Nada de Katekyo Hitman Reborn o Harry Potter me pertenece, solo la historia y uno que otro agregado que aparecerán más adelante en la historia.


Magic's Games

Capítulo 24

- ¿Realmente es necesario exorcizar a la rata? – O lo que quedaba de rata, porque con lo quemada que estaba y la mirada de múltiples felinos encima…

- Nah, pero mejor prevenir que lamentar. – Y no era como si se perdiera mucho tiempo en ello-

- Es preferible a que de la nada se levante y siga con su vida. Como la vez del pescado, que se convirtió en pescado zombi. – Esto, para bien o para mal, silencio a muchos y terminó con el que hablo como el centro de atención. - ¿Qué?, ¿nunca han visto un pescado zombi?

Aparentemente la imagen de un pez moviéndose y buscando comerse cualquier cosa que se moviera no era tan popular como se hubiera esperado. Para ser el mundo mágico, estaban algo atrasados, esa era la opinión de Aron.

- Se los dije. - Canto victorioso el caza demonios, a quien le faltaba una camisa otra vez solo Dios sabe como, viendo a un espíritu maligno maldiciendo todo lo existente. - Lo último que hace falta es un ratón zombie, ¿sabes a cuantos infectaría antes de poderlo atrapar? - Conversacional, como si no hubiera nada malo en el mundo.

Más de una persona dio un paso hacia atrás ante el caza demonio que se comió esa cosa babosa, negruzca y maldiciendo todo. No ayudó el comentario de que sabía a chocolate y de que era muy poco para lo que debería. Nadie quería pensar en las implicaciones de tal anuncio, muchas gracias.

Para el punto en el que la rata dejó de ser una rata y pasó a ser el cadáver de un hombre que no había tocado un baño en años, nadie estaba realmente sorprendido. Solo el caza demonios, y era más sobre cómo algo así estaba siendo poseído por un espíritu maligno y que demonios quería hacer en una escuela llena de niños. El mismo caza demonios se respondió sólo, si la mirada de pocos amigos y el aura asesina decía algo.

Cuando Tsuna llegó, con un cachorro de león felizmente en sus brazos pidiendo bocadillos, fue para encontrarse con un cazademonios que iba a perder sus pantalones como le había pasado al resto de su ropa con un cadáver siendo importado a un ataud para quien sabe donde. A Tsuna le tomó un minuto o dos darse cuenta de a quien estaba viendo.

- ¿Por qué te andas desvistiendo? - No ayudaba que Hayato lo había visto y de inmediato fue a cubrirle los ojos. Honestamente Tsuna no sabía para que, no era como si Aron estuviera completamente desnudo o como si no hubiera visto nada así de raro antes.

- ¡Tsu-chan! - El cambio de humor era casi palpable. Igual no evitó que el hombre se convirtiera en un tomate y procediera a vestirse a la velocidad del rayo antes de ir a sacarle el aire a su sobrino con un fuerte abrazo, ignorando por completo al hombre de pelo gris que no estaba feliz con nada de esto.

La parte interesante no fue las sonrisas, las risas, las preguntas de en donde se habían metido cada quien y como estaban, ni siquiera el que un cachorro de león quisiera morder al cazademonios por casi aplastarlo y por robarle el protagonista ni el hombre que quería volar todo en pedazos. No, nada de eso.

-... ah… - Aron sabía que iba a venir, era imposible que no pasara, pero igual no lo preparaba para responder. - ¿No te gusta? - En lugar de responder, Tsuna solo se limito a mirar como "magicamente" el hombre se quedaba sin camisa otra vez.

- Vengo de hablar con un tal Lucifer Morningstar. - Dicho demonio, en alguno de Londres, estornudo. - Ver a un demonio no es el problema. - En especial tomando en cuenta que el vampiro también tenía cuernos y una apariencia que podría confundirlo con uno en las circunstancias adecuadas. - Estoy bastante seguro de que no estaba en tus planes convertirte en desnudista. - Aquí venía el pantalón, de nuevo. - ¿El pantalón? - Porque si no se le decía nada al cazademonios, no se arreglaría.

Tomando en cuenta que no duraría ni 10 minutos en volver a empezar, ¿para qué molestarse?

- ¡No soy un exbicionista! - Más de una persona, gracias a Dios no había tantas, le dio miradas incrédulas al demonio por esto.

- Y yo no soy un vampiro y tu un demonio. - Una pausa. - Eres un demonio, ¿verdad? - No sería la primera vez para Tsuna de equivocarse, y salir con las tablas en la cabeza.

- Un íncubo. - Afirmó pesadamente el hombre, casi queriendo llorar allí mismo.

Un minuto de silencio.

- Disculpen, ¿pero cómo diantres un demonio trabaja de cazademonios? - Pobre Hayato, no procesaba nada de esta información. - ¿No deberías estar buscando seducir a toda mujer que veas o algo así?

Hayato bien podría haber apuñalado tanto a su jefe como a Aron ante tal pregunta.

- Era un humano. - Cada palabra fue dicha con fuerza y lentitud, el vampiro señalando al cazademonios como si de alguna manera eso haría entender a Gokudera el problema. El verdadero problema.

- No solo a mujeres. - Aron no pudo evitar corregir, solo por costumbre. Se lo habían hecho innumerables veces. - No soy un incubi por querer, te lo aseguro.

- ¿Eres humano? - Tenía que aparecer alguien más, Takeshi. - No pensé que hubiera un humano en… - Señalo a Tsuna, sin saber cómo explicarse.

En el pasado de Tsuna nadie se imaginaba a un humano sin ser comida. En especial luego de conocer a Tía Sakura y saber que su hermano mayor era un vampiro muy, muy antiguo, por no decir viejo.

- Culpa de él. - Nuevamente el vampiro fue señalado como si fuera toda la respuesta necesaria. - Era un joven exorcista antes de que un demonio de verdad apareciera...

-... que lugar tan sucio. - Y justo tenía que ser esta noche, se quejó consigo mismo.

Podría estar afuera, pidiendo dulces como todos los demás, pero no. Le tocaba quedarse y limpiar este desastre que ni siquiera era suyo. Si no temiera enfadar a su maestro más de la cuenta, se hubiera negado rotundamente. Quería dulces, ¿quién diantres no quería dulces?

- Achooo. - Polvo, polvo y más polvo.

Diciendo cosas no muy lindas bajo su aliento, tomo un paño limpio y regreso a limpiar y a sacudir los estantes. Tenía que empezar por algún lugar y no veía mejor lugar que eso. Luego tendría que barrer y sacar la basura. Al menos la mayoría era solo polvo, al menos. Ahora, sí la mayoría de estas cosas no parecieran cosas tan antiguas no tendría miedo de apretar el paso para al menos intentar conseguir una hora libre y pedir algunos dulces.

- ¿Por qué tenemos máscaras tan tétricas? - O máscaras en todo caso. No hacían nada con ellas, por todo lo que sabía. Aparte de decoración, no les veía propósito alguno.

Encogiéndose de hombros, procedió a bajarlas y limpiarlas adecuadamente antes de volverlas a colocar en su sitio. Su trabajo era limpiar, no preguntar. Probablemente ni siquiera le responderían, como muchas otras cosas. ¿Tal vez era porque aún era un aprendiz?

- Listo. - Si las máscaras no fueran tan tétricas, como si le perforaran el alma a pesar de no tener ojos, no se sentiría tan reacio a darles la espalda. Eran máscaras, ¿que diantres iban a hacer?

Inadvertidamente para él, una nube negra comenzó a surgir de una de esas máscaras y comenzó a cobrar forma. Un ser grande, con muchos brazos, y lo que parecía ser una lengua tan larga como su cuerpo o más. Esa lengua se acercó muchísimo a él, a punto de lamerlo, cuando un ruido extraño los alertó a ambos.

-...do, ¡devuelveme mis dulces! - No había terminado de decir esto el niño que salió de la nada cuando un alarido de dolor y un sonoro golpe de algo pesado caer llamó su atención. - ¡Ladrón!, ¡mis dulces!

Ver a un ser tan grande, de tantos brazos, de color negro y rojo y… ¿era eso una lengua?

Definitivamente ver nada de esto lo hizo sentir mejor. De hecho, ¿qué diablos estaba viendo?

- ¡Hey! - Le dio una mirada incrédula al niño que acababa de salvar. - ¡Se robó mis dulces!

No importaba si le robo los dulces o no, ni siquiera veía dulces en ningún lugar, el hecho era que no sabían qué diantres era esa cosa o de donde salió, y venía este niño a darle una pata en sus partes nobles. ¿Siquiera tenía partes nobles?, no lo sabía y solo estaba suponiendo porque la criatura se estaba retorciendo en posición fetal con todas sus manos yendo a parar allá.

-... tus dulces, Tsu-chan. - La nueva voz casi lo hace llegar al techo, lo cual no ayudaría a mantener a este mocoso seguro y lejos de ese monstruo. - Ah, cielos, qué irónico.

La nueva persona, un hombre joven vestido de negro con ojos amarillos y una sonrisa muy divertida se acerco como si nada a esta criatura que se retorcia en el piso.

- Un demonio en un monasterio, que lindo. - La última palabra fue muy estirada, y un dedo molesto a la criatura como si solo fuera un peluche.

Una lengua, porque dijeran lo que dijeran eso tenía que ser una lengua, se movió a atacar a este nuevo humano solo para ser cortada en dos solo Dios sabe como. Los chillidos de la criatura le helaban los huesos. El hombre de negro tarereo por un momento antes de levantarse y darle la espalda a esta criatura, mirandolo a el y al niño que extrañamente habia dejado de luchar.

La criatura terrorífica fue cortada en miles de pedazos en un segundo, y luego se desvaneció del sitio lentamente, como si nunca hubiera estado allí en primer lugar.

- Gracias por cuidar de mi hermanito. - Este ser que lo miraba fijamente a los ojos con lo que parecía ser sólo diversión, no era una persona cualquiera. ¿Era siquiera humano? - ¿Podrías soltarlo ahora? - A pesar de ser dicha como una petición, era una demanda disfrazada.

En verdad no soltó al chico, el chico se libró solo y sin esfuerzo, y ahora eran dos quienes lo miraban a los ojos. Era como si buscaran algo en especifico.

- ¿Quieres? - Ofrecio el ser de ojos amarillos, una calabaza repleta de dulces en sus manos. - Hay más que suficiente. - Decir que no era una mala idea, probablemente ni siquiera era una opción.

- Eso es tener mala suerte. - Y algo altamente irónico.

Desgraciadamente no era tan diferente a como habían dado con Tsuna, solo sin la parte de un demonio o alguna otra criatura que se los quisiera comer, solo Tsuna y no realmente.

- No diría eso, ese lugar estaba lleno de demonios. - Ignorando la sorpresa de los dos humanos que se habían venido, aclaro: - La mayoría de los exorcistas del recinto solo eran capaces de sellar a los entes malignos, no eliminarlos como tal. Así que, en cierta forma, Tsu-chan me salvó la vida. - En cualquier momento alguien podría haber muerto en esas condiciones. - En más de una forma, porque Sebastian me enseño algo de defensa personal mientras le servía de niñera temporal a este mocoso. - Dicho mocoso se quejó en voz baja por ser llamado así, pero no negó lo dicho.

- Pero eras humano. - Hayato no podía evitar aclarar, porque en su mente aún no veía cómo había terminado así.

- Era. - Confirmo, ¿para que negarlo? - No es tan imposible como suena ser humano y andar en medio de seres sobrenaturales como Tsu-chan o Sebastian. - La cosa era: - Si son buenos, claro. - Porque había de todo. Si habian humanos buenos y malos también pasaba lo mismo con todo lo demás.

- ¿Y cómo terminaste siendo un íncubo? - Esa era la pregunta de todos desde hace rato, incluyendo a Tsuna. - Solo si es algo que Tsuna-sama pueda escuchar.

El vampiro lo mató con la mirada y lo enterró en el sitio.

- Tu no tienes ni la más mínima idea de lo que ha visto Tsu-chan, ¿no es así? - Lo peor del caso es que Aron no podía parar de reír. - Eres como Sebastian, pero ninguno entiende que este mocoso se mete en cada lío por accidente… - Y, lo quisiera admitir o no: - Y siempre sale bien, a veces creo que los líos existen para sacarlo de problemas reales. - No, Aron no iba a explicar porque creía tal cosa.

Si estos humanos en verdad se la pasaban con Tsu-chan, tenían que saberlo o pronto se iban a enterar. Sea como sea…

- Pues, la verdad es que…

-... en la bolsa… - Si tenía que volverlo a repetir, se estaba cambiando de equipo para la próxima misión.

Alicia, una de sus compañeras, chilló algo y maldijo entre dientes. Por más que quisiera ayudar, no podía ni moverse. Toda su energía se estaba yendo en solo mantener una respiración lenta para aminorar un poco el sangrado. Era como un chiste, porque estaba seguro que solo tenía segundos de vida. Esas garras casi lo habían cortado en dos. Estaba en shock, tenía que estarlo, porque de otra forma sentiría dolor y lo único que sentía era que estaba muy lejos viendo todo desde afuera, como alguna especie de película.

Alguien o algo le abrió la boca y lo obligo a tragar algo viscoso que sabía a la cosa más dulce y empalagosa que hubiera probado en su vida, todo mientras oía maldiciones y rugidos de fondo. Lo primero que pasó por su mente fue: ¿qué diantres era eso?

En lo que parecieron ser segundos se sintió despertar de lo que parecía ser un sueño. Jadeando, se vio sentado, mirando lo que ya no era un demonio pequeño que consistía en una pelota con cara y cuatros manos con garras flotantes más grandes que su cara. No, ahora era mucho más grande y parecía un murciélago mezclado con tres colas que terminaban en picos y alas en fuego. Al menos no tenía manos, eso sí que había sido un peligro. Ahora, si sus otros dos compañeros no estuvieran siendo unos estúpidos y le dispararan en las alas para que no volara sería fantástico.

- Gracias, Ali-

Se corto, dando con un rostro sin lentes. Bajo la mirada solo para toparse con muchos frascos y cosas esparcidas. Una de las posiciones para curar heridas que le había dado Sebastian rodó cerca de sus manos inocentemente. Alicia era prácticamente ciega sin sus lentes. De la nada, el sabor sumamente empalagoso volvió a su gusto.

Con temor, se pudo a mirar cada cosa en el suelo, ignorando por completo a Alicia preguntándole si todo estaba bien. No llegó lejos cuando la vista de su propia mano lo detuvo, dando con garras que no deberían estar allí. De la misma forma, subió sus manos a su cabeza y no tardo nada en dar con protuberancias que no deberían de estar allí y que estaban creciendo.

- ¡¿Quién fue el desgraciado que metió todo en una sola bolsa?! - Y tantas veces que se los dije, ¡tantas...!

Un demonio se detuvo, mirándolo extrañado y haciendo una doble toma al verlo. Le valía un colmillo, y por ello no dudó en sacar su espada y tratar de cortarlo en pedazos. Que la espada se incendiara y cambiará de tamaño y color era lo de menos, que el demonio le gritara sobre qué estaba haciendo también.

En medio de un demonio cortado en pedacitos e incendiándose hasta desaparecer a sus pies, solo podía mirar una cola peluda al final que se movía con suma irritación.

- Esta es la primera y última vez que trabajo con ustedes. - Esto le pasaba por intentar ayudar a novatos.

El que uno le señalará con una mano temblorosa su espalda-no, alas…

- ¡Es por estas cosas que no metemos lo desconocido con los suministros médicos! - Rugió sin poder evitarlo, queriendo agarrarlos del cuello y-

Un nuevo demonio rubio y comenzó a golpear una piedra sin parar hasta que esta estuviera hecha añicos a sus pies, manos sangrantes sanando en segundos y un pantalón queriendo desaparecer.

-... y por eso es mejor trabajar solo o con un equipo competente. - Y: - Tus cosas a un lado, tu comida, tu agua, tus armas, todo. Los demás que se las arreglen.

Una cola sin querer hizo un hueco en el piso, su dueño con los brazos cruzados y respirando humo por la nariz de lo molesto que estaba por el recuerdo.

Tal y como era, Aron no era bien recibido por los demonios, gracias a su profesión, y no era bien recibido por los humanos, gracias a su nueva raza. Iba en un intermedio, no tenía de otra y le había resultado mejor de esa forma. Eso no queria decir que aun no maldijera lo ocurrido o pudiera ver a su ultimo equipo de mision sin quererlos destripar vivos.