Harry Potter pertenece a J.K. Rowling.
Solo nos pertenecen los OC.
La Pirata de los Cielos
45: Dementores y Quidditch no se mezclan.
Subieron aprisa hacia la clase del profesor Flitwick. — ¡Llegáis tarde, muchachos! —dijo en tono de censura el profesor Flitwick, cuando Alex abrió la puerta del aula—. ¡Vamos, rápido, saquen las varitas! Vamos a trabajar con encantamientos estimulantes. Ya se han colocado todos por parejas.
Alex y Ron fueron aprisa hasta un pupitre que había al fondo y abrieron las mochilas. Ron miró a su alrededor. — ¿Dónde se ha puesto Hermione?
Alex también echó un vistazo. Hermione no había entrado en el aula, pero el menor de los Potter, sabía que estaba a su lado cuando había abierto la puerta. —Es extraño —dijo Alex mirando a Ron—. Quizás... quizás haya ido a los lavabos...
Pero Hermione no apareció durante la clase.
Céline practicaba, tanto con Daphne, como con Tracy, indicándoles cómo hacerlo, si es que hacían algo mal y luego ella lanzaba los hechizos a sus amigas, haciéndolas reír y ella también se reía, si es que les salía bien.
—Pues tampoco le habría venido mal a ella un encantamiento estimulante —comentó Ron, cuando salían del aula para ir a comer; todos con una dilatada sonrisa. La clase de encantamientos estimulantes los había dejado muy contentos. Hermione tampoco apareció por el Gran Comedor durante el almuerzo. Cuando terminaron el pastel de manza na, el efecto de los encantamientos estimulantes se estaba perdiendo, y Alex y Ron empezaban a preocuparse. — ¿No le habrá hecho nada Malfoy? —comentó Ron mientras subían aprisa las escaleras hacia la torre de Gryffindor.
Pasaron entre los troles de seguridad, le dieron la contraseña («Pitapatafrita») a la señora gorda y entraron por el agujero del retrato para acceder a la sala común.
Hermione estaba sentada a una mesa, profundamente dormida, con la cabeza apoyada en un libro abierto de Aritmancia. Fueron a sentarse uno a cada lado de ella. Harry le dio con el codo para que despertara. — ¿Qué... qué? —preguntó Hermione, despertando sobresaltada y mirando alrededor con los ojos muy abiertos—. ¿Es hora de marcharse? ¿Qué clase tenemos ahora?
—Adivinación, pero no es hasta dentro de veinte minutos —dijo Alex preocupado por su amiga—. Hermione, ¿por qué no has estado en Encantamientos?
— ¿Qué? ¡Oh, no! —chilló Hermione—. ¡Se me olvidó!
—Pero ¿Cómo se te pudo olvidar? —le preguntó Alex—. ¡Llegaste con nosotros a la puerta del aula!
— ¡Imposible! —aulló Hermione—. ¿Se enfadó el profesor Flitwick? Fue Malfoy. Estaba pensando en él y perdí la noción de las cosas.
— ¿Sabes una cosa, Hermione? —le dijo Ron, mirando el libro de Aritmancia que Hermione había empleado como almohada—. Creo que estás a punto de estallar. Tratas de abarcar demasiado.
—No, no es verdad —dijo Hermione, apartándose el pelo de los ojos y mirando alrededor, buscando la mochila infructuosamente—. Me he despistado, eso es todo. Lo mejor será que vaya a ver al profesor Flitwick y me disculpe. ¡Os veré en Adivinación! ―Se reunió con ellos veinte minutos más tarde, todavía confusa, a los pies de la escalera que llevaba a la clase de la profesora Trelawney. — ¡Aún no me puedo creer que me perdiera la clase de encantamientos estimulantes! ¡Y apuesto a que nos sale en el examen! ¡El profesor Flitwick me ha insinuado que puede salir!
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Las vacaciones de Semana Santa no resultaron lo qué se dice relajantes. Los de tercero nunca habían tenido tantos deberes. Neville Longbottom parecía encontrarse al borde del colapso nervioso y no era el único.
— ¡¿A esto lo llaman vacaciones?! —gritó Seamus Finnigan una tarde, en la sala común— ¡Los exámenes están a mil años de distancia!, ¡¿qué es lo que pretenden?!
Pero nadie tenía tanto trabajo como Hermione. Aun sin Adivinación, cursaba más asignaturas que ningún otro. Normalmente era la última en abandonar por la noche la sala común y la primera en llegar al día siguiente a la biblioteca. Tenía ojeras como Lupin y parecía en todo momento estar a punto de echarse a llorar.
Pero los Buscadores de Quidditch, como Alex o Higgs, mientras tanto, tenían que combinar sus deberes con el diario entrenamiento de Quidditch, por no mencionar las interminables discusiones de tácticas con sus capitanes. El partido entre Gryffindor y Slytherin tendría lugar el primer sábado después de las vacaciones de Semana Santa. Slytherin iba en cabeza y sacaba a Gryffindor doscientos puntos exactos.
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Esto significaba, como Wood recordaba a su equipo constantemente, que necesitaban ganar el partido con una ventaja mayor; si querían ganar la copa. También significaba que la responsabilidad de ganar caía sobre Alex en gran medida, porque capturar la Snitch se recompensaba con ciento cincuenta puntos.
—Así, si les sacamos una ventaja de cincuenta puntos, no tienes más que cogerla —decía Wood a Alex todo el tiempo—. Sólo si les llevamos más de cincuenta puntos, Alex, porque de lo contrario ganaremos el partido, pero perderemos la copa. Lo has comprendido, ¿verdad? Tienes que atrapar la Snitch sólo si estamos...
— ¡YA LO SÉ, OLIVER! —gritó Alex.
Toda la casa de Gryffindor estaba obsesionada por el partido. Gryffindor no había ganado la copa de Quidditch desde que el legendario Charlie Weasley (el segundo de los hermanos de Ron) había sido buscador.
Pero Alex dudaba de que alguien de Gryffindor; incluido Wood, tuviera tantas ganas de ganar como él. Alex y Céline se desafiaban con la mirada durante clases, ahora más que nunca.
Nadie recordaba un partido precedido de una atmósfera tan cargada. Cuando las vacaciones terminaron, la tensión entre los equipos y entre sus respectivas casas estaba al rojo. En los corredores estallaban pequeñas peleas que culminaron en un desagradable incidente en el que un alumno de cuarto de Gryffindor y otro de sexto de Slytherin terminaron en la enfermería con puerros brotándoles de las orejas.
Alex lo pasaba especialmente mal. No podía ir a las aulas sin que algún Slytherin sacara la pierna y le pusiera la zancadilla. Crabbe y Goyle aparecían continuamente donde estaba él, y se alejaban arrastrando los pies, decepcionados, al verlo rodeado de gente.
Wood había dado instrucciones para que Alex fuera acompañado a todas partes, por si los de Slytherin trataban de quitarlo de en medio. Toda la casa de Gryffindor aceptó la misión con entusiasmo, de forma que a Harry le resultaba imposible llegar a tiempo a las clases porque estaba rodeado de una inmensa y locuaz multitud. Estaba más preocupado por la seguridad de su Saeta de Fuego que por la suya propia. Cuando no volaba en ella, la tenía guardada con llave en su baúl, y a menudo volvía corriendo a la torre de Gryffindor para comprobar que seguía allí.
La víspera del partido por la noche, en la sala común de Gryffindor, se abandonaron todas las actividades habituales. Incluso Hermione dejó sus libros. —No puedo trabajar; no me puedo concentrar —dijo nerviosa. Había mucho ruido. Fred y George Weasley habían reaccionado a la presión alborotando y gritando más que nunca.
Oliver Wood estaba encogido en un rincón, encima de una maqueta del campo de Quidditch, y con su varita mágica movía figurillas mientras hablaba consigo mismo. Angelina, Alicia y Katie se reían de las gracias de Fred y George. Harry estaba sentado con Ron y Hermione, algo alejado del barullo, tratando de no pensar en el día siguiente, porque cada vez que lo hacía le acometía la horrible sensación de que algo grande se esforzaba por salir de su estómago.
—Vas a hacer un buen partido —le dijo Hermione, aunque en realidad estaba aterrorizada.
— ¡Tienes una Saeta de Fuego! —dijo Ron.
—Sí —admitió Alex. ―Aunque Céline también tiene una Saeta de Fuego ―pensó algo preocupado.
Fue un alivio cuando Wood, de repente, se puso en pie y gritó: — ¡Jugadores! ¡A la cama!
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Alex y el resto del equipo de Gryffindor fueron recibidos con una ovación al entrar por la mañana en el Gran Comedor. Harry no pudo dejar de sonreír cuando vio que los de las mesas de Ravenclaw y Hufflepuff también les aplaudían.
Los de Slytherin les silbaron al pasar. Malfoy estaba incluso más pálido de lo habitual, mientras rumiaba furioso, que él sería un mejor jugador de Céline.
Wood se pasó el desayuno animando a sus jugadores a que comieran, pero él no probó nada. Luego les metió prisa para ir al campo antes de que los demás terminaran. Así podrían hacerse una idea de las condiciones. Cuando salieron del Gran Comedor; volvieron a oír aplausos. — ¡Buena suerte, Alex! —le gritó Cho Chang. Alex se puso colorado.
Cuando salieron del Gran Comedor y con varios Slytherin bloqueando la vista, Céline agarró a Draco del cuello y lo mandó a volar, hacía el sótano de la Sala Común...
Tampoco era como si alguien, quisiera sentarse junto a Draco o como si les interesara el Sangre Pura, quien se seguía creyendo el """Príncipe de Plata""", cuando era obvio que Céline era la Princesa Esmeralda Oficinal de Slytherin.
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Salieron al campo entre el rugido de la multitud. Tres cuartas partes de los espectadores llevaban escarapelas rojas, agitaban banderas rojas con el león de Gryffindor o enarbolaban pancartas con consignas como «ÁNIMO, GRYFFINDOR» y «LA COPA PARA LOS LEONES».
Detrás de la meta de Slytherin, sin embargo, unas doscientas personas llevaban el verde; la serpiente plateada de Slytherin brillaba en sus banderas. El profesor Snape se sentaba en la primera fila, de verde como todos los demás y con una sonrisa macabra. De aquel lado, se leía en sus pancartas: «ÁNIMO, SLYTHERIN» y «LAS SERPIENTES GANAN»
— ¡Capitanes, daos la mano! —ordenó la señora Hooch. Flint y Wood se aproximaron y se estrecharon la mano con mucha fuerza, como si intentaran quebrarle al otro los dedos. — ¡Montad en las escobas! —dijo la señora Hooch—. Tres... dos... uno... ―El silbato quedó ahogado por el bramido de la multitud, al mismo tiempo que se levantaban en el aire catorce escobas. Alex sintió que el pelo se le disparaba hacia atrás. Con la emoción del vuelo se le pasaron los nervios. Miró a su alre dedor. Céline estaba exactamente detrás. Alex se lanzó en busca de la Snitch.
—Y Gryffindor tiene el Quaffle. Alicia Spinnet, de Gryffindor; con el Quaffle, se dirige hacia la meta de Slytherin. Alicia va bien encaminada. Ah, no. Warrington intercepta la Quaffle. Warrington, de Slytherin, rasgando el aire. ¡ZAS! Buen trabajo con la Bludger por parte de George Weasley. Warrington deja caer el Quaffle Lo coge Johnson. Gryffindor vuelve a tenerlo. Vamos, Angelina. Un bonito quiebro a Montagne. ¡Agáchate, Angelina, eso es una Bludger! ¡HA MARCADO! ¡DIEZ A CERO PARA GRYFFINDOR! ¡Vamos, Alicia! —gritó Lee en medio del silencio que de repente se había hecho entre el público— SÍ, HA BATIDO AL GUARDAMETA! ¡VEINTE A CERO PARA GRYFFINDOR! ¡Wood es un soberbio guardameta! —dijo Lee Jordan a la multitud, mientras Flint aguardaba el silbato de la señora Hooch—. ¡Soberbio! Será muy difícil parar este golpe, realmente muy difícil... ¡SÍ! ¡NO PUEDO CREERLO! ¡LO HA PARADO! Gryffindor tiene el Quaffle, no, lo tiene Slytherin. ¡No! ¡Gryffindor vuelve a tenerlo, y es Katie Bell, Katie Bell lleva el Quaffle! Va rápida como un rayo... ¡ESO HA SIDO INTENCIONADO! —Montague, un cazador de Slytherin, había hecho un quiebro delante de Katie y en vez de coger el Quaffle, le había cogido a ella la cabeza. Katie dio una voltereta en el aire y consiguió mantenerse en la escoba, pero dejó caer el Quaffle. El silbato de la señora Hooch volvió a sonar; mientras se dirigía a Montague gritándole. Un minuto después, Katie metía otro gol de penalti al guardameta de Slytherin. — ¡TREINTA A CERO! ¡CHÚPATE ÉSA, TRAMPOSO!
Alex sintió un vuelco de emoción. Acababa de ver la Snitch. Brillaba a los pies de uno de los postes de la meta de Gryffindor. Pero aún no debía cogerla. Y si Higgs la veía...
Simulando una expresión de concentración repentina, dio la vuelta con la Saeta de Fuego y se dirigió a toda veloci dad hacia el extremo de Slytherin. Funcionó. Higgs fue tras él como un bólido, creyendo que Alex había visto la Snitch en aquel punto.
¡ZUUUM!
Una de las Bludgers, desviada por Derrick, el gigantesco golpe ador de Slytherin, se aproximó y le pasó a Alex rozando el oído derecho. Al momento siguiente...
¡ZUUUM!
La segunda Bludger no le había arañado el codo, porque él hizo una pirueta rapida. El otro golpeador; Bole, se aproximaba.
Alex vio fugazmente a Bole y a Derrick, que se acercaban muy aprisa con los bates en alto.
En el último segundo viró con la Saeta, y Bole y Derrick se dieron un batacazo.
— ¡Ja, ja, ja! —Lee Jordan, comenzó a reírse mientras los dos golpeadores de Slytherin se separaban y alejaban, tambaleándose y agarrándose la cabeza—. Es una lástima, chicos. ¡Tendréis que estar más atentos para vencer a una Saeta de Fuego! Y Gryffindor vuelve a tener el Quaffle, porque Johnson lo ha recogido. Flint va a su lado. ¡Métele el dedo en el ojo, Angelina! ¡Era una broma, profesora, era una broma! ¡Oh, no! ¡Volkova lleva el Quaffle, va volando hacia la meta de Gryffindor! ¡Ahora, Wood, párala! ―Pero Céline ya había marcado. Hubo una ovación en la parte de Slytherin y Lee lanzó una expresión tan malsonante que la profesora McGonagall quiso quitarle el megáfono mágico. ― ¡Perdón, profesora, perdón! ¡No volverá a ocurrir! Veamos, Gryffindor va ganando por treinta a diez y ahora Gryffindor está en posesión del Quaffle. —Se estaba convirtiendo en el partido más sucio que Alex había jugado. Indignados porque Gryffindor se hubiera adelantado tan pronto en el marcador; los de Slytherin estaban recurriendo a cualquier medio para apoderarse del Quaffle, mientras que Céline miraba a sus compañeros de equipo, con el ceño fruncido, él creía ver el ojo de dragón, brillando debajo del parche. ― ¡Angelina lleva la Quaffle, pero Volkova se la quita y surca los cielos con ella, en su Saeta de Fuego, esquivando la Bludger de Weasley y esquivando a Alice, esquiva a Katie, Oliver se acerca para detenerla, pero ella lanza la Quaffle por encima de su cabeza y la hace entrar en la meta, con un golpe del escobillón! Treinta a veinte.
Bole golpeó a Alicia con el bate y arguyó que la había confundido con una bludger. George Weasley, para vengarse, dio a Bole un codazo en la cara. La señora Hooch castigó a los dos equipos con sendos penaltis, y Wood logró evitar otro tanto espectacular; consiguiendo que la puntuación quedara en 40 a 10 a favor de Gryffindor.
La Snitch había vuelto a desaparecer. Higgs seguía de cerca a Alex, mientras éste sobrevolaba el campo de juego buscándola. En cuanto Gryffindor le sacara a Slytherin cincuenta puntos...
Katie marcó: 50 a 10. Fred y George Weasley bajaron en picado para situarse a su lado, con los bates en alto por si a alguno de Slytherin se le ocurría tomar represalias. Bole y Derrick aprovecharon la ausencia de Fred y George para lanzar a Wood las dos bludgers. Le dieron en el estómago, primero una y después la otra. Wood dio una vuelta en el aire, sujetándose a la escoba, sin resuello.
La señora Hooch estaba fuera de sí. — ¡SÓLO SE PUEDE ATACAR AL GUARDAMETA CUANDO LA QUAFFLE ESTÁ DENTRO DEL ÁREA! —gritó a Boyle y a Derrick—. ¡PENALTI PARA GRYFFINDOR! —Pero Angelina falló, debido a la rabia.
Momentos después, Fred Weasley lanzaba a Warrington una Bludger, quitándole el Quaffle de las manos. Alicia la cogió, pero Céline la siguió por detrás y con la mano, se la arrebató, giró en el aire, voló a máxima velocidad hacía la meta de Gryffindor, asustando a Wood y marcó: 50 a 20.
Katie y Alicia, volaban lado a lado, pasándose la Quaffle entre ellas.
Pronto, Bolye y Derrick, estaban casi que, jugando un partido de tenis, con los gemelos Weasley, al arrojarse las Bludgers mutuamente, ignorando todo lo demás.
Céline llegó y ascendiendo, le arrebató la Quaffle a Katie y Alicia, quien la miraron en shock, debido a que la primogénita de los Potter, casi parecía haber salido de la nada. Le lanzó la Quaffle a Montague, cuando Alicia estaba encima suyo y él repitió la hazaña, pasándosela a Pucey, cuando Katie estaba sobre ella.
Pucey la devolvió a Céline, cuando Angelina se le acercó y fue la rubia, quien marcó el siguiente gol. 60 a 20.
Gryffindor remontó el 60 a 30 y pronto a 40.
Pero Slytherin se vengó con un 70 a 40 y la Snitch todavía, no era capturada por ningún equipo.
Céline pronto estaba siguiendo la Quaffle, luego de un tiro muy alto de Katie. Pero más rápido que tarde, sintió mucho frio y entonces vio a los Dementores. Sacó su varita y comenzó a descender, siguiendo a la Quaffle, pensó en el momento en el cual descubrió su magia de balas. ― ¡Expecto Patronum! ―Y una cobra plateada salió de la varita, yendo tras los Dementores. Pronto, los maestros y alumnos de séptimo, tenían cientos de Patronus en el aire. Tan pronto como recuperó la Quaffle se giró y vio un enjambre de Dementores, siendo exterminados por los Patronus de los alumnos.
Céline marcó 50 puntos y el juego se reanudó, pero todos, tanto jugadores como público, veían nerviosos, como los Dementores no dejaban de llegar, casi que formando un techo negro sobre sus cabezas y un aire frio los recorría.
Pronto, estaban empatados en 70 puntos cada equipo, justo cuando Higgs agarró la Snitch, dándole la victoria a Slytherin y los Dementores se alejaron.
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Dementores, atacan a los alumnos en Hogwarts.
Por Rita Skeeter.
Salió a la mañana siguiente a primera hora y el Ministro Fudge, tuvo que retirar a los Dementores, debido a la presión de los padres Sangre Pura y Mestizos, y enviar Aurores, quienes pronto, estaban notificando la huida de Pettigrew.
Pero Fudge no lo creyó, hasta que realizó los hechizos, por sí mismo y se dio cuenta de que no existía una presencia humana del Mortífago, así que pronto, Hogwarts volvió a la normalidad, para los próximos dos meses.
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Pero algo distinto, preocupaba a Dumbledore y eso era que no sabía, si acaso Pettigrew, ya podría haber llegado a Albania y encontrado a Tom.
