Crepúsculo y los personajes no me pertenecen


Ella no era indiferente a mí.

Era difícil decirlo, por su manera esquiva y su poco interés en compartir nada de su vida conmigo. Pero su cuerpo la traicionaba mucho cuando estaba conmigo. Su corazón aumentaba su marcha cuando le sonreía y sus mejillas se coloreaban cuando tomaba su bajo sobre la mesa. Ambas cosas pasaban cuando besaba el dorso de su pequeña mano. Incluso me parecía percibir que se olvidaba de respirar cuando me dejaba besarla.

Las semanas siguientes a nuestro encuentro en el gimnasio fluyeron en un acuerdo no hablado de convivencia. Y otras cosas. Ella hablaba de cosas insustanciales, yo la bromeaba o nos conformábamos con encuentros fortuitos, siempre donde nadie pudiera vernos y siempre donde ella me solicitara.

Pase mucho tiempo en mi piano. La misma melodía rondaba en mi cabeza cuando pensaba en ella. Le había escrito una pequeña marcha a nuestra…. copula. Pero esta era diferente. Más suave. Los tonos mayores la hacían alegre y cálida y había algo de tristeza en las cadencias menores que sonaban en mi cabeza.

Era para ella y lo sabía muy bien.

Ese parecía encantada. Había tomado como bienvenidas las nuevas composiciones de mi pequeña colección.

-Son hermosas Edward- había dicho.

Ella siempre pensaba que todo lo que tocaba era hermoso, sin embargo. Era mi madre. Aunque, esta vez, concordaba con ella.

El instituto había sido igual de apacible. El día pasaba plano hasta que tenía mi hora de química con ella. Me sonreía secretamente al sentarse y me saludaba por mi nombre. El profesor había puesto otro video durante la clase y su mano busco la mi bajo la mesa, nuestros asientos tan cerca que mi hombro casi se rosaba con el suyo. Un espacio pequeño en mi cabeza le daba vueltas a si ella no sentiría el frio de mi piel como algo repugnante, pero jamás pareció verse repelida por eso.

Casi en medio de la semana me arme de valor a mí mismo y le lleve una flor. Era una pequeña Fresia que había tratado con cera para que no se marchitara. La puse en una caja de vidrio chica con una nota junto.

¨No más que tu¨

No más hermosa que ella, y desee que entendiera que quería decir con eso.

La deje en su mochila cuando la clase término, apurándome a salir antes que ella, espere unos pequeños segundo en la puerta del aula, sin voltear a verla pero de reojo pude apreciar como en su asiento veía su mochila y la descubría. Salí del aula con la imagen de ella sonriendo por el detalle.

El día siguiente yo fui el que se sorprendió. Habíamos trabajado toda la clase en un microscopio viendo niveles de mitosis celular. Cuando la campana sonó ella hiso un movimiento para tirar mis libros, que si hubiera sido humano probablemente no hubiera notado y se levantó de su silla para salir del salón.

Ya no había nadie más en el aula y cuando me levante con mis libros en mano vi una pequeña nota sobre mi lado del escritorio.

¨Atrás de la biblioteca a las 5 ¨

Pase toda la tarde evitando sentirme como si flotara en las nubes cuando estaba cerca de Jasper.

Medite para mí mismo lo que quería con esta chica, que en cierto grado me estaba dando algo de espacio en su vida. Ella no era muy sociable, o muy abierta. Sus amigas eran mujeres y eran bastante pocas, todas ellas pensaban que ella era muy hermética, Bella no daba mucha razón de sí misma y en muchas ocasiones parecía que evitaba a las demás personas. Así que supuse que si ella estaba permitiendo entrar en su vida, aunque fuera de una manera pequeña, era algo que debía tomarme enserio.

Mi mayor dilema llego cuando debía decidir que hacer con mis propios sentimientos hacia ella. En el caso que ella compartiera mi sentir. ¿Qué íbamos a hacer?

Vivir hasta que ella viva, me dije a mi mismo. Pero sabía que realmente no quería eso. Lo quería todo. La quería a ella. La quería a ella como yo. Inmortal, eterna para mí. Hermosa hasta lo indecible y completamente libre de la fragilidad humana.

Mire el techo de mi habitación y frote mi rostro con las manos. Claro que la quería por siempre. Después de mi siglo de vida había encontrado mi par. En un sentido extraño. Lo sabía. Pero ahí estaba.

Lo dejaría en sus manos, decidí al final. Solo ella y lo que quisiera darme. Si me quería en su vida o si solo sería lo que teníamos ahora. Lo atesoraría por siempre para mí.

Regrese a la escuela a la hora que habíamos pactado y la espere tras el edificio de la biblioteca, la escuela ya estaba vacía más que unas cuantas personas de limpieza en los edificios del frente. No llovía y el cielo se veía casi despejado aunque a esa hora de la tarde el sol ya no era más un problema. La tarde daba tonos rojos y amarillos y el horizonte daba un contraste casi negro contra los árboles, se me antojo un buen presagio.

Espere un rato hasta que me desanime, me convencí a mí mismo que ella no había querido venir, que era su manera de dejarme saber que no quería nada conmigo. Tome mi mochila que había dejado en el piso con el presente que le llevaba y me la eche al hombro detestando mi suerte.

Camine hacia la esquina del edificio, dispuesto a irme hacia mi auto, lo había dejado bastante lejos de la escuela para evitar cualquier sospecha. Ahora podría hacer mi caminata de la vergüenza hasta él.

Oí unos pasos acercándose en y cuando levante la cabeza la encontré a ella en la esquina del lugar.

Tenía una mano recargada sobre el edificio, respiraba agitadamente y su cabello, agarrado en una coleta, se había soltado un poco. Había estado corriendo, supuse.

Tardo unos segundos en lo que tomaba aire y me enfoco, a pesar de que no estaba lejos de ella. Tuve un barrido de esperanza, no me había evitado.

-¡Edward!- exclamo cuando me vio- No te fuiste.

Se movió de manera rápida, incluso para ella, cuando me vio. Y termino de acortar el espacio entre nosotros.

Me abraso.

Arrojo sus brazos hacia mi cuello y me rodeo completamente.

Su cuerpo se estrelló contra el mío y su pequeña estatura la hicieron quedar de puntitas en sus pies para compensar mi tamaño.

Me dejo un poco en shock, no solo su repentino gesto si no también su aroma.

Toda la semana me había permitido cierta cercanía con ella pero está completa cercanía entre nosotros hacia que su aroma llegara directo a mi nariz. Mi boca se llenó de veneno y mi mente disparo miles de ideas de lo dulce que sabría su sangre en mi boca y mis labios.

La abrase más cerca de mí y pose mis labios en su cuello, sin abrirlos solo sintiendo el pulso de las venas bajo su fina piel. Olía mejor que la ambrosia y el calor de su cuerpo se extendía desde su punto de contacto hasta mis pies.

-Gracias por no irte.- su voz me saco del trance, su aliento roso con mi oreja refrescando un poco la ola de calor que había recorrido mi cuerpo.

La baje al suelo. Porque por algunos segundo había estado cargando u peso, y la solté de mi abrazo. Me vio sonrojada y luego vio rápidamente al piso, lo que supuse sería una reacción ante haberme abrazado de una manera tan precipitada.

Le sonreí, aun algo aturdido. Y solo la observe un segundo. Decidido a decirle algo inteligente pero nada salió de mis labios. Yo nunca me quedaba sin palabras, pero en definitiva ella me había tomado por sorpresa. Casi, me dije a mi mismo. Me tomo fuera de guardia, pero por suerte no había pasado nada. No era algo que pudiera repetirse jamás, ella nunca más podría tomarme con la guardia baja. No me perdonaría hacerle algo nunca.

-Entonces- dijo entrecortadamente al notar mi silencio- me entretuvo Mike al salir de la biblioteca, la verdad no pensé salir tan tarde pero parecía que le urgía mucho lo que quería decirme.

Volví a la realidad con sus palabras. Newton. Claro. Vi su auto en el estacionamiento al llegar aquí, no pensé que estuviera con ella.

-No espere tanto- Mentí- llegaste justo a tiempo-

Le di una sonrisa y me di la libertad de tomar su mano para besarla. Respire todo lo que pude su aroma, dejando que el olor me insensibilizara. Dolía como la mierda, pero valía cada segundo. En un movimiento que de verdad no me esperaba, su mano acuno mi rostro y me hizo mirarla a los ojos. Vacilo un segundo antes de besarme.

Se levantó sobre sus pies, usando su mano en mi rostro y una mano que coloco en mi pecho para equilibrarse. Unió sus labios con los míos casi contundentemente. Sonreí contra sus labios y se lo hice más sencillo abrazándola por la cintura y levantándola, para colocarla contra la pared. Me dio guerra con sus labios, moviéndose energéticamente contra las míos mientras mis manos acariciaban mi cabello, sentí mí pecho gorgotear ante la sensación, esperaba realmente que ella no pudiera oírla.

La sostenía contra mí y del suelo con un brazo, pero mi mano libre recorría su cuerpo, hasta detenerme un su estrecha cintura. Ella dejo mi cabello sentí sus manos irse hasta el cuello de mi camisa, con temblor empezó a desabrochar los botones, mientras dejaba de besar mis labios y dejaba un camino de besos por mi cuello.

Gruñí por la sensación. Sus manos acariciando la parte superior de mi pecho y sus labios suaves en mi cuello. Pero no sería aquí, contra un edificio a la caída del sol. Con ella acorralada contra mi cuerpo. Ni tampoco sería hoy, si ella me deseaba, me compraría más tiempo a mí mismo si el día de hoy lo reservaba para otra cosa. Me odie un poco, porque mi cuerpo estaba más que dispuesto a ella. Pero era lo mejor.

Pare mis manos y me separe de ella. La deje suavemente con sus pies en el piso. Ella no me miro a los ojos. Levante su mentón con un dedo y cuando sus ojos me devolvieron la mirada, me acerque a darle un beso en los labios, apenas y separando los suyos.

-¿A que debo este recibimiento tan grato?- le hable tratando de sofocar lo apretado de mi voz, porque que me hubiera negado a mí mismo el placer de su cuerpo no quería decir que había terminado de desearla.

- Podría ser más grato – dijo eso volteando al suelo, entre dientes.

Era una diabla. Le sonreí grande.

-Aquí no, podrían atraparnos muy fácil.

Me vio un segundo aceptando mi idea.

-Gracias por la flor- dijo- y por todo lo demás- la sonrisa de su rostro estaba llena de travesura. Así que al fin se había decidido a soltarse un poco. Era esplendorosa cuando lo hacía.

Puse un mechón que se había salido de su coleta tras su oreja, tocando todo lo largo de su mandíbula en el proceso.

-Fue un placer- le devolví la sonrisa- y me alegro que te haya gustado, me recordó mucho a ti. – a su inigualable olor, a su frágil textura y a su etérea belleza, para mí, esa flor era justo como ella.

Su rostro se sonrojo visiblemente cuando le dije aquello, pero en escasa luz de esta noche, era muy posible que ella no supiera que yo lo notaria, porque no trato de esconderse.

-Nadie me había dado nunca algo así.

-Bueno, me alegra mucho ser el primero.

-A mí también me da mucho gusto que fueras el primero Edward. – me dio una sonrisa, aun sonrojada. Tenía una necesidad muy grande de tener contacto con ella. La abrase por la cintura y el traje hacia mí. Dejando un pequeño beso en su cuello, antes de permitirme descansar mi cabeza en ese espacio. Concienzudamente respirando hondo su esencia.

Ella respondió a mi abrazo, no sabía hasta qué punto había crecido esta familiaridad entre nosotros, pero sin duda la aprovecharía. La noche estaba cayendo rápidamente, sentía el ambiente enfriándose y sin duda ella no estaría cómoda.

-¿te gustaría ir a algún sitio?- le ofrecí, sintiéndome muy absurdo por no saber dónde llevarla.

-La verdad es que en un rato tengo que volver a mi casa- dijo- pero solo quería pasar un rato contigo.

Mi pecho se hincho mucho ante su comentario y controle la expresión de mi rostro para que mi sonrisa no me delatara enormemente. Me permití besarla una vez más, sintiendo como sus labio se amoldaban a los mío, cálidos y suaves, contra los míos, fríos y duros. La sentí temblar cuando deslice mi mano por su brazo.

Me separe de ella y me quite mi chamarra para ofrecérsela. Ella me vio antes de ponérsela y agradecerme. Por mucho que quisiera besuquearme con ella detrás de la escuela, sentía que esta era mi oportunidad para conocerla un poco mejor, para dejarla conocerme a mí.

-Así que- comencé- ¿enserio no puedo hacer nada por ti hoy?

Me sonrió muy pícaramente. Me reí. Ella tuvo la decencia de voltear a ver el piso sonrojada.

-Puedes hacerme compañía un rato. A menos que tengas otra cosa que hacer.

Nada, si era con ella dejaría todo lo demás de lado.

-Todo tuyo –

Bella se sentó en el piso, recargando su espalda contra el edificio de la biblioteca, la mire un segundo, hasta que extendió su mano hacia mí, me senté junto a ella, probando mi suerte poniendo mi brazo por sobre sus hombros, ella se acomodó a mi lado, inclusive pasando sus piernas por sobre las mías para quedar más cerca de mí.

Le sonreí ampliamente. Ya sin poder realmente contenerme ante ella.

El sol bajaba por entre los altos pino, dejando estos una coloración casi negra contra el naranja horizonte. Ella me pregunto de mi vida, de que había hecho antes de llegar a forks, de mis padres y de mis hermanos, conformándose con mis respuestas, que por mucho que quisiera ser sincero con ella aun no podría hacerlo al cien por ciento.

Tantee el terreno, preguntándole sobre ella, aún era esquiva, pero con su mano entre mi mano que estaba libre me conto de lo que recordaba de sus padres biológicos y que había pasado por algunos hogares de acogida hasta llegar aquí. No se extendió para nada en eso. Cambiando el tema a un futuro. Me pregunto que me gustaba hacer y pequeños detalles acerca de mí. Sonreí antes mi chica lista.

-¿Qué es lo que más te gusta? – me había preguntado en un momento.

-Tu-

Ella se rio, muy sonrojada y volteando hacia otro lado.

-No seas tonto.

No lo era, aunque así me sentía con ella. Pero no insistí y deje que la conversación fluyera más.

Después de un rato, volteo a ver al cielo. Había oscurecido completamente, el tiempo se me había ido de las manos.

-Creo que ya debería de irme- se movió de la posición que habíamos tenido viéndose algo acalambrada y se estiro.

Me levante yo mismo, a un ritmo humano, aprovechando para ver su cuerpo moverse mientras ella se despertaba.

-Gracias por quedarte hablando conmigo Edward-

Me acerque un paso a ella no queriendo que se separara de mí aun. Había soltado su cabello y ahora caía como un rio por su espalda y un mechón rebelde invadía su hombro. Lo peine hacia atrás corriendo mi mano por su hombro mientras lo hacía. Volteamos a vernos y ella se acercó más a mí.

Me beso lento, enredando sus manos en mi cabello y jalándolo un poco, gemí ante la sensación y me deje llevar ante eso. La acerque a mí, tomándola de la cintura y trayéndola más cerca de mí.

Seguimos así unos momentos más, hasta que sentí mi cuerpo reaccionar ante ella y la aleje un poco. Quería con desesperación saciar ese apetito que tenía, pero también quería demostrarle a ella que no se trataba solo de eso.

La vi morder su labio.

-No vendré a la escuela mañana- le dije de repente. No había querido dejarla, pero Alice predecía sol, por lo tanto saldríamos a cazar unos cuantos días.

- ¿Porque?- abrió sus ojos de par en par, haciéndolos mucho más grandes de lo que de por si eran.

- Carlisle quiere ir a acampar unos días- mentí.

-Oh- Volteo hacia otro lado.

El fin de semana estaba próximo, así que no tendría excusa para verla hasta el siguiente lunes, trate de inventarme algo, pero ella hablo antes.

-Bueno- dudo un poco- iré a Port Angel, así que supongo que te veré la siguiente semana.

-¿tu sola? –

-No, unas chicas y yo iremos el sábado para escoger vestidos del baile- no había recordado esa trivialidad del colegio, aunque de repente pensé que ella talvez si quería ir.

- ¿Tú vas a ir? – me calentaba la cabeza pensar en que tal vez ella ya tuviera una pareja para el baile.

-No realmente- dijo medio sonriendo- no es mi mejor escena, solo iré a acompañarlas a escogerlos, tu sabes, dar el visto bueno.

-¿Por qué no es tu ambiente?

Se rio- Nunca me has visto en clase de deportes claramente.

Deje ese detalle para una investigación próxima.

-¿Si no vas al baile, entonces tienes otro plan para esa noche?

Ella me vi con duda.

-No realmente.

-Perfecto

Mire el gran edificio a través de la sombra de los árboles, no había nadie a esta hora pues todos se habrían ido ya al baile escolar. Me acerque e hice todo el camino por sobre las marquesinas de los techos del lugar hasta la ventana de Ella.

Toque tres veces, como habíamos quedado y ella abrió rápidamente, con una expresión aun sorprendida.

Bella jalo de mi atreves de su ventana ayudándome a completar el camino que me faltaba, no que me hiciera falta, pero mi pecho se hincho al sentir su inquietud por acabar con la distancia, tarde más en cruzar el marco de la ventana que ella en atacar mis labios con los suyos, me tomo del rostro y me mantuvo cerca de ella. No desaproveche la oportunidad y nos gire en el pequeño cuarto hasta el colchón que estaba en el piso, vi de reojo el color casi gris de las paredes, que supongo que en algún momento debió de ser blanco y la completa falta de decoración o muebles de la habitación.

Igual cuando ella me rodeo con sus piernas deje de prestar atención a cualquier cosa a mi alrededor, cuando sus manos desabotonaron mi camisa y recorrieron mi pecho deje de pensar en absoluto y una vez que me dejo levantar su blusa por encima de sus hombros y bajar su brasier de sus pechos todo se convirtió en un borrón de piel y susurros para mí.

Me alegre que esta vez fuera más placentera para ella aunque aún sentía cierta tensión en un principio, una vez pasado todos los primeros momentos, me recibió como viejos amantes.

Sus labios siempre estuvieron sobre los míos o sobre algún rincón de mi cuello o pecho, era más que bienvenido siempre que respondía a una caricia de mis manos sobre su cuerpo con un gemido silenciado en mi cuello. En algún rincón de mi cabeza aun recordaba que estábamos en su casa y que nadie debería saber que yo estaba ahí.

Ella callo sobre mi pecho cuando su cuerpo se quedó laxo por el esfuerzo y el placer que sentimos, se abrazó con sus brazos a mi pecho, aun sin separarnos mientras yo nos terminaba de recostar en el colchón. Mi cuerpo sintió descontento al perder su calor, pero regreso a mí en forma de ella abrazándome por el costado, con su cabeza acurrucada en el hueco de mi brazo.

-Hueles bien – hablaba casi durmiéndose- Siempre hueles muy bien, ¿Porque no puedo oler a ti siempre?- se pegó más a mí.

Bese el tope de su pelo y la abrase más contra mí. No había sabana con que taparnos , ni cobertor ni nada más , de hecho el cuarto no era más que un cascajo que apenas y tenía pintura en la pared, Bella dormía en un pequeño cuarto rectangular , de quizás un metro y medio de ancho por 2 de largo.

Se había quedado dormida sobre mi costado y parecía exhausta, la ventana estaba abierta y ella recostada contra mi frio ser, pero ahora que veía como había estado viviendo me pareció que el frio era algo constante en su vida, en la ventana no había cortina y justo debajo del marco estaba una pila del libros que abarcaba el espacio restante de su cama a la pared y una pequeña maleta a los pies del colchón con lo que supuse era toda su ropa.

No sabía cómo empezar a indignarme por esta situación en la que ella vivía, su cuarto era apenas unas cuantas pertenencias y un colchón tirado en el piso, mínimamente no tenía que compartirlo.

¿Los otros chicos de la casa de acogida vivirían así?

¿Era aunque sea legal este lugar? Las paredes se veían viejas y sucias, muy diferente a las cosas de ella que todas estaban limpias y ordenadas el lugar olía a descuido.

Bella se movió sobre mí un rato después y me detuvo de mi tren de pensamiento, tembló un poco y pensé que estaba a punto de alejarse cuando su brazo se estiro sobre para ceñirse aún más firmemente a mi cintura.

-Te quedaste – su voz estaba adormilada y me hablaba quedo mientras frotaba su rostro en mi piel.

-Mmm Uhh. – le murmure apenas - ¿quieres que me valla?

-¿Quieres irte?- me dijo mientras se levantaba y se sentaba sobre mi cadera con sus asombrosos pechos desnudos que se mecían atrayéndome.

No le conteste inmediatamente, porque sentía que me había tragado la lengua, pero ella noto el cambio de mi cuerpo que le dio la respuesta que estaba buscando.

Me sonrió con picardía – Eso pensaba-

Ella no era así con nadie más, no era así con sus compañeros de la escuela ni con sus amigos de la casa de acogida, conmigo era picara y atrevida, tentadora.

Y me tenía donde quería, con un movimiento suave de su cadera me tubo en ella de nuevo y sobre la bruma del calor de su cuerpo y del placer que me provocaba pude ver una pequeña expresión de dolor. La tome de las caderas con una mano para evitar que se siguiera moviendo y con la otra me ayude a sentarme en el colchón, tenía su rostro a la altura del mío y debo decir que la nueva poción nos trajo muchas sensaciones a ambos pues los dos gemimos ante eso.

-Estas bien?- luche contra toda mi necesidad de moverme

Me miro con una cara divertida y una sonrisa socarrona- Más que bien- vio que mi rostro no cambio de expresión- es normal aún son las primeras veces.

Y me empujo contra la cama quedando así encima de mí y besándome en los labios mientras comenzaba a mover sus caderas.

Me dominada en ese estado completamente, ella era completamente atrayente y su cuerpo era un templo del placer. La deje hacer conmigo lo que quiso, porque además lo hacía muy bien, me tubo a su merced hasta que estuvo saciada y aun así siguió hasta me tubo al borde a mí también

-¿Terminaste conmigo? – le pregunte cuando se volvió a acostar a mi lado

Se rio apenas y me volteo a ver con una sonrisa creída, su cabello era una maraña y sus labios, incluso en la penumbra se veían rojos. Era un rostro que no quería olvidar jamás. Volteo la mirada hacia abajo y puso una mano en mi pecho para acercarse apenas. Reposo su frente contra mi hombro, su cuerpo sobre su lado rosando mis costados, dejándome sentir toda la extensión de su ser.

-Nunca te cansas eh? – su mirada estada hacia la parte baja de mi cuerpo que reacciono a su cercanía de nuevo y si hubiera podido estaría sonrojado, pero dos podían jugar a esto.

Me voltee hacia ella trayéndola hacia mí y la deje sentirme por completo.

-¿ Tu si?- hice mi camino de besos por su cuello dejándome deslizar mi lengua por su piel hasta donde empezaba su clavícula

Ella hiso un pequeño mohín y me di cuenta que estaba empujándome suavemente con sus palmas abiertas en mis hombros.

-Tal vez sí. – sus mejillas estaban rojas, y casi toda su cara a decir verdad cuando me dijo eso casi como una confesión, aunque su rostro se crispo después de un segundo – pero si tú quieres….

Le di un beso en los labios y me aleje un poco de ella, al menos cierta parte de mi cuerpo, mientras volvía a poner a su lado.

La traje cerca y bese su cabeza dejando mis labios descansar ahí teniéndola contra abrazada.

Ella coincidió mi abrazo.

-Gracias Edward-

-Cuando tú quieras nena.

-No - me dijo mientras de agarraba más fuerte a mi .- gracias por por todo lo de hoy y por ser tan comprensivo conmigo

Ella pensaba que estaba siendo comprensivo por no presionarla más para intimar conmigo , pero después de todo yo seguía siendo el patán que se escurrida a hurtadillas a su cuarto para hacerle el amor mientras nadie estaba, no veía como eso era ser bondadoso y viendo su cuarto era claro que no estaba cuidando bien de ella.

-Bella, no tienes frio?

Voltee a ver su cara que pareció ponerse roja de nuevo, no me devolvió la mirada.

-Lo siento Edward, no tengo con que cubrirnos- se levantó en busca de su ropa antes y me ofreció su chamarra, con sus ojos preocupados viéndome, me prometí que no le haría falta nada a esta chica mientras de mí dependiera.

Tome la prenda y la puse sobre ella-

-Solo me preocupaba por ti – dije- no quiero que te enfermes con este clima – y con mi piel de hielo.

Le abrigue con su chamarra y después la cubrí sobre ella con la mía que estaba en el piso al lado de nosotros, le mas debajo de medio muslo así que al menos estaba cubierta.

Ella volvió a mi lado y sentí sus labios sobre mi pecho, cosa que no ayudaba a mi situación actual y ella se rio de mí.

-Eso no es justo- me acerque a su rostro mientras se lo decía- ahora te burlas, esto es completamente tu culpa.

Me miro con ojos ensanchados, pero creo que había captado mi tono de broma.

-Con que mi culpa , señor Cullen?- su sonrisilla de suficiencia tomo lugar de nuevo

Le sonreí de vuelta y la traje contra mí en un abrazo, besándola fuertemente. Ella tomo mi rosto entre sus manos y nos volteo para quedar ella debajo de mí en la cama.

Sentí su mano tomar mi pene y masajearlo con suavidad, gemí en sus labios y contra toda lo que es bueno le dije que no tenía que hacerlo, ella me mandó callar y me siguió dando placer, hasta que no pude sostenerme más sobre ella por el temblor de mis brazos, deje mi cabeza caer en el hueco de su cuello y suspire.

-Gracias – me quite cuando mi cerebro volvió a funcionar.

Me dio un último beso y volteo a ver a la ventana a un lado, la noche ya no se veía tan oscura para mí, no sabía si era algo que ella ya notara.

Suspiro y me volteo a ver con duda en sus ojos. La noche se nos acababa y pasaría lo que restaba del descanso de primavera. Al menos sin que ella me viera.

Se abrazó una vez más a mí – Tienes que irte- dijo contra mi pecho- Sabe Dios qué te harían si te encontraran aquí.

Le dio un beso en el tope de la cabeza una última vez y me levante a vestirme.

Mientras me ponía la ropa trataba de carburar un plan para verla pronto, no estaba seguro que era apropiado en esta situación, ya la había llevado a cenar, aunque nunca con previa invitación, pero aun así cualquier tipo de petición se oía frívolo para el nivel de intimidad que compartíamos. Quería llevarla a un lugar donde pudiera presumirle a todo el mundo que ella me quería estar conmigo. Aunque fuera por breves lapsos de tiempo. Y a la vez quería encerrarnos en un cuarto (uno mejor que este) y no salir por días.

-Oye Bella- le susurre cuando ella termino de ponerse su piyama, iba a inventarle una excusa, que tenía que salir de la ciudad por un pendiente que tenía que hacer en nombre de mis padre, algo que no la asustara, que no la hiciera sentir todo mi deseo de estar con ella. Pero decidí ser franco con mis sentimientos al final- ¿Te gustaría ir conmigo a Seattle un día?

Ella mi miro con duda, sin responderme por unos segundos

-Podríamos ir a checar librerías y recorrer la ciudad, quizás al cine y a cenar. – su falta de respuesta me intimido y complete la invitación como un idiota.

Bajo su rostro a ver el suelo y me sentí como un estúpido. Claro que no, ella había dejado claro los límites de nuestro intercambio, y claramente pasar el día conmigo no era parte de ello.

Iba decirle algo más, para librarla de la negativa pero ella me interrumpió.

-Me encantaría. – su cara estaba roja y su sonrisa surcaba gran parte de su hermoso rostro.

Le devolví el gesto, probablemente pareciendo un tonto, pero no me importo. La bese o me beso una vez más antes de que me fuera por la ventana.

-Edward – estaba en el marco de la ventana cuando me hablo, voltee hacia ella que sostenía mi chaqueta en su brazo y me la extendió.

-Quédatela – susurre.

-Ten cuidado – me dijo , mientras me veía caminar por las cornisas de la casa.

Ella no me había hecho ninguna pregunta al respecto de cómo había logrado subir hasta el tercer piso de su casa, donde estaba su habitación, ni pareció demasiado mortificada al respecto de mi descenso. Isabela Swan no era ninguna tonta y seguramente sabía más de mil de lo que decía. Y aun así decidía darme estos momentos a su lado.


¡Hola!

Aquí les dejo una nueva entrada, como siempre, espero que sea de su agrado y si tienen alguna queja-duda-comentario-sugerencia-etc. me gustaría mucho que me lo dejaran saber (: