Capítulo 25
Tres días después, y con el caso resuelto, el equipo volvía a casa. Morgan y Prentiss se quedaron en Illinois con Reid, al que no le darían el alta, si no había más problemas, hasta dos días más tarde.
Con la mitad del equipo fuera, el avión se sentía demasiado en silencio. Jordan se acomodó al fondo, y Rossi, a pesar de tener todo el avión para elegir, se sentó frente a él. Hotch no apartó la vista de la ventana.
-Tienes pinta de querer hablar con alguien -comenzó el italiano.
-Te equivocas Dave. No ahora, y no contigo solamente. No te ofendas, pero a veces lo mejor es guardarse las cosas un poco más de tiempo, antes de dejar caer la bomba. Llegará el momento para eso -y lo miró brevemente.
-De acuerdo, como quieras. Sin embargo, respóndeme una pregunta: si a Reid no le hubiera dado un brote en este caso, ¿nos hubieras contado alguna vez la verdad?
Hotch lo miró fijamente un instante, desvió la mirada hacia Jordan, que se había quedado dormida con la cabeza apoyada contra el cristal, y luego volvió a mirarlo.
-No me correspondía solamente a mí hacerlo, pero probablemente no, no lo haría.
-Gracias por tu sinceridad Aaron. Te hará falta cuando te enfrentes a las altas esferas -su amigo se levantó, palmeó su hombro un par de veces y se alejó.
Era cerca de la una de la mañana cuando llegaron a Quantico. Hotch se sorprendió al encontrar a Strauss en su despacho. La mujer estaba sentada en el sofá, con varios archivos abiertos frente a ella en la mesa auxiliar. Se levantó cuando lo vio entrar.
-No tenías que esperarme hasta tan tarde, Erin. Podrías echarme la bronca mañana -dijo cansado, dejando sus cosas sobre la mesa.
-Esto no es para tomárselo a broma, Aaron. Has cometido un error muy grave al guárdate una información de vital importancia sobre la salud de un miembro de tu equipo. Has puesto en peligro a tus propios compañeros, por no hablar de lo que podría haber pasado si no se llega a controlar la situación.
-Lo sé Erin, no necesito que me lo repitas tú también -se frotó el puente de la nariz para intentar controlar todo el estrés que sentía desde hacía días.
-Hablaremos mañana. Deberías irte a descansar -dijo ella mientras comenzaba a recoger sus papeles.
-¿Estoy suspendido? -preguntó mirándola de repente, como si lo hubiera recordado en ese momento.
-No. Y de verdad, te prometo que haré todo lo que esté en mi mano para que eso no ocurra, y encontrar una solución a todo esto -Hotch se dio cuenta que parecía tan exhausta como él-. ¿Cómo está el doctor Reid?
-Bien, bien. Le darán el alta en un par de días.
-Es bueno escuchar eso. Buenas noches, Aaron.
Cuando salió, se desplomó en su silla. No dejaba de repetirse, que tenía que haberlo contado antes, que lo que había ocurrido había sido sólo su culpa. Los esquizofrénicos eran imprevisibles, y aunque Reid se tomaba la medicación, siempre existía la posibilidad de sufrir un brote psicótico sin previo aviso y en el lugar más inoportuno.
Gideon lo había convencido en su momento de no decir nada, que era lo mejor para Reid y para todos, pero Gideon ya no estaba y él pagaría las consecuencias de su secreto. Maldijo en silencio al hombre mientras recogía sus cosas para irse a casa.
Lisa le sonrió suavemente cuando lo vio llegar, y él movió ligeramente la cabeza en señal de saludo. Le indicó que podía pasar, y decidido, traspasó la puerta dispuesto a conocer su destino. Strauss hablaba por teléfono, pero le indicó por señas que pasara y se sentara. Se sentó frente a ella, en su sitio habitual cuando tenían alguna clase de reunión, y esperó pacientemente.
Esa mañana, había tenido que explicarse delante del Comité de Disciplina durante un par de horas. Había intentado que Reid, a pesar de ser el principal implicado, fuera el menos perjudicado. Había intentado que toda (o casi toda) la responsabilidad recayera en él. Sabía que habría consecuencias, para los dos, y esta vez, las acataría sin protestar.
Strauss colgó el teléfono, se quitó las gafas y las dejó sobre la mesa, cruzó las manos frente a ella y miró fijamente a su subordinado.
-Aaron...-hizo una pausa, no muy segura de cómo seguir.
-Me está matando el suspense, Erin. Dímelo ya antes de que me de un infarto -esbozó una ligera sonrisa, antes de volver a su cara seria.
-Sé que eres consciente de la gravedad de lo que has hecho. Tanto tú cómo el doctor Reid, y que ya nada va a volver a ser cómo hasta ahora -él asintió, sabiendo que tenía razón en todo lo que decía-. Y a pesar de que la decisión ya está tomada, hablaremos con él en cuanto vuelva.
-De acuerdo, pero ¿qué es lo que se ha decidido?
-Es obvio que la condición del doctor Reid le impedirá seguir trabajando en el equipo como hasta ahora, sin embargo, es un gran activo para la agencia, así que seguirá vinculado a nosotros. Tres días a la semana, dará clases en la Academia, y ayudará al equipo cuando estéis en un caso desde aquí. No podrá viajar bajo ninguna circunstancia.
Hotch soltó el aire lentamente. La vida de Reid no cambiaría mucho, y seguiría al lado del equipo.
-¿Y qué hay de mí? -preguntó con cautela. Vio a Strauss suspirar antes de hablar.
-Estás suspendido de empleo y sueldo durante un mes a partir de este momento. Necesito que me entregues tu placa y tu pistola -extendió un poco la mano. Él la miró con seriedad e incredulidad.
-¿Sólo…eso? -ella sonrió de medio lado.
-Me alegro que te parezca poco, Aaron, porque había algunos miembros de la Comisión que pedían directamente tu cabeza. He conseguido sólo tu suspensión prometiendo algunas cosas -le dijo ella seria.
-Ese es el juego de la política…-dijo él colocando despacio la placa y la pistola sobre la mesa.
-Y no siempre me gusta, pero eres uno de los mejores agentes de la agencia, no te merecías terminar así tu carrera. Todos cometemos errores, sólo hay que saber reconocerlos y acatar las consecuencias.
-Gracias Erin. Te lo agradezco -Hotch sonrió abiertamente. No solía hacerlo, pero se sentía tan aliviado, que la sonrisa le salía sola.
-Ve a disfrutar de tu hijo, Aaron. El agente Morgan se encargará del equipo este mes.
-Déjame hablar con ellos. Todavía les debo una explicación. Luego me iré -se levantó mientras hablaba.
Ella asintió y lo vio salir. Se recostó en la silla y cerró los ojos. Entendía los motivos de Aaron para hacer lo que hizo, aunque no los compartía. Debería haber hablado de la enfermedad de Reid desde el principio, y se hubieran evitado todos esos problemas. Al menos, y a pesar de la suspensión de un mes de Aaron, había conseguido que los dos se quedaran. Había sido su idea el arreglo del doctor Reid, y había conseguido que no despidieran al agente Hotchner. Se le habían echado encima, diciéndole que había perdido perspectiva y tachándola de "blanda". Incluso alguien había insinuado que no estaba en posesión de todas sus facultades, debido a su reciente pérdida. Tuvo que morderse fuertemente la mejilla por dentro para no echarse a llorar delante de esos personajes que se creían dioses. En cualquier otro momento, les hubiera contestado y los habría puesto en su sitio, pero tenían razón, no estaba en su mejor momento. Todo eso, no se lo había contado a Aaron.
Definitivamente, odiaba esa parte de su trabajo.
Camino al bullpen, Hotch llamó a Morgan, quería saber cuando volvían. El moreno le había escrito por la mañana para decirle que al final le daban el alta a Reid. Mientras esperaba que contestara, llegó al bullpen, se acercó al equipo y les dijo que los esperaba en la sala de conferencias.
-Dime Hotch -Morgan contestó al teléfono justo cuando entraban todos en la sala.
-¿Dónde estáis Morgan? -puso el teléfono en manos libres para que todos pudieran escuchar la conversación.
-En el aeropuerto. Cogemos el avión en cuarenta minutos.
-Perfecto. Pon por favor el teléfono en manos libres, quiero que Prentiss y Reid escuchen lo que tengo que decir -escuchó cómo lo hacía y el murmullo de los tres. Vio cómo el resto, se miraban entre sí.
-Ya está. ¿Qué tienes que contarnos, Hotch?
-En primer lugar, quiero pediros perdón a todos por cómo ha sucedido todo. Cuando Reid entró en el equipo, Gideon me convenció para que no contara nada de su problema. Cuando se fue, me planteé contarlo, pero no lo hice por Reid. Se le veía bien, feliz e integrado en el equipo, y siempre me preocupé por vigilarlo y que estuviera bien. Es evidente que fue un error. Lo siento Reid, hubiera sido mejor contarlo, creí que te hacía bien, pero me equivoqué.
-No lo sientas, no es tu culpa, Hotch. Soy yo el que está enfermo -contestó Reid con timidez.
-Ahora ya no podemos hacer nada. La Comisión de Disciplina ya ha tomado una decisión. Quieren hablar contigo Reid, pero Strauss me ha dicho que puedo informarte ya.
-¿Lo van a despedir? -preguntó García angustiada y con los ojos llorosos.
-Puedes seguir ayudando al equipo en los casos, pero no puedes viajar más con nosotros. Y darás clases en la Academia tres veces por semana.
Todos procesaron la noticia durante unos segundos, tanto en la sala de conferencias como a través del teléfono, luego hubo un alboroto de alegría. Hotch notó que a pesar de mostrarse contenta, Jordan parecía algo decepcionada.
-¿Y qué pasa contigo, Hotch? -quiso saber Prentiss.
-Estoy suspendido de empleo y sueldo durante un mes. Será Morgan el jefe de unidad en funciones mientras yo no esté.
-¿Qué? No me parece justo, Hotch. Está bien que has cometido un error pero…-Morgan comenzó a protestar, pero su jefe lo cortó.
-Morgan no importa. Esta vez no. No es para tanto, de verdad. Disfrutaré de Jack y descansaré para volver con fuerza -todos lo miraron con comprensión.
-De acuerdo. Nos vemos a la vuelta entonces.
Hotch cortó la llamada y se despidió de todos. Se sintió incómodo cuando García lo abrazó, pero por una vez, dejó que lo apretara un poco más fuerte de lo normal.
Rossi lo siguió a su despacho y se sentó a esperar mientras recogía sus cosas.
-Veo que no piensas aburrirte -apuntó cuando lo vio meter un montón de archivos en el maletín.
-Que no trabaje aquí no significa que no vaya a hacerlo en casa -contestó con seriedad.
-¿De verdad estás tan conforme con esto?
-No estoy conforme, pero he cometido un error, y dentro de lo que podía haberme pasado, no es gran cosa.
-Eso es verdad…Entonces Aaron, disfruta de tu tiempo con Jack, que los dos os lo merecéis, y llámame si necesitas algo -dijo Rossi mientras se levantaba y se acercaba a la puerta.
-Lo haré Dave, gracias.
Esperó hasta que supo su amigo ya estaba en su despacho, y salió. En ese momento, ningún miembro del equipo estaba en el bullpen, puesto que los tres agentes que solían ocuparlo estaban viajando desde Illinois. Pensó que era mejor así. Volvería en un mes, pero sentía que estaba abandonado a su equipo.
Aceleró el paso hasta llegar al ascensor. Apretó el botón y entró. Justo antes de que se cerraran las puertas, pensó que a pesar de cómo había ocurrido todo, volvería a tomar las mismas decisiones.
Continuará…
