Musica para este capitulo. Yo escucharía Hell or flying - Jeremy Zucker on repeat hasta que se mencionen otra canciones/hate u love u- Olivia O´brien/ Island - Egomunk

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TODAVÍA ME DUELES

Capítulo 21

"De mensajes y actualizaciones, números y besos".

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Hell or flying - Jeremy Zucker

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Yamato y Sora estaban en la autopista a hora y media de Tokio, cuando Sora recibió algunos mensajes.

Uno de ellos, de un remitente desconocido.

—¿Conoces a alguien llamado Wallace Williams?

—¿Quién? —dijo Yamato sin apartar la vista del camino.

—Dice que es tu representante.

Yamato arqueó las cejas, sorprendido y se giró brevemente para ver el teléfono que Sora sostenía.

—¿Cómo lo sabes?

—Dice que quiere ayudarnos.

—¿Se comunicó contigo?

Sora empezó a tipear en su teléfono.

—Dios. Sólo… Ignóralo.

El móvil vibró en su mano, señal inequívoca de que estaba recibiendo más mensajes.

—Si tiene algo que decir, debería hablarlo conmigo. ¿Cómo consiguió tu número? —exhaló ligeramente exasperado—. En realidad, no debería sorprenderme, siempre hace lo quiere.

—Él parece opinar lo mismo de ti —dijo Sora ligeramente divertida—. Dice que ha intentado comunicarse contigo, pero que no das señales de vida.

—Atenderé cuando lleguemos. Ahora, solo… no le hagas caso a nada de lo que diga.

Ella siguió tipeando.

—Dice que quiere verme a solas.

Yamato aceleró un poco y cuando vio un descanso, se orilló.

—Lo llamaré ahora.

Se inclinó para sacar su móvil de la guantera y dijo:

—Vuelvo en un momento. Lo llamaré. Ya no hay razón para que hables con él. Sería mejor bloquearlo.

Y salió del auto.

Sora no pudo evitar sonreír.

En realidad todo lo que Wallace había dicho era un único largo y detallado mensaje que, ella suponía, tenía el objetivo de que le ayudara a comunicarse con Yamato. Bueno. Misión cumplida.

Quien hacía llover notificaciones en su bandeja de entradas era Yolei que parecía tener grandes noticias.

Sus mensajes eran tipo:

—"OMG"

—"SOS"

—"¡Sora!"

—"Tienes que ver esto!"

Enlace.

—"¡URGENTEMENTE!"

Sora sonrío. Conociendo a Yolei y su espectro de intereses podría ser desde un video de reparación de cerámica tradicional hasta las fechas de Black Pink en Japón. Era un ferviente fan de Lisa, pero Sora era más del Jisoo type.

Presionó el enlace y lo que vio la hizo parpadear.

Una celebridad, sí, pero no lo que esperaba.

Ese rostro… era extrañamente familiar. Esos cabellos rosados. Los había visto antes. Los conocía.

¿No era…?

El video se había reproducido en automático al presionar el enlace, así que lo pausó sorprendida.

Podía escuchar a Yamato hablando por teléfono afuera.

No pudo sentir interés por sus palabras, ni siquiera por la forma en la que caminaba de un lado a otro, algo alterado.

Sora no quería ver el video, pero al mismo tiempo, no pudo apartar la mirada.

Dudó antes de presionar reproducir.

Como hipnotizada, decidió que lo vería, de principio a fin.

El interior del auto se llenó de las palabras de la modelo.

Sora intentaba procesar sus palabras.

Algo en sus entrañas se revolvía.

Entonces Yamato abrió la puerta del auto y se asomó como si tuviera algo que decirle. El rostro preocupado.

Pero ella tenía los ojos clavados en la pantalla que sostenía en una mano.

El video terminaba ya. Y ambos pudieron oír la frase final.

"…él no sabe que hemos terminado. Pero no creo que sea injusto, porque yo tampoco sabía que para él nunca estuvimos en una relación... Ah… ¿Y por qué no decir toda la verdad? Tampoco supe por él que se ha casado."

Sora sentía la mirada de Yamato clavada en su rostro, pero no se giró a verlo.

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De todos, quizás el más sorprendido por el video de Mimi cortando unilateralmente con Yamato y acusándolo de estar casado con Sora, fue Taichi.

Nunca navegaba en las redes, así que se enteró por las noticias del espectáculo en el noticiario de vespertino.

—Pero tú dijiste que no era cierto que estaban casados, ¿cierto? —Le preguntó a Hikari, que estaba sentada a su lado, frente al televisor en la pequeña salita de su departamento.

—Ya te dije que no. Las cosas solo… se torcieron un poco.

Tai estaba molesto. Tenía ganas aclarar un par de cosas. De golpear a un par de rostros, pero más que nada, tenía unas ganas infernales de tomarse un par de cervezas.

Se puso de pie, y caminó sin rumbo en medio del pequeño salón.

Kari lo miraba atenta, preguntándose cuál sería el desenlace de su errático comportamiento, o en cual sería la mejor manera de tranquilizarlo.

Antes de que se le ocurriera nada, Tai exigió:

—Préstame tu teléfono.

Y extendió la mano.

La reacción lógica de Kari fue llevárselo al pecho de manera protectora.

—¿Para qué lo quieres? —preguntó recelosa.

—Anda—le urgió—, necesito hacer una llamada.

—Usa el tuyo.

—Nunca cooperas cuando es importante —y se dio media vuelta molesto, como de camino a su cuarto.

—Eso no es justo, siempre te ayudo cuando lo necesitas…

Pero había caído en la trampa. Apenas empezó a hablar dejó el teléfono boca abajo en el sofá a su lado. Ocasión que Taichi estaba anticipando; así que, con reflejos de deportista profesional, se giró en redondo, tomó el teléfono, y aún esquivo el golpe que Kary lanzó en defensa de su propiedad privada. Pero, era muy tarde. Cuando ella apenas se levantaba para iniciar la persecución, él ya se había encerrado en su cuarto. Y recargado en la puerta, no atendía a ninguna de las protestas exteriores de su hermana menor.

Su táctica fue sencilla, pero efectiva.

Solo había un problema. Si bien tenía el teléfono en la mano.

No sabía la contraseña.

Genial. Simplemente genial.

¿Así cómo rayos obtendría el número de Mimi Tachikawa?

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—¿Para qué quiere el número de Mimi, de todos modos? —preguntó Takeru cuando Kary le contó la historia, más tarde.

—¡Qué se yo! Pero lo que sí tengo claro por la cara que ponía es que no será para nada bueno.

—¿Entonces se salió del cuarto, y tomó tu cara para desbloquear la pantalla?

—Si, todavía me duelen las mejillas de acordarme —dijo frotándose la cara—. Lo que no entiendo es porqué Mimi subiría un video que la pondrá directamente en medio del escándalo, ¿no es eso de lo que huyen las celebridades?

Takeru se llevó una mano a la barbilla, pensativo.

—No todos. Muchos lo usan en su beneficio. O en el caso de Mimi, en detrimento de otros. Está enojada y quiere fastidiar a mi hermano.

Hikari suspiró.

—No puedo estar de acuerdo con sus métodos, pero de alguna manera, la entiendo. A sus ojos, Yamato la invitó a un viaje que solo le sirvió para reencontrase y casarse con un antiguo amor. Desde esa perspectiva, claro que se lo merecía. ¿Qué crees que pase cuando se entere que Yamato no está realmente casado?

Ahora fue el turno de suspirar de Takeru.

—Para ser honesto, no creo que haga mucha diferencia. Casado o no, mi hermano si ha estado con Sora todo este tiempo. Y Dios sabe que, si por él fuera, la confusión sería verdad.

Takeru notó muy tarde que Hikari sorbía su café entre molesta e incómoda.

Después de todo, ¿no era lo que su hermano había deseado también?

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—Sora… Sobre Mimi…

Sora negó con la cabeza.

Qué mal se sentía escuchar el nombre de aquella chica en sus labios. Todo parecía más real. Más desagradable. Todo estaba mal. Terriblemente mal.

—No quiero escucharlo.

Abrió la portezuela del auto y salió. Se recargó en el coche, mirando a la carretera.

Mimi… aquella chica. Había terminado públicamente con Yamato por su culpa. Ni una parte de ella se alegraba. Se sentía… avergonzada. Avergonzada consigo misma y enojada con Yamato. Furiosa, en realidad.

Él se recargó en el auto a su lado. A unos buenos veinte centímetros de distancia.

—Debo parecerte un patán.

Sora lo miró.

No podía negárselo. Lo era. Con todas sus letras. Y ella francamente estaba decepcionada. Esto no era nuevo, pero se sentía peor.

Era una decepción culpable. Porque desconsiderada y horriblemente, era cómplice. Y la idea le repugnaba.

Había pensado que al regresar a Tokio todo volvería a la normalidad, pero ahora, sentía que había roto una relación.

¿Qué podía hacer?

¿Hablar con la chica y decirle que todo era un malentendido?

¿Hacerse a un lado y regresarle a su novio como si se lo hubiera quitado? ¿Eran las cosas realmente así?

—Sora…

—Vas a arreglar esto, ¿cierto?

Lo miró con ojos de tormenta. Le reclamaban mudamente bajo los términos más drásticos: , sácame de esta repulsiva situación. Vuelve con ella.

Pero los ojos de Yamato, que interpretaban correctamente su demanda, anticipaban una respuesta insatisfactoria.

—¿Qué puedo hacer? Ella tomó su decisión.

—Sin saber la verdad.

Le devolvió una mirada triste, que adivinaba, la iba a decepcionarla una vez más.

—Sora. Vine aquí, por ti. Lo sabes… Si bien Mimi no tiene toda la información, lo más importante es cierto: mi corazón no está disponible.

Sora no lo podía soportar.

Aquellas palabras no le daban alegría ni consuelo, eran… Frustrantes. Absolutamente, eso eran.

—Dices eso, pero si era ese era el caso … —qué horribles palabras iba a decir, se detestaba por ello y lo detestaba a él por orillarla a hacerlo, pero tenía que hacérselo enfrentar—, ¿por qué tenías que traerla en primer lugar? No puedo entenderlo. Toma algo de responsabilidad y date cuenta que la situación en que me pones...

Yamato retuvo su respiración por un instante. Y, después de un momento, exhaló muy lentamente.

—Fui un idiota. Lo admito. Nada de lo que diga cambiará ese hecho, ni siquiera la verdad.

—¿Que es…? —demandó saber Sora, decidida a no ablandarse.

—Es bastante humillante en su simpleza —dijo pasándose un mano por los cabellos rubios—. Pero necesito explicarlo para que me entiendas, aunque no justifique los hechos.

Sora cruzó los brazos. Por alguna razón sentía que necesitaba protegerse de sus palabras. Él la miró seriamente. Pero reconocía en su semblate que estaba avergonzando.

No le importó. Necesitaba saber.

Entonces, con la franqueza de sus profundos ojos, dijo:

—Supe por Tk que ibas a casarte. Y eso… me partió el corazón.

Sora apretó los labios. No quería verlo, pero necesitaba escucharlo. Así que desvió la mirada.

—La sola idea, parecía insoportable. Así que resolví que tenía que volver… Tenía que verte, o decirte algo antes de que estuvieras para siempre fuera de mi alcance. Pero, ¿Cómo hacerlo? No abrigaba esperanza alguna. Así que necesitaba una excusa, un escudo. No podía enfrentarme a perderte solo…

Sora arrugó el ceño, intentando en vano combatir el nudo que iba formándose en su garganta.

—Puedes despreciarme por esto, una parte de mí sabe que lo harás; pero lo cierto es que ella simplemente era la chica con la que salía en ese momento. Y la invité a venir. Como un falso antídoto al rechazo y a la decepción. Ni siquiera lo pensé. Ella no es seria, supongo que razoné. Lo nuestro tampoco. Nunca fue mi intención lastimarla. Y es perfectamente justo que pienses lo peor de mí. Pero aun si fue injusto y egoísta de mi parte, así fue como las cosas ocurrieron— Sora tragó con dificultad. ¿Así se sentía ser atravesada por dagas? —. Ojalá no fuera así. Pero es la verdad. Y, Lo siento. Pero, sobre todo, lamento haberte puesto en medio. Lo último que quería era lastimarte a ti también.

Le había taladrado los oídos. Aún si el mar se la inundara, no podía dejarlo pasar.

—Así que te has convertido en la clase de chico que despreciabas. El tipo swe chico que sale casualmente sin involucrar sus sentimientos.

—Con chicas que hacen lo mismo.

—Ella no parece ser como tú crees.

—Entonces me equivoque con ella.

Sora podría haberlo golpeado. Detestaba que tuviera respuestas para todo. Y estas malditas ganas de llorar que se le agolpaban cada vez más en la garganta. Una parte de ella (la más humana) quería… lastimarlo. Tanto como sus palabras la herían a ella.

—Todo te parece muy fácil, ¿En esto te ha convertido la fama? —se pasó la cara con las manos, sabiendo que estaba cruzando la línea— Extraño al viejo Matt, el que tenía un corazón gentil y se preocupaba si lastimaba a los demás…

Sabía que no era del todo cierto, pero no había podido evitarlo. Era demasiado desdichada.

Pero no es posible lastimar a alguien con algo en lo que está de acuerdo.

—Yo igual.

Dio un paso hacía ella.

Sora se enjugó rápido una lágrima que, traidora, le corría por la mejilla.

Yamato le extendió los brazos.

Ella pensó cómo evadirlo, pero fue demasiado tarde, ya la rodeaba con ellos.

¿Desasirse? Imposible, él la sujetaba bien fuerte.

Y su tacto, maldita sea, hizo que su furia se diluyera en desconsuelo.

Así que se echó a llorar a lágrima viva.

Casi como una niña. Como cada vez que la abrazaba.

Después de todo, lo que más anhelamos cuando nos lastiman, es que nos consuelen. Así que mientras más nos hieren, más se vuelve el objeto de nuestro dolor, nuestra cura.

—Me siento tan… avergonzada —Yamato recargó la mejilla sobre su cabeza—. No puedo evitar pensar en la pobre chica.

—Es mi culpa—dijo meciéndola suavemente—. Lo siento. Todo es culpa mía.

El rumor de los autos que pasaban a su lado crecía y se desvanecía tan pronto como transitaban a su lado. La suave melodía de los sollozos de Sora, no se desvanecían.

Yamato la mecía delicadamente, con el consuelo de las penas mutuas.

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hate u love u- Olivia O´brien

—Ha sido duro para ti —dijo Koushiro sentándose frente a Mimi, cabizbajo.

Ella miraba como hipnotizada el número de reproducciones subiendo rápidamente.

—Lo que me molesta… —empezó la modelo —Es que, para estos cientos de personas, pronto serán miles, y ante ellos debo lucir patética. Aquellos días, pensé que realmente podía hacerlo feliz, ¿sabes? En realidad, no tenía ninguna duda, ¿por qué la tendría? ¿no lo hacen así todas las protagonistas de las películas románticas? Pero no era yo la protagonista de la historia de mi Matti… Aunque ya no debo llamarlo así. Creo que lo más duro de todo es… no ser su chica ideal. Creo que ya no puedo ser la chica ideal de nadie.

—Eres la chica ideal de muchos, Mimi.

—Si. Supongo que yo también pensaba eso. Antes. Ahora creo que todo eso también estaba en mi cabeza… Nadie nunca me querrá. No veo a nadie que lo haga. No creo que nadie lo haga jamás.

Kouchiro la miró.

Se sostenía la cabeza con las manos, apoyando los codos en las rodillas, como si no pudiera con la tristeza.

—Estás exagerando. Pero es porque te sientes mal. Aunque parezca imposible ahora, recuperarás tu confianza.

—Eso espero; pero honestamente, ahora mismo me siento insignificante, invisible.

Kou no pudo evitar soltar una especie de risotada mal amortiguada.

—No eres invisible. Aunque tal vez un poco miope.

—¿Disculpa? —dijo enjugándose la máscara de pestañas. Parecía panda.

—Lo que quiero decir es que… Jamás podrías ser invisible. Créeme, te lo dice alguien que ha vivido en la invisibilidad toda su vida. Si tuviera que describirte, serías el antónimo perfecto de la invisibilidad. Serías…. Neón, o diamantina. No puedes pasar desapercibida. Eres alegre, extrovertida… y preciosa. Con solo existir ya tienes quien guste de ti…. Siempre ha sido así, desde que éramos niños. Lo sé muy bien, y sé que tú también lo sabes. Aunque ahora no seas capaz de verlo.

Tenía la mirada baja, las orejas rojas y los hombros contraídos.

—Te lo dice alguien que te ve. Alguien que… te ha querido siempre.

—Kou…

Mimi lo observó con atención más bien poco educada.

¿Era esto… una confesión?

Mimi siempre había sabido que le gustaba a Kou.

Una chica siempre sabe esas cosas. O al menos las intuye.

Pero, la verdad, nunca se había imaginado que habría motivos para enfrentar una confesión suya.

Suponía que jamás reuniría el valor.

¿No era por eso que había sido fácil ser su amiga? ¿No es por eso que existe la Friendzone?

Tal vez él también lo sabía. Quizás, como ella, lo supo siempre.

Que no tenía oportunidad.

Éste era el momento de ser empática, pensó Mimi. El momento de decirle palabras amables.

Pero no se sentía capaz.

Ahora mismo se sentía sola y triste.

Y sólo podía pensar en sí misma.

Así que saber que Kou… ese chico… esa increíblemente buena persona gustaba de ella, le aliviaba.

Se sentía bien.

Claro.

No le correspondía.

Pero se sentía frágil y quería sentirse querida.

Quizás por eso se inclinó había un lado y se apoyó sobre su hombro.

—Lo siento, Kou. Lamento que te guste alguien como yo.

Kouchiro no la rodeó con su brazo, como obviamente la situación ameritaba.

Tampoco tomó su mano, ni recargó su cabeza sobre la de ella.

Mimi no puedo evitar sonreír para sus adentros.

Éste chico. Tenía una oportunidad frente a él y no la aprovechaba.

Por eso no tenía novia.

Era inevitable.

Le daba ternura.

Ojalá todos los chicos fueran tan buenos.

Pero no. No lo pensaba en serio.

Levantó el rostro. Y él inclinó el suyo para verla.

Estaba aturdido y enlazaba las manos sobre sus rodillas. Sin saber que hacer.

"Ojalá lo supiera", pensó Mimi. "Ojalá me besara".

Pero no lo hizo.

Ni siquiera se atrevía a verla directamente. Paseaba la mirada por su rostro sin saber dónde posarlos.

Así que tuvo que hacerlo ella.

Se incorporó sólo lo suficiente para encontrarle los labios.

Pero era curioso.

Besar a Kouchiro era un alivio amargo.

Parecía lo que necesitaba en ese momento, pero ese dulce tacto estaba agriado por la culpa y la desilusión.

Por un lado, sabía que era un vano intento de sentir amor.

Un intento desesperado y egoísta.

Porque sabía desde pequeña que Koushiro la amaba. Así que se sabía que usaba sus sinceros sentimientos para sentirse confortada. Esa culpa estaba ligada a un par de hechos: para ella, aquel beso sabía a piel y cosquilleo placentero, pero no a sentimientos. Saboreaba sus labios, pero no la conmovía. Y lo peor: sabía que era así solo de su lado. Por más que él la quisiera, ella no se sentía unida al sentimiento de su corazón.

Y dolía.

De nuevo. No por él. Si no por sus propios sentimientos.

No podía evitarlo.

¿No era verdad que el abogado de pelo alborotado la había llamado egoísta?

Una voz interior razonaba que así es como debía sentirse Yamato respecto a ella…

Cuando se separaron, notó una infinita suavidad en ojos negros sorprendidos de Koushiro. Y no pudo evitar pensar que no había visto algo igual en los ojos de Yamato. Una ternura desinteresada. La ternura de alguien que sabe. Si. Ella no ocupaba disculparse, como su conciencia tenía el impulso de querer hacer, porque Kou sabía. Él sabía que ella no lo amaba.

Esto la maravillarla. Era tan curioso cómo somos de similares y diferentes los seres humanos. Unos, quizás los más amables, aman así, con la suave gentileza del no esperar nada a cambio, y son esos corazones bondadosos los que más frecuentemente son no correspondidos.

"¿Por qué?" Pensó dolorosamente Mimi "¿por qué es la vida tan injusta?" Y le rodaron dos gruesas lágrimas a lo largo del rostro.

Kou le puso la mano en el hombro y le dio unas torpes palmaditas.

"Y luego estamos nosotros", pensó de nuevo, "los que sentimos que debemos ser amados, los que no lo ponemos en duda. Los que no entendemos que la posibilidad del rechazo, ¿por qué? ¿Porque siempre hemos experimentado el amor? ¿Por eso lo sentimos como un bien obvio? ¿Dado por sentado?" Mimi suspiró. Menos aún quería pensar en los seres como Yamato. ¿Cómo era él? ¿lo habría por fin descifrado? Sabía que lo amaba. Lo amaba porque era hermoso, varonil y sabía ser afectuoso. Pero ¿Qué quería decir eso? No estaba segura. Ser hermoso era... una especie de bendición, ¿no? La gente te ama porque eres así, la gente se siente atraída a ti y te trata mejor por ello, sin que hagas nada para merecerlo. Así también, hay quien se enamora, pero, ¿se enamora de qué? ¿De una imagen? ¿De una idea? Y entonces hay más personas que te aman, pero por la misma razón hay más personas que serán rechazadas. Sus sentimientos importan, sí. Pero no pueden ser correspondidos. No todos. No la mayoría.

"Qué horror", pensó Mimi, "soy parte de esa mayoría rechazada". Lo pensó con un sollozo, pero lo contuvo. Porque sabía que Koushiro lo era también, y él lo aceptaba con aquella modestia. Con una sonrisa abnegada. Una sonrisa triste.

La asaltaba de nuevo la pena.

Y le daban ganas de besarlo de nuevo. Para decirle que ella no era como aquellos que le habían rechazado. Aunque sí lo era. Porque no lo amaba, aunque hubiera querido hacerlo.

Pero lo hizo poque su móvil empezó a vibrar a su lado, y ella se levantó a responderlo.

Se sorbió los mocos, antes de contestar.

—¿Mimi Tachikawa? Buen día, soy M, representante de Fuji TV; seré breve. Llamo para ofrecerte una entrevista en vivo en nuestro show de mañana a las 8 de la noche. Te parecerá repentino, pero tu testimonio personal ha conmovido a una gran audiencia con tan solo unas horas y estaríamos encantados de recibirte y que nos honraras con una versión más detallada de los hechos. Esto, claro, con una remuneración muy generosa.

Mimi miró a Kouchiro por un momento. No podía quedarse en su departamento.

Así que decidió al instante.

—Acepto. Pero antes, me gustaría hablar de algunas condiciones.

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Island Egomunk

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Para cuando Yamato y Sora llegaron a Tokio al anochecer, el video de Mimi ya había dado la vuelta al mundo.

Wallace los esperaba en un Airbnb que estaba convenientemente en medio de la ciudad, pero en una zona exclusiva, difícil de acceder.

Tenía un plan y estaba listo para ponerlo en marcha.

Estaban en la sala de la aquella enorme casa de estilo moderno. Sora sentada en un enorme sofá blanco, Yamato de pie a su lado.

—Paso número uno —dijo Wallace pasando la mirada de uno a otro—. Debemos ubicar a Sora en un lugar seguro.

Sora pareció sorprendida se decidiera por ella, así que dijo:

—No puedo ocultarme toda la vida. Tengo que trabajar. Y muchas cosas qué hacer.

—Estoy al tanto. Por ello, te tengo un lugar preparado. Es un estudio en un área discreta, cerca del taller que trabaja en la producción de tus diseños. Estoy seguro que podrás realizar tus actividades con normalidad allí.

Sora parpadeó.

¿Quién pagaría todo eso?

No lo dijo, pero su rostro debió haberlo expresado por que Wallace contestó:

—No te preocupes. Lo tengo todo cubierto.

—No. No podría aceptarlo.

—Tendrás que hacerlo. Se te busca por todas partes. Ten por seguro que tendrás un campamento de paparazis afuera de tu oficina y hogar. Pero no te preocupes. Cuidaremos de ti.

A Sora no le quedó más remedio que asentir algo confusa.

Yamato tenía que admitir la eficiencia de su representante. Había hecho en un menos de 24 horas lo que ellos no habían logrado en una semana, sin mentir ni meterlos más en aprietos. Sólo hubo una cosa que no le gustó.

—Un auto pasará por ti en cinco minutos para llevarte a tu destino —le dijo Wallace a Sora—. Puedes instalarte y nos mantendremos en contacto.

—No es necesario que se vaya.

—Créeme, Matt —y puso su mano firme sobre su hombro—, es indispensable. Y no porque no sea un placer conocerte, Sora —dijo con un asentimiento que parecía decir "estoy encantando"— pero será más seguro para ella así.

Con soltura experta, lo guío por el codo hacía una esquina.

—Ya he planeado tu coartada. Cuándo y cómo hablarás con la prensa. Pero es imperativo que sigas mis instrucciones.

—¿Por qué no se puede quedar aquí?

—Por obvias razones —y le dirigió una mirada significativa—. Si, Dios no lo permita, se supiera que están bajo el mismo techo, ¿Sabes cómo lo tomará el mundo? Sería la confirmación irremediable de que, efectivamente, te has casado ¿No te importa? Créeme, será peor para Sora que para ti. ¿Sabes que su línea de ropa debutará a fin de mes en la semana de la moda de Tokio? —Como siempre, Wallace hacía su tarea—, Si la opinión pública es mala en ese momento podría dañar seriamente su carrera. Anda, hombre, no me mires así, sé de sobra que no es eso lo que quieres. Por eso lo he arreglado todo. Además, mírala; claramente está agotada. Necesita descansar.

Yamato miró por encima del hombro. Era verdad. Sentada en el sofá, apoyando el mentón en una mano, Sora parecía cansada y desanimada.

—Lo mínimo que puedes hacer, es evitarle más problemas.

Sin ni una pizca de gusto, Yamato asintió.

—Lo sé. Cuento contigo.

Wallace le dijo una palmada amigable en el hombro.

—Déjalo todo en mis manos. Lo arreglaré sin problemas.

Miró la pantalla de su móvil y regresó sonriente a donde estaba Sora.

—Buenas noticias, Sor. Tu auto ha llegado. Te acompaño a la salida —y le ofreció la mano para ayudarla a ponerse de pie. Sora sabía que no le estada dando opción, pero Wallace era un profesional, así que suavizó aún más su tono antes decir—. He encargado comida. Nabemono. Espero que te guste el sukiyaki. Pedí una porción individual que llegará a tu destino unos cinco minutos después de tu llegada. El lugar está equipado con wifi y cámaras de seguridad. Cualquier cosa que necesites sólo necesitas comunicarte conmigo y lo solucionaré por ti. Ha sido un placer conocer a la legendaria Sora Takenouchi. Estemos en contacto.

Cuando ya estaban en la puerta, se inclinó a besar su mano.

Antes de que sus labios la tocaran, Yamato lo jaló por el cuello de la camisa tal como haría para levantar un cachorro del suelo y lo hizo a un lado. Wallace no pareció sorprendido, ni siquiera cuando le hizo un gesto para que se retirara.

Sonrió, hizo una breve reverencia antes de dar la media vuelta y regresar al interior.

Desde la parte de cristal de la puerta del vestíbulo, se veía un auto negro que esperaba por Sora.

Pero ellos se quedaron de pie, uno frente al otro, frente al marco de la puerta.

Sin certeza de como debían despedirse.

Yamato la miraba como si buscara alguna respuesta en su rostro, una que parecía no encontrar.

Era curioso cómo, mientras habían pasado tiempo juntos, Sora había pasado con la mente conflictuada, deseando que las cosas fueran diferentes, pero, ahora que tenían que separarse de nuevo, no quería hacerlo.

—Supongo que debemos despedirnos ahora—dijo Sora a falta de otra cosa que decir.

Tenía la vista fija en el botón izquierdo del bolsillo de su camisa.

—Te llamaré —dijo él en un tono bajo que contrastaba con el grueso de su voz.

Sora abrió la boca para protestar. Después de todo, ¿no debían de mantener su distancia? Pero terminó por no decir nada.

Él le tomó la mano.

Sin previo aviso, sin dramatismo.

Como si le fuera natural, aunque no lo era.

Nada en su situación lo era.

—Sigo metiéndote en problemas.

Ella no podía verlo directo a la cara. El botón era plateado y lustroso.

—Arreglaré las cosas —dijo acariciándole suavemente los nudillos con el pulgar—. Terminaré con esto.

Sora no pudo evitar creerle. Quería que así fuera. Quería que pudieran estar en paz.

—Tengo que irme ahora— dijo Sora.

Pero no apartó la mano.

Él tampoco la soltaba.

—No quisiera que te fueras. No quisiera… haberte metido en esta situación. Creo que, sin querer, he vuelto tu vida al revés.

Era cierto, pero ella negó con la cabeza. Estaba cansada de echarle la culpa.

Le buscó tímidamente los ojos y dijo:

—Es verdad que esto es un desastre. Aun así, me alegró volver a verte…

—¿En serio?

—Te he extrañado —dijo tímidamente—. Y me encantó conocer a la abuela.

—¿Deberíamos regresar casados?

Ella negó con la cabeza.

—De todos modos, el mundo piensa que ya lo estamos.

Sora sonrió dolorosamente.

—En serio tengo que irme ahora.

—Pero lo pensaras, ¿cierto?

Sora se alejó. Pero él no le soltó la mano.

—Dime que lo pensarás.

—Lo pensaré —dijo soltándose, y mirándolo tímidamente antes de abrir la puerta y correr hacia el auto.

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Yamato podría haber corrido detrás de ella. Pero no lo hizo.

La esperanza lo tenía fijo en el piso, junto al marco de la puerta.

Sutil y delicada, como algo de cristal ¿qué tal si presionaba demasiado y lo arruinaba?

Así que se quedó plantado en la puerta y observando como entraba en el auto y como después, éste se alejaba.

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Cuando regresó, Wallace ya lo esperaba instalado en la oficina.

Yamato lo sabía. Sabía que nadie era mejor para sacarlo de atolladeros que él.

Podría haberlo abrazado, así de buenas estaba. Pero no lo hizo, en cambio estaba dispuesto a ser obediente a sus instrucciones.

—Entonces, ¿Cuál es el plan? —dijo sentándose en la silla opuesta al escritorio.

Wallace lo miró alegremente.

—Paso numero dos: No te preocupes por ella. La cuidaré y mantendré bien alimentada.

—Confío en ti.

—Perfecto. Tengo el plan perfecto para deshacer el desastre que se nos avalancha encima. Es simple. Paso número tres: Arreglas las cosas con Mimi Tachikawa.

—Lo sé. Tengo que hablar con ella. Estoy esperando una bofetada como minímo, pero igual tengo que disculparme. Auqnue no sé si sigue en Tokio, temo que haya regresado a Nueva York.

—Para tu gran suerte, sigue en Tokio. Pero vas a tener que hacer algo más que disculparte. Suplicar, suena más apropiado.

Yamato miró Wallace tratando de interpretar correctamente sus palabras.

—Quieres decir…

—Tienes que volver con ella.

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Continuará…

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N/A: No tuve el valor pare revisar minuciosamente este cap, de lo contrario, quizás aún seguiría en un folder de mi escritorio.

"Concentrate en tus los originales", dice una parte de mi mente, y sin embargo, sigo volviendo aquí.

Veré hacía en frente, veré hacía en frente. Pero a veces también atrás. A atar los cabos que he dejado sueltos.

Gracias por leer.

Atte. M.E.