Crepúsculo no me pertenece, tampoco los personajes.
Decidí no asistir a la escuela la semana entrante, mi familia pensaba que estaba extraordinariamente raro estos días, pero no comentaron demasiado, pensando que solo estaba pasando por una crisis, o una etapa de soledad.
Como siempre – pensó Rosalie cuando les dije que me alejaría a las praderas unos días. Ella siempre me había tenido por una persona demasiado distante. Valla, que coincidencia. De cualquier forma lo hice, queriendo que la sola idea de esa joven, se borrara de mi cabeza y la energía que había recorrido de pies a cabeza mi cuerpo saliera por completo de mí, así entonces pudiera recuperar la calma, no necesitaba un descuido en el colegio.
Pensé incluso en pasar una temporada por mi cuenta. Pero en cuanto lo hice pude ver en la mente de Alice la preocupación de Ese y la consternación de Carlisle ante mi comportamiento, como el pensaría que tenía intención de volver a mi etapa de nómada y separarme por completo de ellos. Así que decidí quedarme para mí lo que pasaba, ya fuera si me quedaba o me iba, si hablaba con ellos despertaría preocupación, así que era mejor que me quedara para mí lo sucedido.
Volví, finalmente, después de unos días de pasar solo, el aire del bosque y de las praderas cercanas había aclarado mi cabeza, mis pensamientos no eran turbios finalmente y no me sentía más de esa manera. Ese me recibió con los brazos abiertos y Carlisle con su misma templanza de siempre. Mis hermanos me hablaron como cualquier otro día espere que no se volviera a repetir el incidente de la chica Bella nunca más.
…
El instituto siguió igual, los maestros habían notado mi ausencia y bajo una excusa de un inconveniente de salud lo dejaron pasar, con la condición que estuviera al corriente con todo lo que tenía atrasado.
El día pasaba tan rápido como todos los anteriores, trate de seguir la mejor rutina de todos los días y convivir con mis hermanos y compañeros como siempre lo había hecho.
-Ahí está el chico Bella- susurro una voz detrás de mí – te dije que estaba en esta escuela, es Edward Cullen- me congele en mi lugar frente a mi casillero del pasillo. La voz era la de la misma chica que había oído gritar en Port Angels, y el nombre era el mismo. La chica debía de estar cerca de mí, no tanto como para que yo pudiera oírla si fuera humano, pero que sabría ella
-Como sea- dijo una voz más suave. – seguí la dirección del sonido, hasta 3 jóvenes a mi izquierda, una de ella, baja y castaña ya me daba la espalda y caminaba hacia su siguiente salón de clases, las demás, una morena y otra rubia, me miraron hasta que se dieron cuenta que yo me había dado cuenta de su escrutinio y quitaron su vista de mi rápidamente, siguiendo a su compañera y riendo cuando se acercaron a ella.
Me concentre en los pensamientos de una de las chicas, viendo a la castaña atravesó de su mente, solo para sentir como me clavaban al lugar donde estaba parado.
La misma chica. El mismo diablo había plantado a esa mujer en mi camino. En mi misma escuela.
O tal vez la mala suerte fuera la suya. Yo no era el que corría peligro de cualquier forma.
Aleje esos pensamientos de mi mente, mientras cerraba mi casillero y me encamine a la próxima clase, aun sintiendo que los pies me pesaban y como mi pecho parecía querer caerse contra el piso.
Ella estaba aquí. Deje pasar el resto de las clases, hasta el almuerzo, no podía decidir qué hacer, decirle a mis hermanos innegablemente me pondría en evidencia ahora. Volver a irme de aquí atraería un poco de atención hacia mi familia, el hijo rebelde que dejaba la escuela era algo que no necesitábamos. Yo no la necesitaba a ella aquí. Ni e ningún lugar de este mundo donde me había empecinado en vivir con respeto hacia lo que fui en mi otra vida.
Pase toda la clase siguiente distraído y buscando un centenar de excusas, de razonas por las cuales irme, por las cuales quedarme, razones porque las que no sería malo que ella desapareciera.
Para la hora del almuerzo no había decidido nada aun.
Me senté en el mimo lugar con mis hermanos, Alice hablaba con Emmet de resultados de baseball y como debía apostar, cantidades y marcadores, además de quien sería quien hiciera los cuantos. Rosalie y Jasper hablaban de algún auto y las mejores que querían hacerle.
-¿Que crees tu que fuera bueno Edward? – Jasper interrumpió mi barrido visual del área en busca de Ella.
Los voltee a ver a ambos, sus pensamientos, reflejaban mi rostro, casi abatido, trate de guardar compostura yo mismo, y busque de que me estaba hablando en su mente y le di mi opinión, tratando de que la plática me distrajera lo suficiente. Trate de calmarme, teniendo en cuenta que estaba relativamente seguro entre ellos ahora y Alice sin duda podría ver si algo salía mal. Ella me diría.
La campana sonó, me despedí de ellos y cada quien fue a buscar su clase.
Llegue al salón de ciencias antes de que entrara el profesor.
La vi entrar cuando ya había tomado mi asiento.
Por supuesto
El salón ya estaba casi completo y me di cuenta que el único asiento vacío era el de mi lado. El profesor canturreaba algo acerca de cómo debíamos hacerla sentir bienvenida, era transferida de otra escuela. Mierda. Mierda. Mierda. Por supuesto le sugirió el lugar a mi lado.
Trate de buscar su mente entre el cumulo de voces a mi alrededor, ya había oído su voz antes, tenía que poder encontrarla, pero incluso del lugar de donde se suponía que deberían provenir sus pensamientos, solo encontraba un vacío, más que un vacío, un muro.
Anduvo hasta el lugar y me aferre fuerte a la mesa. Permanecí viendo a la mesa, pero antes de que se pudiera sentar se tropezó con sus propios pies e iba de caída directo al suelo.
La atrape antes de que se callera, moviéndome un poco de mi silla e involuntariamente tomando aire.
Fueron dos sensaciones que no pude terminar de describir, el ardor y la locura que me provocaba su aroma, y de nuevo, cuando mi mano toco su brazo para detener su caída, esa corriente que recorría mi cuerpo desde estaba tocándola.
-Gracias- dijo con las mejillas rojas como manzanas y acomodase el cabello detrás de la oreja, solté su brazo, mi garganta ardía aun, pero todo mi ser se sentía revitalizado antes su cercanía.
Escuche el ruido de alguien aclarándose la garganta tras nosotros y comprendí que el profesor trataba de llamar mi atención, pues seguía mirándola.
-Si no les molesta tomar asiento y así seguir con la clase- dijo cuándo me voltee hacia él.
Trajo un equipo de video y apago la luz. Aun sentía esa corriente que ahora recorría el espacio entre nosotros.
-Lo siento – susurro cuando la luz se hubo apagado, su posición era similar a la mía, tensa, con las manos cruzadas sobre su pecho. Me reí con simpatía ante ese detalle.
Ella me veía casi de reojo y su cabello caoba caía sobre sus hombros y obstruía mi vista de una parte de su cara, mi mano ascendió hasta un mechón que caía casi por sus ojos y lo acomodo tras su oreja. Rosando su piel en el trayecto. Me sorprendí a mí mismo cuando me di cuenta de lo que acababa de hacer. Me sorprendió más el hecho de que ella no hubiera rechazado el contacto y el sorprendente placer que me dio ese simple hecho.
-Parece que hago que te caigas mucho- le sonreí. Me sentía casi fuera de mi cuerpo mientras hacía esto.
Ella se sonrojo mucho más cuando comprendió que yo sabía que había sido ella la del muelle. Mas no había nada aun que pudiera leer de su mente. Me sentía bloqueado, no podría ver, ni oír ni siquiera sentir su pensamiento cerca, su cercanía me atraía mucho, pero su mente me dejaba fuera.
-Si- contesto tocando el mechón de cabello que había acomodado antes, parece que a tu alrededor no hago nada bien- su mente permanecía en silencio mientras ella volteaba a verme ladeado y me sonreía.
No comprendí en ese instante cual de todas las razones me hacían sentirme de la manera que me sentía ahora, pero sabía que no había otra manera de solucionarlo.
-Bella- le llame cuando termino la clase, la mayoría de los alumnos ya estaban fuera y ella se demoró en acomodar su mochila. Volteo a verme- Oí que eras nueva en la escuela ¿te gustaría salir a pasear conmigo esta tarde?
No necesite oír su respuesta para saberla. Sus ojos se iluminaron y su sonrisa apareció de nuevo. Ella era bastante hermosa, no me extrañaba que no tuviera ni 2 semanas en esta escuela y ya rondara la mente de muchos chicos.
-Me encantaría- le sonreí de vuelta, no pudiendo evitar sentir que la había condenado.
…
Todo parecía tan incorrecto al respecto de lo que acababa de pasar, la chica en la cual yo aún me encontraba estaba tendida en el suelo, apenas separada de la maleza por la tela de mi ropa que yo había puesto ahí para evitar que estuviera incomoda.
Pero nada estaba bien.
Principalmente que todo había parecido correcto.
El roce era suave y cálido y su aroma me rodeaba por completo sobrepasándome. Sabía que probablemente debería levantarme e irme, que nunca debí de habernos hecho llegar aquí. Pero suponía que ninguno de los dos sabia como es que las cosas había terminado con nosotros 2 aquí.
Seguía unido a ella, con sus piernas rodeándome la cadera mientras una de sus manos me acariciaba el cabello y la otra descansaba sobre mi hombro. Todo era demasiado familiar. Ella me tenía tendido todo lo largo sobre su cuerpo. O mejor sería admitir que y que yo me quería quedar tendido de esa manera. Con uno de mis brazos debajo de su cintura, medio cargando parte de mi peso, pero la verdadera intención era poder tenerla más pegada a mí, mantuve el rostro en la curva de su estilizado cuello.
Olía mejor de lo que nada nunca había olido para mí. Como el sol y la lluvia y las flores. Parecía que cambiaba según mi estado, siempre volviendo más atrayente. Deje besos en donde el pilar de mármol de su cuello se unía con su hombro, tocando su piel con los labios entreabiertos cada vez que lo hacía. Ella sería la mejor de las víctimas, dispuesta, complaciente y completamente entregada.
Sentí su risa vibrar por su cuerpo a la vez que el sonido salía de sus labios. Era ligera y un poco ronca y desee oír más de eso. Cambie mi posición de modo que mi mano libre pudiera recorrer con facilidad su cintura mientras repetí la acción en su cuello. Ella se retorció un poco en mis brazos dándome el sonido deseado, para después desplazar su mano que estuvo en mi hombro a mi cabello, justo al lado opuesto de donde la otra estaba. Sentí la tensión en sus brazos y entendí que ella trataba de jalar mi rostro hacia el suyo. La obedecí fácilmente y me recompenso con un beso cálido y tímido, un beso que sabía a todo lo que deben de saber.
Pero su boca me dejo la sensación de agradecimiento después de que se alejó de mí, sabía lo que iba a decirme a continuación, así que nos ahorre el despido. Me separe de ella, disfrutado como mi piel rosaba con la suya al abandonar su cuerpo y el quedo gemido que ella soltó al sentirnos separados, me admití para mí mismo que también extrañaba el contacto.
Ella volteo a sus lados buscando su ropa mientras yo hacía lo propio, cuando se hubo levantado, mi camisa, que nos había servido de sabana estaba arruinada. Me la puse igualmente porque olía a ella y procedí igual con el resto de mi ropa. No quise voltear a verla por darle un poco de privacidad, note que estaba completamente oscuro y probablemente era tarde, por lo cual debería hacer frio, mi chaqueta había quedado a unos cuantos metros de nosotros, tirada encima de un montón de flores. Fui por ella y regrese con Isabela quien estaba completamente vestida y evitaba mirarme.
No sabía porque lo evitaba. Entendía todas las posibilidades de porqué, pero quería saber cuál era la que pasaba por su mente, tome su mano y la lleve a mis labios cuando me acerque a ella lo suficiente. No había nada que decir, así que no trate de llenar el momento con dialogo. Ella me vio a los ojos, con sus mejillas coloreadas. Su mirada lucia cautelosa, casi asustada, como si le pesara verme. Y me pregunte si ella se habría dado cuenta que yo no era un humano, que se arrepentía de haber intimado con un monstruo.
Sentí que algo en mí se abría y no pare mis palabras.
-¿Te arrepientes?-
Sus grandes ojos castaños se enfocaron completamente en mí ahora y vio la mano que aun sostenía la suya a la altura de mi pecho.
-No- dijo, pero sus ojos volvieron a ver al suelo y el olor a sal de las lágrimas llegaba a mi nariz.
No soportaba ver a esta niña llorar, ya le había causado dolor en una ocasión este mismo día. Pero la razón era otra y ahora no entendía que era lo que sucedía, no quería que siguiera.
Con mi mano que no sostenía la suya acune su rostro y lo levante para que me viera.
-No- borre una de sus lágrimas con mi pulgar- Dime que te hice, dímelo por favor, pero no llores- le urgí.-
Ella debía saber ya que yo no era humano, debía arrepentirse de darse por voluntad a un ser como yo, de darle su cuerpo a alguien así. Pero yo no la traicionaría, nunca lo haría, incluso aunque este fuera el único momento de mi existencia donde me sentí tan pleno. Lo cambiaria rápidamente si eso la hiciera sentir mejor. Tal vez la había dañado, reflexione, ella era suave y frágil, y en medio de todo yo no había estado plenamente consciente de la fuerza que use, trate de ser cuidadoso, pero mi mente estaba en tantas cosas. Ella no parecía estar en dolor sin embargo, se veía frágil, pero nada en su delicado cuerpo parecía dañado, me alegre un poco al ver que sus pálidos brazos no tenían ni por asomo marcas.
-¿Qué es lo que piensas de mi ahora Edward? – la pregunta me descoloco de mi inspección y me llevo a verla a los ojos, ella me veía al rostro con sus ojos en lágrimas aun. Solté su mano que aun sostenía y la lleve a su rostro para poder sostenerlo por unos segundos, al poco tiempo trato de voltear la mirada, pero no se lo permití.
Me incline hacia ella, dándole todo el tiempo para rechazarme, solté su cara y seguí acercándome, para el momento que uní nuestros labios de nuevo sentí sus húmedas lagrimas empañar el beso, beso que ella me respondía.
No le respondí con palabras pero desee creer que le había mostrado que es lo que quería de ella. No deseaba hacerla caminar hasta mi coche, pero pensé que se asustaría si la llevara cargando, en vez de eso, cuando nos separamos, tome su mano y nos guie por el bosque.
En el auto le abrí la puerta y espere a que entrara.
El reloj del tablero marcaba las 11 de la noche, había perdido completamente la noción del tiempo, pero no quería separarme de ella aun.
-¿Te gustaría ir a cenar?- le sonreí rogando que me dijera que sí y poder alargar esto.-
Ella se detuvo viendo un segundo y luego bajo la mirada a su regazo
-Creo que debería volver a casa-
Me patee internamente
Conduje hasta donde ella vivía, el resto del camino paso en silencio. Mi cabeza trabajaba en todas las cosas que me gustaría decirle, en todo lo que me gustaría pedirle y ofrecerle, pero intuía que ella no iba a aceptar nada.
Cuando estuve a punto de dar la vuelta en la esquina de su casa ella me pidió que me detuviera.
Aparque y antes de que incluso yo reaccionara ella abrió la puerta del coche
-Aquí me bajo, muchas gracias por traerme- y dicho eso se bajó del auto y corrió al caserón donde vivía, antes de dar la vuelta para dirigirse a la puerta volteo y me vio. Ella no sabía que yo aún alcanzaba a verla a la perfección. Vi sus labios moverse, pero ya a la distancia a la que estaba y porque la puerta del carro estaba cerrada no alcance a oír lo que dijo.
Espera hasta que entro para arrancar por la misma calle donde la había dejado.
Conduje sin rumbo en particular por buena parte de la noche.
No sabía que sucedía con Isabela Swan, pero todo lo que había me hacía desear saber más.
Hola!
Ojala les haya gustado, me ha parecido difícil hilar bien ciertas partes de la historia. Pero creo que este capítulo tiene el peso que me hubiera gustado darle.
Les agradecería mucho si me dejaran su opinión en los comentarios y esas cosas.
Nos leemos a la próxima!
