Capítulo sin beteo.


Disclaimer: la mayoría de los personajes mencionados son propiedad de Stephenie Meyer.

Capítulo 28

― Ángela, ¿júrame que no me estás mintiendo? ―sostuve sus antebrazos, me negaba a soltarla―. ¿Era la razón por la que me buscabas?

― Sí. Necesitaba ser honesta contigo.

― ¿Por qué hasta ahora?

Su rostro se veía abatido, derrotado y sus ojos mostraban un miedo extraño, que se ocultaba bajo sus lágrimas.

― Lo siento, Edward. Fui muy estúpida, estaba sola y confíe en quien no debía. Creí que sentías cosas por mí; mi lado romántico me decía que solamente seguías dolido por tu pérdida, en cambio conforme avanzó el tiempo comprendí que estabas muy lejos de quererme y acepté alejarnos por la misma razón.

― ¿Desde cuándo te buscó? ―Ni siquiera podía pensar en sus estúpidos sentimientos hacia mí.

― Cuando llegué a su casa ―cerró sus ojos un momento y sacudió la cabeza, fijando su mirada en mí―. Tu madre tiene un amor insano por ti, es la única respuesta que puedo tener ahora, puedo comprender en qué no te hayas dado cuenta porque vivías demasiado abrumado.

La solté lentamente y me alejé, dándole la espalda. ¿Cómo no pude darme cuenta de nada?

¿En qué momento permití que Esme se metiera en mi vida?

La conversación de Charlie se integró a mis pensamientos, era él hablándome de los niños y su amenaza de no dejar a Esme acercarse a Bella. Estaba viviendo una revolución de ideas y las respuestas se aglomeraban en mi cabeza.

Me volví hacia Ángela. Ella seguía sollozando desconsolada.

― Quiero que te vayas de mi vida ―espeté―. Necesito que desaparezcas y me dejes en paz.

― Por favor, Edward. Solo ayúdame, dame algo de efectivo.

― ¡No seas cínica! No seré más condescendiente contigo, no lo haré cuando estuviste de acuerdo con mi madre. Ustedes planearon todo, pero lo que no te perdono es que hayan lastimado a mis hijos.

― Yo no quería ―lloró―. Era Esme quien hacía comentarios sobre nosotros para que los niños escucharan. Nunca ha sido mi intención ser cruel con ellos, te lo juro.

― No creo en tus lágrimas. Así que mejor vete ―sujeté su brazo y la guié a la puerta.

Ella forcejeó negándose a salir, empezó a llorar más fuerte y pedir ayuda.

― Edward, yo si me ilusioné contigo. Incluso llegué a pensar que podría ocupar el lugar de tu esposa, quería ser una buena madre para tus ardillas, pero fallé.

― ¿Qué está pasando? ―James indagó cuando abrió la puerta―. Los gritos llegan a mi oficina y están llamando la atención del personal.

Mis ojos seguían clavados en Ángela. ¿Cómo podía ser tan hipócrita? Porque hoy menos que nunca creería en su falso llanto de arrepentimiento.

― No vuelvan a dejarla entrar ―le dije a mi cuñado―. No quiero volver a saber nada de ella.

― No, Edward, escúchame ―suplicó Ángela cuado James sujetó su brazo―. Dame una oportunidad, cometí un error, mas no soy culpable de nada.

― Llamaré a seguridad ―dijo James, llevando a Ángela del brazo hacia la puerta.

― Nunca quise dañar a tu familia ―susurró entre lágrimas Ángela―. Lo siento mucho, Edward ―la vi salir de la oficina y esperaba que fuera para siempre porque no deseaba volver a verla nunca más.

― Edward, ¿qué ocurrió? ―James se interesó en saber, cerró la puerta tras de él y se sentó en el borde del escritorio.

― Primero necesito hablar con mi madre ―saqué el celular y elegí el contacto de mi madre, estuve esperando que respondiera y no lo hizo―. ¡Maldita sea! He sido un idiota.

― ¿Por qué?

― Esme le pidió a Ángela que me enamorara ―revelé―. ¿Quién demonios le dijo a mi madre que se metiera en mi vida? Y eso no es todo, Ángela me acaba de decir que mi madre pasaba el tiempo molestando a mis hijos, es una mujer enferma.

― Lo sabía.

Miré fijamente a James.

― ¿Sabías qué…?

― Lo que me dices. Irina me contó que ella lo descubrió y enfrentó a tu madre, le pidió que no interviniera, pero ya veo que no obedeció.

― ¿Por qué Irina no habló conmigo? ―Exigí.

― Porque tu hermana sabía la carga emocional que llevabas, no sería capaz de añadir más. Irina prefirió hablarlo con Esme y le prometió no intervenir más.

Empecé a caminar en círculos.

La rabia que sentía dentro de mí estaba acrecentandose y sintiéndose cómo era capaz de hervir mi sangre; quería enfrentar a mi madre ahora mismo y exigirle una maldita explicación.

― Llamaré a Carlisle. ―Fue lo más atinado que dije al agarrar el celular.

.

Para seguir alimentando mi pésimo humor todas las luces de tráfico nos tocaban en rojo. Golpeé el volante con la mano, me sentía frustrado. Peor aún, porque sentía la tensión de los dos en el auto.

― Lamento haber llegado tarde. ―Era la quinta vez que me disculpaba en la noche, me sentía fatal de haber perdido la reservación en el restaurante The Pink Door.

― Si vuelves a disculparte me bajaré del auto sin importar que esté en movimiento.

Giré la cabeza hacia Bella, apenas unos segundos y pude ver la media sonrisa en sus labios. Terminé sonriendo al ver que su humor negro seguía estando con ella.

― Bella… ―aclaré mi garganta dispuesto en hablar del porqué mi tardanza―. No quiero que entre nosotros haya mentiras.

Ella asintió sin dejar de ver hacia afuera. En el reflejo del cristal pude apreciar que llevaba el ceño fruncido y los labios en una mueca de molestia.

Por mucho que intentara fingir sabía que estaba enojada.

»No quiero mentirte, Bella ―continué hablando a la vez que seguía conduciendo por la carretera sin tener idea en dónde detenerme.

― Yo tampoco quiero mentiras, Edward. Así que estoy esperando que me digas la razón del porqué llegaste tres horas tarde.

Aprecié el resentimiento en su voz.

Tomé el camino hacia el servicio de ventanilla de Mcdonalds y solté una profunda exhalación, necesitaba contarle todo.

― Ángela llegó a la oficina ―sabía que me estaba viendo, podía sentir el disturbio en mi lado derecho―. Hablamos del porqué me ha estado buscando, aunque no me lo digas sé que te dabas cuenta que ella me hablaba todo el tiempo, ahora sé la razón.

Volteé solo un segundo hacia el rostro de Bella y vi el miedo oculto en su mirada.

Alargué mi mano hacia la suya para tranquilizarla; entrelacé nuestros dedos y les di un apretón.

Sus ojos seguían fijos en mí. Podía sentir su mirada penetrante cuando pedí nuestra comida por la bocina del restaurante.

― ¿Está embarazada? Solo dímelo, Edward. Porque te juro que me dará un maldito infarto.

― ¡¿Qué?! ¡Claro que no! ¿Cómo puedes pensar tal cosa?

― ¿Qué más quieres que piense?

― No soy tan irresponsable, Bella. Por muy borracho que estuve esa vez jamás lo hice sin…

― No quiero saber, no me interesa saber si usaste un maldito condón porque eso también significa que tu deseabas estar con ella y no puedes negarlo.

Apreté los párpados un momento. Bella había sacado su mano de mi agarré, quería reclamar y en la ventanilla me hicieron volver hacia la chica que ofrecía la bolsa con comida.

La tomé de mala gana y salí de ahí. Busqué el lugar más oscuro y solitario para estacionar. Era un parque.

― Me estás acusando y estás equivocada ―repliqué―. No tienes idea del infierno que viví cuando el raciocinio me invadió, no comprenderás nunca lo mal que me puse.

― Por favor, Edward. Podrás decir mil cosas, sin embargo nada de lo que digas borrará que estuviste con ella. Y no hablemos de infiernos porque cada uno estuvo en el suyo.

Bufé. Sabía que el tema nos envolvería en una atmósfera de gritos y reclamos. Era un tema que no estaba finalizado entre nosotros, seria una maldita grieta que nos perseguirá hasta que esté cicatrizada.

― Bella, si vamos a seguir adelante no me gustaría que discutieramos todo el tiempo por la misma razón.

Me sostuvo la mirada.

― Me pregunto: ¿qué hubiera pasado si hubiera sido yo quién está con alguien más? ¿Me perdonarías? ¿Ahora mismo estuviéramos aquí en un parque oscuro y solitario? ¿Estarías aún en casa?

― Nos estamos exaltando, Bella. Y no es mi intención molestarte, solo quería contarte la razón del porqué llegué tarde.

― ¿Ves? Tú no me hubieses perdonado, Edward. Por el simple hecho que sería un martirio borrar las imágenes de tu cabeza, eso mismo pasa conmigo, no lo puedo evitar.

Frustrado apoyé la frente en el volante.

En nuestros años de matrimonio nunca discutimos tanto como lo hacíamos ahora. Encontrar el balance en estos momentos se estaba volviendo cada vez más complicado.

Mi lado posesivo por supuesto que sería incapaz de imaginarla con nadie más que no fuera yo. Pero en el fondo de mi alma sabía que ella era mi única razón para existir, mi verdadero amor.

― ¿Cuánto tiempo más vamos a estar así? ―Cuestioné―. Discutiendo por la misma razón, dime si no puedes perdonarme.

Bella limpió algunas lágrimas que corrían por sus mejillas. Lo hizo de forma brusca y escondiendo su rostro de mí.

― No se trata de perdón ―articuló― se trata de dolor, y me duele mucho, Edward. Me siento decepcionada.

― Nena, te juro que si pudiese cambiar esa parte de mi vida, lo haría. Lo arrancaría de un solo manotazo ―me acerqué y mis manos acunaron su rostro―. Sé bien que no borraré lo que hice, pero te pido una oportunidad para demostrarte que eres la única mujer de mi vida. Por favor ―rogué, cuando ella se resistió a mis besos, alejándose.

― ¿Puedes darme un poco más de tiempo? ―murmuró―. El doctor Gerandy dice que mis miedos e inseguridades son normales, solo sé paciente, por favor.

Exhalé de nuevo, apoyé mi frente en la suya y asentí.

― Haré que te vuelvas a enamorar de mí ―prometí con mi corazón latiendo en mi garganta.

― Yo no he dejado de amarte, ojitos bonitos.

Sonreí. Nuestros alientos mezclados entre sí.

― Con eso me basta, nena. Por ahora.

― Por ahora… ―Ella estuvo de acuerdo.

― Quiero que sepas la razón de que… ―dudé en decir el nombre― Ángela me buscó ―puse atención en el semblante de Bella y me sentí mejor al verla tranquila―. Ella me buscó para contarme que mi madre la ha estado manipulando, que fue mi madre quién orquestó que se acercara a mí.

― ¿Qué dices?

Exhalé hondo. El cambio de tema ayudó para que la burbuja de tensión se rompiera.

― Quiero enfrentar a mi madre. Necesito que me explique por qué se metió en mi vida.

Bella empezó a beber de su soda, sorbiendo de la pajita y haciendo ruidos extraños a la vez que comía una papa frita.

― También quiero hacerlo yo ―murmuró―. Quiero que en mi cara me diga porque fue una perra con mis ardillas. Y no me importa que sea tu madre.

― ¿Por qué no vamos a buscarla? ―Propuse.

― Vayamos.

.

Bella bajó apenas estacioné en la acera.

La casa de mis padres estaba con poca luz, lo que indicaba que seguían despiertos.

Llamó la atención el honda civic estacionado en la entrada, sabía a quién pertenecía ese coche.

― Bella, espera ―la llamé para que se detuviera, no quería que se encontrara con ella.

Sin embargo, nada pude hacer cuando Ángela abrió la puerta.


Hola. ¿Qué les parece Ángela? Le sagradezco mucho su apoyo, estoy pensando darle su final a esta histórica, así que me gustaría actualizar más seguido, ya irán viendo.

Infinitas gracias por sus comentarios:Sanveronica, AnnaLM21, Pepita GY, Adriana Ruiz, ALBANIDIA, Ary Cullen 85, Lily Pattinson Stewart, Car Cullen Stewart Pattinson, Diannita Robles, Mabelli Masen Grey, patito feo, miop, Estefania Rivera, Antonella Masen, marisolpattinson, Valeria Sinai Cullen, Cassandra Cantu, Daniela Masen, Patty, Flor McCarty-Cullen, cocoa blizzard, mrs puff, Cary, Rosemarie28, Lore562, sandy56, Noriitha, jupy, Verónica, Liduvina, Torrespera172, Smedina, Adriana Molina, solecitopucheta, saraipineda44, Lili Cullen-Swan, Dulce Carolina, Adriu, Andrea, Kasslpz, NarMaVeg, Adyel, rociolujan, Lothrine, Wendy Andino, nataliastewart, Peerla Salvatore Swan, Maryluna y comentarios Guest

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