A/N: Hola a todos, ya vuelvo a estar aquí :) Este capítulo es bastante largo así que espero que os guste y que haya valido la pena la espera. Ya estoy instalada en mi nueva casa así que en principio debería actualizar un poco más seguido. ¡Esperemos!
"Está bien. Se lo diré."
La chispa de orgullo que cruzó las facciones de Snape, dio fuerzas a Harry para seguir hablando.
"De acuerdo… Como he dicho antes, estábamos en la cabaña de Hagrid. Ron, Hermione y yo." Respiró hondo, obligándose a continuar. "Todo estaba yendo bastante bien hasta que Hagrid ha mencionado a su hermano. Bueno, medio-hermano. Lo que sea." Harry sacudió la cabeza, impaciente. "Grawp. No sé si le conoce."
"Sí, sé quién es." Repuso Snape, no queriendo interrumpirle.
"Bien…" Asintió el muchacho. "El caso es que Grawp resultó herido durante la Batalla. Por fortuna, ya está casi recuperado y, obviamente, yo me alegro mucho por ello. El problema es que… Cuando se lo he dicho a Hagrid, él ha contestado que… Que habían tenido mucha suerte." Cerró los ojos, tratando de mantener la compostura. "'Más que la mayoría', ha dicho y… Y entonces yo… Yo…"
La voz de Harry había empezado a temblar y tanto Snape como él mismo se habían dado cuenta de ello.
"Potter, respira hondo." Le dijo el profesor.
"Lo estoy intentando."
Su corazón se estaba acelerando, y aquello no le gustaba nada.
"No te centres en las emociones, solo en los hechos." Propuso Snape. "Dime solo lo que ha sucedido, no pienses en cómo ello te ha hecho sentir. Son sólo palabras y frases. Nada más. No pueden hacerte daño si tu no las dejas."
Aquello tenía sentido y Harry quería creer que era así de fácil controlarse a sí mismo. Pero no lo estaba consiguiendo: su pulso seguía incrementándose y las manos le temblaban.
"No… No puedo…"
"Potter." Snape se había inclinado desde su camilla para agarrarle el brazo con fuerza. El esfuerzo era evidente en su rostro, pero también la preocupación por el chico. "Mírame, Potter."
Harry hizo lo que le había dicho. Sus ojos verdes encontraron los de Snape, y aquello le hizo sentir mejor. No consiguió calmar del todo los furiosos latidos de su corazón, pero al menos podía oír algo más que el pulso en sus orejas. Continuó respirando profundamente, diciéndose a sí mismo que estaba bien, que estaba a salvo. Que los dos estaban bien, estaban a salvo. Poco a poco, sus manos dejaron de temblar.
"Las palabras son solo eso." Murmuró, repitiendo lo que Snape le había dicho. "No pueden hacerme daño si no las dejo."
"Así es, Potter. Así es."
Con el paso de los segundos, fue recuperando la compostura. Aunque su cuerpo seguía en tensión, preparándose para lo que sucediera a continuación.
"¿Potter?"
"Estoy mejor."
Snape le observó durante unos instantes. Después, lentamente, soltó su brazo y volvió a recostarse sobre las almohadas.
"Siento todo esto." Dijo Harry, al ver que el hombre permanecía en silencio. "Siento haber montado esta escena y…"
"Potter." Le cortó Snape. "Ya sabía en qué me metía cuando te dije que me explicaras lo que había sucedido. Tengo claro que no será la última vez que ocurra algo así… Soy consciente de ello y, aunque no me produzca placer verte en este estado, he visto cosas peores. El ataque de pánico de un crío no me asusta ni me impresiona. Así que deja de excusarte."
Harry no sabía si fruncir el ceño ante la falta de tacto del profesor o sentirse aliviado. Era de algún modo reconfortante que Snape no fuera con pies de plomo a su alrededor.
"Vale," Dijo después de pensar durante unos instantes "no me disculparé más."
Snape asintió, pero pasaron los segundos y no dijo nada más, sino que permaneció en silencio, observándole.
"¿Qué?" Preguntó Harry, incómodo bajo su escrutinio.
Snape decidió ignorar su falta de modales por una vez.
"Estoy intentando averiguar si estás listo para continuar hablando."
"¿Y por qué no me lo pregunta directamente, en vez de quedarse mirándome como si fuera un experimento?" Snape levantó una ceja y Harry tragó saliva. "Señor." Añadió, consciente de que había cruzado una línea.
Snape entrecerró los ojos pero, para sorpresa de Harry, no replicó.
"¿Lo estás?" Preguntó en cambio. "Estás listo para continuar?"
La respuesta era 'no', por supuesto. Harry no quería seguir hablando. Si de él dependiera, no volvería a sacar el tema nunca más. Pero Snape estaba siendo extremadamente paciente con él y sentía, de algún modo, que le debía la verdad. De modo que respiró hondo, hizo acopio de todo su valor y asintió.
"Bien, sigue pues." Indicó Snape, haciendo un gesto con la mano. "Me estabas explicando lo que había dicho Hagrid."
Harry reprimió una mueca y volvió a asentir. 'Son solo palabras', se repitió a sí mismo.
"Sí." Tragó saliva. "Hagrid ha dicho… Ha dicho que habían tenido más suerte que la mayoría. Y… Y en ese momento yo… He pensado en Fred."
Snape inclinó al cabeza, indicándole que estaba haciendo un buen trabajo.
"No solo en Fred." Prosiguió el muchacho, cogiendo fuerzas de aquel gesto. "También en Remus y en Tonks. En toda la gente que… que hemos perdido, en realidad. Pero especialmente ellos tres. Y… Y ha sido evidente que Ron y Hermione también han pensado en ellos. Podías notarlo en el ambiente."
"Bien, Potter. Lo estás haciendo bien." Snape le miraba con aquellos ojos oscuros, estudiando su rostro. "Continua. Dime por qué has sentido la necesidad de salir corriendo de ahí. Imagino que no es la primera vez que habláis del tema entre vosotros, así que tiene que haber algo más. ¿Ha sido por qué estaba Hagrid también?"
Harry se mordió el labio, intentando mantener el control sobre sí mismo.
"No." Sacudió la cabeza. "No es eso. El problema… El problema es que…"
Cerró la boca y tragó saliva, negándose a seguir hablando.
"¿Potter?"
"Yo… No… No puedo…"
"Potter, solo dilo y ya está." Snape estaba comenzando a perder la paciencia.
"No es tan sencillo."
"Por supuesto que lo es. Tienes las palabras en tu mente, Potter, podría leerlas sin ninguna dificultad si quisiera."
Harry pareció recordar de pronto que Snape era un maestro en Legeremancia. Desvió la vista, evitando que pudiera obtener la verdad a través de su mirada.
"Ni se le ocurra hacerlo." Dijo firmemente, evadiendo aquellos ojos negros.
"Si quisiera escarbar en tu mente, Potter, podría hacerlo con suma facilidad y tú no serias capaz de impedírmelo." Dijo Snape, con los ojos entrecerrados. Aquello le había molestado. "Tú y yo sabemos que nunca has sido precisamente brillante a la hora de ocultar tus pensamientos."
La rabia comenzó a latir en las sienes de Harry, preguntándose una vez más por qué demonios había decidido hablar con Snape de aquello.
"Puede que no, pero eso no le da derecho a obligarme a decirle-"
"¿Obligarte?" Murmuró Snape con una voz fría como el hielo. "¿Obligarte?" Volvió a decir, provocando que Harry se estremeciera y volviera a mirarle de nuevo.
El muchacho sabía reconocer la decepción en el rostro de Snape perfectamente. La había visto millones de veces en las clases de Pociones cuando un estudiante hacía explotar un caldero o arruinaba una poción. Su semblante solía mostrar resignación más que sorpresa, demostrando que Snape no confiaba en absoluto en sus alumnos y esperaba que aquellas cosas sucedieran. Sin embargo, en aquel momento, las facciones de Snape mostraban la ira contenida mezclada con una decepción diferente a la que Harry estaba acostumbrado. Una que no había visto nunca en el rostro enjuto del hombre. Una mezcla de rabia y tristeza al mismo tiempo.
"Yo no te he obligado a nada, Potter." Continuó Snape. "Eres tú quien ha estado cada día aquí sentado desde que llegué a la enfermería, incluso cuando estaba inconsciente. Eres tú quien ha insistido en mantener una relación de 'cordialidad'. Eres tú quien ha querido mostrarme sus recuerdos y eres tú quien ha venido hasta aquí cuando necesitabas hablar de ciertas cosas. Así que no me digas que te he obligado a hacer nada, por qué lo único que hice fue darte mis recuerdos para que supieras la verdad. Eso es todo."
Con cada nueva frase de Snape, un nuevo tono de rojo, cada vez más intenso, había ido apareciendo en las mejillas de Harry. El hombre tenía razón, había sido él quien había buscado mejorar su relación con Snape y, ahora que se paraba a pensarlo, quizás eso no era lo que el maestro de Pociones quería.
"Yo… Tiene razón. Y entiendo que usted no quiera seguir siendo parte de esto. He sido un estúpido. Le dejaré en paz, profesor." Harry hizo ademán de levantarse.
"¿Qué…? Potter, por Merlín. ¿Puedes dejar de ser tan dramático? No tienes por qué irte cada vez que discutimos un poco."
Harry le miró y volvió a sentarse, sorprendido. Las palabras de Snape habían sonado diferentes a las que el hombre solía utilizar. El modo de hablar del profesor acostumbraba a ser poético y complicado. Nada que ver con aquella frase sencilla y natural. A Harry le había recordado un poco a Ron, pero, obviamente, no iba a decírselo a Snape. Así que, en cambio, asintió y dijo:
"Está bien, lo siento."
Snape sacudió la cabeza.
"Deja de disculparte, también. No quiero eso, Potter. Solo pretendo que me digas qué es lo que te preocupa tanto y que no eres capaz de contarme."
Harry se mordió el labio.
"Es… Es difícil."
"Sí, me he dado cuenta…" Dijo Snape con sarcasmo, pero sin malicia. De pronto, tuvo una idea. "Puede que no te guste, pero… Si no puedes decirlo en voz alta, ¿quieres que use Legeremancia?"
"¡No!" Exclamó Harry al instante. Al darse cuenta de ello, se obligó a respirar hondo. "Gracias, pero no." Dijo tratando de calmarse. "Odio que alguien rebusque en mi mente."
Snape asintió, comprendiendo a la perfección.
"Está bien. Entonces solo queda una opción. Vamos, Potter, que se está haciendo tarde y seguro que tienes cosas que hacer."
La luz del sol que entraba por la ventana ya no era tan intensa y, aunque todavía quedaban un par de horas de sol, Harry sabía que Snape tenía razón. No podía demorarlo más.
"De acuerdo." Respiró hondo. "Pero… No quiero que… que piense menos de mí."
"¿Menos de ti? ¿Por qué iba a hacer eso?" Harry se encogió de hombros. "Además, nunca te ha importado demasiado que yo recuerde, Potter. No he tenido la mejor opinión sobre ti durante estos años y te ha dado completamente igual."
"Eso es cierto…" 'Pero las cosas han cambiado', quiso decir Harry, aunque se mordió la lengua.
"Venga, Potter. ¿Qué es lo que ha pasado? ¿Por qué te has ido corriendo de la cabaña de Hagrid?"
"Yo…"
"¿Qué es lo que te da miedo?"
'Nada', quiso replicar, pero después de todo lo que había hablado con Snape no pudo hacerlo. El hombre se merecía algo mejor. Harry respiró hondo una vez más, sintiendo que las palabras se le estaban a punto de escapar de la boca.
"¿Cuál es el problema?" Insistió Snape, con el ultimo ápice de paciencia que le quedaba. Podía ver el rostro de Harry y como la dureza y la tenacidad habían ido desapareciendo de él. Ahora lo único que quedaba era una desesperada necesidad de ser escuchado y comprendido.
"El problema…" Murmuró Harry finalmente, "…soy yo."
"¿Por qué?" Preguntó Snape sorprendido, usando toda la delicadeza que fue capaz.
"Por qué yo… Soy… Soy un cobarde." Admitió en voz baja. Tan flojo que Snape casi creyó habérselo imaginado.
"¿Potter?"
Harry no respondió, sino que desvió la mirada, azorado.
"¿Por qué dices eso?"
El chico tragó saliva, todavía sin mirar a Snape a los ojos.
"Nada. Olvídelo."
"Potter."
"He dicho que lo olvide." El corazón de Harry latía con fuerza y podía sentir como la vergüenza comenzaba a teñir de rojo su rostro.
"No lo voy a olvidar, Potter." Dijo Snape con firmeza. "Básicamente, porque es una de las cosas más estúpidas que te he oído decir nunca. Y has dicho muchas estupideces a lo largo de los años."
Harry levantó la cabeza con sorpresa, aturdido. Tratando de encontrar un sentido a las palabras de Snape. Sonaban a insulto, pero había algo más entre el sarcasmo. Obligó a sus ojos a encontrarse con los del profesor y vio en ellos algo que le asustó. Una fría cólera que le recordaba a una noche, tiempo atrás, cuando el cielo presentaba la Marca Tenebrosa, la cabaña de Hagrid ardía y Fang ladraba desesperado, mientras Harry yacía en el suelo. '¡No me llames cobarde!', había dicho Snape, mirándole con aquella ira en sus facciones.
"¿Señor?" Dijo Harry, algo confundido.
"Potter." Respondió Snape, apretando los dientes con rabia. "Eres una de las personas más valientes que he conocido nunca, así que ni se te ocurra referirte a ti mismo como 'cobarde'. ¿Me has entendido?"
El cerebro de Harry dejó de funcionar durante unos instantes. ¿Había oído bien?
"¿Me has entendido?" Repitió Snape, respirando hondo.
Harry asintió, aunque una parte de él se preguntaba si, después de todo, no habría muerto realmente en el Bosque Prohibido. Eso parecía más probable que qué Snape le hubiera dedicado aquellas palabras.
"Bien." Snape carraspeó, de pronto algo incómodo. "Solo quería dejarlo claro…"
Harry volvió a asentir. Sintiéndose como si un Troll le hubiera golpeado la cabeza con su garrote.
"Me… Me ha quedado claro, señor."
"Me alegro... Y ahora, ¿te importaría explicarme por qué has dicho algo tan estúpido? ¿Por qué crees que eres un cobarde?" La palabra siempre dejaba un mal sabor de boca al maestro de Pociones.
"Yo…" Harry jugueteó con sus dedos, pensando con rapidez. Podía intentar mentir a Snape, evitar decir la verdad, pero sabía que, muy probablemente, él se daría cuenta de ello. Por otro lado, podía alargar aquella conversación todavía más, retrasar el momento de su confesión, pero Snape no se iba a dar por vencido y, tarde o temprano, acabaría diciéndoselo.
"Potter. Estoy esperando."
"Sí, lo sé. Lo siento. Es solo que…"
"¿No sabes cómo empezar?" Snape suspiró, preguntándose de dónde estaba sacando aquella paciencia. Tal vez, y solo tal vez, aquel muchacho traumatizado por la guerra le recordaba a sí mismo. Solo un poco. "Recapitulemos un momento. Estabas en la cabaña de Hagrid, él ha dicho que ha tenido más suerte que la mayoría y tus amigos y tú habéis pensado en Fred y los demás. Esto, aunque sea doloroso, no es algo fuera de lo común, ¿cierto?"
Harry asintió, tragando saliva.
"Bien, entonces el problema radica en que tú necesitas escapar de ahí por qué, cito: 'eres un cobarde'".
Harry volvió a asentir, nervioso.
"¿Por qué eres un cobarde, Potter? Has demostrado más valentía que la mayoría de magos adultos que conozco. Te sacrificaste entregándote al Señor Oscuro, ¡por Merlín! ¿Por qué eres un cobarde?" La voz de Snape se había ido llenando de ira a medida que hablaba y Harry podía ver una vena de su frente latiendo.
"No lo sé."
"Potter."
"¡No lo sé!" Dijo el chico ofreciendo la última resistencia que le quedaba.
"¿Por qué eres un cobarde, Potter?" Presionó Snape.
"Yo…"
"¿Qué es lo que te da miedo?"
"¡El funeral!" Confesó Harry, sin poderlo aguantar más. "Me da miedo el funeral, ¿vale? Por eso soy un cobarde."
Snape entrecerró los ojos, intentando comprender.
"El funeral de Fred." Murmuró Harry. "Está a la vuelta de la esquina. Estamos esperando una carta de la señora Weasley, pero no debería tardar más de un par de días. Y yo… No puedo. No puedo ir. Ni al suyo ni al de Remus y Tonks. No puedo porque si voy entonces será verdad. Será verdad que han muerto y yo-"
La sensación de falta de aire en su pecho ya era más que familiar para Harry, aunque nunca se acostumbraría a ella. El corazón latiéndole con fuerza, las manos que temblaban y el oxígeno que parecía no llegar a sus pulmones se habían convertido en sus fieles compañeros durante los últimos tiempos. Y, en aquel momento, habían regresado con fuerza.
"Potter. ¡Potter!"
Snape le llamaba desde su camilla y se había vuelto a inclinar para agarrarle el brazo, pero Harry no parecía escucharle.
"Maldita sea…" Murmuró el profesor, empezando a preocuparse.
Harry seguía respirando entrecortadamente, temblando como una hoja y sus ojos habían comenzado a llenarse de lágrimas.
"¡Potter!" Repitió Snape, sacudiéndole. "¡Mírame, Potter!" Pero Harry continuaba sin reaccionar.
Pensando con rapidez, el Maestro de Pociones se estiró hacia la mesita de noche para recoger su varita.
"Expecto Patronum." Dijo con firmeza, agitándola.
Al instante, la cierva plateada apareció desde la varita de Snape, llenando la habitación con su presencia reconfortante. Trotó delicadamente hasta situarse justo delante de Harry y luego colocó su cabeza en el hombro del chico. Harry parpadeó al notar el contacto, cálido y familiar, y llevó una mano hasta el cuello, en una especie de abrazo.
Los patronus no eran sólidos, pero al estar formados de energía y magia pura, uno podía tocarlos y no atravesarlos como sucedería con un fantasma. En aquel momento, Harry agradeció aquello con todo su corazón. No sabría como explicarlo, pero la calidez de la cierva de Snape le recordaba intensamente a su madre y al amor que le había salvado la vida diecisiete años atrás, protegiéndole de la maldición de Voldemort. Su mera presencia le calmó y consiguió que pudiera recuperar el control sobre su cuerpo, ralentizando sus latidos y siendo capaz de respirar sin problemas.
Había cerrado los ojos al iniciar el abrazo, de modo que no pudo ver todas las emociones que cruzaron el rostro de Snape, normalmente tan impasible. Alivio, tristeza y alegría al mismo tiempo. Y también la extraña sensación de estar observando algo muy íntimo y especial. Sí, era cierto que aquel patronus lo había conjurado él, pero la esencia de Lily, todo lo que ella había sido, impregnaba aquella cierva desde la punta del hocico hasta la cola. Aquel patronus estaba repleto del alma de Lily Evans, de todo lo bueno que ella había aportado a la vida de Severus Snape. Su amistad, pero también su sonrisa, su picardía y su valentía. La cierva era en su mayoría Lily y aquel abrazo entre madre e hijo pertenecía solo a ellos dos. De modo que Snape esperó pacientemente a que Harry estuviera preparado para separarse un poco y, después de acariciar a la cierva en el hocico y mirarla a los ojos una vez más, volviera a prestarle atención a él.
"Gracias." Dijo el muchacho finalmente, con emoción en la mirada.
"No me las des, Potter." Repuso Snape, tratando de recuperar la compostura y el control de la situación. Pero una parte de él seguía conmovida por la que acababa de presenciar, quizás a causa de que la cierva seguía ahí, recordándole a la amiga que había perdido. De modo que, sin pretenderlo, añadió: "Es lo que ella habría querido."
Harry abrió los ojos con sorpresa, pero contento de que Snape hubiera mencionado a su madre sin que él le tuviera que preguntarle al respecto.
Pasaron los segundos, pero ninguno dijo nada más, mientras el patronus flotaba delante de Harry, transformando un silencio que podría haber sido extraño en uno tranquilo y plácido. Finalmente, Snape carraspeó y dijo:
"Mira, Potter… Yo… No sé si soy la persona más indicada para que tengas esta conversación. No se me da bien escuchar a la gente ni ayudarla con sus problemas. Con esto no quiero decir que no quiera intentarlo." Añadió al ver la expresión en el rostro de Harry. "Pero creo que igual sería mejor que hicieras todo este… eh… proceso con otra persona más cualificada."
"¿Cualificada?" Repitió Harry.
"Sí."
"Alguien como un sanador de San Mungo, ¿quiere decir?" La voz de Harry era tranquila, pero Snape podía notar el enfado en ella. "¿Alguien que no sepa qué es que te torturen, ver morir a la gente que quieres o ese miedo horrible cuando Voldemort te busca para acabar contigo?"
"Potter…"
"Quiero hablar con usted por que es el único que puede comprender por lo que he pasado. Ese nivel de terror cuando Voldemort te quiere especialmente a ti, esa responsabilidad cuando el peso de la guerra recae sobre tus hombros… Solo usted puede entenderlo."
Snape tragó saliva, comprendiendo, pero no dijo nada. Quería que Harry sacase todos sus pensamientos antes de contestar.
"Y sí. También están Ron y Hermione, los demás Weasley, Andrómeda Tonks… Tanta gente que ha perdido a seres queridos y que podrían ayudarme. Pero no puedo pedirles que lidien con esto además de con sus propios problemas."
Harry sacudió la cabeza y luego volvió a mirar a la cierva; con ella ahí se le hacía más fácil hablar de esas cosas.
"Y, ahora que lo pienso," continuó, "quizás tampoco es justo pedírselo a usted…"
"Por eso no te preocupes, Potter." Dijo Snape, tranquilizándole. "Si he de ser honesto, no tenía ningún plan para después de la guerra. Nunca pensé que seguiría aquí… Así que no estás interrumpiendo nada." Añadió con sarcasmo.
Harry frunció el ceño; aquello no le había gustado en absoluto.
"Pero eso no es justo." Repitió. "Usted más que nadie debería hacer algo que le haga feliz; no estar aquí aguantándome. Se lo merece. Especialmente después de sobrevivir a dos guerras mágicas."
Snape sonrió sin humor.
"Ah, pero ahí esta el quid de la cuestión, Potter. He sobrevivido a dos guerras mágicas, sí. Pero sobrevivir no es vivir." Dijo seriamente. "A esto me refería con que no creo que sea el más cualificado para ayudarte. Mis métodos para lidiar con todo lo que te deja una guerra no son…" Snape se calló tratando de buscar una palabra adecuada. "No son los mejores, podríamos decir."
"Pero…"
"Has visto mis recuerdos, Potter. Me conoces desde hace siete años. ¿Crees que el crío que fui en su momento se parece en algo al hombre que soy hoy?"
Harry tardó unos segundos en contestar, intentando poner sus pensamientos en palabras, pero Snape identificó aquel silencio como una respuesta.
"Exacto." Dijo el maestro de Pociones. "La Guerra te cambia. Lo hizo conmigo y lo ha hecho contigo y tus amigos. Pero lo más importante es cómo lidias con ese cambio." La voz de Snape sonaba profunda y pesada, soportando el peso de la experiencia. "Has dicho que yo sobreviví a dos guerras, pero lo cierto es que sigo anclado en la primera."
Si la cierva no hubiera estado ahí en ese momento, Snape estaba seguro de que nunca hubiera confesado todo aquello. Pero su presencia, sumada a los ojos verdes del chico, le hacían sentir como si hubiera alguien más en la habitación. Alguien a quien siempre le había podido decir todo.
"Pero eso no es cierto." Dijo Harry de pronto. "Quizás no ha lidiado con ello de la mejor manera, pero no es verdad que siga anclado. He visto sus recuerdos. Existe una evolución en usted. Ya se lo dije ayer, pero se lo repito. Usted pasó de ser un mortífago a preocuparse por salvar a todo el mundo. Puede que mi madre fuera el desencadenante, pero con el paso del tiempo usted se convirtió en la persona más valiente que conozco. Todo lo que hizo durante estos últimos años fue para proteger al mundo mágico. No se me ocurre algo más noble."
Snape, que se había quedado mudo ante el discurso de Harry, arrugó la nariz al oír aquella última palabra.
"No soy noble, Potter. Todo lo que hice fue a causa de la culpa. No fue un acto desinteresado."
Harry sacudió la cabeza.
"Puede que no, pero por algo se empieza. Llámele culpa o sentido de la responsabilidad. El caso es que lo hizo. No mucha gente hubiera aguantado tanto de estar en su posición."
Snape seguía con cara de disgusto. No le gustaban los halagos, y menos cuando era evidente que no los merecía.
"Basta, Potter. Deja de decir cosas que no son verdad. Y," añadió al ver que Harry quería replicar, "nos estamos desviando del tema. Aquí lo importante es que entiendas que no soy un modelo a seguir, más bien al contrario."
"Pero…"
"Pero nada. No soy un hombre agradable, Potter. No soy una buena persona, ni alguien amable con quien pasar el rato o lo que sea que haga la gente con sus amigos. Soy un hombre solitario y resentido. Y así seguiré hasta que muera." Aseguró. "Como he dicho antes, no soy el más cualificado para ayudarte. Seguiré intentándolo por qué, después de tantos años, no puedo simplemente mirar hacia otro lado. Pero es importante que entiendas que no debes cometer los mismos errores que yo. ¿De acuerdo?" Dijo, con cansancio en el rostro. Hacía muchos años que Snape no era tan honesto con otra persona y aquello le estaba dejando exhausto.
"Yo…"
"No quiero que acabes como yo. Prométemelo, Potter. Tienes que ser mejor."
La desesperación en el rostro de Snape, indicó a Harry que solo había una respuesta posible.
"Lo prometo." Dijo solemnemente.
"Bien."
Después de aquella palabra, se hizo el silencio en la habitación y la cierva comenzó a moverse de nuevo, acercándose a Snape. El Maestro de Pociones le acarició el hocico, mientras ella le observaba con aquellos grandes ojos negros, tan parecidos a los suyos.
"Voy a mantener el encantamiento activo mientras hablemos de estas cosas, ¿de acuerdo?" Le dijo Snape, todavía acariciando a la cierva. "Es evidente que ayuda."
Harry asintió.
"Gracias."
El profesor inclinó la cabeza, aceptándolas. Luego se aclaró la garganta y, lentamente, preguntó:
"Te parece si continuamos con la conversación, ¿entonces?"
Harry respiró hondo, intentando controlarse. La cierva pareció darse cuenta de ello, por que se separó de Snape y volvió a acercarse al chico, reposando la cabeza entre las manos de Harry.
"Vale, creo que estoy preparado." Dijo él, sintiendo la calidez en sus dedos.
"Bien." Dijo Snape. "Me estabas diciendo que te daba miedo el funeral de Fred. El suyo y el de los demás, ¿cierto?
Harry asintió, tragando saliva.
"Sí… Eso es lo que he dicho."
"De acuerdo." Dijo Snape, observándole atentamente, pero sin saber cómo continuar.
Harry permaneció en silencio durante unos segundos, manteniendo su atención en la cierva. Luego, todavía acariciando su pelaje, dijo:
"Supongo que quiere saber qué ha cambiado, ¿no? Es decir, no es como si fuera la primera vez que he de ir a un funeral, ¿cierto? Fred, Remus y Tonks no son las únicas personas que he perdido a lo largo de los años. Debería estar acostumbrado, ¿no?" La voz de Harry estaba llena de tristeza y amargura.
"No deberías estar acostumbrado. Por mucha gente que pierdas nunca lo estarás." Dijo Snape, muy serio. "Pero es cierto que me gustaría entender qué ha cambiado."
Harry suspiró, intentando poner en palabras lo que sentía. Aunque a él también le costaba comprenderlo.
"La verdad es que no sé muy bien por qué estoy reaccionando así." Confesó. "Creo que… Quizás, lo que pasa, es que siempre que he perdido a alguien la amenaza de Voldemort seguía ahí. Así que podía centrar toda mi pena y mi rabia hacia él, en vez de pensar en lo que había sucedido."
El patronus seguía en el regazo de Harry, mientras sus dedos se movían entre el pelaje del animal, pero la mirada del chico estaba clavada en algún punto de la pared, sin ser plenamente consciente de lo que estaba haciendo.
"Cuando murió Cedric lo pasé muy mal, es verdad…" Continuó. "Pero Voldemort acababa de regresar y tenía que preocuparme por eso. Y al año siguiente, cuando… Cuando sucedió lo de Sirius… No sé, nunca tuve que ir a su funeral. No había un cuerpo que enterrar, claro…" Harry hablaba en piloto automático, intentando no centrarse en las emociones, solo en los hechos, tal y como le había enseñado Snape. "Y luego, ese verano… No fue nada agradable, tengo que reconocerlo. Pero, de algún modo, mi pena quedó como… como aplastada. Escondida, más bien. Intentaba no pensar en él, en lo que había sucedido. Y después, Dumbledore tenía que enseñarme tantas cosas sobre Voldemort que no podía permitirme estar triste…"
Snape escuchaba con atención, mientras Harry seguía hablando. Era importante que el chico externalizara sus pensamientos, quizás así podría descubrir lo que estaba sucediendo.
"Y el año pasado… Cuando… cuando murió Dumbledore…" Continuó Harry. "Lo siento, pero centré toda mi rabia en usted." Dijo, disculpándose con la mirada.
"Me di cuenta, Potter. Pero lo entiendo."
Harry asintió, aliviado.
"Bien… Por qué así fue… Me concentré en el odio que sentía hacia usted y hacia Voldemort, y en la misión que Dumbledore me había encomendado…" Suspiró, dándose cuenta de algo. "Hay un patrón, ¿no es cierto? Siempre que perdía a alguien hacía lo mismo."
Snape suspiró, agotado mentalmente.
"Sí, Potter, pero es lo más común. La mayoría de las personas suelen hacerlo. Ocultan en algún rincón de su mente aquello en lo que no quieren pensar y se centran en lo que sí que pueden controlar. Después de la primera guerra, después de que tu madre… de que tus padres," Se corrigió Snape, "fallecieran… Hice lo mismo durante mucho tiempo."
Harry levantó la mirada, buscando ese apoyo, esa comprensión que Snape le estaba ofreciendo.
"Pero, señor, ahora que la guerra ha acabado, que ya no hay nadie a quien odiar, ni ninguna amenaza contra la que luchar… No queda nada." Dijo, dándose cuenta de aquella realidad. "Ya no hay más rabia, ni miedo ni trabajo por hacer. No queda nada." Repitió, con la mirada baja. La cierva se encontraba todavía en su regazo, pero Harry estaba demasiado absorto en sus pensamientos como para darse cuenta. "Solo quedo yo. Yo y esta… esta tristeza. Este vacío horrible."
Snape intentó mantener su rostro impasible para no reflejar en él ese mismo dolor que podía ver en las facciones de Harry. Comprendía perfectamente por lo que el chico estaba pasando.
"Y creo… Creo que ya sé por qué me asusta tanto la idea de ir al funeral…" Continuó Harry, con la terrible sospecha de haber encontrado la explicación que había estado buscando. "Es como si… Como si todo lo que he estado acumulando durante estos años finalmente saliera a la luz. Todas esas muertes: la de Cedric, Sirius y Dumbledore, incluso la de mis padres… A esas muertes se han unido las de Fred, Remus y Tonks. Y cuando… cuando vaya al funeral…" La voz volvía a temblarle de nuevo, pero Harry respiró hondo y cerró los ojos, concentrándose en la calidez de la cierva y su presencia tranquilizadora, cogiendo fuerzas de ella. "Cuando suceda… Será como si todas esas pérdidas se hagan realidad al mismo tiempo."
Aquella frase hizo que a Snape se le erizara el vello de la nuca. Harry acababa de dar en el clavo, lo sabía, podía verlo en el rostro del chico. Por unos segundos no dijo nada, se quedó observándole, tratando de anticipar un cambio en el rostro del muchacho, una grieta en la entereza que estaba mostrando, pero no la encontró. A pesar de aquella revelación, Harry estaba aguantando la compostura y Snape sintió un destello de orgullo al verlo. Quizás era el Patronus en la habitación, o el alivio por haber descubierto por fin la razón de su miedo o, probablemente, la mente del chico estaba demasiado agotada como para asimilar todo aquello, pero Harry estaba siendo capaz de controlarse a sí mismo y eso significaba una mejora en el muchacho, una evolución. Aunque fuera muy pequeña.
"Creo que tienes razón, Potter." Dijo finalmente Snape. "Tiene sentido que, frente a una situación como un funeral, tu mente te recuerde otros momentos dolorosos. Especialmente cuando ya no hay ninguna distracción presente. El problema es que no… No estoy muy seguro de como ayudar en este caso… Pero quiero que sepas que es importante haber identificado el porqué. Y también el hecho de que me lo hayas podido contar. Yo…" Abrió la boca para decir algo, pero luego la volvió a cerrar. "Has hecho un buen trabajo." Dijo en cambio.
"Gracias, señor." Respondió Harry, todavía alterado por lo que acababa de descubrir, pero agradecido por aquellas palabras. "Honestamente, yo tampoco sé muy bien qué hacer… Pero como usted ha dicho, saber qué es lo que está pasando es importante."
Snape asintió, mientras una idea se formaba en su mente.
"Así es, Potter… Y por eso precisamente deberías hablar con tus amigos sobre esto. Antes de que protestes," Añadió al ver que Harry quería replicar, "sé que no quieres molestarles o ponerles tristes o lo que sea. Pero eso me da igual." Dijo Snape, volviendo a sonar como el hosco profesor que Harry recordaba. "Lo importante aquí es que lidies con esta situación. Y tus amigos pueden ayudarte en modos que yo no puedo. De modo que explícales lo que está pasando. Probablemente ya se han dado cuenta de que te sucede algo; no son completamente idiotas. Al menos la señorita Granger no lo es..." Murmuró Snape por lo bajo.
Por una vez, Harry decidió ignorar aquel comentario. Tenía cosas más importantes de las que preocuparse.
"Pero…"
"Nada de peros, Potter. Sabes que tengo razón."
Harry suspiró, admitiendo su derrota: Snape estaba en lo cierto.
"Está bien. Hablaré con ellos, ¿de acuerdo?" Dijo finalmente. "Pero no ahora; estoy cansado."
Snape quiso sonreír con sarcasmo, pero se contuvo a tiempo.
"Ya somos dos, Potter…" Entre las heridas de las que todavía se estaba recuperando, las conversaciones agotadoras y el haber mantenido activo el patronus durante tanto tiempo, Snape parecía estar punto de desmayarse por el cansancio.
Harry se le quedó mirando durante unos instantes, dándose cuenta de ello.
"Perdón, Profesor. Ha sido culpa mía, no debería haberme quedado tanto tiempo." Giró la muñeca para ver que hora era, y descubrió que llevaba en la enfermería más tiempo del que pensaba. "Por Merlín, sí que es tarde… Lo siento, señor. Le dejaré en paz."
Snape levantó una mano.
"Potter, creo recordar que te he dicho que dejaras de disculparte, ¿no es cierto?"
Harry asintió.
"Bien, entonces deja de hacerlo. Era de vital importancia tener una conversación sobre este tema. Y, aunque todavía no sé sepamos como solucionarlo, creo que es un paso adelante."
"Yo también lo creo." Estuvo de acuerdo Harry. "Sé que suena raro decirlo, pero me siento más tranquilo que antes. Hablar de todas estas cosas con usted me ayuda mucho. De modo que… eh, gracias. Soy consciente de que no es fácil para usted."
La gratitud en los ojos del chico era evidente y Snape, que en otros tiempos hubiera rodado los ojos ante semejante exhibición de sentimentalismo, no pudo evitar la calidez que inundó su pecho.
"Ha sido más fácil de lo que hubiera imaginado hace un par de días." Reconoció, con una extraña sonrisa sincera, antes de darse cuenta de lo que estaba haciendo.
Harry le devolvió la sonrisa enseguida, contento de ver como su relación con Snape iba mejorando poco a poco. Si se paraba a pensarlo podía parecer extraño, pero en realidad tenía todo el sentido del mundo.
"En fin…" Continuó Snape, aclarándose la garganta. "Dado que se ha hecho tan tarde y que los dos estamos cansados, creo que será mejor dar esta charla por concluida. ¿No te parece?"
Harry asintió. Le estaba empezando a doler la cabeza después de todas aquellas emociones y su cama en la Sala Común de Gryffindor cada vez le llamaba más. De modo que recogió sus pertenencias y volvió a acariciar a la cierva una vez más antes de dirigirse hasta la puerta.
"Gracias de nuevo por todo, señor." Dijo al llegar a ella. Se había girado para mirar a Snape, quien en aquel momento agitaba su varita, haciendo desaparecer al Patronus. Harry sintió como, al instante, la calidez de la Sala disminuía considerablemente.
"De nada, Potter…" Dijo Snape, colocando la varita otra vez en la mesita. "Ahora vete a cenar algo y a dormir, ¿de acuerdo? Y habla con tus amigos."
Harry asintió.
"Lo haré, lo prometo. Qué descanse, profesor. Vendré a verle mañana." Prometió, con una pequeña sonrisa. Le alegraba saber que sus visitas diarias a la enfermería se habían convertido en parte de su rutina.
Snape se limitó a inclinar la cabeza, aceptando ese hecho. Sabía que, a esas alturas, no podría huir de Potter y sus charlas. De modo que permaneció ahí, sentado en su camilla, observando a Harry mientras este cerraba la puerta tras de sí.
Y en los ojos oscuros de Severus Snape había un brillo que hubiera hecho envidiar al mismísimo Dumbledore.
A/N: Hasta aquí el capítulo de hoy, espero que os haya gustado :) Por favor, decidme si habéis visto algún error o si los personajes evolucionan demasiado rápido. Es importante para mi que sea creíble.
Y eso es todo. Espero que acabéis de pasar unas felices fiestas y que tengáis un buen inicio de año. ¡Nos vemos en 2022!
Hasta entonces :D
