Nota: Sé que llevo casi un mes sin actualizar esta historia, al igual que "Mi más bonita casualidad" pero aunque tengo muy claras las ideas, de por dónde quiero que vayan las historias, a veces cuesta mucho sentarse y plasmarlas.
Espero que os guste este capítulo, y actualizaré pronto la otra historia. ¡Disfrutad!
Capítulo 17
JJ saludó distraídamente a la enfermera que pasó junto a ella mientras se sentaba en una de las incómodas sillas de plástico de la sala de espera de pediatría. Después de más de un mes allí, todo el mundo la conocía y ella los reconocía a ellos.
Miró fijamente una pequeña mancha en el suelo mientras no dejaba de pensar en la llamada de Hotch. Durante ocho meses (tal vez un poco menos), había conseguido borrar de su memoria a William Lamontagne, porque realmente fue lo que él quiso, aunque en el fondo de su mente sabía que tarde o temprano, él volvería a aparecer. Conocía a la gente como Will: desaparecían en los momentos difíciles, desentendiéndose totalmente de los problemas, y tiempo después, cuando consideraban que todo se había solucionado, volvían como si no hubiera pasado nada.
Se preguntó si ahora, aparte de querer ver al niño (porque esperaba que solamente fuera eso), también la ayudaría con todos los gastos que conllevaba un recién nacido. Y todos los los medicamentos que tendría que tomar Henry toda su vida.
JJ sabía que lo mejor era esperar a que llegara y hablaran, porque hacerse una idea de algo, siempre terminaba decepcionándote. Eso le había pasado cuando se quedó embarazada, no esperaba esa reacción de Will, y terminó sorprendiéndola por su decisión.
Por su cabeza pasó brevemente la posibilidad de que tal vez Emily habría sido la que lo hubiera llamado, después de su sugerencia de hacerlo durante el parto de Henry. Pero enseguida supo que eso sería imposible, su amiga sería incapaz de hacerle algo así, y mucho menos sin consultarlo con ella. Confiaba plenamente en Emily, y en el resto del equipo también.
Sintió un movimiento a su izquierda y levantó la vista. Ahí estaba, después de más de ocho meses, el padre de su hijo le sonreía tímidamente, sin atreverse a acercarse del todo.
Cuando salió del edificio del FBI, Will se paró un momento en la acera para tomar aire y respirar profundamente. El frío viento de Enero le despeinó el flequillo y le enfrió los huesos, y corrió rápidamente al coche. Cerró la puerta para protegerse del mal tiempo y luego cerró los ojos. Todavía resonaban en su cabeza las palabras del agente Hotchner sobre el estado de salud de su hijo ¿o hija?, y no sabía muy bien cómo sentirse. Aliviado, por supuesto, pero también sentía que todo podría haber ido mejor si él hubiera estado ahí. Supuso que esa sensación de culpabilidad la tendrían todos los padres cuando sus hijos sufrían.
Abrió los ojos y miró hacia el frente. Había ido hasta ahí para recuperar a JJ, para disculparse y comenzar de nuevo como una familia y eso pensaba hacer. Metió la llave en el contacto y arrancó el coche.
JJ se levantó despacio, pero no se movió de su sitio al lado de la silla. Fue Will el que se acercó un poco más a ella.
-Hola JJ. Te veo bien. Estás estupenda -Will sonrió nervioso.
-¿Qué haces aquí, Will? -su voz sonó con más brusquedad de la que pretendía .
-Quería verte y hablar contigo. Y quiero conocer a nuestro hijo o…-dudó un instante.
-Ni siquiera sabes lo que es.
-El agente Hotchner se refirió a él como "el bebé". Es normal que tenga dudas de si es un niño o una niña -se disculpó avergonzado.
-Es un niño. Henry -JJ se movió hasta la cristalera para ver a los bebés. Will la siguió, aún manteniendo cierta distancia con ella, al notar su incomodidad.
-Es…-ella le señaló al bebé del fondo, que llevaba una sonda-. Oh, es precioso.
-Sí que lo es.
-¿No podemos entrar? Me gustaría poder cogerlo -dijo en voz baja.
-En una media hora podremos entrar. Aquí están los bebés con algún tipo de problema, y tienen un estricto régimen de visitas.
Hablaban en voz baja, separados por un metro de distancia y siempre mirando hacia la habitación. Apenas habían cruzado unas pocas miradas desde que Will había aparecido.
-¿Qué le pasa exactamente?
JJ se lo explicó, lo más claramente posible. Había aprendido mucho en ese mes y medio, por lo que le preguntaba a los médicos y lo que buscaba en Internet.
Hablaron un poco más de Henry y su enfermedad hasta que empezaron a llegar otros padres para ver a sus hijos. Era la hora de la visita.
JJ cogió al bebé unos minutos, le habló y le cantó suavemente como hacía siempre, luego dejó que fuera Will el que se sentara y lo cogiera. Henry se revolvió un poco en sus brazos, pero enseguida se calmó. La rubia notó la emoción en el rostro del policía, y un nudo se formó en su estómago. Si Will no hubiera renunciado a ellos, tal vez no estarían viviendo esto ahora. Se preguntaba qué era realmente lo que quería.
Cuando se terminó la visita y todos los padres dejaron la sala, JJ llevó a Will a la cafetería para hablar. Con un café frente a ellos, fue directa al grano.
-¿Qué quieres exactamente Will? -apretó la taza entre las manos y lo miró directo a los ojos.
-Nunca me dijiste de cuánto tiempo estabas embarazada, pero lo calculé más o menos. Y quería conocer a mi hijo -contestó con dureza.
-Llegas un mes tarde. Y de todas formas, podrías haber llamado.
-¿Para que no me cogieras el teléfono? Era más seguro venir hasta aquí.
-¿Por qué te preocupas ahora por nosotros, Will? He estado ocho meses sin ti, y ni Henry ni yo te necesitamos ahora ¿sabes? -JJ sintió cómo la ira se acumulaba en su pecho, y respiró hondo varias veces.
-Sé que lo hice mal, que no me porté bien contigo, pero Henry es MI hijo también, y tengo todo el derecho a verlo y a pasar tiempo con él.
-Perdiste todo el derecho cuando me dijiste que no querías ser padre, y me sugeriste que me deshiciera de él, así que no pretendas venir ahora como si no hubiera pasado nada Will, porque no te mereces ni siquiera verlo a través del cristal.
Will sabía y notaba que JJ estaba enfadada, pero debía hacerle entender que había cambiado y quería comenzar de nuevo, al lado de ella y de su hijo. Aunque él también estaba empezando a perder la paciencia.
-Escucha JJ, no puedo cambiar el pasado, pero puedo asegurarte que yo he cambiado, y podemos ser una familia, olvidando lo que ha pasado hasta ahora.
JJ soltó una risa sin humor, y desvió la mirada. La cafetería del hospital estaba medio vacía, aunque ellos estaban en una mesa lo suficientemente alejada para que nadie los escuchara aunque hubiera habido más gente. Cuando lo volvió a mirar, había endurecido aún más su mirada.
-No vamos a volver a estar juntos Will. Perdiste tu momento. Lo único bueno que ha salido de nuestra relación ha sido Henry, pero tú y yo ya no tenemos futuro. Y no quisiera que tuvieras nada que ver con él.
-Es mi hijo JJ, y no pienso desaparecer de nuevo -el hombre también cambió su actitud a una mucho más dura.
-Lo era también cuando apenas tenía unas seis semanas y el tamaño de una lenteja. Y por si no lo recuerdas, necesita una operación y medicación de por vida.
-Estaré ahí para todo. ¿Acaso crees que no seré capaz?
-Ya no tengo ni idea de lo que serás capaz…-resopló ella cansada.
Los dos callaron, pero sus mentes bullían con mil pensamientos. Will se inclinó hacia adelante y bajó peligrosamente la voz.
-Está bien si no quieres volver conmigo, lo acepto, pero no vas a alejarme de mi hijo JJ. Puedo pedir la custodia sino me dejas verlo. Es mejor hacer las cosas por las buenas Jennifer, entonces verás de lo que soy capaz.
JJ lo miró fijamente durante unos instantes, luego se levantó y lo dejó allí. Esperaba jugar bien sus cartas, y que la situación no llegara a tanto. No dejaba de ser el padre de su hijo, y prefería tenerlo de amigo que de enemigo.
Continuará…
