Capítulo 11

Cuando Erin llegó a casa, se encontraba un poco mejor. Al bajar de la azotea, le pidió a Aaron que mandara a Anderson a su oficina, y le pidió perdón al agente. El hombre aceptó sus disculpas y Erin, con más calma, le pidió que le explicara lo que le había dicho antes. Tomó su opinión en cuenta para los próximos presupuestos del departamento.

Ahora acababa de aparcar el coche en el garaje y la sensación de ahogo volvió a instalarse en su pecho. Respiró hondo varias veces, se miró en el espejo y trató de sonreír. Era su ritual al llegar a casa todos los días. Si Mark y los niños la veían bien, entonces se sentía bien, aunque por dentro se estuviera rompiendo. Luego, sola en su habitación, era cuando llegaban los ataques de ansiedad.

Encontró a Malia en la cocina, pero no había rastro de los niños. Supuso que estarían con su padre o jugando en sus habitaciones.

-¿Le apetece un té señora Strauss? Parece cansada, le ayudará a relajarse -le ofreció la chica cuando entró en la cocina.

-No, muchas gracias Malia. ¿Dónde están los niños?

-Con su padre. Están viendo una película -contó la chica con cariño-. La cena está lista, sino necesita nada más…

-No, está todo bien. Puedes irte. Gracias.

-Muy bien. Nos vemos mañana a la hora de siempre. Buenas noches.

Erin se despidió y antes de subir, bebió un vaso de agua. Se quitó los zapatos junto a la escalera, y al llegar arriba, escuchó las risas de sus hijos. No pudo evitar sonreír al ver la imagen frente a ella al abrir la puerta del cuarto.

Olivia yacía dormida sobre el estómago de su padre, Nora estaba a sus pies y Jasper a su lado. Los niños escuchaban atentos el cuento que su padre les leía (con algo de dificultad debido a la falta de aire) poniendo divertidas voces. Nunca "Los tres Cerditos" había sido tan divertido. Se quedó escuchando hasta que terminó el cuento. Ninguno de los tres se dio cuenta de su presencia hasta que entró en la habitación.

-Mamá, papá es genial contado cuentos -Jasper se tiró a su cuello y la abrazó.

-Nos ha leído tres cuentos -continuó Nora.

-Y pone unas voces geniales -terminó el niño.

-Así que os gusta más que yo ¿no? -preguntó ella haciendo una mueca, divertida.

-¡Si! -contestaron los dos niños al mismo tiempo.

Mark rio, aunque su risa se convirtió en una tos molesta. Erin lo miró preocupada. Él le cogió la mano, y se la apretó.

-Estoy bien, no te preocupes. ¿Qué tal tu día?

-Bien -sonrió mientras cogía a Olivia. La niña se agitó pero no se despertó-. Niños, vamos a cenar, id a lavaros las manos.

-¡Vale! -los niños salieron corriendo de la habitación.

-Voy a acostar a Liv, supongo que ella sí habrá cenado -Mark asintió-. ¿Quieres bajar con nosotros o te traigo la cena aquí?

-Mejor aquí. He estado hace un rato levantado y estoy un poco cansado.

Ella sonrió mientras se inclinaba para besarlo. Luego fue a acostar a la pequeña. Se cambió de ropa rápidamente a algo más cómodo, y luego bajó a la cocina. Nora y Jasper se estaban peleando, y tuvo que separarlos antes de hacer cualquier otra cosa. La niña se sentó enfurruñada en su sitio habitual, mientras Jasper se ofreció a ayudarla. Mientras sacaba la cena del horno y preparaba un plato para Mark, pensó en que todo era como siempre, si no fuera por que la maldita enfermedad flotaba en el aire.

Cenaron ella y los niños, que le contaron entusiasmados todo lo que habían hecho en el colegio. Nora le contó (por décima vez desde finales de Octubre), que en el Festival de Navidad era la bailarina principal, y que esperaba que su padre pudiera ir a verla. Erin no quería quitarle la ilusión, pero le dijo que si ese día no se encontraba bien, podrían grabar todo el Festival y luego se lo enseñarían. La niña no pareció muy convencida al principio, pero terminó aceptándolo.

Después de cenar, Erin pasó un rato jugando con los niños, y luego los acostó. Los niños le dieron las buenas noches a su padre, y Erin los arropó. Nora la cogió del brazo antes de que ella saliera.

-Mamá…papá no se va a poner bien ¿verdad? -preguntó la niña con tristeza. Erin volvió a sentarse en la cama.

-Cariño, no pienses en eso ¿vale? Tu…sólo disfruta de su compañía, de los cuentos, de las películas a su lado y de todos esos momentos -Nora sonrió.

-Pero a veces a papá le duele mucho todo…y tú estás tan triste mamá…

Erin tragó saliva y se mordió el labio, aguantando las lágrimas. Acarició la cara de su hija y la besó en la frente.

-Ya hablaremos. Ahora a dormir. Te quiero bichito.

-Y yo a ti, mamá.

Antes de entrar en la habitación de Mark, respiró hondo varias veces. Debería haberse dado cuenta que Nora se enteraría de todo, era la mayor, y para sus nueve años, era demasiado perspicaz. No les habían dicho la gravedad de la enfermedad (ni siquiera el nombre), pero sí que papá estaba enfermo, y que se pondría bien con los medicamentos. Pero no era cierto. Había pasado más de un año, y no sólo no había mejorado, si no que tenía metástasis en el cerebro. Ya no había posibilidad de recuperación.

-Dichosos los ojos, creí que te habías olvidado de mí -bromeó Mark cuando entró en la habitación.

-Más quisieras…-se acomodó en la cama, apoyando su cabeza en su pecho-. Pero tus hijos son exigentes, necesitan cuidados y atención.

-Yo también te he echado de menos…-Mark la besó en la cabeza-. Por cierto, tengo que hablarte de algo…

-¿Por qué has cambiado el tono? ¿Qué pasa? -Erin se separó de él y levantó una ceja.

-No he cambiado el tono, no sé de dónde sacas eso -él rio divertido, sobre todo al ver su expresión-. Vale, tal vez un poco, pero no me mires así…

-Mark…-advirtió Erin.

-Ha llamado mi madre. Vendrán el día 15, y se quedarán aquí hasta el día 2 -lo soltó lo más rápido que pudo, evitando la mirada furiosa de su mujer.

-¿Qué? No entiendo porque tienen que quedarse aquí, si viven a menos de dos horas. Pueden venir a molestar cada vez que quieran…-terminó murmurando.

-Porque quieren pasar tiempo con nosotros. Y así podemos darle tiempo libre a Malia, que se lo merece. ¿Cuándo coges tú las vacaciones de Navidad?

-El 23.

-Perfecto. Así mi madre estará aquí para ayudar una semana antes.

-Sabes que tu madre me odia ¿verdad? -dijo Erin, volviendo a acomodarse en su pecho-. Y más ahora, cree que estás enfermo por mí culpa.

-No es cierto. Sólo tenéis visiones diferentes -bromeó él.

-Ya…

Se quedaron en silencio, disfrutando de la compañía del otro. Mark le acariciaba despacio el pelo, y ella empezaba a notar como la estaba ganando el sueño.

-Erin -ella gimió-. Mírame un momento, quiero hablar contigo.

-¿Otra vez? ¿No puedes esperar a mañana? -protestó bostezando.

-No cariño, porque llevo unos días queriendo decirte esto.

-Vale, dime -se incorporó para quedar frente a él. Mark le cogió la mano y se la acarició.

-Quiero que cuando yo no esté, no te hundas, que…

-Mark…-gimió Erin, mientras temblaba su labio inferior y se bajaban todas sus defensas.

-No, déjame terminar. Quiero que vuelvas a enamorarte, eres demasiado joven para quedarte sola con los niños. Déjate llevar Erin, no apartes a nadie de tu lado, si aparece alguien adecuado para ti, ¡adelante cariño!, vive la vida como si se fuera a terminar mañana.

Mark hablaba limpiándole las lágrimas que caían por las mejillas de su esposa. Luego la atrajo hacia él y la besó en la frente.

-Prométemelo, Erin -susurró.

-No quiero -ella negó con la cabeza, sollozando.

-Por favor. Quiero morirme en paz. Quiero saber que tú y los niños estaréis bien, que seréis felices. Promételo Erin, por favor -Mark cogió la cara de su mujer y juntó sus frentes. Las lágrimas de ambos se mezclaban al caer sobre ellos.

-Está bien, Mark. Te lo prometo -Erin se ahogó al hablar, mientras se aferraba a su marido.

Era de las pocas veces que Erin se rompía frente a Mark, normalmente lo hacía a solas en su habitación, aunque él sabía de sobra que ella lloraba todas las noches. Pero esa noche, cuando él le había pedido que siguiera con su vida después de su muerte, algo más se rompió dentro de ella. Sabía que lo único que él quería era que ellos continuaran viviendo, pero ella se veía incapaz de poder hacerlo sin él. ¿Cómo podía pedirle eso? Y aunque se lo había prometido, no tenía por qué cumplirlo.

De todas formas lo único que importaba ahora mismo era el presente, y Mark todavía estaba aquí. Así que se abrazó un poco más fuerte a él y ambos se quedaron dormidos prácticamente al mismo tiempo.

Continuará….