Capítulo 30

JJ miraba de reojo el reloj de la cocina mientras terminaba de fregar los platos de la cena. Faltaban diez minutos para las ocho de la tarde, la hora a la que estaba prevista que Will le llevara a Henry. Solía ser puntual, pero quince minutos antes, ella se empezaba a poner nerviosa.

El timbre sonó a cinco minutos de la hora acordada, y ella respiró tranquila. Fue deprisa a abrir la puerta. Will le hizo un gesto para que hablara en voz baja, puesto que el pequeño estaba dormido en sus brazos.

-Lleva dormido un rato, antes incluso de salir de casa. Estaba agotado -susurró mientras le pasaba al niño.

-De acuerdo -acomodó al pequeño en sus brazos y cogió la bolsa que Will le tendía.

-Entonces…lo del Domingo sigue en pie ¿no? -preguntó el policía.

-Claro que sigue en pie, Will. Es el bautizo de Henry. Mira, entiendo que te sientas un poco…cohibido si no va a venir nadie de tu familia, pero me hace ilusión bautizar a Henry y que estemos todos allí.

-Pero si sólo va a estar tu equipo y tu madre -señaló Will con diversión.

-Pues la familia que Henry conocerá -respondió con un tono más duro del que pretendía-. Y no te preocupes por la comida, es en casa de Rossi y yo me ocupo de todo. No tendrás que pagar nada.

-No quiero eso, JJ. Todos los gastos a medias ¿recuerdas? Dime luego lo que ha sido y te lo daré. Y bueno, tengo unos tíos en Nueva Orleans, pero son mayores y ni siquiera les he hablado de Henry. No creo que lo entendieran.

-Está bien -sabía que esa no había sido su intención al contárselo, pero había conseguido que sintiera lástima por él. Y eso le daba rabia, porque a pesar de que se llevaban medianamente bien, no quería tener ningún sentimiento hacia él.

-Nos vemos el Domingo entonces -pasó una mano por la espalda del niño en señal de despedida, y se marchó.

JJ cerró despacio la puerta y llevó al bebé a su cuna. Besó su frente y su carita, y salió del cuarto.

Se dejó caer en el sofá, y pensó en Will. En el fondo, le daba pena. Se había trasladado a DC, donde no conocía a nadie, sólo por su hijo. No tardó en entender que con ella ya no tendría ninguna posibilidad, así que sólo hablaban de Henry.

Lo hizo mal al principio (bastante mal en realidad), pero ahora intentaba recompensarlo. Y aunque Henry todavía era un bebé, se le iluminaba la carita cuando le decía que iba a llevarlo con papá. Sabía que era un buen padre, y eso sumaba puntos también.

Suspiró cansada y cogió el libro que estaba leyendo, queriendo dejar de pensar en Will. Se sumergió rápidamente en la historia, dejando fuera de su mente el trabajo y su vida personal.


Al día siguiente por la mañana, García llamó con entusiasmo al despacho de JJ y Jordan. La morena había salido y no estaba, pero la rubia le indicó que podía pasar. La efervescente analista se sentó frente a su amiga.

-Estoy muy emocionada por lo del Domingo Jayje. Gracias por hacerme madrina de Henry -García hablaba con rapidez y gesticulando con las manos-. Le he comprado un montón de regalos. Y con la tía Penélope nunca le faltará nada. Y puedo cuidar de él cada vez que lo necesites. Ya sé que tienes una niñera, pero si algún día te falla, aquí estoy.

JJ la miró con diversión y esperó el momento oportuno para interrumpirla, o a la espera que dejara de hablar.

-Por supuesto Penélope, no puedo pensar en nadie mejor que tú para cuidar de mi hijo -sonrió con afecto.

-Ay, vas a hacer que me sonroje -dijo ella con coquetería.

-Eres la mejor, Penny, de verdad. Luz en medio de la oscuridad. Y quiero que Henry pueda contar contigo en cualquier momento, al igual que yo.

-Oh, Jayje -García se levantó y se acercó a su amiga. JJ la imitó y se abrazaron fuertemente.

-Prometo que no te fallaré.


JJ recogió sus cosas y apagó la luz de la oficina. Se fijó que Hotch y Rossi seguían en la suya, y los agentes auxiliares iban abandonando su lugar de trabajo poco a poco. Al atravesar las puertas de cristal, volvió a su cabeza la duda que la llevaba machacando durante todo el día. Finalmente, decidió acercarse.

La puerta de Strauss estaba abierta, y la vio recoger y apartar algunos informes, supuso que para seguir trabajando en casa. Llamó suavemente a la puerta. Pudo notar la confusión en el rostro de la mujer al levantar la cabeza y mirarla.

-Agente Jareau, ¿qué puedo hacer por usted? -preguntó mientras comenzaba a guardar carpetas en su maletín.

JJ entró en la oficina, y se quedó parada en el centro, a una distancia prudencial de la mesa.

-Me gustaría invitarla al bautizo de Henry el Domingo -Strauss volvió a mirarla-. Por supuesto, puede venir con sus hijos.

-Mis hijos están con sus abuelos -confesó al cabo de un momento.

-Oh bueno, pues venga usted. Si quiere, por supuesto. No es obligatorio ni nada…

-Iré, Jennifer, gracias -Strauss sonrió con cariño.

-De acuerdo. Buenas noches.

-Buenas noches.

Se dio la vuelta y se marchó. Le había dado vueltas todo el día si debía invitarla, al fin y al cabo, era su jefa y podría ser raro. No obstante, no podía quitarse de la cabeza la situación que estaba viviendo (aunque cada vez más volvía a ser la misma Strauss de siempre, aunque no pudiera quitarse el halo de tristeza que parecía que siempre la iba a acompañar).

Pensó que un poco de distracción no le vendría mal, y por eso finalmente, se había decidido a invitarla.


Cuando JJ llegó acompañada de su madre a la iglesia, le dolía la cabeza de escucharla. Llevaba en casa desde el día anterior, e iba a quedarse una semana con ellos. Sandy llevaba en brazos a Henry, y llevaba prácticamente desde que se habían levantado, protestando por todo. La rubia estaba a punto de asesinar a su madre.

Ya estaba casi todo el equipo cuando llegaron, y casi al mismo tiempo que ellas, llegaba también Will. Henry sonrió feliz cuando vio a su padre. Al policía no le pasó por alto la mueca de disgusto de Sandy cuando se acercó a recoger al niño.

-Mamá, disimula un poco, por favor -le susurró JJ a su madre.

-Lo intentaré. Por Henry -respondió Sandy enfurruñada.

El equipo se sorprendió al ver llegar a Strauss, pero no dijeron nada. Entraron a la iglesia detrás de JJ, Will y Sandy.


Después de la ceremonia, todos se trasladaron a casa de Rossi, donde iban a almorzar. JJ había contratado un catering a pesar de las protestas de Rossi, que se había ofrecido a hacer una barbacoa y tal vez unas ensaladas. La chica no le dejó. Quería que todos disfrutaran por igual, y él no lo haría si le tocara hacer la comida.

Todos estaban desperdigados por el jardín, aunque Will se sentía un poco desplazado. Tenía en brazos a Henry y Jack, que estaba embelesado con el bebé, no se separaba de él. Sólo Strauss había hablado con él y parecía dispuesta a darle conversación.

-Parece que Will y tú os lleváis mejor ¿no? -preguntó Prentiss con malicia. Las chicas estaban bebiendo en una esquina del jardín.

-Claro. Prefiero que sea así. Por el bien de nuestro hijo -respondió la rubia.

-¿Pero por qué lo has invitado? Podría haberse quedado en casa perfectamente…-señaló García, poniendo los ojos en blanco.

-Porque es el padre de Henry, Penélope. Esto ya lo hemos hablado.

-Es que parece tan incómodo. No habla con nadie -dijo Jordan con cautela.

-Es que vosotros tampoco se lo ponéis fácil -Prentiss iba a decir algo, pero ella lo detuvo-. Sé que lo hacéis por mí, por lo que me hizo, pero estoy bien. Eso está más que superado. Deberíais empezar a ser más amables con él.

Las chicas se miraron entre sí y asintieron.

-Pero también deberías decírselo a los chicos -dijo Jordan señalándolos.

-Y lo haré. ¡Ahora mismo! -y se dirigió hacia los chicos, que hablaban y reían.

Cuando Will entró en la casa a acostar a Henry, que se había quedado dormido en los brazos de Strauss, Hotch se acercó a su jefa y a su hijo, que parecían enfrascados en una conversación interesante.

-…y entonces es cuando el Capitán América salta así y consigue escapar de todos los malos y salvar al mundo. Tiene un escudo súper chulo -el niño hablaba y saltaba totalmente emocionado.

-Está obsesionado con el Capitán América -susurró Hotch a Strauss cuando se acercó. Ella lo miró sonriendo.

-¿Por qué no ha venido Jasper? ¿No quiere conocer a Henry? -preguntó el niño con inocencia.

-Claro que si, cariño. Pero Jasper y sus hermanas están pasando unos días con sus abuelos.

-¡Yo voy a ver a mis abuelos la semana que viene! Voy con la tía Jessica. Papá no quiere venir -dijo el niño con tristeza mirando a su padre.

-Jack, ya hemos hablado de eso. No puedo ir porque estoy trabajando. Y el mes que viene, nos vamos tú y yo unos días a la playa. ¿Lo recuerdas?

-¡Es verdad! ¿Tú has estado en la playa, Erin? -quiso saber el niño.

-Si, alguna que otra vez. Y me gusta mucho, la verdad -respondió ella con una sonrisa.

-¡A comer! -JJ llamó a todos, para que se empezaran a sentar en la mesa que Rossi había preparado en el jardín.

La comida transcurrió con tranquilidad. El equipo solía reunirse a menudo, así que estaban bastante cómodos. Hoy estaban también Sandy, Will y Strauss, pero no importaba, todo fluía como la familia que eran.

En un momento en que Penélope se levantó y entró en la cocina, Will fue tras ella. Necesitaba hablar con ella.

-Penélope, ¿podemos hablar un momento?

-Joder, ¡qué susto! -la rubia se llevó una mano al pecho.

-Lo siento. No pretendía asustarte. Pero quiero hablar contigo, por favor -Will se acercó un poco más a ella.

García miró hacia fuera, donde todos reían y hablaban tranquilamente. Suspiró impaciente y volvió a mirar al policía.

-Está bien, te doy dos minutos para decirme lo que quieras. Luego vuelvo fuera.

-Mira, sé que lo hice mal con JJ, que me porté como un capullo, pero estoy intentando arreglarlo. Estoy aquí por Henry, es mi hijo, y quiero verlo crecer y estar a su lado para todo lo que necesite. Sé que me odias, que todos lo hacéis, pero estoy intentando hacerlo lo mejor posible, porque rectificar es de sabios, y quiero hacer las cosas bien.

García lo miró un instante, y se dio cuenta que su corazón se estaba ablandando. Él tenía razón, todos estaban contra él.

-No es que te odiemos, pero Jayje sufrió mucho cuando la dejaste…Y no hubiera pasado nada si no hubiera estado embarazada.

-Lo sé. Me asusté y…

-Está bien, te perdono. Pero cómo le hagas daño a mi dulce rubia o al principito… -Will negó con la cabeza-. Sin embargo, no entiendo porqué hablas sólo conmigo, deberías hablar con todos.

-Porque sé que JJ te tiene en gran estima, al igual que todo el equipo. Y tienes influencias sobre ellos, te escucharán. Y bueno, el resto tiene pistolas, pero creo que tú me das más miedo con todas tus habilidades -Will sonrió de medio lado.

-Ahí tienes razón -García sonrió complacida-. Estás advertido, pero puedes respirar tranquilo. Acabas de entrar en la familia.

-Gracias, Penélope.

Los dos volvieron a salir al jardín, y aunque cada uno se sentó en su sitio y siguió en diferentes conversaciones, JJ notó el cambio y respiró tranquila.


Alrededor de las cinco, todos se fueron a casa. Rossi acompañó a JJ al coche, ayudándola a llevar los regalos. Sandy ya estaba dentro con Henry.

-Gracias por cedernos tu casa, Dave.

-No hay de qué. Mi casa siempre está abierta para cualquier celebración -hizo una pausa-. ¿Puedo hacerte una pregunta? Llevo todo el día con curiosidad.

-Claro. Dispara.

-¿Por qué has invitado a Strauss? No es que me haya molestado, sólo me ha llamado la atención.

-¿Y por qué no? Se portó muy bien cuando nació Henry, y creo que lo ha pasado bastante mal, se merecía un poco de distracción. Sus hijos no estaban, pero al menos ella hoy pudo dejar de pensar en su propio dolor.

-Tienes un corazón de oro, JJ -dijo Rossi abrazando a la rubia.

Unos minutos después, estaba en su coche camino a casa. El gorgoteo feliz de Henry en el asiento de atrás le indicó a JJ que todo iría bien. Había sido un buen día. Había estado con las personas a las que más quería y que más los querían a ella y a su hijo, y eso llenaba su corazón de felicidad.

Continuará…