Capítulo 4: "El Famoso Examen de Cazador Comienza"


5 de Enero de 1999, Isla Ballena - Puerto.

6:01 a.m.

— ¡Eleven anclas!

La cantarina voz del hombre de goma resonó por todo el muelle muy temprano en la mañana, antes de que incluso el sol comenzara a salir. Pese a las horas que eran, la actividad ya había comenzado en el puerto y pronto hubieron personas presenciando la partida de la peculiar tripulación. Difícilmente podría decirse que estuvieran alterando la rutina habitual de los lugareños, era bien sabido que los muelles comenzaban a movilizarse a tempranas horas de la mañana para aprovechar las corrientes marinas y las mejores áreas de pesca. Aún así, realmente no había mucho de lo que despedirse salvo por la mujer pelinaranja que había servido como fuente de apoyo para la arqueóloga. Mientras todos se preparaban para partir, Nico Robin se acercó desde cubierta para despedirse de una nueva y recién descubierta amiga.

— Adiós, Mito. Espero volvernos a encontrar, aunque no sé si pueda prometerlo.— No era falta de disposición sino de incertidumbre. Los planes estaban en regresar a su mundo, aunque todavía hiciera falta hacer oficial su viaje dimensional, para Robin no había duda alguna de lo que estaba sucediendo.

La mencionada sonrió con melancolía. — Tranquila, podría decirse que estoy casi acostumbrada a las despedidas de por vida. — No era del todo cierto, ella todavía esperaba que su hijo regresara. No le importaba si los lazos de sangre no eran directos entre ambos, había criado y se sentía orgullosa del chico que era y del gran cazador en el que sin lugar a dudas se convertiría algún día incluso si ella jamás fue capaz de compartir las ansías de dejar todo atrás de los hombres de su familia. — ¡Pero si se encuentran con él, manden un saludo de mi parte! Díganle que lo amo y que siempre esperaré que vuelva, no importa el tiempo que pase. — La tripulación entera sonrió ampliamente. De alguna forma, todos podían relacionarse con las palabras de Mito y la emotiva escena que se encontraba frente a ellos. Después de todo, la gran mayoría de ellos tenían un sitio esperándolos o una persona especial a la que deseaban volver a ver. E inclusive aquellos que no tenían a nadie en particular que esperara su regreso, o ni siquiera un sitio en sí, todavía podían recordar a los seres queridos que dieron sentido a sus vidas actuales.

Luffy, en especial, no pudo evitar recordar a Makino en aquella mujer.

— ¡Tranquila, yo también me comprometo a enviarle tu mensaje a John!

— ¡Es Gon! — Aunque conmovida por el entusiasmo del chico, Mito le corrigió inmediatamente.

En respuesta, Luffy simplemente sonrió ampliamente. — Como sea, te aseguro que lo encontraremos pronto si seguimos este rumbo.— Señaló con confianza y simpleza. Después de todo, la banda ya se encontraba completamente decidida. — ¡A Zarpar!

Pocos minutos después, el barco ya se encontraba en movimiento. Ninguno de los clientes turistas que hubieran hecho se encontraban ya en la isla, las paradas de los cruceros eran breves, de apenas unas horas máximo, pero un pequeño grupo de gente había decidido interrumpir por un momento sus actividades diarias para despedir al peculiar grupo que convirtió al puerto en un espectáculo por un breve período de tiempo. De entre todos, Mito era la que se encontraba especialmente nosálgica. Había sido agradable tener a Robin junto a ella, especialmente habiendo pasado tan poco tiempo desde que Gon se había marchado. A pesar de que aseguraron ser piratas, en todo momento no pudo evitar sentirse a salvo junto a ellos. — ¡Adiós, chicos! ¡Espero volver a tomar el té contigo, Robin!

— ¡Adiós! ¡Bye-bye! ¡Aloha! — Luffy se despidió alegremente. Era evidente que se había divertido en la isla.

— ¡Nos vemos, Bella Mito! ¡Cuídate mucho ~! — Sanji parecía encantado con la idea de que una hermosa mujer local se despidiera de ellos y el resto de la banda se despidió a su modo, algunos más silenciosos que otros.

Finalmente, los tiempos de las despedidas habían acabado y poco a poco la isla comenzó a hacerse pequeña. Para este punto, los primeros rayos del sol ya se asomaban y los roles habituales de la tripulación regresaban a la normalidad. Usualmente, no les gustaba pasar demasiado tiempo en una isla si es que el Log Pose lo permitía, pero esta vez estaban navegando en un mundo totalmente diferente y con un plan que no prometía resultados a corto plazo aunque era lo mejor que tenían.

— ¡Muy bien, chicos! Cálculo que a unos 1,250 km nos encontraremos con una fuerte tormenta. — Más temprano que tarde, casi toda la tripulación se encontró reunida en cubierta alrededor de la navegante. — Ayer y antes de partir, cuestioné a algunos de los locales acerca del barco que lleva a los candidatos al examen de cazadores. Para nuestra buena fortuna, parece que les llevamos mucha ventaja en cuanto a velocidad.

Aquello sacó una enorme sonrisa del carpintero e ingeniero del barco. — ¡Es SUUUUUUPER obvio que sí! Yo mismo diseñé este barco para ser el mejor del mundo.— Exclamó el cyborg con un grito al cielo mientras hacía su icónica pose, juntando ambos antebrazos e inclinando su cuerpo hacia un lado. — Además, los Canales 0 se harán cargo del trabajo, gastaremos mucho refresco pero valdrá la pena si nos ayuda a salir de aquí cuanto antes.— El hombre de metal era el único en la tripulación que no se encontraba en el centro de la cubierta, sino que se encontraba controlando el timón mientras accionaba los canales correspondientes para aumentar la marcha. Las instrucciones estaban dadas desde la noche anterior, según los pronósticos reunidos había una tormenta no muy lejos de aquí, una vez la atravesaran a máxima velocidad volverían a usar un Coup De Burst para alcanzar a su objetivo.

— Entonces entráremos al Examen de Cazador.— Señaló Sanji mientras encendía un cigarrillo.

La banda recuperaba lenta pero firmemente su motivación. Aún después de las locas aventuras que habían vivido a lo largo de su viaje, ser transportados a otro mundo parecía ser simplemente demasiado para cualquiera. En el aire quedaban las palabras de escepticismo, pues todos podían concordar en que no se encontraban más en los alrededores del Florian Triangle o tan siquiera en la Gran Línea. Los expertos de la tripulación habían hablado, aquello sumado al monstruo que parecía haberlos tragado tras salir de Thriller Bark daba a todos casi la certeza ineludible de que ya no estaban en aguas conocidas.

El más emocionado y a la vez confundido del grupo era el mismo capitán. No era la primera vez en las que se encontraba en una situación sin información. De hecho, podría incluso afirmarse que actuar de forma improvisada era básicamente la especialidad de la tripulación, no por nada se habían enfrentado ya a numerosos grupos de enemigos y liberado islas en el proceso. Desde Alvida hasta declarar abiertamente la guerra al mundo entero y derribando a Shichibukai y los peces gordos del Paraíso durante su trayecto. No hubo momento en que los sombrero de paja no pudieran imponerse ante las adversidades. Y esta situación no sería ninguna excepción.

— ¡De acuerdo! ¡Alcancemos al barco de Kom y pasemos el Examen! — El estruendoso y animado grito del capitán los puso en marcha.

— ¿Qué no era Gon?

Con aquella última pregunta quedando en el aire por parte del narizón, toda la banda puso manos a la obra sabiendo que tenían un objetivo que alcanzar y de que, muy seguramente, se encontraban a escasas horas de pisar tierra firme si las cosas iban a su favor de una vez por todas.


5 de Enero de 1999, Océano.

11:29 a.m.

Las gigantescas olas mecían el barco que había acompañado a la tripulación durante años casi como si fuera de juguete.

Eran la clase de momentos que ponían a prueba de lo que realmente estaba hecho un marinero. "Esto es lo mínimo que se requiere para considerarte alguien fuerte", era lo que el viejo capitán Kenji Utsumi repetía constantemente a su tripulación. El hombre era considerado bonachón una vez lo conocías por el tiempo suficiente, pero aquella naturaleza generosa jamás le había hecho debilitarse ni a él ni a su orgullo de navegante. Llevaba surcando los mares más tiempo del que la mayoría de los pasajeros tenían de vida y cada año era habitual ir y venir nuevos prospectos al examen de Cazador. Eso estaba perfectamente bien para él, siempre y cuando fueran capaces de resistir un poco de turbulencia, de lo contrario el examen los comería vivos.

La tripulación estaba acostumbrada a las constantes pruebas del Capitán. Después de todo sólo una buena tripulación sería digna de servir como examinadores de la famosa prueba. Aún si al final la decisión le competía únicamente en él, no estaba dispuesto a que su tripulación no pudiera pasar el "tormento" por el que constantemente hacía pasar a los novatos. Incluso si algunos eran unos holgazanes, como esos dos flojos que molestaban al chico nuevo, Katsuo, él siempre se encargaba de ir depurando al peso muerto. Era la ley con la que regía este barco.

Por ello, y como era de esperarse, la misma historia de cada año se repitió ante sus ojos.

"Mejor así" Pensó para sus adentros. Incluso podría decirse que les estaba haciendo un favor, si no eran capaces de resistir el viaje entonces sólo irían a morir o a quedar inválidos en las pruebas reales.

Aún así, no pudo evitar sentirse decepcionado y se permitió ser brusco con ellos. Un solo día de viaje fue suficiente para dejar a la mayoría prácticamente destrozado, al menos en sus estómagos y mentes. Era hasta gracioso para el hombre pensar que esos arrogantes criminales creían estar listos para arriesgar su vida en el examen cuando un poco de marea fue suficiente para sacarlos de combate. La mayoría no estaría aquí el próximo año, eso estaba claro. Fue esta clase de falta de motivación en los novatos por la cual Kenji raramente se tomaba la molestia de recordar los rostros de la mayoría, pero siempre habían unas cuantas excepciones a la regla.

Siendo justos con todos los "patéticos" descalificados, incluso su tripulación tuvo problemas resistiendo el viaje. Fue realmente el hecho de que no pudieran ni mantenerse de pie lo que los descalificó en el acto, aunque eso facilitó a su vez el reconocer a los que sí tenían algo de potencial.

Primero estuvo aquel chico. Era increíblemente joven, incluso en todos sus años como examinador tan sólo podría contar con los dedos de una mano las veces en que literales niños habían siquiera puesto un pie en cubierta con la intención de presentar el examen. Más sorprendente aún era el hecho de que no sólo resistió el viaje, sino que lo hizo con tanta tranquilidad que simplemente se dedicaba a brindar ayuda y atención básica a la agonizante tripulación que se retorcía en su propia miseria como sardinas recién pescadas.

Luego estaban los otros dos.

El joven rubio simplemente se limitaba a leer un libro y recostarse cómodamente en una hamaca, completamente ajeno al resto de la tripulación. Mientras tanto, el tercer y último candidato aprobatorio en todo el barco mordía una manzana, su única queja provino del amargo sabor de una de las manzanas verdes que conformaban las recervas del viaje.

La escena ante sus ojos culminó cuando el joven y aparentemente debilucho Katsuo, de entre todos los miembros de su tripulación, entró corriendo al cuarto casi tirándolo en el acto mientras gritaba: — ¡Agua, Aquí está tu agua! — Mientras sostenía en mano un vaso con el líquido para uno de los hombres atendidos por el joven de verde.

Quizás el pelirrojo no se dio cuenta, pero acababa de demostrar un potencial que superaba con creces al temor que parecía invadirlo constantemente y que le impedía confrontar a sus agresores. Con una sonrisa de decisión, Kenji supo que había visto suficiente. — Oigan, ustedes tres, vengan conmigo.— Habló, señalando a cada uno de los únicos pasajeros que aún podían articular palabra sin vomitar. — También tu Katsuo, deja que estos se las arreglen solos.


La parte más aburrida ya había pasado. Una vez quedó en claro la separación de los estorbos de los que en verdad tenían una oportunidad, sólo quedaba terminar de darles el visto bueno. El Examen de Cazador estaba conformado por múltiples pruebas que pretendían retar a los candidatos en cada aspecto posible, aunque ello no necesariamente implicaba que existía una única forma de aprobar. Sólo los necios podrían juzgar el potencial de un cazador única y exclusivamente por una cualidad, pero esa clase de revisiones competían a los examinadores más avanzados.

A él, en cambio, le tocaba hacer un filtrado más bien general.

— Este año, ustedes son los únicos tres candidatos que pienso llevar a puerto.

La voz de Kenji resonó con vigor aún por encima de la fuerte tormenta por la que tendrían que atravesar la cubierta hasta la cabina de navegación. Katsuo, tembloroso y mojado, pensaba en lo sorprendente que era su capitán por soportar el viaje con tanta tranquilidad aún a una edad tan avanzada. Mientras tanto, el trío de futuros cazadores se preguntaba qué podría ser tan importante para que el hombre insistiera con tanta vehemencia en que lo acompañaran. Ninguno se mostró especialmente preocupado por la tormenta, mientras no se acercaran demasiado a las orillas y volvieran lo antes posible al interior deberían estar bien. El resto dependería de la tripulación.

— ¿Eh? ¿A qué se refiere, viejo? — Cuestionó Leorio, un hombre alto y larguirucho como una serpiente. A pesar de su altura, no lucía mucho más amenazante que sus dos jóvenes pares, pero escondía más fuerza y coraje del que se podría pensar en un inicio. Pese a esto, lucía un tanto molesto, claramente fastidiado con la mera idea de dejar la ya de por sí poco acogedora habitación común que se veía obligado a compartir con decenas de hombres sudorosos y apestosos. Salir a la intemperie, con el mal clima que hacía, sólo consiguió empeorar aún más su humor.

— Ya se los contaré en un momento.— Dijo Kenji, sonriendo misteriosamente e ignorando la mala mirada del hombre trajeado. A este último, no le agradó en lo absoluto tanto misticismo innecesario, pero ya estaba afuera y poco más se podía hacer.

La siguiente escena a transcurrir debió de haber ocurrido en el interior de la cabina de navegación. Ahí Kenji revelaría su verdadero rol como examinador, eliminando los excedentes que sólo estorbarían en las siguientes etapas del examen de cazador y cuestionaría las motivaciones de cada uno. Sin embargo, eso no ocurrió.

— ¿Eh?

Los años de experiencia habían agudizado los sentidos del anciano capitán, pero aún el primero en darse cuenta de la extraña perturbación en el ambiente fue el más joven en todo el barco. Primero, Kenji detendría su paso dándose cuenta de que el muchacho acababa de quedarse atrás, inmóvil y observando al horizonte como si en medio de esas oscuras nubes tormentosas hubiera algo sumamente interesante. El resto no notó al pensativo Freescs hasta que el hombre mayor les obstruyó el paso justo antes de que este abriera la puerta.

— ¡Oye, apresurate! ¡No quiero estar aquí afuera todo el día! — Vociferó Leorio, siendo ignorado tanto por Kurapika como por el capitán.

— Algo viene... — Dijo Gon simplemente.

Pasaron unos largos segundos en los que no ocurrió nada. Entonces, justo cuando Leorio estaba a punto de soltar una nueva queja, las nubes comenzaron a abrirse paso y el inconfundible silbido de un objeto cayendo desde una enorme altura comenzó a resonar aún por encima del estruendoso ruido de la tormenta y la marea.

— ¿Q-qué diablos...?

Las frase de Leorio nunca pudo completarse, pues un... — ¡GOMU GOMU NO HANABI... BOTAN! — Junto a aquel grito proveniente del cielo, cayó un barco gigantesco. Era, con una facilidad ridícula, mucho más grande que el barco mercantil del viejo Kenji. Tanto fue así, que el capitán sólo pudo agradecer de que el navío volador cayera a suficiente distancia como para no hundirlos. Lo siguiente en ser notado, hubieran sido unos puñetazos que parecían extenderse alrededor del barco con forma de león, aparentemente protegiéndolo de las nubes de tormenta que acababan de penetrar.

Mientras tanto, la embarcación de los candidatos se sacudió por completo, tanto que por un instante todos juraron que se voltearían sin lugar a dudas. Y, aún en caso contrario, las olas que azotaron al barco bien pudieron haber sido suficientes para hacerles salir volando por la borda. — ¡S-sujetense! — La vista dejó petrificados por unos instantes a las únicas cinco almas que ahora se encontraban en cubierta, pero cuando las olas provocadas por el impacto del barco misterioso comenzaron a golpearlos quedó en claro que el mar no pensaba darles descanso. En el interior, el tormento empeoró para los ahora fracasados ex-candidatos mientras que la tripulación marinera comenzaba a creer que estaban en la peor de las tormentas jamás habidas. Incluso para ellos fue imposible responder.

El grupo había sido arrastrado hasta los bordes de la embarcación, usando piernas y manos para tratar de mantenerse en su sitio mientras ola tras ola los golpeaba violentamente. La marea rugia furiosamente, y pronto quedó en claro para Kenji que esto no era provocado únicamente por el misterioso barco que acababa de caer del cielo. Y el grito de uno de sus navegantes desde la cabina se lo confirmó.

— ¡C-capitán, estamos siendo arrastrados hacia un huracán!

No pudo evitar maldecirse para sus adentros. Un clima de esta calaña lo requeriría a él mismo en persona al mando del timón, no podía confiar en nadie más para dirigir a su amado barco en estas condiciones pero estaba lejos de estar en una mejor posición. Con el barco siendo dominado por las monstruosas olas y arrastrado hacia el centro de un huracán, apenas si podía evitar soltarse.

— ¡K-katsuo!

El grito de Kenji resonó, siendo lo suficientemente audible para el resto quienes rápidamente viraron la vista para ver al escuálido joven salir volando ante el choque de la que debió ser la décima quinta ola que los golpeaba en tiempo récord. Fue esta última ola, precisamente, la que acabó con las fuerzas del pelirrojo.

Kurapika y Leorio fueron los primeros en actuar. Ambos se abalanzaron ágilmente para intentar atrapar al chico antes de que cayera hacia una muerte segura. La fortuna les sonrió por un breve instante, dándoles un espacio para actuar antes de que la siguiente ola los embistiera. Pero no fue suficiente, pues a escasos centímetros de poder salvar la vida del chico, este se les deslizó de entre los dedos.

"¡Maldición!"

Ambos observaron, horrorizados, al pobre diablo dirigirse al oscuro mar.

Entonces, el chico lo hizo. Kenji lo observó todo desde su sitio, sin mayor muestra de auto-preservación, Gon acababa de lanzarse de cabeza en dirección a Katsuo pasando justo por en medio de Leorio y Kurapika quienes, haciendo gala de una grandiosa coordinación, tomaron los tobillos del joven Freecs justo al mismo tiempo que este alcanzaba al ya casi condenado marinero.

— ¡C-cuidado! — Kenji apenas tuvo tiempo de gritar.

El grito de advertencia poco pudo hacer para salvarlos cuando una ola, especialmente grande y pesada, los embistió con tanta fuerza que inevitablemente las manos de Leorio y Kurapika terminaro deslizándose mandándolos a todos juntos a volar.

La tripulación del barco apenas había comenzado a salir a cubierta, pero no tenían mejor suerte que el quinteto. Y tan sólo pudieron observar junto a su capitán cómo los valientes chicos comenzaban a salir por la borda pero sin soltarse todavía. Tal vez fue porque la sorpresa les impidió hacer algo más, puede incluso que por un deseo de querer salvarse mutuamente, o por un profundo y primitivo instinto que les hacía anhelar, por lo menos, no morir solos en las oscuridades del océano. Pero fue eso lo que les salvó la vida a todos.

— ¡GOMU GOMU NO: HIKU! (Goma Goma: Jalar)

Ahí estaba de nuevo esa misma voz que había resonado cuando cayó el enorme barco con forma de león.

Entonces, tan rápido como un relámpago, un par de manos habían sujetado tanto a Leorio como a Kurapika, a cada uno de uno de sus tobillos justo antes de que la cabeza de Katsuo se hundiera en la fría agua.

— ¿Eh? — Exclamaron todos al mismo tiempo.

Mientras que Katsuo no tuvo forma de saber qué estaba pasando, Gon pudo verlo con claridad desde dónde estaba. De hecho, lo había visto absolutamente todo. Justo cuando el saltó para atrapar a Katsuo, contaba ya con que los otros dos candidatos lo atraparan antes de caer a una muerte segura, pero al mismo tiempo un par de manos se habían estirado desde la lejanía hasta sobrepasarlo por encima y, como pudo intuir, sujetando a sus dos compañeros. Fue un breve instante el que se mantuvieron inmóviles en el aire, pues apenas una milésima de segundo después la tensión de aquel par de brazos de goma se quebró, atrayéndolos hasta la fuente de origen.

Kenji y su tripulación estaban anonadados y con la boca bien abierta. Tanto era así, que más de uno se atragantó con agua salada cuando una nueva ola los golpeó.

Posteriormente, sólo quedaron gritos de terror dónde algunas estuvieron los cuatro jóvenes.

Debieron de haber sobrevolado por decenas de metros, lo que se había conseguido traducir en uno de los momentos más aterradores que alguna vez hubieran vivido en sus vidas. Atravesaron más de una ola durante el trayecto, pasando frío y dolor gracias al choque del viento y el agua helada hasta que, finalmente, pudieron abrir los ojos y encontrarse colgando nuevamente en el aire. Aunque esta vez, cabía aclarar, a una distancia mucho más segura del mar. Tras comprobar esto, finalmente pudieron alzar la vista y encontrarse cara a cara con una enorme sonrisa que les daba la bienvenida.

El dueño de esa blanca dentadura era un chico alegre que no tardaría en presentarse.

— Hola, mi nombre es Monkey D. Luffy. — La sonrisa del chico pareció ensancharse aún más, si es que eso era posible. — Y soy el hombre que se convertirá en el Rey de los Piratas.

A simple vista, era un chico común y corriente.

Kurapika, en particular, no pudo evitar pensar que era la clase de persona que uno normalmente no voltearía a ver dos veces si lo vieras simplemente caminando por la calle. Era, en teoría, un aparente don nadie. Y, sin embargo, aquí estaba. Colgando y literalmente con su vida en las manos de ese mismo hombre que acababa de convertirse en el centro de atención de todo un barco en tiempo record. No se enorgullecía de pensar inicialmente así de la apariencia de Luffy, pero era un rasgo que había aprendido a entrenar y valorar gracias a su objetivo como cazador. "¿Él se estiró?" No hubo necesidad de ser un genio para notarlo, pero ese chico de apariencia tan sencilla acababa de despertar cientos de preguntas en él.

— ¡Oye, bájanos de una vez! — Leorio gritó, más preocupado por caer al mar luego de tan terrible experiencia luego de haber arriesgado su vida por otros. No tuvo tiempo de preguntarse siquiera cómo era posible que los brazos de Luffy se estiraran de una forma tan sobrenatural.

Gon, por otra parte, había pensado en algo completamente diferente.

— ¡¿Puedes estirarte?! ¡Eso es tan genial!


Fin del Capítulo

NA: ¡Y actualización por fin! Quizá el capítulo es más corto de lo usual, pero creí que era perfecto acabarlo aquí.

Confesaré que nunca fui tan fan de Gon en sí como protagonista, pero creo que la historia puede beneficiarse a partir de ahora que los cast principales de ambas series pueden comenzar a interactuar por fin.

Temo haber tardado demasiado en dar un encuentro entre ambos grupos, pero quería hacerlo algo más recordado e introducirlo con algo que ya todos conocieramos de la serie original. Sin mencionar que odio cuando todos se hacen amigos desde el cap 1 y de pronto siguen el mismo camino sin más, quiero que ambos grupos tengan motivos naturales para seguir ciertas rutas y, a futuro, tomar algunas distintas.

Espero hayan disfrutado el cap :)