A/N: Hola a todos, ya vuelvo a estar aquí :) Este capítulo es un poco corto pero me mudo en una semana y no sé cuando volveré a tener tiempo para escribir/actualizar, así que he decidido subir lo que tenía escrito. ¡Espero que os guste!
"¡Potter! ¿Dónde demonios estabas?"
Snape le miraba desde su camilla, con el ceño fruncido y un deje de inquietud sus ojos oscuros.
"¿Señor?" Preguntó Harry, apresurándose a cerrar la puerta tras él.
"No puedes desaparecer así, Potter." Protestó el profesor. "Si estamos teniendo una conversación, una persona normal daría una explicación antes de irse."
"Lo siento, no lo he pensado."
"Eso es evidente." Murmuró Snape.
Harry le observó durante unos instantes, sin saber muy bien qué decir. Finalmente, decidió cambiar de tema para evitar una discusión.
"He… He ido al despacho de Dumbledore, señor. De la Profesora McGonagall, mejor dicho. A buscar esto."
Los ojos de Snape se centraron en el objeto que Harry llevaba entre las manos.
"¿El Pensadero?"
"Así es." Asintió Harry, dejándolo con cuidado sobre una silla. "Y también esto."
Sacó de su bolsillo el potecito que contenía las memorias de Snape y se acercó a la camilla, de pronto sintiéndose algo tímido.
"Yo… Quería darle de nuevo las gracias." Dijo, sosteniendo el frasco entre ambos. "Y quería asegurarle también que nadie salvo yo ha visto estos recuerdos. Lo que me hace sentirme un verdadero privilegiado."
Snape se le quedó mirando unos instantes, pensativo. Luego, levantó su mano derecha y recogió el vial cuidadosamente. Durante unos segundos permaneció así, con el frasco delante de su nariz, observando mientras las memorias se arremolinaban contra las paredes de cristal.
"¿Por eso has traído el Pensadero?" Dijo, con frialdad en la voz. "¿Para obligarme a que te enseñe más recuerdos?"
"¿Qué?" Harry no podía creer lo que acababa de oír. "¡Por supuesto que no! Nunca le pediría algo así. A no ser… A no ser que usted quiera, claro. Pero no es por eso por lo que lo he traído" Dijo, ofendido de que Snape pudiera pensar aquello sobre él.
"¿Entonces para qué?"
"¡Porque quería enseñarle mis recuerdos! Quería saldar esta deuda que tengo con usted."
Snape continuaba mirándolo en silencio, con los ojos entrecerrados.
"Por Merlín… ¿Qué imagen tiene sobre mí?" Harry bufó con incredulidad, tratando de encontrar una respuesta en las facciones del hombre, pero éstas permanecían inalterables. "¿Sabe qué? Tiene razón. No me conoce en absoluto. ¿De verdad pensaba que me creo con derecho a exigirle más memorias? ¿Después de todo lo que ha hecho por mí?" Sacudió la cabeza, molesto y entristecido. "Lo que quería decir es que me siento honrado de haberlas visto. Nada más."
Snape continuó observándole durante unos segundos más, mientras Harry hacía un esfuerzo por controlar sus emociones y no irse de la habitación. Siguió ahí, de pie, tratando de respirar profundamente y aguantando la mirada de Snape, hasta que el profesor levantó la mano que no estaba sosteniendo el frasco.
"Está bien, Potter. Te creo. Mi reacción ha sido… exagerada, quizás. Yo…" Respiró hondo. "Me gustaría… disculparme. No debería haber presupuesto eso. ¿De acuerdo?"
Harry tuvo que hacer un esfuerzo por no abrir la boca como un idiota a causa de la sorpresa. ¿Snape acababa de reconocer que se había equivocado? ¿Y le había pedido perdón?
"De acuerdo." Dijo, entre enfadado y sorprendido.
"Bien." Asintió Snape. "Ahora dame unos segundos."
Se inclinó hacia la mesita de noche para recoger su varita, mientras Harry le observaba, más calmado. Después de recostarse contra la almohada, el Maestro de Pociones suspiró y murmuró unas palabras. Al momento, las memorias comenzaron a elevarse del frasco hasta formar un hilo plateado que envolvió la varita. Durante unos instantes, Snape las mantuvo ahí, observándolas y sin mover un músculo. Luego, las llevó hasta sus sienes y cerró los ojos, dejando que los recuerdos fluyeran de nuevo al interior de su mente. Todavía tardó un poco más en volver a abrirlos, pero, cuando lo hizo, a Harry le pareció que había un brillo de emoción contenida en ellos.
"Bien. Una cosa menos." Dijo Snape, dejando la varita y el frasco en la mesa. "Ahora, ¿te importaría explicarme esta idea descabellada que has tenido, Potter? ¿Has dicho algo sobre enseñarme tus recuerdos?"
Ante esa pregunta, la timidez volvió a instalarse en Harry. De pronto, se vio transportado varios años atrás y sintió de nuevo esa inseguridad que se apoderaba de él cada vez que Snape le preguntaba algo durante las clases de Pociones.
"Yo… Eh…"
"¿Potter?"
Harry respiró hondo, recordándose a sí mismo que era un hombre adulto, que había derrotado al mago más mortífero de la historia y que su antiguo profesor de Pociones no tenía ya poder sobre él. No había ningún motivo para sentirse intimidado. Pero claro, aquello no era tan sencillo cuando Snape le observaba con aquellos ojos penetrantes. 'Maldito murciélago de las mazmorras' pensó Harry, no sin cierto afecto.
"Sí." Dijo, a pesar de todo. "Esa era la idea. Es gracias a sus memorias que le conozco mejor y… Bueno, teniendo en cuenta que ha dicho antes que no sabe realmente quien soy... He pensado que, además de ser lo justo, podría ayudar si le enseño mis recuerdos. Si… si usted quiere, claro." Añadió, con más coraje del que sentía.
"Si me hubieras ofrecido algo así hace un año, Potter, hubiera pensado que se trataba de una broma."
"Sí, yo también."
Snape suspiró.
"Pero, es evidente que las cosas han cambiado… Y, debo admitir, siento cierta curiosidad."
Las cejas de Harry se levantaron con sorpresa, no podía creer que Snape estuviera aceptando su propuesta.
"De modo que sí, Potter. Creo que sería una buena idea. Pero," Añadió al ver la sonrisa que se había extendido por el rostro del muchacho, "hoy no."
"¿Qué quiere decir?
"Quiero decir que hoy no. Estoy cansado y los viajes al Pensadero siempre agotan. Además, ahora mismo hay otro tema que me parece más apremiante."
"¿Señor?"
"Lo que ha sucedido en la cabaña de Hagrid, Potter. Creo que debemos hablar sobre ello."
La alegría que Harry había sentido al saber que Snape estaba de acuerdo con su idea, disminuyó considerablemente al oír aquellas palabras.
"No quiero hablar del tema."
"Lo sé, Potter. Yo tampoco."
"¿Entonces porqué…?"
"Por qué debemos hacerlo." Le cortó Snape. "Siéntate, Potter."
Harry le miró con cierto recelo, pero hizo lo que le había dicho.
"No hay nada de lo que hablar."
"Si fuera así, no te hubieras puesto tan a la defensiva."
"No estoy a la defensiva." Replicó Harry. "Además, ¿a usted qué le importa? No es su trabajo ocuparse de mí."
Snape le taladró con la mirada y Harry tuvo que desviar la suya.
"No te equivoques, Potter. Puede que ya no sea tu profesor, y puede que hayamos llegado a una cierta cordialidad. Pero aun así no toleraré que me faltes al respeto. ¿Entendido?"
Harry apretó con fuerza los dientes, tratando de recordarse que él había querido precisamente eso: pasar tiempo con Snape y poder hablar con él de cosas importantes. Poco a poco, consiguió recobrar la calma y asentir.
"Entendido."
"Bien. Como he dicho, hemos de hablar de lo sucedido esta mañana. Pero antes quiero que queden claras un par de cosas. Primero, tienes razón, ya no es mi trabajo preocuparme sobre tu seguridad, pero, de algún modo, aún lo hago. Supongo que es un hábito difícil de abandonar después de tantos años." Dijo con una sonrisa sarcástica.
"Supongo que sí…"
"Pero no es solo eso, Potter. Has visto mis memorias, de modo que sabes que no solo quería mantenerte con vida para que pudieras derrotar al Señor Oscuro."
"No. No, también por mi madre, ¿cierto? Sobre todo, por ella. El hecho de que tuviera que acabar con Voldemort solo hacía las cosas más complicadas."
"Exactamente." Asintió Snape. "Por ella, tengo que asegurarme de que estés a salvo. Así que comprenderás por qué no puedo simplemente ignorar tu existencia, aunque el Señor Oscuro ya no esté."
"Me alegro de que no lo haga…"
Snape le miró con cierta sorpresa y también algo de incomodidad. No estaba acostumbrado a que a alguien le importase su atención.
"Bien." Carraspeó Snape, tratando de retomar el control de la conversación. "Como iba diciendo, no puedo ignorarte sin más. Así que mi única alternativa es asegurarme de que no te metas en líos."
Harry pudo notar, bajo aquella superficie de sarcasmo, verdadera preocupación hacia su persona. Aquello le reconfortó. Tal vez su relación con Snape no era tan unidireccional como parecía. Al profesor le importaba lo que le sucediera.
"Comprendo." Dijo Harry.
Snape asintió.
"Espero que sea así." Dijo. "Y, ahora, volviendo a lo ocurrido en la cabaña de Hagrid. Has dicho que has 'pensado en cosas en las que no querías pensar' y por eso has venido corriendo hasta aquí. Por qué aquí te sientes, eh… seguro."
Harry se sonrojó ante aquellas palabras, pero asintió. Aquella era la realidad, no podía negarlo. Además, si Snape había dedicado toda su vida a mantenerle a salvo, era completamente normal que se sintiera a seguro junto a él.
"Bien." Continuó Snape. "Quiero saber qué eran esas 'cosas en las que no querías pensar'."
Harry tragó saliva y agarró el reposabrazos de la silla, tratando de calmarse.
"No quiero hablar de ello."
"Obviamente, Potter. Si no quieres pensar en ello tampoco querrás hablar sobre ello. Pero es importante que lo hagas."
"¿Por qué?"
"Ya sabes porqué." Dijo Snape con irritación. "Para que no salgas corriendo cada vez que alguien menciona algo que no quieres escuchar. Esto es exactamente como Occlumancia. Tienes que aprender a controlar tus emociones, Potter."
Harry frunció el ceño, recordando de pronto a quién tenía enfrente. Aquel era Snape, su profesor más odiado y la persona menos paciente del Universo. ¿Qué narices estaba haciendo, hablando con él sobre sentimientos y los traumas que la guerra le había dejado?
"No quiero controlar mis emociones, ¿de acuerdo? Son parte de mí. Si no las tuviera sería exactamente como Voldemort. Un ser sin amor ni ningún tipo de remordimientos. Además," Dijo, alzando la voz sin darse cuenta, "¡no tengo por qué controlarlas! ¡Es completamente normal estar destrozado cuando pierdes a gente que te importa! ¡Es normal estar traumatizado cuando te torturan, a ti o a tus amigos! ¡O cuando vives con miedo durante meses, mirando detrás de ti todo el tiempo por qué tienes a un psicópata buscándote que quiere acabar contigo! ¡O cuando…!"
"Potter."
Harry se dio cuenta de que había estado gritando y cerró la boca de golpe. Miró a Snape, temiendo haber enfadado al profesor, pero solo vio preocupación en su mirada.
"Potter. Creo que no me has entendido. O quizás… Quizás yo no me he explicado bien." Era evidente lo mucho que le costaba a Snape reconocer aquello. "Verás, yo… No estoy diciendo que tengas que renunciar a tus sentimientos. Pero es importante que los mantengas bajo control, para que ellos no te controlen a ti."
Harry le miró, todavía no muy convencido, pero apreciando el esfuerzo que Snape estaba haciendo al tratar de explicarse. Aquello nunca había sucedido durante las fallidas lecciones de Occlumancia.
"Creo que ahora veo cual es el problema." Continuó Snape. "Porqué nunca fuiste capaz de aprender a cerrar tu mente al Señor Oscuro. Eres como un libro abierto: muestras en tu cara cada emoción y pensamiento. Los muestras en tus acciones y en tus palabras."
Viniendo de Snape, aquello debería ser una crítica, pero lo había dicho con tal tono de asombro que Harry no estaba seguro de si era un reproche o un cumplido.
"Si un maestro en Occlumancia busca ocultar cada sentimiento; tú haces justamente lo contrario. Y así fue como conseguiste derrotar al señor Oscuro en el Ministerio. Dumbledore me lo explicó." Añadió ante la pregunta que había aparecido en el rostro de Harry. "Le lanzaste todas tus emociones, todo lo que sentías en ese momento. Con una intensidad tal que él nunca había podido siquiera imaginar. Aquello debió de dolerle, sin duda. Y fue por eso por lo que no volvió a entrar en tu mente."
Harry asintió, Dumbledore le había contado todo aquello tras la muerte de Sirius.
"No fue el método tradicional, pero sin duda fue efectivo." Le dijo Snape, sus labios curvándose en algo parecido a una sonrisa. "Pero si hubiera sido cualquier otra persona y no él, esos sentimientos no le hubieran afectado en absoluto. O por lo menos no hubieran evitado que hurgase en tu mente."
"¿A dónde quiere ir a parar con todo esto?"
Harry se estaba dando cuenta de que los pensamientos de Snape eran complejos y que para seguirlos tenía que prestar atención a sus largas explicaciones. En cierto modo era relajante, y le gustaba probar a encajar las piezas de aquel puzle con cada nueva idea que el profesor añadía. Aun así, a veces le desesperaba tener que esperar tanto para llegar a la conclusión final.
"¿A dónde quiero ir a parar?" Repitió Snape. "Pues al hecho de que, aunque conseguiste evitar que el señor Oscuro entrase en tu mente, nunca conseguiste controlarte a ti mismo. Tus emociones eran beneficiosas contra él, pero ahora te enfrentas a un enemigo aún más peligroso. Esos sentimientos que en su momento fueron tan útiles, ahora podrían volverte loco."
Harry tragó saliva. No le gustaba que le dijeran lo que tenía que hacer, pero Snape parecía estar hablando desde la experiencia.
"Yo… Tal vez… Tal vez tenga algo de razón." Dijo después de pensarlo durante unos segundos. "No quiero renunciar a mis sentimientos, pero es cierto que no es agradable cuando me controlan de esta forma."
"Me alegro de que lo hayas entendido y de que estés de acuerdo, Potter. Es el primer paso. Y ahora…" Dijo con una delicadeza sorprendente en él, "¿podrías decirme qué ha sucedido en la cabaña de Hagrid?"
Harry jugueteó con sus dedos durante unos instantes. Quería abrirse a Snape, pero al mismo tiempo la idea le asustaba: hablar de ciertas cosas podía ser muy doloroso. Aunque, se recordó a sí mismo, si alguien podía entender por lo que estaba pasando, ese era Snape. También sus amigos, obviamente, pero Harry no quería preocuparles o hacerles sufrir, obligándoles a recordar. No, si iba a hablar con alguien, ese tenía que ser Snape.
Levantó la mirada hasta encontrarse con la del hombre. Hubo un tiempo en que aquellos ojos negros le habían parecido fríos y recordado a túneles oscuros, pero ahora Harry podía ver algo más en ellos. Algo que le reconfortaba y le hacía sentir seguro, como si de un Patronus se tratara. Como si la cierva de Snape se encontrase en la habitación, calmándole con su presencia.
Continuó respirando despacio, aguantando la mirada de Snape y tratando de calmarse, hasta que finalmente asintió.
"Está bien. Se lo diré."
A/N: Harry y Snape están empezando a abrirse el uno con el otro, pero espero que sea en un modo creíble, respetando sus personalidades. Si no os ha dado esa impresión, por favor, hacédmelo saber. Es importante para mí respetar el canon tanto como sea posible. Gracias y que tengáis un buen dia! :)
