A/N: Hola a todos, espero que estéis bien. Yo tengo malas noticias... Mi madre falleció hace dos meses. Fue completemente inesperado por qué era joven (tenía 50 años) y no tenía ninguna enfermedad. Estamos todos destrozados pero no hay nada que hacer, y sé que ella hubiera querido que siguiera adelante. Os cuento esto por qué esta historia trata sobre temas que antes eran solamente ficción pero ahora son parte de mi día a día. No sé si seré capaz de continuar escribiendo. Me gustaría, pero quizás será demasiado para mí... He conseguido acabar este capítulo, por qué lo tenía a mitad y sentía que quería subirlo como un homenaje a mi madre. Por favor, si os lleváis bien con la vuestra, abrazadla y decidle que la queréis


A mi madre. Gracias por todo, mamá

Te quiero y sé que siempre estarás conmigo


Harry llevaba un par de minutos esperando a sus amigos delante de las puertas de la enfermería, recordando todo lo ocurrido durante aquella tarde. Sus conversaciones con Snape y todo el torbellino de emociones que éstas habían ido desencadenando, seguían presentes en su cabeza, pero se sentía mejor que cuando había huido corriendo de la cabaña de Hagrid, varias horas atrás.

"¡Harry!"

La voz de Hermione le sacó de sus pensamientos. Levantó la mirada y ahí estaba su amiga, con una pequeña sonrisa en el rostro. Junto a ella se encontraba Ron, quien asintió con la cabeza a modo de saludo. Harry le devolvió el gesto, cubriendo con un par de zancadas los pocos metros que les separaban.

"¿Todo bien?" Preguntó, estudiando sus caras.

"Todo bien." Dijo Ron. "Tú?"

Harry abrió la boca, sin saber muy bien que contestar a eso. Le había dicho a Snape que estaba cansado y que hablaría con sus amigos más tarde. Pero, ahora que los tenía delante, sentía la necesidad de explicarles el porqué de su comportamiento y todo lo que había ocurrido desde que abandonase la cabaña de Hagrid.

"Yo también estoy bien." Dijo finalmente. "Siento haberme ido así corriendo… Tengo muchas cosas que contaros."

Ron le puso una mano en el hombro y apretó con afecto.

"Ya lo imaginábamos, Harry. Pero no tienes por qué disculparte; estamos todos un poco raros estos días."

"Exacto." Asintió Hermione. "Y es perfectamente normal."

Harry tragó saliva ante aquellas palabras, emocionado al comprobar una vez más lo mucho que sus amigos le entendían.

"Gracias…"

Ron sacudió la cabeza.

"No nos las des, Harry. Es algo por lo que todos estamos pasando, así que lo comprendemos perfectamente. Y puede que mañana sea yo o Hermione quien tenga que irse de algún sitio o reaccione de algún modo extraño. Lo importante es que estamos juntos en esto y que nunca nos juzgaremos los unos a los otros."

La guerra había hecho madurar a Ron a pasos agigantados, Harry podía verlo en su modo de andar, en las arrugas de su rostro y en su mirada que se perdía en la nada de vez en cuando. Pero si algo demostraba aquella nueva madurez, era la empatía e inteligencia emocional que el chico demostraba en los últimos tiempos.

"Gracias, Ron. Yo… significa mucho para mí."

Harry ya sabía todo que aquello que su amigo le había dicho, pero agradecía el recordatorio. Se había acostumbrado desde pequeño a lidiar con los problemas y las penas por su cuenta, sin nadie que le ayudase. Incluso después de haber conocido a Ron y a Hermione todavía se le hacía extraño y se sentía como una carga al depender de ellos, pero gestos como aquel le recordaban que no estaba solo y que apoyarse en las personas que le querían no era un signo de debilidad ni una molestia para ellas.

"Como he dicho: no me las des." Sonrió Ron, con afecto en la mirada. "Por cierto, quizás deberíamos ir a algún otro sitio." Dijo observando a su alrededor. "La puerta de la enfermería no es el lugar más acogedor de todo Hogwarts…"

Harry asintió, y estaba a punto de proponer que fueran a la Sala Común cuando Hermione, que le observaba atentamente, preguntó:

"¿Has comido algo desde esta mañana, Harry?"

El chico cayó en la cuenta de que se había olvidado de hacerlo.

"Eh… Lo cierto es que no…"

"Lo imaginaba." Suspiró ella. "Pues vayamos al Gran Comedor a cenar algo, entonces. Puedes contarnos todo lo que ha pasado mientras comemos."

Harry aceptó aquella propuesta, consciente de que iba a necesitar energía para explicarles lo ocurrido con Snape.

En otros tiempos, el Gran Comedor solía estar repleto de estudiantes que charlaban entre ellos, reían y disfrutaban de las delicias cocinadas por los Elfos domésticos. Pero aquello había sido antes de la Guerra, antes de la Batalla de Hogwarts y antes de que la mayoría de personas dejasen la escuela. Las pocas que quedaban en Hogwarts: profesores, heridos, y algunos alumnos que, o bien no tenían a adónde ir o querían ayudar con la reconstrucción del castillo, solían comer en sus respectivas habitaciones o por los terrenos de Hogwarts. Por ello, las mesas acostumbraban a estar vacías, a excepción de un puñado de sanadores que venían a comer algo después de largas horas en la enfermería. Las bandejas de plata se rellenaban automáticamente cuando alguien se sentaba frente a ellas y se vaciaban del mismo modo cuando ya no había nadie, devolviendo la comida que sobraba a las cocinas.

En aquel momento, para agradecimiento de Harry, el Gran Comedor se encontraba vacío. No tenía ganas de que alguien escuchase su conversación con Ron y Hermione. Los tres se sentaron en la mesa que había pertenecido a la casa Gryffindor y llenaron sus platos con la comida que había aparecido en las bandejas. Harry tomó un par de bocados del pastel de carne que había escogido y se dio cuenta de pronto de lo hambriento que estaba.

Comieron en un silencio agradable, dando tiempo a Harry para que ordenase sus ideas. En otro momento, quizás hubiera estado nervioso de hablar con sus amigos de todo aquello que le carcomía por dentro, de ser tan vulnerable, de herirles sin quererlo, pero los últimos acontecimientos habían cambiado su perspectiva. Si había sido capaz de contárselo a Snape, bien podía confiar en Ron y Hermione. Además, como había dicho el hombre, entre ellos podrían ayudarse mutuamente. De modo que, después de tragar el último trozo, se aclaró la garganta y empezó a hablar.

"Sé que no he estado muy presente estos días. Después de todo lo que pasó durante la Batalla yo… Necesitaba tiempo para mí." Dijo, desviando la mirada." Y… aunque hayamos estado juntos físicamente, sé que os habéis dado cuenta de que mi mente no estaba aquí del todo."

Ron y Hermione asintieron, era cierto que se habían percatado de ello. Aun así, no le interrumpieron; querían dejarle soltar lo que llevaba dentro.

"Desde que encontrasteis a Snape… Desde que supe que estaba vivo… Yo… Le he usado como una vía de escape." Reconoció Harry avergonzado, pero obligándose a seguir hablando. "He puesto todas mis energías en visitarle en la enfermería, en asegurarme que iba a sobrevivir. Y mis pensamientos se han centrado en intentar entenderle, en asimilar que estuvo todo este tiempo de nuestra parte."

Por un lado, todavía se le hacía extraño pensar que así había sido, pero, por el otro, imaginar su vida sin el Snape de la enfermería, que le había escuchado y ayudado tanto, parecía imposible.

"Y sí," Continuó Harry, "también he estado pensando en todo lo ocurrido, en las personas que hemos perdido. Es imposible no hacerlo. Pero lo he hecho desde una cierta distancia, sin asimilarlo realmente. Pero ahora… Ahora que se acerca el funeral de Fred… La realidad está delante de mis narices y no puedo ignorarla."

Suspiró y cogió el vaso que tenía enfrente suyo para beber algo de agua. Se dio cuenta que sus manos temblaban y trató de evocar la imagen del Patronus de Snape, su presencia tranquilizadora.

"Harry…" Le llamó Hermione con delicadeza. "Nosotros estamos igual. Quizás no nos hemos centrado tanto en Snape como tú, pero… Pero también nos hemos intentado distraer a nuestra manera."

Ron asintió ante aquellas palabras y le cogió la mano, transmitiéndole su calidez y apoyo. Ella se lo agradeció con una pequeña sonrisa, aunque cargada de tristeza.

"Piensa que Ron y yo empezamos a estar juntos el mismo día de la Batalla. Y estos primeros días de relación, estos sentimientos… nos ha servido para distraernos, para intentar no pensar demasiado. Por muy mal que suene, ha sido así."

También Hermione parecía avergonzada de sí misma. Al verlo, Ron apretó con más fuerza su mano y dijo:

"Es horrible, sí. Pero es la realidad y nadie nos puede culpar por ello. Estos días, que en teoría tendrían que ser preciosos y llenos de alegría, han sido tristes y extraños. Lo mínimo que podemos hacer es intentar sobrevivir como podamos y encontrar algún momento de una cierta felicidad."

Aquellas palabras reconfortaron un poco a Hermione, quien asintió. Era evidente que aquella no era la primera vez que hablaban del tema. Harry entendía lo que debían estar sintiendo: alegría por saber que sus sentimientos eran correspondidos y ganas de pasar tiempo el uno con el otro; pero al mismo tiempo, tristeza y dolor por lo que habían perdido, además de culpabilidad por no pensar en ello todo el rato.

"Cada uno hemos creado un pequeño refugio donde poder resguardarnos de todo lo que ha pasado." Les dijo Harry. "Pero por eso precisamente es por lo que la conversación en la cabaña de Hagrid me ha afectado tanto. Afrontar ciertas cosas, ciertos… momentos es algo que debemos hacer. Pero no sé si estoy preparado para ello."

"Antes has mencionado el funeral de Fred." Le recordó Ron, con dolor en la voz. "¿Es eso lo que más te asusta?"

Harry tragó saliva.

"Sí… Yo… He estado hablando sobre el tema con Snape."

Ron entrecerró los ojos, pero no le interrumpió.

"Cuando he ido a verle después de la cabaña de Hagrid… Digamos que estaba bastante nervioso y él, eh… me ha ayudado a calmarme. Hemos estado hablando sobre qué es lo que me daba miedo y creo que he descubierto la respuesta." Tragó saliva, preparándose para explicar todo lo que pasaba por su mente. "Además de por los motivos obvios, el funeral de Fred será aceptar que lo que ha ocurrido ha pasado de verdad. Que toda la gente a la que hemos perdido por culpa de Voldemort: Fred, Remus, Tonks, Dumbledore, incluso Sirius, Cedric o mis padres… No volverán. Significará que todas esas muertes son verdad, que acabar con Voldemort no les va a traer de vuelta."

Hermione abrió la boca para responder, pero Harry continuó hablando.

"No lo entendéis. Sé qué queréis ser positivos y pensar en el futuro. Intentar encontrarle algún sentido a esto. Pero la realidad es que ahora ya no hay nada más por lo que luchar. Solo queda este dolor horrible y ninguna solución. Este vacío. Para siempre."

"Harry…"

"Y lo siento, Ron. Lo siento muchísimo. Debería estar junto a ti, animándote, siendo fuerte. Por qué tú eres quien peor lo estás pasando de los tres: ¡has perdido a tu hermano, maldita sea! Pero no puedo. No soy capaz de lidiar con esto. Ni de ayudarte a ti o… O a Ginny." Las palabras salían a borbotones de su boca y Harry no era capaz de contenerlas. "La he dejado sola como un cobarde por qué no sé ni qué decirle. No sé ni qué decirme a mí mismo. Lo único que sé es qué no quiero herirla. Ni a ti."

No había terminado de hablar cuando Ron le levantó de su asiento y le envolvió en un abrazo desesperado. Harry se agarró a la camisa de su amigo con toda la fuerza que fue capaz, intentando no verse arrollado por aquella espiral de pensamientos negativos que amenazaban con ahogarle. Sintió como otro par de brazos les rodeaban y Harry pudo oír a Hermione llorando, uniéndose a sus propios llantos. Por segunda vez en aquella tarde, volvió a agradecer que el Gran Comedor estuviera vacío.

Permanecieron así durante largo rato hasta que, poco a poco, fueron recuperando el control sobre sí mismos. Ron, todavía cogiéndole por los hombros, puso un poco de distancia entre Harry y él, estudiando su rostro.

"¿Estás un poco mejor?" Le preguntó.

Harry asintió débilmente, se sentía muy cansado de pronto. Quizás por eso la tristeza se sentía menos asfixiante.

"Bien, porqué quiero que me escuches con atención."

Ron volvió a sentarse en el banco y ayudó a Harry a hacer lo propio. Hermione se sentó también, intentando lo romper el momento.

"Harry, voy a decirte algo y quiero que te quede muy claro."

El chico tragó saliva, sorprendido por la intensidad y la seriedad en el rostro de su amigo.

"Saldremos de esta. Sobreviviremos. Te lo prometo." Ron nunca había estado tan seguro de algo en su vida. "Conseguiremos ser felices de nuevo."

Harry quiso replicar, pero su amigo continuó hablando, mirándole a los ojos. Y había tal determinación en ellos que le hizo enmudecer.

"No será en una semana. Ni en un mes. Probablemente tampoco en un año. Pero, te prometo que viviremos una vida de la que ellos se habrían sentido orgullosos. Seremos felices y viviremos lo mejor que podamos. Por qué es lo que Fred, Sirius, Remus, Tonks, tus padres y todos los demás hubieran querido. Porqué si nosotros estamos aquí, hemos de aprovechar este regalo. Dolerá. No será fácil. Y habrá momentos en los que parezca imposible. Pero encontraremos el modo de ser felices. Te lo prometo. Y lo que es más importante: se lo prometo a ellos."

Los ojos de Harry se habían llenado de lágrimas, pero eran lágrimas de emoción y de alivio. Hasta ese momento no había creído que podía tener un futuro. Pero ahora, una calidez extraña se había extendido por su pecho, haciéndole sentir más fuerte y optimista que antes.

"Gracias, Ron." Le dijo, emocionado.

Hermione, que hasta ese momento no había querido interrumpir. Se acercó una vez más para apoyar la mano en el hombro de Harry.

"Lo conseguiremos. Ya lo verás. No hemos enfrentado a mil peligros a lo largo de los años. Esto es solo otra batalla. La más importante, es cierto, pero estoy segura de que ganaremos."

Harry esbozó una pequeña sonrisa y le dio un apretón en la mano.

"Soy muy afortunado de teneros. Quiero que lo sepáis."

Ron y Hermione le sonrieron de vuelta, el cariño evidente en sus facciones.

"Y nosotros tenemos suerte de tenerte a ti, Harry." Le dijo Ron, al tiempo que Hermione asentía.

Antes de que nadie pudiera decir algo más, el reloj del Gran Comedor comenzó a sonar, indicando que eran las ocho de la tarde.

"Se está haciendo tarde." Dijo Harry, observando las manecillas doradas del reloj. "¿Queréis ir a la Sala Común? Honestamente, me gustaría ponerme el pijama y relajarme un poco."

Los demás estuvieron de acuerdo, así que apuraron sus bebidas para después emprender el camino hacia la Sala Común de Gryffindor. Una vez ahí, tal como había dicho Harry, se pusieron los pijamas y se sentaron en las butacas frente a la chimenea. Hermione apuntó con la varita y pronunció un encantamiento. Al instante, las llamas envolvieron los troncos y el olor a madera quemada inundó el ambiente. El fuego danzó dentro de la chimenea, proyectando sombras y luces anaranjadas sobre los muchachos. Harry sonrió, disfrutando de la agradable sensación y relajándose completamente por primera vez en todo el día.

"¿Sabéis? Pequeños momentos como este me hacen darme cuenta de que tienes razón, Ron. Que conseguiremos ser felices."

Su amigo le sonrió y luego recostó la cabeza contra el respaldo de la butaca. El color de su pelo, sumado a la luz proveniente de la chimenea daban la sensación de que Ron estuviera rodeado de llamas. Harry pensó que de ser así no sería sorprendente. El chico emanaba calidez. Su presencia y personalidad eran tan reconfortantes como el crepitar de la leña en el fuego, como el acogedor calor de la lumbre. Harry volvió a sentirse afortunado de tenerle en su vida. A él y a Hermione. De no ser por ellos, Harry no quería ni imaginarse donde estaría en aquel momento.

"Ahora que lo pienso, no os he acabado de contar todo de lo que he hablado con Snape." Dijo de pronto, provocando que Ron volviera a incorporarse, dándole toda su atención. "Es solo que este momento me lo ha recordado. Snape me ha dicho que tengo que ser mejor que él."

Hermione le miró con interrogantes en los ojos y Ron sacudió la cabeza.

"No quiero meterme con Snape por qué ahora me cae hasta simpático…" Comenzó el muchacho. "Pero, Harry, siento decirle que siempre has sido mejor que él."

"No, no me he explicado bien. Me refería a que, frente a lo que hemos vivido, hay diferentes maneras de reaccionar. Snape, cuando murió mi madre, se encerró en sí mismo. Se enfadó con el mundo y se convirtió en… bueno, en el hombre que todos conocemos. Y, aunque haya sido muy valiente y aunque yo le admire por ello, lo cierto es que no es un ejemplo a seguir… Y él es consciente. Por eso, me hizo prometerle que no acabaría como él. Que sería mejor."

Las cejas de Ron se elevaron de manera cómica.

"¿Snape reconociendo sus errores? Vaya… Es cierto que ha cambiado."

"De verdad que lo ha hecho, Ron. Y esto me lleva a dónde quería llegar. Yo me veo capaz de afrontar todo lo que tenemos encima por qué os tengo a vosotros, a los demás Weasley o a gente como Neville y Luna. Pero Snape no tenía a nadie. Hasta ahora. Quizás por eso, gracias a ese "sistema de apoyo" está siendo capaz de asumir sus errores y de aceptar el pasado. Aunque sea poco a poco." Harry asintió para sí mismo. "Lo veo claro ahora. Especialmente después de cómo me habéis abierto los ojos en el Gran Comedor. Me sentía solo y perdido, pero vosotros, mi "sistema de apoyo" me habéis mostrado el camino. Me habéis enseñado que lo conseguiremos, que por mucho que duela, la gente que sigue aquí hace que merezca la pena quedarse y pasar por todo esto."

Harry sonrió, triste pero emocionado, recordando de pronto como le había dicho algo parecido a Ginny, algunos días atrás. "Lo siento, no tengo una fórmula para lidiar con esto. Simplemente … lo haces. Porque no queda otra. Y porque la gente que sigue aquí hace que merezca la pena soportarlo." Sus propias palabras resonaron en su mente y se dio cuenta de que aquella era la realidad. Merecía la pena soportarlo y seguiría siendo así, aunque algunas veces doliera tanto que por momentos uno pudiera olvidarse. A pesar de todo, Harry ahora sabía que siempre que lo necesitase, siempre que sus fuerzas flaquearan, sus seres queridos estarían ahí para recordárselo.