Capítulo 10
No sabía qué hora era, porque todo estaba oscuro, aunque algo la había despertado. Aguzó el oído, y se dio cuenta que el murmullo provenía de la habitación. Se incorporó un poco, y vio a Reid en estado de trance. Se balanceaba adelante y atrás, abrazándose a si mismo y murmurando algo incomprensible para ella. Estiró un poco el brazo hacia él, con temor a tocarlo, pero queriendo ayudarlo.
-¿Spencer? ¿Estás bien? -murmuró para no asustarlo.
Él se levantó de un salto, lo que hizo que ella saltara asustada hacia atrás. Se dirigió a la puerta rápidamente, y salió corriendo. JJ se quedó mirando pasmada la puerta, sin entender qué es lo que había pasado. Nunca había visto así a Reid, y se preguntó si sufría alguna clase de insomnio o algo por el estilo debido al cansancio.
Seguía pensando en su compañero cuando la enfermera entró con su hijo y la informó que le tocaba comer de nuevo.
El sol brillaba en lo alto del cielo y entraba con todo su esplendor a través de la gran ventana del pasillo, y eso hacía que se reflejara en el cristal de la sala de neonatos. JJ miraba embelesada a su hijo, pero con un gran peso en el pecho. Después de la toma de la madrugada, en la siguiente, se dieron cuenta que el niño no succionaba bien, que le costaba respirar, y ni siquiera con el biberón fueron capaces de alimentarlo. Fue necesario ponerle una sonda.
Hacía unos minutos que el médico le había explicado que la dolencia de Henry le impedía succionar bien para comer, que aunque al principio conseguía comer bien, ahora era muy cansado para él, y que lo operarían en un par de meses. La operación era la única solución, y saldría bien. Pero lo más probable es que Henry tendría que quedarse los dos meses en el hospital.
-Sabía que te encontraría aquí -Hotch se acercó a ella, y miró a los bebés.
-Si, bueno…
-¿Cómo está?
-No puede comer, le cuesta succionar, y por eso han tenido que ponerle una sonda. Y lo operarán antes de que cumpla los tres meses -murmuró ella.
-JJ, lo siento. Sabes que si necesitas algo…
-Gracias, Hotch -se giró hacia él por primera vez desde que había llegado-. Strauss me ha llamado esta mañana y me ha dicho lo mismo. Me ha sorprendido su llamada.
-Tendemos a juzgar a la gente, pero la mujer también tiene corazón -Hotch sonrió de medio lado.
-Supongo que si…
-Céntrate en cuidar a Henry, JJ. Nosotros nos arreglamos perfectamente. Y tenemos a Jordan Todd, que aunque no eres tú, también es de gran ayuda.
-No seas demasiado duro con ella, Hotch. No está acostumbrada a tratar con los criminales como nosotros, pero es buena en su trabajo.
-Lo tendré en cuenta. Aunque el jefe de Unidad ahora sea Morgan. Cuídate mucho, Jennifer -Hotch la abrazó brevemente y se alejó.
-Espera Hotch -se dio la vuelta y volvió sobre sus pasos-. Yo, quería preguntarte algo…¿sabes si Reid está bien?
-Que yo sepa, si. Está trabajando ahora mismo. Se quedó contigo ¿verdad? -Hotch frunció el ceño, confundido.
-Si. Pero me desperté en mitad de la noche y él estaba…como te diría…como ido. Se mecía mientras murmuraba algo incomprensible, y cuando intenté acercarme, salió corriendo. No entiendo qué es lo que le pasaba.
-No te preocupes. Reid ha estado sometido a mucha presión los últimos días. El caso en Las Vegas, luego la visita a su padre, que hacía tiempo que no veía, y a su madre también, y la falta de sueño suelen hacer mella en él.
-¿Seguro que sólo es eso? -preguntó ella, sin llegar a creérselo del todo.
-Por supuesto. No pienses más en eso ¿de acuerdo?
Ella asintió mientras veía como su jefe se alejaba. No pareció muy convencida por su explicación, pero no tenía forma de confirmarlo, y ahora mismo lo más importante era su pequeño hijo.
Cuando el ascensor llegó a la sexta planta, Hotch iba pensando en su conversación con JJ. Sabía que Reid podría sufrir algún ataque de algún tipo si no descansaba bien, así que tendría que hablar con él. En cuánto salió del ascensor, escuchó las voces en el bullpen. Se dirigió rápidamente hacia allí. Strauss le gritaba a un Anderson confundido, con la cabeza gacha y que por su expresión, deseaba encontrarse en otro sitio. Hotch intentó decir algo, pero Strauss se movió rápidamente, saliendo del bullpen. El resto de agentes volvió a su trabajo después de la conmoción.
-¿Qué ha pasado, Anderson? -preguntó Hotch.
-Juro que no he hecho nada. Simplemente le he dicho que deberíamos pedir el doble de papel porque se termina enseguida, pero lo he dicho con educación y en plan bien, y ha empezado a gritarme como una loca -Anderson negó con la cabeza, todavía conmocionado.
-Está bien, voy a hablar con ella.
Hotch volvió a salir y se dirigió al despacho de su jefa. Lisa lo miró con lástima. Llamó suavemente y entró sin esperar respuesta. Strauss estaba sentada en el borde de la silla, rígida, con la cabeza entre las manos y respirando agitadamente.
-Erin…-empezó Hotch sentándose en una silla frente a ella.
-¿Qué quieres? -espetó ella sin moverse.
-¿Quieres contarme qué ha pasado hace un momento en el bullpen? -habló despacio y con voz tranquila, conciliador. Ella levantó la cabeza y lo miró por primera vez desde que entró, con lágrimas en los ojos.
-He perdido los nervios. Luego le pediré perdón a Anderson -dijo en voz baja.
-¿Qué pasa, Erin? Cuéntamelo, puedo ayudarte si quieres.
Ella lo miró un momento, y durante un instante, pensó en contárselo todo. En contarle que cada vez se le hacía más difícil estar en casa, aunque en realidad era lo único que quería, porque veía que cada día que pasaba su marido se consumía, y se les terminaba el tiempo. Y no era justo, porque era joven, y apenas había fumado en su vida, (y esto les pasa más a los fumadores ¿verdad?), y ésta los había castigado de la peor forma posible. Y estaba cansada de ser fuerte, muy cansada. Pero no quería su lástima, así que prefirió callarse.
-Nada…sólo estoy estresada -murmuró frotándose la frente.
Hotch sabía que no era cierto (podría serlo, por supuesto, su situación también era muy estresante), pero ésa no era la verdadera razón.
-Puedes darme algunas informes. Te ayudaré -ofreció.
-No hace falta. Gracias.
-Erin, déjame ayudarte -cogió algunos informes de la mesa, con intención de llevárselos-. De todas formas, tengo una idea. Ven conmigo.
Se levantó y le tendió la mano. Ella miró con una ceja levantada entre su mano y su cara un instante, luego se levantó y la cogió.
-Coge el abrigo, te hará falta -le dijo él antes de salir.
-¿A dónde vamos?
-Ahora lo verás.
Lisa los vio salir, y Hotch la saludó con la cabeza antes de salir. Se dirigieron a los ascensores. Erin levantó una ceja cuando Aaron pulsó el botón del último piso. Él ignoró su mirada.
Subieron en silencio los últimos escalones para llegar a la azotea, después de salir del ascensor, y una ráfaga de aire frío los recibió cuando Hotch abrió la puerta. Salieron al aire helado de Diciembre.
-A veces, cuando siento que me ahogo o que simplemente necesito recargarme, subo aquí a tomar el aire. Estoy unos minutos y me siento mucho mejor -contó él mientras se acercaban al borde.
Erin miraba al horizonte, en silencio. De repente, comenzó a sollozar. Empezó suavemente, pero enseguida sus sollozos se volvieron más fuertes. Hotch dejó las carpetas de los casos en el suelo y la abrazó. Ella no opuso resistencia. Se aferró a su abrigo mientras él la rodeaba con sus brazos. Permanecieron así hasta que Erin se calmó, hasta que sintió que ya estaba bien.
-Lo siento Aaron, no debería…-se limpió las lágrimas con un pañuelo que él le había pasado.
-Erin -Hotch le pasó suavemente la mano por la espalda-. No te preocupes, todos pasamos por momentos difíciles en ocasiones, que nos estresan y necesitamos soltarlo todo en algún momento.
Ella asintió mientras lo miraba. Por un instante, se preguntó si Hotch sabría por lo que estaba pasando, aunque no sabía de qué forma se habría enterado. No importaba, en realidad él tenía razón. Tenía un peso constante en el pecho, y había estallado con el pobre Anderson. Y el gesto de Hotch la había conmovido y aunque lloraba casi todas las noches, nadie la abrazada en esos momentos.
-Gracias por todo, Aaron. De verdad -sonrió con tristeza.
-No hay de qué. Y comparto contigo mi sitio especial ¿de acuerdo? Puedes subir aquí cada vez que sientas que te ahogas -sonrió también.
Constantemente, pensó ella. Asintió mientras se dirigían de nuevo adentro. Aunque seguía teniendo ese peso en el pecho, ya no era tan pesado. Al menos ahora tenía una salida para grandes momentos de angustia.
Continuará….
