrías no volver. – Culmino uno de los grandes sabios reunidos. - ¿Estás seguro de querer tomar el riesgo? – La tan temida pregunta.
Miro de nuevo al gran y ominoso portal. Había tomado mucho tiempo, mucha exploración, y muchos tratos arreglarlo. Conseguir las piezas necesarias fue una sola pesadilla. Conseguir quien medio supiera como arreglar el aparato fue un suplicio. No muchos sabían cómo funcionaban estas cosas, solo los creadores originales.
Fue solo una mera casualidad haber conseguido este lugar, en sus travesías para buscar una solución…
- Muy bien, si estás seguro… - Nadie tenía idea de a donde llevaría este portal.
Al menos sabría a dónde demonios termino esta gente que había sido tan inteligente como para hacer todo esto hace tanto y desaparecer de la faz de la tierra.
Luego de tanto trabajo no usarlo era para arrancarse la cabeza. No hubiera pasado por todos estos problemas y hubiera dejado todo así.
- Buena suerte, héroe. – Esa fue su despedida, junto con inclinaciones de cabeza, antes de que tocara la luz que provenía del gran portal.
Avanzando a paso lento, pero decidido, ignoro las leves corrientes eléctricas y siguió, cegándose con energía y luz.
En medio de Japón, en medio de una muchedumbre, una especie de luz comenzó a formarse, haciendo a la gente apartarse rápidamente de algo que no tenía sentido. En segundos, una luz cegadora apareció, haciendo que muchos se taparan los ojos o maldijeran haber quedado ciegos momentáneamente.
- ¿Y ese quien es…? – Y había aparecido de la nada también. - ¿Disculpe?, ¿señor?, ¿se encuentra bien?
La persona, o criatura, no respondió con mas que gruñidos y apuntando con una espada medieval que tenía gran filo, y que parecía estar manchada de sangre y otras cosas extrañas. Con una armadura enorme, de lo que se veían como duros y enormes huesos, y una espada, parecía un caballero de la antigüedad. Tomando en cuenta que su casco parecía la cabeza de un dragón y que partes de su armadura tenían tales decoraciones, parecía un caza dragones.
Un hombre de casi dos metros, gigante, con una gran barba y tez blanca, sucio y con una gran pinta de ser un hombre rudo, eso era lo que había aparecido sin explicación alguna en medio de tiendas y una multitud.
Mas gruñidos y un caballero medieval se dio cuenta de que estaba rodeado de gente, en cantidad. Ojos saltones miraron en cada rincón, sin en verdad entrar en pánico, bajando la espada con lentitud.
Un vendedor de carne casi salta ante el hombre que se acercó con pasos seguros y arrojo un saco que cargaba en su espalda, sacando extrañas cosas y señalando dichas cosas y luego a su carne. Una y otra vez.
- Uh, ¿supongo que quiere esto... – El vendedor se vio sin nada en manos en un pestañeo. – para comer aquí…? – Tarde, el señor ya se lo estaba comiendo. Sin muchos modales que digamos.
No fue el único vendedor o persona que se vio con la problemática de un hombre enorme, con más que una espada, tomando y/o pidiendo cosas, buscando hacer un intercambio como forma de pago. Flechas, arcos, espadas, hachas, extraños frascos con líquidos extraños, pieles, huesos, armaduras, materiales raros…
Claro que, al momento en el que saco monedas de oro no tuvo más problemas con las negociaciones. Nadie estaba seguro de donde saco tal cosa, o de donde sacaba todo eso porque el saco no era tan grande (una mochila escolar era un poco más grande), pero nadie se atrevía a robarle o a indagar demasiado.
Primero, el hombre no parecía hablar o entenderles. Segundo, el pobre idiota que se acercó demasiado casi termina sin un brazo en menos de un pestañeo. El hombre tenía un arco y era veloz. No sabían si tenía buena puntería, pero con tal cuerpo (que solo verlo de frente intimidaba a cualquiera con sorprendente facilidad), solo un tonto se arriesgaría en robarle. Al menos en el sentido de llegarle y tomar lo que no era suyo y en salir corriendo.
En otro lugar…
- Presidente, tenemos un problema. – Y tan bien que había ido la mañana, para variar.
- Por favor dime que es solo otro problema criminal… - El Presidente dejo su té aun lado, subiendo la vista de su computadora.
- Me temo que no, señor. – El hombre, uno de los más fieles oficiales de inteligencia que tenía el Presidente, siguió con voz solemne: - Me temo que lo que temíamos desde hace siglos se ha cumplido. – El Presidente de la nación solo tuvo tiempo de enderezarse por completo en su silla antes de la confirmación de una de sus pesadillas: - Hace unos minutos se reportó la aparición de un nórdico, por su vestimenta atribuimos que debe ser de las tierras nevadas que cuentan las leyendas. – Culmino el hombre, entregándole una carpeta con las imágenes que comprobaban sus palabras.
- Dios… - Los que sus ancestros les habían advertido y contado a todos no eran más que mitos para muchos, pero con esto era más que obvio que era real. - ¿Que ha hecho Matsumoto?, ¿no ha herido a civiles?
Porque detener a uno de estos seres seria problemático, necesitarían más que policías. Si esa armadura estaba hecha de huesos de dragón reales, ese hombre solo podría ser detenido a punta de balas… si acaso, porque dudaba que una bala cualquiera podría atravesar esa cosa.
- No, no ha habido percances. – Eso… eso era un alivio. – Ha estado… "negociando" desde que llego aquí. No quiere pelear, solo amenaza con atacar si se acercan demasiado o si no le gusta algo. – Bien, eso era bueno. Muy bueno. – Más bien, si se me permite decirlo, si todo sigue así obtendremos mucho beneficio económico. Tiene oro y está negociando con eso. Y armamento también.
De repente todo este problema no se veía tan malo. Oro. Y no era tan violento como su apariencia sugería. Tal vez…
- ¿Habla? – Si era uno solo podían absorberlo. La milicia no diría que no a alguien con estas pintas, estaba seguro.
- No, usa gestos mayormente. Y gruñidos. – Lo último fue dicho a última hora, como un pensamiento fugaz. – No creo que podamos convencerlo de nada por los momentos, está preguntando por…
El color de su rostro volvió a irse ante la imagen mal hecha de un dragón de ojos rojos que parecía una muy mala copia de una de las cartas de Yugioh.
- Manténgalo vigilado, y manténgame al tanto. – Por si las dudas: - Estas a cargo de la operación Matsumoto. – Necesitaba un chocolate, un dulce, tenía un horrible dolor de cabeza justo ahora…
- Entendido, Presidente. – Una gran inclinación y se vio solo otra vez en su oficina.
Tenía a un caza dragones en su nación. Y luego decían que exageraba con las medidas de seguridad que empleaba. ¿Quién rayos iba a creerle esto?, ¿quién?
Primero tenia a un asesino misterioso que servía mas como una bendición disfrazada, ya que solo sacaba a la mala gente y no tenían que darle ni medio. Luego tenia monstruos que casi nadie podía ver y los que los combatían. Claro, todo el mundo tenia eso, todos los países, todas las naciones… Aparentemente solo Japón no se hacia la vista gorda en esas cosas. Ahora tenía a un caza dragones de solo Dios sabe dónde.
Y los extraterrestres, ¿cómo podía olvidarse de los extraterrestres?, aunque no estaba seguro de que tan cierto fuera esto. El asesino misterioso podía ser uno y era lo único que en verdad lo hacía dudar, sino creería que no tenía ese problema en particular y solo era Estados Unidos y su área 51…
¿Quién demonios dijo que ser Presidente era una tarea fácil?, ni siquiera estaba contando los temas de la comunidad mágica o la sobrenatural. A veces desearía ser solo un civil y no saber nada de nada. Le ahorraría muchos dolores de cabeza.
En otro lugar…
- Al fin paz y tranquilidad… - Un chico con peinado de piña murmuro para sí, sonriendo con gran alivio y felicidad.
- No te alegres mucho, de seguro vuelven temprano para la merienda. – Esto claro, fue Chrome, arruinándole su momento de paz.
Si, por supuesto que Mukuro lo sabía. En cualquier momento alguien volvería y lo llamaría Pedobear o alguna otra cosa degradante. Eso no lo detenía de celebrar que por fin estaba libre de esa gente. Y podía comer tanta torta como quisiera.
Sabiamente, y gracias a mucha práctica, ignoro a los pajaritos que estaban en distintas partes de la casa, desapareciendo todo lo metálico que podían encontrar. Tenía uno justo en la estantería, comiéndose unas monedas y medio lápiz.
Su dueño los consentía demasiado, ¿qué se le podía hacer?, no importa cuánto se le dijera Tsunayoshi no cambiaba. Además, los condenados pájaros asustaban a cualquier idiota que medio se asomara. ¿Y cómo no iba a asustarse?, los condenados comían metal. Metal, madera, creía que hasta vidrio…
Carne era cualquier cosa luego de eso. Y ellos eran carne. Bueno, tomando en cuenta que ahora también había un demonio en forma de un lindo y adorable cachorro de león…
- ¿Quién será el loco que visita? – Se preguntó para sí mismo, sin molestarse en levantarse o dejar de comer torta. Se lo merecía, había pasado casi toda la mañana en la cocina.
Nadie usaba la puerta, o tenían llave o tenían otra forma de pasar. Nadie tocaba la puerta. Entraban por la ventana, aparecían en medio de la habitación, violaban la cerradura con un gancho de pelo o solo Dios sabe que, caían del techo…
Lo que quedaba de su torta junto con el tenedor cayó al suelo ante el Vikingo que vio entrar. Maldijo su suerte internamente, preguntándose si el vampiro había adoptado a este monstruo. Lo más seguro. Era como mirar a una montaña. Jamás había visto a alguien tan grande, sin contar a los obesos que apenas podían caminar, e intimidante. Esa hacha de una mano que tenía justo en su espalda hacia más que intimidar, con toda honestidad.
Era puro musculo, por así decirlo. Musculo y armadura. Y tremenda barba tenia. No era japonés, mucho menos del país. O de la época.
- Chrome-chan, querida, ¿qué desea el caballero…? – Lo que en verdad quería preguntar era porque había dejado entrar a tal cosa y más aún como estaba tan tranquila.
El hombre tenía como tres cabezas más que ella. No es como si no pudiera derribar la puerta de solo una patada, pero aun así… Un abrazo de ese monstruo debía de equivaler a una muerte segura.
- Quiere ver a Mushu. – Chrome le respondió tranquilamente, mostrándole un dibujo horrendo de lo que parecía ser un dragón de ojos rojos.
- Tsunayoshi no va a estar feliz. – Le recordó, a sabiendas de como podía ser el vampiro. – No sabía que Mushu tenía amigos. – Esto fue ironía, porque más que un amigo…
Oh. Tsunayoshi definitivamente no iba a estar feliz. Un caza dragones buscando a Mushu… no, simplemente no. Alguien tocaba a Mushu y rodarían cabezas.
No sabía que podría hacer Tsu-chan ante un monstruo como este, pero no dudaba que igual terminaría en un lio sangriento que no tenía ganas de limpiar. La sangre no era fácil de limpiar. Y sacar cuerpos mutilados, destripados y mas no estaba en sus funciones.
- Pensé que podrías comunicarle que tiene que hablar con Tsu-chan primero. – Arqueo una ceja ante esto, y la chica aclaro mientras le señalaba una silla al hombre y le servía un poco de té. – No parece entender lo que digo.
Y no lo quería merodeando afuera con el peligro de que derribara algo o los atacara. Bueno, pensó mirando al hombre que podía matarlos con solo un abrazo, era mejor que nada.
Con el Presidente de Japón…
- Dime que estas de broma. – Suplico, el Presidente suplico.
- Me temo que no. – La dama no tuvo reparo en repetirle: - Hay un dragón bajo el nombre de Mushu en esa casa.
El Presidente se llevó las manos a la cara y suspiro profundamente, buscando calmarse. Cuando medio lo logro, pidió:
- Que alguien me diga cómo no se sabía nada de ese dragón… - Incluso si era del tamaño de su mano, un lagarto volador escupe fuego no debería de ser capaz de escaparse del radar de la inteligencia nacional.
Nadie le respondió. Solo Dios sabe desde cuando ese dragón estaba allí… Como si un caza dragones de solo Dios sabe que dimensión no fuera suficiente por el día de hoy…
Cuando Tsuna finalmente apareció en su "casa", estaba con Takeshi y era solo para dar una vuelta. A insistencia de Takeshi. El vampiro solo quería seguir durmiendo, y la cama de Takeshi era la mejor opción para él. No estaba solo, y el viejo era divertido y le daría sushi. Y podría jugar con Takeshi por largo rato después.
Podría decirse que el vampiro estaba de malhumor porque lo hicieron levantar solo para una visita corta. No hace falta decir que hizo una doble toma al aparecer en medio de la sala con Takeshi para encontrarse con un gigante extraño jugando cartas con Mukuro, mientras que Chrome cocinaba algo.
- ¿Piña-chan? – Y creyó que un hombre lobo era gigante. - ¿Quién es este…? - ¿Esos eran huesos?, ¡genial!
- Ni idea. – Ninguno dejo de jugar cartas. – Quiere ver a Mushu y no habla nuestro idioma.
- ¿A Mushu? – Ladeo la cabeza, aun admirando la armadura de huesos. – No sabía que Mushu tenía amigos… - Bueno, suponía que había una primera vez para todo. – Solo si deja las armas aquí. – Después de todo: - No quiero que Mushu se asuste y queme todo otra vez. – Ya era suficiente con los estornudos. Era una pequeña lagartija tontita. Una linda mascota.
Una de sus primeras mascotas si era honesto.
De esta forma fue que el hombre de otra dimensión se encontró guardando sus armas en su saco, cosa que no dejo atrás y no parecía ser un problema, y llevado escaleras abajo por un niño que, con toda la honestidad del hombre, era muy pequeño y tierno, pero no era humano.
Por las garras, ojos y colmillos, era bastante obvio que era un vampiro. Todo lo demás lo hacía hacer una doble toma y luego encogerse de hombros. Había visto muchas cosas raras en su vida, este ser al menos se veía y actuaba humano y no era civil. Los otros no le tenían miedo, y por lo que podía ver este niño los protegía. No iba a indagar demasiado en lo que no le concernía.
- Ah, corazón de oro, me preguntaba cuando vendrías a visitarme… - No hace falta decir que hizo una doble toma. Y no tanto por el hecho de que esta era la primera voz que podía entender desde que llego a estas extrañas tierras. - ¿Que trajiste esta vez? – Masculina, no humana, pero entendible. Y ansiosa, bien podría decir alegre.
Ojos rojos como la sangre dieron con él. Esos ojos rodaron y un dragón más grande de los que había matado hasta ahora se dejó caer sobre el oro, las joyas y todo tipo de objetos brillantes de todas formas y colores. Era la habitación con más tesoros y objetos brillantes de toda clase que hubiera visto en su vida, y en medio de todo eso había un dragón acostado de lo más cómodo en esa riqueza. Un dragón muy, muy temido.
- Dovakin, no es un placer verte. – Volviendo su vista al niño que, si no fuera por su asombro, hubiera detenido de acercarse y tomar al dragón de la cara como si se tratara de una mascota. – Hola a ti también, corazón de oro.
Palabras fueron dichas, un adolescente rasco algunas escamas y también le hablo al dragón. Nada paso, nada malo al menos. Era obvio que esos humanos no entendían ni pio de lo que le decían.
- ¿Qué diablos haces aquí? – El dragón miro a todo lo brillante como si eso fuera una respuesta y luego subió un poco la cabeza, haciendo que un niño terminara sobre ella. - ¿No era que destruirías el mundo y todo lo que existe y todo eso? – Y no estar en un lugar así, con…
- ¿Para qué me mate el dovakin? – Humo voló junto con una risa amarga. – No soy suicida, dovakin. No iba a quedarme en donde sabía que iba a morir… - Oyó sospechosamente algo en las líneas de "otra vez". – Terminé en estas tierras por accidente, y fui encontrado por el hermano mayor de este chico. – Casi como si le dijera idiota, explico: - Nos justa lo brillante, no le gusta estar solo, no tenía un mejor lugar a donde ir, así que aquí estoy. No voy a destruir nada, y te enfrentaras a más de uno si quieres matarme dovakin. – Casi en burla: - Corazón de oro logro someterme en una hora, ¿cuánto le tomara a un humano con alma de dragón?
- ¿Como? – Era un niño, y estaban hablando de un dragón súper fuerte y-
- Es muy rápido. – Lentamente, como si la admisión le doliera: - Quizás no pueda derrotarme gracias a mis escamas, pero tocarlo es casi imposible. – De paso: - Su hermano mayor es mil veces más peligroso, no digas que no te lo advertí dovakin.
Días más tarde, en otra dimensión, una figura salió de un portal.
- ¿Cómo le fue?, ¿necesita atención medica? – El dragonborn se sentó en los escalones cercanos al portal y se limitó a decir:
- Alduin está rodeado de lo que todo dragón desea. – Tesoro, objetos brillantes. Era un paraíso para cualquier dragón. – Es la mascota de un niño que lo consiente. – En pocas palabras: - No va a volver y no hará nada.
¿Qué dragón lo haría en tal situación?, estaba más que contento en donde estaba y no lo iba a dejar. Incluso si era una mascota, y sabia tal hecho.
No quería decir que el dragón le temía a otro ser que, según dicho dragón, lo haría trizas si algo le pasaba al niño que lo consideraba una mascota y lo consentía como si fuera de lo más normal tener un dragón de mascota.
No debía de ser tan difícil si el Destructor de Mundos se contentaba con un lugar lleno de cosas brillantes. Al menos ya tenía algo nuevo que hacer. Cualquier cosa solo mataba al dragón y seguía haciendo armaduras y armas, lo cual nunca estaba demás.
