Capítulo 31

Hotch entró en el cuarto de Jack por tercera vez en diez minutos, esperando que todo hubiera cambiado. Sin embargo, su hijo seguía sentado en la alfombra, de brazos cruzados y en pijama. La expresión de su cara, con el ceño fruncido, indicaba que no pensaba hacerle caso a su padre.

-Jack, estoy empezando a enfadarme, y sabes que eso no sería bueno. Tienes cinco minutos para vestirte, y diez para desayunar. Tenemos que irnos YA -no quiso levantar la voz, pero estaba perdiendo los nervios. Viejos fantasmas volvieron a él con un simple grito. Respiró hondo para tranquilizarse.

El niño levantó la vista hacia él, y asintió despacio. Se levantó y fue hacia la cama para comenzar a vestirse. Hotch salió cuando vio que empezaba a hacerlo.

Era el primer día de colegio, y Jack se lo estaba poniendo difícil. Había pasado los últimos días contándole cómo iba a ser todo: tenía uniforme y mochilas nuevos, colegio nuevo y le aseguró que iba a hacer muchos amigos. El niño parecía ilusionado, pero se había levantado esa mañana negándose a vestirse y a ir al colegio.

Tenía miedo que en ese colegio le pasara lo mismo que en el anterior, que el niño intentara llamar su atención haciendo daño al resto de niños; sin embargo, la terapeuta le había asegurado que en ese sentido, Jack parecía haberlo superado todo.

Los dos habían pasado unos días en la playa el mes anterior, y Hotch pudo ver a Jack, después de un año difícil, por fin relajado y feliz. Él también se había sentido así, lejos del trabajo y las preocupaciones.

Había empezado a hablarle a Jack de todos los cambios que habría desde que habían vuelto, y aunque parecía que el niño lo había aceptado, e incluso lo esperaba con ilusión, era obvio que le estaba costando de nuevo. Simplemente esperaba que fuera algo pasajero y no continuo.

Preparó los cereales para que desayunara, y se aseguró que tuviera la fiambrera lista con el almuerzo. Jack entró unos minutos después, y aunque parecía enfadado y frustrado, Hotch estuvo a punto de reír. Tenía la camisa por fuera del pantalón, y el jersey al revés. El niño solía vestirse solo, y aunque a veces le costaba, era algo que le gustaba porque se sentía mayor. No obstante, esta vez, estaba seguro que a pesar de sus cuatro años, lo había hecho a propósito.

-Ven hijo, yo te ayudo ¿de acuerdo? -dijo con cariño mientras le quitaba el jersey y lo vestía bien.

El niño lo miró con sus grandes ojos azules cuando terminó. Le recordó tanto a Haley que tuvo que desviar la mirada durante unos segundos.

-Jack, te prometo que lo pasarás bien, y harás muchos amiguitos. Y también estarán Jasper y Olivia ¿sabes? Sé que puede dar miedo, pero todo irá bien.

-Vale -murmuró el niño.

-Y ahora a desayunar. No podemos llegar tarde el primer día.

Se levantó y sentó al niño a la mesa. Mientras lo veía comer, se sirvió su segunda taza de café. Cogió el móvil y envió un mensaje.


Erin consiguió, después de luchar contra Olivia para que despertara y para vestirla, que por fin sus tres hijos estuvieran sentados a la mesa desayunando. El único que parecía realmente emocionado por el comienzo del curso, era Jasper.

Nora movía con desgana los cereales, y ni siquiera la perspectiva de ver a su mejor amiga la animaba. Quería quedarse en casa, o ir al trabajo con su madre; como le suplicó la noche anterior llorando. Le encantaba el colegio, pero se le hacía un mundo volver a su vida normal. Estaba pasando por diferentes fases desde la muerte de su padre.

Para Olivia era su primer día, y entre su madre y sus hermanos, le habían hablado del colegio y de lo que allí le esperaba. Y parecía que lo llevaba bien. Sin embargo, se había levantado diciendo que no quería ir al colegio, que se iba a quedar en casa (Erin estaba segura que había escuchado a su hermana la noche anterior). A su madre le había costado un mundo y más de un grito convencerla de que iba a ser un gran día y que se lo pasaría muy bien.

Sin embargo, y Erin dio gracias a Dios porque al menos uno de sus tres hijos no montó un escándalo por no querer ir a la escuela; Jasper parecía encantado por volver a ver a sus amigos y al colegio. Le gustaban los deportes y aprender cosas, y aunque habían sido unos meses difíciles, Jasper casi volvía a ser el de siempre.

Desde que habían ido al cementerio y el niño había vuelto a hablar, parecía de nuevo él mismo. Habían pasado con sus abuelos y sus tíos el mes de Julio, y todos habían estado de acuerdo en que el niño parecía diferente.

Y aunque Erin se alegraba de que su hijo parecía estar bien, sabía que no debía bajar la guardia, puesto que podría volver al estado anterior en cualquier momento.

Echó un vistazo alrededor de la mesa mientras los niños y ella misma desayunaban. Y una vez más, pensó que ojalá pudiera meterlos en una jaula de cristal y quitarles todo el sufrimiento.

El pitido del teléfono móvil le alertó que tenía un mensaje nuevo. Lo sacó del bolsillo de la chaqueta y lo leyó.

"¿Tú también estás teniendo un primer día de colegio difícil o tus hijos están encantados de volver? -Hotch le preguntó en el mensaje. Parecía desesperado.

Respondió rápidamente: "el peor desde que empezaron el colegio. Nos vemos después y hablamos"

Los niños habían terminado de desayunar, así que les dijo que cogieran sus mochilas mientras recogía la mesa, que se iban en cinco minutos.

Volvían a la rutina. Sólo esperaba que el drama hubiera terminado ya.


La entrada del colegio St. George era un caos: los autobuses que traían a los alumnos estaban aparcados en fila; y los padres que llevaban a sus hijos al colegio ocupaban el resto del aparcamiento.

Cuando Nora se bajó del coche, inmediatamente se dirigió hacia el edificio donde tendría sus clases. Se fue sin despedirse, y Erin suspiró profundamente mientras sacaba a Olivia de su silla. Al menos la vio saludar con entusiasmo a sus amigas.

Vio a Hotch y a Jack cuando se aproximaban al edificio. El niño le dedicó una sonrisa cuando se acercaron.

-¿Estás preparado para el primer día, Jack?

-¡Sí! -respondió con entusiasmo.

-Parece que ha cambiado de opinión al llegar aquí. No opinaba lo mismo hace una hora -señaló su padre poniendo los ojos en blanco.

La señorita Cortés, una joven de pelo largo y rizado, hija de inmigrantes mexicanos, había sido la profesora de Nora y Jasper en preescolar, y sería la profesora de Jack, y al año siguiente, la de Olivia. Erin había hablado con ella unos días antes y le había contado que para el niño, iba a ser difícil. Estaba esperando cuando se acercaron a la puerta.

-Hola Jack. Soy la señorita Cortés, y voy a ser tu profesora -la chica se agachó para quedar a su altura y le sonrió-. Me han dicho que estás un poco nervioso.

El niño asintió despacio pero esbozó una tímida sonrisa.

-No tienes porqué. Aquí vas a hacer muchos amigos, y vas a aprender y jugar mucho -le hizo una caricia en la barriga y el niño rio-. ¿Qué dices? ¿Vienes conmigo a conocer a tus compañeros?

Jack miró a su padre, que asintió. Soltó su mano y cogió la de su profesora. Entró en el edificio sin mirar atrás. Hotch miró a Strauss con sorpresa.

-Sí que ha sido fácil.

-No subestimes a un niño de cuatro años, Aaron -Erin sonrió-. Enseguida vuelvo. Voy a acompañar a Olivia a su clase.

Jasper había corrido hacia sus compañeros en cuanto llegaron, así que sólo tenía que llevar a Olivia. La niña se aferró a su pierna mientras entraban en el edificio y se acercaban a la clase. Erin suspiró mientras se agachaba y acariciaba el rostro de la niña.

-Liv, verás qué bien lo pasas cariño. Mira que de niños hay, harás amiguitos y…-en ese momento, una joven de pelo corto y castaño se acercó a ella.

-Soy Laura Sanders, voy a ser su profesora. Voy a intentarlo yo -Erin asintió y se levantó.

Le costó convencerla un poco más que a Jack, incluso la niña entró en el aula con los ojos llorosos. A Erin se le partió el alma dejarla sí. Esperaba que al menos se le pasara pronto y disfrutara.

Cuando salió, Aaron la estaba esperando junto a su coche. Acababa de sonar el timbre y los últimos rezagados estaban entrando en clase.

-¿Te apetece un café? Creo que necesito relajarme antes de entrar a trabajar -preguntó él cuando ella se acercó.

Echó un vistazo al reloj y luego asintió.

-De acuerdo. Podemos tomarlo en la cafetería que está a dos manzanas de Quantico. Así estamos cerca de la oficina.

-Perfecto. Allí nos vemos.


Cuando Hotch entró en la cafetería, Erin acababa de sentarse a una mesa. Pidió su café en el mostrador y luego se sentó con ella.

-No pensé que iba a ser tan duro. Cuando lo llevé la primera vez, después de la muerte de Haley, fue diferente. Iba contento, expectante por lo que le esperaba -empezó él.

-Date cuenta que ya estaba echo al otro colegio. El cambio ha sido grande. Aunque no tardará en adaptarse a este, ya lo verás.

-Eso espero. ¿Y qué tal tus hijos? He visto que Jasper ha corrido al ver a sus amigos, y parecía contento. No tanto Olivia, aunque supongo que es normal, siendo la primera vez que va al colegio.

-Se ha quedando medio llorando, se la ha llevado la profesora. Espero que ahora esté mejor. Y Nora se ha ido también con sus amigas en cuanto se ha bajado del coche -hizo una pausa y tomó un sorbo de café-. Ayer lloraba diciendo que no quería ir.

-Pobre…

-Desde que empezaron al colegio, el primer día siempre los acompañábamos Mark y yo. Luego los recogíamos también juntos e íbamos a comer un helado. Este año ni siquiera puedo recogerlos yo, lo hará Malia esta tarde -dijo con tristeza.

-No es tu culpa Erin, la vida ha venido así. Es importante seguir mirando hacia adelante -intentó consolarla él.

Ella esbozó una sonrisa triste al tiempo que asentía despacio.

-Por cierto, si algún día Jessica o tú no podéis recoger a Jack, no tienes más que decírmelo, lo haré yo por ti.

-Gracias. Lo mismo digo con tus hijos.

Hablaron un poco más hasta que se dieron cuenta que ya llegaban tarde. Lo bueno es que estaban relativamente cerca de la oficina.

Cuando salieron del ascensor, cada uno se fue por su lado. Hotch se enfrentó a las miradas curiosas de su equipo, puesto que siempre era el primero en llegar. Entró en su oficina y se sentó pesadamente. Repasó mentalmente lo que había sido su día desde que se había levantado, y deseó que el tiempo pasara rápidamente. Apenas llevaba unas pocas horas, y ya estaba agotado.

Continuará…