El final del viaje
Al llegar a los altos muros de piedra que enmarcaban la entrada a la ciudad, Orphen se giró hacia sus compañeros que miraban embelesados la imponente estructura, en la que se entretejían enredaderas cubiertas de flores de todos los colores posibles.
Habían decidido hacer una parada en la ciudad de Greenstone antes de que Majic volviese definitivamente a la Torre del Colmillo para continuar allí sus estudios de hechicería. Y el motivo principal era porque Clea había oído hablar del famoso mercado de la ciudad y se había encaprichado en comprar artículos exclusivos.
Orphen suspir para sus adentros. La consentia demasiado. Pero también había notado que desde que Majic les dijo que quería volver a la Torre, la chica se quedaba ausente sumida en sus pensamientos muy a menudo, y creía saber el motivo de su preocupación.
¡Es tan bonito como decía en la guía turística!- exclamó la Clea entusiasmada entrando por el portón que daba acceso a la calle principal de la ciudad, con Leki sobre su cabeza.
La verdad es que siempre hay muy buen ambiente aquí- comentó Majic mirando las calles abarrotadas de gente paseando-. Parece que ha crecido bastante desde la última vez que estuvimos, ¿verdad, Maestro?
Es verdad, vosotros ya habíais estado aquí antes. ¿También queríais visitar el mercado?
Bueno, realmente solo estuvimos un par de días, y es verdad que la calle principal aún contaba con pocas tiendas- Orphen les hizo una seña para indicar un hostal donde reservarían un par de habitaciones-. Y sí, ya por entonces destacaban los artículos exóticos que se encontraban por esta zona.
Tras pagar las habitaciones para esa noche, dejaron su equipaje y fueron a comer antes de nada a un restaurante cercano que les había indicado la dueña del hostal.
Fue cuando empezaban a caminar de nuevo que un brazo se enredó alrededor del de Orphen, y los tres se giraron sobresaltados hacia la nueva presencia.
Pero qué pasa, ¿ya no te acuerdas de mí, Orphen?- preguntó entre risas una mujer de cabello rizado moreno y exuberantes curvas.
El rostro de Orphen se volvió blanco en cuestión de segundos.
TTT-Tina…- tartamudeó el hechicero.
¿Quién es Tina?- le susurró Clea a Majic.
El aprendiz la miro nerviosamente antes de responder.
Bueno… Es… Es una chica que conoció al maestro la última vez que estuvimos aquí y al final le dio calabazas… Además de llevarse todo el dinero que teníamos encima.
¿Estuvieron juntos?- le preguntó espantada, a lo que Majic avanzaba con la cabeza.
Clea frunció el ceño y fulminó con la mirada a Orphen, quien giró la cara haciéndose el despistado.
En ese momento Tina se apartó de ellos y se dio cuenta de que la acompañaba otra persona; un joven alto y rubio del que también se enganchó del brazo.
Amor, estos son Orphen, Majic y… ¿disculpa pequeña, a ti no te conozco, verdad?- preguntó reparando en Clea-. Son unos amigos que conocí hace tiempo.
¡Vaya, encantado! Mi nombre es Nikolas- se presentó el hombre tan risueño como su acompañante.
Clea aparentaba los dientes conteniéndose para no soltar alguna bordería después de oír ese "pequeña", y se presentó entre dientes:
Mi nombre es Clea, un placer - masculló*.*
Clea miró más detenidamente a la mujer que no parecía haber escuchado ni siquiera su nombre. ¿Cómo que pequeña, si apenas tendría un par de años más que ella? Sobre la edad de Orphen.
Para su fastidio se percató de su rostro perfecto, su cuerpo esbelto y del pronunciado escote que dejan vislumbrar un voluminoso pecho.
Y tampoco pude evitar pensar en que Orphen y ella se habrían acostado, y que ella le habría tocado a él y él a ella, y que a lo mejor en esos instantes él la estaba recordando desnuda.
Sintió que se le revolvía el estómago.
¿Qué haces por aquí, Tina? Creía que no eras de la zona- preguntó el hechicero masajeándose las sienes con expresión cansada.
Oh, y no lo soy- contestó ella soltando una risita-. Pero cuando conocí esta ciudad no pude olvidarla y decidí mudarme aquí. Es increíble el buen ambiente de este lugar.
¿Qué hay de vosotros? ¿Sois de por aquí también o estáis de paso?- intervino Nikolas mirándolos interesados.
No, qué va- contestó Majic a Nikolas-. Realmente solo pasaremos esta noche aquí, hemos venido a visitar el mercado.
En ese momento Clea sintió la mano de Orphen sobre su cabeza.
Clea, ¿estás bien? De repente estás pálida- susurró discretamente mirándola preocupada.
La chica se limitó a asentir ya alejarse unos pasos de él.
Tina le dirigió una mirada entusiasmada a su acompañante antes de dirigirse a ellos.
¡Entonces tenéis que venir a la feria municipal! Está al oeste del pueblo. Hay comida, bebida, música… Podemos ir todos juntos a un local muy de moda que hay por allí. Os lo pasaréis muy bien. Quedamos esta noche, ¿sí?
La pareja miró a los tres viajeros expectantes, y ellos se miraron entre sí sin saber qué decir.
El mercado de Greenstone ocupaba las dos calles principales de la ciudad y había una cantidad de personas desmesurada, tanto habitantes como viajeros que, como ellos, estaban de paso y no habían querido perder la oportunidad de visitarlo.
Espera… Clea… ¡Ouch!- Majic intentaba abrirse paso a duras penas entre el gentío para seguir a su amiga.
¡He dicho que vosotros os quedéis por aquí! Sólo quiero ir un momento a una tienda de ropa que hay por aquí cerca.
Estúpida mocosamasculló Orphen, y cogió del brazo a sus dos compañeros para mantenerlos cerca, a lo que Clea se soltó como un recurso-. En este sitio hay demasiada gente como para que vayamos por nuestra cuenta; puede ser peligroso. Te acompañaremos a esa maldita tienda y luego seguiremos viendo puestos.
Así pues, continuaron abriendo camino hasta llegar a una boutique de aspecto elegante.
Bueno esperadme aquí, no tardaré.
No tardará…- susurró Majic con voz lastimera.
¿Pero qué necesitas ahora?- resopló Orphen-. Hace nada te compraste unos pantalones nuevos, se suponía que querías parar aquí antes de ir a la Torre del Colmillo para ver nosequé de objetos exóticos.
" O quizás solo quería alargar nuestros viajes un poco más", pensó Clea.
Si vamos a ir a ese sitio esta noche, necesito algo para ponerme, no me voy a poner mis vaqueros de viaje- explicado en cambio.
Orphen rodó los ojos al cielo exasperado, y Clea se dio la vuelta y entró en la tienda enfadada.
Claro que le daba igual si se compraba o no un vestido nuevo, o si iba como siempre. Él no iba a fijarse ni siquiera en la diferencia.
Estúpido hechicero.
Seguro que Tina iría con un vestido ajustadísimo y un escote que ya quisiera ella tener.
Echó un vistazo a todas las prendas expuestas hasta que una llamó su atención. Se llevó a las manos un vestido blanco corto hasta las rodillas, con un escote bastante aceptable. Los tirantes se anudaban en el cuello y quedaba la espalda al aire. Le perfecto parecía.
Cuando salió de la tienda vio que los chicos se habían sentado en un escalón al lado de la entrada.
Vaya, la espera podría haber sido peor- le comentó Orphen a su aprendiz, a lo que Clea le lanzó una mirada fulminante.
Bueno, ahora sí podemos centrarnos en el mercado- dijo la chica, satisfecha con su compra.
Clea se miró al espejo y se acercó con aprobación. Se había hecho un maquillaje muy natural, pero le parecía que quedaba bastante bien. El vestido también quedó muy bonito, ajustado hasta la cintura y suelto a partir de ahí. Se había hecho una coleta alta para realzar la espalda descubierta del vestido. Debido a ese diseño no se había podido poner sujetador para que quedara bien, pero la tela de calidad del vestido impedía darse cuenta de ello.
Leki, tú puedes quedarte ya aquí a dormir, no creo que te lo pases muy bien entre tanto barullo- le dijo al pequeño dragón lobo, que se subió encima de la cama y se hizo un ovillo.
Se terminó de peinar el cabello rubio suelto y salió de su habitación para bajar a la salida del hostal, donde los chicos la estaban esperando.
¡Vaya, Clea! La verdad es que es muy bonito el vestido nuevo.
Jeje, gracias Majic - respondió con falsa modestia alisándose la falda del vestido.
Miró a Orphen esperando un halago por su parte, pero el hechicero se limitó a mirarla fijamente unos segundos antes de darse cuenta de la vuelta e instarles a salir porque se estaba haciendo tarde.
Caminaron hasta una zona más alejada de la ciudad, donde se concentraban tabernas y locales de ocio nocturno para no molestar a los ciudadanos con tanto ruido.
El nuevo club en cuestión tenía una decoración muy bohemia, compuesta en su mayoría por jardín al aire libre y luces atenuadas. Al fondo del local había un pequeño escenario donde dos mujeres cantaban en directo con voz melosa y grave. El lugar desde luego estaba abarrotado.
Pues sí que se ha hecho popular este sitio- comentó Clea mirando asombrada a su alrededor.
En ese momento escucharon una estridente voz llamándolos, y localizaron a Tina y Nikolas un poco más al fondo sentados en una zona con una mesa y tres sofás rodeándola.
Se acercaron a saludarlos antes de sentarse junto a ellos.
¡Pero mírate! Estás guapísima, Clea- exclamó Tina mirando a la joven-. No me fijé bien esta mañana, pero ya veo que eres toda una mujer.
Ehhh… ¿gracias?- contestó Clea sonrojada. Escuchó una risa sofocada de sus dos compañeros de viaje y les pegó un buen pisotón a cada uno por debajo de la mesa.
¿Puedo suponer que sois todos mayores de edad, verdad? Aquí ponen unos cócteles estupendos; pediré tres para vosotros- dijo Nikolas levantando la copa que tenía en la mano, de un color rosado al igual que el de su pareja.
Ellos no beben alcohol- intervino Orphen.
Majic y Clea se miraron fastidiados.
Vamos, maestro, un cóctel no nos va a sentar mal. Solo para probarlos, si tan buenos están- dijo Majic.
Orphen dirigió la mirada hacia Clea con el ceño fruncido. La chica se crujió por dentro. No podía permitir que el estúpido hechicero los tratase como unos críticos delante de esos dos.
Yo quiero uno como ese- le dijo la chica a Nikolas.
Uno entonces para la señorita- contestó él guiñándole un ojo, a lo que Clea se sonrojó.
Una vez servidos y acomodados el grupo comenzó a charlar sobre sus viajes y experiencias, mientras el local no dejaba de llenarse. Llegaron también dos chicas más, amigas de Tina al parecer, que se sentaron a ambos lados de Majic y comenzaron a hablar con él.
El murmullo general y la música eran cada vez más fuertes, y había que alzar la voz para poder hablar con los demás.
Un rato después, Clea dejó de charlar con una de las chicas que se sentaba a su lado y se dirigió su vista hacia el frente, justo donde estaba Orphen sentado. Le costaba evitar mirar hacia él demasiadas veces, observando su expresión distraída o su perfecto perfil. Cuando sus ojos oscuros se clavaron en ella no pudo evitar estremecerse. Debía de ser efecto de la bebida.
Bebe más despacio- pudo leer en sus labios.
La chica rodó los ojos al cielo y le dio otro sorbo a su cóctel.
Entonces sintió que Nikolas, sentado a su otro lado, se inclinaba hacia ella para hablarle por encima del ruido.
Así que eres de Totokanta. Hace poco tuve que ir por tema de negocios. Es un sitio muy acogedor.
Me alegre de que te guste- contestó la chica-. ¿Trabajas en alguna empresa de por aquí?
Bueno, mi padre es el dueño de una bodega y yo trabajo para él distribuyendo nuestros vinos a los negocios y buscando nuevos clientes. El apellido es Ferguson, no sé si habrás oído hablar de él.
Claro que había oído hablar de él. La familia Ferguson vivía en una ciudad cercana a Totokanta, y tenían una de las mayores fortunas de la zona.
La verdad es que sí. Mi padre era Ekintra Everlasting, y siempre compraba tu vino porque era su favorito.
Vaya, vaya… Así que tengo ante mi a una futura heredera Everlasting- sonriente el joven, para luego tenderle una mano-. Estaré encantado de hacer negocios contigo.
Clea le estrechó la mano simulando sellar un acuerdo entre risas, antes de volver a cruzarse con la mirada burlona de Orphen.
Las conversaciones continuaron fluyendo amistosamente en el grupo conforme pasaban las horas. También se acercó algún que otro amigo de Nikolas para saludar.
Majic se fue convirtiendo poco a poco en el centro de atención de las dos chicas que lo flanqueaban, y terminó reclinado en el sofá rojo como un tomate con ambas cogidas de sus brazos avasallándolo a preguntas.
Llegó un momento en el que Tina, que no paraba de hablar con Orphen, se acercó más a su lado para enredar el brazo con el suyo, y continuó conversando con él inclinándose hacia su oído.
Nikolas, que estaba hablando con otro amigo que se había acercado a saludarle, parecía no darle ninguna importancia.
Clea intentó por todos los medios parecer distraída mirando hacia otro lado apurando su bebida, pero en realidad no podría dejar de mirar de reojo cómo Tina acariciaba el antebrazo del hechicero y pegaba sus pechos hacia él, mientras le hablaba peligrosamente cerca.
Se revolvió incómodo en su asiento. El corazón le latía muy rápido y sentía que le picaban los ojos debido a la amenaza de unas lágrimas.
En ese momento se alejaron los amigos de Nikolas y él volvió a centrar su atención en Clea, tomándole una mano para parar el gesto nervioso que estaba teniendo la chica con ellas.
Ella levantó la vista hacia él sobresaltada.
¿Estás bien? No pareces divertirte mucho- preguntó el joven con gesto preocupado.
Si, si, no te preocupes. Es que no estoy acostumbrado a estos sitios.
Entiendo- dijo el chico comprensivamente-. Tú piensa que aquí, lo que vas a encontrar esencialmente, es gente siendo más ella misma que nunca gracias a esto- alzó su copa.
Supongo que eso es bueno, ¿no?
A veces si es bueno, sí- rio el chico.
Clea volvió a echar una rápida mirada hacia los dos que tenía en frente antes de volver a centrarse en Nikolas. Pareció dudar antes de decidirse a lanzar su pregunta.
Esto… ¿hace mucho que conoces a Tina?
Pues sí, nos conocemos desde poco después de que ella empezara a vivir aquí, y desde entonces estamos juntos. Digamos que tenemos una relación sin ataduras- le contestó guiñándole un ojo.
La chica ascendiendo sin saber muy bien que más decir. Con eso quería decir que le daba igual lo que intentase Tina con Orphen. Genial.
Y diez centavos, ¿tú tienes pareja? Alguno de tus acompañantes, quizás- le preguntó en cambio Nikolas.
Oh, no, nada de eso. Llevamos como dos años viajando juntos, somos buenos amigos.
Ya veo- dijo el joven acomodándose en el sofá.
Poco después, la pareja se levantó para pedir más bebidas a la barra del local. Clea se conformó con pedir un cóctel con una cantidad mínima de alcohol ante la mirada significativa de Orphen, el cual pidió lo mismo que ella. Una de las otras chicas también se levantó con el mismo objetivo, diciéndole a Majic que le llevaría también a él.
Cuando se alejaron, Orphen y Clea miraron al aprendiz, pero él seguía absorbido en el parloteo incesante de la chica que se había quedado con él y con la mirada algo perdida probablemente a causa de la bebida. Ambos pensaron que lo más probable sería que Majic en algún momento se quedaría dormido en ese sofá, para la desilusión de esas dos chicas.
Clea volvió a elevar la vista para encontrarse con Orphen. Con la luz tenue que iluminaba el lugar sus rasgos quedaban recortados por algunas sombras, y sus ojos oscuros se le antojaron más penetrantes que nunca.
Tragó saliva con nerviosismo. ¿Por qué tenía que ser tan atractivo? Eso lo hacía todo más difícil.
Oye, si estás cansada podemos irnos cuando quieras- le dijo Orphen.
No creo que tú tengas muchas ganas de irte…
¿Cómo?
Nada- dijo la chica girando distraídamente su vaso en la mesa que los separaba-. No estoy cansada, quedémonos más rato.
Está bien- dijo Orphen todavía confundido-. Mañana cuando estemos preparados continuaremos hacia la Torre.
La chica se acerca con la cabeza.
Partirían hacia la Torre y se despedirían inevitablemente para siempre.
Estupendo, nada podría estar saliendo mejor.
Orphen abrió la boca para decir algo, pero se interrumpió cuando vio que regresaban los demás acompañantes.
¡Claya! ¿Estás bien?
Nikolas dejó las copas de que traía en la mano en la mesa, se sentó de nuevo al lado de Clea y le pasó un brazo por encima de los hombros para frotarle el hombro y la espalda descubierta. El hechicero observó el gesto con el ceño fruncido.
Estás temblando, ¿acaso tienes frío?- le preguntó.
Gra-gracias, estoy bien, de verdad- contestó la chica sonrojada por la inesperada cercanía, sin embargo el joven no apartó el brazo.
Querido, es que para presumir hay que sufrir-intervino Tina-. Clea, ¿de dónde está el vestido? No sé si te lo he dicho ya, pero es precioso.
Clea le dio las gracias y le indicó la boutique donde lo había comprado esa misma tarde.
Vaya, pues no me había fijado en él. Estás tan menuda que te sientas estupendamente- comentó Tina-. Si me lo pusiese yo, ese escote no me taparía nada.
Las otras dos chicas interrumpieron su charla con Majic brevemente para reír con su amiga por lo que acababa de decir.
Clea sintió que ardía por dentro. Tenía la sensación de que eso había sido cualquier cosa menos un halago. Bebió un sorbo para bajar el nudo que tenía desde hace rato en la garganta.
Poco después, Tina volvió a estar pegada como una lapa al hechicero negro. Afortunadamente, Clea encontró un agradable entretenimiento en la conversación con Nikolas. El joven se mostró muy atento con ella, hablandoon de anécdotas interesantes y de conocidos que tenían en común. Resultó que también fueron al mismo internado, pero como él era mayor no habían coincidido en el tiempo.
Clea se fijó mejor en su acompañante. Sus rasgos eran suaves, algunos mechones de cabello rubio le caían sobre la frente, y sus intensos ojos verdes no se apartaban de los de ella. Ya podía ser todos los hombres así de agradables. Empezó a agradarle el cálido tacto de su mano en su hombro.
Hasta que en un momento de silencio escuchó a Tina decirle en voz baja a Orphen:
No he olvidado esa noche…
Clea se levantó de arrepentimiento como un recurso, haciendo que los demás la miraran sorprendidos.
Tengo que ir un momento al baño- murmuró.
Sea abrió paso entre la gente lo más rápido que pudo y se encerró en este. Se acercó al grifo y se mojó un poco el cuello con una mano temblorosa. Intentó con todas sus fuerzas evitar las lágrimas de frustración, pero no sabía que más hacer para sacar todo lo que llevaba dentro, tanto tiempo escondiendo.
Le enfurecía que esa estúpida chica tuviese con tanta facilidad lo que ella más anhelaba.
Le partía el corazón saber que Orphen nunca la miraría de la forma en la que ella quería, que después de tanto tiempo había acabado por verla como una hermana pequeña, que sus caminos se separarían y él nunca sabría cuánto lo amaba.
La chica esperaba sentirse más tranquila para arreglarse un poco en el espejo y salir del baño. Se dirigió de nuevo hacia su mesa cuando sintió una mano aferrándose a su muñeca. Se giró para encontrarse de frente con Nikolas.
Clea, me ha dejado preocupada. ¿Te encuentras bien?
Sí, sí, es solo que…- la chica de interrumpió al echar un breve vistazo a la mesa donde estaban los demás-. Solo voy a salir un momento fuera a tomar el aire.
Está bien, te acompañaré para que no estés sola.
Clea dudó un momento y le echó un vistazo a Majic, dándose cuenta de que no estaba muy en condiciones de ser un apoyo. Suspensó y ascendió con la cabeza al joven.
Salieron juntos hacia la calle, donde había algunas personas más que habían hecho lo mismo, algún borracho suelto y alguna pareja acaramelada. Ellos siguieron caminando un poco más para dejar atrás el ruido del local.
Clea intentó no pensar en lo que estaría pasando allí dentro, así que se concentró en seguir conversando con el joven, paseando a su lado durante un buen rato.
La mano de él acarició su espalda, y descendió un poco más hacia su cintura para acercarse a su lado.
Se hizo un silencio denso. Clea siguió caminando junto a él con el cuerpo rígido como una piedra. Empezaba a pensar que Nikolas tenía ciertas intenciones con ella, pero tampoco quería precipitarse y malinterpretarlo todo.
Además, tenía novia, ¿verdad?
Aunque él mismo había dicho que se permitían ciertas libertades.
Definitivamente, la chica no sabía cómo actuar.
Eres muy hermosa- dijo de repente Nikolas clavándole la mirada.
A Clea casi se le escapó una carcajada de incredulidad.
Bueno… Esto… Muchas… Muchas gracias- tartamudeó sonrojándose.
El joven se detuvo en el sitio y su mano volvió a ascender hasta sujetar la nuca de la chica.
Lo digo enserio- dijo cargando la cabeza-. Pareces un ángel. No sé cómo no te he descubierto antes.
La mano que sujetaba la nuca de la chica presionó hacia delante para acercar su rostro al de Nikolas, y al darse cuenta de lo que estaba sucediendo, Clea presionó el pecho del joven para detenerlo.
¡Espera, espera!- dijo Clea- Yo… siento mucho si me has malinterpretado, Nikolas, pero… Yo ya estoy enamorada de alguien… Verás… Orphen…
Nikolas la interrumpió con una carcajada.
¿Y eso a mí que me importa?
Volvió a intentar acercarla, pero Clea volvió a interrumpirlo.
No, espera, no me ha entendido bien. Yo nunca… nunca he estado con nadie… Sé que suena tonto, pero quiero que sea él… Es decir… Me gustaría que…
Clea se sintió estúpida al no encontrar las palabras, pero es que estaba muy nerviosa, y al echar un rápido vistazo a su alrededor se dio cuenta de que se habían alejado bastante de la zona y estaban a las afueras.
La otra mano de Nikolas agarró su cintura y pegó su cuerpo a él.
Como tú dices, son estupideces. No hace falta estar enamorado para disfrutar con otra persona.
La boca de Nikolas buscó la suya, pero Clea se removió en sus brazos y sus labios cayeron sobre su mandíbula.
Pero para mí sí es importante, y eso es lo que cuenta. Por favor, Nikolas, ya está bien- dijo la chica con un tono sorprendentemente firme.
Venga ya, ¿acaso no te parece atractivo?
El cuerpo del joven la obligó a retroceder y terminó presionada en la pared que tenía dentrás.
No es eso…
¿En qué maldito momento se le había ocurrido alejarse tanto a solas con él? Pero es que el chico dulce que había estado toda la noche con ella no era el mismo que veía ahora. No era el Nikolas educado y galán que creía que era.
Pudo verlo en la mirada que le devolvían sus ojos, que la hizo temblar sin poder evitarlo.
Créeme, voy a hacerte sentir muy bien.
Orphen silenció en su cabeza el incesante parloteo de Tina y se fijó cómo Nikolas acompañaba a Clea hacia la calle guiándola con una mano colocada peligrosamente baja en la piel de su espalda. Los perdieron de vista cuando se alejaron de la zona donde normalmente se encontraba la gente que salía un momento del local.
¿A dónde va tu novio?
Tina se interrumpió en lo que sea que estaba diciendo y lo miró confundida.
¿Cómo?
Orphen se inspiró llenándose de paciencia.
A dónde va tu novio, que se ha llevado a Clea fuera y los he visto alejarse.
Tina soltó una carcajada y acarició distraídamente el cuello de Orphen con sus dedos, hasta lo que él se apartó.
Por favor, si es guapísima. Le habrá gustado a Nikolas.
¿What?
Tu amiga. Le encantan las chicas tan bonitas e inocentes como ella.
El cuerpo de Orphen se tensó de arriba a abajo. Se dispuso a levantarse antes de ser detenido por la chica.
Espera, ¿a donde crees que vas?
Voy a buscarlos.
Tina soltó un bufido y rodó los ojos al cielo.
De verdad, no hay mares aguafiestas. Estoy segura de que se las arreglarán muy bien. ¿Acaso la quieres solo para ti?
Orphen terminó levantándose, seguido después por Tina.
Tú no lo entiendes; Ella no es así. Estará asustada- le espetó cada vez más enfadado.
Oh, vamos, esa mosca muerta estará más espabilada de lo que parece.
El hechicero acabó por agarrar bruscamente con su mano la cara de Tina para acercarse amenazadoramente a ella.
No volváis a acercaros a nosotros-ladró.
Luego se dirigió a su aprendiz, que ajeno a todo había acabado cada vez más tumbado somnoliento en el sofá ante la mirada disgustada de sus dos acompañantes.
¡Mágico!
El chico abrió los ojos muy lentamente para mirar a su maestro.
¿Recuerdas el hechizo teletransportador? ¿Recuerdas al menos dónde estaba tu habitación?
Él asintió con la cabeza con una leve sonrisa.
Está bien, pues ve a dormir ya. Te ayudaré a llegar.
Orphen ayudó con su magia el débil hechizo del aprendiz hasta que desapareció de allí dejando un rastro de brillo púrpura.
Luego se giró una vez más hacia Tina antes de marcharse a buscar a Clea.
Y una cosa más. Ya quisieras tú llegarle a la suela de los zapatos a esa "mosquita muerta".
Nikolas quería tirar de los tirantes del vestido de Clea para desnudarla. Ella lograba a duras penas apartar los brazos del chico, llevándose algún arañazo en el forcejeo.
¡Paraca! ¿Eres imbécil o que te pasa? ¡Que no quiero nada contigo!
Clea consiguió pilar desprevenido al joven y lanzó un puño directo a su cara, que él trató de esquivar pero acabó acertando en su mandíbula.
Aprovechando el momento de confusión, la chica empezó a correr, pero fue cuestión de segundos que Nikolas la alcanzase y volviese a empujarla de cara a la pared. A pesar de la resistencia que se opuso a ella, consiguió atrapar sus manos en su espalda con una sola de sus grandes manos. Era demasiado fuerte para la chica.
La mejilla de Clea se presionó contra la pared, y sintió que Nikolas se acercaba desde atrás a susurrarle al oído:
Vaya, vaya, sí que eres fuerte. Pero no te librarás de mí tan fácilmente. ¿Qué crees que diría la gente si empiezan a oír que la joven Everlasting es una calientabraguetas? La reputación de tu madre y tu hermana se irían a pique.
Clea intentó dar una patada hacia atrás para golpearlo de alguna manera, pero sin resultado.
Desgraciado… eres un desgraciado- masculló la chica conteniendo un sollozo.
La boca Nikolas descendió desde su hombro a su espalda, rozando sus labios por el camino, para volver a ascender por su columna hasta su cuello, donde tiró con los dientes del lazo que ataba los tirantes del vestido. La tela resbaló por el cuerpo de Clea, que gritó asustada y se apresuró a pegar su pecho a la pared para evitar que la tela cayese dejándolo al descubierto.
Las primeras lágrimas comenzaron a resbalar por su rostro mientras el chico intentaba que se diera la vuelta.
La chica sintió pánico como nunca antes, y se dio cuenta con temor de que todo su cuerpo se había paralizado.
Entonces una luz violácea iluminó la oscuridad en la que se encontraban, instantes antes de que sonara el cántico de un hechizo, y Nikolas fuera despedido contra la pared opuesta con una explosión.
Apenas había acabado de rebotar hacia el suelo cuando ya tenía a Orphen encima golpeándole con los puños.
¡Cabrón de mierda!- gritaba el hechicero. El otro joven apenas logró ubicarse por los golpes.
Clea cayó al suelo acurrucada cediendo a la debilidad de sus piernas, y permitió salir el llanto contenido mientras se abrazaba a sí misma cubriéndose el pecho.
Orphen dejó en el suelo a Nikolas, corrió hacia la chica y la ayudó a incorporarse.
Estás aquí…- susurró ella sorprendida.
Joder, Clea, dime que he llegado pronto- dijo mientras le volvía a anudar en el cuello los tirantes y la abrazaba contra su pecho.
Sí, solo… solo estaba… manoseándome. Pero estoy bien, de verdad- dijo ella secándose las lágrimas, aún con la voz temblorosa.
Lo voy a matar- dijo Orphen lanzando una mirada llena de odio hacia donde estaba Nikolas.
En ese momento el rubio consiguió levantarse del suelo y empezó a aproximarse tambaleante.
¿Pero qué coño haces? Es ella la que ha venido hasta aquí conmigo. ¿Crees que me voy a creer la mierda esa de que estás enamorada solo para que no parezca una fácil cualquiera? No eres para tanto.
Orphen se quedó un momento mirándolo paralizado, y luego hizo el ademán de lanzarse hacia él, pero Clea le detuvo con un gesto de negación.
Fuera de mi vista. Piérdete o te reduzco a cenizas.
Nikolas fue a replicar algo más, pero se contuvo ante la fiera mirada del hechicero y no perdió más tiempo en salir corriendo de allí.
No pasó mucho tiempo hasta que sus pisadas se apagaron en la distancia.
¿Estás herida?- preguntó Orphen.
Clea negó con la cabeza, pero él vio los arañazos en sus brazos junto a más moretones y empezó a curarlas con el hechizo sanador.
¿Cómo se te ocurre alejarte tanto con un tipo que no conoces, joder?- le reprendió el hechicero haciendo un esfuerzo por no usar un tono muy duro.
No… ¡No me imaginaba que iba a ser así! Simplemente me cayó bien y me apetecía seguir charlando con él.
¡Pues no puedes irte por ahí con cualquier tío que te caiga bien! Si llego a tardar un poco más, no quiero ni pensar lo que podría haberte hecho.
Orphen maldijo por dentro. Al final había perdido los nervios.
¡No sabía cómo actuar, ¿vale?!- la voz de Clea se quebró- Era… Era la primera vez que un chico me trataba como… como una mujer, y era muy agradable, pero luego… se volvió un imbécil.
El hechicero la miró, sorprendido por sus palabras. Se fijó en su maquillaje y en su vestido nuevo, ahora rasgado en algunas zonas, y fue consciente de que ella no se daba cuenta. No se daba cuenta de todos los jóvenes que la miraban embelesados y se giraban para verla, y que él terminaba espantando con una mirada asesina.
Joder, Cle…
Yo también tengo sentimientos, ¿sabes?- prosiguió ella-. Puedo bajar la guardia si un chico está siendo tan agradable conmigo. Al fin y al cabo llevo tanto tiempo con vosotros que ni recuerdo lo que es eso.
Esto último puso a la defensiva al hechicero, que retrocedió un paso instintivamente antes de encararla.
Es mejor que nadie te regale los oídos si lo que quiere es aprovecharse de ti.
¡Ya lo sé, ese no es el punto! A lo mejor yo también deseo que un hombre esté… pendiente de mí.
¿Así que es verdad eso de que estás enamorada?
La chica se sobresaltó por la pregunta directa. La voz de Orphen sonó tensa.
¿Q-Qué?- casi graznó.
¿Quién es?- le preguntó Orphen sujetándola por los hombros- ¿No será Majic? ¿O Hartia? ¿Lo has conocido en alguna de nuestras paradas?
Clea sintió que se le encendían las mejillas y que cualquiera podría escuchar los latidos de su corazón desde fuera.
¡No, no, no! ¿Cómo eres tan tonto? ¿No te has dado cuenta de que yo… a ti..? - susurró clavando su mirada aún empañada en los ojos oscuros del joven, tratando de hacerle entender sus verdaderos sentimientos.
Orphen dejó caer las manos de sus hombros y la miró primero con el ceño fruncido por la incomprensión, para luego dejar paso al desconcierto ya la sorpresa.
La chica sintió que se le encogía el corazón cuando el hechicero se alejó un paso y apartó la mirada.
Casi echó a correr lejos de allí, pero vio que Orphen se acercaba de nuevo, incluso más que antes. Tanto que la piel empezó a arderle cuando sus manos envolvieron sus mejillas.
Déjame besarte- soltó el joven.
¿Eh?- balbuceó antes de procesar la información- ¡No! ¡No quiero que me beses por pena!
Quiero besarte. ¿Puedo?
Clea no pudo hacer otra cosa más que asentir en un leve gesto al sentir la respiración del hechicero tan cerca y ver la oscuridad de sus ojos cernirse sobre ella.
Los labios de Orphen atraparon los suyos en un movimiento firme pero suave como el roce de una pluma. Clea notó que sus piernas empezaban a temblar y apoyaba vacilante las manos en el pecho del joven, que le rodeó la cintura con un brazo pegando sus cuerpos y usó su otra mano para tomarla de la nuca.
La chica jadeó cuando sintió el calor húmedo de una lengua entrando en su boca para enredarse en la suya, y ella imitó sus movimientos intentando que no se notara tanto su nula experiencia. La envolvió un calor que nunca había sentido mientras casi que notaba que se mareaba.
Cuando Orphen se separó apenas un centímetro pudo inhalar una agitada bocanada de aire.
Yo te trataré como una mujer. No busques a nadie más- susurró el hechicero rozando sus labios.
Antes parecía que eso iba a hacer con Tina. No juegues conmigo- le contestó Clea, sin saber muy bien de donde sacó el coraje para decir eso.
El joven se apartó un poco para mirarla a los ojos levantando las cejas.
¿Cómo? Lara es una víbora, y espero que no nos volvamos a cruzar con ese par nunca más- dijo con desdén recordando todo lo que Lara había dicho sobre Clea.
La chica le devolvió una mirada sorprendida y dubitativa, y Orphen volvió a acercarla un moco más por la cintura, paseando un dedo por su espalda desnuda.
¿Sabes que quería hacer cuando llegásemos a la Torre del colmillo?- preguntó Orphen esquivando su mirada-. Te iba a preguntar si te gustaría seguir viajando conmigo. Solos tú y yo.
¿Viaja… viajar contigo?
A Clea se le cortó la respiración. El enorme peso que sentía en el pecho cada vez que pensaba en que iban a despedirse parecía evaporarse, y el alivió se convirtió en lágrimas.
No sabes… el miedo que tenía de alejarme de ti, de que nuestros caminos se separaran para siempre- dijo secando las lágrimas-. Dolía tanto pensar en si tú me olvidarías mientras yo seguía… seguía enamorada de ti.
Orphen exhaló aire contenido y volvió a besarla, esta vez un beso desesperado, duro y hambriento. La chica no pudo reprimir un suave gemido cuando la boca del hechicero mordió su labio inferior y se pasó por su mandíbula y su cuello.
Clea apenas podía creer que lo que llevaba tanto tiempo anhelando estaba ocurriendo en ese preciso momento .
Dubitativa, comenzó a acariciar los hombros de Orphen, sus brazos firmes, el cuello, hasta enterrar la mano en su cabello para acariciarlo. Sus dedos ardían en contacto con su piel.
El joven gruñó contra sus labios y se lanzó a su cuello para recorrerlo con su cálida lengua dejando suaves mordiscos en su recorrido, haciendo que Clea se retorciera entre sus brazos intentando reprimir avergonzada los gemidos que salían de su garganta.
La chica no fue consciente del calor intenso que empezaba a acumularse ahí abajo hasta que, apoyada en la pared, Orphen presionó su cadera contra la suya y pudo sentir su dureza .
Clea no pudo evitar soltar una exclamación ahogada.
¿Crees que esto es por pena?- le susurró Orphen con la voz ronca.
No… - susurró la chica sintiendo su piel erizarse con el contacto de los labios de Orphen en su oreja.
Instintivamente la chica presionó su entrepierna con el miembro de Orphen, intentando de alguna manera aliviar la presión palpitante que sentía.
El hechicero subió la mano hasta el muslo de ella y lo levantó para que enredara la pierna en su cadera.
Orphen, no... no puedo más. Siento que voy a explotar- le rogó con ojos vidriosos.
El joven deslizó su mano por debajo del vestido hacia la ropa interior de la chica, por encima de la cual empezó a dibujar suaves círculos. Separó un poco su cara para mirarla a los ojos.
¿Alguna vez te has tocado tú misma?
Clea se sonrojó más de lo que estaba.
Si…
¿Y en quién pensabas?- le preguntó en apenas un susurro.
La chica jadeó cuando los dedos de Orphen se colaron por debajo de la braguita y acariciaron la zona con dolorosa lentitud.
En ti- contestó ella con voz temblorosa.
Lo único que puedo decir a continuación fue el nombre del hechicero entre gemidos mientras sus dedos entraban y salían de su interior, cada vez con más intensidad hasta que un beso de Orphen ahogó el grito de la chica al llegar al clímax. El hechicero abrazó a Clea mientras su respiración empezaba a calmarse y sus piernas dejaban de temblar.
Volvamos a la posada a descansar, ¿si?
Clea ascendió con la cabeza, y con un hechizo volvieron a la habitación de la chica. Lentamente se separó de él y, con una timidez que no sabía de dónde venía, procedió a buscar su pijama e informarle de que iba a ducharse. Él mientras tanto se quitó la camiseta y se echó en la cama con los ojos cerrados.
Cuando salió llevaba puesto un conjunto de pijama de pantalón corto y camiseta sin mangas, y se acercó sigilosamente hacia la cama apenas iluminada por la luz de la luna para tumbarse al lado del joven. Cuando se acurrucó a su lado, Orphen se giró hacia ella y la abrazó contra su pecho acariciando su larga cabellera rubia.
La chica se sonrojó y lo miró algo nerviosa como dudando si decir algo, pero Orphen se le adelantó dándole un beso rápido en los labios.
Tranquila, que hoy solo vamos a dormir. Por hoy ya has tenido suficientes emociones- le susuró contra su cabello.
Clea se sintió enrojecer aún más, pero enterró la cara en el pecho del joven abrazándolo con fuerza, sintiendo brotar en su pecho una sensación de ternura que la empujó a pronunciar sin pensar unas palabras que nunca pensó que diría en voz alta.
Te quiero, Orphen.
Notó el cuerpo del hechicero tensarse por un momento, pero al momento lo sintió relajarse y besarla en el frente mientras enredaba sus piernas bajo las sábanas con las de ella.
Y yo a ti- contestó en apenas un susurro.
Los rayos de sol que entraron por la ventana despertaron a un Majic tirado en el suelo durmiendo en la moqueta de su habitación.
Desorientado, se vistió mientras recordaba vagamente los sucesos de la noche anterior. Lo último que le vino a la mente fue que Clea no estaba, Orphen parecía estar discutiendo con Tina, y finalmente su maestro lo mandó a dormir. Como apareció en la suave moqueta, estaba tan agusto que le dio pereza subirse a la cama, y allí se quedó dormido.
Con un sobresalto se dio cuenta también de que Leki estaba durmiendo encima de su cama hecho un ovillo, no sabía el aprendizaje cuándo ni como.
Salió al pasillo y tocó varios en la puerta de la habitación de Orphen, pero no contestó. Pensó que ya habría bajado a desayunar.
Pasó a la habitación de Clea y tocó también a la puerta. No contestó, pero le pareció escuchar ruido dentro. Volvió a tocar al mismo tiempo que giraba el pomo y se daba cuenta de que la puerta estaba abierta, así que comenzó a entrar.
Clea, ¿sabes si anoche…?
Un objeto pesado se estampó contra la puerta que él estaba abriendo, cerrándola de nuevo. El aprendiz casi se cayó al suelo del susto.
Ni se te ocurrirá entrar en todo el día- bramó la voz de Orphen desde dentro. También se escuchó una risita aguda más atrás.
Majic, desubicado, volvió a su cuarto y, viendo que ese día también iba a ser de descanso, se metió en su cama dispuesta a seguir durmiendo.
" Al final parece que fue una buena noche para el maestro y Clea", pensó antes de caer rendido.
