Nada de Katekyo Hitman Reborn o Harry Potter me pertenece, solo la historia y uno que otro agregado que aparecerán más adelante en la historia.
Magic's Games
Capítulo 16
Mushu estaba teniendo un buen día. Había salido hoy, sin tener que preocuparse por sus tesoros porque si había algún idiota que medio pensara en tocar lo que no era suya, le iría muy mal. Si es que lograban pasar de la entrada, y ya con eso les iría muy mal.
En fin, no había estirado las alas en un largo tiempo y tampoco había incinerado a nadie. El pequeño vampiro era comprensivo, y podía seguirle el ritmo. No había muchos que pudieran decir tal cosa en el aire, así que…
- ¿Por favor Mushu? – Rodo los ojos y soplo fuego, provocando unas risas del vampiro que se quitó de en medio de las llamas en un pestañeo.
Mushu no podía evitar alzar las alas y sonreír con superioridad ante los renacuajos que lo miraban con miedo y admiración. Claro que esto, desgraciadamente, tenía que compartirlo con el vampiro que no se había molestado en fingir nada y lo creían un demonio. Mas lejos de eso no podía estar, si era sincero.
- ¿A dónde vas ahora? – No tenía idea de que estaba haciendo, pero incendiar cosas era increíble. Ahora recordaba porque solía hacerlo tanto en el pasado.
- ¡Se un buen chico y no dejes que nadie pase Mushu! – Rodo los ojos ante esto, pero asintió de todas formas, moviéndose y sentándose delante de la puerta.
Quien quisiera pasar tendría que moverlo, y mover a un ser de más de una tonelada no era una tarea para cualquiera. Sin mencionar que la magia no le afectaba, tenía grandes garras, un hocico mucho más peligroso y de largo alcance que un cocodrilo, una cola que servía de látigo y maso, y no olvidemos que tenía un lanzallamas incorporado y de paso podía usar magia. Ah, y sus escamas eran la armadura más fuerte que pudiera haber.
Qué bueno era ser un dragón, uno de los seres más increíbles que hubiera. Bueno, aún tenía un conjunto de cosas raras con libros que podía incendiar para pasar el tiempo…
- Disculpe… - ¿Hmmm? - ¿Es usted un dragón de verdad? – La única razón por la cual no respiro fuego en la sabandija era porque era una pequeña sabandija y no quería recibir un regaño por parte del vampiro.
Y también quería el banquete prometido. Hacía mucho que no comía hasta reventar.
- "¡Por supuesto que soy un dragón de verdad!" – Rugió, alzándose y extendiendo sus alas. Eso era lo primero que buscaban los demás, ¿no es así?, las alas.
Se irguió aún más ante la admiración que obtuvo de la pequeña sabandija. Temor y admiración, pero mayormente admiración. ¡Era el gran Alduin!, ¡el primer dragón en existencia!
- Wow… - Resoplo, una nube de humo cayendo en el humano, pero no lo removió.
Por más que quisiera el pequeño humano no podría hacerle nada. Lo más seguro era que cualquier hechizo que intentara usar rebotaría. Sería divertido de ver, sinceramente.
- Eres increíble… - ¡Claro que era increíble!, ¡era Alduin!, ¡el gran e inigualable Alduin! – Tus escalas deben ser más fuertes que el acero… - Si no tenía cuidado se cortaría. – Auch... – Tarde.
Los vampiros habían comentado más de una vez que sus escamas eran como una colección de cuchillos. Era un dragón y no uno cualquiera. Era el dragón más poderoso en exis-¿Eso era chocolate?
Mushu ni la niña se dieron cuenta de una figura que tuvo el desafortunado descubrimiento de que cualquier hechizo, incluso el Avada Kadabra, seria reflejado al intentar remover al dragón. Ni siquiera le hizo cosquillas.
Lord Voldemort maldijo su suerte una vez más, maldijo al idiota de Albus por permitir tal anomalía en su castillo, maldijo al niño que había destrozado sus planes, y maldijo al dragón que aparentemente era mascota del niño. Había perdido a otro secuaz, pero no importaba, ya hallaría la forma de obtener la piedra…
Y descubría de donde rayos Albus encontró a ese niño, pero primero tenía que encontrar una forma de atraerlo a su lado. A él y a ese dragón. Eran más útiles que todos sus demás lacayos. Lástima que ese niño no hubiera perdido el tiempo en destrozar todo el castillo. ¡Todo!
No sabía cómo Albus estaba permitiendo esto, ¡estaba destruyendo todo!, ¡desde libros únicos y prohibidos hasta muebles!
Desconocido para Voldemort, Albus estaba teniendo una crisis similar en su oficina:
-… ya, ya, todo va a estar bien Director… - Madam Pomfey no estaba muy dolida con todo el desastre que ya el nuevo residente del castillo estaba haciendo.
- Está destruyendo años de tradición, está destruyendo conocimientos y… - El Director fue callado con una poción empujada a sus manos.
- Minerva le dijo más de una vez que había que modificar los programas de estudio, ¿verdad Minerva? – No solo eso, por desgracia.
- Seguimos con los mismos programas de cuando estudie, ¡son más de 50 años! – A pesar de estas palabras y del gran enojo de la profesora, había un terror escondido detrás de ello. – Hay que innovar, para evitar este tipo de cosas… - Esto fue una acusación muy filosa, que no estaba haciendo ningún bien al Director.
Era una pérdida de control horrenda, todo por un niño que, a su manera, tenía razón. Incluso si sus razones fueran mayormente egoístas (si él tenía que sufrir en su escuela, entonces los demás también), tenía razón. Además, fue un balde de agua fría saber que había dos clases de vampiros, y más de una clase de hombre lobo. Señor, ayer había llegado con ese dragón.
¿Cómo demonios detenían a un ser que no era un simple vampiro, era muy rápido, podía tele-transportarse a voluntad sin importar la zona anti-aparición, y había declarado que iba a cambiar completamente la escuela lo quisieran o no los que allí residían?
Y no estaban mencionando al dragón que obedecía al chico como si nada, era inmune a todos los hechizos que habían intentado, y era una clase que jamás hubieran visto. Ah, y no solo escupía fuego. Las autoridades aún no habían llegado, y no creían que pudieran hacer algo.
Hogwarts necesitaba un cambio desde hace tiempo. Nadie se esperó que un niño que parecía un demonio fuera a tomar esa tarea en sus manos solo por un capricho. Si, un capricho. No ayudaba que se había enganchado a Harry Potter. En pocas palabras, deshacerse del vampiro no iba a ser sencillo, si es que era posible.
- Esto no estaría pasando si hubiera sido una buena persona y hubiera puesto a Harry con una buena familia. – El vampiro había dejado más que claro que Harry le pertenecía, era su "mascota" y era mucho más feliz con él y el resto de sus "mascotas" que viviendo con los asquerosos humanos que "cuidaban" de él.
Se le podría decir de todo al vampiro, pero no se le podía llamar mentiroso. Tal vez honestamente brutal. Porque eso fue lo que fue. Minerva miro de reojo al pobre fénix que no era más que un pequeño pajarito que no tenía plumas aún.
Minerva no podía evitar preguntarse si el fénix seguiría allí cuando pudiera volar otra vez. Tsunayoshi había sido cruel, y directo al punto, en preguntarle que diantres hacía con un viejo que sabía que lo que estaba haciendo no estaba bien y era un viejo manipulador sumamente egoísta. No ayudaba que había agregado algo acerca de que debería de matar al viejo porque olía mal. Sea lo que sea que eso significara.
- Ciaosuuu~ - Minerva ni Pomfey reaccionaron ante el compartimiento secreto que se abrió del suelo, haciendo subir una plataforma con un bebé que decía que era el mejor asesino a sueldo del mundo.
Por más ridículo que sonara, ambas mujeres no podían evitar concordar que debía de haber algo de verdad en lo que decía y ninguna quería darle excusas para usar al camaleón cambia formas que vivía en su sombrero.
- Aquí está el resto del informe, tienen dos días para finalizar los tramites o me veré en la obligación de escoltar a estas personas fuera de la propiedad. – Dicho esto, la plataforma comenzó a bajar y muy pronto solo quedaban unos papeles como signo de lo que había pasado.
Ninguna de las dos sintió lastima por un viejo que pareció ahogarse con aire y tenía repentinos problemas para respirar. No, esa lastima era para ellos mismos y en las personas cuyos nombres estarían en esos papeles.
Si el vampiro se había dado la tarea de limpiar el castillo e incluso traerse un dragón de quien sabe dónde para asegurarse de que se entendiera que iba en serio, el bebé se había dado la tarea de sacar a todo personal que encontrara inadecuado para sus funciones.
Que fuera más de la mitad del personal no parecía importar. Y a menos que quisiera algo como lo que le paso al profesor Quirell se repitiera, entonces mejor cumplían. Menos derramamiento de sangre de esa forma.
En otro lugar…
- Eso te enseñara a respetar. – El perro de tres cabezas le lloriqueo desde el suelo. - ¿Vas a obedecerme y a ser un buen chico? – Un cerbero. Un perro gigante de tres cabezas en una escuela llena de niños.
Sin poderlo evitar, encajo más sus garras en la parte interna de una de las orejas del animal, produciendo lloriqueos parte almas. No la de él, no se fiaba de quien quiso agarrarlo de juguete para masticar hace como 5 minutos.
- Te quedas allí. – Las cabezas abajo, en una pose sumisa. Bien. – No queremos una repetición de lo antes, ¿cierto Koro-chan? – El recién nombrado Koro-chan asintió de inmediato, sin querer discutir o pasar otro mal momento con su nuevo amo.
Sus pobres orejas no dejaban de doler, y esas pequeñas garras eran muy filosas. Además, ¿cómo podía aplastar algo que se le perdía de la vista a cada rato?
Sin más, Tsu-chan abrió la compuerta y salto por ella. Abriendo sus alas para hacer el descenso más lento, hizo una mueca. Aterrizo en una planta, eso era todo lo que sabía. No fue una sorpresa que la planta tuviera vida propia y también lo quisiera de juguete. Solo había un problema y no era para él.
Bueno, si tenía un problema. Esas espinas dolían y un montón.
- ¡A ver si vuelves a hacer la misma gracia estúpida mata! – Lo quisiera o no, se tenía que quejar.
La plata pareció responderle con gesto que solo otras plantas podrían entender, pero Tsu-chan estaba bastante seguro de que le había sacado el dedo del medio en uno de todo el montón de gestos. Y ahora iba a lamer sus heridas. O a llorar que la había trasquilado. Y hablando de trasquilar…
Era mejor asegurarse de que los trozos que le había cortado a la mata no tuvieran vida propia. Sus manos no estaban felices, y si llegaban a agarrarlo de otro lado… quemaría la escuela entera.
- Auch… - El que tuviera curación rápida no hacía nada contra el sentir dolor. Nada. – Tienen que estar de broma…
Pues no, no era ninguna broma. Ver un montón de llaves con alas era, aparentemente, una ocurrencia común. Y creía que lo más tonto era haber visto monedas saltarinas. Eso, al menos, había sido divertido. Extraño, pero divertido. Esto, por el otro lado…
- Muy bien, ¿quién de ustedes abre esta puerta? – Era la única puerta y tenía unos cuantos pasadores. Podía derribarla o romperla a punta de coletazos y zarpazos, pero… sus manos aun dolían y no quería romperse una uña por accidente. Mataba a alguien si eso pasaba.
Las llaves aladas lo ignoraron por completo. Bien, si esas iban a tener…
- Seré simple. – La llave en su mano no tenía ni idea de cómo la había agarrado. – Me dices lo que quiero saber, que es cual abre esta puerta, o… - Dejo la frase así con intención, jalando una de las alas de la llave con intenciones claras.
Quizás no tendría ojos o gestos o expresiones, pero no las necesitaba para saber que la llave no le creía. Después de todo, no tenía el desespero de escapar. Si esto era lo que quería, entonces…
- ¿Debo quitarte la otra? – Se preguntó en voz alta, lanzando el ala rota a un lado como si solo hubiera arrancado un pétalo.
Serian objetos inanimados con magia, pero esa misma magia les daba una especie de… vida. Con una sola ala no haría nada, pero aparentemente dolía que se las arrancaras. Ahora si tenía desespero, y las demás llaves habían subido mucho. Atrapar el ala a mil por hora no era un reto, la verdad.
- ¿Supongo que no me dirás? – Podía devolverle su ala. Pero no iba a hacerlo si no cooperaba. – Puedo hacer esto todo el día~
Una llave sin alas quedo a un lado, porque sabía que esa no era, y extendió sus alas. Esta vez solo tomo dos llaves, mientras que el revoloteo de llaves tomaba un nuevo nivel de ruido.
- ¿Qué tal ustedes? – No era tan malo, pero no quería ponerse a adivinar. - ¿Me dirán o las dejo sin alas también?
Aparentemente su amenaza finalmente se entendió cuando en menos de 5 minutos había dejado un gran número de llaves sin alas. No era difícil, no con su velocidad y no con seres que no querían cooperar.
- Por fin, pensé que también tendría que fundirlas. – Jamás había visto llaves subir al punto de golpearse insistentemente contra el techo.
Con la verdadera llave en mano, porque se entregó, abrió la puerta y la libero. No era tan malo, y por ello les devolvió sus alas a las otras llaves.
- Esto no hubiera pasado si hubieran cooperado desde el principio, estoy limpiando la escuela. – Y Mushu iba a quemar esa planta hasta que no quedara nada. – No veo nada de malo con llaves volando, excepto que no hacen caso. – No cerró la puerta, dejo un pedazo piedra para que no pudiera cerrarse.
- ¿Es en serio? – El Director no estaba ganando puntos con él. ¿Quién demonios metía un perro de tres cabezas y un troll en una escuela?
La parte buena es que la carne de troll no esta tan dura en ciertas zonas. La mala era que apestaban. Se estaba dando un baño luego de esto, la limpieza podía aguantar unos minutos más. Qué asco.
- ¿Qué sigue? - ¿Y hasta donde llegaba este camino?, por Dios, era enorme. - ¿Un tetris gigante?
La reina y el rey no tenían idea de que era el tetris. El resto de las piezas tampoco. No importaba, eran piezas de piedra, no se movían rápido.
- No se ajedrez. – Se limitó a decir ante el gran número de piezas que se habían girado a mirarlo como si hubiera roto alguna especie de norma.
No era su problema. Tampoco era su problema quien o como reemplazarían la puerta que destrozo en el picaporte. Lo que consiguió en el otro lado le hizo poner mala cara.
- ¿Cómo se supone que resuelta esta cosa? – Intento matar al papel con la mirada, pero no se incendió. – Saben que…
Frasco volaron y líquidos se derramaron, trozos de vidrios por doquier. Cualquier diría que ya no había forma de pasar y quien lo intentara moriría, ¿no es así?
- ¿Todo por un espejo? – Se quejó un pequeño vampiro que acababa de aparecer en el sitio, con mucho esfuerzo para no aparecer en otro lado.
Todo por un espejo que en verdad no tenía nada de especial. Mushu solo iba a estar feliz con el oro, nada más. Tal vez le gustaría-
La figura sonriente de su hermano mayor lo detuvo. No era una sonrisa del todo feliz, y era solo… No, no era real, podía verse así mismo luciendo normal, sin el aspecto que tenía ahora, siendo molestado por Nii-chan.
La cosa no duro mucho, porque el reflejo de su hermano saco una piedra roja y brillante de su bolsillo y se la metió en el bolsillo de su reflejo, guiñándole un ojo antes de escribir en el espejo la palabra: "riurtsed".
El repentino peso en uno de sus bolsillos le dijo que algo no estaba bien en este lugar.
Más que el mensaje extraño de "riurtsed", fue la enseñanza de su hermano mayor lo que hizo que el espejo volara en mil pedazos y muchas cosas se incendiaran. Menos las llaves, porque le caían bien.
"Si algo no se siente bien o le tienes ideas, has que explote Tsu-chan. Si no explota yo me hare cargo, ¿si Tsu-chan?"
