Nada de Katekyo Hitman Reborn o Harry Potter me pertenece, solo la historia y uno que otro agregado que aparecerán más adelante en la historia.


Magic's Games

Capítulo 26

- Así qué… - Quizás no era el mejor momento para preguntar o siquiera comentar, si la mirada atemorizada y suplicante de sus padres decía algo, pero no podía evitar encontrar todo esto gracioso. - ¿El infierno en verdad existe? - A su lado Fuuta ahogó sus risas con una mano, no muy exitosamente. - ¿Y este señor con pinta de mafioso rico es el Diablo? - Dicho señor solo parecía estarse conteniendo de reírse a todo pulmón. Quizás estaba esperando algo así desde hacía rato, no estaría sorprendido.

- Draco… - Sus padres eran tontos.

- Ustedes fueron quienes invitaron a todos a comer. - Incluso si no lo hubieran hecho igual hubiera pasado algo así en cualquier momento. Tsu-chan ni siquiera lo dejaba visitar su casa porque, según él, ya tenía casa, familia y todo lo que pudiera necesitar. Eso y que no conocía a sus padres.

Tal vez no debió de informales tal cosa, pero no tenía forma de saber que iban a hacer esto. El también los extrañaba y todo, y sabía que Tsu-chan no iba a hacerles… bueno, no los mataría. Luego de hoy Tsu-chan jamas lo dejaría estar con sus padres sin supervisión, y francamente no podía culparlo por más que lo quisiera hacer. Honestamente debió de hacer más énfasis en la parte posesiva y sobreprotectora de su hermano mayor.

Había sido adoptado a la fuerza, no era tan malo y no estaba lo suficientemente loco como para intentar negarle tal cosa a un vampiro que era lo más veloz que había conocido en su corta vida. Eso, claro, sin contar al resto de los muggles y mucho menos a los demás.

- No se va a quitar. - Fuuta no pudo evitar comentar, refiriéndose al pobre hombre que iban a bañarlo en salsa de tomate si seguía así. Eso, o cortarle el brazo.

- Es el tatuaje más persistente que he visto. - Mal comentario Harry, mal comentario.

Lucious Malfoy no estaba teniendo un buen día, eso era seguro. Invitó solo a 4 y se vino la familia entera, incluyendo a:

- ¿Alguien tiene un fósforo? - El demonio que estaba perdiendo su camisa, otra vez, preguntó solo por educación.

- ¿Para qué necesitas un fósforo? - Draco encontraba tal noción estúpida, el hombre podía prenderse en fuego sin ayuda.

- ¿Qué tanto encontraste? - Lucifer, a diferencia de Lucious, estaba teniendo un gran día. - Es solo una familia de tres, no pudieron haberse metido en tanta magia negra… - Desestimó el Diablo, tomando su quinta copa de vino sin cuidado en el mundo.

De pronto a Draco ya no le estaba gustando a donde estaba yendo la conversación. Podía pasar a su madre siendo el centro de atención de un grupo completo de jóvenes, ninguno capaz de hacer magia, pidiendo ver trucos de magia. Su madre no estaba muy feliz, pero aparte de hacer magia y responder curiosidades, estaba bien. Tsu-chan solo la miro por un minuto o dos antes de decir que era aceptable, lo que sea que eso significará, antes de que todos los demás se hicieran cargo.

Su padre, por otro lado, automáticamente había fallado lo que sea que hiciera Tsu-chan, y casi pierde un brazo al mismo tiempo. Eso no quería decir que se salvará de mil y un formas de quitar un tatuaje, por quienes lo salvaron de perder el brazo. Algo acerca de que no, no iba a haber un idiota que vendió su alma cerca, la idiotez era infecciosa.

- No puede ser tan malo. - Lucifer Morningstar dejó de sonreír finalmente, viendo que la expresión de pocos amigos de Aron se mantuvo. - Son solo magos, no puede ser tan malo. - Los pocos magos adultos presentes no tomaron bien el tono condescendiente, pero nadie fue tan tonto como para contradecir al mismisimo diablo.

Minutos más tarde, Draco no entendía porque el Diablo estaba en shock, porque Aron andaba en modo "te lo dije", y porque Tsu-chan le estaba preguntando a Gokudera cuanta dinamita tenía encima. Fuuta no estaba ayudando, preguntándole en voz baja qué diantres había de malo en su casa para que Tsu-chan de la nada se interesara en las bombas de Gokudera que tanto odiaba gracias al ruido que provocaban.

- No van a volar mi casa. - Fuuta levantó las manos en un gesto de paz, un gesto inconfundible, pero no dejaba de reírse. - Fuuta.

- Gokudera anda muy feliz Draco, muy feliz. - Eso no significaba nada bueno. Nunca significaba nada bueno.

- Eso no quiere decir que van a volar mi casa. - No la iban a volar, esto no era los Looney Toons.

Momentos después, Draco solo podía mirar las llamas de colores, el humo, las explosiones, los escombros y pedazos de lo que era su casa, mientras Fuuta lo palmeaba en la espalda con Harry en consuelo por su pérdida. En medio de esto, lo que evitaba que se sintiera mal por lo que estaba presenciando, eran los gritos y figuras no humanas que salían entre el humo y las explosiones.

Draco estaba seguro de que una en particular salió maldiciendo todo lo habido y por haber, antes de ser apresado en una botellita muy pequeña de colección con todas las demás.

- ¿Qué son esas cosas? - Harry Potter definitivamente había perdido el miedo a todo. ¿Cuánto tiempo demoraría él en llegar a tal cosa?

Era como si Lucifer fuera un amigo de toda la vida, o al menos esa era la impresión wue daba Harry al acercarse así como si no pasará absolutamente.

- Almas. - Esto, para bien o para mal, fue Tsu-chan, quién aún miraba el espectáculo con… ¿esas eran orejeras? - Y esencias malignas. Casi todo lo que contenga grandes concentraciones de magia, en especial las oscuras y las que requieren sacrificios, terminan así con el tiempo. - En ningún momento quitó la vista del espectáculo. en todo caso: - ¿Alguien tiene gasolina?, no quiero ni que quede la chimenea.

Y Draco creyó que el Deidara del grupo era Gokudera. Y Draco creyó que el Pyro del grupo era Gokudera. Por lo visto era Tsu-chan, y con creces.

- ¿Y ahora qué? - Sin casa, sin nada… ah, espera: - Al menos aún tenemos el dinero del banco mágico… ¿que?, ¿dije algo malo? - ¿por qué lo estaban mirando así?, ¿por qué Tsu-chan lo estaba mirando así?

Horas más tarde…

- Esta es la mayor intervención que he visto en mi vida. - Sentenció Draco Malfoy, totalmente incrédulo y sin saber si reír o llorar.

- Al menos tú no viste al señor Lucifer sacarle algo raro a Harry de la frente y comerselo como si fuera caramelo. - Fuuta contraatacó, sin realmente molestia o ganas de iniciar una discusión.

- Ma ma, veanle el lado amable. - Los tres niños miraron a Yamamoto sin poder creerse lo que acaban de oír.

- ¿Qué lado amable hay aquí? - Fuuta farfullo, señalando el infierno de fuego de colores que ahora era el banco mágico.

- Cualquier cosa fea dejará de existir. - Yamamoto sonreía como si nada pasará, como si el infierno existiera, y como si los dueños del banco no estuvieran completamente rojos en la cara ante las acusaciones de tener cosas ilegales en sus instalaciones.

No hace falta decir que no ayudó ver las calaveras y los gritos aquí también. Tampoco ayudó ver las sonrisas de los tres demonios presentes, coleccionando tales cosas. Si no supieran que se las iban a comer, los chicos pensarían que solo coleccionaban pequeñas lámparas mágicas en algún lado porque no tenían nada mejor que hacer. Por supuesto, esto era erróneo en más de un sentido.

- ¿Qué rayos están haciendo? - Honestamente no debo de preguntar. Nada bueno podía salir de lo que estaba viendo.

- Perros calientes, ¿qué más vamos a hacer? - Tai ni siquiera miró, contento asando unas salchichas con sus amigos. Los panes estaban a mano al igual que las salsas. Ah, y por supuesto no podía faltar la coca-cola.

- Eso es fuego mágico. - Y solo Dios sabe qué cosas traía y no traía. - No creo que sea buena idea cocinar ahí. - Fuuta, como siempre, siendo la voz de la razón. O intentándolo.

- Yo solo espero que no le vayan a salir ojos, boca, pies o manos. - Harry ignoró la alarma de sus compañeros ante tal imagen. - Si uno de esos perros calientes me llega hablar los estoy denunciando con Tsu-chan. - A pesar de que tal acusación tenía más peso de lo que se pudiera esperar, no disuadió a ninguno de los usuarios del bus en dejar de utilizar el fuego mágico para cocinar salchichas.

En todo caso, no era sólo salchicha lo que iban a cocinar allí. Draco podía ver unos paquetes de malvaviscos detrás de Tai. Suponía que ver todo desde el bus podría ser aburrido, eso no quería decir que fuera buena idea hacer lo que estaban haciendo y no esperar que no fuera a pasar nada raro. Hacer tal cosa con un fuego que tenía muchísimos colores y en dónde estaban saliendo figuras como calaveras gritando con dolor, ira y solo sabe qué otra cosa no cualquiera lo hacía. Tal vez ajeno era el que ya no tenía miedo a nada si no esta gente, quiénes eran los más indefensos, los que menos podían hacer, algo los más normales…

- Hace hambre en el penal. - Como si hiciera falta recordarlo: - Al final no comimos nada en la casa de Draco.

- Sí, cierto, que desperdicio. - Gran parte de la comida se desperdicio, fue incinerada con todo lo demás hasta que no quedará ni las cenizas.

Afortunadamente, dentro del bus nada más había dos o tres personas. Dichas personas aprovecharon el momento para irse lo más rápido posible antes de que se acordaran de que estaban ahí y lo siguieran paseando y solo Dios sabe a qué otro destino. La verdad es que con todo y todo se habían olvidado de ellos, no les iba a pasar nada, son los olvidados de llevarlos a donde pidieron y pagaron.

- Podrían simplemente comprar algo y ya. Sé que tienen el dinero. - Era mucho más seguro y saludable que cocinar en el infierno este que parece un arcoiris y…

Las caras de pocos amigos y de aburrimiento le decía perfectamente que estos chicos no iban a hacer tal cosa. Bueno, al menos se los habían advertido. Más no podían hacer.

- ¡Soy libre! - Más de una persona miró a Yamamoto, creyendo que era él el de la broma. Tenía que ser una broma, ¿verdad?

Yamamoto, por su parte, inmediatamente negó con la cabeza y alzó las manos, diciendo que no había sido él. Y si no fue él…

- No me miren así, ustedes saben que no fui yo. - Fuuta no iba a hacerse responsable de lo que ocurrió. De lo que posiblemente ocurrió, mejor dicho.

- Gracias, gracias, gracias. Por fin soy libre. - No, no era una salchicha. Ojalá hubiera sido una salchicha o tal vez el pan. Incluso los malvaviscos, ellos todavía estaba en una bolsa sin abrir. - Soy el genio de la lámpara mágica

de las mil noches de luna llena. - Ikki, el pobre desafortunado, lentamente se alejó de lo que ahora sería una pesadilla para todos ellos. - Por liberarme, les concederé tres deseos-

- Esto no puede estar pasando, esto no puede estar pasando, esto no puede estar pasando… - Draco no se molestó en afirmar o negar lo que estaba viendo. Por más real e ilógico que fuera, lo mismo le había pasado cuando conoció a Tsu-chan y al resto de esta gente loca.

En su lugar, Draco hizo algo mucho más inteligente:

- ¿Desde cuando los perros calientes lleva Wasabi? - ¿Y quién siquiera se trajo tal cosa?

¿Cómo rayos un pequeño envase de plástico terminaba con cara, pies y manos?

- ¿No debería ser las salchichas o el pan lo que estuviera poseído? - Eso era lo que estaba en el fuego, especialmente las salchichas, y lo que ahora se estaba quemando.

Si esto era la broma de un mago que estuviera cerca y tal vez estuviera riendo, Draco dudaba que fuera a durar mucho tiempo con vida. No con tres demonios, un vampiro, varios magos y gente normal extremadamente violenta.

- ¡No me ignoren!, soy el genio de la lámpara-

- Yo no sé ustedes, pero tengo hambre y mi salchicha ya está. - Sin ninguna clase de miedo, curiosidad, o sentido de la preservación, el chico tomó su pan, su salchicha…

- ¿Esto cuenta como un asesinato? - El genio de la lámpara de quién sólo sabe qué ya no existía.

El grito de miedo y dolor solo duro unos pocos segundos antes de que el envase quedará totalmente inerte. Ya no había cara, ni pies, ni manos. Los restos de la extraña criatura qué no sé sabría decir qué era o qué clase de posesión demoníaca fue esa yacían sobre el perro caliente que ya iba medio camino desaparecer.

- ¿Qué? - El chico no veía el problema de lo que acababa de hacer.

- ¿No viste toda la parte de que hablaba y se movía…? - No, obviamente no.

- Jajaja, muy gracioso. - Bueno, un problema menos. O tal vez no. ¿Sería poseído también?

En un lugar cercano, específicamente en un puesto de verduras y frutas abandonado por la reciente llegada del bus robado…

- Ese idiota… - La piña negó con la cabeza. - Esa broma le costó una horrible experiencia. No creo que volvamos a verlo. - De aquí a que saliera de ese cuerpo…

- Jajajajaja. - Al menos alguien encontraba todo esto divertido. Al menos.

- Si sabes que ahora hay uno menos que te aguante, ¿verdad? - Casi nadie aguantaba a naranja, casi nadie.

- ¿De qué hablas? - Aparentemente no. - Si todos me adoran. - Qué siguiera soñando, que siguiera soñando. Soñar no costaba nada.

- Si, lo que digas naranja. - Al menos aún tenía a patilla. Y pera. Algo era algo.

- Yo no. - Comentó el único ser al que nadie, ni siquiera naranja, quería molestar. - Ahora callense qué estoy viendo mi novela.

Como algo sin ojos podía ver televisión estaba más allá de piña. Una planta carnívora morada lo suficientemente grande para comerse a un humano sin muchos problemas…

¿Quería ver la novela?, adelante. No quería ser parte de los fallecidos por convertirse en comida de planta. Hasta los humanos tenían cuidado de la planta. Si podía comerse a un zombi, podía comer lo que sea.

Con Lucifer y Aron…

- Esta ha sido la mejor inversión de todo el año. - Y posiblemente la década.

- No fue lo que pensé al traerte. - Mentirá no era. Aron solo había querido una tarde tranquila y discutir lo de la rata y Harry Potter…

Y aquí estaban, con más almas y trozos de conciencia malignas que había visto desde que había sido convertido en un demonio.

- Deberíamos hacer el Ministerio de Magia también. - Porque si el banco tenía esto, y era uno de los sitios más seguros del mundo mágico…

Natsu, para bien o para mal, tomó eso como una invitación de ir a buscar a su dueño. Se le daba un dulce, se le rascaba debajo del mentón y listo, se encariñaba la pequeña criatura. Era muy similar a Tsu-chan, no importa cuánto desearía negarlo Aron. Sebastian no estaría feliz con la presencia y lazo de Natsu con Tsunayoshi…

- ¿Me buscaban? - Preguntó el vampiro, siguiendo a Natsu, quién andaba muy impaciente.

Viendo las manos con un poco de sangre, por no mencionar el mentón, le confirmó a Aron que Sebastián iba a tener una preocupación diferente sobre la alimentación de Tsunayoshi y no la falta de ella. No se podía ganarlas todas.