Los personajes no me pertenecen
Mirarla era como morir con ella.
Cuando comenzamos esta aventura, esta relación, no estuvo en mi mente volverla como yo. No porque no fuera una posibilidad, sino porque nunca se me ocurrió. Estaba demasiado ocupado maravillándome del nuevo universo que se abría a mí, de las sensaciones y sentimientos que había vivido atraves de los ojos de muchos otros, pero jamás pensé experimentar a través de mi propia piel. Cuando entendí mis propios sentimientos por ella se volvió una realidad que nada excepto la eternidad sería suficiente. Sin embargo, la idea de que ella quisiera una eternidad a mi lado, una eternidad en esta media vida, no parecía factible.
Ahora, teniéndola en mis brazos, con su cuerpo contraído de dolor, su corazón errático luchando y a la vez esparciendo mi veneno por su cuerpo, sabía que había tomado la decisión más egoísta de todas al condenarla, pero no podía sentir más que calma ante la posibilidad del futuro.
Ella estaría bien, segura, estaría viva en esta media vida. Y, si lograba perdonarme, seria mia.
Mia para amarla, para adorarla, para cuidarla.
Me aterraba la idea de que una vez consumido el fuego de su transformación, sus ojos rojos me vieran con desprecio por haber arrebatado su humanidad.
Pero, ella había venido a mí, ella sabía lo que yo era, ella sabía lo que pasaría si venia hacia mi sin otro camino que la muerte.
¿cierto?
Me aferraba con firmeza a mi lógica, de la misma manera que me aferraba a ella.
Siempre había más caminos, y sabía que frente a mi también estaba la posibilidad de que ella me hubiera buscado como una despedida. Como una medida de confort ante sus últimas horas después de una corta y sufrida vida, según podía entender ahora.
Quizá había venido a mi para dejarme saber que, en nuestra corta intersección en el tiempo, ella me amo de la misma manera que yo a ella.
Que el tiempo para nosotros fue corto para que yo atesorara cada instante de esa estrella fugaz que cruzo por mi noche oscura. Para que entendiera el brillo de todas las otras estrellas a mi alrededor.
Pero me había quedado ciego ante la luz.
Me había rodeado la oscuridad que hasta ahora nunca había visto en mi vida.
Cuando ella se fue, entendí lo solitario que había sido mi vida, como de no haber sido por mi familia, que tan amablemente habían aprendido a lidiar con mi taciturnidad, yo habría sido un alma en pena, errante. Sin motivación, sin fin alguno, sin deseo de nada, sin nada que me diera sentido.
Lo veía ahora. El desencanto que siempre tubo mi vida.
Como había caído enamorado a sus pies, iluminado ante la radiante belleza de la luz que irradio en mi vida.
Me había convertido en lo mismo que tantas veces me había mofado.
El tiempo paso muy lento mientras ella se retorcía de dolor, tratando de pasar su sufrimiento en silencio, aferrándose a mi con manos inquietas y llanto tenue, pero, diciendo palabras sueltas aquí y allá.
Carlisle sugirió el uso de analgésicos fuertes. Igualmente, ella ya estaba canalizada y seria cosa de horas antes de que el mismo cambio de su naturaleza rechaza la venopunción y expulsara los catéteres, pero supuse que valía la pena intentarlo.
Cuando el llego con el medicamento preparado en una jeringa y preparo una bomba de infusión con una solución que pasaría de manera constante, me instruyo de como modularla según observara las reacciones de Bella.
Parecía funcionar.
Su llanto disminuyo y su cuerpo se relajo bastante.
Observe los cambios en su cuerpo mientras dejaba el tiempo pasar.
Su piel al momento lastimada y llena de rasguños, con herida en muchos estados de sanación que cruzaban su rostro, brazos y piernas, volvía a su estado normal con rapidez, borrando incluso pequeñas cicatrices pasadas y eliminando gradualmente el subtono rosado tan característico, que me encantaba, debajo de su lechosa superficie.
Acomode a Bella en la cama cuando escuche la mente de Alice hablarme con insistencia desde el piso de arriba, temerosa de bajar, por aun encontrarse una Bella en su condición aun mayormente humana.
Puse su cabeza con cuidado sobre la almohada y acomodé el resto de cojines alrededor de ella para sostenerla. Cuando iba levantarme por completo, sentí una mano sostenerme con inusual fuerza del antebrazo.
Sonreí sabiendo que era ella y el efecto de la transformación. Voltee a verla, sus ojos abiertos de par en par se veían adormilados, pero fijos en mí, sin querer dejarme ir.
-Volveré en un segundo mi vida- susurre acercándome a dejar un beso en su frente. Su agarre en mi brazo de aflojo un poco y cerro los ojos, relajando su cuerpo, mientras salía del cuarto la vi quedarse inmóvil entre los cojines, cada segundo que pasaba pareciéndose más nuestra especie.
Subí las escaleras hacia la sala, abriendo la puerta para encontrarme detrás de ella a una muy emocionada Alice.
Le sonreí a mi hermana, apreciando el torrente de brillante emoción que desbordaba, no había nota oscura su ánimo.
Sin decirme más salto a darme un abrazo por el cuello, mientras me ella me sujetaba hasta el ahorcamiento, vi a Jasper sonriendo hacia su mujer con una ceja levantada.
Está deseando una nueva hermana
Me dijo en su mente.
Efectivamente en la cabeza de Alice corrían a mil kilómetros por hora todo lo que podría comprar para Bella, la cama que conseguiría junto con Esme para nuestra nueva cabaña a las orillas del terreno de la mansión.
Oh.
Eso era lo que planeaba con tanta urgencia.
Cada pareja en la casa tenía un cuarto asignado en la mansión, además de algunas oficinas específicas para Carlisle, la biblioteca de Jasper, el taller de Rosalie , el estudio de Alice y de Esme, pero en razón de dar privacidad habían construido estos pequeños apéndices de la casa, a una distancia lo suficientemente segura como para que las conversaciones o los ruidos varios no fueran perceptibles entre las cabañas o la mansión misma. Incluso Carlisle y Esme tenían la suya, aunque ellos eran el pilar de esta casa en todos los sentidos.
Le devolví el abrazo a mi hermana y agradecí la esperanza.
Ella seguía frustrada por la falta de visiones acerca de Bella y como ello me incluía a mí. en un borrón al respecto del futuro inmediato.
Solo había una imagen que ella había alcanzado a captar, que tan pronto como soltó su abrazo de boa constrictora sobre mi cuello me mostro. Era Bella, su cabello de nuevo largo y espeso cayendo sobre sus hombros y espalda, sentada sobre las rocas de un acantilado que no reconocía con el cuerpo de frente a la perspectiva de la visión, pero la cabeza girada al vacío del barranco, los colores naranjas y rojos del atardecer tiñendo su piel de calidez, a lo lejos se escucha mi voz llamadola y como ella giraba su cabeza con una sonrisa abierta hacia mí.
Era un flashazo vago, casi insignificante, pero me daba una esperanza a la cual aferrarme.
Carlisle paso detrás de mi apareciendo casi de la nada para dirigirse al sótano, sabiendo que el hecho de dejarla sola mantenía mi ansiedad a tope, para que pudiera recibir a mi hermana y madre quienes habían estado tan atareadas con todo el que hacer de la bienvenida de Bella a la familia y a la casa.
Alice me guio a el estudio de Esme en el segundo piso, el cuarto de piso de madera claro y paredes color beige. El escritorio de Esme color caoba, amplio, pero de líneas finas, que lo hacían sentir ligero a pesar de su imponente tamaño, cubierto de ideas de decoración para la cabaña. Alice había invadido una de las esquinas de la oficina con un pizarrón de ideas al de ropa, telas, aromas de diseño, accesorios y cuanta cosa más. Mi madre volteo a verme cuando entre al cuarto abriendo sus brazos para envolverme en la calidez de su cariño sin filtro.
Distinto a la energía de Alice, desbordante en emoción, sino llena de esperanza. Contemplando en su mente como su hijo prodigo finalmente habría encontrado su otra mitad. Sonreí a mi madre y me burle sobre como al despertar, Bella saldría corriendo al ver que ellas ya habían planeado hasta la boda. Porque si lo estaban haciendo, en un segundo plano.
La sonrisa de Esme no cedió a mi miedo disfrazado de humor y apretó mi brazo jalándome hacia las mil ideas esparcidas en su escritorio. Además de las fotos, un conjunto de ideas en forma de muestras de telas, tarjetas de colores de pintura y demás.
Debía reconocer lo rápido que ellas dos trabajaban, sentía que hacía cuestión de horas habían llegado y ya tenían montado toda una casa en ideas. Alice no pidió mi opinión acerca de todo lo que había escogido para Bella. Solo heche un vistazo a la selección de ideas en su pizarrón, fijándome particularmente en la foto de un vestido corto de tela ligera en una de ellas, me atrapo viendo fijamente aquella imagen y me dio una mirada divertida, le sonreí, sacando mi cartera y extendiéndole mi tarjeta de crédito. Amplio su sonrisa y me guiño un ojo saliendo de la habitación.
Voltee de nuevo hacia Esme mientras sacudía mi cabeza, viéndome divertida, con evidencia felicidad en su rostro.
-También va a ser tu hogar Edward. – continuo sin inmutarse de lo que acababa de pasar- me gustaría que me dijeras que te gustaría tener ahí. Lo que Bella quiera lo iremos añadiendo según ella nos diga.
Seguí viendo las fotos en la mesa, si entiendo aquello extremadamente íntimo. Nunca había compartido mi espacio con nadie, y ahora de repente, todos en mi familia estaban emparejándome con Bella al mismo nivel que ellos estaban con sus parejas, de varias décadas.
¿Cómo se sentiría ella al respecto de nosotros al despertar?
¿Sería diferente para mí? La había amado siendo humana, ¿sería aquello diferente una vez que fuera como yo?
Lo dudaba, pero no podía saberlo con exactitud.
Volteé a mi madre y no supe esconder la confusión en mi para ser amable con su entusiasmo.
-A decir verdad, Esme, no podría aclarar mi mente para escoger nada en este momento, pero confió que tu sabrás hacer que se sienta como un hogar-
Me dio una pequeña sonrisa, más bien enternecida hacia mí.
Sali de la habitación, escuchando el ajetreo ya bastante regular en la parte de debajo de la casa y subí hacia mi habitación en el último piso.
Abrí la puerta del cuarto que por mucho tiempo fue mi lugar seguro, a las amplias ventanas de piso a techo que cubrían una pared, sentándome en el sillón de cuero del centro de la habitación, los colores grises de las paredes que no eran cristal o el enorme librero empotrado en la pared en color oscuro, se sentían más cálidos, iluminados por los colores del atardecer. Sentí como me hundía de manera lenta en el cojín, mientras apoyaba mis codos en mis rodillas y hundí mi cara entre mis manos.
La quietud del cuarto, que estaba a propósito aislado de sonido, me aislaba de todo menos de las voces bailarinas de mi cabeza. Era lo más cercano al silencio que conocía.
Tallé mi cara con algo de fuerza en mis manos y sentí algo de tensión irse.
Cuando levante la cara hacia el horizonte ya se había terminado de poner el sol y los colores del atardecer se habían vuelto fríos nuevamente.
Dando al cuarto un aspecto lúgubre y frio, que nunca antes había notado que tuviera, quizá hasta estéril, en la quietud que yo mismo le había impregnado.
Me levanté entonces y me dirigí abajo, hacia mi familia y hacia Bella.
Al bajar las escaleras, me tope con Emmet al pie de estas, quien sonrió ampliamente de manera maliciosa hacia mí.
-Vamos afuera Eddy- me dijo rodeando mi espalda con su brazo, atrayéndome a su costado. Su mente fija en una simple idea que había estado postponiendo varias semanas, por mi más que radical estado de ánimo.
No devolví su sonrisa y dudé bastante dirigiendo mi mirada hacia la dirección de la puerta de las escaleras al sótano.
-Carlisle esta con ella, aún falta tiempo, estará bien- dijo prediciendo fácilmente el rumbo de mi pensamiento.
Suspire pesadamente hacia él, y a decir verdad, de no haber sido el primero en mostrar su apoyo ante toda la situación de encontrar a Bella, no habría tenido ni el más mínimo reparo en negarme a dicha conversación.
-Vamos Emmet.
Salimos de la casa, haciendo platica insustancial, en dirección a el arroyo, que si bien no estaba lejos conferiría la privacidad que necesitaba, que al menos yo necesitaba.
Emmet estaba asombrado como mantuve tan en privado mi relación con ella. mi relación física con ella, para ser más específico. Él siempre había hecho burla de mi falta de interés hacia el sexo. Nunca habíamos hablado específicamente de esa parte de mi vida o no. Solo se burlaba de como nunca había aceptado un avance de alguna mujer, humana o vampiresa que el conociera.
-Pero una humana ¿No pudiste ponértelo más difícil Edward? - en algún punto de la conversación le había admitido a Emmet que antes de Bella mi experiencia en el ámbito era nula. – Quiero decir, un movimiento en falso y hubiera terminado en una tragedia
El no estaba tratando de burlarse de mí, ya no al menos. Estaba genuinamente desconcertado ante mi capacidad de estar con ella.
-Era difícil, pero valía la pena- le dije con una sonrisa y encogiéndome de hombros.
Él se sorprendió de mi bravuconería, pero se rio en alto.
-No tengo duda Eddy. Y ahora ¿Qué va a ser esto? – me dijo, haciendo eco de donde había dado vueltas mi mente la ultima hora. Me encogí de hombros y mi hermano se dio cuenta de que no era el mejor momento para tener esta platica, mi ansiedad por volver y mi de por sí, gran reticencia a hablar de mi vida sexual, no me hacían un gran compañero de platica en este momento. volvimos a la casa, mientras él se reía de mi sobre como ahora entendería al resto de los hombres de la casa sobre sobre sus problemas de mujeres.
-Pero realmente deseo que el siguiente problema que tengas con tu mujer sea que el play station no convine con la decoración de la sala Eddy, ya tuviste suficiente de problemas para encontrarla. – me dijo al pie de la puerta principal dándome un apretón en el hombro con su gran mano, para soltarme y dirigirse en dirección a la voz de Rosalie, que se oía molesta en la sala mientras me guiñaba un ojo.
Bienvenido al matrimonio hermanito.
¿Matrimonio?
Al llegar al sótano, Carlisle estaba sentado en el sillón ubicado frente la cama de paciente, viendo con atención a Bella, hizo cuenta de mi llagada por mera educación, sonriéndome.
-Ya no debe faltar mucho- sus palabras haciendo eco de sus pensamientos, viendo el cambio obvio en Bella, con su cabello de nuevo largo hasta debajo de su cintura, grueso y con más volumen que en su vida humana, mas acentuado en los tonos rojizos que previamente lo caracterizaban, su piel se había convertido en alabastro, pálida y lozana, sin ni una pizca de imperfección, sus labios llenos y voluptuoso y su cara antes angulosa por sus ojos hundidos y sus mejillas ahuecadas ahora se veía como la de una muñeca de forma de corazón, pómulos altos y mejillas llenas, con una pequeña y respingona nariz como centro de su armonía. Su cuerpo que había adelgazado hasta verse desnutrido y frágil ahora se veía curvilíneo, con su pequeña cintura ahora acentuada por caderas llenas y pechos redondeados. Se veía incluso mejor que cuando era una humana, supuse que asi se debió de haber visto de no haber sido por el maltrato y falta de cuidado que recibió en su niñes y adolescencia temprana.
Era una visión y si bien la nueva vista era extremadamente complaciente, lo que deseaba era que sus ojos aun reflejaran el mismo cariño hacia mi que antes.
Va a ser una belleza
Dijo cautamente mi padre en sus pensamientos, probablemente adivinando el curso de mi mente con mi meticulosa inspección.
-Siempre lo fue- dije simplemente, volteándolo a ver con una sonrisa culpable.
Él se rio de mi mientras se levantaba de la silla. Su mente antes preocupada por el curso de la transformación de Bella, ahora se desvió hacia otros temas.
Sabía que tendríamos que irnos de Forks de nuevo, en su mente vagaban las opciones, al respecto de donde irnos, al tener una recién nacida nueva en la familia, para estar seguros y esperar que el tormentoso estado de neófita pasara con los menores inconvenientes.
Pero no menciono nada en voz alta y siguió con su camino hacia las escaleras. Eventualmente nos moveríamos, encontrando algún lugar donde pasar los años de Bella como neófita, pero en ese momento preciso no encontraba como concentrarme en cosas así.
Me senté en el sillón donde previamente había estado mi padre. Viendo fijamente hacia ella, deseando que abriera los ojos libres del tormento que sabía que estaba sintiendo y viniera a mí.
Pero una parte de mi se sentía insegura sobre el curso de los eventos cuando su transformación acabara.
Yo había sido el eterno soltero de esta familia por casi 100 años, siendo la mala tercia en varias de las parejas en numerosas ocasiones. Ahora, veía como esa perspectiva había cambiado en la mente de todos. Era … desconocido.
Había deseado que ella fuera parte de mi vida desde el minuto uno. Pero ahora que su presencia era casi inminente, me preguntaba sino estaba muy hecho en mis propios hábitos, que mis manías la espantarían o que yo mismo no me acostumbraría.
No lo sabía, pero la perspectiva no se sentía mal.
Tenía 100 años de soledad a mis espaldas. Una eternidad de compañía de Bella me vendría muy bien.
Matrimonio
Yo había sido criado asi, un hombre se enamora de una mujer que lo corresponde y le promete lealtad de esa manera.
Claro que incluso en mis tiempos era bastante común las aventuras, deslices y amoríos entre personas que no se prometían nada entre ellas. Pero eso no era yo.
Mientras miraba a la chica en la cama, recordando cada instante en el cual desee alargar nuestros contados segundos juntos, las veces que desee oír de sus labios declaraciones de cariño, de pertenencia hacia mí, yo quería eso con ella. Había hecho todo en desorden, pero sabía que el cambio estaba hecho.
Sin embargo, de igual manera, ella una adolescente, que había vivido al margen, con sus necesidades más mínimas apenas cubiertas y por lo que había captado, prácticamente valiéndose por ella misma, ¿cómo recibiría tanta atención de golpe?
Vivir en la ajetreada mansión, donde seria inmediatamente asumida como mi pareja y seria esperada a que tomara su lugar como tal.
Ella y yo habíamos sido íntimos, en un sentido carnal, y a pesar de la intensa conexión que compartíamos, era consciente que éramos prácticamente 2 desconocidos. Ella podría no sentirse tan atraída por la idea del tipo de relación que yo le ofrecía.
Era viejo en todos los sentidos.
Nunca pensé en el sexo como prioritario en mi vida. Nunca me atrajo, al menos no desde mi despertar a esta vida. Suponía que al ser un adolescente humano tuve las urgencias comunes de cualquier otro. Y también las había tenido como vampiro, al menos la autosatisfacción, era un desahogo que conocía y agradecía. Pero no me sentía atraído a la idea de tal nivel de cercanía con nadie más. Sentía el sexo como intercambio extremadamente cercano, algo que uno hace con quien adora, con quien desea darle acceso a su alma.
El hecho había sido que mi deseo que compartir mi alma con Bella había sido arrebatador desde el segundo uno. Y no me arrepentía. Pero sabía que debía de haber cuidado mejor de ella. Haberle dado la seguridad y el cariño que ella se merecía. Tenía que hacer eso en esta nueva vida. Se lo debía. Antes de saltar de nuevo a la intimidad física, necesitaba mostrarle mi anhelo, mi amor hacia ella. Presentía que sería difícil, tormentoso quizá. Ya viéndola así, con su cuerpo contrariado por los últimos efectos del veneno, era una belleza. Y yo era el mismo hombre, enamorado hasta lo indecible y deseoso por ella. Yo era patético; ella estaba pagando el precio de haberme amado y yo no podía más que pensar en qué momento podría ponerle las manos encima.
Por eso mismo se merecía más.
Le daría lo que se merecía desde antes y fui muy cobarde para darle.
Las horas pasaron en borrones irregulares en los cuales ella se mostraba mas o menos inquita según el medicamento para el dolor que le administráramos, hasta que como habíamos predicho, su cuerpo mismo rechazo el catéter intravenoso, después de lo que mantuvo una extraña calma. Sin embargo, podía oír su corazón volverse irregular en su pecho, sus músculos tensarse y relajarse, creando contracciones aisladas en grupos musculares aislados y alejados entre sí.
Hasta que su frecuencia cardiaca acelero irregularmente, sosteniéndose así por al menos media hora, me acerque a ella, tomando su mano, su gesto estaba apretado, pero no decía una palabra ni se quejaba. Alice bajo, con algo de ropa nueva y productos de limpieza junto con Esme, quienes amablemente me echaron del cuarto para preparar a Bella para cuando despertara, alegando que a mi flamante novia no le gustaría saber que fui yo quien la vio en ese estado.
Me guarde mis comentarios ante los muchos estados en los que había visto a mi hermosa novia; porque en realidad no venía al caso, la transformación era un proceso desordenado, la fiebre que hacía que cada poro se abriera para sacar a través de ello cada pequeño rasgo de humanidad lo dejaban a uno cubierto en una capa de sudor espeso que además del trauma posterior al dolor que se sentía al despertar, uno terminaba sintiéndose desagradable y sucio. Había otra perdida de fluidos varios, que escapaban a la redistribución en los lugares adecuados que tampoco ayudaban a que eso mejorara. Así que me fui y las deje, no caminando más allá de la puerta de las escaleras del sótano. Donde aún podría oír perfectamente su corazón con su irregular ritmo. Cuando terminaron, subieron por las escaleras, complacidas de si mismas. Alice salió con su bailarín paso, dejándome ver en su cabeza el fruto de su trabajo de arte en Bella le agradecí con una sonrisa, sin necesidad de decirle que ella para mí se vería hermosa recién levantada y con el cabello en un nido. Como afortunadamente había podía verla alguna vez. Después la siguió Esme, quien toco mi hombro antes de seguir su camino, su mente aun rebosante de alegría
No puede faltar mucho, ve con ella hijo.
Mi madre tenía razón, no paso mucho tiempo después de que me senté al lado de ella en la cama, cuando su corazón como de colibrí empezó a volverse irregular progresivamente, hasta oírse latidos arrítmicos de diferentes intensidades.
Ella ya no estaba tan tranquila, su respiración irregular, pequeños movimientos de cabeza y extremidades.
Su corazón aleteo intermitentemente hasta parar, con un fuerte retumbo en su pecho, que sentí que reboto en el mío.
Me acerque más a ella, esperando al borde de la cama, no sabiendo si sentarme o no. Esperando a que abriera los ojos.
No había vivido momento más eterno que este. Ni siquiera mi propia transformación, la mente de Carlisle en el primer piso, al pendiente de cada pequeño ruido del sótano, pero no bajo inmediatamente para darnos la intimidad de este primer despertar.
Mi cuerpo estaba tenso al lado de ella, por un lado, ansiaba tenerla de vuelta, ansiaba que despertara, poder sostenerla, saber que no la habría perdido. ¿Pero sería que ella me tomaría de vuelta?
¿Perdonaría mi atrevimiento al condenarla a esta media vida?
Yo le había arrebatado su humanidad por mi miedo a la eterna soledad, por mi deseo de ser amado.
Su rostro había cambiado en los más ínfimos aspectos, sus altos pómulos ahora más equilibrados, al resto de su angelical cara de muñeca, con sus espesas pestañas enmarcando sus grandes ojos, bajando por su respingona nariz hacía unos labios llenos y una boca en forma de corazón. Su delicada mandíbula terminando en un mentón en V, que bajaba un cuello largo y delgado, como un pilar de alabastro cubierto en seda, apenas cubriendo sus ahora vacías venas debajo de su traslucida piel.
En un movimiento repentino inspiro fuerte llenando sus pulmones por completo mientras tensaba su cuerpo, abriendo sus eternos ojos mientras se incorporaba, sentándose de un movimiento tan fluido en la cama que casi pareció levitar.
La observe desde mi altura, siguiendo su inquisidora y asustada mirada por la habitación, sus brillantes ojos rojos abiertos de par en par, combinados con la tensión de su cuerpo, se veía casi como una imagen cómica, completamente espantada.
Recorrido el cuarto, hasta que eventualmente sus ojos se posaron en mí, por unos segundos aumentando la ya de por si gran tensión en sus hombros, se veía como si estuviera lista para saltar hacia atrás.
-Bella- dije su nombre como una súplica.
Ella inspiro profundo, con la tensión de su cuerpo disminuyendo según inhalaba.
Poco a poco el reconocimiento llego a sus ojos y su crispada pose se relajó poco a poco.
Era hermosa. Se veía como una escultura vuelta en vida.
Deseaba con tanta fuerza tocarla, correr mis manos en su rostro, su cuello y su cuerpo, como sabía que podía hacerlo ahora. Sin miedo. Quería sostenerla contra lo largo de mi pecho y sentir su cuerpo amoldarse al mío sin miedo a destruirla en el proceso.
Controlé mis manos y enterré mi ímpetu.
Primero ella.
Volvió a tomar aire muy profundo, casi saboreándolo, esta vez fijando su mirada carmesí en mis ojos, mientras veía como la información parecía llenar su mirada casi como piezas de rompecabezas, una a una.
-Edward. – dijo eventualmente. Desconectando su mirada de la mía. Y volteando a ver a su alrededor, como recordando que la había traído aquí conmigo.
Vi sus hombros caer y sus manos apoyarse en la cama, mirando la cobija, como si nunca hubiera visto algo así en su vida, sus manos recorrieron la tela, poniendo especial detalle en cada pequeña sensación.
Cuando estuvo complacido con su exploración, volvió su mirada hacia mí, aquella cálida mirada que había me había hipnotizado antes con su profundo color café, ahora de un intenso color sangre, con escasos, sino que nulos matices en sí mismos, haciendo sus iris lucir casi planos. Sin embargo, podía volver a ver al interior de la ventana al mundo que eran sus pupilas. Pude ver lo que tenia haber perdido. Había anhelo. Uno que supuse era un claro reflejo del mío.
Me adelante un paso, con cuidado de no despertar sus instintos de neófito con algún movimiento brusco. Pero más que exaltarse ella pareció imitarme en espejo, di otro paso más, terminando la distancia entre nosotros. Deje mis brazos quietos a mi lado, dejándole la libertad de decidir si quería tocarme o no.
Ella no me decepciono, subiendo su mano, recargándola sobre mi pecho, cerca de mi hombro derecho, casi probando las sensaciones de mi ropa bajo su tacto, sentí la presión leve de su mano, como si probara la fuerza.
Luego, lentamente, subió su otra mano hacia mi rostro, apoyándola suavemente en mi mejilla, sonreía ante aquello, no hace mucho yo era el que me encontraba temeroso de dar un paso en falso.
Ella correspondió mi gesto, quizá sin entender mi diversión.
Puse mi mano encima de la que estaba en mi cara, haciéndola que se apoyara con más confianza sobre mi mejilla. Sin darme cuanta me había inclinado sobre ella, casi quedando a la altura de su rostro.
Retrocede, me dije a mi mismo, recordándome la promesa que me había hecho, previamente. Darle lo que debí haberle dado desde el principio.
Por mucho que fuera mi anhelo de hundirme en su piel y jamás irme de ahí.
Traté de enderezarme, pero aparentemente ella tenía otros planes, cuando subí mi rostro me sostuvo firmemente en mi lugar, haciéndome sonreír al sentir la firmeza de su mano y su nueva fortaleza. Sin duda ahora no temblaría en ponerme en mi lugar.
Subió su otra mano a mi mejilla contraria y enderezándose en las puntas de sus pies , unió sus labios a los míos, separándolos apenas ligeramente, abrazando mi labio inferior entre los suyos. Gruñí en respuesta.
Le había tomado un beso hacerme olvidarme de todo lo que me había prometido, porque sin que me diera cuenta, ya estaba complemente inclinado sobre ella, sosteniéndola contra mí en un apretado abrazo.
El beso se consumió , somo un fuego que se apaga por un cubo de agua porque recobre razón poco a poco, deseoso, de ella, pero me había prometido algo y sabia que se lo debia.
Respire profundo, su esencia dulce, tan similar y tan diferente a como era antes. Ella bajo sus manos por mi rostro, mi cuello y hasta apoyarse en mi pecho con las palmas abiertas.
Voltee a verla, no esperando la brillante felicidad que encontraría en su mirada.
-Te encontré Edward- me dijo, con su voz de soprano como campanas y su sonrisa que parecía iluminar el cuarto.
Me reí, dejando la felicidad que ella irradiaba meterse en mi pecho hasta anidarse en mi corazón.
-Te habías tardado- ella me rodeo con sus brazos, hundiendo su cara en el hueco de mi hombro, juntando por fin los pedazos en los que me había desecho tras su partida.
Les agradezco enormemente a quienes se han pasado a darle una oportunidad a esta historia y mas aun a quien me lo ha dejado saber de alguna manera.
Mi trabajo es caotico y en ocaciones no me permite sentarme a escribir o simplemente bloquea toda idea. Pero voy a continuar esta historia hasta su final.
Ojala les haya gustado (:
