Nota: Muchas gracias por los review, me alegran la vida y me dan ganas de seguir escribiendo. Y aprovecho para contestarle a John, con cuenta de invitado, que la historia es larga, y con mucha angustia para los cuatro protagonistas, pero que ninguno de ellos estará solo, siempre habrá alguien en quien apoyarse...(no quiero desvelar demasiado).

Ahora el siguiente capítulo. ¡Disfrutad!

Capítulo 5

Erin salió de Internet y suspiró cansada. No debería hacerlo, mirar toda la información que encontraba sobre el cáncer, o sobre los tratamientos y medicamentos. Era 12 de Septiembre, hacía diez meses que les habían dado el diagnóstico, y habían sido los meses más duros para todos. No sólo Mark estaba notando las secuelas de la enfermedad (como es lógico él era el que físicamente y psicológicamente lo pasaba peor), Erin estaba más delgada, pálida y tenía ojeras permanentes. Intentaba que los niños sufrieran lo menos posible toda la situación, aunque sabían que su papá estaba enfermo y no podía jugar con ellos como antes.

En esos diez meses, lo habían operado, le habían dado radioterapia y quimioterapia y ahora estaban con inmunoterapia. Erin no veía progresos, por mucho que los médicos, y Mark, decían que todo iba bien. Su marido intentaba ser positivo, pero Erin sabía que sólo lo hacía para que ella no se viniera abajo, que él también tenía miedo. Porque no era sólo por los niños, Erin tenía un miedo atroz a quedarse sola con ellos, a que Mark estuviera sufriendo (y sabía que lo estaba), y que ella no pudiera hacer nada. Por eso, lloraba todas las noches sola en su habitación hasta quedarse dormida.

Solamente el director fue informado de lo que estaba pasando en su casa, porque quería estar al lado de su marido lo máximo posible, pero no descuidar sus obligaciones laborales. Hasta ahora, lo había conseguido bastante bien.

Cuando había empezado de nuevo a trabajar en un archivo, su teléfono personal sonó insistentemente. Lo sacó del bolso rápidamente y contestó. Enseguida se levantó. Cogió el bolso y el abrigo y salió deprisa del despacho. Informó a Lisa, su secretaria, que anulara todos sus compromisos del resto de la tarde, y del día siguiente. Salió rápidamente hacia los ascensores.

Malia, la chica que cuidaba a sus hijos, la llamaba para informarla que una ambulancia se había llevado a Mark al hospital. Se había quejado que le dolía muchísimo la cabeza, y cuando ella le había llevado algo para el dolor, lo había encontrado inconsciente. Había llamado a una ambulancia y después a ella.

Erin se tragó el nudo que le cerraba la garganta, y pulsó el botón del ascensor, y antes de que se cerraran las puertas, cruzó su mirada con el agente Hotchner, el Doctor Reid y el agente Morgan que hablaban junto a las puertas de cristal.

-¿Qué le pasa a Strauss? Está muy rara últimamente -preguntó Reid curioso.

-No sé, a lo mejor tiene algún problema personal o algo. Aunque no he escuchado nada. A lo mejor García sabe algo -dijo Morgan medio en broma.

-Dejemos el cotilleo, por favor. Y sigamos con el caso -pidió Hotch a sus compañeros.

Pero él también había visto la cara compungida que tenía su jefa. Y había notado el cambio físico de los últimos meses. E incluso notó que había perdido un poco las ganas de llamarle la atención cuando suponía que el equipo no había cumplido las normas. Pero estaban en mitad de un caso local, y lo primero era el trabajo. Ya se preocuparía por Strauss en otro momento.


Había habido un accidente de tráfico, y les había costado llegar un poco al hospital. También allí la actividad era frenética. A pesar de saber que iban a ir, les costó unos minutos que alguien los atendiera. Cuando les dijeron dónde encontrarían a la chica y su familia, los tres agentes encaminaron sus pasos hacia allí. Hotch iba detrás, y se quedó rezagado cuando le pareció ver en una solitaria sala de espera, a Strauss. Estaba sentada en una incómoda silla de plástico, sujetando un vaso de café como si su vida dependiera de ello. Antes de acercarse, se fijó a dónde pertenecía la sala de espera. "Sala de espera de Oncología" decía el cartel. Hotch frunció el ceño.

-Jefa Strauss -dijo acercándose, pero no demasiado alto para no asustarla.

-Agente Hotchner -ella se levantó, cuando él llegó a su altura.

-Hemos encontrado a la última víctima. Las agentes Prentiss y Jareau la están interrogando en estos momentos -le dijo, necesitando explicar su presencia ahí. Ella asintió.

-Yo…-ella desvió su mirada, evitando mirarlo a la cara. Hotch notó su incomodidad, aunque no tenía intención de presionarla para que le contara qué hacía allí.

-¿Quiere compañía? -y antes de que contestara, se sentó en una silla, al lado de la que ella estaba ocupando anteriormente.

Ella se sentó también, apretando fuertemente el vaso de café. Cuando sus nudillos se pusieron blancos, Hotch le quitó con suavidad el vaso. Luego dio vueltas compulsivamente a su anillo de bodas. Ninguno dijo nada, simplemente se quedaron en silencio. Para Erin, aunque probablemente nunca se lo diría, era un gran apoyo que él estuviera en ese momento ahí. Y Hotch, aunque no sabía exactamente lo que estaba ocurriendo, sentía también que era un apoyo silencioso.

Unos minutos después, salió un médico. Erin se levantó rápidamente a hablar con él. Hablaron durante unos momentos, y luego ella se dio la vuelta para recoger su abrigo y su bolso. Hotch se lo entregó. Un "gracias" silencioso salió de los labios de su jefa, y luego la vio desaparecer junto al médico. No estaba seguro de porqué le daba las gracias exactamente, si por la compañía o por darle sus pertenencias, pero realmente lo conmovió. Sabía que Strauss estaba sufriendo, y no tenía ni idea de porqué.

Salió en busca de sus compañeras, y las encontró a sólo unos pocos pasos de donde se encontraba.

-¿Dónde te habías metido? -preguntó Prentiss liderando el camino de regreso al coche.

-Tenía algo importante que hacer -notó la mirada preocupada de JJ-. ¿Qué os ha contado la chica?

Continuará…