Nota: Muchas, muchas gracias por los review!

Capítulo 7

Los rayos de luz entraban por el gran ventanal, llenando de luz la cafetería, a estas horas todavía medio vacía. Erin estaba acurrucada en un sillón, junto al ventanal, con una taza de café en las manos, mirando cómo la gente pasaba por delante. Se preguntó cómo serían sus vidas. Donde irían, si estarían casados, en qué trabajarían. Cuando era niña, se imaginaba toda una historia de una persona al azar con la que se cruzaba. Era su modo de suplir la soledad de hija única.

Ahora lo hacía para evadirse de su propia vida, de sus pensamientos. Hacía dos semanas que les habían dicho que Mark tenía metástasis, que el cáncer se había extendido al cerebro. Fue la noche que se encontró al agente Hotchner en el hospital. A pesar del diagnóstico, les habían asegurado que podría vivir durante bastantes meses con una buena calidad de vida. Mark era optimista, aunque sabía que tarde o temprano llegaría el final, pero por mucho que ella lo intentara, no conseguía ser igual.

Su marido luchaba cada día contra una enfermedad que lo estaba consumiendo, aunque su buen humor, optimismo y esperanza, le ayudaban a sobrellevar cada día. Y sus hijos, que llenaban la casa de alegría e inocencia, también ayudaban a que toda la situación fuera un poco mejor. Pero cuando se quedaba sola en su habitación (porque un par de meses después del diagnóstico, después de la operación, se mudó a la habitación de invitados, aunque todas las noches se tumbaba con su marido hasta que se quedaba dormido), no dejaba de pensar, de dar vueltas a la cabeza, y la mayoría de ellas terminaba llorando. Hacía casi un año que no se sentía ella misma.

Escuchó una risa, a una mujer riéndose cerca de ella, y no pudo evitar mirar. Era una pareja, el hombre alto, fuerte y pelirrojo, ella más bajita y rubia. Estaban en la cola esperando su pedido, y seguían hablando y riendo. La mujer giró la cabeza y Erin la reconoció. Haley Hotchner. Había visto a la mujer sólo un par de veces en las fiestas del FBI, acompañando a su marido. Sabía que Hotch se había divorciado hacía casi dos años, pero le sorprendió ver a su ex mujer con otra persona. Aunque todos tienen derecho a rehacer su vida. Erin desvió rápidamente la cabeza cuando notó que Haley miraba en su dirección. Esperaba que no la hubiera visto.

-Perdone, ¿señora Strauss? -Haley se había acercado a ella-. No estoy segura de que me recuerde, soy Haley Hotchner.

-Si, claro que la recuerdo. ¿Cómo está? -Erin se había levantado y estrechó la mano que la mujer le extendía.

-Bien, gracias. Yo, umm, trabajo muy cerca de aquí y he venido por el almuerzo, antes de que se llene demasiado.

-Por supuesto. Es un buen sitio -ninguna de las dos sabía muy bien qué decir. El acompañante de Haley le hizo saber que ya tenía su pedido.

-Bueno, pues me alegro de haberla visto. Cuídese.

-Gracias. Igualmente.

Erin volvió a sentarse, pensando en lo raro que había sido el encuentro. Si hubiera sido al revés, está segura que ella no se hubiera acercado a saludar. Era como la tercera vez que se habían visto y la primera vez que cruzaban más de dos palabras.

Unos minutos después, su teléfono del trabajo empezó a sonar. Lo sacó del bolsillo y frunció el ceño. "Agente Morgan", decía el identificador. Eso no auguraba nada bueno.

-Strauss -respondió con cansancio.

-….

-¿Qué? Está bien, nos vemos en la oficina y me informas de todo.

Colgó, cogió el bolso, el abrigo y salió rápidamente de la cafetería.


David Rossi siempre intentaba no mostrar sus sentimientos, no en el trabajo. Intentaba que en su cara no se viera todo lo que estaba sintiendo por dentro. Pero cuando Emily llamó e informó que Hotch estaba desaparecido y había signos de lucha y ataque en su casa, le dio igual quién pudiera verlo. Su cara se descompuso en una mueca de dolor. Se apartó un poco de Reid y García y respiró hondo varias veces, y cuando sintió que había recuperado la compostura, volvió con ellos. Después de darles órdenes, y cuando ambos se fueron, se permitió un momento de debilidad. Cerró los ojos y rezó una oración por su amigo, porque pudieran encontrarlo y porque estuviera bien.

Le prometió a Hotch que encontrarían a Foyet, y pensaba cumplir su promesa. Tardarían más o menos, pero lo encontrarían. Y sabía que su amigo le había prometido lo mismo a Haley. No estuvo presente en la conversación, pero es algo que sin duda alguna Aaron haría. Y más, sabiendo que Foyet podría ir tras ellos.

Haley y Hotch se habían divorciado hacia un par de años, y Rossi sabía que la mujer había rehecho su vida, y que Hotch lo estaba intentando, aunque echaba de menos su vida familiar. De todas formas, Hotch y el equipo harían todo lo posible para acabar cuanto antes con esta pesadilla. Haley Hotchner no estaba feliz cuando salió de su habitación del hospital.

Emily había pasado gran parte del día en el hospital con él, así que Rossi insistió en que sería él mismo el que pasara la noche allí. Ella intentó protestar, pero un bostezo la delató. Ahora, Hotch dormía plácidamente en su cama, después de que Rossi le dijera a la enfermera que le subiera la medicación, a pesar de las protestas del enfermo. Y él, intentaba crear una especie de borrador en su móvil para su siguiente libro. De pronto, una presencia nueva en la habitación lo espabiló.

-¿Qué quieres, Strauss? -preguntó bruscamente, incorporándose en el sillón.

-Quiero saber cómo está -respondió ella, en voz baja. Se quedó en la entrada, a los pies de la cama.

-¿Desde cuando te preocupas por lo que nos pasa? -el tono de voz de Rossi seguía siendo de hostilidad. Erin suspiró cansada.

-Lo creas o no, siempre me he preocupado por vosotros. Por todos.

-Por supuesto. Ahora eres Santa Erin ¿no? -se burló Rossi.

-No tengo tiempo ni ganas de pelear contigo, Rossi. Sólo dile a Aaron que he venido a verlo. Y que se mejore.

Se dio la vuelta y salió de la habitación. Rossi resopló y se acomodó en el sillón de nuevo. Nadie se volvía bueno de repente, y mucho menos Strauss.

-No seas tan duro con ella, lo está pasando mal -murmuró Hotch abriendo los ojos.

-No sabía que estabas despierto. ¿Y qué le pasa? -preguntó Rossi curioso, acercándose un poco a la cama.

-No lo sé con seguridad, pero tiene algún problema.

-Pues que pida ayuda, pero que no quiera enmendar en un minuto lo que ha hecho mal durante años.

-Dave…-lo regañó su amigo.

-Está bien, intentaré ser más amable la próxima vez. ¿Cómo estás?

-Como si me hubieran apuñalado -bromeó Hotch haciendo una mueca.

-Es bueno que sigas conservando tu sentido del humor -rio Rossi-. Aaron, sé que te lo he dicho antes, pero te prometo que traeremos a Jack y Haley pronto. Atraparemos a Foyet.

-Lo sé, Dave, lo sé.

-Y ahora, vuelve a dormir -Rossi apretó suavemente el hombro del enfermo.

Continuará…