Capítulo 22
El ajetreo en el bullpen era el de un Lunes normal, con gente trabajando aquí y allá, cuando JJ cruzó las puertas de cristal. Una sensación de familiaridad la invadió, y no pudo evitar sonreír. Fue Emily la primera en notarla cuando se aproximó a las mesas de sus compañeros.
-¡Pero bueno! ¡Mirad a quién tenemos aquí! -la morena se levantó y abrazó a su amiga. Morgan y Reid la imitaron.
-¿Qué te trae por aquí? -preguntó Reid.
-Vengo a hablar con Hotch -miró hacia su despacho mientras hablaba-. ¿No está?
-Tenía una reunión con el Director. Strauss se incorpora el Miércoles y tenían que arreglar unos asuntos -contestó Morgan.
-Oh, ya somos dos, entonces.
-¿Vuelves el Miércoles? ¡Genial! -Emily sonrió a su amiga.
-¿Cómo está Henry? -quiso saber Reid.
-Creciendo cada día un poco más. Está precioso, y va muy bien. La semana pasada fuimos a revisión, y todo va fenomenal.
Antes de que alguien más pudiera decir algo, Hotch se acercó a ellos. A pesar de traer una expresión seria en la cara, sonrió cuando vio a la rubia.
-¡JJ! Me alegro de verte. ¿Cómo está Henry?
-Genial, cada día mejor. ¿Podemos hablar un momento, por favor?
-Por supuesto. Vamos -la guio a su despacho.
JJ esperó a que Hotch dejara los informes y se sentara. Él le hizo un gesto para que comenzara a hablar.
-Primero quiero darte las gracias por hacer posible que mi baja por maternidad se alargara tanto. Henry acaba de cumplir cinco meses y ha sido estupendo poder quedarme con él -Hotch asintió a su discurso-. Y segundo, he pensado en lo que hablamos el otro día, y creo que voy a aceptar, es lo mejor para todos.
-Perfecto. Voy a avisar a Jordan para informarla de los cambios -descolgó el teléfono y avisó a la otra agente que quería verla en su oficina-. Vuelves el Miércoles ¿verdad? -preguntó al colgar.
-Así es. Morgan dice que Strauss también. ¿Está mejor? ¿No es muy pronto?
-Dice que prefiere volver ya a la normalidad.
Un golpe en la puerta los alertó que Jordan acababa de llegar. Hotch la hizo pasar y se sentó al lado de la rubia.
-Jordan, quiero agradecerte tu servicio y trabajo en la Unidad. Estamos muy contentos con tu desempeño…-empezó el jefe de Unidad.
-Pero ha llegado el momento de irme ¿no? -dijo Jordan interrumpiéndolo y sonriendo con tristeza.
-No adelantemos acontecimientos. JJ se incorpora el Miércoles, pero dadas las circunstancias de Henry, aunque ahora esté bien -miró a la rubia, que asintió ante sus palabras-. Ha decidido que quiere reducir sus horas de trabajo, lo que implica que no viajaría con el equipo. Pero necesitamos a alguien que maneje a la prensa y nos sirva de enlace también con la policía durante los viajes. Por eso, queremos que te quedes con nosotros. Si tú quieres, por supuesto.
Jordan se quedó muda, mirando entre uno y otro, abriendo la boca pero sin emitir sonido alguno, y finalmente, asintió.
-Sí, claro que sí -respondió sonriendo abiertamente.
-Trabajaremos juntas aquí, escogiendo los casos y teniendo contacto con la policía en caso de ser necesario, pero serás tú la que viajes con el equipo en los casos -dijo JJ.
-Bien, sí. Me parece bien. Gracias Hotch. Realmente estoy muy a gusto aquí en el equipo -Jordan dijo mientras se levantaba.
-Me alegra oír eso -el agente asintió mientras la chica se marchaba.
-Hay presupuesto para esto ¿verdad? -quiso saber JJ cuando volvieron a quedarse solos.
-No lo hubiera propuesto si no lo hubiera, JJ. Aunque me he dado cuenta que si Strauss es dura con el presupuesto, el director lo es mucho más. Ahora realmente entiendo cuando nos presiona con el más mínimo centavo -JJ rio mientras se levantaba también.
-Hay que ponerse en el lugar del otro para entenderlo realmente ¿verdad? Nos vemos el Miércoles Hotch. Gracias por todo -y se fue. Hotch pensó que las palabras de la rubia tenían doble sentido, tanto para él, como para su jefa. El problema, era que para ambos, eran circunstancias dolorosas.
Jordan estaba en el bullpen informando al resto de los nuevos cambios, y a ellos se habían unido García y Rossi. Cuando vieron a la rubia, hubo un pequeño alboroto. Todos querían que de nuevo, todo volviera cuanto antes a la normalidad, aunque a partir de ahora, fuera una nueva normalidad.
Después de llamar al timbre y mientras esperaba que abriera, JJ miró a su alrededor. El edificio por fuera estaba desconchado, la pintura se caía y necesitaba una limpieza, y por dentro, no estaba mucho mejor. El ascensor era antiguo, y sonaba como si estuviera ronco y se fuera a quedar parado de un momento a otro, por eso había preferido subir los cuatro pisos andando. Las paredes también necesitaban una mano de pintura, y ni siquiera tenían los extintores obligatorios en las paredes en caso de incendio.
Se sintió observada, y se dio la vuelta lentamente. Del otro lado del pasillo, por una puerta entreabierta, la miraba un adolescente, de unos catorce o quince años. Tenía el pelo largo, y la cara y la ropa sucios. La forma de mirarla, entre loco y lascivo, hizo que un escalofrío recorriera su espina dorsal. Justo en ese momento, se abrió la puerta.
-¡Ya estás aquí! ¡Qué pronto! -de dentro de la casa, se oía el gorgoteo feliz de su hijo.
-He venido cuando he terminado Will, ni más pronto ni más tarde -dijo en tono más irritado del que pretendía.
Henry, sentado en la trona, la recibió con una gran sonrisa y sus grandes ojos azules. Por un momento, JJ recordó el póster del bebé de la sala de espera del ginecólogo. Cogió al pequeño y lo comió a besos.
-Se ha tomado todo el biberón, aunque yo creo que con un poco de ansiedad. No sé si eso es normal o es perjudicial para él -contó Will sentándose en el sofá.
-Si no vomita después o se pone enfermo, no tiene porqué haber problemas. Probablemente tendría hambre, por eso comería con ganas -respondió la rubia mientras se paseaba con el bebé y le hacía carantoñas.
-¿Cómo ha ido? ¿Por fin empiezas el Miércoles?
-Sí. Carla se quedará con él mientras yo esté trabajando.
-¿Y te fías de esa chica? -preguntó con desconfianza.
-Will por favor…-JJ puso los ojos en blanco ante el tono del policía.
-Yo sólo lo digo porque dejar a nuestro hijo con una desconocida tantas horas al día es muy arriesgado.
-Ninguno de los dos puede cuidarlo todo el día, Will, y alguien tiene que hacerlo. Y Carla tiene muy buenas referencias.
-Vale sí, tienes razón -Will no dijo nada más, y bajó la cabeza avergonzado.
JJ seguía paseando por la sala con Henry en brazos, que jugaba a chupar su pelo. A pesar del aspecto deteriorado del exterior del edificio, los pisos no estaban tan mal por dentro. El piso de Will tenía una habitación, una pequeña sala de estar, una cocina y un baño minúsculo. Suficiente para una persona sola. Aún así, y aunque el piso se veía cuidado, a JJ no le hacía mucha gracia que Henry pasara mucho tiempo allí.
-Sé lo que estás pensando, y no estaré mucho tiempo viviendo aquí. Pero es lo mejor que pude encontrar con tan poco tiempo. Mike, un compañero, va a conseguir que su cuñada, que trabaja en una inmobiliaria, me enseñe dos pisos. Y ya podré mudarme de aquí.
JJ sólo asintió. No sabía que había sido tan transparente. Will se había mudado hacía dos meses a DC, después de dejar su trabajo de inspector de policía en Nueva Orleans y haber encontrado otro en la policía metropolitana de la ciudad. Ahora era inspector aquí. Quería estar cerca de Henry (y JJ suponía que tendría intención de recuperarla también a ella, aunque ella no estuviera por la labor).
-Vamos a irnos ya. Te traeré a Henry el Viernes sobre las seis -dijo JJ mientras empezaba a recoger las cosas del niño.
-De acuerdo.
La acompañó a la puerta, y después de besar a Henry hasta la saciedad, besó a la agente en la mejilla. JJ apartó la cara demasiado rápido, aunque él pareció no darse cuenta del gesto. Después, se fue sin despedirse.
Cuando terminó de arreglarse, Erin se miró al espejo, pero casi no se reconoció. Llevaba más de dos meses sin arreglarse de verdad, sin maquillarse, sin peinarse más allá que pasarse un poco el cepillo. Pero volvía al trabajo, y necesitaba ser, aunque sólo fuera en el exterior, ella misma. Así que se había puesto un sencillo traje pantalón y tacones bajos, un poco de maquillaje y se esmeró en el peinado.
Salió de la habitación de Olivia y se paró frente a la suya. Todavía no había sido capaz de entrar allí, y se quedaba sin respiración cada vez que pasaba por delante. Sabía que pronto tendría que superar su miedo y entrar, pero de momento, pasaba de largo.
-Mamá…-Olivia se acercó a ella y se abrazó a sus piernas.
-Vamos a desayunar cariño. Malia ha preparado tortitas -le sonrió a la niña mientras bajaban las escaleras.
Nora y Jasper se estaban peleando cuando llegaron a la cocina. Era bastante habitual desde la muerte de su padre. Aunque Jasper se negara a hablar, siempre se las arreglaba para molestar a su hermana, que tampoco hacía falta mucho para que saltara enfadada y se peleara con todo el mundo. La psicóloga creía que era un mecanismo de defensa que Jasper no hablara, que lo haría cuando él se encontrara cómodo de nuevo, y la rabia de Nora pasaría también con el tiempo. Erin esperaba que eso llegara pronto, porque ver sufrir así a sus hijos, la estaba consumiendo.
-¡Ya basta! -gritó separándolos. Olivia empezó a llorar a sus espaldas.
Nora miró con odio a su hermano, se sentó en su sitio y comenzó a comer los cereales con furia. Jasper le sacó la lengua a su hermana y luego miró a su madre con cara de pena.
-No me mires así, Jasper, estoy segura que has empezado tú -el niño negó con la cabeza haciendo pucheros-. Siéntate y termina de desayunar. Nos vamos en diez minutos -advirtió a los dos.
Respiró aliviada cuando vio que el ascensor estaba vacío, no le apetecía ver las caras de lástima de sus compañeros. Ya tendría tiempo para eso. Estaba a punto de pulsar el botón del sexto piso cuando una voz femenina pidió que sujetaran el ascensor. Unos segundos después, la melena rubia de la agente Jareau apareció en el ascensor.
-¡Bienvenida de nuevo, señora! -le sonrió la agente mientras ella pulsaba el botón.
-Gracias, agente Jareau. Creo que también se incorpora hoy ¿verdad?
-Así es. ¿Cómo está? ¿Y los niños cómo lo llevan?
-Poco a poco, pero es bastante difícil para todos -respondió mirando al frente, y deseando que el ascensor llegara ya a su destino-. ¿Y cómo está Henry? La operación salió bien ¿verdad?
-Sí, está perfecto. Cada día que pasa está más grande y más guapo. Hay que llevar un seguimiento por la enfermedad, y estará medicado para siempre, pero ahora mismo está muy bien.
-Me alegro mucho.
Justo en ese momento, el ascensor llegó a su destino, y al salir, cada una se fue por su camino. Lisa la recibió con una amplia sonrisa y un breve abrazo, que la enternecieron.
-Bienvenida a casa, señora.
-Gracias, Lisa.
Erin entró en su oficina, y vio una orquídea en su mesa. Era su flor favorita. Se acercó despacio y leyó la nota. Empezaba a pensar que Aaron Hotchner la conocía mejor de lo que se conocía a sí misma. Hizo sitio a la planta en su mesa y comenzó a trabajar.
Un rato después, llamaron a la puerta. Hotch entró con dos tazas de café. Se acercó sonriendo a la mesa y le ofreció una.
-¿Cómo llevas tus primeras horas de vuelta al trabajo? -preguntó al tiempo que se sentaba frente a ella.
-Bien, enseguida he cogido el ritmo. Gracias por ocuparte de todo. Estaba todo muy ordenado -le sonrió agradecida.
-No ha sido nada. Un poco más de trabajo, pero con la ayuda de Morgan, lo hemos sacado adelante sin problemas.
-Le daré también las gracias a él -guardaron silencio durante un instante, en el que ninguno se atrevía a decir nada-. Por cierto, gracias por la orquídea, es mi flor favorita.
-Me alegro que te guste. Quería algo que te alegrara el día y bueno, me pareció bonita -Hotch se sonrojó levemente sin querer.
-Lo has conseguido Aaron, gracias.
-Bueno, voy a dejarte trabajar, y voy a trabajar yo también. Avísame si necesitas algo ¿de acuerdo? -dijo mientras se levantaba.
-Claro. Y gracias otra vez por todo.
Él asintió y salió, dejándola sola de nuevo. Suspiró profundamente y miró todas las carpetas que tenía sobre la mesa. Había sido ella la que había querido empezar a trabajar de nuevo, pero desde que se había levantado esa mañana, todo la estaba superando.
Sus suegros se habían ido a su casa hacía una semana, cosa que ella agradecía enormemente, sus hijos parecía que no avanzaban y ella se sentía en una burbuja desde que Mark había muerto. Pero necesitaba una mínima normalidad, y aunque los niños ya iban al colegio (Olivia se quedaba con Malia porque creía que era muy pronto para llevarla a la guardería), ella no se había encontrado con fuerzas hasta ahora. Y esa mañana, aunque se había despertado con un mínimo ánimo de comenzar de nuevo, sus hijos se habían encargado de fulminarlo. Y aunque Aaron le había facilitado el trabajo, todavía se le hacía cuesta arriba.
Pero como no hacía más que repetirse a sí misma desde hacía dos meses, era fuerte y podía con todo (aunque en realidad, no lo creyera)
Continuará…
Nota: Primero quiero pedir perdón por tardar tanto en publicar, pero la vida se complica a veces y no se puede hacer lo que se quiere. Y respecto al capítulo, a mí me gustaba Jordan, y me dio penita que no tuviera más protagonismo en su momento, así que he decidido que en mi historia si se va a quedar. ¡Nos vemos en el próximo capítulo!
