Nada de Katekyo Hitman Reborn o Harry Potter me pertenece, solo la historia y uno que otro agregado que aparecerán más adelante en la historia.


Magic's Games

Capítulo 20

- Mil disculpas amigo, ¿me permite unos minutos? – A sabiendas de que era casi seguro que esos minutos fueran empleados en quererlo hacer una pulpa sangrienta en medio de la calle, como a muchos otros en los últimos días, agrego: - Le invitare lo que quiera en el establecimiento que desee, me temo que no sé qué pueda ser de su agrado caballero. – La verdad, Lucifer no temía por su "vida" o por que quisieran hacerlo puré de papas.

La triste verdad era que darle un susto de muerte o derrotar al chico no era una buena técnica para hacer negocios. Salir hecho puré, o medio complacer al chico tampoco eran buenas ideas. Así que, si todo iba a bien, tal vez-

- Tienes 5 segundos. – La tonfa puesta demasiado cerca de su cara demasiado rápido como para haber podido decir algo al respecto.

Quizás… quizás había subestimado un poco a este humano. Mejor así, hacia las cosas más interesantes.

En otro lugar…

- Oh, ya veo. – El pequeño vampiro, que por alguna razón estaba disfrazado de dálmata, se limitó a decir. Un dálmata demoniaco con esos cuernos y esas alas, pero detalles.

Cualquier alivio que se pudiera haber obtenido sobre el hecho aparente de que el vampiro entendió se fue al desagüe mucho antes de que pudiera hacer aparición. ¿La razón?, la piedra roja con un aura mítica algo extraña fue puesta de nuevo en el bolsillo del chico en lugar de entregarla, devolverla, o dárselo a alguien "responsable". Ni siquiera mencionar y explicar el hecho de lo que pudiera pasar si esa piedra caía en malas manos pareció importar, por lo visto.

- Quien lo encuentra se lo queda. – Dio como explicación Tsu-chan, encogiéndose de hombros, ante las quijadas abajo y los ojos desorbitantes.

Algo muy similar había ocurrido ante las lágrimas, ataques de pánico, y desesperanza total ante el castillo en ruinas. Tsuna no veía ningún problema, el castillo era muy, muy viejo. Hacía falta más que una renovación, más bien les estaba haciendo un gran favor como era. Bueno, algún día se lo agradecerían.

- Idiota el que les dio la piedra, merece morir de todas formas. – Ignorando completamente como lo miraron a decir esto, Tsu-chan le comento a Hayato como si nada: - ¿Tienes la más mínima idea de cómo se hacen estas cosas?, Nii-san medio me hablo de ello y no suena algo muy lindo de hacer…

- Con alquimia, ¿verdad? – Tanto por el tema como por tener la atención de su jefe encima, Hayato estaba extasiado. El prospecto de aprender más cosas de sus temas preferidos, lástima que no fuera de extraterrestres, no ayudaba.

- Incluye un montón de sacrificios… - Tsuna comento lentamente, mirando de reojo al grupo de gente que lo había "llamado" para pedir la piedra, indirectamente diciéndoles estúpidos.

- Humanos, obviamente. – Primo no demoro en aclarar, sonriendo como si no dijera nada del otro mundo y comenzando a irritar de nuevo a Reborn, por adelantársele. Lo que siguió solo provoco que una vena palpitante apareciera en la frente de Reborn: – Eso hace a ese tal Nicolás mejor asesino que tú, ¡solo mira el tamaño de esa piedra! – Por fortuna, Reborn había bajado su sombrero tan pronto oyó "sacrificios".

Para bien o para mal, Tsuna y Hayato no tenían la más mínima idea de la molestia del mejor asesino a sueldo del mundo:

- Cientos, mínimo. – Tsuna hizo una mueca, mirando a la piedra ahora como si tuviera algo que nadie más veía. – Roja, por la sangre derramada, y las almas adentro, como una alcancía… - La última parte era lo que le hacía recordar lo poco que su hermano mayor le había dicho. – Es una piedra maldita de muchas formas. – Este era el tipo de cosas por las cuales era preferible estar muy lejos, en especial del dueño.

Podría ser la cosa apremiada por convertir piedras en oro y dar la vida eterna y todo eso, pero a cambio de hacer cosas muy malas. Tsuna estaba seguro de que bien podría ser un boleto de ida sin retorno al infierno. El vampiro estaba bien con la parte de matar, al menos si sacaba alimento de eso y eliminaba gente mala, pero llegar al punto de encerrar y atormentar almas…

- Podría haber miles de personas allí dentro, ¡es una piedra enorme! – Hayato estaba tanto maravillado como un tanto apesadumbrado. – No creo que exista un asesino tan bueno como el que sea que hizo esta piedra… - Matar a tantos, probablemente de una sola ronda…

Fue en este punto en el que el vampiro y su mano derecha sintieron el aura asesina de una figura muy pequeña, una que estaba conteniéndose de meterle un tiro a alguien, una que había más que intimidado a los adultos del lugar. Bueno, todos menos a uno.

- Incluso los magos tienen cosas bastante oscuras, y por lo visto no tienen ni idea, ¿cierto? – Primo Vongola seguía como si nada, divertido, metiéndose con todos políticamente. - ¿Cómo es que ese viejo no es el mejor asesino de la historia?, aunque claro, ha tenido siglos… - Termino casi con un ronroneo, sonriendo de una forma que haría a más de uno templar y preguntarse si era mejor correr y desaparecer o hacer tal cosa solo empeoraría la situación.

Primo no estaba feliz, ¿pero qué diantres iba a hacer?, nadie estaba en peligro justo ahora. Reborn no haría nada idiota, esperaba. De cualquier forma, no podría hacer mucho. Su nieto era increíblemente rápido. No le daría. Además, era bastante divertido ver al Arcobaleno hirviendo por dentro.

- ¿Cómo tu hermano sabe eso?, esta piedra es supuestamente la única en existencia… - O eso habían dicho los magos, al menos.

- Nii-san tiene muchos conocidos. – Ignorando totalmente el ambiente: - No es la primera de estas cosas que he visto, pero creo que es la más grande, más de diez veces al menos, y la única que sigue en vigencia. – Y para más retruque: - Las otras perecían caramelos, y no tenían almas dentro, eran mucho más rojas…

En un lugar desconocido…

- ¡Accchooo! – Algunos libros cayeron debido a la distracción, haciendo maldecir en voz baja al hombre.

- Sera mejor que vayas a la cama y te tomes el té caliente Nii-san. – Un chico con el pelo rubio comento desde la mesa, levantando la vista de un libro. – Parece que vas a pescar un resfriado, has estornuda un montón… - Era casi ridículo la cantidad de veces en tan poco tiempo, pero este chico no iba a arriesgar su suerte y su integridad al decir sus pensamientos reales al aire.

Su hermano de seguro primero lo miraba feo, luego querría ahorcarlo y decirle cosas no muy lindas. En especial cuando tenía migraña, estrés, y estaba trabajando en un caso delicado como era. Así que no, no se iba a arriesgar a convertirse en víctima de todas esas emociones nadando en el interior de su hermano mayor. Por más que su hermano lo amara con toda su alma, una rabieta haría olvidar todo eso en un pestañeo.

- Sabes también como yo que no puedo descansar ahora Al. – El otro chico, también rubio y con el pelo suelto, respondió sin siquiera mirar, tomando los libros caídos. – Y no me vengas con que puedes hacerte cargo tu solo, ambos sabemos que no es así. – Extrañamente, a pesar de las palabras, no había nada más que seriedad y un toque de lamento. – Además, a penas te vas enterando como es… - Esto último fue más un murmullo que otra cosa, algo para sí y no para compartir.

- Si te enfermas será peor, estoy seguro que el Coronel entenderá Nii-san. – Por más que quisiera creer tal cosa, Ed no era tonto.

- Por ahora estoy bien Al. – Habían sido muchos estornudos, nada más. Hubiera querido culpar al polvo, pero no había tanto como para causar tal reacción. – Tal vez solo sea el frio, estamos en otoño después de todo… - Lo decía mas por hacer sentir mejor a su hermano menor, no por otra cosa.

A Ed podía valerle un colmillo que fuera otoño, ¡ni siquiera había salido en días!, a menos que contara los viajes a la biblioteca. No, no creía que eso fuera la causa, y tampoco creía que era algún resfriado. Más le valía no ser un resfriado próximo. Tenía mucho que hacer, que era altamente preferible no alargar o posponer, y francamente seria miserable mantenerse atado a una cama con su hermano menor y Winry regañándolo y recordándole que no debía de hacer otra cosa más que descansar y que estas cosas le pasaban por no hacer caso y todo eso…

Ni siquiera quería pensar en las amenazas con llaves de tuercas y libros apuntando a su cabeza. Ciertas cosas eran simplemente mejor fingir que no existían, al menos mientras no tuviera que hacer frente a tales cosas con mínimas posibilidades de escape o evasión. Si, era mejor que esto no fuera un resfriado.

- ¿Cuál es el verdadero problema de todos modos Nii-san? – Mientras que por fuera se limitó a seguir como si nada, por dentro imploro que Al no fuera a insistir demasiado en el tema. – Dudo mucho que sea solamente otro grupo haciendo experimentos ilegales con alquimia, no con estos diseños tan… raros… - Ed estaba seguro de que su hermano menor debía de al menos sentir algo de familiaridad con parte del círculo, lo quisiera o no.

- Precisamente eso, Al. – Sin mirar, porque podía sentir la mirada láser en su nuca, solo podía reírse entre dientes. – No se saben de qué son, y ya que tengo tiempo libre y más conocimiento sobre alquimia que los otros… - Era una mentira blanca, pero no menos cierta.

- Ed, el Coronel te contacto a ti específicamente. – A veces odiaba cuando su hermano era así de perceptivo. – Ya no eres un militar. – Esto fue dicho un aire muerto.

- No es necesario ser un militar para asistir a uno. – Además, técnicamente seguía siendo un militar. Ese tipo de cosas no podían borrarse, por desgracia. – Y el bastardo ya no es ningún coronel. – Se encogió de hombros, encontrado más diversión de lo que creyó en sentir la mirada de su hermano perforarle la cabeza. - ¿Realmente crees que nos dejaría ir así como así luego de todo lo que hemos pasado Al? – Lo odiaba y lo agradecía al mismo tiempo.

Lo odiaba, porque no quería saber nada mas de los militares, no quería ser un perro del gobierno en primer lugar. Lo amaba, lo agradecía, porque ese hombre, y su equipo, los habían ayudado más de lo que se esperaría. Si, el bastardo lo había usado para subir su reputación y todo eso, pero no era ninguna sorpresa. Roy siempre fue más que claro en cuáles eran sus objetivos. En realidad, Roy fue claro en casi todo, así lo odiara por ello.

- ¿Crees que los permisos que tenemos solo son por ser un exmilitar? – Pregunto como si nada, tratando de no reírse otra vez, sintiendo más fuerza detrás de esa mirada que le perforaba la nuca. – Al, nunca he dejado de trabajar para él, y él no ha dejado de ayudarnos. – Era extraño, dirían muchos, pero bueno.

El infeliz nunca los dejo en paz, no realmente, tampoco su equipo. Si, los dejo unos meses en paz antes de comenzar a enviar las cartas y antes de saberlo se había encontrado con Riza en su puerta. Todo por saber cómo se encontraban, como seguía Al con su recuperación, si necesitaban algo y todo eso. No pensaba decírselo a su hermano, pero parte de su tratamiento (porque pasar de ser una armadura a un humano sano no era una experiencia común y tampoco era una fácil de manejar o tratar dijera lo que Al dijera) había sido costeado por el idiota antes de darse cuenta de que los números no cuadraban.

Las cosas eran un caos, relativo, y el bastardo se preocupó e hizo tiempo para mantenerlos en su mira. Si había algo que tenía que admitir, así no le gustara, era que el idiota era atento a su equipo. Porque, según Riza, eso era lo que eran así no fuera oficial. No es que fuera a decírselo a nadie, no a menos que lo forzara la situación.

- Rara vez hago trabajo de campo. – Aclaro, finalmente girándose, nuevos libros en mano. Iba a ser una larga tarde y apenas iniciaba. – Nunca dije nada porque no quería preocuparlos, y no hacía falta tampoco. – Ignorando la cara como tomate de su hermano menor, se acomodó, sonriendo como si nada del otro mundo pasara. – No quiero que tu o Winry quieran matarme, la abuela sabe y eso era suficiente.

La abuela, que al principio quería moler a palos a los "invitados" que aparecieron un día sin avisar. Invitados que la consiguieron sola, porque Al andaba de paseo, Winry había salido a comprar unas cosas y él… él andaba a escondidas buscando más cosas de alquimia, buscando información que aún no le habían pedido y le pareció tanto curioso como una ayuda a esta gente.

Tomo unas horas en hacerle entender a la abuela que no iba a ser igual que antes, y que estaba bien con eso. Que estaba bien ayudando a esta gente. Quizás lo que acabo con el problema fue la pequeña confesión privada de que no le estaban pidiendo mucho, no lo estaban forzando, y de que esa gente había hecho mucho por ellos. Los detalles… mejor no mencionar esa parte. Igual más de uno termino con un escobazo, pero bueno, detalles.

- ¿Y no se te ocurrió que quizás esto era algo que debería saber, que deberíamos saber, Edward? – Nunca era bueno cuando su hermano usaba su nombre, pero a este punto no era una sorpresa.

Abrió la boca para decirle que no era nada del otro mundo, que era un simple trabajo y era mejor mantener las cosas lo más escondidas posibles, por razones obvias y no tan obvias, pero quedo en eso. ¿Cómo no iba a quedar así cuando la habitación entera se oscureció por completo y muchas sombras parecieron cobrar vida?

La única razón por la que no entro en pánico, como su hermanito, fue la aparición de un trozo de papel cayendo a sus manos. A ese punto, el montón de murmullos y ojos y movimiento que comenzaba paso a segundo plano.

- Oh. – Tosió ásperamente en su puño, sin saber si debía maldecir o no. – Es bueno saber que ese niño sigue bien. – Ignoro la mirada casi dolida de su hermano. En realidad, ni siquiera quería ver a las sombras. – Muchas gracias por informarme, y felicidades por ser libres chicos. – Ser libres de una existencia bastante caótica, monótona y aburrida. Y no natural.

- ¡¿Qué diablos fue eso Nii-san?! – Sonó tan pronto todo volvió a la normalidad.

Ed estaba bastante seguro que eso se oyó en toda la zona, muchas quejas iban a sonar. Sin molestarse porque su hermano le arrebatara la nota o lo intentara apuñalear con un dedo acusador, decidió ser honesto:

- No sé si te acuerdes, pero hace mucho encontré a un señor con su hermanito. – Mas como hijo que un hermano. Estaba bastante seguro que su hermano ni nadie más se acordaba. Ese señor no era alguien común. – Fue ese señor que me dio aquellos libros negros, ¿sabes? – Y entraron en más de un debate, con un mocoso que encontraba la situación aburrida porque no entendía. – Su hermanito destruyo una piedra filosofal, acabamos de ver algunas de las almas encerradas allí. – Y por lo que decía la nota, el chico lo recordaba, y parte de estos espíritus sabían quién era.

Sabiamente ignoro todo referente a su hermano, a la recién llegada Winry, y luego las quejas por los gritos. No, no se iba a meter con eso.

Algunas cosas eran mejor no compartirlas. El señor Sebastián Vergel era una de ellas. Por más buena gente que fuera y por más amable que fuera en corregirlo y enseñarle cosas sobre la alquimia, y la magia y lo sobrenatural, ese hombre no era una persona cualquiera. Si nadie más lo recordaba, era por algo.

Ahora, se le hacía extraño que solo hubieran mencionado al niño miedoso ese. El enano seria por siempre un mocoso, y aun era muy pronto como para que estuviera por su cuenta. ¿Entonces porque no mencionaron a Sebastián en el papel?

Por otra parte, ignorando la rabia y la leve envidia de que ese enano encontró una piedra filosofal cuando ellos no lo lograron así de fácil cuando lo necesitaban, saber que había otro genocida egocéntrico buscando solo Dios sabe que no le sentaba muy bien.

Así que, en conclusión, más que aplaudía que el mocoso destruyera la piedra de buenas a primeras. Ni idea de cómo le hizo, no era fácil hacer tal cosa. Tomando en cuenta que su cuidador era cualquier cosa menos alguien común y corriente, supondría que algo cercano a una explosión tuvo que ver.

En otro lugar…

- ¡Aaaacccchhhhhoooo! – El pequeño vampiro se limpió la nariz con lo primero que agarro, lo cual resulto ser el manto de Severus.

- ¿No puedes limpiarlo con tu vara mágica? – Dijo alguien más, tratando de no reírse del desafortunado mago queriendo ahorcar al chico por hacer tal cosa con su ropa.

Y también por haber hecho explotar el lugar con todos ellos allí, luego de decirles tontos, acusar a uno de los iconos de la historia como un mega genocida, y destruir prácticamente todo el castillo, mandar al Director al hospital por un infarto, y muchas cosas más…