Capítulo 15
Habían pasado sólo dos semanas de la muerte de Haley y lo que menos le apetecía a Hotch era celebrar la Navidad. Pero estaba Jack, que con tres años ya se enteraba de todas las tradiciones y la alegría que solía venir con las fechas. Así que hizo un gran esfuerzo y puso algunos adornos, y un pequeño árbol de plástico. Jessica hizo una mueca rara cuando entró en casa y vio el árbol, pero él simplemente se encogió de hombros.
Habían decidido que celebrarían la Nochebuena y la Navidad los tres en casa, puesto que los padres de Jessica tampoco tenían fuerzas para celebrar la Navidad.
Estaban intentando que todo fuera lo más normal posible para todos, pero un halo de tristeza flotaba sin querer en la casa. La mañana de Nochebuena, Jessica y Jack hicieron galletas mientras Hotch se ocupaba de los últimos detalles. Después de un ligero almuerzo, vieron películas y tomaron chocolate caliente, y cuando Jessica comenzó a preparar la cena, el timbre los sobresaltó a los tres.
Cuando Hotch abrió la puerta, tuvo que apartarse a un lado rápidamente para no ser arrollado por todo su equipo, que entró en tropel a su casa.
-¡Feliz Navidad, Aaron! -Rossi le palmeó la mejilla con cariño.
-¿Qué…qué hacéis aquí? -preguntó todavía en shock.
-¿No es obvio, Bossman? Hemos venido a pasar con vosotros la Nochebuena. A traer un poco de alegría a esta casa -García cogió a Jack en brazos y le hizo cosquillas.
-No creo que haya comida para todos…-dijo Jessica mirando a su alrededor.
-Por eso hemos traído nosotros comida - Jordan levantó las bolsas que llevaba y la siguió a la cocina.
Entre todos, pusieron la mesa, prepararon la comida y dejaron los regalos para Jack (de parte de sus tíos y tías de la UAC), debajo del árbol. Cuando estaban todos alrededor de la mesa, Hotch se dio cuenta de lo afortunado que era, que familia también son los amigos, y los suyos eran maravillosos. Habían dejado todos sus planes para cenar con él y su hijo, para darles un poco de alegría en esos momentos de angustia.
Llevaba todo el mes diciéndole a JJ que no estaba sola, que podía pedir ayuda en cualquier momento y todos acudirían, pero ahora se daba cuenta que eso valía para cualquiera de ellos. Estaba realmente agradecido con todos ellos.
-¿Cómo está Henry, JJ? -le preguntó a su compañera.
-Va mejor. Ha cogido algo de peso. Probablemente lo operen a finales de Enero, justo dentro de un mes -respondió la rubia.
-Estaremos allí.
La chica sonrió agradecida. Todos habían sido muy amables con ella desde que había nacido Henry, y se habían unido como una piña con lo de Haley. Hotch tenía razón, ni ella ni Henry estarían nunca solos.
-¿Y cuando vas a volver a trabajar, Bossman? Te echamos de menos… Porque vas a volver ¿verdad?
-García, no es el momento -la regañó Rossi.
-Lo siento, sólo… -la rubia bajó la cabeza avergonzada.
-No te preocupes. Hablé con Strauss el Lunes, y le hice saber que sí, que volveré después de Navidad. Probablemente el 2 o el 3 de Enero.
-¿Tan pronto? -todos miraron a Jordan-. Quiero decir, me alegro mucho que vuelvas, pero pensé que te tomarías unas semanas más -aclaró avergonzada la chica.
-Es cierto, creí que te tomarías al menos otro mes -dijo Prentiss.
-Prefiero empezar cuanto antes. Jessica se hará cargo de Jack cuando no esté, y estoy pensando en apuntarlo al jardín de infantes.
-¿Y a un psicólogo? Tal vez también le vendría bien -dijo Reid en voz baja.
-También lo he pensado.
Todos miraron a Jack, que jugaba con sus coches y su servilleta, ajeno a la conversación de los adultos. Hotch deseó que su hijo no recordara nada de lo que tuvo que vivir dos semanas atrás.
Erin abrió rápidamente el grifo y puso la mano debajo del chorro de agua fría. Al cerrar el horno para comprobar cuánto le faltaba a la carne, rozó la bandeja con la mano, provocando una pequeña quemadura en la base del pulgar. Tenía la piel en llamas y enrojecida. Necesitaba un poco de pomada y una gasa para taparla.
-¿Qué te ha pasado? -escuchó a Mark a su lado, jadeando.
-No es nada. Sólo una pequeña quemadura. Voy a ir por el botiquín -le dijo sonriendo, secándose la mano.
-Tráelo aquí. Lo haré yo -Mark se sentó con dificultad en una silla.
-¿Estás bien?
Él sólo asintió, pero Erin pudo ver que le costaba respirar y que estaba más pálido que los últimos días. Los dos sabían, aunque no lo hablaran, que sería su última Navidad, y querían que todo fuera lo más normal posible, por los niños. Aunque eso significara aguantar junto al resto levantado y disfrutando de las fiestas, cuando estaría más cómodo acostado y descansando.
Le estaba colocando ya la gasa sobre la mano, en un silencio cómodo y una extraña intimidad, cuando ambos escucharon el timbre de la puerta.
-Esa será Faith -dijo Mark, intentando incorporarse. Erin puso los ojos en blanco.
-Espera que te ayudo -se apoyó en ella cuando consiguió levantarse.
Estaban llegando al salón, caminando poco a poco, cuando Jasper corrió hacia ellos.
-Han llegado los tíos y los primos.
-Lo sabemos Jas, vamos a verlos ahora -dijo su padre con dificultad.
Su hermana Faith se abalanzó hacia él cuando lo vio, mientras Erin se apartaba. Saludó a Martin, su cuñado (otro santo de la familia), y a sus sobrinos, Tobias y Rachel. Cuando Faith soltó a Mark, simplemente le dirigió una mirada y un gesto de cabeza hacia ella. Erin hizo exactamente lo mismo.
La relación con su cuñada siempre había sido tensa. Lo mismo que con su suegra. Faith era dos años mayor que Mark, y siempre había pensado que Erin no era lo bastante buena para su hermano. Y como Mary, no solía cortarse en sus comentarios hacia ella, ni siquiera delante de su marido. Pero Erin creía que estaba mejor educada que ellas, e intentaba no entrar en sus provocaciones, ni siquiera cuando hacían comentarios en lo referente a sus hijos.
Mandó a todos al comedor, y los informó que la cena estaría lista en quince minutos. Escuchó a sus espaldas cómo Faith y Mary murmuraban que esperaban que no estuviera ni quemada ni salada.
Respiró hondo, tratando de controlar sus nervios y su paciencia. Sacó la carne del horno, colocó el puré en una fuente y la guarnición en una bandeja.
-Mamá, ¿puedo ayudarte en algo? -la voz de Nora la sacó de su concentración.
-No cariño, no hace falta. Vuelve al comedor ¿sí?
-Por favor, mamá.
Miró a su hija, y de pronto la vio mucho más pequeña de lo que era. Nora la estaba mirando con tristeza, y sabía que era por la enfermedad de su padre, pero era una niña lista, y se había dado cuenta de los desplantes de su abuela y su tía hacia ella.
-Está bien, cariño. Lleva la fuente del puré. Yo iré enseguida -le sonrió a la niña que obedeció enseguida.
En los pocos momentos que los niños no estaban hablando (Martin se estaba encargando de entretenerlos y que no escucharan la conversación de los adultos), la tensión durante la cena se podía cortar con un cuchillo. Faith y Mary no paraban de hacer comentarios sobre la comida, ("está un poco cruda, debería llevar un poco más de condimento, se ha quedado frío"), aunque seguían comiendo sin parar, como se encargó de decirles Donald. Hasta el momento, Erin no había abierto la boca.
-¿Y cómo estás, hermano? Te veo bien, pero te debe agotar tener que subir y bajar las escaleras ¿no?
-Me acomodo a todo. No voy a correr una maratón ¿sabes? -le dio la risa, pero terminó en una horrible tos. Siguió hablando cuando se recuperó-. El sofá es bastante cómodo.
-Deberías tener una habitación aquí abajo, así no tendrías que subir y bajar.
-No hay sitio, Faith -intervino Erin.
-Por supuesto, eso pasa por encapricharse de esta casa. Es grande y con muchas habitaciones, pero ninguna aquí abajo para cuando alguien está enfermo y no puede subir las escaleras -soltó Faith con desdén. Erin la miró incrédula.
-Yo no me encapriché de la casa ¿de acuerdo? Lo decidimos entre los dos. Y nos arreglamos bastante bien, no tienes ningún derecho a venir aquí a criticar -Mark posó su mano en su brazo, para calmarla.
En ese momento, Olivia comenzó a llorar, y Erin la cogió de su asiento para calmarla. Mary hizo una mueca.
-Deberías hacer algo con esa niña. Pero no me refiero a cogerla cada vez que llora, así lo único que estás haciendo es malcriarla. Necesita endurecerse, y así no lo hará nunca.
-Mamá, no te metas en esto -dijo Mark con cansancio, frotándose la frente.
-No me estoy metiendo en nada, hijo. Sólo digo que dentro de poco todos vamos a sufrir un gran golpe, y esta niña debería estar preparada -respondió Mary con un tono de inocencia.
-Ya no puedo más… -Erin dejó a Olivia, que comenzó a llorar de nuevo, en los brazos de su padre.
-Erin…-Mark la llamó mientras salía corriendo del comedor.
Se encerró en el pequeño baño de la planta baja, y comenzó a llorar mientras resbalaba lentamente apoyada en la puerta. Había aguantado toda la noche (y todo su matrimonio) como su suegra y su cuñada la despreciaban a ella y sus actos, pero no podía soportar que se metieran con sus hijos, y mucho menos que frivolizaran así con la pronta muerte de su marido.
Escuchó cómo sus hijos y sus sobrinos pasaban por delante del baño junto a su cuñado camino de las escaleras, y las voces altas de los otros adultos en el comedor. Cuando se calmó, se levantó y se miró al espejo. Tenía los ojos rojos e hinchados, y la nariz taponada. Sentía como un dolor de cabeza se estaba formando sobre sus ojos. Al mirar su reflejo en el espejo, lo único que deseó en ese momento fue a alguien que la abrazara, alguien que le prometiera que todo iría bien, aunque fuera mentira. Volvió a llorar apoyada sobre el lavabo.
Un rato después, por fin salió del baño. Le dolía la cabeza y el pecho por haber llorado tanto. Entró en la cocina, donde Donald organizaba la comida sobrante en tuppers y metía los platos sucios en el lavavajillas. Mark estaba sentado en una silla, picoteando un poco de tarta.
-No te preocupes Donald, ya sigo yo -le sonrió con tristeza a su suegro.
-¿Estás segura? Puedo ayudarte si quieres…
-No hace falta -su voz sonaba rara, todavía tenía la nariz taponada-. Ayuda a Mark a acostarse, por favor.
-Erin, quiero disculparme por…
-No es tu culpa Donald, y no te corresponde a ti perdón -abrazó levemente al hombre.
-Cariño ven aquí un momento -ella se acercó a Mark, agachándose a su lado-. Mi madre es idiota y todos lo sabemos. Y mi hermana también -susurró. Ella sonrió complacida y él la besó-. Luego hablamos.
Y con la ayuda de su padre, Mark dejó la cocina.
Cuando Erin estaba terminando de recoger la cocina, sonó su móvil, olvidado en una esquina de la encimera. Lo cogió y frunció el ceño cuando vio quién la llamaba.
-¿Sí? -respondió con voz cansada.
-¿Erin? Esto…sé que es un poco tarde pero no he tenido tiempo de llamar antes. Yo…quería darte las gracias por el regalo para Jack, ha sido su favorito junto a un oso gigante que le ha comprado García. Hemos abierto los regalos esta noche.
-Oh, me alegro mucho que le haya gustado. A Jasper le encantan los coches teledirigidos, y supuse que a Jack también le gustaría -todavía sonaba un poco congestionada, y esperaba que Hotch no se diera cuenta.
-¿Estás bien? Suenas como…
-Si, es que estoy un poco resfriada -mintió. Sí que se había dado cuenta. No tenía ganas de hablar ahora, aunque por otra parte, sólo quería hablar con alguien y contarle cómo se sentía realmente. Tal vez él era la persona adecuada.
-Vaya…cuídate mucho que está haciendo frío.
-Lo haré. Gracias por llamar.
-Claro. Feliz Navidad Erin.
-Feliz Navidad Aaron.
Sintió cómo volvían las lágrimas a sus ojos, pero las alejó con furia frotándose los ojos. Necesitaba centrarse y volver a tomar el control, y no podía hacerlo si estaba llorando y con ataques de ansiedad. Necesitaba ser fuerte, aunque se estuviera rompiendo por dentro.
Continuará…
